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La Reforma, fue la gran revolución religiosa del siglo XVI, comenzada en Alemania, que rompió la

unidad de la Iglesia Católica creando otras religiones cristianas como la luterana, la calvinista y
la anglicana, que son llamadas Iglesias Protestantes.
Hay una actitud diferente frente a la religión.

¿Por qué se produjo la Reforma?


La Reforma fue una expresión más del Renacimiento y de la nueva mentalidad del siglo XVI. El
espíritu crítico y el deseo de renovar la Iglesia provocó, sin proponérselo, la ruptura de la unidad
cristiana de Europa occidental.
Desde la Edad Media y hasta comienzos del siglo XVI, la sociedad debía enfrentar guerras,
hambrunas, epidemias constantes que mataban hasta el 30% de la población, por lo que el miedo
a la muerte era una obsesión. El único refugio era la religión, que los salvaría de morir en pecado.

Observa las obras del alemán Hans Holbein el Joven (1497-1543) ¿cómo veía a la sociedad de
su tiempo?

Pero en esos momentos la Iglesia estaba pasando por una crisis importante, y la corrupción llegó
a los cargos eclesiásticos que eran vendidos (simonía) ;
Ya no podía ser, de ninguna forma, mediadora entre Dios y el hombre, protectora, esta Iglesia
corrupta que estaba detrás de casi todas las guerras y negocios de la época.

Además, se produjeron conflictos entre los papas y los emperadores, porque estos últimos
querían aumentar su poder sobre la Iglesia y reducir los derechos del Papa.
Por último, podemos mencionar el espíritu de crítica del Renacimiento que, condenó el exceso de
riqueza de la Iglesia.
Asimismo, la difusión de la Biblia, gracias a la invención de la imprenta, acercó “la palabra de
Dios” a todos, no sólo a los sacerdotes.

Fue un monje alemán que inició la reforma religiosa al oponerse a la venta


de indulgencias (posibilidad de librarse de los pecados a través de la compra del “perdón divino”
de la Iglesia), y estableció que "sólo la Fe en Dios servía para salvarse y no las obras”.
En el año 1510, tras una visita a Roma, la capital religiosa, Martín Lutero, regresó profundamente
decepcionado por la corrupción que vivenció respecto a la religión que él tan estrictamente
observaba.
En 1517, contrariado por la venta de indulgencias, certificados papales que liberaban de toda
culpa a sus poseedores a cambio de dinero, elaboró 95 tesis que colocó en la puerta de la iglesia
del castillo de Wittenberg. Esto provocó que el Papa León X lo declarara hereje y lo excomulgara
(expulsar) de la Iglesia.
Aquí un extracto de las 95 tesis:
“Por qué el Papa cuya riqueza es mayor que la de muchos ricos no edifica al menos la Basílica de
San Pedro con sus propios dineros, en vez de hacerlo con el de los pobres fieles. La indulgencia
por la que los predicadores prometen grandes méritos, no tienen más que uno, el de entregar
dinero. Hay que enseñar a los cristianos que lo que se da a los pobres o presta a los necesitados
es mejor que ganar indulgencias”.

Cuestionó la autoridad del Papa y de toda la jerarquía de la Iglesia (papas, obispos, cardenales
etc) y también dijo que la verdadera autoridad era la Biblia.
Redujo a tres los sacramentos: el bautismo, la comunión y la penitencia, y rechazó la creencia del
pan y el vino como la carne y sangre de Cristo.
Afirmó que el hombre era “débil y pecador” y por lo tanto "El justo vivirá por la fe" y no por las
obras que realice.
Propuso la libre interpretación de la Biblia y no la impuesta por la autoridad papal. Asimismo fue el
encargado de traducir la Biblia al alemán.
Promovía el trabajo como espiritualidad, y forjado por la providencia, en contraposición con la
Iglesia romana, que condenaba el desarrollo económico. Esto motivó que entre los sectores de la
nueva burguesía la reforma encontrara sus más fieles adeptos.
Las ceremonias del culto luterano se realizan en el idioma de cada país y no en latín como en la
Iglesia católica. Se niega el culto a la Virgen y a los Santos, así como las representaciones de
temas bíblicos, pintadas o esculpidas. El único símbolo es la cruz, sin la imagen de Cristo.

