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UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES

MAESTRÍA EN FILOSOFÍA
CICLO LECTIVO 2018
CURSO: FILOSOFÍA POLÍTICA
PROFESOR: LUCIANO VENEZIA
CLASE No.: 1

INTRODUCCIÓN

En la clase vamos a desarrollar análisis y comentarios introductorios sobre los diferentes


temas a desarrollar en el curso. En la primera sección, vamos a introducir una caracterización
preliminar y vamos a desarrollar el contenido de la noción de obligación política. A
continuación, vamos a realizar una serie de aclaraciones acerca de qué trata y especialmente
de qué no trata la discusión filosófica de la obligación política de los ciudadanos. Finalmente,
vamos a mencionar los diferentes temas que vamos a estudiar en el curso.

Obligación política

De acuerdo con una caracterización general, la obligación política consiste en el vínculo


moral que, al menos aparentemente, existe entre los ciudadanos y el Estado del que son
miembros. De esta forma, la obligación política de los ciudadanos está estrechamente ligada
a la autoridad del Estado. El Estado reclama para sí autoridad de jure o legítima. Ahora bien,
tener autoridad es tener derecho a mandar y, correlativamente, tener derecho a ser obedecido.
En este sentido, la autoridad del Estado y la obligación o el deber de obediencia de los
ciudadanos son dos caras de una misma moneda.

A diferencia de otros requerimientos morales, la descripción del contenido de las


obligaciones políticas de los ciudadanos es motivo de disputa entre los filósofos dedicados a
analizar esta cuestión. En términos generales, hay dos formas diferentes de caracterizar al
contenido de esta obligación o deber. De acuerdo con una primera interpretación, las
obligaciones políticas de los ciudadanos consisten únicamente en la obligación o el deber de
obedecer al Derecho. Asimismo, existe una interpretación más amplia que considera que,
además de la obligación o el deber de obediencia, las obligaciones políticas de los ciudadanos
incluyen asimismo la obligación o el deber de realizar acciones que no están legalmente
prescritas. En particular, esta interpretación considera que las obligaciones políticas incluyen
obligaciones o deberes de “buen ciudadano”, tales como elegir autoridades públicas en

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elecciones periódicas en jurisdicciones en donde votar no es legalmente obligatorio, pelear
en defensa del Estado cuando éste lo reclama, entre otras.

Los dos análisis del contenido del concepto de obligación política son normalmente
utilizados en literatura filosófica contemporánea. Al mismo tiempo, parece haber cierto
consenso en la discusión reciente acerca de que las obligaciones políticas de los ciudadanos
incluyen más obligaciones o deberes que la obligación o el deber de obediencia al Derecho.
Al mismo tiempo, ambos análisis coinciden en que la obligación o el deber de obediencia es
la obligación política central o fundamental. Por esta razón, aun cuando conlleva una cierta
simplificación, en el curso vamos a asumir que la obligación política consiste esencialmente
–si bien quizá no exclusivamente– en la obligación o el deber de obedecer al Derecho (salvo
en los casos indicados por el propio Derecho). Esta manera de proceder va a facilitar la
exposición de los temas en las diferentes clases del curso.

Lo que el análisis filosófico de la obligación política no es

Vale la pena realizar algunos comentarios acerca de qué trata y en especial acerca de qué no
trata la discusión filosófica de la obligación política.

El análisis filosófico de la obligación política de los ciudadanos consiste en el


esclarecimiento y especialmente en la justificación de la obligación o deber de obediencia de
los ciudadanos. Asumiendo la correlación entre obligación y autoridad, la justificación de la
obligación política de los ciudadanos conlleva asimismo la justificación de la legitimidad del
Estado, es decir, la justificación del derecho a gobernar del Estado.

Una de las tareas centrales del Derecho consiste en imponer obligaciones o deberes
sobre el conjunto de la ciudadanía. Ahora bien, las obligaciones o los deberes jurídicos
involucran requerimientos “institucionales”, “posicionales” o “convencionales”, es decir,
requerimientos internos al ordenamiento normativo propio de una sociedad organizada
jurídicamente. Por esta razón, el mero hecho de que los ciudadanos tengan obligaciones o
deberes jurídicos no conlleva que tengan asimismo obligaciones políticas. De este modo, el
análisis filosófico de la obligación política no consiste en constatar que los ciudadanos tienen
obligaciones o deberes jurídicos. Antes bien, la discusión filosófica de la obligación política
apunta a establecer si las obligaciones o deberes que impone el Derecho tienen asimismo
fuerza moral. En este sentido, la discusión filosófica de la obligación política involucra una
investigación de tipo normativo. En última instancia, la tarea consiste en establecer que la
obligación o el deber de obediencia de los ciudadanos está justificada sobre la base de
principios o consideraciones morales y por consiguiente que violar los requerimientos que
impone el Derecho es –al menos en condiciones normales– moralmente incorrecto o injusto.

