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Lalo estaba sentado viendo la televisión cuando escucho la voz de su madre:

Mamá: ¿Lalo, ya hiciste todas tus tareas?

Lalo: casi todas. “¡bueno!, todas menos la de matemática.”

Mama: entonces anda a tu pieza y hazla.

Narrador: el niño, obedeciendo se fue a su pieza. Una vez allí ojeo una revista. Después se
entretuvo con un juego que le habían regalado para su cumpleaños. Finalmente se puso a
revisar su álbum de colección de estampillas. Cuando sintió sueño fue al baño, a lavarse las
manos y la cara. También se lavo los dientes, moviendo el cepillo arriba hacia abajo, tal como
le habían enseñado.

Abecés cuando Lalo estaba solo le gustaba hablar en voz alta con el pequeño osito de peluche
que por supuesto jamás le respondía. Al deslizarse entre las sabanas Lalo recordó que no había
hecho la tarea de matemáticas.

Lalo: ¡Dios mío, No he hecho la tarea de matemática! No importa, me he carga las


matemáticas. “¿además quien las necesita? ¡ojalá no existiera las matemáticas!

Narrador: Lalo se acurruco en la cama y mirando fijamente al osito de peluche le pregunto:

Lalo: ¿no te parece que seria maravilloso Mack? ¡no más matemáticas! ¡no mas números! ¡no
más sumas y restas!

Narrador: estiro el brazo que apago la luz de la lampara. Ya estaba durmiendo cuando escucho
una voz profunda que le decía: “tu deseo será concebido”

Lalo: “¡no es cierto! ¡debo estar soñando!

Narrador: Lalo se acomodó de nuevo entre las sabanas y durmió toda la noche cuando a la
mañana siguiente se despertó hizo lo mismo que cada día: se sentó en la cama y miro su reloj
despertador ¡horror! Algo había cambiado: la esfera del reloj estaba en blanco.

Lalo: ¡no puede ser el reloj no tiene numero y tampoco el calendario! ¡oh las paginas del libro
estas numeradas! ¿Qué está pasando aquí?

Narrador: “tu deseo fue concebido”

Lalo: ¿Quién dijo eso?

Narrador: “yo lo dije”

Lalo: ¡no puede ser! Mack tu eres solo un oso de peluche ¿Cómo puedes estar hablando?

Narrador: “es que estas soñando Lalo y en un sueño todo puede pasar “

Lalo: ¡mi deseo se hizo realidad! No hay números en ninguna parte. ¡eso quiere decir que no
hay más matemáticas!

Narrador: tomando a Mack de una oreja corrió hacia la cocina

Mama: “buenos días hijo”, ¿Quieres que te haga algo especial para el desayuno?

LALO: ¡sí. ¡Me gustaría comer ese queque que te queda tan rico!
Mama: ¡perfecto! Pero tienes que ayudarme sólo tenemos que seguir las indicaciones de la
receta. “Necesitamos harina, azúcar, polvos, huevos, leche y mantequilla”

Lalo: ¿Cuánta harina debo echar en la fuente?

Mamá: No lo sé. No hay números que indiquen las cantidades, esto es muy raro, creo que no
podremos hacer el queque hijo.

Lalo: ¡Ya no hay tiempo mamá, pronto llegará el autobús que me lleva al colegio! ¿Cómo sabré
a qué hora llegará el autobús, si el reloj no tiene números? ¡ Oh no, mi autobús se ha ido,
tendré que caminar.

En la escuela

Narrador: Lalo tenía la esperanza de no llegar atrasado a la clase de ciencias. Todo el curso
había sembrado brotes de porotos en pequeños maceteros y cada mañana los medían.

Lalo: Buenos días profesora

Profesora: Buenos días Lalo. Bueno, en nuestra clase de ciencias mediremos nuestros brotes
de porotos. Lalo, por favor ¿puedes traer las reglas?

Lalo: Sí profesora. ¡No puede ser, la regla no tiene números, no podremos medir los brotes!

Profesora: No te preocupes Lalo. Ahora repasaremos matemáticas, por favor María y Lalo
traigan los textos de Matemáticas.

Lalo: Sí profesora. ¡No puede ser!, los textos no tienen números, está todo en blanco.

Profesora: ¡Qué! ¿Pero qué está pasando? Las reglas no tienen números, los textos tampoco. A
ver niños, ya es hora de salir, mañana será otro día, espero que esto se solucione.

Narrador: Cuando las clases terminaron, los niños salen de la escuela.

Susana: ¿Les gustaría tomar un helado?

Lalo: Sí, ¡sí!

Susana: Quiero un helado de frutilla

Lalo: ¡Yo uno de chocolate!

Claudia: Yo prefiero uno de mora

Pablo: Yo también quiero uno de mora

Narrador: Lalo colocó todo su dinero sobre el mostrador de los helados.

Heladero: ¿Tienen dinero suficiente para pagar los helados?

Lalo: No puedo contar mis monedas.

Pablo: ¡Yo tampoco!

Claudia: ¡Oh! Trato de contar y no puedo


Heladero: Lo siento niños, no podré venderles los helados, no recuerdo cuánto vale cada
moneda.