Lutero coloca a la nueva Iglesia bajo la dependencia de los reyes y príncipes convertidos a su
doctrina. Los Pastores serían nombrados por ellos y no se podría hacer ninguna modificación al
culto o a la doctrina, sin la aprobación del jefe de Estado.
Coherente con sus ideas de aceptar el gobierno civil y el orden social, como impuestos por Dios e
imposibles de desconocer sin atentar contra el Señor, apoyó a los Príncipes en su lucha contra el
campesinado hostil. Los campesinos lo consideraron como traidor y el movimiento reformista
perdió parte de su fuerza.

Finalmente, la Paz de Augsburgo(1555) reconoce la división de Alemania según el principio “a tal


príncipe, tal religión”, es decir, se dio a los gobernantes la libertad de decidir qué religión querían
practicar. Los súbditos, por el contrario, estaban obligados a tener la misma religión que sus
gobernantes, los desconformes debían emigrar a otras tierras, así se logró la coexistencia entre
católicos y luteranos por lo que se oficializaba el rompimiento de la unidad cristiana que había
existido hasta el momento.

JUAN CALVINO

A mediados del siglo XVI, cuando el luteranismo parecía perder impulso, fue otro reformador, el
francés Juan Calvino (1509- 1564), quien con poco más de 20 años, adopta los principios de
Lutero, tales como la negación de la autoridad del Papa, y la de considerar a la Biblia como única
regla de fe y conducta. La Doctrina calvinista tiene aspectos en común con las de Lutero, pero
difiere en el tema de la salvación.

Para Calvino, la salvación proviene de Dios, quien la otorga como gracia a un pequeño número de
elegidos: es la doctrina de la predestinación. El destino de cada hombre está prefijado por Dios,
por lo tanto las acciones del hombre resultan inútiles para lograr la salvación o la condenación.
Pero a los que están salvados Dios los conduce por el buen camino. Los predestinados tienen
inclinación a hacer buenas a hacer obras como signo de que han sido elegidos.
-La única fuente de fe es la Biblia, libremente interpretada por los fieles, la fe es el signo de la
gracia divina y conduce a una vida piadosa y austera.
-Calvino acepta sólo dos sacramentos: bautismo y eucaristía o comunión. En esta se acepta la
presencia espiritual de Cristo.

Juan Calvino fue un jefe religioso y político a la vez. Llevó su doctrina a la práctica en Ginebra
creando allí un Estado que debía guiarse según los principios establecidos en el Evangelio. Esta
ciudad se convirtió en la capital religiosa del calvinismo y se la llamó “República del Evangelio”. Se
transformó además en un centro de formación de misioneros que difundirían las ideas calvinistas
por Francia, Países Bajos, Escocia y algunas zonas de Alemania. La Iglesia era una organización
a la que debían pertenecer obligatoriamente, todos los habitantes de la ciudad.
Se les impuso un modo de vida austero e intolerante, obligándoles a jurar fidelidad a la fe
calvinista. Se prohibían los juegos de cartas y dados, fiestas y reuniones de más de veinte
personas, vestidos de colores y ricas telas, comidas refinadas y abundantes, las bebidas
alcohólicas, bailes, uso de joyas, insultos, malas palabras y teatro. A quienes no cumplían estas
disposiciones se les aplicaban multas y prisión. El propio Juan Calvino muchas veces se
encargaba de supervisar a los fieles.
La austeridad también se reflejó también en el culto que consistía en oraciones, prédicas y
cantos. Los templos debían tener las paredes limpias de imágenes y sólo admitía una Biblia sobre
la mesa.
En cuanto a lo económico, Calvino fue más liberal que Lutero respecto a las prácticas capitalistas.
Para él el crédito, banca, gran comercio, finanzas, son queridas por Dios y tan respetables como
el salario de un trabajador. El pago de un interés por el capital es tan respetable como el pago de
un alquiler. La prosperidad en los negocios era un signo de que el hombre que gozaba de ella
estaba predestinado a la salvación. Estas ideas para algunos autores, favorecieron el desarrollo
de la economía capitalista, impulsada por muchos burgueses que se adhirieron a la nueva
doctrina.