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Hay una segunda cuestión sobre la que vale la pena llamar a atención. Aparentemente,
los ciudadanos normalmente consideran que tienen obligaciones políticas. Ahora bien, aun
cuando es un dato importante y eventualmente puede jugar papel relevante en la justificación
de las obligaciones políticas de los ciudadanos, este fenómeno no resuelve la cuestión teórica
de fondo. En efecto, el análisis filosófico de la obligación política no consiste en la
investigación empírica acerca de si los ciudadanos efectivamente creen que tienen
obligaciones políticas. En cambio, la tarea involucra una discusión normativa que tiene por
objeto determinar si de hecho los ciudadanos tienen la obligación o el deber de obedecer. De
nuevo, la investigación tiene por objetivo establecer si hay razones o consideraciones morales
que permitan justificar la existencia de esta obligación o deber particular.

Por último, quizá valga la pena enfatizar en este contexto que la discusión filosófica
de la obligación política es conceptualmente independiente de la controversia teórica entre
positivismo jurídico y Derecho natural. En particular, la disputa acerca de la fuerza moral del
Derecho y la discusión acerca de la naturaleza del Derecho son dos empresas intelectuales
relacionadas pero en última instancia diferentes.

La justificación de la obligación política

La idea misma de que la obligación política de los ciudadanos necesita ser justificada merece
ser desarrollada con cierto detalle. Esta consideración está articulada sobre la base de ciertas
intuiciones típicamente liberales –fundamentalmente, la idea de que las personas son
naturalmente libres e iguales– que fueron desarrolladas con toda fuerza por primera vez en
la modernidad en contraposición al “naturalismo político”.

En términos generales, el naturalismo político sostiene que la “condición natural de


la humanidad” (para utilizar la expresión hobbesiana) es política. En particular, el
naturalismo político considera que las personas naturalmente están sujetas a relaciones de
autoridad y consiguientemente que naturalmente tienen obligaciones políticas. En este
contexto, la idea misma de que debemos justificar la obligación política de los ciudadanos
pierde relevancia.

El locus classicus del naturalismo político es la Política (ca. 330 a. C.) de Aristóteles.
De acuerdo con Aristóteles, “toda ciudad-Estado existe por naturaleza” y “el ser humano es
por naturaleza un animal político”. Aristóteles señala que

[…] por naturaleza existe en todos un impulso hacia una comunidad de este
tipo: y el primero que la estableció es causa de los más grandes bienes. Porque
así como el ser humano es el mejor de los animales en el caso de que lleve a
su cumplimiento su fin, del mismo modo también es el peor de todos si vive
separado de la ley y de la justicia.

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Muchas de las teorías políticas del Medioevo y de la modernidad temprana articulan
una versión religiosa de naturalismo político. En concreto, este tipo de concepción considera
que la autoridad de los reyes, emperadores o papas es el resultado de una donación divina,
de forma tal que la obligación de obediencia de los súbditos en definitiva está articulada sobre
la base del respeto que las personas naturalmente deben prestar a la elección de Dios de
conferir autoridad a ciertos individuos particulares. Por ejemplo, Robert Filmer argumenta
en Patriarca o el poder natural de los reyes (1680) que la autoridad de los reyes Estuardo de
Inglaterra depende genealógicamente de la relación natural de autoridad y obediencia que
tiene lugar entre Adán y sus descendentes en virtud de un acto de donación divino.

En contraposición con las ideas básicas del naturalismo político, los filósofos
políticos modernos típicamente consideran que la condición natural de la humanidad es no-
política. En particular, los contractualistas modernos –incluyendo a Thomas Hobbes y John
Locke– toman como punto de partida la idea de que los hombres son naturalmente libres e
iguales, de forma tal que naturalmente no son miembros de sociedades políticas ni tienen
obligaciones políticas. De esta forma, la idea misma de que las obligaciones políticas de los
ciudadanos deben ser justificadas cobra importancia teórica. A su vez, los contractualistas
consideran que la justificación de la obligación política está articulada sobre la base de
promesas, contratos u otros actos voluntarios de consentimiento personal a la autoridad
política.

