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Yo somos la autor

Autores:

Mag. Sebastián Huber.

Prof. Clara Marconato.

Si se supiera algo de lo que se va a escribir, antes de hacerlo, antes de escribir,


nunca se escribiría. No valdría la pena.
MARGUERITTE DURAS

El que construye una casa es construido por ella.


PROVERBIO MAORÍ

El equipo de trabajo de la Biblioteca de Dramaturgos de Provincias (Centro de Investigaciones


Dramáticas C.I.D., Facultad de Arte, UNCPBA) organiza, desde 2005 y como parte de sus actividades
de promoción y difusión de la producción dramatúrgica de autores del interior del país, las Jornadas de
Difusión sobre Dramaturgias de Provincias. En cada edición de las Jornadas se lleva adelante un
seminario de Dramaturgia que dicta un importante autor del interior del país, destinado a nuevos
creadores de la región y que culmina con una muestra bajo la modalidad de semi montado. En 2016,
durante las XI Jornadas, el taller (en este caso, de “dramaturgia aplicada”. Volveremos sobre esto) se
desarrolló entre el 4 y el 6 de noviembre bajo el título “Yo en los otros y los otros en mí” y estuvo a
cargo de la actriz, dramaturga y docente platense Beatriz Catani.

Antes de empezar con el taller, Beatriz Catani hizo una breve presentación sobre cómo sería la
actividad, cuál la metodología de trabajo. Rescatamos un pequeño fragmento de sus palabras:

...(aquello) a lo que podemos llegar puede ser interesante como punto de partida, más que de llegada.
Más allá de que vamos a pasar por la situación de que nos vea un público, y eso está bueno, porque es
una manera de chequear los trabajos. Pero no pensamos en obra terminada (y creo que esto pasa
también con las mismas obras). De eso hablaremos luego, en los cortes, en los recreos, porque no
quiero hacer un taller de gran palabra sino un taller de escrituras, de cuerpos, de cosas que pasen.1

1
Apuntes personales tomados durante el taller.

1
Leer, pasear, contemplar, imaginar, escribir.

El último de los textos que integran el libro “Mirar”, de John Berger, lleva por título “Un prado”, y su
lectura precedió a la primera actividad del taller coordinado por Beatriz Catani, actividad que consistía
en dar un paseo. Dedicado a desarrollar ciertos aspectos de la experiencia de la observación, “Un
prado” funcionaría durante los tres días de trabajo como texto rector de la experiencia de creación. Por
lo pronto, para comenzar, con su lectura definiríamos la pauta de observación para hacer ese paseo (por
la plaza del centro de Tandil y luego por dentro del edificio, en ruinas, del teatro Cervantes) y, una vez
de nuevo en el salón donde se desarrollaba el taller, empezaríamos a escribir, individualmente, desde lo
aparecido durante esas observaciones.

Cada uno en busca de su prado paseamos, entonces, individualmente, evitando cualquier interacción,
tratando de no hablar con nadie durante todo el paseo para favorecer así la conexión con lo interno, lo
íntimo, lo personal en cada uno. Paseamos a la caza de pequeños acontecimientos, ni muy
espectaculares ni muy dramáticos, que nos llevaran a observar otros (ahí, durante el paseo, en ese
“prado exterior”) y a imaginar (a generar un continuo, una sucesión de imágenes).

Decimos pequeños porque, siguiendo a Berger, el acontecimiento a observar no tiene que ser más
grande que el prado: al momento de la escritura, del mismo modo, se trataría de alejarse de la idea de lo
espectacular, de lo extremo, porque un acontecimiento así cerraría, completaría, clausuraría la
imaginación, detendría el proceso creativo, a la manera en que durante el incendio una explosión
consume todo el oxígeno en un espacio y, como consecuencia, extingue el fuego. A ese mismo tipo de
búsqueda se refiere Beatriz Catani cuando, preguntada sobre su puesta de Cuerpos A banderados, habla
de “Formas y hechos mínimos, azarosos, insignificantes, pero que reunidos dan la impresión de querer
significar algo”2 -ese “reunidos” habla ya del trabajo de dramaturgia propuesto por Catani.

Vuelta al salón de trabajo se llevó a cabo la escritura de dos relatos: uno, descriptivo, referido a algún
elemento “banal” observado durante el paseo, a un pequeño acontecimiento de esos que llaman la
atención y generan que el observador descubra entonces otras cosas, y luego otras. Una concatenación
de pequeños acontecimientos. El segundo texto, por su lado, debía estar más relacionado a una
conexión establecida con algo íntimo y personal, sensible, de la historia de cada uno.

