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Presses Universitaires du Midi

Jacques Gilard y la música popular colombiana


Author(s): Egberto BERMÚDEZ
Source: Caravelle (1988-), No. 93, Homenaje a Jacques Gilard (Décembre 2009), pp. 19-40
Published by: Presses Universitaires du Midi
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40855135
Accessed: 06-03-2018 02:30 UTC

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CM.H.I^B. Caravelle

n° 93, p. 19-40, Toulouse, 2009

Jacques Gilard
j la musica popular colombiana
PAR

Egberto BERMÚDEZ
Universidad Nacional de Colombia

Es muy significativo que una de las numerosas obras de homenaje a


la memoria de Jacques Gilard (1943-2008) sea El corrido del sabio, con
texto de Carlos Valbuena y Enrique Flores y música del Grupo Mezcal,
un conjunto colombiano de música norteña mexicana^. Este hecho tiene
múltiples implicaciones. Ante todo, es uno de los pocos -si no el único-
homenaje musical a Gilard pues en la mayoría de los casos los tributos
han sido textos sobre su vida y obra como los que recoge esta
publicación. Además, el hecho adquiere un mayor significado, en primer
lugar, si observamos que en uno de sus últimos trabajos Gilard
caracteriza y sitúa históricamente el corrido -el género musical hispánico
narrativo por excelencia- al que califica de «recalcitrante», nacido y

1 El corrido está disponible para audición en: «Discoteca Virtual»:


http: / /www.ebermudezcursos. unal.edu. co/discovirt.htm yen/^ Casa de A.sterión, IX, 36,
(enero-marzo 2009), en http: / /casadeasterion.homestead.com/v9n36sabio.html. Para
mayores detalles sobre el grupo ver http: / / www.myspace.com /grupomezcal. El texto
fue escrito al alimón por Carlos Valbuena y Enrique Flores, coordinado a través de
Internet y materializado y producido por Fabio R. Amaya aún en vida de Gilard, a quien
fue obsequiado ya en su lecho de enfermo. Agradezco a Fabio R. Amaya su información
sobre la génesis del corrido, el amable encargo de este ensayo, y su inmensa paciencia con
mi lentitud en finalizarlo. El texto del corrido y su historia en: Plumas y Pinceles IL El grupo
de Barranquilla: Gabriel Cama Marque^ un maestro. Marvel Moreno, un epígono, Fabio
Rodríguez Amaya (editor), Bergamo : Bergamo University Press, 2008, p. Vil y Vili.
Véase en este número Carlos Valbuena, «Jacques Gilard y el narcocorrido colombiano»,
p. 41-48.

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desarrollado como un género que c


excéntricos, rufianes, bandidos, proscrit
mantiene su vigencia y popularidad a pe
oficiales.2 En segundo lugar, la impo
Mezcal aumenta si tenemos en cuenta q
colombiana, Gilard escribió importante
que nos lleva a preguntarnos: ¿por qué u
extraña constatar -respondiendo al int
escribirá un vallenato en su honor pue
colombiana que mejor refleja hoy el
establishment nacional, resultaría muy
homenajeara a quien fue el primero en
que el vallenato -desde mediados de los
configura como un estilo musical que a
en toda la región de la costa atlántic
consolidado por la élite social y po
patrimonio musical exclusivo. Gilard
entender que esto sucedió muy cerca de
de sus amigos» políticos y literatos y
masivos de comunicación (prensa, radio,
Al contrario que el vallenato, la vitalid
mexicana como colombiana) la hace par
sociales de los dos países: su fractura y
corrupción generalizada, el narcotráfico
su población rural. También es sintomát
mismo Grupo Mezcal haya dedicado u
Murcia Guarnan) a David Murcia Guzmá
colombiano, encarcelado desde noviem
condenado por captación masiva e ilega
los eventos y personajes que atraen la at

2 J. Gilard, « D'Espagne en Amérique. Une poésie


p. 245-64.
3 Para la bibliografía básica de Gilard concerniente al vallenato ver: «Musique populaire
et identité nationale. Aspects d'un débat colombien, 1 940-1 950,» America. Cahiers du
CRICCAL 1 (1986), p. 185-96; « Emergence et récupération d'une contre-culture dans la
Colombie contemporaine, » Caravelle 46, 1986, p. 109-21, [«Surgimiento y recuperación de
una contra-cultura en la Colombia contemporánea», Huellas, 18 (1986), pp. 41-46];
«Vallenato: ¿Cuál tradición narrativa?» Huellas 19 (1987), p. 60-68; « ¿Crescendo o don
Toba? Fausses questions et vraies réponses sur le vallenato, » Caravelle 48, 1 987, p. 69-80,
[«¿Crescendo o don Toba? Falsos interrogantes y verdaderas respuestas sobre el
vallenato», Huellas 37 (Abril 1993), p. 28-34]; «Le Vallenato: Tradition, identité et
pouvoir en Colombie » in : Musiques et sociétés en Amérique Inaiine, Gérard Borras (ed.),
Rennes: Presses Universitaires de Rennes, 2000, p. 81-92 y «Literatura colombiana, 1940.
Un texto precursor de Bruges Carmona», Caravelle, 82, juin 2004, p. 225-50.

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caso ya célebre en varios niveles pues meses antes -en junio del 2008-
una de las empresas de Murcia Guzman (DMG Fashion) había merecido
una carta de felicitación del propio presidente de la república.^ En este
ensayo intentaré glosar los principales aspectos de la contribución de
Gilard al estudio del vallenato y la música popular colombiana. 5

Los temas centrales relacionados con la música colombiana


(principalmente el vallenato y la música costeña) desarrollados por Gil
en sus escritos pueden resumirse así:
a. la existencia de una tradición de canciones acompañadas co
acordeón, universal a la región costeña que fue cooptada por la
elite de Valledupar como de su patrimonio exclusivo. L
propuesta de Gilard entronca así con el concepto de tradició
nueva o «inventada» propuesto por Hobsbawm.
b. la pertenencia de dicha tradición a la tradición de poesía oral /
cantada latinoamericana y la ausencia de una verdadera tradición
narrativa en el vallenato.

c. la importancia de la política y los debates culturale


contemporáneos en el proceso de surgimiento del vallenato.
d. La importancia de los medios de comunicación en estos proceso
y en la concomitante creación o consolidación de identidades.
Como es natural en un ambiente cultural profundamente nacionalis
y provinciano como el de Colombia y en especial en su región costeñ
los factores arriba mencionados no han tenido el impacto que merec
entre quienes desde entonces han escrito sobre vallenato. Por e

4 Sobre la carta de felicitación del presidente Álvaro Uribe Vêlez a la empresa DM


Fashion ver http://www.youtube.com/watch?v-H jB/>;V9ZQxp&feature=rekted.
Juez 4o Especializado de Bogotá, José Reyes, condenó el 5 de agosto de este año a Dav
Murcia Guzmán pero aún se desconoce cual será la duración de su pena. Recientement
(octubre de 2009) también se dio vía libre a su extradición a los Estados Unidos.

5 En mis estudios sobre el vallenato, que enumero a continuación, tomo como punto
partida muchos de los temas aquí desarrollados. Ver Egberto Bermúdez, «¿Qué es
vallenato?: Una aproximación musicològica» Ensayos. Teoría e historia del arte 9, (200
p. 11-62; «Por dentro y por fuera: El vallenato, su música y sus tradiciones escrita
canónicas», en : Música Popular na Améríca latina. Pontos de escuta, Martha Ulhôa y A
Maria Ochoa (eds.), Porto Alegre: Universidade Federal do Rio Grande do Sul, 200
p. 214-45; «Detrás de la música: el vallenato y sus "tradiciones canónicas" escritas
mediáticas» en : El Caribe en la naáón colombiana. Memorias. X Cátedra Anual de Histo
Ernesto Restrepo Tirado' Alberto Abello (ed.), Bogotá: Museo Nacional de Colombia
Observatorio del Caribe Colombiano, 2006, p. 476-516.

