Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
français
d’études
andines
El siglo XIX: Bolivia y América latina | Rossana Barragán,
Seemin Qayum
Volltext
1 La etapa de gobierno de los partidos conservadores
bolivianos -Constitucional, Demócrata y Conservador-
cubre el período histórico que va desde la retirada de
Bolivia de la Guerra del Pacífico (1880), que enfrentó a
la alianza peruana-boliviana contra Chile, hasta el
estallido de la Guerra Federal de 1899 entre
conservadores y liberales bolivianos. Este período de
entre-guerras encierra la génesis de la implantación
del régimen de partidos políticos en Bolivia. Una vez
que quedó establecida una tregua en 1880 entre Chile
y Bolivia, sin que ello significase que Bolivia se retirara
de la contienda y rompiese su alianza con Perú, se
plantearon dos posiciones fundamentales acerca de la
resolución del conflicto: la continuación de la guerra o
la paz. Estas posturas conformaron el primer sustrato
ideológico de los partidos políticos bolivianos,
posibilitando una definición de las distintas fracciones
de la élite1 en virtud de la nueva remodelación política
y al papel que se le destinaba al Estado. La diferencia
partidaria inicial no se refería tanto al interés de
discutir el destino nacional de Bolivia, como a
remodelar las relaciones intra-élites a partir del
enfrentamiento entre los detentadores del poder y los
desplazados y aspirantes al mismo, que se resumió en
la rivalidad conservadores-liberales. De modo
esquemático, quienes defendían la renovación de la
guerra no sólo eran militares y grupos con intereses
comerciales con el sur peruano, sino también clanes
familiares de origen regional heterogéneo que
competían por sustituir a la oligarquía del sur en sus
privilegios; mientras que los defensores de la paz
fueron los grupos de mineros-terratenientes-
comerciantes importadores y exportadores vinculados
a la economía chilena. Los primeros, el grupo
antichileno y antipacifista, conocido más tarde como
liberal, se alineó tras el coronel Eliodoro Camacho, jefe
de la revuelta contra el general Daza. Los segundos se
agruparon, bajo el término general de conservadores,
en torno a las figuras de Aniceto Arce y Gregorio
Pacheco, principales poseedores de las minas de plata,
y de Mariano Baptista, abogado de varias compañías
mineras y accionista de las mismas. No se trataba de
una división estrictamente regional que pudiese
traducirse sin matices en la lucha de conservadores
contra liberales. Se combinaban contradictoriamente
sectores provenientes del proceso de modernización,
iniciado después de la guerra, con otros fruto de las
formas caudillistas de dominación. Era una pugna
entre los sectores dueños de los medios de producción
que veían en el régimen partidario un mecanismo
para la toma del poder político y una garantía de su
legitimidad como grupo dominante, y aquellos otros a
los que la inestabilidad del régimen caudillista había
dado esperanzas de ascenso y de remodelación social.
Se iniciaba, así, un enfrentamiento entre los
poseedores del poder y los que aspiraban a él dentro
de la élite, que quedó regulado a través de los partidos
políticos.
2 Dado que la conquista del poder central, expresada en
la reivindicación de la tradicionalidad del sistema
representativo democrático, legalmente representado
por el sistema electoral republicano adoptado por la
Constitución de octubre de 18392, fue uno de los
objetivos básicos de las élites bolivianas, este trabajo
aborda la problemática partidaria a partir de los
motivos que subyacían detrás de las alianzas entre los
distintos partidos políticos. El resultado es un esfuerzo
de recreación del modo cómo se inventaron y
construyeron discursivamente las diferencias,
contenidos y prácticas de los partidos políticos. Este
propósito supone que las cuestiones aludidas se
discutirán bajo el presupuesto de ausencia de
diferencias sociales y profesionales, e incluso de
programa, entre los partidos bolivianos. Su aparente
distinción ideológica obedeció a la necesidad de la élite
de agruparse en distintos bandos para definir la
redistribución interna de sus privilegios y
competencias, al tiempo que para reglamentar y
regular la participación popular tanto en su futuro
diseño de nación como en su propia remodelación
como clase. Se sostendrá, así, que para evitar que
continuara el mismo ritmo de movilidad social del
período caudillista, resultó conveniente disminuir las
posibilidades de ascenso social que un régimen de
partidos políticos podía favorecer. Esto se hizo de dos
modos. Primero los representantes de los partidos
conservadores desarrollaron una estrategia destinada
a coartar el éxito electoral de los liberales. Los
miembros más prominentes del grupo minero de la
plata en vez de presentar una sola candidatura se
dividieron en dos buscando concertar por separado
acuerdos con los partidos opositores, en este caso el
Partido Liberal, a fin de neutralizar su capacidad de
convocatoria y conseguir un margen mayor de
electores. Logrado esto, fueran cuales fuesen los
resultados de las urnas siempre favorecieron a un
partido de la élite minera en el poder, o bien al que se
había presentado en solitario, o bien al que había
aparecido en coalición con los liberales. El resultado
fue que, de un modo u otro, tanto el partido ganador
como el de la oposición sostuvieron las mismas
directrices políticas y de clase; cosa que no hubiese
ocurrido de acudir a las elecciones agrupados
demócratas y constitucionales.