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Catani (2007 : 189)

2
Hacemos acá esta descripción del paseo y de los tipos de escritos resultantes para resaltar, a efectos de
nuestra exposición, dos cuestiones: la primera tiene que ver con la observación y detección de
elementos que contribuyan a dinamizar la imaginación, ya que, como veremos, esa actitud se
mantendría a lo largo de los tres días de taller; la segunda cuestión refiere al carácter individual de esta
primera parte del trabajo, específicamente tiene que ver con la autoría individual de los escritos, porque
en adelante los talleristas pasaríamos a funcionar desde la interacción, la intromisión, desde la
intervención sobre los materiales “ajenos”: como el título del taller ya bien lo anticipaba, yo en (el
trabajo de) los otros y los otros en mi (material).

Los textos producidos luego de ese paseo fueron colocados formando dos pilas y cada uno de los
talleristas eligió al azar dos (uno de cada clase, de los escritos “a partir de algo banal” y de aquellos
“relacionados a algo íntimo, personal”) con la única condición de que ambos hubieran sido escritos por
otro, o sea no propios. Cada tallerista entonces leyó, en silencio para sí, en y hacia la intimidad, esos
dos textos ajenos (que enseguida serían inmediatamente destruidos, todos) para cruzarlos y quedarse
con algún rastro, imagen o palabra; para hacer propio algo de ese material recibido. En un claro
ejemplo de ese procedimiento de puesta en contacto de dos elementos para establecer conexiones
donde antes no las había, que Arthur Koestler en “El acto de la creación” bautizó como “bisociación”,
desde esas huellas cada uno generaría un tercer texto que, esta vez sí, sería compartido, leído en voz
alta a los demás. “Mi” texto, entonces, surge como producto de lo que generó en mí la lectura de textos
de otros. Paseos de otros hacia mi prado interior. Primer cruce.

Si la abuela no hubiera tostado los panes, habría silencio.


Si el tío Luli no se hubiera peleado con papá, sonreiríamos.
Alguien -no sabemos quién- abrió la puerta de la jaula y el canario se escapó, caminando. No debe
saber que si quiere vuela.
No son ni las once y ya casi terminamos el lechón.
Ahora va a haber que inventar algo para llenar el rato hasta el brindis.
Martina podría hacer algo de la obra que iba a hacer y al final se suspendió por la trifulca. Le chorrea
la cara verde porque no se terminó de sacar el colorante para torta. Iba a hacer de extraterrestre. Se la
pasó llorando durante todo el aperitivo.
Hacé un monólogo aunque sea... dale...
La tía Michi se quedó. No quiso irse para no quedar como una dominada que no corta ni pincha.
Termina de cruzar los cubiertos y va y se prende un cigarro que cuando exhala le hace largar humo

3
azul. Con su enterito rosa chicle. Como es tía política no es sangre de nadie. Se quedó de terca que es
nomás.
Como ya nadie come pan ni nada en la mesa, y no nos animamos a nada, sólo se oyen las pitadas, el
crepitar del tabaco, y después la fumata azul.
Hay un clima bien de mierda.
Tengo ganas de hacer un chiste para que explote todo.
La Navidad es lo peor del mundo.
El único feliz es el canario, que camina entre las piernas bajo la mesa.
Pedí la palabra y me mandé la cagada de mi vida3.

Hacia el espacio. Armado, intervenido, improvisado.

A partir de escuchar la lectura en voz alta que cada uno hizo de “su” texto, los otros dramaturgos
debían extraer elementos, imágenes, espacios sugeridos, en una atenta escucha destinada a la
apropiación de fragmentos de lo ajeno. A diferencia de lo que ocurre con el robo como vulgarmente lo
conocemos, esta operación de apropiación multiplica aquello sobre lo que se aplica: quien lo tenía lo
mantiene, lo comparte sin perderlo. Luego, con todo eso, se debía pensar, elegir un espacio (ya fuera en
el derruido edificio del teatro Cervantes o en el de la Facultad de Arte de calle 9 de julio 430), un
espacio con objetos (a conseguir durante el corte para el almuerzo) en el que y con los cuales empezar a
escribir el propio material con vistas al semi montado de final de taller.

