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Toca visita a Nápoles, una ciudad caótica, de tráfico endiablado.

Edificios decadentes,
añejos a los que les faltan varias manos de pintura. Cables, ropa tendida, obras, ruido de
motos cuyos conductores ¡no llevan casco!…llena de altares y mercados callejeros. De
gente sentada a la “fresca” en medio de una calle que seguro no brilla por su limpieza.
Pero eso es sólo la primera capa. Esconde esta ciudad situada al borde del Vesubio, en el
sur de Italia, una segunda piel donde todos esos tópicos se superan. Eso sí. Para
encontrarlos hay que escarbar. En Nápoles nada es lo que parece y los mejores tesoros
están ocultos. Hay que esforzarse por descubrirlos, pero cuando das con ellos la imagen
de la ciudad cambia. La antigua capital del reino español de las dos Sicilias y de la
región de Campania, es un diamante, una obra de arte la mires por donde la mires.

Vista de la Cartuja de San Martino

1. La cartuja de San Martino

Nápoles se asienta entre volcanes y sobre colinas. La de Vomero es una de ellas. En su


cumbre se se ubican dos monumentos cuya visita recomiendo en primer lugar en esta
lista por dos razones. Una por su belleza. Y dos. Porque son dos miradores que nos
permitirán ubicar y entender la ciudad.
Panorámica de Nápoles con la silueta del Vesubio
Al contemplar una panorámica de Nápoles se hace evidente la colosal dimensión de la
ciudad, la tercera más grande Italia. Y la belleza de labahía con la estampa del
dormido pero siempre imponente Vesubiocomo compañero y la silueta de la isla de
Capri en frente, la cual recuerda a una mujer embarazada.

La cartuja está llena de valiosos frescos


Una vez ubicados, toca iniciar la visita y recomiendo especialmente dedicarle un tiempo
a la Cartuja de San Martino (Certosa en Italiano), fundada en en año 1325 pero cuyo
edificio ha sufrido muchas reformas. Actualmente brilla como una de las grandes
obras del barroco napolitano y curiosamente uno de los monumentos menos visitados
de la ciudad, dato que confieso me sorprende pues la belleza artística de este lugar es
superlativa.

Nada más entrar, la gran nave de una iglesia gótica con frescos posteriores, de la época
barroca, pintados por artistas napolitanos como Caracciolo, Guido Reni… nos advierte
de que estamos en un lugar muy especial. A partir de aquí, empieza una sucesión de
salones y habitaciones llenos de pinturas, esculturas, mármoles y objetos
decorativos… que demuestran la maestría, el genio y la riqueza del arte italiano.
El claustro era también el cementerio de los monjes
No dejes de entrar en el claustro / cementerio al que daban acceso las habitaciones de
los monjes, decorado con calaveras y donde los religiosos encontraban su eterna
sepultura. Una estancia que invita a la reflexión. La visita se completa con una
exposición de barcos reales, carrozas antiguas, figuritas napolitanas y natividades
antiguas que conquista.

2. El castillo de San Elmo

Al lado de la cartuja, reina el castillo medieval de San Telmo. Quizá no es tan bello
pero si llamativo por su estructura recia ejemplo de la más sólida arquitectura militar.
Interior del castillo
Refugio de los napolitanos en asedios varios y creado como unbastión indestructible.
No dejes de asomarte para ver la ciudad de Nápoles desde distintos ángulos.

3. Spaccanapoli y la plaza de Jesús Nuevo

Una vez ubicados, ponemos rumbo al centro histórico, en concreto a la calle


Spaccanapoli, la cual parte Nápoles en dos, como se aprecia desde lo alto del castillo.
Plaza del Jesús Nuevo de Nápoles
Empezamos el recorrido en la plaza del Jesús Nuevo (Gesú Nuovo) uno de los rincones
más fotografiados de la ciudad y donde ya se percibe el bullicio típico de esta capital.
Foto obligada ante la iglesia que da nombre a la plaza, levantada en 1470 y concebida
inicialmente como un palacio, pero transformada en templo por los jesuitas en el año
1584, de ahí su curiosa fachada.
En el centro, destaca la llamada “aguja de la Inmaculada”, un pináculo con más de 30
metros de alto y construida en 1747 en homenaje a la virgen.

