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Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de

Medellín, 1925–1945

Carlos Andrés Orozco Guarín


“Lovaina, el barrio de mujeres públicas de lujo


de ese delicioso Medellín de los decenios 30 a 50”
(Jorge Franco Vélez, Hildebrando, 1984)

Resumen

Para quienes conocieron el Medellín de mediados del siglo XX el nombre de


Lovaina está asociado al tipo particular de prostitución que floreció en el
sector, negocio que trascendió el mero comercio sexual, pues generó una
bohemia y un tipo de sociabilidad que atrajo profesionales e intelectuales,
como el médico Jorge Franco Vélez, que rememora el sector en su texto en
buena medida autobiográfico, Hildebrando (Universidad de Antioquia, 1996),
y artistas como el más tarde célebre maestro Fernando Botero. El presente
artículo, derivado de la monografía de pregrado en Historia de la Universidad
de Antioquia, esboza los albores de la prostitución en burdeles y cantinas
aledaños al cementerio de San Pedro en los años de 1920. El texto termina
con la semblanza de dos meretrices que fueron conocidas como “colegialas
de honor” en Lovaina. Ellas compartieron su lecho con destacados personajes
del ámbito local e incluso con ilustres extranjeros que visitaron la ciudad.
Una serie de entrevistas con viejos residentes del sector, sumadas a una
cuidadosa revisión de prensa y de documentos que conservan el Archivo
Histórico de Medellín y el Archivo Histórico de Antioquia, permitieron recrear
el ambiente de los primeros burdeles de Lovaina.

Artículo recibido el 3 de julio de 2007 y aprobado el 5 de agosto de 2007.


Historiador de la Universidad de Antioquia, Medellín.


HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NOVIEMBRE 2007, PP. 165–189
166 Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de Medellín, 1925–1945

Palabras clave: Prostitución, Lovaina, cementerio de San Pedro, barrios


populares, cantinas, burdeles, criminalidad, control social, tolerancia, memoria.

Abstract

For those who knew the Medellín of the mid twenteenth century, the name
Lovaina is associated to the particular kind of prostitution that flourished in
the sector, a business that transcended the mere sexual commerce, for it
generated a bohemian lifestyle and a kind of sociability that attracted
professionals and intellectuals, such as the physician Jorge Franco Vélez,
who reminisces the sector in his fairly autobiographic book Hildebrando
(Universidad de Antioquia, 1996), and artists like the afterwards celebrated
Fernando Botero. This article, stemmed from an undergraduate history
monography for the Universidad de Antioquia, sketches the dawn of
prostitution in brothels and saloons in the vicinity of the San Pedro cemetery
around the 1920’s. The text finishes with the portrait of two harlots who were
known as “honorary schoolgirls” in Lovaina. They shared their beds with
outstanding personalities of the local scene, and even with celebrated
foreigners who visited the city. A series of interviews with older residents of
the sector, along with a careful survey of the press and the documents held
in the Archivo Histórico de Medellín and the Archivo Histórico de Antioquia,
allowed us to recreate the ambiance of Lovaina’s first brothels.

Keywords: Prostitution, Lovaina, Cemetery St. Peter, shantytows, canteens,


brothels, criminality, social control, tolerance, memory.

Lovaina es una calle ubicada en la cente de Paúl (1842), y desde 1871 como
zona nororiental de Medellín, justo en el el cementerio de San Pedro.
extremo norte del Museo Cementerio
de San Pedro hoy declarado patrimonio Hoy en día, a pesar de su condición
cultural. Por este lugar he transitado marginal e infecunda, las fachadas de
cotidianamente hacia la Universidad de algunas casas de Lovaina le dan al tran-
Antioquia desde 1999, y a través de esos seúnte una idea de la historia del barrio.
recorridos descubrí una realidad bien De esas casas, donde antaño se paga-
diferente a lo que distintos autores cuen- ba por disfrutar de la compañía de las
tan sobre el esplendor que tuvo en la prostitutas, sólo quedan muros maltra-
década de 1940, cuando abarcaba un tados, sucios y medio derruidos. Al ca-
tramo de la calle 71, entre las carreras minar a diario por aquella zona sentí in-
49 (Venezuela) y 51 (Bolívar), sector triga por las historias de su legendario
que en ese entonces era parte de la pe- pasado, y me aventuré a realizar un vi-
riferia norte de Medellín, contigua al deo documental combinando testimo-
cementerio que inicialmente fue cono- nios, fotografías, música de arrabal y
cido como el de la Sociedad de San Vi- escenas cotidianas del barrio. Fue esta

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experiencia la que al momento de elegir nas. Dicha obra, ya clásica, sugiere


1

tema para la monografía de grado en his- interesantes explicaciones acerca de las


toria me alentó a buscar nuevas fuentes causas y motivaciones que llevaban a
e indagar más sistemáticamente por la las jovencitas a ejercer un oficio tan
historia de la prostitución en el sector. estigmatizado en Antioquia, donde la
religión, la familia y el matrimonio esta-
En este artículo presento algunos ban tan arraigados. Estos postulados
temas desarrollados a profundidad en mi fueron cotejados con testimonios orales
trabajo de grado, destacando la apari- de los habitantes del barrio San Pedro y
ción de los primeros burdeles de la zona con otras fuentes documentales valio-
al momento de iniciarse la urbanización sas que reposan en el Archivo Históri-
del barrio Pérez Trina–Continuación en
co de Medellín (en adelante AHM) y
1925, el posterior traslado de casas de
en la colección de prensa de la Univer-
vida alegre a la calle Lovaina en los años
sidad de Antioquia.
treinta, y las particularidades de funcio-
namiento que tuvieron dichos negocios Por otro lado, un repaso histórico de
en la década del cuarenta, tras las ta- la vida libertina en las ciudades euro-
pias del cementerio de San Pedro. Lle- peas, demuestra que las mujeres podían
go hasta 1945 para recalcar los 20 años vender por dinero el disfrute sexual de
de esplendor del barrio de prostitutas, su cuerpo, desplazándose por habitacio-
ya que en los años posteriores comenzó nes de alquiler, barrios obreros, burde-
a ser afectado por la descomposición les, baños públicos, tabernas y extramu-
social de la ciudad, que elevaba sus ín- ros. Esto explica porque el fenómeno
2

dices de violencia, bandalismo y comer-


cio de marihuana, temas que serán tra-
tados en otra ocasión. 1 Virginia Gutiérrez determina una serie de
fenómenos relacionados con la pérdida de la
Un balance historiográfico prelimi- virginidad —relaciones prematrimoniales,
abandono del hogar con promesa de matrimonio,
nar permite ver que las causas de la embarazo ilegítimo— situaciones que violentaban
prostitución, por lo regular, se han atri- la continuidad de la vida normal de la mujer
buido a factores demográficos y a la antioqueña dejándola sin opción de contraer
petición de matrimonio vigente en la res- matrimonio, fuera de la pauta cultural, sin una
perspectiva clara, en un estado de inseguridad y
pectiva sociedad. Teniendo en cuenta desesperación. El prostíbulo es referido como una
los postulados de Virginia Gutiérrez de opción económica para ella y como dispensador
Pineda en su libro Familia y Cultura de pulsiones sexuales para el hombre. Véase: Familia
y cultura en Colombia, Bogotá, Colcultura, 1975.
en Colombia fue posible imaginar el
Phillipe Ariès y Georges Duby (dirs.), Historia de
2

entorno social de la zona de prostitución la vida privada en Occidente, Madrid, Taurus,


de Lovaina revisando aspectos 1988, 5 vols. (1ra ed. París, 1985); Georges Duby
socioeconómicos y culturales de las y Michelle Perrot (dirs.), Historia de las mujeres
en Occidente, Madrid, Taurus, 5 vols, 1991; Bonnie
mujeres que habitaron en los contornos
Anderson y Judith Zinsser (dirs.), Historia de las
del cementerio de San Pedro, gravitan- mujeres: Una historia propia, Barcelona, Crítica,
do entre numerosos burdeles y canti- 1991, (2 vols.), vol. 1, pp. 68–69.