Unos de las hechos más importantes del calvinismo tiene que ver con el optimismo que despierta
la predestinación, ya que Dios eligió de antemano al grupo que se salvará, y también con
el sentido revolucionario que contiene el principio de que hay que obedecer a Dios antes que a los
príncipes y aún contra los príncipes. Esto último justificará los movimientos contra los monarcas
católicos.

La Reforma en Inglaterra: ENRIQUE VIII

En Inglaterra fueron los reyes quienes llevaron a cabo la Reforma.


El clero y el Papado estaban desacreditados y humanistas como Tomás Moro propiciaban la
reforma de la Iglesia pero sin apartarse de Roma.
Fue el rey Enrique VIII quien tomó la iniciativa de romper con el Papa y esto se debió a un motivo
personal ya que en 1530 el rey Enrique quiso divorciarse de su primera esposa Catalina de
Aragón para casarse con Ana Bolena, dando como motivo de dicho podido el hecho de no poder
tener un hijo varón para que heredera el trono. Pero al negarse el Papa a anular su matrimonio el
rey hizo votar al Parlamento el Acta de Supremacía (1534) donde se proclamaba al rey Enrique
VIII como el “Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra”, desconociéndose así la autoridad del
Papa. De esa manera pudo casarse con Ana Bolena, la quien tampoco pudo tener un hijo varón, y
años más tarde fue mandada a asesinar acusada de infidelidad. Enrique se casaría otras cuatro
veces más. La tercera de ellas, Jane Seymour, finalmente tuvo un varón pero ella murió 12 días
después del parto.

Las consecuencias de estos cambios provocó fueron graves, por ejemplo, el humanista Tomás
Moro que permaneció fiel al catolicismo fue ejecutado, además se suprimieron las órdenes
religiosas y sus tierras y otros bienes pasaron al Estado.

Enrique VIII no modificó ni el dogma ni el culto de la Iglesia Católica. Su sucesor, su hijo, Eduardo
VI permitió que se propagaran las doctrinas protestantes, fundamentalmente el calvinismo. Su
hermana María Tudor, que lo sucedió en el trono tras su la muerte, reestableció el catolicismo y
persiguió a los protestantes considerados herejes. A su muerte, Isabel I (hija de Ana
Bolena) impuso a sus súbditos una mezcla de catolicismo y calvinismo que se
llamará anglicanismo, no se le dio nunca el nombre de protestante.
Durante el reinante de Isabel I se estableció la doctrina anglicana en la que se establecía que la
única fuente de fe era la Biblia; sólo admitía dos sacramentos como los calvinistas (bautismo y
comunión). Se conservó el ceremonial católico, los sacerdotes y obispos podían casarse y se les
exigía reconocer el Acta de Supremacía.
El jefe supremo de la Iglesia anglicana es el Rey (lo sigue siendo hasta hoy, es decir que la jefa
suprema de la iglesia anglicana en la actualidad es la reina Isabel II).

Isabel I
Como el anglicanismo era una combinación de catolicismo y calvinismo, ni católicos ni calvinistas
lo aceptaron, por lo que fueron perseguidos y muchos de ellos emigraron a otros países europeos
y a América del Norte.
Los calvinistas ingleses que querían “purificar” a la Iglesia anglicana, de ahí el nombre de
Puritanos, trataron de suprimir lo que se conservaba del catolicismo. Rechazaron el Acta de
Supremacía que colocaba a la Iglesia al servicio de la monarquía. Este grupo tendrá adeptos entre
los parlamentarios quienes se opondrán al poder absoluto del rey durante el siglo XVII.