3 Segundo, el enfrentamiento de los conservadores con
el Partido Liberal generó un discurso contrario “al
absolutismo de las masas populares” y a la “revolución
desde abajo”, que evidenció cómo, en la definición de
qué fracción de la élite debía resultar hegemónica, era
imprescindible la presencia de los sectores populares.
Estos fueron el instrumento de que se valieron los
contendientes para la negociación y toma del poder
político, al igual que para la legitimación de sus
candidatos como representantes nacionales de la
opinión del “pueblo”. El grupo de la élite que
monopolizara el consenso popular obtenía una forma
de presión frente a los otros grupos, aunque esto no
significaba que se reconociesen a los sectores
subalternos derecho de intervención política o de
ciudadanía. Se les consideraba imprescindibles en la
medida que favoreciesen la circulación interna de las
élites, pero se les dejaba de lado en cuanto
pretendieran reivindicaciones propias que
cuestionaran su participación pública sin
representación real. Los grupos menos privilegiados
contribuyeron a la remodelación de la élite y. en
consecuencia, a su propia marginación al actuar como
árbitros involuntarios en el conflicto. Este arbitraje
convirtió a las masas rurales y urbanas en la fuerza de
apoyo que las distintas fracciones de la élite utilizaron
para amenazar a las contrarias y obligarlas, si no a
una derrota, sí a una negociación sobre el reparto de
los privilegios. Tal actitud se resumió en debates
parlamentarios y periodísticos que hicieron de la
elevación del nivel de vida y de la educación de las
clases populares el motor de un movimiento universal
hacia la abolición del autoritarismo y de las clases
portadoras del mismo. Pero como esos objetivos
estaban mediatizados por las reformas educativa y
militar, su manifestación quedó en suspenso y se
mantuvo tanto la exclusión política de las clases
subalternas, identificadas en su mayoría con los
indios, como el desprecio a su presencia pública
cuando ésta era ya inevitable por la misma lógica de
las elecciones.
4 De ambas formas de regular el escenario político, este
estudio se centra en la segunda, que se articula en
función de los discursos antimilitaristas, anti-
oligárquicos, antiperuanos y anticaudillistas
originados a raíz de la Guerra del Pacífico (1879-1883).
Estos permiten distinguir las diversas fracciones en
que se encuentra dividida y enfrentada la élite, a la
vez que sirven para establecer el sustento ideológico
que cada partido desarrolla para afirmarse y hacer
frente a la competencia electoral. Se prima, así, el
análisis político discursivo con la intención de
entender cuáles eran las prioridades y necesidades de
la élite, y, en concreto, de la élite paceña, que es la que
a partir de la Guerra Federal de 1899 logra imponerse
regionalmente. Al tiempo, se establece como la
principal aportación de la política conservadora al
proyecto de reestructuración interna de la élite
boliviana, entre 1880 y 1899, el haber controlado el
sistema de movilidad social que la inestabilidad del
sistema caudillista había desproporcionado.