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22 CM.H.Ì^B. Caravelle

contrario, han sido muchas veces fuerte


realmente controvertidos con argumen
obras sobre el vallenato posteriores a 1
publicación de sus artículos sobre el tem
sus premisas y conclusiones; por el
descalifican sin argumentos. La prim
Consuelo Araújo de Molina (1940-2001
nuevas tradiciones del género- quien co
su nombre, que las opiniones de Gilar
vallenato eran un «despropósito tan gra
de la ignorancia» y un «dogmatismo
Dichas afirmaciones no venían apoyada
que sí hace Ismael Medina Lima para
afirmado por Gilard- del repertorio
Escalona sólo un mínimo porcentaje (el
cinco) pueden considerarse realmente n
realmente predominan en este repertor
son los descriptivos, costumbristas, rom
1985 Rito Llenera y Consuelo Posada ha
análisis de textos del vallenato desde una
forma simultánea a los escritos de Gilar
caer en cuenta de la vinculación de los t
de la tradición oral colombiana y latino
estudios no constituyen la columna vert
el vallenato y por ejemplo, recienteme
nota- menciona uno de los artículos de
narratividad del vallenato evitando sin em

6 Consuelo Araujonoguera, Escalona, hombre y m


p. 100, 102. Esta autora usó varias versiones de
forma impresa como aparece en sus obras.
7 Israel Medina Lima, Vallenatos en su tinta: Una apro
Rafael Escalona, Cali, Edición del autor, 2003, p.
Medina (Bogotá) el haberme hecho conocer y
trabajo. Daniel Samper y Pilar Tafur, Rafael Escal
Bogotá, Ediciones MTM, 2002, p. 73, considera
canciones.

8 Rito Llerena Villalobos, Tradición oralen el vallenato, Medellín: Universidad de Antioquia,


1985 y Consuelo Posada, Canción vallenata y tradiáón oral, Medellín: Universidad de
Antioquia, 1986. Hay reseñas de Gilard de estas dos obras. En otra de sus obras, Posada
usa la cronología y las fuentes dadas por Gilard, ver Consuelo Posada, «Música y versos
populares del caribe colombiano», en Lucila S. González (ed.), Colombia y el Caribe. XIII
Congreso de Colombianistas, Barranquilla: Universidad del Norte, 2003, p. 242-43.
Jorge Nieves Oviedo, De la tradiáón a la musica mundo, tfogota, convenio añares r>eno,
2008, D. 93.

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Como se ha dicho, las publicaciones de gran circulación sobre


vallenato de la última década poco tienen en cuenta los trabajos de
Gilard y aprueban y difunden las tradiciones fundacionales contra las que
él se pronunció. Daniel Samper y Pilar Tafur -por ejemplo- no
mencionan sus trabajos como tampoco lo hace Hernán Urbina Joiro.10
Aún hoy, Samper continúa divulgando los principales clisés construidos
sobre el vallenato.11 Además de endosar tesis insostenibles como la de
Valledupar como lugar de «origen del vallenato», sigue usando como
principal argumento de su supuesta narratividad la ya famosa boutade del
mismo García Márquez que afirma que Cien años de soledad es como un
«vallenato de 360 páginas».12 A pesar del origen ilustre de la frase, un
superficial asomo a lo que se está comparando -es decir la canción y la
novela- no permite establecer el símil. Ya lo entendía así Hernando
Téllez (1908-66) cuando en 1951 en un texto muy poco conocido habla
de la imposibilidad de analizar con éxito los textos de las canciones
usando los mismos procedimientos del análisis literario sin recurrir al
análisis musical.13 Hablar hoy de las novelas de Faulkner como blues ' las
de Jorge Amado como sambas, los cuentos de Juan Rulfo como
rancheras o los de Borges como tangos motivarían risas de desdén y no
sonrisas complacientes. Sin embargo esto confirma una de las hipótesis
de Gilard y una de las razones que lo llevaron al vallenato, es decir, la
importancia de la obra periodística de García Márquez en la «invención»
de las tradiciones sobre este género.
En el mismo marco reivindicativo iniciado por Araújo aparecen los
conceptos de Tomás D. Gutiérrez Hinojosa (1953). Este autor, de
aquellos que el compositor Adolfo Pacheco llama «los ideólogos del
vallenato» califica a Gilard -sin mayores explicaciones- como «cabecilla
de detractores» rematando su invectiva al invocar su condición de
«extranjero».14 Gutiérrez Hinojosa es uno de los últimos eslabones de
proceso de búsqueda de legitimidad para las ya mencionadas tradiciones

10 Daniel Samper y Pilar Tafur, 100 Años de Vallenato, Bogotá, Ediciones MTM, 1997;
Hernán Urbina Joiro, Urica V r allenata: de Gustavo Gutierre^ a las fusiones modernas ; Bogotá,
Convenio Andrés Bello, 2003.
11 Ver por ejemplo su entrevista «Vallenato y Macondo» en McOndo.es, 2, No. 8, p. 6-7
relacionada con la conferencia sobre este tema ofrecida por Samper en la Casa Cataluña
América en Barcelona en marzo del 2009. Versión digital en:
http: / / www.mcondo.es /pagel D 5594480, html
1¿ Araujonoguera da una versión ligeramente diferente: «vallenato de 350 páginas» en
Escalona, op. at., p. 297.
13 Hernando Téllez, «Canciones y palabras», literatura, Bogotá, Oliverio Perry y Antonio
Puerta (eds.), 1951, p. 191-98.
14 Tomás D. Gutiérrez H., Cultura vallenata, historia y pruebas, Bogotá, Plaza&janés, 1992.
Su otra obra sobre el tema es: Valledupar Música de una historia, Bogotá, Grijalbo, 2000.

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sobre el vallenato cuya obra -subtitulad


vallenata: origen, historia y pruebas- inten
autonomía cultural para este género y pa
-de acuerdo con su prologuista Jorge C
virtud «despejar dudas y refutar a inves
atrevido a negar el valor folklórico del v
objeto del comentario. Por otra par
Consuegra Higgins -glosando un tem
declara indigenista con base en abundan
Castellanos mientras alaba a Gutiérrez H
la responsabilidad del indio en la defen
parece no haber leído con atención la s
dedica a la «Leyenda Vallenata» en la qu
muerte y la captura de los indígenas g
católica. Casi una década más tarde -en otra de sus obras- este mismo
tema merece un tímido comentario que intenta, con desgano y sin éxito,
disipar esta contradicción.17 Como he indicado en otro lugar esta
ideología seudo-indigenista halla expresión elocuente en ejemplos de
distinta índole: a) el apelativo de «La Cacica» que identificaba a Consuelo
Araújo, fundadora -con otros ilustres socios- del canon del vallenato; b)
el valor simbólico asignado al hipotético Cacique Upar, recreado en fibra
de vidrio en la escultura situada en frente al Terminal de Transporte de
Valledupar y c) en la pintoresca -aunque no por eso menos significativa-
aparición del ex senador Álvaro Araújo Castro disfrazado de indígena
I'ka en un capítulo de la serie televisiva Escalona de 1991, otro de los
pilares de la canonización mediática del vallenato.18 Por lo demás, la
obra de Gutiérrez Hinojosa resulta un compendio de citas históricas
matizadas con sus conocimientos empíricos de la cultura local, todo
hilado por fuera de la bibliografía histórica, etnohistórica y antropológica