De esta manera, el movimiento religiosos que comenzó con el alemán Martín Lutero, llevó al
rompimiento de la unidad de la Iglesia, que en adelante se la conocerá como Católica (que
significa universal), y surgen nuevas iglesias cristianas (ya que todas creen en la divinidad de
Cristo) tales como el Luteranismo, Calvinismo y Anglicanismo. Con el correr del tiempo irán
surgiendo nuevas iglesias cristianas tales como Metodista, Bautista, Adventista, iglesia ortodoxa
griega, Presbiterianos, La iglesia de los santos de los últimos días, los Testigos de Jehová, los
Pentecostales, Las Asambleas de Dios, etc.

La Reforma protestante tuvo por autor a Martín Lutero. Es indiscutible el supremo


protagonismo que le corresponde en la gran revolución religiosa del siglo XVI. Pero por
excepcionales que fueran la personalidad del antiguo fraile agustino, parece claro que el
éxito del reformador se debió también, en buena medida, a la concurrencia de toda una
serie de circunstancias particularmente oportunas. Lutero tuvo el arte de hacerse intérprete
de ideas y sentimientos muy extendidos entonces entre sus compatriotas y acertó a darles
respuestas que satisfacían a las aspiraciones religiosas de algunos y a ambiciones
políticas de otros. La propia rapidez con que se propagó el incendio de la Reforma es buen
indicio de que el viento soplaba a su favor y la coyuntura era propicia.

Muchos de los gérmenes que facilitaron la revolución luterana venían operando desde largo
tiempo atrás: las doctrinas conciliaristas, el democratismo eclesial, la filosofía nominalista, la
presión tributaria de la Hacienda papal aviñonesa, el cisma de occidente. Factores de orden
político, como los conflictos entre papas y emperadores o el auge de los nacionalismos
eclesiásticos contribuyeron también a preparar la crisis religiosa. Y hubo, todavía, otras causas
más, derivadas de la peculiar realidad alemana: la decadencia moral del clero y en especial del
episcopado, marcado por una impronta señorial y el práctico monopolio de la nobleza; la debilidad
del poder soberano, en un Imperio fragmentado en un sinfín de principados y ciudades; y sobre
todo el resentimiento contra Roma.

Martín Lutero supo encarnar de modo admirable los sentimientos de muchos alemanes de su
época. Pero ello no excluye la existencia de motivaciones de índole religiosa, que influyeron
poderosamente en su itinerario interior y en su actuación externa. Desde que se hizo fraile, Lutero
experimentaba una angustiosa ansiedad por asegurar su salvación. La Teología de Guillermo de
Okham en la que se había formado, al tiempo que proclamaba el voluntarismo arbitrario de Dios,
sostenía que la libre voluntad del hombre bastaba para cumplir la Ley divina y alcanzar así la
bienaventuranza. Fray Martín sentía que esta doctrina chocaba violentamente con sus propias
vivencias: él se consideraba incapaz de superar la concupiscencia con sus solas fuerzas y de
alcanzar con sus obras la anhelada seguridad de salvación. La meditación del versículo 17 del
capítulo primero de la Epístola a los Romanos «el justo vive de la fe» hizo salir a Lutero de su
profunda crisis de angustia. Creyó entender que Dios misericordioso justificaba al hombre a través
de la fe y a la luz de este principio le pareció que toda la Escritura cobraba un nuevo sentido.

