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Actos de comercio
Concepto
¿Dónde se regula?
Reglamento Europeo de
Protección de Datos
(IVA Inc.)
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datos)
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El régimen jurídico de tales actos, se haya establecido en el artículo 2 del Código de Comercio,
estableciendo un régimen jurídico aplicable sucesivo, es decir establece un orden de
preferencia a la hora de determinar las normas aplicables, y en consecuencia son normas de
aplicación a los mismo en primer lugar el propio Código de Comercio, si no hay una regulación
expresa de los mismos se ha de acudir en segundo lugar a los usos del comercio observados
en cada plaza. A este respecto, se ha de indicar que a partir de dicha norma, se introduce la
costumbre como norma reguladora de los mismos teniendo ésta la consideración de fuente del
derecho conforme señala el artículo 1 del Código Civil. Sobre la costumbre cabe indicar que la
doctrina y jurisprudencia viene entendiendo que es una cuestión de hecho y por tanto se debe
alegar y probar por quien la alega, su existencia y contenido a fin de que la misma pueda
resultar aplicable, es decir que quien pretenda sostener un derecho en base a esa costumbre
debe alegarla y probar su existencia y alcance, no obstante lo cual, cabe reseñar que el Tribunal
de Justicia de las Comunidades Europeas en la sentencia MSG (TJCE 1997\35), apartado 23 y
siguiente, señala que la existencia de un uso en el sector del Comercio internacional en el que
operen las partes en litigio, no debe determinarse mediante referencia a la ley de uno de los
Estados contratantes, ni en relación con el Comercio internacional en general, sino con el
sector comercial en el que las partes contratantes ejercen su actividad, de manera que existirá
un uso en el sector comercial considerado cuando, en particular, los operadores de dicho
sector siguen un comportamiento determinado de modo general y regular al celebrar cierta
clase de contratos, sin que sea necesario que dicho comportamiento esté acreditado en
determinados países ni, en particular, en todos los Estados contratantes.
La costumbre, como tal, ha sido entendida por la jurisprudencia como la norma jurídica
elaborada por la conciencia social mediante la repetición de actos realizados con intención
jurídica, pero además la existencia de una norma derivada del uso no nace de una voluntad
individual aunque se repita, sino que requiere la convicción de cumplimiento de una norma
jurídica (opinio iuris), y requiere para ello de dos elementos, un externo, consistente en actos
libres percibidos por los sentidos corporales y otro interno, es decir que se hagan dichos actos
con la convicción de crear, modificar o extinguir una determinada relación jurídica, y por lo
tanto en su faceta de hecho estará sujeta a prueba ante los tribunales, como en su faceta
normativa, esta sujeta como cualquier otra norma a la prudente interpretación de los
tribunales. Solo por tanto procederá la aplicación de costumbre en el supuesto de ausencia de
regulación legal. Y a falta de norma del Código de Comercio o de costumbre será de aplicación
el Código Civil a dichos actos, que en estos caso actúa como norma supletoria artículo 4.3 del
Código Civil.
Así las cosas, si son actos de comercio todos los contratos mercantiles que se recogen en el
propio código de comercio artículos 50 y siguientes del citado Código, y aquellos otros de
naturaleza análoga, la analogía que para su aplicación se habrá de valorar que pueda tratarse
de un supuesto en que no exista una regulación expresa en el Código de Comercio pero que
por el contrario guarde una identidad de razón con otro que sí que está regulado, ello permitirá
determinar en cada caso concreto y por la vía de la analogía, que ha de ser aplicada con
mesura y ponderación, que el tribunal determine que un supuesto no regulado en el Código de
Comercio como acto de comercio se considere como tal por guardar analogía con otro que sí
que está regulado. En definitiva por esta vía de la analogía se establece una técnica adecuada
para ante una realidad social dinámica como es la sociedad en la que hoy nos movemos se
pueda dar una respuesta judicial, pero siempre dentro de esos parámetros de mesura y
ponderación en su aplicación como ya indicaba la Sentencia del Tribunal Constitucional de
fecha 14 de julio de 1988.
En materia de contratación mercantil, en la que se insertan los actos de comercio por
excelencia, el artículo 50 del Código de Comercio establece un orden de prioridad en la
aplicación de las normas que rigen los contratos, aplicando en primer lugar el Código de
Comercio o las leyes especiales y en su defecto el derecho común o derecho civil, si bien hay
que tener muy presente que en caso de que se produzcan dudas en un supuesto que no se
pueda resolver con arreglo a las normas establecidas en el artículo 2 del Código de Comercio,
se ha de decidir la cuestión en favor del deudor, es decir se consagra por nuestro legislador el
principio del favor debitoris.
Asimismo, se ha de tener en cuenta que existen determinados actos de Comercio que están
sujetos obligatoriamente a ser inscritos en el Registro Mercantil para ser dotados de eficacia,
registro que se presume exacto y valido, si bien se ha de tener presente que esa inscripción no
convalida los actos que sean nulos con arreglo a las leyes, artículo 20 del Código de Comercio,
en la misma línea, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Málaga de 15 de Julio de 2003
señala que la Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia de 9 de junio de 2001, con base
al artículo 21.2 y 2 del Código de Comercio, dice "los actos sujetos a inscripción solo serán
oponibles a terceros de buena fe desde su publicación en el Boletín Oficial del Registro
Mercantil, y el cese de un administrador es un acto sujeto a inscripción, y la falta de inscripción
del cese no puede perjudicar al demandado pues no le es imputable. El artículo 20 del Código
de Comercio establece que el contenido del Registro se presume exacto y valido fijando el
artículo 21 del mismo texto legal que los actos sujetos a inscripción solo serán oponibles a
terceros de buena fe desde su publicación en el Boletín Oficial del Registro Mercantil, y que la
buena fe del tercero se presume en tanto no se pruebe que conocía el actor sujeto a
inscripción y no inscrito.
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