1 5 «Prólogo», en Gutierrez Hinojosa, Cultura, p. 32.


là Ibidem, pA2.
17 Gutiérrez Hinojosa, Cultura, p. 287-89 y Valledupar, p. 295-99.
18 Araújo Castro -quien renunció a su cargo de senador al ser investigado dentro del
escándalo de la «parapolítica», es sobrino de Consuelo Araújo Noguera y hermano de
Maria Consuelo Araújo Castro (1971), quien por la misma razón renunció al cargo de
canciller del segundo gobierno de Alvaro Uribe. Para una visión de conjunto e
introductoria de este fenómeno reciente de la política colombiana ver:
hup: / /es. wikipedia.org/wiki / Patapol%C3% ADtica. Agradezco a Eduardo Bermúdez
(Bogotá) el haberme informado acerca de la aparición del ex senador Araújo Castro en la
serie Escalona. Los I'ka, también llamados Arhuacos, son el grupo indígena que habita en
las estribaciones orientales de la Sierra Nevada de Santa Marta cercanas a Valledupar.

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conocida y discutida entre los especialistas.19 Aquí se sigue la línea de la


historia local de aficionados escrita por políticos y abogados, muy
popular en Colombia y que en aquella región cuenta con dos importantes
paradigmas, Gnecco Rangel Pava (¿-?), para la zona de Guamal y El
Banco y Pedro Castro Trespalacios (1904-1967) para Valledupar. No hay
que olvidar, sin embargo, que a pesar de que se invoque en forma
demagógica, en esta discusión la historia no es importante. Ya lo había
sentenciado García Márquez en su primer escrito sobre el acordeón,
desdeñando aquellos que quisieran «remontarse por el árbol inútil de una
complicada genealogía musical» rematando en forma lapidaria: «A
nosotros, señor lector, nada de eso nos interesa».20
Como bien indicara Gilard, para la literatura costeña la balanza entre
intuición y razón iba a inclinarse -como veremos adelante y por ejemplo
con Bruges Carmona como paradigma- hacia el lado de la intuición.21
Así, las certezas y la autoridad en materia cultural no provenían de la
historia, la antropología y de sus profesionales sino del prestigio de los
políticos -ya con una larga tradición colombiana- y de la literatura local,
que García Márquez, Rojas Herazo, Zapata Olivella y sus colegas
comenzaban a crear en esos mismos años. Se trata de la continuidad de
ese debate identitario centrado en conceptos nunca bien definidos sobre
lo local y lo nacional que Gilard describe en forma elocuente y brillante
en 1994. En sus argumentos todo se articula en categorías incontestables
como «lo nuestro», considerado siempre inmemorial y lejano de la
historia que, como no lo ha engendrado, naturalmente «no lo puede
modificar ni abolir».22 En esta época, ésta era una situación común a
todas las ciencias humanas tanto en Colombia como otros lugares de
Latinoamérica donde prevalecía lo que Jaime E. Jaramillo -citando a
Solari- llama «ensayismo» que muy frecuentemente contaba con
abogados como principales autores. 23 Estos últimos desempeñaron un

19 Sobre la lejanía existente entre la obra de Gutiérrez Hinojosa y la tradición de


conocimiento etnohi stòrico sobre la región basta con confrontarlo con el conocimiento
que circula entre los especialistas del Caribe, ver Carl H. Langebaek «Pasado indígena en
la costa Caribe: Interpretación en cinco actos», en Abello (ed.), pp. 38-66 o Deibys A.
Carrasquilla B y Jorge E. Giraldo, «Continúa la lucha: una mirada al pasado y presente de
los Chimilas» en 'Jangwa Vana: Revista del Programa de Antropología. Universidad del Magdalena,
3, julio 2004, p. 167-78.
20 «Punto y aparte: No sé que tiene el acordeón...», Bl Universal, Mayo 22, 1948, p. 4 en
Jacques Gilard (ed.), Gabriel Garcia Marque^. Obra Periodística, vol. I, Textos Costeños-1 ',
Bogotá, Ed. Oveja Negra, 1983, p. 65.
21 Gilard, «literatura colombiana, 1940», p. 239-40.
22 Gilard, I je débate 13.
23 Jaime E. Jaramillo, «La institucionalización de los saberes en la Facultad de Ciencias
Humanas: El proceso de gestación y la autonomía de los campos disciplinarios», en
Mauricio Archila et al. (eds.), Cuatro décadas de compromiso académico en la construcción de la

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26 CMH.LB. Caravelle

papel esencial en el entramado de con


y lideraron -como argumenta Uri
estrategias que lograron que el ejer
lograran asociarse al ascenso y prestigio
Retomando la recepción de los
constituye un caso aislado en el co
vallenato, sus argumentos principales
la exposición de Wade sobre el vallen
surgimiento de la reivindicación de la
interior del país. Wade estudia y final
sobre la no existencia de una tradición anterior a los años centrales del
siglo XX, pero por ejemplo no aprovecha su propuesta sobre la
vinculación de música, política y poder y considera por ejemplo, que el
resurgimiento de la música costeña -en especial el vallenato denominado
clásico en los años 1990- sólo se puede caracterizar como «consumismo
nostálgico».^
Oñate -autor de un trabajo reciente con pretensión enciclopédica
sobre el género- evita las discusiones de Gilard sobre la autoría y las
fuentes comunes a canciones como las de Tobías E. Pumarejo y
Crescencio Salcedo y sólo lo menciona dentro de su capítulo de
«coincidencias» evitando también entrar en el espinoso tema de los
plagios. Le hubiera sido fácil suscribir la explicación de Gilard que
afortunadamente saca el problema del ámbito del plagio en el espinoso
terreno de la música popular, sin embargo sus prejuicios heredados de
los guardianes del canon se lo impidieron.26
En un ámbito más amplio, Ochoa por su parte analiza el papel del
«macondismo» de García Márquez en el clima intelectual en que se
desarrolló el vallenato entre los años setenta y ochenta. A pesar de que
las nociones básicas de Gilard sobre el género y su relación con García
Márquez -algunas a través del texto de Wade -informan parte de sus
argumentos, no resulta convincente su negativa a considerar- como lo
propone Gilard -el vallenato como una tradición reciente o «inventada»
y para esto trae a la discusión la diferencia hecha por Hobsbawm entre
tradición (tradition) y costumbre (custom)27. Este autor hace énfasis en

naáón, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia/Facultad de Ciencias Humanas, 2006,


p. 446, 451-52 n° 11.
24 Victor M. Uribe Urán, Vidas Honorables, Abogados, Familias y Política, Medellín,
Ediciones EAFIT / Banco de la República, 2008, p. 23-27.
25 Peter Wade, Music, Race and Nation: Tropical Music in Colombia, Chicago, The University
of Chicaeo Press. 2000, o. 60-62, 1 03-32, 1 35-36, 1 77 y 234.

26 Julio Oñate Martínez, El abc del vallenato, Bogotá, Taurus, 2003, p. 335, 449-52.
27 Ana Maria Ochoa, «García Márquez, macondismo and the soundscapes of vallenato»,
Popular Music, 24, 2, 2005, p. 213-14.