La naturaleza humana según él habría quedado radicalmente corrompida por el pecado. Las
obras del hombre de nada servirían para la salvación: ni el sacerdocio ministerial tendría razón de
ser, ni la mayoría de los sacramentos, ni los votos monásticos, ni, sobre todo, el Papado. Lutero
se forjó un concepto puramente interior de la Iglesia y rechazaba en ella todo elemento
constitucional. La Iglesia no sería, por tanto, depositaria ni intérprete de la Revelación: la «sola
Escritura» era, según él, única fuente de la Revelación y su interpretación correspondía a cada fiel
en particular, directamente inspirado por Dios. Lutero no formuló esta doctrina de una sola vez,
sino gradualmente, alejándose cada vez más de la ortodoxia católica.

La consolidación del luteranismo progresó tanto en el orden político como en el teológico: los
príncipes y ciudades reformados constituyeron una liga confesional y Melanchton fijó la doctrina
luterana en la «Confesión de Augsburgo» (1530). Un año antes, la dieta de Spira acordó tolerar la
Reforma allí donde estaba ya implantada, pero prohibió extenderla a nuevos territorios. La
protesta de cinco Estados y catorce ciudades acuñó una denominación religiosa de
«protestantismo».

Cuando Lutero murió en 1546, la Reforma se había extendido a más de media Alemania. En 1546,
también se abría el concilio de Trento, que Carlos V venía reclamando desde quince años antes.
En 1547, el conflicto entre el emperador y los príncipes protestantes degeneró en lucha armada y
Carlos V en Muhlberg obtuvo una completa victoria sobre la Liga de Smalkalda. Pero, más tarde,
la traición de Mauricio de Sajonia obligó al emperador a otorgar por el tratado de Passau libertad
religiosa a los luteranos (1552). En 1555, Carlos V, cansado y envejecido, hubo de sancionar la
paz de Augsburgo, que otorgaba igualdad de derechos a católicos y luteranos, siendo los
príncipes quienes decidirían la confesión a seguir en su territorio. La escisión religiosa de
Alemania era ya un hecho consumado e irreversible.

Calvino (1509?-1564), nacido en Noyon y pasado a la Reforma desde joven, abrió nuevos
caminos al protestantismo. Dotado de una mente más lógica y rigurosa que la de Lutero, Calvino
llevó hasta sus últimas consecuencias las premisas fundamentales de la doctrina protestante. La
«teología de la consolación» luterana era, a su juicio, del todo insuficiente. La insanable
corrupción del hombre y el absoluto voluntarismo divino debían conducir fatalmente a la doctrina
calvinista de la predestinación. Dios trascendente e incomprensible, según su arbitrio insondable,
predestinaría a los hombres al cielo o al infierno, regalaría «a unos la salvación y a otros la
condenación». La verdadera Iglesia sería la congregación de los predestinados y de ahí su
naturaleza interior e invisible. Pero existiría también una Iglesia visible, la compuesta por el
conjunto de los fieles incorporados a ella por el bautismo y participantes en la Cena eucarística,
los dos únicos sacramentos admitidos por Calvino. En todo caso, la misma corrupción de la
naturaleza humana exigía según el reformador que el hombre hubiera de ser sometido a una vida
de estricta moralidad, sobria y laboriosa. Esta existencia sería bendecida por Dios con la
prosperidad en los negocios temporales, señal del favor divino y verdadero signo de
predestinación.

El protestantismo calvinista tuvo una fuerza expansiva superior al Luteranismo casi reducido a
Alemania y Escandinavia y su influencia resultó decisiva para los destinos cristianos de Europa.
En el centro y este europeos, el Calvinismo se introdujo profundamente en Hungría y Bohemia y
ganó a parte de la aristocracia polaca. En los Países Bajos, Guillermo de Orange el Taciturno fue
el caudillo protestante en la lucha contra Felipe II y los católicos, y consiguió consolidar como un
reducto calvinista las Provincias Unidas del Norte, la futura Holanda. En Escocia, el Calvinismo
tomó la forma de presbiterianismo: el fanático Juan Knox fue el verdadero dueño del país.
Calvinista fue también el protestantismo que mayor importancia alcanzó en Francia.