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de la prostitución ha sido estudiado pa- Los registros elaborados por la Ofi-


ralelo al crecimiento urbano de las ciu- cina de Ingeniería Municipal reposan en
dades. el Fondo Alcaldía del Archivo Histórico
de Medellín, conservando las medicio-
Las “mujeres de la vida nes de distancia en metros, desde los
alegre” entre el control y la burdeles hasta las iglesias, escuelas y
tolerancia fábricas cercanas al cementerio de San
Pedro. Dicha regulación permite seguir
Para abordar el funcionamiento de la orientación de las zonas de tolerancia
los burdeles colindantes al cementerio en la ciudad, identificando las épocas
de San Pedro en el decenio de 1920, se coyunturales de floración de burdeles en
pueden observar algunos mecanismos las tres primeras décadas del siglo XX.
de control y vigilancia puestos en ac- Así, el período comprendido entre 1917
ción el siglo XIX, como las ordenanzas y 1932 figura como la primera etapa de
de los primeros Códigos de Policía, que protagonismo en los burdeles de la zona
revelan iniciativas para formar un “ba- norte de Medellín, aledaña al “cemen-
rrio especial” de tolerancia en los albo- terio de los ricos”. Este procedimiento
res del siglo XX. Aunque dichas pro- junto con el de cobro de impuestos por
puestas fueron poco efectivas en derechos de desagüe, permitieron pre-
Medellín, la primera insinuación la for- cisar cifras de casas de mujeres visita-
muló el Código de 1896 y, posteriormen- das por los inspectores municipales, es-
te, diferentes estamentos públicos y otras pecialmente entre 1927 y 1932. Llama
disposiciones oficiales de 1914 y 1919 la atención, la tolerancia manifestada
patrocinaron la idea, pero sólo concerta- por los inspectores cuando el resultado
ron una propuesta bajo la presión de la de la distancia era inferior a los 160
Iglesia católica, desde las campañas metros reglamentarios respecto a: las
moralizadoras de 1938 y 1939. No obs- capillas del cementerio de San Pedro y
tante, dicha iniciativa lo único que logró del Hospital San Vicente de Paúl, la es-
fue trasladar algunas cantinas y lenocinios cuela de El Bosque y algunas fábricas
situados frente al Hospital San Vicente de tabaco, fósforo y escultura religiosa.
de Paúl, a la calle Lovaina detrás del Al parecer estos burdeles se sostuvie-
cementerio de San Pedro, que estaba lle- ron con el pago de multas, pues muchas
na de cantinas desde 1926. Solamente meretrices eran dueñas del lote que ha-
medio siglo después de la primera dispo- bitaban y contra esto no había ley de
sición, la administración municipal apro- destierro.
3

bó una zona única de tolerancia para


Medellín en el Barrio Antioquia, median-
te el decreto 517 de 1951. Paradójica-
mente después de esta medida, se Archivo Histórico de Medellín (en adelante
3

AHM), Fondo Alcaldía de Medellín, Serie Ingeniería


incrementó el número de burdeles en Municipal, Correspondencia 1924–1932, Tomos
diferentes partes de la ciudad. 277–288.

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Este tipo de regulaciones fallidas y nas comenzaba la acción en la calle


normas endebles en el exterminio y con- Lovaina. Por último, el artículo 27 es-
trol de las prostitutas, permitió cierto pecificó con mayor detalle la ubicación
desborde de “corrupción moral” por di- de los burdeles prohibiendo rotundamen-
ferentes sectores de Medellín donde se te su vecindad respecto a plazas, vías
perfilaba la ciudad industrial. Al pare- públicas de mayor tránsito, estableci-
cer, la fiesta en los alrededores de mientos de educación, hospitales, tem-
Lovaina despertó con el beneplácito de plos, cuarteles, cárceles y fábricas. Con-
los altos mandatarios, pues el Concejo trastando las leyes con la fuente oral
Municipal aprobó la apertura y el fun- recogida, podemos decir que en Lovaina
cionamiento de cantinas durante toda la las dueñas de tales negocios estuvieron
década del veinte y parte de la del trein- exentas de pagar multas entre 10 y 20
ta, expidiendo licencia para vender licor pesos, además éstos permanecieron a
en burdeles y cantinas por un pago de salvo de ser clausurados.
impuesto al Tesorero de Rentas Depar-
tamentales.
4
Los primeros burdeles en el
barrio “Pérez Triana–
Las prostitutas de Lovaina también
Continuación”
fueron impunes a las sanciones y obli-
gaciones dictadas en la resolución 282 A principios de la década de 1920,
del Ministerio de Trabajo, Higiene y Pre- surgió la calle Lovaina en el costado
visión Social en 1942. Precisamente vio- norte del cementerio de San Pedro, de-
laban los artículos 16, 17, 20 y 27. Los rivada de un proyecto de ampliación del
dos primeros se refieren al número de barrio Pérez Triana fundado desde 1917
ocupantes por habitación, el consumo de al sur del mismo camposanto. Según
licor al interior del burdel, y algo más escritura y plano de junio de 1925, en la
grave, los servicios sexuales prestados calle Lovaina existían diecisiete lotes,
por menores de edad o a menores de once de los cuales tenían propietarios y
edad. El artículo 20 imponía la restric- seis permanecían bajo promesa de com-
ción horaria, algo que podría ser perju- pra. Así, se pudo reconocer a las pri-
dicial para cualquier zona de tolerancia meras vecinas de Lovaina: Rosa Car-
si se cumplía a cabalidad. El gobierno dona y Purificación Echeverri, respec-
nacional pretendía establecer la hora lí- tivamente. Los demás terrenos libres
mite para la “vida alegre” hasta las doce pasaron a manos de Enrique Mejía &
y media de la noche, pero según algu- Compañía, que continuó vendiendo lo-
nos testigos de la época, a esa hora ape- tes para vivienda a bajo costo. En aquel
5

Archivo Histórico de Antioquia (en adelante


5

AHM, Fondo Concejo Municipal, Serie Actas, AHA), Fondo Notaría Primera, Medellín, Tomos
4

1926–1933, Tomos: 345–351, 354–363, 410, 432, 647 y 650, Escritura No. 1311, junio 3 de 1925, f.
442 (2 vols.), y 447. 3r.

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entonces los problemas de insalubridad sinos recién llegados a la ciudad. Otros


fueron frecuentes por la carencia abso- individuos aprovecharon su capital y
luta de servicios públicos municipales. montaron fábricas, cantinas, carnicerías,
Además las casas eran débiles, cons- tiendas mixtas, farmacias, almacenes y
truidas con materiales precarios que prenderías que ampliaron el panorama
durante las temporadas de invierno su- cotidiano del barrio, como referentes de
frían inundaciones y fracturas. la prensa de la época, para retratar fe-
nómenos típicos de la vida de arrabal:
La activación poblacional en la calle marginalidad, infracción, bohemia, ham-
Lovaina, estuvo muy ligada a la suerte pa y prostitución. Algunas notas perio-
que corrieron el conjunto de vecinos en dísticas también permiten enfocar temas
las manzanas aledañas, grupos de per- de madresolterismo, infanticidio, aborto
sonas “decentes” entre artesanos, alba- y orfandad. Al parecer, los habitantes
ñiles, peones, obreros fabriles y campe- del barrio Pérez Triana estuvieron ex-

Foto 1. Lotes vendidos en la calle Lovaina y las carreras adyacentes. Detalle del plano del barrio “Pérez
Triana–Continuación”, copiado por el señor Julio Echavarría H., y levantado por el señor Martín
Acebedo, que figura en la escritura No. 1311 (junio 3 de 1925) de traspaso de lotes de la Sociedad de
Urbanizadores a la Sociedad Colectiva de Comercio Enrique Mejía & Cía,. Se registra cada uno de los lotes
con su respectivo propietario, dimensiones y divisiones de referencia. Tomado de: AHA, Fondo Planoteca,
Almacenamiento No. 122.