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JACQUKS GlLARD Y LA MÚSICA POPULAR COLOMBIANA 27

que el objeto de la tradición es ser invariable, mientras que la costumbre


opera al contrario, ajustándose a los cambios siempre persentes en el
devenir social28. Tomando el vallenato como ejemplo -al contrario de la
opinion de Ochoa- no podemos encontrar un mejor ejemplo. La
tradición inventada, materializada en el Festival, siempre ha insistido en
su invariabilidad, desde la presentación en la tarima donde se excluye
taxativamente lo que difiera del canon, es decir el bajo eléctrico, teclados,
guitarras y coros, todos presentes en las grabaciones y en los conciertos
en vivo, es decir en el vallenato real; hasta la negativa de sus autoridades
a la petición que poco antes de su muerte formulara Alfonso López
Michelsen (1912-2007), desde su prestigio triple de expresidente de la
república, ex gobernador del departamento y fundador del Festival. A
pesar de venir desde ese augusto lugar, las autoridades del Festival se
negaron a admitir el «paseo lírico» (casi el 100% del repertorio actual)
como un género válido para la competencia29.
Desde mediados de los años setenta se habían evidenciado los
cambios en el vallenato. Gilard y Posada los consideran como propios
dentro de la tradición comercial de la musica popular, muy dependiente
de los parámetros de la industria discográfica y la radiodifusión30.
Aunque el aspecto comercial también era mencionado por
Araujonoguera, esta autora insistía en la necesidad de preservar la
«autenticidad ... a salvo de modernismo y adulteraciones». Aun un autor
como Quiróz -que recalca la importancia del sustrato campesino en la
historia temprana de la música de acordeón- cede ante la presión del
canon al caracterizar -en 1983- la creciente difusión del vallenato como
elemento «deformante de su autenticidad»31. Y un caso aún más
sorprendente es el del sociólogo e historiador Orlando Fais Borda (1925-
2008) quien en su prólogo al trabajo de Quiróz, si bien detecta en
Escalona un representante de la clase dominante y critica la literatura
existente sobre el tema, desde una incomprensible postura esencialista

28 Eric Hobsbawm, «Introduction: Inventing traditions» in Eric Hobsbawm y Terence


Ranger, The Invention of Tradition, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, p. 2.
29 Egberto Bermudez, «The performace of Colombian vallenato: A case of fabrication
and double standards», ponencia presentada en el British Forum for Ethnomusicology. One
Day Conference, Diaspora, Postcolonialism and Performance, 26 november 2005, The Old
Piggery, Trent Park Campus, Middlesex University, UK. Program:
http://www.bfe.org.uk/resources/2005.Middlesex.pdf. Con el apoyo de Rafael Escalona,
este paseo lírico finalmente se incluyó en el 2006 en el «Festival Cuna de Acordeones» de
Villanueva, Guajira. Ver Alfonso López Michelsen, «Lopez Michelsen y el quinto ritmo
vallenato», en http: / /www. yontube.com /wat eh r'y~ZpQSOqA4Trg&featu re ~ related
y Rafael Escalona, «Rafael Escalona y el quinto ritmo vallenato», en:
hup://www.yout.ube.coni/watch?v-Uw220qvyg9Y&feature=related
30 Gilard, «Vallenato, cuál tradición. . .», p. 60-68 y Posada, p. 12.
31 Araujonoguera, Escalona, p. 31, Quiróz, p. 244.

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28 CM.H.l^B. Caravelle

deja deslizar desafortuados epítetos al q


de sus términos- llama «vallenato rancheril o romántico». Probablemente

a Gilard se le escapó este comentario pero si lo hubiera glosado le


hubiera hecho caer en cuenta al prestigioso intelectual que justamente lo
«rancheril» lo reivindicaba directamente con «ese sentir del pueblo ... y
sus luchas cotidianas» que él mismo invoca en su prólogo32.
Pero regresando al trabajo de Ochoa y a su relación del vallenato con
el macondismo, Gilard advirtió cómo la clase dirigente aprovechó (o
«recuperó» siguiendo su terminología en sentido de cooptación) lo que
había logrado García Márquez y así el «macondismo» termina
reemplazando el «criollismo» de décadas anteriores33. Según Gilard, el
«santismo» como mejor exponente de la democracia restringida a la
colombiana, por ejemplo, convirtió en inocuas las diatribas negristas de
Zapata Olivella aprovechando su «contestación», cooptación que se
extiende, en diferentes momentos a las ya míticas y también
«contestarias» revistas Mito y Alternativa. Recalca además el
sentimentalismo y provincianismo con que la gran prensa colombiana ha
tratado lo relacionado con el «macondismo» y con García Márquez y
resumiendo en forma lapidaria concluye que «el intelectual de izquierda
le daba al pueblo el mismo espejo en que mirarse que le daba el poder»34.

II

Gilard llega al vallenato y a la música colombiana durante la


elaboración de su valioso trabajo sobre la obra periodística de García
Márquez.35 Desde 1986 comienza a publicar una serie de artículos que
proponen una interpretación del clima intelectual de la época formativa
del escritor y que profundizaban en el importante papel que la música
había desempeñado en el debate cultural del momento, sobre todo a
nivel de la articulación de las identidades regionales y la identidad
nacional. Al ir en contra de un estudio del arte aislado de la sociedad e
intentar vincular el estudio de la literatura a la historia de las ideas, la
política y el poder, sus conclusiones le granjearon enemistades y
sinsabores con algunos sectores de la intelectualidad costeña. Un

32 O. Fais Borda, «Presentación» en Quiroz, p. 10-11.


33 Gilard, U débat, p. 24.
34 Gilard, i je débat, p. 23-24 y «Reseña: Gustavo Arango, Un ramo de Nomeolvides: García
Marque^ en El Universal, 1995», Viacuarenta, 4, nov. 1999, p. 78-79.
3 5 En su estudio de 1981 sobre los textos periodísticos de García Márquez el tema
musical sólo merece una nota, ver Gilard, «Prólogo», en Gilard (ed.), Textos Costeños-1,
p. 29, n° 56.

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Jacques Gilard y la música popular colombiana 29

ejemplo de ellos fue el poeta y escritor Jorge García Usta (1960-2005)


quien en 1999 -abundando en adjetivos descortese- reclama a Gilard el
no haberle dado suficiente importancia a un trabajo suyo sobre las
influencias intelectuales y literarias de García Márquez durante sus años
de periodista en Cartagena, en especial al impacto de Clemente M.
Zabala (1 893-63) insistiendo en que las consideraba más importantes que
las de Barranquilla, apreciación que Gilard no compartía y defendió
desde 1981 con claros argumentos. Otro de sus reclamos era no haber
tenido en cuenta los escritos de Zabala sobre música que también
consideraba importantes mientras que Gilard, que los conocía, les daba
una importancia marginal. En su reseña del libro de García Usta
-incisiva pero mesurada- Gilard evita referirse al hecho de que centro de
su objeción era que posiblemente considerara demasiado pretencioso
(«inflamatorio» lo llama Gerald Martin) el título del trabajo que intentaba
resolver en forma definitiva los interrogantes de «como aprendió a
escribir» el Premio Nobel de 1982.36 El eco del provincianismo que
denuncia Gilard se manifiesta aún hoy en el poco espacio dedicado a los
estudios sobre literatura de la costa adántica hecha por extranjeros. 37
Otra reacción es la del ya citado Medina Lima, quien lo llama «incisivo
pero desdeñoso», comentario propio de un medio poco acostumbrado al
debate académico, franco y lejano del lenguaje indirecto acostumbrado
en el país.38 A propósito de esto, en una entrevista poco conocida,
Gilard menciona la eficacia con la que la clase dirigente colombiana ha
ejercido su control a través de sus «modales afelpados» y su
ensimismamiento. Ante esto Gilard proponía -como estudioso- no caer
en su juego y no encerrarse en los limites que sólo a ella le convienen.
Para rematar, con respecto al apelativo de «colombianista» Gilard