Antimilitarismo o rechazo de la
confederación Perú-boliviana
17 De las propuestas de paz con Chile manifestadas por
los conservadores, la que tuvo mayor resonancia y se
configuró en ideología partidaria fue expresada por
Aniceto Arce, entonces Vice-presidente de la
República, siendo presidente Campero. Consistía en
una alianza con Chile que permitiese la rectificación
de las fronteras entre Perú y Bolivia para que este
último país se quedara con Tacna y Arica27. Esta
posición invalidaba el tratado de 1873 entre ambos
Estados y liquidaba los proyectos de una
Confederación28. El argumento de Arce estaba
justificado por la búsqueda de soluciones a la posible
“polonización” de Bolivia:
Boliviano ante todo, he creido que debíamos exigir la
rectificación de nuestras fronteras, sin la cual Bolivia
no puede aspirar a llamarse nación independiente. La
zona que Bolivia necesita y que comprende a Tacna y a
Arica no puede decirse que se la arrebatemos a Perú,
pues es ya cosa averiguada que Chile se apoderó de
ella y no la devolverá a Perú29.
Anmerkungen
1. Con el término “élite” se designa a una clase social definida
por su acceso al poder y resultado del consenso que originan sus
propias rivalidades cuando para dirimirlas recurren al apoyo y
aspiraciones públicas de los sectores subalternos. Se trata de un
concepto englobador de aquellos sectores sociales que se sitúan
en la cima de las diversas jerarquías de prestigio, de poder y de
propiedad, y de aquellos otros que constituyen su margen de
reclutamiento y reserva. Cuando se habla de élite se hace
referencia a un grupo social que, a pesar de su heterogeneidad,
posee una herencia corporativa que proporciona a sus miembros
una fuerte cohesión social y psicológica. No constituye una
unidad monolítica que actua con consenso interno y de modo
coordinado en sus mutuas relaciones, pero se apoya frente a
objetivos comunes con relación al poder. Su mayor debilidad son
las competencias personales y sectoriales. La constante
necesidad de defender sus actividades, propiedad y posición
social en el espacio local y regional contra intereses rivales les
obliga a una forzada intervención política a nivel nacional. En
resumen, se trata de grupos de poder diversificados que se
extienden a todos los ámbitos del proceso de desarrollo y que
gestionan intereses económicos muy variados (Marta Irurozqui,
La armonía de las desigualdades. Elites y conflictos de poder en
Bolivia, 1880-1920. Cusco: CBC-CSIC, 1994).c
2. Ramiro Condarco Morales, Aniceto Arce. La Paz: ed.
Amerindia,1985, p. 429.
3. Bautista Saavedra, La Democracia en nuestra Historia. La Paz.
1921. p. 109.
4. Maurice Duverger, Los partidos políticos. México: FCE, 1987, p.
50.
5. Efraín Kristal, Una Visión Urbana de los Andes. Lima: IAA.
1991, p. 26.
6. “En nuestra América los partidos se forman por motivos o
pretextos; rara vez deben su origen a principios o intereses
generales. Todos descansamos en una constitución republicana y
en este orden, cuanto más, ha habido una cuestión de forma:
federal o unitaria. Como el programa de ellos ha sido idéntico,
para distinguirse alguna vez, se han mostrado separados por
asuntos de administración o de política: ferro-carrilistas,
pacifistas; anti-caministas y guerreros” (Carta de Mariano
Baptista a Luis Paz. Cochabamba, 19 de abril de 1904).
7. “El partido constitucional no ha sido un partido conservador,
como el llamado partido liberal no ha sido una agrupación
netamente liberal. En Bolivia. más que los principios han sido las
simpatías a las personas, las adherencias a los caudillos, las que
han determinado la formación de los partidos políticos”
(Saavedra [1921], p. 133).
8. La Política y los partidos. Artículos de actualidad publicados en
“La Tarde”, (La Paz: Tip. José Manuel Gamarra, 1910) pp. 3, 17, 28
y 33; Saavedra (1921), pp. 135, 173 y 195.
9. Respecto a ello dice Aniceto Arce: “Amenaza a nuestro país un
grave peligro. La cuestión eleccionaria está dando margen a una
propaganda desorganizadora de nuestra constitución social.
Indispensable parece combatirla sin dividirnos” (La coalición.
Artículos publicados en “El Progreso “ órgano del Partido Liberal.
Cochabamba: “14 de septiembre”, 1884, p.2).
10. Ibidem, pp. 3 y 12.
11. Robert Michels, Los partidos políticos. Buenos Aires: ed.
Amorrortu, 1883.
