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Primer mandamiento: “No debes tener otros dioses contra mi rostro”. (Éxodo 20:3)
Segundo mandamiento: “No debes hacerte una imagen tallada ni una forma parecida a
acosa alguna que esté en los cielos, sobre la tierra o en las aguas debajo de la tierra, ni debes
inclinarte ante ellas ni servirles”. (Éxodo 20:4-6)
Tercer mandamiento: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna”.
(Éx 20:7.)
Cuarto mandamiento: “Acordándote del día del sábado para tenerlo sagrado, seis días has
de prestar servicio y tienes que hacer todo tu trabajo. Pero el séptimo día es un sábado a
Jehová tu Dios. No debes hacer ningún trabajo, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu
esclava, ni tu animal doméstico, ni tu residente forastero que está dentro de tus puertas”.
(Éx 20:8-10.)
Quinto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre”. (Éx 20:12)
Sexto mandamiento: “No debes asesinar”
Séptimo mandamiento: “No debes cometer adulterio”
Octavo mandamiento: “No debes hurtar”.
(Éx 20:13-15.)
Noveno mandamiento: “No debes dar testimonio falsamente como testigo contra tu
semejante”. (Éx 20:16.)
Décimo mandamiento: (Éx 20:17) se destacaba porque prohibía la codicia
Las Escrituras dicen llanamente que el sacrificio de Cristo “abolió [...] la Ley de
mandamientos que consistía en decretos”, y que Dios “borró el documento manuscrito
contra nosotros, que consistía en decretos [...] y Él lo ha quitado del camino clavándolo al
madero de tormento”. La ley mosaica fue ‘abolida’, ‘borrada’, ‘quitada del camino’ en su
totalidad. (Ef 2:13-15; Col 2:13, 14.)
“No piensen que vine a destruir la Ley o los Profetas. No vine a destruir, sino a cumplir”
(Mateo 5:17). Ahora bien, ¿qué significa “cumplir”? Ilustrémoslo. Se dice que un constructor
cumple su contrato de levantar un edificio, no haciendo pedazos el contrato en sí, sino
entregando el edificio terminado. Pero tan pronto como se termina el trabajo al gusto del
cliente, el contrato queda cumplido y el constructor ya no está comprometido a hacer más.
De igual manera, Jesús no incumplió el “contrato” de la Ley, no lo rompió en pedazos; él
cumplió la Ley mosaica obedeciéndola a la perfección. Una vez cumplida, esta dejó de ser
obligatoria para el pueblo de Dios.
La transición de un sistema de adoración israelita a uno cristiano se podría ilustrar con el
cambio de constitución en un país. Una vez establecida la nueva constitución, ya no se exige
que se obedezca la anterior. Puede que algunas leyes no hayan cambiado, pero otras sí. El
buen ciudadano querrá saber cuándo entró en vigor la nueva constitución y cuáles son las
leyes vigentes.
De modo parecido, Jehová dio a la nación de Israel más de seiscientas leyes. Además de las
principales, los Diez Mandamientos, promulgó leyes sobre la moralidad, los sacrificios, la
salud y la observancia del sábado. No obstante, Jesús habló de una nueva “nación”, la cual
estaría constituida por sus seguidores ungidos (Mateo 21:43). Esta nación ha estado desde
el año 33 bajo una nueva “constitución” que se basa en dos leyes fundamentales: amar a
Dios y amar al prójimo (Mateo 22:36-40). Si bien en la Ley mosaica hay leyes parecidas a las
de “la ley del Cristo”, es lógico esperar que algunas sean muy distintas y que otras hayan
quedado sin efecto. La de observar un sábado semanal es una de las que ya no están
vigentes.
“No piensen que vine a destruir la Ley o los Profetas. No vine a destruir, sino a cumplir”
(Mateo 5:17). Ahora bien, ¿qué significa “cumplir”? Ilustrémoslo. Se dice que un constructor
cumple su contrato de levantar un edificio, no haciendo pedazos el contrato en sí, sino
entregando el edificio terminado. Pero tan pronto como se termina el trabajo al gusto del
cliente, el contrato queda cumplido y el constructor ya no está comprometido a hacer más.
De igual manera, Jesús no incumplió el “contrato” de la Ley, no lo rompió en pedazos; él
cumplió la Ley mosaica obedeciéndola a la perfección. Una vez cumplida, esta dejó de ser
obligatoria para el pueblo de Dios.
Sin embargo, el pacto de la Ley quedó “anticuado” en cierto sentido cuando Dios anunció
por medio del profeta Jeremías que haría un nuevo pacto. (Jer 31:31-34; Heb 8:13.) En 33
E.C. el pacto de la Ley quedó invalidado sobre la base de la muerte en sacrificio de Cristo en
un madero de tormento (Col 2:14) y lo sustituyó el nuevo pacto. (Heb 7:12; 9:15; Hch 2:1-
4.)