36 Jorge García Usta, «Jacques Gilard: Un profesor cuadriculado», Viacuarenta, 4, 1999, p.


19-30. Los textos del debate son: Jorge García Usta, Cómo aprendió a escribir García
Marque^ Medellín: [Ed. del autor], 1995 y la reseña, J. Gilard, «Compte Rendu: Jorge
García Usta, Cómo aprendió a escribir García Marque?», Caravelle, 68, 1999, p. 189-92 y
versión electrónica en castellano en: Im Casa de Asterión, IX, 36, Enero-Marzo 2009, en
http://www.casadeasteríon.hornestead.com/v9ti36garciausta.htniJ y J. Gilard, «Eduardo
Zalamea Borda, descubridor de García Márquez» (1985), literatura:; teoría, historia, crítica,
8, 2006, p. 339-51. Gerald Martin, Gabriel Garda Marque?: A life, New York: Alfred
Knopf, 2009, p. 567 n° 2. Después de la muerte de García Usta en diciembre del 2005 se
publicó García Marque? en Cartagena. Sus inicios literarios, Bogotá, Seix Barrai/Pianeta, 2007,
una versión nueva de su trabajo sobre García Márquez y Cartagena.
37 Ariel Castillo Mier, «Estado de los estudios literarios en el Caribe Colombiano», en
Aaron Espinosa (ed.), Respirando el Caribe. Memorias del II Encuentro de Investigadores sobre el
Caribe Colombiano, Cartagena, Observatorio del Caribe Colombiano / Colciencias, 2006,
II, p. 224.
38 Medina Lima, p. 23.

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30 CMH.I^B. Caravelle

manifestaba que prefería «American


Colombia después».39
A pesar de no ser el tema central de
poco más en la formación de García Má
vale la pena insistir en una de las impo
sobre este asunto al señalar los relat
(1911-56) publicados en periódicos d
años cuarenta como claros antecedente
según lamenta Gilard- su autor nun
adecuada. En particular se refiere a Vida y
(1940) un cuento corto que toca por pr
otros texto de este autor- se convertirían en centrales en la creación de
las tradiciones canónicas del vallenato tales como: a) la relación de
acordeón y acordeoneros con el diablo y b) el uso frecuente de la
metáfora de juglar o trovador para referirse a ellos.40 La revelación por
parte de Gilard de este importante elemento del desarrollo de las
tradiciones literarias sobre la música costeña y el vallenato suele pasarse
por alto -como lo hace García Usta- o citarse en forma pasajera. Era tal
la trascendencia que Gilard le atribuía al citado texto de Bruges Carmona
que en junio de 2004 lo publicó -precedido de una jugosa introducción y
después de más de doce lustros de su aparición- en la sección de textos
olvidados y recobrados de la revista Caravel^ .
Tomando ahora el caso de Zabala, un examen somero del contenido
de sus columnas sobre temas musicales nos lleva a concluir que sus
discusiones no se centran en la música local y su análisis, sino que
forman parte de la valoración cultural que de ella se hacía como parte de
la «cultura» occidental y de la «civilización)^. Es probable que más que
influir en aquello que se pueda llamar «localismo» musical en la obra de
García Marquez, Zabala y sus escritos reforzaron su «universalismo» con
la música como un elemento central43. Al contrario de lo que opinaba
García Usta -que lo considera un precursor de la valoración de la música
local- los escritos e influencia de Zabala probablemente llevaron a

39 J. Gilard, «Entrevista», en Victoria Peralta y Michael LaRosa (eds.), I jos colombianistas,


Bogotá, Planeta, 1 997, p. 46.
40 Gilard, Surgimiento, p. 42; literatura colombiana 1940, p. 243 n° 30. y A. Bruges
Cannona, «Vida y muerte de Pedro Nolasco Padilla», El Tiempo, 3 de nov, 1940, Sección
2, p. 2 y «Noticia de los últimos juglares», El Tiempo, marzo 19 de 1950.
41 Gilard, literatura colombiana, 1940..., p. 225-50.
42 Sobre este tópico ver José Luis Najenson, «Las dimensiones de la cultura», en Cultura
naáonaly cultura subalterna: Dos categorías para la antropología política de América iMtina, Toluca,
Universidad Autónoma del Estado de México, 1979, p. 19-20.
43 Un buen resumen sobre los escritos de Zabala es el presentado por García Usta en
Carda Marque^ en Cartagena, p. 268-78.

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JACQUES GlLARD Y LA MÚSICA POPULAR COLOMBIANA 31

García Márquez a ampliar su interés por la música europea consolidando


así las tempranas lecciones recibidas en Zipaquirá por parte de Andrés
Pardo Tovar (1911-71), pionero de la musicología colombiana.44
A Gilard debemos claridad con respecto a la autoría en los textos de
la canción popular, en especial cuando analiza aquellos de la época
formativa del vallenato. Su experiencia en el estudio de la poesía cantada
de tradición oral hispánica lo lleva -mediante el análisis de un par de
ejemplos de este repertorio- a advertirnos sobre la esterilidad de las
polémicas alrededor de la validez de la autoría de textos de canciones que
provienen de fuentes poéticas comunes y que presentan variantes
mínimas que -aunque significativas- no permiten justificar su atribución
a un autor individual.45 Esto resulta difícil de entender para quienes
aplican -en flagrante anacronismo- el modelo de autoría y paternidad de
obra artística sancionado en el siglo XIX a los repertorios poéticos y
musicales que funcionaban -hasta mediados del siglo XX- dentro de los
marcos tradicionales y pre-modernos vigentes en América Latina durante
el período colonial (siglos XVI-XVIII). Este es el caso del vallenato y de
la mayoría de nuestras tradiciones cantadas y es un elemento
fundamental para tener en cuenta en el estudio de la canción
colombiana.4^
El error es sencillo y consiste en confundir la lírica popular con la
lírica «popularizante» (en el estilo popular) que en forma generalizada
aparece en América Latina durante el siglo XIX y cuyo mejor ejemplo -
sin pretender excluir aportes significativos de otras latitudes- es la poesía
«gauchesca» argentina, un tema tan caro a Gilard como el corrido
mexicano y el vallenato.47 El concepto «popularizante» no es de uso
frecuente ni en América Latina ni en España pero fue muy útil en Italia
desde las primeras décadas del siglo XX -bajo el adjetivo de popolaresco o
popo lareggiante- en el análisis de la canción y la poesía cantada de los siglos

44 García Márquez, Vivir para contarla, p. 242-43, 309-10. Sobre la trayectoria de Pardo
Tovar ver E. Bermúdez, «La Universidad Nacional y la investigación musical en
Colombia: Tres momentos», Miradas a la Univerisdad, 3, Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia, 2006, p. 51-70.
45 Gilard, Crescendo, p. 33.
46 Para una visión histórica de conjunto sobre la canción colombiana ver mi trabajo
«From Colombian "National Song" to "Colombian" Song: 1860-1960», Ì Jed und populäre
Kultur/ Song and Popular Culture, 53, 2008, p. 167-259.
47 Ver los siguientes trabajos de Gilard sobre estos temas: - « Sarmiento et la veine
populaire : du romancero andalou aux enfances de Facundo ». Caravelle, Toulouse, 65,
1995, p. 63-79 y « Emigration et contrebande : la Frontière dans les 'corridos' actuels ».
L'Ordinaire I Mtino- Américain, Toulouse, IPEALT, 160-161, Nov. 1995-Fév. 1996, p. 67-68.