12. “Ni él (el conservador), ni su contendiente, el liberal, pueden
ser discutidos en razón de principios e instituciones que ambos
invocan. Ambos reconocen y proclaman las mismas libertades
públicas; ambos se declaran sus únicos sostenedores, acusándose
mutuamente de haberlas conculcado. La cuestión entre ambos
no viene a ser teórica ni de programas políticos; versa sobre
hechos; es una cuestión de conducta” (”Deslindando, [1904]” en
Mariano Baptista, 1933, T. V, p. 306).
13. Duverger (1987). p. 15.
14. Giovanni Sartori, Partidos y sistemas de partidos. Madrid:
Alianza Universidad, 1987, vol. 1.
15. Rigoberto Paredes, Política Parlamentaria de Bolivia. Estudio
de psicología colectiva. La Paz: ed. CERID, 1992, p. 77.
16. “...los círculos políticos, económicos y militares que, como un
conjunto intrincado de camarillas que se trasladan e imbrican,
toman parte en las decisiones que por lo menos tienen
consecuencias nacionales. En la medida en que se deciden
acontecimientos nacionales, la élite del poder está constituida
por quienes lo deciden”. C. Wright, Mills, La Elite del poder.
México: FCE, 1957.
17. “...La clase política no justifica exclusivamente su poder con
sólo poseerlo de hecho, sino que procura darle una base moral y
hasta legal, haciéndole surgir como consecuencia necesaria de
doctrinas y creencias generalmente reconocidas y aceptadas en
la sociedad regida por esta clase”. Gaetano Mosca, La Clase
Política. México: FCE, 1984. p. 131.
18. “Ese pasado aún persiste, con la sólo diferencia de que a la
guerra civil ha sustituido el fraude electoral, realizado algunas
veces dejando charcos de sangre. Los ímpetus guerreros han sido
remplazados con la venalidad y el envilecimiento del elector. No
es coraje del soldado sino la conciencia pervertida del ciudadano
lo que hace ahora al mandatario. En este se halla siempre latente
el cesarismo, o con más propiedad el espíritu vulgar, testarudo y
arbitrario del cholo mandón, que rasga las leyes y ahoga las
manifestaciones aisladas de resurgimiento, porque así conviene
al papel omniciente y voluntarioso que representa”. (Paredes
[1992] p. 133).
19. Esta afirmación cuestiona, por tanto, el supuesto acerca de
que tanto liberales como conservadores sostenían la idea de un
gobierno representativo como promotor de la economía de la
nación. Más que el reconocimiento por parte de ambos partidos
de la necesidad de un gobierno sensible a la dirección civil que
pudiese promover el desarrollo económico nacional, el régimen
partidario garantizó el continuo crecimiento del sector privado
de la economía (Herbert Klein Parties and Political Change in
Bolivia, 1880-1952 Cambridge: Cambridge University Press, 1969).
20. “Vosotros (los artesanos) sois la porción de la clase social que
más ama mi corazón porque, como vosotros, también he vivido
escaso de fortuna y soy artesano, con la diferencia de que mi
taller está en el seno de la tierra. Si Dios me destina gobernaros,
procuraré mejorar vuestra situación, proporcionando las
mayores facilidades a vuestras industrias y planteando, con
profesores europeos, colejios para que vuestros hijos se
dignifiquen por medio del trabajo (...) Para mí valen tanto el
humilde artesano como el rico propietario, cuando estos se han
dignificado por la honradez y el trabajo porque el trabajo es
virtud y porque todos tenemos un sólo padre que es Dios”. La
bandera nacional. Organo del “Club Industrial Fusionista”.
Candidatura presidencial del ciudadano Gregorio Pacheco en el
Departamento de La Paz para las elecciones de 1884. (La Paz:
T.Religiosa, 1883) pp. 7-8.
21. Rossana Barragán, Espacio Urbano y Dinámica Etnica. La Paz
en el siglo XIX (La Paz: Hisbol, 1990).
22. Discurso pronunciado por el presidente del Congreso, doctor
don Mariano Baptista, en la clausura de las Cámaras Legislativas
de 1882. (La Paz: Imp. de la Unión Americana. 1882) p. 1.
23. Saavedra (1921), p. 240.
24. “...Y aquí se presenta la ocasión de hacer notar que. si bien
han sido divergentes nuestras opiniones políticas, en el hecho
hemos marchado, aunque por caminos distintos, hacia el mismo
objetivo- la salvación de la patria” (Contestación del Presidente
Constitucional de la República, General don Narciso Campero, [La
Paz: Imp. de la Unión Americana, 1882] p. 5).