Los reyes franceses de los primeros tiempos de la Reforma dieron la pauta de una singular
política religiosa. Desde la época de Francisco I, Francia fue la constante aliada de los príncipes
protestantes alemanes que luchaban contra Carlos I, y también del emperador turco, que
amenazaba las fronteras orientales del Imperio. Esta misma línea se mantuvo en el siglo XVII, en
la decisiva prueba de la Guerra de los Treinta Años. Pero en la política interior, los reyes franceses
se mostraron de ordinario fieles católicos y tanto Francisco I como Enrique II procedieron con rigor
frente a sus súbditos protestantes. El Calvinismo, sin embargo, penetró en Francia, hizo
numerosos adeptos entre la aristocracia y no tardaron en formarse dos grandes partidos
enfrentados entre sí. Las Guerras de Religión asolaron a Francia durante casi tres décadas.

La historia de la Reforma en Inglaterra siguió una trayectoria peculiar y obedeció, más quizá
que en ningún otro país, a las directrices de la realeza. El «Anglicanismo» tal como ya se dijo no
fue invención de Enrique VIII. Bajo la monarquía Tudor del siglo XV, la Iglesia de Inglaterra era ya
en cierto sentido «anglicana» y Enrique VIII halló en la legislación eclesiástica de sus
predecesores un instrumento válido para su política de sojuzgamiento religioso. Este príncipe fue
defensor del Catolicismo en los albores de la Reforma y escribió contra Lutero una «Defensa de
los siete sacramentos», que le valió del papa León X el título de Defensor fidei. Fue la negativa
papal a conceder a Enrique el divorcio de Catalina de Aragón, para casarse con Ana Bolena, la
razón que le llevó al repudio del Primado romano y al cisma. Porque fue un cisma y no
protestantismo la Reforma en Inglaterra mientras vivió Enrique VIII. El rey se proclamó a sí mismo
«Cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra» y exigió el reconocimiento jurado de su supremacía
eclesiástica. La gran mayoría de los hombres de Iglesia se sometió a la voluntad del rey. Pero
hubo excepciones admirables, como los mártires cartujos y sobre todo dos personajes insignes,
que no claudicaron y murieron por la fe: San Juan Fisher, obispo de Rochester, y Santo Tomás
Moro, gran Canciller del reino.

El protestantismo de inspiración calvinista se introdujo en Inglaterra durante el reinado de


Eduardo VI (1547-1553). Su sucesora María Tudor hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón
reprimió la herejía e intentó la restauración católica. Pero esta restauración no duró más allá de
los breves años en que ocupó el trono (1553-1558). A su muerte, sin hijos, la corona pasó a Isabel
hija de Enrique VIII y Ana Bolena. El largo reinado de Isabel I (1558-1603) decidió la suerte del
Cristianismo inglés. Se guardaron formas externas de la tradición católica como la Jerarquía
eclesiástica con sus obispos y sus cabildos catedralicios, aunque sin clero célibe ni vida
monástica. Se prohibió la celebración de la Misa, y un Anglicanismo protestantizado, con
elementos luteranos y calvinistas, se impuso como doctrina oficial de la Iglesia de Inglaterra.

La primera noticia de la reforma es John Wycliffe. Es también conocido como "el Lucero del
Alba de la Reforma y nace cerca de Richmond en el condado inglés de Yorkshire, alrededor
de 1320, en la misma época de Geert Grote. Poco se sabe sobre su infancia.
A partir de 1345 empieza sus estudios en Oxford, y se queda allí durante 17 años. Se
entrega profundamente a la teología y la filosofía, interrumpe sus estudios por varias
razones, pero se gradúa finalmente en 1372 como doctor.