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puestos a todo tipo de tragedias y actos inmigrantes, especialmente jovencitas


criminales comenzando el decenio de campesinas. El Ingeniero Municipal tam-
1930, pues de una forma bastante sen- bién se encargó de verificar la ubica-
sacionalista, se van descubriendo en fre- ción de los burdeles en la ciudad, para
cuentes casos, inundaciones, incendios, lo cual recibía listados de mujeres públi-
derrumbamiento de casas, actos de sui- cas elaborados por el Inspector de Poli-
cidio, intoxicación, peleas y robos. cía. Por tal motivo, durante el período
6

de urbanización del barrio Pérez Triana,


En este sentido, la llegada de las fue común la regulación de las casas de
mujeres públicas a montar negocio en citas por las carreras Bolívar y
la calle Lovaina, no sólo trajo consigo la Carabobo, tal como consta en documen-
circulación de dinero entre los vecinos, tos oficiales: actas, reglamentos, orde-
sino que le dio un efecto de renovación nanzas, acusaciones y procesos judicia-
urbanística a las fachadas y a la distri- les. De esta forma, se evidencia un con-
bución de habitaciones utilizando inclu- trol de la prostitución, paralelo al desa-
so los antiguos solares. Para esos resi- rrollo urbano de Medellín hacia el norte,
dentes de la calle Lovaina, el porvenir donde se extendió la práctica clandesti-
sólo comenzó bajo el amparo económi- na del comercio sexual en cantinas, ba-
co de las prostitutas, quienes ños públicos, salas de baile, habitacio-
remodelaron muchas de las casuchas de nes de barrios obreros y cercanías del
tapia y paja. Pero las que mejor se adap- cementerio.
taron fueron las madres solteras del
barrio con sus oficios domésticos. Aun- Los burdeles de la calle Lovaina
que el desarrollo de este sector fue len- emergieron como una extensión de las
to y difícil, empañado por la insuficien- casas de citas activas durante la déca-
cia de parte del municipio en la dota- da de 1920 en El Trocadero y El Edén
ción de servicios públicos, resalta cierta sobre la carrera Carabobo, y en los sec-
presencia de las autoridades –aunque tores de la carrera Bolívar conocidos
en parte efímera– para la supervisión tradicionalmente como El Chagualo (tra-
de cuestiones que alteraban el orden mo comprendido entre las calles
moral, como las cantinas y los burdeles. Manizales y Lima), y El Fundungo si-
tuado en el antiguo camino de servidum-
Las mujeres del barrio figuran en la bre El Salado, al norte del cementerio
correspondencia del Ingeniero Munici- de San Pedro. En 1927 las visitas ofi-
pal, solicitando licencias para construir ciales del Inspector Segundo Municipal,
casas y liquidar impuestos de desagüe, reportaron el funcionamiento de 4 bur-
en una época de crisis económica, cuan- deles que agrupaban 12 mujeres públi-
do la ciudad acogía nuevas oleadas de cas en la parte sur del barrio Pérez
Triana.

El Heraldo de Antioquia, Medellín, 1927–1939.


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Foto 2. Lista de prostitutas reseñadas en la zona norte, cerca al Bosque de la Independencia, elaborada
para el informe de la Jefatura General de Policía enviado al Alcalde Rafael H. Duque el 8 de febrero de
1917. Tomada de: AHM, Fondo Concejo Municipal, Serie Proyectos de Acuerdo, 1917, Tomo 342, fs.
75–93. La lista general comprende 191 mujeres públicas discriminadas por diferentes zonas y barrios de
Medellín. Se destaca en la foto un grupito de 9 prostitutas reconocidas cerca de una fosforería de los
señores Arcila y Tisnés, eran: Julia Gómez, Margarita Lema, Zoila R. Montoya, María Rodríguez, María
Ester Misas, Raquel Yepes (con casa propia), Teresa Ángel, Susana Benítez y Rosenda Álvarez.

Cuadro No. 1
BURDELES Y PROSTITUTAS EN “EL FUNDUNGO”
VIGILADOS POR AUTORIDADES MUNICIPALES, 1927–1928
El Fundungo (9 prostitutas* en 4 burdeles)
# Prostitutas Distancia Edificio de Referencia Fecha
(Metros) Año. Mes.
Día
Concepción Soler 41 Fábrica de Fósforos El Sol 1927/05/04
2 Berta Valencia
Carmen Benítez 60 Fábrica de Fósforos El Sol 1927/06/09
2 Ana Gutiérrez
Berta Valencia Capilla del Hospital San 1927/08/17
Concepción Soler Vicente de Paúl
Leonor Gaitán
María Josefa Restrepo
5 Carmen Osorio (+) 260
Mercedes Henao 80 Fábrica de Fósforos El Sol 1928/09/11
2 Julia Rosa Echavarría

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Calle Manizales x Neiva (4 prostitutas en 1 burdel)


Esperanza Álvarez 260 Capilla del Hospital San
Josefina Duque Vicente de Paúl
Enriqueta Mejía 159 Escuela Privada (Santa Marta
4 Gabriela Soto x Manizales) 1927/08/17

Carrera Bolívar El Chagualo* (8 prostitutas en 3 burdeles)


María Josefa Restrepo
2 Mercedes Arango 187 Capilla de Jesús Nazareno 1927/10/21
Inés Escobar
Fanny Echeverri
Bárbara Betancur (+)187 Fábrica de Fósforos El Sol
4 Clementina Yepes (Bolívar x Lovaina) 1927/10/21
Rosa María Acevedo (+)187 Fábrica de Fósforos El Sol
2 Berta Acevedo (Bolívar x Lovaina) 1927/10/21

* La cifra total es de 9 mujeres, teniendo en cuenta que a dos se les repite inspección.
En El Fundungo tres casas penaban con la cercanía de la Fábrica de Fósforos El Sol de Emilio Franco, cuya
distancia era razón suficiente para pagar multa. En agosto de 1927 las autoridades regresaron a casa de la
Soler y la Valencia, y reportaron tres nuevas compañeras. Esta vez la medición buscó una capilla, y como
la del cementerio estaba en reconstrucción, escogieron la del hospital que no presentó objeciones por la
extensa distancia que la separaba del burdel.
Elaborado a partir de los informes presentados por el Secretario de Ingeniería Municipal al Inspector
Segundo, en cumplimiento de los artículos 110, 37 y 216 de los Códigos de Policía de 1914, 1915 y 1927
que regulaban la ubicación de burdeles en Medellín. (AHM, Fondo Alcaldía de Medellín, Serie Ingeniería
Municipal, Correspondencia de 1927 y 1928, Tomos 279 y 283).

El último reporte de El Fundungo en tionó el establecimiento de tres nuevos


octubre de 1931, reseñó la casa de burdeles en la calle Daniel Botero, por
Carlina Correa, ubicada a tan sólo 15 estar a distancias menores de 55 me-
metros de la fosforería El Sol. A partir tros al Taller de Arte Religioso y Deco-
de 1930 las casas de citas se extendie- rativo. De esta forma, la inspección de
7

ron más allá de El Fundungo, siguiendo burdeles ordenada por los cuerpos de
la ruta del tranvía por la calle Daniel policía y la oficina de Ingeniería Muni-
Botero. En octubre de ese año, el con- cipal, permitió identificar las “zonas ro-
trol municipal se ejerció sobre tres ca- jas” y la composición de burdeles, al
sas contiguas en la calle Daniel Botero
–costado sur del Bosque de la Indepen-
dencia–, al mando de Lucila Vélez, Ana
María Ortiz y Carmen Vélez, respecti- A excepción de la casa de Enriqueta Mejía, dos
7

negocios atendían con cuatro y tres mujeres


vamente. Ninguna de ellas presentó in- públicas. En 1931 una casa era ocupada por
conveniente de ubicación respecto a la Esperanza Jaramillo, Mercedes Montoya, Leonor
Escuela El Bosque. Fue en los años su- Muñoz y Alicia Villa. La otra casa, visitada por las
cesivos de 1931 y 1932 cuando se cues- autoridades en 1932, reunía a Eugenia Arbeláez,
Edelmira Forero y Blanca Rivera.

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menos entre 1924 y 1934, años de los la capilla del cementerio de San Pedro
cuales se conservan las planillas o re- y, a dos fábricas, una de ellas era la fá-
gistros. El Inspector Segundo realizó la brica de fósforos El Sol situada en el
última visita para el sector norte a fina- cruce con la carrera Bolívar desde 1923,
les de 1932, en adelante el sistema fue la otra era una sucursal de Tejidos
decayendo y no recuperó su eficacia, Unión situada una cuadra al norte del
vinieron entonces las quejas de la co- crucero Lovaina con Palacé. Muy cer-
munidad. ca de esta última fábrica, pero sobre la
calle Lovaina, se instaló Ana Molina,
En las casas de la calle Lovaina co-
una de las “colegialas” del American Bar
menzaron a darse nuevos indicios de
“vida alegre” a mediados de los años situado en la Avenida Libertadores, un
treinta. Extrañamente el Código de Po- establecimiento de gran prestigio entre
licía no aplicó sanciones drásticas a los clientela adinerada. La Molina se tras-
burdeles del sector, algunos de los cua- ladó a Lovaina para abrir su propio ne-
les funcionaron durante años, cerca a gocio, después de haber establecido

Foto 3. Zona aledaña al cementerio de San Pedro según el “Plano de Medellín de 1932”. Tomado de:
Roberto Luis Jaramillo y Verónica Perfetti, Cartografía urbana de Medellín, 1790–1950, Concejo de
Medellín, 1993.

