Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El riesgo. ¿No es aquí una fuente desde donde pensar y ejercer las nuevas
humanidades? Por nuevas me refiero a que deben ser capaces de responder a los desafíos
que configuran una época radicalmente distinta a la de nuestros abuelos, responder a un
riesgo que, si bien vive latente en el seno de nuestra situación carente, se renueva siempre,
en cada época, de modo diferente.
Nuestra época podría ser caracterizada precisamente como una época en la que se
busca a toda costa suprimir el riesgo. Haar nos dice al respecto:
“La “seguridad” total (securus viene de sine cura) supone la eliminación de todo cuidado
posible en relación al ser; lo real, el ente verdadero, es decir, técnicamente manipulado, se
haya protegido contra toda mutación de su “verdad””. Haar, 207.
Stiegler señala que vivimos en la época de la economía de la incuria. Es que es, justamente,
es este un tiempo en lo que todo parece asegurado, y en el que corremos el riesgo de olvidar
el cuidado de nosotros mismos, esa exigencia imposible de asumir nuestra existencia en
medio de los soportes técnicos que sostienen nuestro mundo. La repetición del gesto
hermeútico del cuidado de sí, que hemos visto con Heidegger como la capacidad de
responder a la voz de un futuro siempre por hacer, lo denomino el giro, urgente, otra vez,
hacia lo concreto. Esta palabra, etimológicamente, significa co-crecer, crecer y generar
consistencias junto a otro, crecer aglomerando. Haciendo una pirueta interpretativa, me
gusta pensar que volverse hacia lo concreto implica volverse otra vez hacia esas prácticas
que pueden responden a las voces digitales contemporáneas de cara a la co-creación de
imaginarios que donen nuevos modos de consistencias de cara a un tiempo con sentido.
Pienso que uno de los malestares epocales consiste en que hemos perdido la
sabiduría de generar relaciones consistentes con algo otro que me involucre y de
continuidad a mi vida. Pues ¿qué nos pasa cuando el “sé tú mismo” no viene de una
conmoción frente a nuestra muerte innegable sino a través de un anuncio de marca de ropa
u de ordenadores? Siguiendo lo que dice José Luis Brea, las fábricas de la memoria y de los
imaginarios en los que buscamos responder a la pregunta incesante y absolutamente
imposible de responder del quién contemporáneos no permiten generar lazos, empatías,
sensiblidades compartidas. Una comunidad de usurarios de Mac no puede igualarse a la
complicidad silente de pertenecer a un Partido como los de antaño. Las luchas que vienen
como políticas de la memoria y de la identidad.
¿Cómo transformamos las nuevas tecnologías (las nuevas formas del recordar y de desear
futuro) en un dominio del pensamiento crítico? ¿Podemos seguir pensando la crítica como
el resguardo de lo humano o más bien tenemos que pensarla vinculado a los gestos
tecnológicos, como una suerte de alianza entre filósofos, artistas, programadores e
ingenieros? mantener la inadecuación originaria entre la voz de la memoria y la
incertidumbre del futuro, es decir, volver a extasiar la temporalidad en el ánimo liberador
de la capacidad de mantener siempre abierta la preguntarnos por el sentido de los que nos
pasa. Y del pasar mismo.
¿Cómo pensar la memoria como una multiplicidad de voces que ya no representan una
acumulación lineal de saberes que nos enseñar a vivir sino como una tensión irresoluble
que nos exige mantener su infinita inadecuación pero desde una tensión relacional?
Es decir, con Nietzsche, quizá el desafío de unas nuevas humanidades implique, entre un
cúmulo de otras cosas, atisbar un modo de pensar, siempre como si fuera la penúltima vez,
nuevas prácticas del cuidado que, desde el fondo del dolor de nuestra época, nos permita
erigir un arte de la transfiguración. Hacer de nuestro dolor, de nuestra enfermedad, el
inicio de una nueva pasión de vivir.
La impotencia la veo relacionada con un cierto mood de termporalidad. O más bien, con
una sensación de que estamos clausurados en un presente perpetuo que nos lleva a una
catástrofe inminente. De alguna manera, hemos perdido nuestra relación con un pasado y
ya no vislumbramos un porvenir diferente. Se ha trucado una relación con el saber, dado
que el saber tiene, siempre, una dimensión temporal.