Decíamos, al inicio de este trabajo, que Beatriz Catani propuso un taller de “dramaturgia aplicada”. A
la escena, claro. La escena como destino del texto. Pero hay un matiz a observar y es que ese destino,
en la propuesta, de alguna manera “no es final”, o, mejor, “no está sólo al final del camino”. Texto y
escena, lenguaje escrito y escritura escénica, “sentidos 1 y 2 de la dramaturgia”, tal como los refiere
Joseph Danan4 van encontrándose en un proceso que los considera en igualdad de condiciones. El texto
va a la escena y la escena -el prado- entra al texto en sucesivos contagios, contrabandos de elementos,
de imágenes. Obrero en ese contrabando, el dramaturgo es el que lleva y trae; trabaja conjuntamente
con el director, que es él mismo. Y, en medio de todo ese trajín, otros como él con licencia para
intervenir...

3
Texto escrito por Sebastián Huber a partir de la lectura de uno de los textos escritos por Clara Marconato. Marconato
está en este texto de Huber.
4
Danan (2010 : 20)

4
Cada cual se procuró objetos y compuso un espacio que presentó ante el grupo. Un prado. Después de
unos minutos de contemplación silenciosa, cada espacio fue intervenido por el resto de los talleristas
que, de a uno, entraban a mover algún objeto, cambiar posiciones, quitar o romper elementos, etc.,
mientras el “autor”, desde un costado, se limitaba a observar la tormenta que se abatía sobre su
composición. A contemplar acontecimientos en ese prado, desde un modo de percepción poético: como
dice Michel Houellebecq al referirse a la obra de Jean Cohen- la poeticidad inscripta en ciertos objetos
o acontecimientos radica en que su mera presencia agrieta la percepción del espacio y del tiempo. La
poesía es otra mirada, dice Houellebecq5. Se trata de una experiencia, nos dice Berger, que si bien es
reconocible al instante nos presenta dificultades para hablar de ella, dado que existe en un nivel de la
percepción que es preverbal.

Cada vez, cuando se constató que ya nadie tenía necesidad de modificar nada de esos elementos, de ese
espacio, el siguiente paso consistió en mantener la dinámica de entradas y salidas pero esta vez para
proponer con el propio cuerpo: entrar, ocupar, accionar, permanecer, salir. Al comienzo de a uno por
vez, y luego con la posibilidad de cohabitar. Cuerpos y palabra, extranjeros e impúdicos, en aquello que
había sido “mi” espacio. El ideal de dramaturgia y dirección que en algún momento contempló cada
participante sufre así un quiebre que lejos, de ser una limitación, se concibe como una posibilidad.
Segundo cruce.

Las intervenciones de los demás, hechas desde la total libertad, en ocasiones significaron cambios
irreparables, en el sentido de modificación absoluta -como por ejemplo el caso de algunos objetos
rotos, o pintura derramada, que en la inmediatez es difícil de ocultar. Es decir que la continuidad del
trabajo significaba crear y componer partiendo de estas modificaciones que, en lugar de restar,
implicaban nuevos descubrimientos que visibilizaban otros nuevos acontecimientos. El devenir del
acontecer. Después, cada tallerista hizo una selección de aquellas situaciones, acciones, cuerpos,
imágenes-foto que hubieran sido de interés, de su deseo, de acuerdo a su material. Pero ¿cuál es mi
material en todo esto? ¿Qué significa que sea mío? ¿Interesa algo que eso sea mío? ¿Qué pasa cuando,
por ejemplo, el elemento más importante del espacio presentado por Clara es un maniquí que está de
pie, bien al centro, y durante las intervenciones de los otros dramaturgos talleristas Juan abre una lata
de pintura sintética roja y se la vuelca en la cabeza, con lo que el maniquí queda hasta el final del taller
con esa chorreadera indisimulable?

5
Houellebecq (2000 : 29)

5
Las imágenes que construyen los “otros” despierta en mí mis propias imágenes. Formas, líneas,
palabras, música, silencios, se vuelcan en el espacio como preguntas, ideas, sensaciones e impulsos que
constituyen acontecimientos que dan sentido a ese espacio. Elementos que siguen una deleuziana lógica
de la sensación, intervenciones que mutan en pequeños acontecimientos que permiten ver otros,
aislados en el sentido de recortados (figura-fondo), alejados de lo figurativo, de lo ilustrativo, con
formas cambiantes, que siguen una dinámica de movimiento continuo. Figura que deviene en imagen.
La intención no está puesta en contar algo, en presentar una narrativa, sino más bien en generar
sensaciones a partir de formas y hechos que reunidos dan la impresión de querer significar algo, como
decía Beatriz Catani al comienzo.