Narrador: Lalo volvió a su casa muy triste

Lalo: ¡Qué día más terrible!

Narrador (osito): Quizás se deba a que hoy ha sido un día sin matemáticas.

Lalo: ¡Eso es absurdo! Las matemáticas no pueden ser tan importantes. ¿Qué diferencia puede
haber?

Narrador (osito): ¿Quieres descubrir la verdad? Hagamos que este día se repita ¡Pero que esta
vez sea con matemáticas!

Narrador: Esta idea le pareció a Lalo una soberana tontería, pero pensó que no perdía nada
con probarlo. Recostado sobre la cama cerró sus ojos, deseó que las matemáticas volvieran y
se durmió. Cuando despertó, despuntaba la luz del nuevo día, otra vez comenzaba la mañana.
Lalo miró al reloj, al calendario y abrió las páginas del libro.

Lalo: ¡Mira, los números han vuelto!

Osito: Este día va a ser mucho mejor

Lalo: No estoy tan seguro

Narrador: Lalo saltó de la cama, tomó como siempre a su peluche y se dirigió a la cocina.

Osito: Traten de hacer el queque de nuevo. Manos a la obra Lalo.

Narrador: Lalo y su mamá consultaron la receta en el libro de cocina.

Lalo: Veamos, medio kilo de harina, dos cucharadas y medias de polvos de hornear, cuatro
huevos “Hornear a 125 grados durante 25 minutos”

Narrador (osito): Asegúrate de que tienes suficiente tiempo antes de que pase el bus.

Narrador: Lalo consultó el reloj de la pared.

Lalo: Son las 7. Eso significa que el queque estará listo a las 7:25. El bus pasa a las 7:45. Tendré
15 minutos para tomar desayuno y 5 minutos para lavarme los dientes.

Narrador: Mientras el queque se horneaba Lalo aprovechó para ir al baño, lavarse y peinarse.
Preparó sus útiles y se puso el uniforme de la escuela. Madre e hijo tomaron un delicioso
desayuno. Lalo corrió a lavarse los dientes, tomó la mochila y se fue al colegio. Una vez en la
escuela, Lalo midió con su regla la altura de los brotes de poroto.

Lalo: Profesora, los brotes alcanzaron ya los diez centímetros.

Profesora: ¡Muy bien Lalo! Eso quiere decir que ya los podremos plantar en el jardín.

Profesora: Muy bien niños, ahora debemos repasar matemáticas. Lalo, por favor trae los textos
de matemáticas.

Lalo: Sí profesora. ¡OH! Ahora podremos ver nuestros textos, ¡Ahora tienen los números!

Pablo: Sí es verdad, ¡Que entretenido! Ayer nos aburrimos mucho, porque no pudimos sumar
ni restar, ni sacar cuentas.
Claudia: Sí, y cuando salimos tampoco pudimos tomarnos nuestros ricos helados.

Lalo: Pero ahora podemos, hasta mañana profesora.

Profesora: Hasta mañana niños

Narrador: Al terminar y salir del colegio: Susana, Claudia, Pablo y Lalo pasaron por la heladería.

Heladero: ¿Tienen suficiente dinero para comprar helado?

Lalo: Tengo 5 monedas de 100, una de 50 y dos de 10, lo que suma 570 pesos en total.

Susano: yo tengo 300 pesos

Claudia: Yo tengo 250

Pablo: Yo también tengo 250

Lalo: ¡Miren! El super helado está hoy de oferta a solo 1250 pesos

Susana: Sí, pero nadie tiene tanto dinero

Lalo: ¡Lo tenemos! Si juntamos todo nuestro dinero suma 1370 pesos, y eso es más que
suficiente

Claudia: Pero alcanzará sólo para un solo super helado

Pablo: ¡SÍ! Pero tomemos una cuchara para cada uno.

Narrador: Ese super helado de 5 sabores, fue el más rico y delicioso que habían comido jamás.
Con las 4 monedas sobrantes compraron 4 galletas grandes y crujientes. Luego de tomar este
delicioso helado, los niños se fueron cada uno a su casa. Lalo se recostó sobre la cama y
cerrado los ojos comentó:

Lalo: Ha sido un día muy interesante.

Narrador: Cuando Lalo volvió a abrir los ojos otra vez, ya era de mañana y comenzaba un
nuevo día.

Lalo: El día de ayer fue muy bueno para ser verdadero, seguro que fue un sueño como el
anterior.

Narrador: Lalo miró su reloj, eran las 7 de la mañana.

Lalo: Tengo 45 minutos antes que pase el autobús, 5 para lavarme, 5 minutos para vestirme,
10 para tomar desayuno, y 5 minutos para cepillarme los dientes. Me sobran 20 minutos que
puedo utilizar para quedarme en la cama o para hacer mi tarea de matemáticas. Fue un
extraño sueño Mac. ¿Quién hubiera imaginado que un día sin matemáticas pudiera ser tan
terrible?

Narrador: Pero como ahora Lalo no estaba soñando, si no que estaba en la vida real, Mac no le
contestó. Y recuerden “En los libros perdura la imagen del ingenio y del conocimiento de los
hombres”.

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