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contacto con clientes que requerían ser- algunas salieron despavoridas de la zona
vicios bajo absoluta reserva. Fue vital gracias a cierto caudal monetario que
en esta parte, la mirada de un niño de la les permitía conseguir vivienda en un
época y su aporte testimonial, al relatar barrio moderno. Un testigo de la época
la llegada de Ana Molina a Lovaina y criado en la zona, comenta que “las pros-
cómo los vecinos intentaron sacarla a titutas tenían mucha plata conseguida
punta de piedra. con ese negocio”, y la mayor inversión
8

la hacían comprando casas para


A finales de los años treinta también adecuarlas con suficientes habitaciones,
llegaron otras meretrices a la calle “porque habían casas fantásticas.”
10

Lovaina, entre ellas Paulina Restrepo de


quien las autoridades tenían noticia des- Para el decenio de 1930, las inspec-
de 1928, cuando trabajó en un burdel ciones oficiales a los burdeles no reali-
por los lados de El Edén, junto con otras zaron un control eficaz de la prostitu-
siete mujeres. También apareció Carlo- ción en Medellín. El funcionamiento
ta García quien venía de administrar un clandestino de la casa de citas cedió un
burdel con cantina en el cruce de la ca- amplio protagonismo a la cantina, prin-
lle Barranquilla con Bolívar a principios cipal centro de movimiento de rameras
de los años treinta, y llegó a manejar jóvenes y veteranas, “colegialas” y
una casa de citas en Lovaina enseguida meretrices de burdeles cercanos. Allí
de la fosforería. Por ese estilo muchas podían bailar y beber libremente, durante
otras mujeres fueron llenando de toda la noche y en las primeras horas
bombillos rojos la calle Lovaina hasta el de la madrugada. Tan estratégica ubi-
cruce con la carrera Venezuela. Desde cación ayuda a entender por qué las
allí tomaron dirección al sur por esa mis- casas de prostitución siguieron la diná-
ma carrera y por Palacé, hasta conec- mica de poblamiento en zonas alejadas
tar con “la vida alegre” de la calle Lima. del centro urbano, área de los nuevos
No sería raro que se tratara de mujeres graneros y cantinas, donde las meseras
expulsadas de la carrera Bolívar por la ejercían una fuerte atracción y comple-
acción de la campaña moralizadora mentaban sus bajos salarios atendiendo
emprendida en el semanario El Obrero clientes en las habitaciones del negocio.
Católico. Lo cierto es que las recién El periodista Octavio Vásquez comen-
9

llegadas montaron sus negocios en lo- ta que para finales del año 1933, no ca-
tes desocupados y en casas que habían bían más casas de putería en los costa-
pertenecido a familias decentes, pues dos oriental y sur del cementerio de “los

Entrevista a William Gómez, octubre 5 de 2003.


10
Entrevista a Ignacio Márquez, octubre 3 de 2003.
8

Octavio Vásquez Uribe, Ayer y hoy Guayaquil


11
El Obrero Católico, Medellín, marzo 12 de 1938,
9

p. 1; marzo 26 de 1938, p. 1; agosto 5 de 1939, p. por dentro, Medellín, Concejo de Medellín, 1994,
8. p. 115.

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176 Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de Medellín, 1925–1945

ricos”, los cuales catalogaba de “gusto la periferia norte de Medellín que no


refinado” en atención, seguridad, “cali- pagaban más de 3 pesos mensuales de
dad” y “elegancia de las chicas”. impuesto al estanco de licores. La apa-
11

rición de estos negocios coincidió con


Una época dorada para el la lenta y mediocre ejecución de obras
surgimiento de cantinas municipales para la dotación de luz, agua
y alcantarillado en el sector, por lo cual
A la zona que cubre el cementerio el panorama de fiesta no era del todo
de San Pedro, se le puede tildar como alentador, pues los morros de materia-
propia de una tradicional “vocación po- les, tierra y piedras obstruían las calles
pulachera”, pues desde mediados del y desviaban los zanjones de desagüe,
siglo XIX proliferaron por allí cantinas, provocando inundaciones.
alambiques y los baños públicos de El
Llano, El Edén y El Bermejal. Luego, la El barrio Pérez Triana merece es-
inauguración del Bosque de la Indepen- pecial atención en esa etapa de transi-
dencia (1913) y el surgimiento de nue- ción de la década del veinte (1926–
vas cantinas y tiendas mixtas por la ca- 1933), durante la cual se activó el im-
rrera Bolívar, prepararon el escenario puesto de renta departamental para 77
para la vida alegre que se extendería a cantinas. Tres calles se perfilaron como
la calle Lovaina a finales de los años ejes de estos negocios: Manizales, Lima
veinte. y Lovaina. En esta última que marcaba
12

el límite norte del barrio, se inauguraron


En las actas del Concejo Municipal por lo menos 20 cantinas en sólo dos
sesionadas entre 1926 y 1934, se pue- cuadras, cerca a los cruceros con las
den encontrar licencias otorgadas a can- carreras Bolívar, Pasto y Palacé. Pero
tinas y expendios de licor en la calle el registro más importante de apertura
Lovaina, con franquicias en la restric- de cantinas se produce entre 1926 y
ción horaria cobrando un impuesto de 1928. En este lapso de tiempo, el Con-
renta más elevado. En ese período sur- cejo de Medellín clasificó el cobro de
gieron cerca de doscientas cantinas en impuesto para un centenar de expendios
de licor, los cuales se irían abriendo desde
el barrio El Llano hasta la colina de
Bermejal.
13

Constantine Alexandre Payne, “Crecimiento y


12

cambio social en Medellín 1900–1930”, en: La fecha exacta de llegada de las


Estudios Sociales, Traducción de Patricia Londoño,
prostitutas a la calle Lovaina no puede
Medellín, FAES, vol. I, No. 1, septiembre de 1986,
pp. 110–194. Señala la relevancia de las prostitutas ser precisada, pero es claro que desde
en el proceso de modernización de Medellín, porque
a medida que la ciudad crecía aumentaban los índices
de homosexualidad y relaciones extraconyugales,
Incluyendo los barrios: Prado con 7 cantinas,
13
para lo cual los prostíbulos ofrecieron una
alternativa al ambiente rígido y puritano del Pérez Triana con 33, Manrique con 16, y Campo
Medellín de la época. Valdés con 14 negocios.

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Carlos Andrés Orozco Guarín 177

1926 ya se registraba cierto ambiente


libertino en el sector, propiciado por el
Café Regina. En junio de 1926, el Con-
cejo de Medellín clasificó este primer
establecimiento de la calle Lovaina ca-
talogado como “cantina”, el cual abrió
sus puertas en toda la esquina con Bolí-
var, justo en el primer piso de la fosforería
El Sol. Dos años después cuando con-
gregaba una asidua clientela, además de
las apuestas de cartas, el dueño, Ricar-
do Montoya, instaló una mesa de billar
pagando 25 pesos de impuesto para que
los varones jugaran y bebieran. Pronto
se convirtió en sitio de reunión para con-
versar de mujeres, especialmente de
aquellas que pasaban cerca del café.
Obtuvo tan buenos resultados que en
1929 y 1930 los colegas Germán Vélez
y Alejandro Restrepo trasladaron me-
sas de billar a otras cantinas de
Lovaina.
14

El barrio Pérez Triana careció du-


rante varios años de una iglesia propia
y de escuelas suficientes, por consi- Foto 4. Café Regina, fundado a principios de la
década de 1920 en la esquina de Bolívar con la calle
guiente fue proclive al expendio de lico- Lovaina.
res en todas sus tiendas. El cementerio Denunciado por El Obrero Católico del 12 de marzo
de San Pedro no restringió la ocupación de 1938.
de predios circundantes, al contrario, la
desvalorización de lotes atrajo gente de
diversa índole. Además, las industrias nante. Por allí hicieron su aparición per-
cercanas no agrupaban numerosos em- sonajes provenientes de otros sectores
pleados, razones estas suficientes para sociales y de otros ámbitos laborales,
entender que la presencia habitacional cada vez que se hacía indispensable un
del obrero en el barrio no fue predomi- espacio de acción libre, distante al con-
trolado Medellín.
A partir de 1932 el Concejo de
Medellín aprobó la venta de licor en
14 AHM, Fondo Concejo Municipal, Serie Actas,
Tomos 432, 442 (2 vols.), 410, 447, 345–351, burdeles de la calle Lima con Bolívar.
354–363. Aunque son casos distantes y poco re-

HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NOVIEMBRE 2007, PP. 165–189
178 Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de Medellín, 1925–1945

presentativos en cifras, expresan el ini- conoció como mujeres de vida alegre,


cio de una modalidad que va imperar, airada, fácil, licenciosa, o simplemente
los negocios administrados por mujeres, “de la otra vida”.
donde se podía vender trago pagando el
impuesto de un peso mensual. Entre Las riñas de cantina o de burdel fue-
enero de 1932 y septiembre de 1933 se ron pan diario de la prensa durante los
clasificó la renta de aproximadamente años treinta, cada edición de El Heral-
25 cantinas en la carrera Bolívar entre do de Antioquia por ejemplo, publicó
las calles Manizales y Daniel Botero. mínimo tres noticias que involucraban
mujeres arrabaleras de Guayaquil y
En este tramo podemos destacar diez
Quebrada Arriba propinando ataques o
negocios catalogados como “cantinas”,
que resultaban heridas en retaliaciones
al mando de meretrices. Ello se dedu-
y peleas con navaja y barbera. Por su
ce, al comprobar que ocho de las due-
parte, las prostitutas de la carrera Bolí-
ñas habían sido reconocidas por los ins-
var cerca al cementerio, tuvieron una
pectores de la Ingeniería Municipal
figuración más esporádica en esos asun-
como “mujeres públicas”, cuyos burde-
tos criminales, aunque estuvieron ex-
les supervisaron a finales de los años
puestas a algunos hurtos, suicidios y
veinte.
fraudes típicos en la ciudad de enton-
La repercusión social más fuerte de ces. Pero en realidad sufrieron por sus
las cantinas la determinó el número de casas cuando se inundaban y no tarda-
riñas y homicidios que allí se presenta- ban en desmoronarse. Un análisis de las
ron. Las prostitutas de la carrera Bolí- pocas peleas encontradas en Lovaina,
var comenzaron a figurar en las notas reveló un tipo de prostituta diferente a
periodísticas sobre “casos de sangre”. las demás congéneres de Medellín, con
Algunos reporteros de El Heraldo de menos predisposición a la violencia, pues
Antioquia y otros periódicos de la épo- no andaban armadas de barbera, puña-
ca se especializaron en recrear esce- les y cuchillos, como se reportaba en
nas trágicas de cantina. Los detectives las grescas de otras zonas. Al parecer
y el secretario de la inspección acudían su accionar era producto de una incita-
al lugar de los hechos para interrogar a ción o en defensa personal, para lo cual
los testigos. Luego de recopilar por lo se valían de una piedra, una botella o
menos tres versiones, el periodista re- una varilla, lo que si sobraban era insul-
dactaba su historia. Los testimonios re- tos y escándalos, propios de un carác-
copilados por ellos permiten identificar ter templado.
diversos detalles del negocio, por ejem- En una revisión minuciosa del perió-
plo, que algunas mujeres trabajaban de dico El Heraldo de Antioquia, logré
planta, mientras otras vivían en burde- identificar 35 riñas acaecidas entre 1930
les vecinos, siendo asiduas visitantes a y 1938, en 19 establecimientos de can-
la cantina en cuestión, donde conseguían tina, ubicados en la carrera Bolívar, en-
sus clientes. Por eso en la prensa se les tre las calles Manizales y Daniel Botero.

HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NOVIEMBRE 2007, PP. 165–189
Carlos Andrés Orozco Guarín 179

Pude reconocer los nombres de siete el vestido azul eléctrico de su con-


negocios: Café Latino, Cantina de traria y hacerle un roto desde el
Eduardo Betancur, Café Regina, Café hombro hasta el tobillo, al vesti-
El Candado de Luces, Nido de Adas, El do. Fueron conminadas unas con
otras en la permanencia. Una sola
Bremen y El Precio de un Beso de
estaba rasguñada en una ceja, lo
Eduardo Lema Escobar. La mitad de los demás fueron gritos. El policía las
casos, o sea 17 riñas, involucraron sólo mencionó en el parte como “de
varones; en otros nueve participaron vida licenciada”.
15

“mujeres de vida alegre”. En menor pro-


porción sucedieron agresiones entre los Parece pues, que las mujeres de vida
sexos: en cinco casos hubo mujeres que licenciosa del sector, eran diferentes a
atentaron contra hombres, y sólo en tres otras arrabaleras de la ciudad. Luego
ocasiones fueron éstos los que arreme- de revisar un número elevado de cróni-
tieron contra las mujeres. Este tipo de cas rojas del Medellín de los años trein-
noticias se volvió tan común en la pren- tas, surgió la pregunta de ¿por qué el
sa, que muchas veces la información no mencionado caso ocurrido en Lovaina
pasaba de cinco líneas para registrar un no terminó en un crimen como sucedía
número mayor de hechos, pues se dio en las otras cantinas y zonas de tole-
el caso de periódicos que registraban rancia de la ciudad? En dicha acción se
hasta veinte “sucesos de sangre” en un registraron agresiones verbales y las
mismo día. Los más interesantes fue- únicas armas resultaron de las botellas
ron aquellos que dieron una explicación y vasos quebrados. Sólo una mujer su-
detallada de los móviles de la tragedia y frió un pequeño rasguño, pero no esca-
la relación de los implicados. pó a la humillación por lo ocurrido a su
vestido. En suma, podríamos decir que
A pesar del relajamiento y la belico- en Lovaina se interiorizaron códigos de
sidad que imperaban en la zona norte conducta que alejaba a las prostitutas
de Medellín en el año de 1936, en la calle de ser criminales y ladronas. Según
Lovaina sólo se reportaron dos hechos Octavio Vásquez, las dueñas de casas
violentos ocurridos en cantinas. El pri- de diversión no eran incultas o escan-
mero se conoció el 7 de junio en una dalosas, por el contrario se caracteriza-
nota de la última página de El Heraldo ban por su amabilidad y prudencia en el
de Antioquia, titulada “Trafalgar”, tratamiento a su clientela. En este sen-
En una cantina de Lovaina se re-
tido, el periodista destaca la popularidad
unieron once beldades a disputar alcanzada por “La Mona Plato”, Pola
en agrios tonos por cuestiones de Vanegas, “La Polla”, Matilde, “La Rum-
poquísima monta. Armaron en la
tienda un verdadero trafalgar con
vasos, botellas, etc., se
palabrearon de lo más duro que 15
El Heraldo de Antioquia, Medellín, domingo 7
pudieron y alguna llegó a agarrar de junio de 1936, p. 8.

HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NOVIEMBRE 2007, PP. 165–189
180 Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de Medellín, 1925–1945

bo”, “La Billú”, “La Pipiola”, Ana Molina en la sección de “casos de sangre”; es
y “La Pintuco”, entre otras cortesanas el caso de El Colombiano, que publicó
de esa primera época del esplendor de el viernes 21 de abril de 1944, una nota
Lovaina. que involucraba putas de un burdel cer-
16

ca del Bosque riñendo por “cuestiones


Los fieros combates a navaja podían sentimentales”. La nota reitera el he-
suceder en cualquier cantina, pero en el cho de que estas mujeres no solían utili-
Café Regina situado en Lovaina, sólo zar armas corto punzantes, pero acos-
pude encontrar un caso en todo el año tumbraban embriagarse, razón por la
de 1936, donde resultó herido un vecino cual despertaban con facilidad senti-
del barrio Aranjuez, quien dijo a las au- mientos de envidia y repulsa hacia las
toridades que había luchado con alguien mismas compañeras, quienes no disimu-
a quien no conocía. Era una bronca ca- laban ser engreídas cuando poseían al-
sual que muchas veces terminaba en gún atributo físico, un amante especial
tragedia, pero en este caso tampoco o cualidades para el baile y para el can-
tuvo desenlaces funestos. De esta
17
to. El esplendor de Lovaina con gran-
forma coincidí con otro planteamiento des casas y mujeres jóvenes dedicadas
del periodista Octavio Vásquez, acerca a sus clientes, quedaba empañado con
de la vida nocturna en el sector que cu- esas alarmantes noticias publicadas en
bría el cementerio de San Pedro, “de- los periódicos. Al iniciar el año de 1945
nominado en su totalidad como la calle se hizo más notorio el ambiente arraba-
71: Lovaina, en cualquier sitio se podía lero de la calle Lovaina donde hacían
estar o pernoctar tranquilamente sin te- presencia menores de 21 años, conoci-
mor a ser agredido o desvalijado. Las dos popularmente como “piernipeludos”.
mismas propietarias de los estableci- El Inspector de Permanencia Noctur-
mientos, vigilantes, cuidaban a sus clien- na, don Joaquín Osorio Olano, visitó la
tes en previsión de posibles atenta- mencionada calle en varias ocasiones
dos.”
18
para controlar algunas “trifulcas” cata-
Las broncas en los burdeles de logadas de “gigantescas” y “fenomena-
Lovaina y El Bosque eran relativamen- les” por los periodistas. El Correo pu-
te esporádicas, pero cuando ocurría al- blicó tres noticias en el mes de enero,
guna pelea entre dos prostitutas de esta que vinculaban en los móviles otra vez
zona, era desplegada como noticia alar- “asuntos de mujeres” y “cuestiones de
mante en las páginas de los periódicos, celos”.

