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La sección del valle desde
las colinas hasta el mar
PATRICK GEDDES
Nueva York (Estados Unidos), 1923.[1]
El estudio de una masa de tierra efectuado de este modo nos hace presentes
muchas cosas; como puede ser el margen de variaciones de su clima, su
vegetación correspondiente y la vida animal que la acompaña. En este estudio
podemos reconocer no sólo la existencia de nieve en las montañas sino
también su naturaleza neolítica así como su estructura. Descendiendo de
ellas, llegamos a los bosques, luego a las laderas de pastoreo, las colinas
menores y las llanuras con sus ríos unificadores y así hasta ir a dar al mar.
Todas las cosas caben en este análisis. No se trata de una mera imagen
política de un espacio coloreado en un mapa liso, sino de una región
geográfica y una región antropológica, así como también de una región en
economía política. A su tiempo veremos también que se trata asimismo de la
región del economista convencional y del ‘político’. Pero vamos por orden.
En las secciones del valle todos los tipos naturales de ocupación tienen su
lugar.
El minero
Bien podemos empezar por el minero, figura de importancia fundamental
desde el desarrollo inicial de la civilización. Primeramente como minero de
pedernal (en Brandon, Suffolk, su tráfico de pedernales astillados ha sido
continuo desde el pasado prehistórico). El vocabulario técnico superviviente
de este oficio parece ser anterior a todos los orígenes lingüísticos conocidos.
El leñador
No obstante, también el leñador puede aspirar a ser el líder fundamental de
la civilización ya que, tras su recolección de zarzas y ramas para el fuego, su
hacha de piedra o bronce abrió claros y después, con tiempo, utilizando el
acero abrió las modernas carreteras del mundo occidental.
El cazador
Viene luego el cazador, que sigue la pista de sus piezas y les da muerte. Aquí
es evidente que no sólo estamos ante un rudimentario superviviente de la
sociedad primitiva, sino ante un tipo que es de significación permanente y
creciente en la historia. Aunque en las antiguas sociedades cazadoras
estables, desde los esquimales del Ártico hasta los aborígenes australianos, lo
vemos hondamente civilizado y por tanto esencialmente pacífico, nosotros, los
occidentales, nos hemos acostumbrado a concebirlo como un ser capaz de
convertirse, sin más ni más, en cazador de otros hombres y, en consecuencia,
como un ser que paulatinamente asume el papel de hacedor y jefe de las
guerras. No sin motivo los cazadores se convirtieron en nobles y los reyes,
nobles y gobernantes han seguido siendo cazadores hasta nuestros propios
días. Ni es pura casualidad que el deporte y los juegos atléticos, que son
principalmente invención suya, tengan un papel preponderante en la
educación de la juventud de todos los orígenes y profesiones, adiestrándolos
para el servicio militar.
El pastor
Y ahora el pastor. ¿Qué decir de él? Es un tipo marcadamente opuesto, que
ha sido adiestrado por la pacífica protección de la vida y no por las rudas
artes de quitarla. Asimismo se diferencia notablemente por su longevidad, la
cual determina, en consecuencia, la supremacía patriarcal y, con ella, el
temperamento patriarcal. Todo esto en marcado contraste con el cazador de
vida breve, cuyos mejores años son los de su anticipada madurez.
El campesino pobre
Es hora de pasar al tipo siguiente en nuestra sección del valle, esto es, al
campesino pobre. No se trata aquí del peón de granja o el labrador sino del
pequeño propietario en las tierras altas. Ocupa tierras más adecuadas para
las espinas y los cardos que para la avena y el centeno. Aquí el trabajo, más
abrumador que todos los demás, es indispensable; y un trabajo casi a través
de las estaciones. Aquí las economías son la esencia misma de la
supervivencia, almacenando para el invierno y para la siembra, y utilizando
el material acumulado con cuidadosa frugalidad.
Hay en los Salmos un versículo a menudo citado que dice: «Los que siembran
con las lágrimas cosecharán con júbilo. El que sigue adelante y llora,
llevando preciosas semillas, indudablemente volverá con júbilo, trayendo sus
espigas». Cualquiera entiende de modo bastante literal este júbilo en la
cosecha. Pero uno puede pedirle al sabio judío o cristiano, igualmente en
vano, que explique por qué debía representarse llorando al sembrador. A lo
sumo se obtendrán como respuesta explicaciones metafísicas conjeturales.
El granjero
Pasemos ahora al campesino más rico, el cual vive en las profundas y fértiles
tierras de labranza que hay en la llanura y que antes fueron praderas: el
granjero y su trigo alto de espiga robusta que le proporciona buen pan
blanco para comer y un amplio excedente para vender. Aquí, con las grandes
cosechas, hay mejor ganado vacuno y caballos más fuertes, y queda siempre
un excedente habitual para mejores viviendas con agradables jardines. En
estas tierras puede sustentarse una población mucho mayor, de modo que en
vez de casas aisladas encontramos ahora aldeas bastante grandes y ricos
mercados —que en el pasado, a menudo, tenían murallas y sólidas puertas.
El pescador
Los antropólogos nos dicen que la mujer inició el movimiento sobre el agua
en torrentes y ríos, pero cuando se pasa a la navegación marítima, el hombre
debe ocupar su lugar en la embarcación y la mujer debe ocupar su lugar en
tierra; adquiriendo en consecuencia una individualidad fortalecida y el
sentido de confianza en sí misma, como confirman por igual antiguos relatos
y observaciones actuales. Pues no es simple coincidencia que el inicio de los
modernos movimientos feministas se haya dado esencialmente a lo largo de
los litorales marítimos de los mares septentrionales, desde los cuales se han
difundido lentamente por el interior.
Conclusión
¿Cuál es, por último, el valor de esta especie de análisis de las ocupaciones?
Notas