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32 CM.H.Ï^B. Caravelle

XV y XVI.48 En aquel momento la mode


circuitos masivos de distribución se im
cantada enraizada en la tradición mediev
sí pre-moderna en su concepción. El trá
resultado una poesía en el estilo popula
vocabulario de los «rústicos» (campesin
que no era obra de ellos sino que e
compositores y poetas de extracción
villotte y cannone alla villanelle provey
emergente con una cultura poética y m
tanto de aquella cortesana, como de las
local o regional.
Un ejemplo latinoamericano -cer
comprensión de su visión del vallenato
hombre de carne y hueso y no Martín
hipotético- quien escribe las miles d
formidable poema de ese nombre.
Hernández descendía por vía materna d
de la independencia y vivió de jov
-administrador de estancias del dict
absorbiendo la cultura de los vaqu
convertirse en militar defensor de la c
mediados de aquel siglo. Exiliado en Bra
parte de la última insurrección federal d
y los gauchos del Paraná contra Sarmie
Argentina termina su vida como pe
publicando en 1 872 su obra maestra El gau
secuela, Im Vuelta de Martin Fierro. Se tra
se ubica entre la música académica y aqu
forma más que perspicaz, Borges y B
poesía gauchesca no es obra de gauchos
que no se debe confundir con la poes
cuando versifican, no usan voces rústic

48 Alberto M. Cirese, Cultura egemonica e culture s


populare tradizionale, Palermo, Palumbo Edit
cuadernos escritos en la cárcel por Antonio Gr
elaboraciones teóricas, ver Giuseppe Prestipino
Newton Compton Editori, 1976 y Alberto Cirese, Inte
Verga, Deledda, Scotellaro, Cramsä, Torino, Ei
proponer este análisis en el caso de la canció
Torrefranca (1883-1955) en su obra II segreto de
popolaresca, Milano, Ulrico Hoepli, 1 939.

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JACQUKS GlLARD Y LA MÚSICA POPULAR COLOMBIANA 33

vocabulario ampuloso y rebuscado.49 Además, uno de los clásicos


gauchescos, Hilario Ascasubi (1807-75), en 1872 nos habla en términos
muy claros del alto valor político de esta literatura como agente de
creación de conciencia y de movilización de masas. 50

III

Gilard advirtió en sus escritos sobre la relación entre cultura


(literatura, música) y poder político en el contexto de la consolidación
la modernidad colombiana de 1940-50 simbolizados por la radio,
televisión, las máquinas dispensadoras de música grabada, la nuev
música de baile y la Coca-Cola -que bebía sin cesar el sabio catalán Do
Ramón Vinyes- elementos que fueron glosados por intelectuales com
García Márquez. 51 En mayo de 1955, en uno de los artículos qu
escribió durante un viaje a la costa atlántica, García Márquez se aline
con lo que puede considerarse el lanzamiento -a través de la prensa d
circulación nacional- de Valledupar como ejemplo de modernidad en
región liderado por la elite local a través de proyectos productivos com
el cultivo mecanizado del algodón y la instalación de plantas de bebid
gaseosas. 52 La embotelladora de Valledupar fue parte del rápid
crecimiento de la franquicia de Coca-Cola en Colombia en los año
siguientes a su establecimiento en Medellín en 1940.53 La compañ
desarrolló desde entonces una imagen publicitaria asociada a la juventu
al deporte y a hitos de la modernidad como el cine, la radio, lo
supermercados, la industria fonográfica, los programas musicales radia
y la televisión, imagen que se vio fortalecida por su incursión
publicidad en la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA desde su versión
Brasil en 195054. En los años cincuenta y en el marco de la Guerra Frí

Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (eds.), «Prólogo», Poesía Gauchesca, Méxic
FCE, 1955, 1,p. vii,ix.
50 H. Ascasubi, «Prólogo», Obras completas, en Borges y Bioy Casares, I, p. 37.
51 García Márquez, «El bebedor de Coca-Cola», El Heraldo, Mayo, 1952, en Gilard (e
Textos Costeños, II, p. 604-06. Prefiero el término de «máquinas dispensadoras de mús
grabada» en lugar de Victrolas, que era una marca registrada y las había de otras como
Wurlitzer.

52 «Con juez pero sin juzgado», El Espectador, 14 de mayo 1955, en J. Gilard (ed.), Ent
cachacos, II, p. 981-82.
5^ Juan Fernando Orozco, Coca Cola Company, p. 2 en monografias.com en:
ht tp: / / www.rnonogmfias.com /trabajosl 1 /coca /coca. shtml
54 The Centennial of Coca Cola in ÌMtin America: 1906-2006, Atlanta: The Coca-Co
Company, 2006, pp. 39-40, también en:
www.thccoca-coiacompany.CQm /... /Centennial Coca-Cola Latin America English. pdf

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34 CM.H.I^B. Caravelle

el desarrollo de la industria textil y lo


«American way of life» -asociados a la l
coadyuvaron a la expansión de la indust
puntales como el bambuco, el porro
económicas que vendrían años más tard
musical, con repercusiones como la con
penetración de la salsa y el desmoron
música bailable colombiana (porro, gait
la economía algodonera y su sustitución
notorio impulso al vallenato, que ya
«falsificado», que hemos tratado y sobr
En lo que va del nuevo siglo se han dev
estas compañías trasnacionales en el
denunciadas en Colombia y los Estados
líderes sindicales de las plantas colombia
aquellas de la costa atlántica^7. Algo
trabajadores de Nestlé de Colombia
principales plantas fue establecida en
numerosos centros de acopio de leche
Cesar (Becerril, Curumaní, etc.) y que s
como parte de los privilegios a la tradi
Como decía al comienzo de este texto, G
como homenaje y muy probablememen
todos estos aspectos de la realidad de la
lo hizo el cantautor norteamericano Da

55 Para este preceso visto desde el desarrollo de


«From "National Song" to "Colombian Song": 1860
and Popular Culture, 2008, p. 161-2.
JV Guard, Le «Vallenato», p. 91. Para una visión
Gutiérrez Hinojosa, Valledupar Música de una hist
205 y Pizano'y Tafur, p. 100.
57 http: / / www.youtube.com /watch?v~Bq
(Sindicato Nacional de Trabajadores de la Indus
campaña de hostigamiento contra muchos de s
varios de los líderes sindicales de las plantas de
partes del país, entre ellos Avelino Achicanoy (19
(1996), Oscar Dario Soto (2001) y Adolfo M
denuncias de las actividades de Coca-Cola en la India ver
httpw^Vww.youtubcxom/watchPv-SOcjJOxI^ljc
58 Gutiérrez Hinojosa, Valledupar, p. 206 y Sinaltrainal, Nestlé. El Negocio del hambre, 2002,
p. 3-7.

