Sei sulla pagina 1di 1

El problema pastoral del dualismo cuerpo alma

Durante muchos siglos, el cristianismo ha adoptado la idea platónica al definir al ser humano
como un compuesto de cuerpo y alma, substancias completas y enfrentadas entre sí. En este
dualismo el cuerpo es mortal y corruptible y el alma es sustancia inmortal que se encuentra
en lucha constante con el cuerpo. Esta concepción ha provocado en cierto modo, que el ser
humano creyente, demonice y minusvalore todo lo que tiene que ver con la realidad corporal;
y sobrevalore el alma teniéndola como algo indestructible que no muere y que en el momento
de la resurrección final se unirá a Dios, donde vivirá eternamente.
Concebir al ser humano desde esta perspectiva dualista ha llevado a muchos problemas
pastorales y uno de ellos quizá, el más presente en nuestros pueblos creyentes, es el de
relacionar como pecaminoso todo lo que tiene que ver con el cuerpo, como el deseo, el placer,
la sensualidad, etc. Y se han sentido en la necesidad en castigar al cuerpo para tratar de
“dominarlo” pues es lo que se han de comer los gusanos, como mucha gente lo dice.
Podríamos decir que esta concepción ha llevado a creer que Dios no nos ama ni nos salva por
medio de nuestra corporalidad, sino por medio del dominio y anulación de esta realidad.
En lo personal considero que, aunque esta concepción esté tan arraigada en la religiosidad de
nuestro pueblo y no podemos ahora desaparecer el termino cuerpo-alma, si se puede
evolucionar y volver a las raíces bíblicas que tienen una visión integral del ser humano. Para
la antropología bíblica el ser humano no es la suma del cuerpo más el alma. La biblia
entiende al ser humano como una realidad múltiple pero unitaria. Es Nefesh (ansia vivir,
necesita de Dios), es también Basar (un ser limitado), que es Leb (capaz de razonar y de
abrirse a la verdad y es Ruaj (un ser transformado y fortalecido por Dios). El ser humano en
esencia es imagen de Dios.
Este es el camino que debemos recorrer pues somos creación de Dios, un Dios de la vida,
que nos salva desde la unidad que somos, que no condena nada de nuestro ser. No es un Dios
que nos hizo para salvarnos a pedazos sino un Dios que nos ha dado este cuerpo para que le
descubramos y le glorifiquemos.

Ingrid Azucena Pojoy Yocuté

Potrebbero piacerti anche