4. Convento Monasterio de Santa Clara

Muy cerca de la plaza de Jesús Nuevo entramos en el Monasterio y convento de Santa


Clara (Santa Chiara), otra de las visitas imprescindibles. Originaria del siglo XIV, llama
la atención su claustro de las Clarisas, con sus peculiares azulejos de cerámica majórica
donde las religiosas contemplaban la vida extramuros a través de las escenas
costumbristas de la época representadas en estos azulejos.
Los azulejos eran una ventana al mundo para las religiosas
El complejo fue destruido durante la II Guerra Mundial y hubo que levantarlo de
nuevo. Afortunadamente los azulejos y los suelos se conservaron intactos, protegidos
por los escombros caídos sobre ellos. Actualmente el convento brilla de nuevo como
un reducto de paz en el corazón de la estridente su ruidosa Nápoles. No te vayas vayas
sin probar un zumo recién exprimido con los naranjos del huerto.
El claustro de santa Clara está lleno de naranjos

5. Capilla de San Severo y el Cristo Velado

Es, sin duda, mi lugar favorito de Nápoles. Uno de esos monumentos donde entiendes
que exista el mal de Stendhal. Para empezar, no te dejes engañar por la entrada situada
en una callejuela estrecha y oscura. Ni por la anodina fachada. Lo importante está oculto
en el en interior y desde fuera cuesta imaginar el tesoro que hay tras estas paredes.
Interior de la capilla de San Severo
La capilla, donde se haya el famoso Cristo Velado se construyó por orden de Raimondo
de Sangro, príncipe de San Severo, – uno de los personajes más misteriosos del siglo
XVIII- para acoger la tumba de sus padres. Además de honrar la memoria de sus
progenitores escondió por todo el templo símbolos de la masonería, a la que pertenecía.
En en centro destaca la escultura del llamado Cristo Velado. Una obra maestra en
mármol de una sola pieza que representa a Jesucristo recién fallecido. Cubierto por
un velo casi transparenteque permite intuir todos los detalles de su piel, desde las
llagas de los clavos con los que fue clavado a la cruz, hasta la cara de sufrimiento donde
se nota el último aliento. La obra tiene una perfección tal que hechiza. Tanto que se
dice que Raimondo contó con la ayuda de unalquimista de la época quien le enseñó
como transformar una seda en piedra, lo cual aunque nunca fue probado, yo casi me
creo ante la visión de tal realismo. Curiosamente el autor del Cristo es un gran
desconocido: Giuseppe Sanmartino.

Pero no es la única. A la derecha encontramos la escultura del unhombre cubierto con


una red situada sobre la tumba del padre de Sangro. Por favor, al contemplar la figura
es clave tener en cuenta la dureza del mármol y la perfección de los movimientos de la
red, con todas las cuerdas esculpidas al detalle. Lo que revela la maestría de un escultor
que sabía que el más mínimo error no tenía marcha atrás. En escultura y en aquellos
tiempos no había “control z”.

Al otro lado del templo, sobre la tumba de la madre de Sangro, encontramos la escultura
de una mujer también tapada por un velo.La contemplación de todo el conjunto
escultórico hace pensar que realmente los artistas o el dueño del templo consiguió
petrificar las telas con este milagroso resultado.
Sangro sentía gran curiosidad por los misterios de la anatomía humana
Pero esta capilla esconde más misterios. Los símbolos masones están ocultos por todos
los rincones. Ya en la salida, una última mirada a losdos cuerpos humanos con las
venas intactas. También son muchas las leyendas alrededor de estos. Hay quien dice
que son dos sirvientes del príncipe disecados y otros que aseguran que son simples
esculturas fruto de algún artista a quien Sandro, obsesionado con la anatomía humana,
encargó la obra.
El caso es que la visita no pasa desapercibida y este es un templo lleno de misterios.

6. Gregorio Armenio la calle de los belenes.


Muy cerca de la capilla, en el centro histórico, está la calle de los belenes: San
Gregorio Armeno. Llena de tiendas y talleres que trabajan desde el siglo XIV, y
activos durante todo el año, en la creación de objetos para la construcción de belenes:
figuras navideñas, pesebres, portales y un saber hacer que se transmite de familia en
familia y de generación en generación… Una calle ajetreada y estrecha, siempre
animada y siempre llena de gente donde siempre es Navidad.

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