25. Mensaje del Presidente Constitucional de la República de
Bolivia al Congreso ordinario de 1887. (Sucre: El Progreso, 1887)
p. 5.
26. Pierre Bourdieu, La distinción (Madrid: Taurus, 1988). p. 164.
27. “ Bolivia sin litoral corre a su ruina. Morirá ahogada, después
de haberse despedazado en convulsiones políticas, presa de la
ambición de los infinitos caudillos que tiene... No fui nunca
afecto a la alianza, porque nunca la creí provechosa, ni siquiera
conveniente para Bolivia. El Perú siempre se ha esforzado por
explotar, deprimir o anular a Bolivia...” (Guzmán, 1881).
28. El Comercio, La Paz, 28 de junio de 1881.
29. El Comercio. La Paz, 3 de septiembre de 1881.
30. Nataniel Aguirre y Fidel Aranibar, Intereses Nacionales, (La
Paz: T. “ 14 de septiembre”. 1884) pp. 3-4.
31. Sobre la tendencia en política internacional de Aniceto Arce,
Felix Avelino Aramayo opina en 1919: “Viene otra vez nuestro
infatigable enemigo, con su habilidad política, a imprimir a la
diplomacia boliviana el rumbo que le conviene a sus propios
intereses a fin de mantener desunidos a Bolivia y el Perú...”
(Carta de Felix Avelino Aramayo a José Paravicini, 9 de febrero
de 1919, en A. Costa du Rels. 1942, p. 153).
32. “En efecto: a pesar de la penuria de nuestro erario, se ha
tenido en pié de guerra la nación, quedando así satisfecho el
programa trazado al Ejecutivo por la Convención del 81; se ha
salvado la nave del Estado a traves de mil escollos; las libertades
y las garantías del ciudadano han venido a ser una realidad; ha
renacido la confianza pública, y el nombre de Bolivia empieza a
llamar la atención hasta de los pueblos más lejanos, que, ántes de
ahora, o no la conocian o apartaban de ella la vista”
(Contestación del Presidente Constitucional de la República,
General don Narciso Campero, [La Paz: Imp. de la Unión
Americana, 1882] p. 3).
33. Candidatura del Doctor Aniceto Arce. (Sucre: I. Colón, 1880).
34. Ibidem. p. 8.
35. “La tregua y la honra nacional”. El Comercio, La Paz, 6 de
julio de 1882.
36. “En los tiempos transcurridos, dos tuerzas se han disputado
alternativamente el mando supremo: la una, el caudillaje, que
buscaba la base en un poder en el pronunciamiento; y la otra, el
civismo, que tiende a constituir la magistratura política,
desenvolviéndose, desde Sucre, por ensayos más o menos
eficaces” (”Deslindando [1904]” en Mariano Baptista, Obras
completas. Documentos de política externa e interna, [La Paz: ed.
Renacimiento, 1933] p. 301).
37. El Comercio, La Paz. 13 de septiembre de 1881.
38. “Abandonar al Perú en los supremos momentos de angustia,
cuando exhalaba sus últimos alientos, bajo el peso de todas las
calamidades acumuladas por la guerra, y entrar por nosotros
solos en acuerdos con el enemigo común, y nada menos que para
cooperar en la consumación del sacrificio a mutilar el territorio
peruano y tomar en nuestro provecho un pedazo de él, como gaje
de infidelidad, habría sido un proceder sin nombre, un enorme
crimen sin precedentes en la historia, que habría manchado para
siempre la pureza de nuestra bandera, y precipitado a Bolivia en
el abismo del deshonor ante propios y extraños” (Narciso
Campero, Mensaje especial dirigido al Congreso, La Paz: s.p.d.i,
1884).
39. 39
40. “No nací minero, sino agricultor; pero comprendiendo que la
minería es hoi la única fuente de nuestra riqueza nacional me
consagré a ella”. El Comercio, La Paz, 5 de marzo de 1885.
41. Mensaje especial del Presidente Constitucional de la República.
Agosto 6 de 1884, (Sucre: El cruzado, 1884), p. 11.