Geert Grote nació en octubre del año 1340 en Deventer Holanda como hijo de un adinerado
comerciante. A los treinta años - había estudiado mucho y por largo tiempo y hacía poco
había sido nombrado canónigo en el capítulo de la catedral de Aquisgrán - vivió una
conversión. Grote se retiró, falleciendo en el año 1384.

A John Wickliffe le siguió Juan Huss que vivió desde el 1372 al 1415.En Bohemia, Praga
Rep. Checa. Representa claramente la necesidad de reformar la iglesia medieval. Su crítica
conmovió a Lutero que pudo llamar a Hus un "hombre santo".

La figura mas importante en Alemania fue Martin Lutero quien en 1517 se rebeló en contra
de la Iglesia Católica, cuando puso en la puerta de su iglesia las 95 Tesis en controversia
por la venta de indulgencias y otras heregias de la epoca. Martín Lutero (nacido como
Martin Luder: posteriormente cambia su apellido a Luther, en castellano: Lutero) nació el
10/11/1483 en un mundo lleno de conflictos y tensiones.

Estamos a 31 de octubre del año del Señor 1517: con vigorosos golpes de martillo, que resuenan
por toda Europa, Lutero clava las 95 tesis en el portal de la iglesia del castillo de Wittenberg. Las
95 Tesis de Lutero Esta escena aparece en muchísimas ilustraciones y fue considerada, hasta
muy entrado el siglo XX, como una realidad histórica. Es una imagen que, como pocas otras, se
ha convertido en un símbolo de la Reforma.
Lutero fue criticado no pocas veces y desde distintos lados por su línea mesurada, su actitud
frente al campesinado rebelde y sus compromisos con los príncipes. Por el otro lado, Lutero
estuvo siempre presionado defendiendo la Reforma contra el bando católico-romano, en lo político
y en lo teológico. Muchos de sus primeros seguidores no quisieron seguirle en esta arriesgada
empresa. En sus últimos años de vida, Lutero debió luchar contra una serie de dolencias
físicas.Muere el 18 de febrero de 1546 en Eisleben.
En Alemania, cuando se habla de la Reforma, ésta suele asociarse directamente con la persona
de Martín Lutero, y es cierto, porque con él empezó. Sin duda, Lutero es el reformador más
importante. Pero no es el único, no en Alemania y mucho menos en otros países. Hay que prestar
atención a dos cosas: Por un lado, la Reforma no debe ser identificada con Lutero; justamente la
Iglesia Reformada se remonta aZwinglio y Calvino sin poder ni querer cuestionar los méritos de
Lutero. Por otro lado, Lutero no puede ser la medida absoluta para lo que se considera
"reformado" o no. Esto significaría estrechar nuestro horizonte y no poder valorar los
conocimientos y descubrimientos de otros reformadores.

Juan Calvino nace el 10 de julio de 1509 en Noyon en el norte de Francia .Calvino no menciona
una fecha de su conversión a la reforma, no obstante es seguro que se produjo antes del 4 de
mayo de 1534, porque en esa fecha Calvino viaja a Noyon para renunciar a sus prebendas como
consecuencia de su alejamiento del catolicismo.
Algunas características de Calvino siempre serán extrañas para el hombre moderno. Calvino fue
un asceta que dedicó su vida a la Reforma y podía proceder de una manera muy estricta. Pero
tenemos que esforzarnos por diferenciar más, porque la imagen tan distorsionada de Calvino se
debe también a las grandes luchas confesionales que duraron hasta el siglo XX.
Sobre Ulrico Zuinglio sabemos algo menos que sobre Calvino. Esto es entendible, ya que
Calvino tuvo muchísimo más impacto que Zwinglio; prácticamente la totalidad de las iglesias
reformadas en el mundo se remontan a él.
Después de la muerte de Calvino, Teodoro de Beza es elegido su sucesor como moderador de
los pastores de Ginebra. Beza nació en 1519 en la Borgoña.
Los reformados frecuentemente son llamados también"calvinistas aunque ellos mismos no se
autodenominan así.

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