Impotencia y técnica, entonces, existe una relación particular. ¿Pero, de qué se trata esta
impotencia? En lo que sigue me guiaré de algunas nociones que el fiñósofo francés Berbard
Stiegler ha desarrollado ante la pregunta por la técnica. En particula
Por digitalización de la experiencia me refiero a la síntesis productiva que tiene lugar entre
entendimiento y sensibilidad. Lo que cambió es la inter-fase desde donde emerge un mundo
con sentido.
El ser humano y la técnica son indisociables. Puesel fenómeno de la homonización no es
otra cosa que la tecnificación del viviente. El ser humano es la vida técnica. Esto es lo que
hace al hombre radicalmente singular dentro del conciento de los seres vivientes.
Por épocas enteras los sistemas técnicos fueron muy estables. En la revolución indistrial,
nueva relación entre ciencia y técnica. En el mundo griego existía una separación abismal
entre ciencia y técnica, entre verdad y apariencia, entre artificalidad y ontología, entre ser
y devenir. Sin embargo, con la revolución industrial, ser y devenir, verdad y apariencia,
ontología y apariencia, se vinculan. Nuevo dinamismo técnico, innovación permanente. La
técnica se transforma así misma permanentemente. Comienza la guerra económica, que
trata sobre la optimización de la industria y la lucha por mercados globales. Guerra
tecnocientífica. Se necesita crear siempre nuevos objetos, cada vez más rápidamente y más
globales. Esto implica una gran trasformación, pues hasta el siglo XVIII, el mundo que se
habitaba era prácticamente el mismo. Era bastante estable. La gente pensaba que el mundo
siempre había sido como era en ese momento, y permanecería siendo igual. No veían que
vivían en un tiempo histórico, no tenían el sentido histórico (Nietzsche). Antes del xix
occidente pensaba que la escencia de la realidad era estable.
Cuando un ser humano prehistórico talla el sílex para hacer un arma, no está produciendo
el sílex para conversar su memoria. Sin embargo, está inscribiendo el gesto en la piedra, su
gesto de cortar el mineral. Inscripción del gesto, lo que constituye un nuevo modo de
memoria. Antes, el hombre era una combinación de dos memorias. El adn, la memoria
genética, y la memoria individual, de nuestro cerebro, de nuestro sistema nervioso. Ambas
memorias no se comunican entre sí, son autónomas, y existen en todos los seres más
desarrollados. Consecuencia de que el animal adquiera experiencia individual, lo que no se
puede transmitir a las siguientes generaciones, pues la memoria del sistema nervioso no se
transmite a la memoria genética. Cuando el ser vivo muere, toda la experiencia acumulada
también desaparece. Con la aparición de la técnica, una pequeña posibilidad de transmisión
de hace posible, de gestos vitales, de fabricación de objetos, lo que va aumentado de
generación en generación. Permite al viviente conservar sus trazos de vida, su experiencia
individual, y transmitirla. El video grabado es el desarrollo ulterior de la piedra tallada. Es la
apertura a lo que se denomina cultura. La posibilidad de conservar el pasado de un grupo
social.
Prometeo roba el fuego y la inteligencia. El ser humano, sin contenido, moratal, está
obligado a fabricarse artificios para conservarse. Y es una fuente de disputas, pues, al estar
indefinido su curso futuro, yace la pregunta: qué hacer. Así, a diferencia de todo otro
animal, el hombre debe preguntarse, ¿quiénes somos? ¿debemos desarrollar
computadores? La técnica es la cuestión. Al momento de ser técnico me pregunto qué debo
hacer.
“Tertiary retention – which is the support for what Simondon called the “transindividual” –
always conditions, and in a variety of forms, the signification that the transindividual
constitutes for transindividuated psychic individuals. Signification or meaning is, in other
words, the result of a process of transindividuation for which all forms of knowledge are
the modalities of production: knowledge produces meanings that are arrangements of
retentions and protentions, and that constitute forms of attention”.
Ahora, en el ensayo que sigue quiero ensayar un camino para quedarnos en ese
hecho, de qué de alguna manera ya no nos queda tiempo, que no hay futuro, y ponerlo en
relación con las transormaciones tecnológicas que han tenido lugar las últimas décadas. De
alguna manera, la digitialozaxion del mundo ha implicado un énfasis extraoridinario en la
presentación de todo las cosas. Vivimos agobiados en el prensete, y asistimos al inicio de
una pérdida de confianza tanto en el pasaso que ensela como en el futuro que se nos abre.