La idea de que las personas son naturalmente libres e iguales y por consiguiente que
la obligación de obediencia necesita de una justificación especial es desarrollada con toda
claridad en el Ensayo sobre el gobierno civil (1690) de Locke. Locke afirma que la condición
natural de los hombres involucra “libertad para ordenar sus acciones y disponer de sus
posesiones y personas como juzguen adecuado, dentro de los límites de la ley de la
naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de ningún otro hombre. [Es] un
estado también de igualdad, en el que todo poder y jurisdicción son recíprocos, al no tener
ninguno más que [los que posee] otro”. Asimismo, Locke sostiene que “[a]l ser los hombres
por naturaleza, como se ha dicho, todos libres, iguales e independientes, nadie puede ser
sacado de ese estado y sometido al poder político de otro sin su propio consentimiento”.
Locke también mantiene que “[n]ingún gobierno […] puede tener derecho alguno a la
obediencia de un pueblo que no ha consentido libremente a [su institución]”. A juicio de
Locke, la libertad natural de las personas conlleva que ellos tengan necesariamente que
consentir a la autoridad política para así tener obligaciones políticas.

Lo que sigue

Aun cuando la discusión de la obligación política tuvo un desarrollo importante en los siglos
XVII y XVIII con la teoría del contrato social, el análisis filosófico de esta cuestión se

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remonta hasta el Critón (ca. 390 a. C.) de Platón. Asimismo, diferentes intentos de dar cuenta
de la obligación política de los ciudadanos forman parte de la literatura filosófica reciente.
Igualmente, la discusión tuvo altos y bajos a lo largo de la historia del pensamiento político,
incluyendo la filosofía política contemporánea.

La literatura filosófica incluye teorías que buscan justificar las obligaciones políticas
de los ciudadanos sobre la base de diferentes consideraciones o principios morales. Por
nuestra parte, en el curso vamos a estudiar diferentes cuestiones que forman parte de la
discusión teórica contemporánea de la obligación política de los ciudadanos. El curso está
organizado en dos partes. En la primera parte vamos a desarrollar una serie de temas de índole
conceptual. En la segunda parte del curso vamos a describir y evaluar un conjunto de teorías
que intentan justificar las obligaciones políticas de los ciudadanos.

La primera parte del curso está desarrollada en las clases 2 a 4. En estas clases vamos
a desarrollar las características del concepto de obligación política, vamos a exponer la forma
en que las directivas de una autoridad afectan el razonamiento práctico y vamos a describir
y evaluar las paradojas de la autoridad. La discusión de estos temas está plenamente vigente
en el debate filosófico contemporáneo. De cualquier forma, en esta primera parte del curso
no vamos a caracterizar a las diferentes concepciones en pugna en la literatura especializada,
sino que vamos a privilegiar los análisis que consideramos correctos.

Las clases 5 a 12 forman la segunda parte del curso. En la clase 5 vamos a realizar
una clasificación de las teorías de la obligación política y en las clases restantes vamos a
presentar y analizar críticamente diferentes teorías de la obligación política. En concreto, en
las clases 6 a 11 vamos a desarrollar a la teoría del consentimiento, la teoría del juego limpio,
el utilitarismo, la teoría del consentimiento hipotético, el deber de gratitud y el deber de
apoyar instituciones justas. La evaluación de las teorías de la obligación política muestra que
las diferentes concepciones tienen problemas serios, al punto tal de que ninguna teoría parece
lograr justificar las obligaciones políticas de los ciudadanos. Precisamente, la última clase
del curso va a consistir en la presentación de la posición teórica –el anarquismo filosófico–
que sostiene que los ciudadanos no tienen obligaciones políticas.

Las críticas desarrolladas en las clases 6 a 11 a las teorías de la obligación política no


son concluyentes o definitivas; está abierta la posibilidad de mostrar que las consideraciones
aducidas son erradas o al menos que no permiten concluir que los ciudadanos no tienen
obligaciones políticas. Al mismo tiempo, la literatura reciente incluye teorías de la obligación
política que no vamos a tener la oportunidad de describir y evaluar en el curso. En este
sentido, el análisis de la segunda parte del curso es limitado, tanto respecto del estatus de las
conclusiones alcanzadas como de la cantidad de las teorías analizadas. En realidad,
difícilmente ello podría ser de otro modo, puesto que la discusión de la obligación política
de los ciudadanos está plenamente vigente en la filosofía política contemporánea.

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