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Jacques Gilard y la música popular colombiana 35

Coke is the drink of the Death Squads.^ Además, uno de los referentes
indispensables de cómo la canción puede formar parte de la reflexión
sobre la realidad social, cultural y política es sin duda el narcocorrido.60
Gilard previo esta situación al ser el primero en ponerle el cascabel al
gato develando que el estilo de vallenato de mayor difusión y ventas
desde hace más de dos décadas era justamente aquel considerado
«decadente» y que todavía es calificado por los ortodoxos y guardianes
del canon como carente de autenticidad. Gilard considera que la razón
de esta transformación radica en el hecho de que en su periodo de
formación, el género fue «cortado de sus orígenes» populares. 61 Así,
creciendo muy cercano al poder, se pudo consolidar en los cruciales años
entre 1975 y 85 donde ocurre lo que Gilard llama su «estandarización» -
como ya mencionamos- surgida a la sombra del crecimiento de la
economía con base en el cultivo y tráfico de marihuana, fenómeno de
gran trascendencia local y nacional y que es abordado sólo
tangencialmente en las discusiones sobre el género.62
El aporte de Gilard consistió en develar que eso mismo que hemos
tratado arriba en relación con la cultura «popularizante» sucedía en pleno
siglo XX colombiano, cuando miembros de la elite provinciana costeña
tomaban la voz de sus propios jornaleros y «concertados» para reafirmar
su poder sobre ellos. Ahora bien, no comparto con Gilard el uso de la
palabra «recuperación» pues no creo que ellos estuviesen «recuperando»
algo que los campesinos les habían quitado o pedido prestado, por el
contrario, esto se estaba plasmando en el contexto que anotó Burke en
su estudio sobre la cultura popular de la temprana edad moderna
europea, es decir la gran cercanía que en el caso hispánico existía entre la
cultura dominante y la subalterna6^. En nuestro términos, se trataba del
gamonal vestido de campesino, algo muy corriente en la Colombia de
hoy, con sus ponchos «paisas» y sombreros «vueltiaos», por cierto,

59 «Coke is the drink of the Death-Squads», en Behind the Barricades: The Best of David
Rovics, Oakland (CA): AK Press/Daemon Records, 2007, CD AKA038/DAM 19041,
corte 2.

60 Carlos Valbuena, «Jacques Gilard y el narcocorrido colombiano», en este volumen.


Ver además Elijah Wald, Narcocorrido: A Journey into the Music of Drugs, Guns and Guerrillas,
New York: Rayo, 2001. Ver también Helena Simonett, «Subcultura musical: el
narcocorrido comercial y el narcocorrido por encargo», Caravelle, 82, juin 2004, p. 179-
193 y Jacques Gilard y Enrique Flores, «Présentation : Chanter le bandit en Amérique
Latine, 'seja marginal, seja herói'», Caravelle, 88, juin 2007, p. 7-10 al igual que otros
artículos de ese número de la revista.

61 Gilard, Crescendo, p. 34.

62 Gilard, 'je «Vallenato», p. 91-92. Unas de las pocas excepciones es Gutiérrez Hinojosa,
Valledupar, p. 194-205.
63 Peter Burke, Popular Culture in Early Modem Europe, London, Temple Smith, 1979, p. 8.

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36 CM.H.I^B. Caravelle

convertidos estos últimos por ley de l


cultural de la nación», como perfecto
«por decreto». 64 Cesaretti y Pagni
populismo provinciano de Cuyo (Argen
la alpargata como símbolo- mantuvo el
irrestricto al proyecto peronista de los
sobre la mecánica de ese populismo
constante en la historia latinoamer
operando como cortina de humo tra
propicia el aumento de la brecha ent
privatisa la educación pública, se enaje
naturales y se garantiza la creciente co
político y mediático en los círculos cerc
En su último escrito sobre el vallenato Gilard comentaba -sin duda
con una sonrisa en la boca- que la única continuidad que observaba en el
vallenato para considerarlo una tradición, era aquella de la permanencia
en el poder de la clase política que siempre lo ha auspiciado.66 No hay
que ir muy lejos para constatar que Gilard tenía razón, notando la
presencia de los apellidos De la Espriella, Villazón, Castro, Dangond y
Celedón entre las figuras actuales del vallenato. Estas son las grandes
familias de los departamentos del Magdalena, Cesar y sur de la Guajira,
aportantes a las campañas de elección, reelección y referendo de segunda
reelección del actual gobierno y beneficiarios de sus millonarios
subsidios y concesión de «zonas francas» de comercio, además de formar
parte de las directivas de programas gubernamentales de relaciones
públicas como Colombia es pasión donde la farándula, las reinas de belleza,
el deporte y, sobre todo, la música local desempeñan un papel
fundamental.67 Esto se enmarca, en la costa y otras zonas del país, en un

64 Ley 908, 8 de septiembre, 2004, República de Colombia, Diario Oficial, No. 45.666, 9
de septiembre, 2004, p. 27. Ver también América Larraín.
65 Fernando Cesaretti y Florencia Pagni, Im alpargata mendoána. Auge , drama, decadenáay
extináón dell ¿nanismo ', Editorial Histórica. Monografías, en
http: / / www.edhistorica.corn /co mon. php
66 Gilard, U «Vallenato», p. 92.
6^ Recientes denuncias han involucrado a las familias Dangond, Lacouture, Dávila, Vives
y a sus allegados en la recepción de millonarios subsidios agrícolas por parte del
gobierno. Ver Daniel Coronell, «Familias en acción», Semana, 26 sept. 2009, versión
electrónica en: http://www.semana.com/noticias--opinion/iamilias-accion/129247.aspx
y «Programa Agro Ingreso Seguro ha beneficiado a hijos de políticos y reinas de belleza»,
Cambio, 847, 24-30 sept, 2009 versión electrónica en:
http: / /www -'.cambio, coiti .co /paiscambio /847 / A RTICIJ 1 O-WHB-
NOTA INTERIOR CAMBïO-6185730.html y Daniel Coronell, «Otras zonas francas»,
Semana, 1436, noviembre 9-16, 2009, p. 22. En este marco y en relación con debates
recientes sobre el acordeón y el vallenato ver E. Bermúdez, «Beyond Vallenato: the

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Jacques Gilard y la música popular colombiana 37

proyecto de beneficios gubernamentales para la gran propiedad que


-glosando lo que sostienen Tenthoff y Bertrán Casanellas- está ligado
con los intereses económicos trasnacionales (recursos energéticos,
agroindustria) y aliados con aquellos de la elite local, la reinserción y
legitimación del paramilitarismo a través de una contrarreforma agraria,
la militarización de la sociedad y la clientelización del campesinado (las
victimas del desplazamiento) que se contenta con el 10% de la inversión
del estado mientras que el resto se asigna a los victimarios. El principal
agente del estado en este proceso es Acáón Soáal^ una dependencia
directa de la presidencia que gestiona también los recursos provenientes
de la cooperación internacional.68 Pero, ¿sigue esto teniendo relación
directa con Gilard y con el vallenato? Sí, y la respuesta comienza con el
gran prestigio y legitimidad que generó el vallenato para la elite costeña
en general, tal como lo ha descrito Gilard. Esta expresión de localismo
-fuertemente impulsado y defendido desde lo cultural y que cuenta con
un notable capital simbólico- es reconocido por W. Guerra como parte
fundamental del manto de impunidad que, por ejemplo, cubre la
corrupción de políticos y administradores de recursos en la región6^. Por
otra parte, la importancia de la música -y en nuestro caso del vallenato-
en la agenda gubernamental se refleja en los programas de gestión del
Ministerio de Cultura sobre las músicas tradicionales que parece estar
articulada de la misma manera, con un gran componente presupuestal
dependiente de Acción Social^ su mayor financiador y cuya participación
en el sector de la música ha crecido sostenidamente entre el 2003 y el
2007 JO Adicionalmente, en la esfera del espectáculo oficial, estaría