El título del presente ensayo es una cita al libro de Gunter Anders, La obsolencia del
hombre. Hoy es tiempo de la 4ta revolución industrial, revolución en términos de Stiegler,
tan importante como el paso del nomadismo al sedentarismo. Esta revolución podemos
denominarla la era digital y está caracterizada, profundamente, por la interconección de
todos los aparatos. Hablo de la cibernética, informática y automatización de los soportes
tecnológicos que, cada vez más de modo más imponente, determinan nuestra vida. Cada
vez vivimos en medio de cosas que nos hablan.
Ahora, cuando hablo de las transformaciones del alma digo que el alma está
entrañada con los soportes tecnológicos que hacen época.
Lo que quiero plantear aquí es, siguiendo particularmente a Heidegger y Stiegler, que la
mutación tecnológico implicada en lo digital implica un cambio en los modos como
habitamos temporalmente el mundo. Cuando decimos que “el futuro es ahora” queremos
decir que de alguna manera vivimos en una época donde el futuro, como dimensión en la
cuál realizamos la “humanidad” de lo humano ha desaparecido. El sentimiento catastrofista
y distópico, resignado y resentido, creo tiene que ver en parte con esto. No es extraño que,
ante la inminencia de lo todo va hacia peor, veamos reacciones que van desde un
conservadurismo extremo que rechaza la técnica en vistas de una humanidad que hay que
preservar a toda costa (humanidad, en general, blanca), o, un optimismo ciberutópioco que
ve en el despliegue tecnológico la posibilidad de superar la animalidad de lo humano, es
decir, la fragilidad, vulnerabilidad, y la muerte.
El alma, tomada aquí como esa dimensión de hermetéutica que constituye nuestra
vida (está exigencia de tener que ejercer quienes somos ante una pregunta que), está en
una situación inusual.
Dado esta situación, que Stiegler denomina epifilogenética, toda transformación en los
soportes de memoria implica una transformación en los modos en que vivimos nuestra
temporalidad, en los modos cómo sabemos cómo vivir, qué hacer, qué conocer. En otras
palabras, en los modos cómo sabemos vivir.
La transformación digital es, por esto, una transformación en los modos de la memoria y en
los modos de anticipación del futuro. O, dicho de otro modo, es una transdformacion en la
que se acorta significativamente nuestro lazo con la tradición y nuestra anticipación del
futuro se hace cada vez más determinante. A este fenóemeno lo denomina “la imaginación
delegada”, en la medidas de que, la vorágine de información que circula en nuestro medio
hace que ñas síntesis no sean hechas por seres humanos soberanos suino por máquinas
inteligentes que cada vez más se transforman en las voces que dirigen nuestra vida. Es decir,
cada vez más automatizamos nuestra existencia. Es como si las capacidades humanas, en
prácticamente todo orden de cosas, ya no pudisesen responder a las necesidades que
nuestro entorno digital requiere para su funcionamiento. Pensemos, por ejemplo, en el acto
de aprendizaje. Cada vez más, dado los requerimientos de nuestro mundo, la relación entre
profesor y estudiantes es transferido al ciberespecio con los programas e-learnings,
disponibles todo el día, a toda hora, con la información necesaria para operar de mejor
modo en el mundo de hoy. Saberes tan delicados como el vínculo pedagógico se transfiere,
a ritmo de gigante, a máquinas inteligentes.
La impotencia que parece embargar la situación humana hoy en día tiene que ver con una
modificación ontológica en los modos del decir.
Ahora bien, pienso que en el centro de este momento crítico en el que nos
encontramos como “humanidad en vías de deshumanización”, opera un desacople inédito
entre lo que durante mucho tiempo interpretamos como lo propiamente humano (y como
tal, como lo propio de las ciencias del espíritu y de la cultura) y el medio tecnológico en el
que damos soporte a nuestros modos básicos de orientarnos en medio de las cosas, vale
decir, a los modos cómo sabemos quiénes y cómo somos en el mundo. Vale la pena, antes
de continuar, tratar de desarrollar un poco más esta última idea, importante para todo lo
que sigue. Para ello repito lo dicho, ahora en forma de preguntas. ¿Cómo sabemos cómo
somos? ¿Cómo sabemos quiénes somos?