El apogeo de Lovaina como


“zona de lenocinio” en la
Octavio Vásquez Uribe, Op. cit., p. 116. década de 1940
16

El Heraldo de Antioquia, Medellín, miércoles


17

11 de noviembre de 1936, p. 8. La popularidad de Lovaina reluce


Octavio Vásquez Uribe, Op. cit., p. 116. con mayor intensidad en los periódicos
18

HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NOVIEMBRE 2007, PP. 165–189
Carlos Andrés Orozco Guarín 181

locales de los años cuarenta y en la se ejercía el comercio sexual. Otros fac-


memoria de prostitutas y clientes, quie- tores como la edad y el estrato social,
nes hoy tienen edades entre los setenta también influían en el éxito de su oficio y
y los ochenta años. A través de la fuen- algunas alcanzaron objetivos compara-
te oral, se puede seguir los pasos de bles al de las cortesanas francesas del
varias prostitutas de Lovaina, averiguan- siglo XVI, pues se casaron con políticos,
do específicamente por su procedencia empresarios y profesionales que según
y trasegar, obtuve otros datos acerca del testigos las “sacaron a vivir juiciosas”.
19

éxito alcanzado, de sus amantes y clien-


tes, de la relación con los vecinos, de La gradación de buen estilo que fue
las costumbres dentro y fuera del bur- adquiriendo Lovaina respecto a otras
del, de la familia, entre otros asuntos que zonas de prostitución como Guayaquil,
permitieron dimensionar la vida cotidia- Las Camelias y Quebrada Arriba, obe-
na del barrio, cuando la prostitución, li- deció en gran parte a una dotación de
gada a prácticas culturales, constituía un mujeres bonitas y al tipo de entrena-
escenario de libertad y diversión, esca- miento que recibían, por parte de unas
so en el Medellín de la primera mitad meretrices añejas y experimentadas,
del siglo XX. cuyos amigos eran importantes en la
ciudad de 1930. Los testimonios de
20

Para la época, era vox populi en la las viejas prostitutas confirman ese su-
ciudad que muchos políticos, industria- puesto toque “aristocrático” que tenían
les e intelectuales tenían amantes en para tratar a sus clientes y amantes.
burdeles exclusivos de El Edén y Para el negocio se dispuso un amplio
Lovaina. Aquí se repite el caso de algu- sistema de proxenetismo, el cual era
nas ciudades europeas, donde la prosti- entendido como una organización, un
tución dinamizó su función social en la círculo vicioso, una cadena de hombres
medida que llegaron nuevos clientes a
los centros urbanos, los cuales suscita-
ban una mayor demanda de relación Como los nombres de las prostitutas podían ser
19

borrados del Registro Oficial, no había problema si


sexual preconyugal y disparaban el nú- una mujer decidía enderezar el camino aceptando
mero de burdeles públicos. En Medellín una propuesta matrimonial. El gobierno nacional
también surgió la “casa de citas” como consintió este fenómeno desde 1942 como una
respuesta a la necesidad de un lugar dis- alternativa de regeneración en las mujeres perdidas.
Algunas mujeres se adaptaron de lleno al oficio
creto, que permitiera seducir mujeres no
20

de la prostitución y su retiro de la práctica obedecía


necesariamente inscritas en los regis- más a una rápida profesionalización, cuando
tros oficiales como prostitutas. Este asumían el mando de una casa de citas, circunstancia
modelo se desarrollaría muy bien en las que permitía un bienestar económico autónomo.
Estas veteranas vivían en las calles Lima, El
florecientes casas de citas de Lovaina Fundungo y Daniel Botero. Son los casos de Eva
de los años cuarenta, donde la tipología Arango, Rosa Urdaneta y Honoria Osorio,
de las putas se pudo relacionar con la meretrices especializadas en cultivar amantes
jóvenes para los ricos de la ciudad, en cuyos burdeles
forma, frecuencia y motivo por el cual existían normas de conducta.

HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NOVIEMBRE 2007, PP. 165–189
182 Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de Medellín, 1925–1945

y mujeres conocedores del negocio ve- 1920, y prolongaron la costumbre de vi-


nal, dispersos en pueblos, terminales y sitar las casas de citas en los años trein-
barrios de las ciudades, a la espera de ta. Tal vez por ello ablandaron la pre-
posibles víctimas para ponerlas a traba- sión y el ordenamiento necesario con-
jar en la prostitución. tra la proliferación de cortesanas en la
ciudad durante el decenio de 1940.
En plena época de reactivación in-
dustrial antioqueña, el sector de Lovaina Los burdeles de la calle Lovaina en
comenzó a figurar con las mejores ca- un principio atendieron con la puerta
sas de citas, definidas en el libro de cerrada, y las “colegialas” no salían a
Humberto Tamayo como “burdeles para despedir a sus amigos en levantadora o
empresarios”, es decir, “verdaderas ca- mal cubiertas. Muchas se decidieron por
sas de cita previa, para ricos, políticos y la reserva de admisión y sistemas de
hombres de negocios.” Algunas casas concertación de citas, incluso prefirie-
agrupaban “cinco, diez y hasta cincuen- ron no admitir hombres pobres, sino
ta mujeres de belleza extraordinaria, traí- aquellos que venían en sus carros, los
das desde Cali, Pereira y pueblos de cuales podían pagar el trago a precios
Antioquia, las mujeres venían y a los más elevados que los establecidos ofi-
pocos días se perdían como por arte de cialmente. Lo cierto es que el número
magia”. Los clientes que lograban de visitantes no permitía una discreción
21

identificar categorías entre los burdeles, efectiva, y por eso, recuerdos como las
podían predecir el grado de garantía filas de autos en la calle y los hombres
sanitaria ofrecido en cada negocio, pues que salían y entraban constantemente
la transmisión de enfermedades vené- de algunas casas, fueron situaciones que
reas era una realidad de todas las zonas en la mente de muchos niños y jóvenes
de tolerancia. El público detectaba las de los años treinta, perpetuaron el es-
22

casas más lujosas por la fila de seis u plendor de la prostitución en Lovaina.


ocho carros, pues había pocos en la ciu- Las pupilas o “colegialas” de burdel eran
dad y pertenecían a funcionarios de alto jovencitas con edades entre los 13 y los
rango. Muchos de estos personajes se 21 años, que por su servicio de tiempo
habían iniciado con damiselas hacia completo en las casas de citas eran con-
sideradas “profesionales”, e incluso, sus
cualidades físicas llegaron a sugerir ca-
21
Humberto Tamayo, Tras las huellas del abuelo: tegorías para los prostíbulos, pues esta-
Historia de Antioquia, Medellín, Instituto para el ban educadas para corresponder a los
desarrollo de Antioquia (IDEA), 1999, p. 116. buenos tratos de un cliente culto. Algu-
El riesgo también se corría en Lovaina, pero nas eran ilustradas, sentían afinidad con
22

sobretodo en las “casas de putas de tres estrellas”,


donde se podía contraer una infección, y eso porque
la poesía e incluso llegaban a enamo-
las dueñas de negocio preferían ocultar las niñas rarse de sus clientes. Recitando poemas
menores de 17 años que reclutaban en su burdel, a de Neruda, el joven Hildebrando de 18
los higienistas, algo que iba en contra de lo ordenado
años, cautivó el corazón de muchas
por la ley.

HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NOVIEMBRE 2007, PP. 165–189
Carlos Andrés Orozco Guarín 183

damiselas de Lovaina, mientras el rector trar en muchas autobiografías de per-


del Liceo Antioqueño, Uribe Escobar, lo sonajes destacados en esas áreas, pin-
consideraba “perdido moralmente”. celadas de escenas de burdel o expe-
23

riencias con una puta de Lovaina en al-


A lo largo de la década de 1940 la guna etapa de la vida.
imagen del burdel entra en una etapa
de protagonismo publicitario, la repre- El ambiente de la zona en 1940 fue
sentación de “escenas de alcohol, descrito en gran cantidad de detalles en
cortinajes, cansancio y amanecer” apa- la obra autobiográfica de uno de los an-
recen “por primera vez en la pintura tiguos habitantes del barrio San Pedro,
colombiana” gracias al pincel de Débora el escritor Mario Arrubla, quien logró
Arango, quien se interesó en recrear calcar la realidad social de Lovaina por
“formar inéditas para el arte”, partien- allá en los años cuarenta, en su novela
do de la observación de fenómenos pe- titulada La Infancia legendaria de
culiares de la vida urbana de Medellín, Ramiro Cruz. Arrubla logra descifrar a
especialmente aquellos en que salían través de sus episodios de infancia, el
peor libradas las mujeres, como la vio- tipo de habitaciones que cualquier pa-
lencia y la prostitución en bares y bur- rroquiano podría toparse si se desplaza-
deles. De estos lugares esbozó una ra habitualmente por las calles del ba-
mezcla de sordidez, marginamiento y rrio San Pedro o Pérez Triana en los
pasión, tal es el caso de las obras Ama- años cuarenta: “la casa de familia, la del
necer (1939) y Trata de blancas tendero, la de la modista, la de la frute-
(1940). Fabio Botero en su historia de ra, la del comerciante, la del obrero, la
24

Medellín señaló el lapso de 1940 a 1945, del artesano, la de la hotelera, la de in-


como inaugural de una generación nue- quilinato y la de las rameras”. Con
26

va en la ciudad, sobretodo en los cam- mirada madura de economista, Arrubla


pos de la literatura, el arte, el periodis- logró establecer las relaciones comer-
mo y la poesía. Así podemos encon- ciales que por muchos años existieron
25

En la novela autobiográfica Hildebrando


23

también se destaca a un profesor del Liceo, de libre “fumadores, bebedores y mujeriegos.” Jorge Franco
pensamiento e inclinación humanista, quien develó Vélez, Hildebrando, Medellín, Universidad de
en las generaciones de estudiantes de 1930 y 1940 Antioquia, 3ª edición, 1996, pp. 74, 87.
la “vida alegre” de Lovaina. Se trataba de Bernardo
Veáse: Santiago Londoño Vélez, “Débora
24

Arbeláez, un maestro que solía trasladar sus clases


Arango, la acuarela como arma”, en: Revista
desde las aulas del Liceo Antioqueño hasta las
Universidad de Antioquia, vol. 63, No. 238,
cantinas y burdeles de Lovaina, pues consideraba
Medellín, octubre – diciembre de 1994, pp. 25–31.
sano que sus alumnos bebieran y gustaran de las
Fabio Botero, Cien años de la vida de Medellín,
25
mujeres bellas. Mientras las directivas del Liceo
programaban conferencias educativas sobre 1890–1990, Medellín, Universidad de Antioquia,
alcoholismo, masturbación, enfermedades venéreas 1994, p. 380.
y abuso del cigarrillo, los estudiantes terminaron Mario Arrubla, La infancia legendaria de
26

adaptándose a las costumbres de algunos docentes Ramiro Cruz, La Carreta, 1975, p. 75.

HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NOVIEMBRE 2007, PP. 165–189
184 Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de Medellín, 1925–1945

entre algunas casas de familia y los vó mujeres de barrios populares y de


lenocinios de la calle Lovaina –la cual otras zonas de prostitución. Muchas
en su novela camufla con el nombre de estuvieron atentas a los comentarios
“calle del Centauro”–. Este análisis le sobre lujosas casas de lenocinio admi-
permitió destacar cuadras en la que ha- nistradas por meretrices dadivosas, ve-
bitaban hasta tres tipos de familias, en cinas al cementerio de San Pedro. En
las cuales el ambiente cambiaba gra- 1941 Blanca Beltrán Balbín de sólo 17
dualmente del encierro, el silencio y la años de edad, se trasladó a la calle
oscuridad, a la vida pública de puertas Lovaina impulsada por las recomenda-
abiertas e iluminación carnavalesca. En ciones de otras prostitutas de la Esta-
suma alude a unas casas más libertinas ción Villa. Esta hermosa muchacha ha-
que otras en relación a la cercanía y el bía estudiado hasta quinto elemental
tipo de servicios que intercambiaba con cuando ingresó a la casa de citas de
la calle Lovaina, la cual figuraba como Carlota García, situada en Lovaina en-
el eje principal de las casas de lenoci- tre las carreras Bolívar y Pasto, allí re-
nio. cibió el calificativo de “colegiala” como
las demás integrantes del burdel meno-
“La Uva” y “la Cacao”, dos res de 23 años. Blanca recuerda esta
mujeres memorables época como el inicio de “una vida muy
linda, muy hermosa” y, orgullosa, reafir-
En 1930 los fenómenos de campesi-
ma que Lovaina “era un barrio de mu-
nas inmigrantes enfiladas en fábricas y
jeres de la piti–jai”. Blanca se posicionó
27

servicio doméstico, permitieron


como una mujercita muy cotizada, con
acercamientos a los casos de jovenci-
amigos de alto reconocimiento público
tas que se dejaban influenciar por los
como don Pablo Tobón Uribe, recorda-
cambios de la ciudad. Las más expues-
do en las historias de Medellín como un
tas a la prostitución comenzaron a dar
“solterón que hacía bellos obsequios a
visos de atrevimiento en mensajes ro-
las damas que le simpatizaban”. Pa-
28

mánticos a finales de los años veinte,


blo Tobón cortejó a Blanca y antes de
también asimilaron modas extranjeras y
morir le prometió una casa elegante,
actitudes que pronto se hicieron visibles
pero no le alcanzó el tiempo, y en la ciu-
en arrebatos públicos, como las fugas
dad se perpetuó la memoria de don Pa-
de jovencitas entre los 14 y los 17 años
blo por otros regalos magníficos a la
de edad, con sus novios o pretendien-
catedral de Villanueva y por la dona-
tes. Una situación a la que muchas ve-
ción para el teatro que lleva su nombre.
ces siguió el problema del desfloramiento
de la muchachita y el delito debía pa-
garse con la unión nupcial. Entrevista a Blanca Beltrán Balbín, noviembre
27

27 de 2003.
La resonancia que adquirió el nom- Fabio Botero, Cien años de la vida de Medellín,
28

bre Lovaina en la ciudad, durante la se- 1890–1990, Universidad de Antioquia, Medellín,


gunda mitad del decenio de 1930, cauti- 1994, p. 419.

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En 1943, La Beltrán comenzó a tras- su experiencia enriqueciendo la fama de


nochar en casa de Paulina Restrepo Lovaina en la ciudad, por la buena aten-
donde sería conocida con el apodo de ción que les habían brindado.
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“la Uva”, por ser tan apetecida entre


los clientes. La cautivadora damisela
había entrado a la calle Lovaina por la
puerta grande. En las casas de Carlota
García y Paulina Restrepo conoció com-
pañeras elegantes de vestidos largos
“muy morales”, y de especiales atribu-
tos físicos, que bien merecieron su pro-
pio calificativo de “putas aristocráticas”.
Según su testimonio, las dueñas de ne-
gocio eran las que inducían a las cole-
gialas a cambiarse de burdel, todo esta- Foto 5. “Mujeres de la vida alegre” en bicicleta por
ba en averiguar en donde se pagaba la carrera Palacé, antes del cruce con la calle
mejor el diario y sí la chica era bonita Lovaina, decenio de 1950. Tomada de: Archivo
Personal de Nelly Mejía.
terminaba en la casa más elegante de
la cuadra o de la carrera Palacé. La
competencia entre las dueñas de nego- En 1944 llegó Rosana Jaramillo pro-
cio, se limitaba a mantener la casa me- veniente de Yarumal, donde dejó a su
jor arreglada. Promediando el decenio hija de algunos meses de nacida. A los
de 1940, Blanca recibía un diario de 20 13 años de edad partió de su pueblo pre-
centavos, aparte del porcentaje obteni- sionada por la necesidad económica y
do en las “pistolas”, es decir, con los tra- aconsejada por una amiga que ya había
gos de brandy, menta o ginebra a que la rondado por Lovaina en Medellín. En-
invitaban los clientes. Estos visitantes, tre sus breves testimonios Rosana afir-
la primera vez llegaban con amigos que mó que al pisar la calle Lovaina por pri-
ya conocían la movida y una vez pre- mera vez, quedó sorprendida con la can-
sentados ante la dueña podían asistir tidad de foquitos rojos y casas con or-
solos cuantas veces quisieran, pues en questas que se extendían desde la ca-
el burdel podían encontrar una variedad rrera Bolívar en dirección oriental has-
de mujeres que se preocupaban por su ta la carrera Venezuela. Lovaina co-
buena estadía, en esa parte comenza- menzaba a figurar como una zona “ca-
ban las atenciones de “la Uva”, “¡Mi liente” según sus palabras, por la canti-
amor lindo! ¿Cómo está? Vea cuanto dad de mujeres y visitantes bailando en
gusto, camine ¿quién lo trajo?”. Los
hombres decían al entrar dirigiéndose a
las muchachas que estaban haciendo
salón ¡Buenas tardes! ¡Buenas noches! 29
Entrevista a Blanca Beltrán Balbín, noviembre
Y una vez salían del burdel pregonaban 27 de 2003.