42. El Comercio, La Paz, 6 de julio de 1881.
43. Cuando en 1880 se discute qué ciudad boliviana será la que
acoja la reunión de la Asamblea Convencional, los paceños
explotan ese apoliticismo presentándose como equilibrados
copartícipes políticos: “Sea donde fuere la Asamblea
Convencional, concurran los representantes del pueblo con todas
las abnegaciones exigidas por la situación, y sea la primera el
imperio de sí mismos, el dominio de las pasiones políticas, la
abdicación del espíritu de partido. Esa abnegación moral es la
primera que impone la patria”, El Comercio, La Paz, 10 de abril
de 1880.
44. El Comercio, La Paz, 27 de febrero de 1880.
45. “El gobierno y la oposición”. El Comercio, La Paz, 6 de julio de
1881.
46. “Este partido ha sido bautizado de oligarquía, concretándose
particularme la designación a los períodos de Pacheco, Arce y
Alonso” (”Deslindando [ 1904]” en Mariano Baptista, 1933, p.
306); “En cambio, para no perder la costumbre, siguen peleando
contra la actual oligarquía entendiéndose por tal el conjunto de
los hombres que han tenido la suerte de llegar al poder”. La
Política y los partidos. Artículos de actualidad publicados en “La
Tarde”, (La Paz: Tip. José Manuel Gamarra, 1910), p. 19.
47. Condarco Morales (1985), p. 542.
48. Bourdieu (1988), p. 163.
49. François Xavier Guerra. México: del antiguo régimen a la
revolución (México: FCE, 1991) p. 181.
50. “El ejército”, El Constitucional. Cochabamba, 25 de julio de
1884.
51. Idem.
52. Condarco Morales (1985) p. 533.
53. “Los tres partidos”. El Constitucional, Cochabamba, 4 de julio
de 1884.
54. El Comercio. La Paz, 20 de mayo de 1880 y El Comercio, La
Paz. 12 de junio de 1883.
55. Las corporaciones de artesanos solían reproducir la
polarización partidaria oficial, garantizando la protección y
propaganda electoral de los candidatos del gobierno y de la
oposición. A su vez, eran espacios de reclutamiento de las redes
de fieles que competían por su ascenso social, al igual que
medios de incorporación de nuevos actores sociales a la
dinámica política, cada vez. más caracterizada por el esfuerzo
del Estado de poner bajo su tutela al aún embrionario
movimiento obrero. Estas funciones fueron cobrando cuerpo a
medida que el régimen de partidos políticos se consolidaba y, por
tanto, siendo más efectivas durante el período liberal (1899-1920)
que durante el conservador (1880-1899). A pesar de poseer un
nombre de adscripción popular, tales agrupaciones fueron un
círculo frecuentado por abogados, periodistas, médicos y
funcionarios públicos, hasta el punto que los nombres de su
presidente y principales portavoces correspondían a
personalidades reconocidas de la vida pública; lo que hace
pensar en un mundo urbano fluido en donde las barreras entre
las elites profesionales y los grupos obreros no resultan nítidas.
56. El Comercio, La Paz, 10 de abril de 1880.
57. “Convencidos de que no puede haber progreso en ramo
alguno de la actividad humana, sino cuando reina inalterable el
orden público y las instituciones funcionan dentro de la órbita de
la Constitución, los artesanos de La Paz toman su puesto de
honor y de patriotismo, y se colocan al lado del gobierno
constitucional”. El Comercio, La Paz, 4 de enero de 1882.
58. En la prensa liberal eran frecuentes frases como “la clase
laboriosa, aquella que maneja los nobles instrumentos del
trabajo manual es la base principal de las democracias... alma y
brazo de la democracia, paladín de las libertades, soldado
incorruptible de la ley y del derecho” (Arguedas. Historia General
de Bolivia. El proceso de la nacionalidad, 1809-1921. [La Paz: ed.
Puerta del Sol, 1922] p. 488).
59. El Comercio. 28 de abril de 1901.
60. La voz del Pueblo, La Paz. 6 de febrero de 1904.
61. “Grato nos fue encontrar entre la inmensa muchedumbre
que vitoreaba a los candidatos liberales, a muchos artesanos,
viejos ya, que habíamos conocido en 1888, formando las masa
populares que secundaron la revolución del 8 de septiembre” (La
Política y los partidos. Artículos de actualidad publicados en “La
Tarde”. [La Paz: Tip. José Manuel Gamarra, 1910], p. 24).
62. “Honrado artesano”. La Voz del Pueblo. La Paz, 1904.