Accordion traditions in Colombia», en 'Ï he Accordion on New Shores, Ed. Helena Simonett,
Chicago: The University of Illinois Press, 2010, en prensa.
68 Se trata de la Agenda Presidencia/ para la Acàón Sodai y la Cooperación Internacional, ver
http://w'vw.accionsocial.gov.co/porta]/default.ftspx. Moritz Tenthoff, El Urabá: donde el
desarrollo alternativo se confunde con intereses económicos y la reinserción del paramilitarismo, Informe
sobre políticas de Drogas, No. 27, Amsterdam, Transnational Institute, 2008, p. versión
electrónica en: lit tp: / / www.tni.org/es /node/62998 y Laia Bertrán Casanellas y Moritz
Tenthoff, 'm cooperaáón internaäonal finanáando una pa^ de monocultivos y militari^aáón en
Colombia, Bogotá, Transnational Institute, 2008, p. 6, versión electrónica en:
htlp://'v''^^mi.org/es/article/la-coopefaci%C3%B3n-intcrnacional-flnancia-una-pa>/.-
de-monocultivos-en-un-anibicnfe-de-niiJitarizaci. Ver también María Jimena Duzan, «Los
Para-subsidios», Semana, 1436, noviembre 9-16, 2009, p. 35.
69 Weildler Guerra C, «La evaporación de la regalías», El Heraldo, Barranquilla,
noviembre 1 , 2009, en:
htlp://w''^^elhel•aldo.cotTì.co/Hl■iJl:^iAI■^O/BancoCQ^locmìietlt■o/Y/y^a evaporado
n de las regalías /vía evaporación de las regalias.aspPCodSecdon- 52
70 Política pública para la música, Mayo 2008, pp. 11, 13. El aspecto de la financiación de los
programas no es problematizado en el documento teórico que sustenta el programa,
Eliécer Arenas Monsalve, Una aproximaáón a los fundamentos y apuestas conceptuales del
programa de músicas tradiáonales del PNMC, 2007. Todos los documentos en Ministerio de

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38 CM.KI^B. Caravelle

expresado también en la fuerte presenci


del «Gran Concierto Nacional», evento g
desde el 2008 tanto en Colombia como en el exterior con motivo del Día

de la Independencia (20 de julio).71

IV

Hasta hoy, el tratamiento del vallenato no ha logrado incorporar la


visión crítica que Gilard planteó sobre su desarrollo. Tal vez una de las
razones sea el hecho de que la literatura actual nunca abordó el problema
desde un claro punto de vista ni musical ni textual, sino desde una
perspectiva cultural y consideró que mirarlo críticamente era equivalente
a eliminarlo de la construcción identitaria costeña. Críticos tan

experimentados como Castillo Mier prefirieron adherir al canon, au


refiriéndose a un músico como Adolfo Pacheco, quien en sus cancion
y entrevistas ha denunciado muchas de las mismas cosas denunciada
por Gilard.72
Por otra parte, los esfuerzos de Gilard en cuanto a su
contextualización social y política del vallenato se enmarcan en los
grandes debates de los años 1960-80 sobre la investigación en la historia
de la cultura y el arte y sus articulaciones con la social, lo colectivo y lo
individual en donde la literatura desempeña un papel central. Tal como
lo enunciaba Raymond Williams, se trata de superar la dificultad que
plantea enfrentar un estudio de la obra artística en la que existe la
separación de una «sociología interesada sólo en grupos abstractos y una
crítica literaria enfocada exclusivamente al estudio de autores y obras
individuales»7^. Los trabajos de Gilard sobre el vallenato y la música
costeña constituyen un valioso aporte a la disciplina musicològica /

Cultura, Plan Nacional de Música para la Convivencia, Documentos, en:


http: / /www.mincultum.gov.co/Pidcategoria- 1 538
7* «El Gran Concierto Nacional es ahora mundial», El Espectador, 10 de julio, 2008,
versión electrónica en:

http://www.elespectadofxom/entixteniniiento/agenda/goce/atticulo-e)-gran-concierto-
nacional-ahom-mundial y Ministerio de Cultura, Gran Concierto Nacional, en:
http://gcn.mincultiira.gov.co /ver /departamentos/
72 Ver Ariel Castillo Mier, «Adolfo Pacheco y el uso de razón en el canto vallenato», IV
Seminario Internacional de Estudios del Caribe. Memorias, Barranquilla, Universidad del
Atlántico, 1999, p. 215-36. Este autor también toma la posición con los guardianes del
canon en su elogiosa reseña del texto de Samper y Tañar, ver A. Castillo Mier, «Los
secretos del maestro», El Malpensante, 37, (2002), p. 84-92. Para las denuncias de Pacheco
ver Bermúdez, Detrás, p. 513-15.
73 Raymond Williams, «Literature and Sociology», Problems in Materialism and Culture:
Selected Essays, London, Verso, 1980, p. 29.

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JACQUKS GlLARD Y LA MÚSICA POPULAR COLOMBIANA 39

etnomusicológica en Colombia. Al comienzo sintetizamos los filones


abiertos por Gilard para el tratamiento de este genero musical, que lo
sitúan en un entramado de poder, política, medios de comunicación e
identidad, visión afortunadamente cada vez más frecuente en la
musicología y etnomusicología de hoy.
Por otra parte -si bien Gilard no alcanzó a glosar (desde el punto de
vista musical) su valiosa compilación de escritos periodísticos de García
Márquez- consideraba con razón que en ellos el autor proporciona útiles
claves sobre las diversas circunstancias del surgimiento a nivel nacional
de la popularidad de la música costeña y la conformación del temprano
vallenato. Esto será materia de un trabajo aparte que seguramente
hubiera sido del agrado de Gilard, a quien desde ya, está dedicado. Sin
embargo, para finalizar dejémosle la última palabra a los colegas y amigos
de Gilard y al Grupo Mercal: «mirando al diablo la cara / sin temor ni
desafío»... «es un verraco en su oficio» ... «y hasta el mismo vallenato /
con talento ha esclarecido».

RESUMEN - El trabajo analiza la importante contribución hecha por Jacques


Gilard -y su recepción- en lo que constituye un caso aislado en el contexto de la
literatura y en el debate sobre el vallenato y la música popular de la costa caribe
colombiana. De una amplia serie de ponderosos ensayos surgen los argumentos
principales de Gilard sobre los nexos vallenato-política-poder, rechazados por el
establishment colombiano que, a la vez, constituyen el punto de partida de la
exposición de Wade sobre el vallenato, en especial sus tesis sobre el surgimiento
de la reivindicación de la música y la cultura costeñas en el interior del país.

RESUME - Ce travail analyse l'importante contribution due à Jacques Gilard


- et sa réception - sur ce qui constitue un cas isolé dans le contexte de la
littérature et dans le débat sur le vallenato et la musique populaire de la côte
caraïbe colombienne. Une vaste série d'essais d'un grand poids expose les
principaux arguments de Gilard sur les liens qui unissent vallenato, politique et
pouvoir ; ces liens, niés par Y establishment colombien, constituent également le
point de départ de l'exposé de Wade sur le vallenato, en particulier ses thèses sur
l'apparition de la revendication de la musique et de la culture de la côte à
l'intérieur du pays.

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40 CMH.I^B. Caravelle

ABSTRACT - This work analyzes Jacques


well as its reception- dealing with what re
context and which brings up a debate concer
in the Colombian Caribbean coast. From a
emerge Guard's main arguments about th
poli tics-power that were rejected by the
are in turn, the starting point of Wade's ex
his thesis about the emergence of the claim
within the country's interior.

PALABRAS CLAVES : Colombia, Caribe,


Vallenato.

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