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186 Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de Medellín, 1925–1945

los bares, cafés y casas de citas. La jeres en unos cuantos días era tal, que
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incauta Rosana buscó por recomenda- modificaban convicciones morales y


ción la casa de Teresa, situada muy cer- percepción del futuro, pasando a un pla-
ca de la fosforería, arriba de Lovaina no sumamente materialista y de interés
con Bolívar. Al tocar la puerta, Rosana por el lujo.
recuerda que le abrió la misma Teresa,
una vieja gorda que la trató muy bien, El público asistente a Lovaina sabía
casi sin ocultar la fascinación por su que las mujeres trasnochaban porque las
apariencia demasiado joven. Instalada habían perjudicado sin acceder al ma-
en un cuarto, sólo tuvo que esperar una trimonio, simplemente habían escapado
semana para recaudar el dinero y re- a la ciudad y llegaron a Lovaina con su
gresar a Yarumal por su hija Fany. La deshonra para integrarse a una casa de
joven madre comenzó una vida de “co- mujeres, cuyas condiciones sociales sólo
legiala” en la calle Lovaina. A los ocho las diferenciaba por el pueblo de proce-
días ya había cogido el ritmo y vislum- dencia. Cuando Rosana Jaramillo llegó
bró un futuro mejor para su hija aho- con su niña de brazos a la casa de Te-
rrando el producto de sus trasnochadas. resa, esta vieja meretriz no dudó en
El éxito que podían alcanzar estas mu- adecuarle un cuarto amplio para que

Foto 6 y 7. Rosana Jaramillo “La Cacao”, a la izquierda en alcoba de uno de los burdeles de Lovaina donde
comenzó a trasnochar bajo la categoría de “colegiala”, retratada hacia 1948; a la derecha en habitación
de un lupanar de categoría situado en la carrera Palacé, fotografiada hacia 1950. Se observa el lujo en la
decoración de la pieza y la cama de madera fina. Ella luce reloj, anillo aretes y un peinado a la moda. En
una combinación de arte y sensualidad “La Cacao” trata de imitar la postura del canino de porcelana
ubicado sobre el nochero. En la pared cuelgan varias fotos entre las cuales se identifica parte del rostro de
Daniel Santos, pues las muchachas conservaban en las habitaciones de lenocinio la imagen de su ídolo.
Tomadas de: Archivo Personal de Rosana Jaramillo (APRJ).

Entrevista a Rosana Jaramillo, mayo 3 de 2004.


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pudiera vivir allí con su pequeña hija. autoridades sanitarias municipales. En


Claro que este tipo de atenciones sólo los años siguientes pagó a varias fami-
se dispensaban a jovencitas bellas como lias para que se encargaran del sano
Rosana. Ella a los 13 años de edad ya crecimiento de su hija, a la que siguió
había dado a luz y empezó a trabajar en sosteniendo bajo el total amparo econó-
un burdel de Lovaina para pagar el mico derivado de la prostitución. Así
arriendo, la comida y el lavado de ropa. estudió y pudo acceder al matrimonio,
En la casa de Teresa atendían también pero sin desconocer la profesión de su
otras dos pupilas bien educadas cuyas madre, pues desde muy pequeña re-
edades oscilaban entre los 15 y 20 años. cuerda a las muchachas arregladas con
Ambas, un poco mayores que Rosana, mucho maquillaje y se familiarizó con el
la acogieron cariñosamente con su hiji- ambiente de fiesta de la zona, pero su
ta Fany. madre siempre veló porque no le falta-
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ra nada mientras ella ascendía en el es-


La resolución nacional 282 de 1942, calafón de lupanares de Lovaina y de la
de que hablamos atrás, por medio del carrera Palacé. Le fue tan bien que
artículo 17, ordenó que las prostitutas antes de cumplir la mayoría de edad
sólo podían mantener a sus hijas en el Rosana pasó a ser dueña de su propio
burdel hasta que cumpliera los cuatro burdel.
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años de edad. En adelante estaban ex-


puestas a perder su tutela ante el Juez Epílogo
de Menores y a ser condenadas a pa-
gar una multa de 5 a 50 pesos, conver- La prostitución que suele estar ro-
tibles en arresto. En todo caso, según deada de una serie de anomalías y deli-
los testimonios de las mujeres de tos, apenas comenzó a empañar el am-
Lovaina, que sacaron a sus hijas del biente libertino de Lovaina en la segun-
burdel después de cumplir los 4 años, lo da mitad del decenio de 1940, cuando
hicieron más por deseo de que éstas aparecieron otras prácticas prohibidas
salieran adelante, que por temor a las por la sociedad ligadas a la marginalidad,
autoridades, las cuales en últimas esta- como el consumo y la venta de mari-
ban más de su parte que de cualquier huana. En la década del cincuenta esta
otra prostituta de la ciudad. Es muy fac- parte de la ciudad estuvo asociada a di-
tible, que en 1948, cuando Fany cum- ferentes problemas sociales: drogadic-
plió 4 añitos, Rosana hubiera conside- ción exhibicionismo, vulgaridad, vagan-
rado conveniente que se fuera a vivir a cia, bandalismo, enfermedades vené-
una casa de familia. Para entonces reas, homosexualismo, etc. La degra-
Rosana tenía 17 años y, por lo tanto, dación de Lovaina aceleraría su ritmo
debía inscribirse en las planillas de las después del decreto 517 de 1951, en un

Entrevista a Fany Jaramillo, noviembre 3 de


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Entrevista a Rosana Jaramillo, mayo 3 de 2004. 2003.


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188 Inicios de la vida alegre en la calle Lovaina de Medellín, 1925–1945

Foto 8. Fotografía aérea del Cementerio de San Pedro y zona aledaña en 1954.
Tomada de: Colección de Gabriel Carvajal en el Archivo Fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto.

año de por sí difícil por los efectos de la madres, otras se fueron a viajar por otras
violencia bipartidista. Los detectives del ciudades de Colombia y los países veci-
SIC se encargaron de asolar la calle de nos como Panamá, Venezuela y Méxi-
Lovaina y la carrera Palacé. Fue así co. Una buena cantidad de mujeres se
como muchos forasteros y también los salieron a vivir con sus amantes e inclu-
mismos habitantes del barrio termina- so formaron un hogar. Esas colegialas
ron pagando cortas condenas en la cár- de la vieja época se sorprendieron con la
cel La Ladera. actitud degenerada de las “putas moder-
nas”, quienes deterioraron la buena edu-
Así, Lovaina conservó su peculiari- cación y el trato digno a los clientes, con
dad como lugar alternativo para el des- su exhibicionismo y su atrevimiento.
enfreno, pero la tradición de reserva y
amabilidad no cobró su antiguo brillo. Así, La monografía se puede consultar en
al cerrar los años cincuenta comenza- la biblioteca central y en el centro de
ron las manifestaciones de los bikinis y documentación de la Facultad de Cien-
la “teta boliada”, mientras las colegia- cias y Sociales y Humanas de la Uni-
las de la vieja época asumieron el rol de versidad de Antioquia, y en el Archivo

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Histórico de Medellín. Para quines de- narran anécdotas ocurridas en las ca-
sean ampliar el panorama del barrio, el lles, cantinas y burdeles, esclareciendo
libro adjunta una lista detallada de los así, los extraños vínculos entre familias
personajes que pasaron por la zona de decentes, hampones, prostitutas, borra-
prostitución de Lovaina, especialmente chos, mariguaneros, policías, etc., los
entre 1940 y 1950. La muestra permite cuales hacían parte de ese extraordina-
destacar el tipo de figuras femeninas, rio universo social que encerraba la zona
masculinas y homosexuales que com- conocida como Lovaina a mediados del
ponían la zona de arrabal, a través de siglo XX.
un esquema prosopográfico donde se

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