63. “Honrado artesano”. La Voz. del Pueblo. La Paz. 1904.
64. “Execremos, en fin, a los negociantes políticos que especulan
con la conciencia, con el voto y aún con la sangre de los
ciudadanos, ora para rendir a la patria a los pies del tirano o del
enemigo exterior, ora para entregarla a los furores demagógicos,
ora para sacar pingües utilidades del sudor de la Nación”.
Eliodoro Camacho, “Honrado artesano”. La voz del pueblo. La
Paz, 2 de febrero de 1904.
65. El ataque al alcoholismo de los artesanos por parte de la
prensa está vineulado con el posible descontrol que puede
ocasionar en el trabajo y su repercusión en las rentas de la élite,
“si consideramos el inmenso desperdicio de inteligencia y
actividad que es la consecuencia de ese vicio” El Diario, La Paz,
31 de mayo de 1904.
66. “Si era inmoral esta manera de conquistar adeptos, se trataba
de uno de los vicios de la vida democrática, quizás menos grave
que la suplantación de la voluntad popular por la violencia del
oficialismo o por los pronunciamientos de cuartel” (Gomez,
Bautista Saavedra, [La Paz: Biblioteca del Sesquicente-nario de la
República, 1975] p. 51).
67. El Constitucional, Cochabamba, l8 de junio de 1884.
68. ANB (Archivo Nacional de Bolivia). “Carta de Eliodoro
Camacho a Escalier”, La Paz, 4 de mayo de 1888.
69. Exposición que dirige a sus conciudadanos el jefe del Partido
Liberal General Eliodoro Camacho, (Puno: Ed. Juventud, 1889)
p.43.
70. Bourdieu (1988) p. 163.
71. El Comercio, La Paz, 26 de abril de 1897.
72. El Comercio, La Paz, 11 de enero de 1892.
73. Condarco Morales (1985) p. 530.
74. Condarco Morales (1985) p. 530.
75. El Comercio. La Paz, 10 de mayo de 1892.
76. El Comercio, La Paz, 11 de febrero de 1897.
77. Carta de José Manuel Pando a Lisímaco Gutierrez.
Antofagasta, 8 de enero de 1889.
78. “La experiencia diaria nos muestra que un abuso trae consigo
otro abuso, que tras una estralimitación vienen otras
extralimitaciones”. El Comercio, 18 de noviembre de 1898.
79. “El militarismo”, EL Constitucional, Cochabamba, 4 de julio de
1884.
80. “El lado flaco en este partido (Liberal), y que fue
admirablemente explotado por los adversarios, era que para
aspirar al poder llevaba como candidato a un militar, siendo así
que la tendencia común, el anhelo vivamente sentido por todos
era acabar ya con las candidaturas militares” (Arguedas [1922],
p. 425).
81. Guerra (199l)pp. 229-30.
82. Erick Langer y Robert Jackson,”El Liberalismo y el Problema
de la Tierra en Bolivia, 1925-1920” Siglo XIX. Revista de Historia
(Monterrey 1990).
83. Aguirre y Aranibar (1885), p. 4.
84. Aguirre y Aranibar (1885), p. 3.
85. El Comercio, La Paz, 10 de abril de 1880.
Autor
CSIC, Madrid-España
© Institut français d’études andines, 1997
Nutzungsbedingungen http://www.openedition.org/6540
Zitierhinweis (Kapitel)
VICTORIANO, Marta Irurozqui. Los unos y los otros: Estrategias
partidarias en Bolivia, 1880-1899 In:: El siglo XIX: Bolivia y
América latina [Online]. Lima: Institut français d’études andines,
1997 (Erstellungsdatum: 21 November 2017). Online verfügbar:
<http://books.openedition.org/ifea/7465>. ISBN: 9782821865464.
DOI: 10.4000/books.ifea.7465.
Zitierhinweis (Buch)
BARRAGÁN, Rossana (Hrsg.) ; QAYUM, Seemin (Hrsg.). El siglo
XIX: Bolivia y América latina. Neuauflage [Online]. Lima: Institut
français d’études andines, 1997 (Erstellungsdatum: 21 November
2017). Online verfügbar:
<http://books.openedition.org/ifea/7381>. ISBN: 9782821865464.
DOI: 10.4000/books.ifea.7381.
Mit Zotero kompatibel