Si la abuela no hubiera tostado tanto taaaanto los panes...


Si no hubieran roto a papá...
Sonreiríamos.
¡Tanto!
Habría silencio.
Alguien (pero no sabemos quién) abrió la puerta de la jaula.
Ahora va a haber que inventar algo para llenar el rato.
Martina podría hacer un poco de lo que sabe...
La tía no quiso irse para no quedar como una dominada.
Con su enterito, no es sangre de nadie.
Hay un clima bien de mierda.
Voy a hacer un chiste para que explote todo.
La cagada de mi vida.
Un pájaro bien amarillo, un traje rosa chicle y soplidos de humo azul.
Nos juntamos, como siempre, (mesa larga, mesa grande), copa va, copa viene, blableta
preguntitas nomás así con liviandad, cara seria pero no fruncido, con atención para no ser
descortés ni pesado tampoco, y qué te cuento que, como siempre, se caga en algún momento.
Laaaa... la.... la vas manejando, medio de coté, atenti, tratando de no pifiarla de no quedar muy
en orsai porque sino penitencia, pero es re difícil porque constantemente tengo a ese enano
adentro que me dice "¿Qué estás haciendo? A ver, vení, mirate un poco de lejos y decime si no
te das verguënza" Ay, Enano, dejame un ratitín tranquila, ¿dale que sí?
Así, ruidoso, y hay que sobresalir un poco, hay que estar presente, en la vidriera, con
continuidad, porque si no desaparecés y levantarla cuesta un Perú, volver es re bravo. Estando
te ahorrás tiempo, que es re importante, el tiempo.
Con lo de las obras... y vamos a hacer tal cosa en estos términos y en este tiempo, en este
tiempo hacemos tal cosa, sí, tal cosa. ¿Tal, de verdad? Claro, ¿qué te creés? Tal. ¡Fuá...! No
sé, creo porque te creo, por eso.
Te pongo cara de sorprendida con un poco de admiración y conocimiento del tema mientras

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pienso "pero qué pajero ¿creerá que me está embaucando en serio?
¿Cuánto por el culo?
Esto ya no se ve, ya casi no existe. ¡Tenemos que estar orgullosos!
Una joyita, y sí: culo peludo, cabeza 'e turco. De cajón6.

El montaje final consistió en una sucesión de “escenas” donde los actores se repetían y rotaban, es decir
que quien “escribía - dirigía” también actuaba en una, dos o tal vez tres escenas. El contagio era
inevitable. Si bien cada escena era independiente de las otras, el hecho de que en cada una de ellas
existiera la huella de cada participante dejaba ver que había algo en la atmósfera que las unía, que
permitía nexos entre ellas, pequeños e invisibles hilos de conexión. De acuerdo con esto, es claro que la
contaminación, la profanación, le sirvieron a cada “autor” para encontrar pasajes impensados. Sin
embargo, como hemos visto, esta autoría no corresponde a una sola persona. El proceso dramatúrgico
propuso un régimen de miradas y cuerpos que hacían a un continuo de composición dejando entrever
distintas direcciones para que el “autor” tomase decisiones. La cuestión aquí es a quién adjudicar la
autoría en cada caso, o pensar qué significa ser autor -autoridad, y pensar si es una noción que nos
sirve. ¿Es autor quien eligió el espacio y tomó decisiones en torno a él, o es quien intervino el prado
generando esos pequeños acontecimientos? ¿Qué significa esa disolución de la autoría? Finalmente
presentamos un montaje compuesto de fragmentos, de momentos, de mi trazo y el de los otros. Una
rapsodia dramatúrgica.

Bibliografía:

 Berger, John. Mirar. Ediciones de la flor, Buenos Aires, 2004.

 Catani, Beatriz. Acercamientos a lo Real. Ediciones Artes del Sur, Buenos Aires, 2007.

 Houellebecq, Michel. El mundo como supermercado. Anagrama, Barcelona, 2000.

 Koestler, Arthur. The Act of Creation. Penguin Books, Nueva York, 1964.

6
Texto usado durante el semi montado de la escena, material aparecido desde de las intervenciones de los talleristas
sobre el espacio y de los actores Clara Marconato y Juan Torrens.

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