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289-290 La Alegría del Amor

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[25/2 20:32]: La 🤗Alegría del Amor 289-290

🤗289. El ejercicio de transmitir a los hijos la fe, en el sentido de facilitar su expresión y crecimiento, ayuda a
que la familia se vuelva evangelizadora, y espontáneamente empiece a transmitirla a todos los que se acercan
a ella y aun fuera del propio ámbito familiar. Los hijos que crecen en familias misioneras a menudo se vuelven
misioneros, si los padres saben vivir esta tarea de tal modo que los demás les sientan cercanos y amigables,
de manera que los hijos crezcan en ese modo de relacionarse con el mundo, sin renunciar a su fe y a sus
convicciones. Recordemos que el mismo Jesús comía y bebía con los pecadores (cf. Mc 2,16; Mt 11,19),
podía detenerse a conversar con la samaritana (cf. Jn 4,7-26), y recibir de noche a Nicodemo (cf. Jn 3,1-21),
se dejaba ungir sus pies por una mujer prostituta (cf. Lc 7,36-50), y se detenía a tocar a los enfermos (cf. Mc
1,40-45; 7,33). Lo mismo hacían sus apóstoles, que no despreciaban a los demás, no estaban recluidos en
pequeños grupos de selectos, aislados de la vida de su gente. Mientras las autoridades los acosaban, ellos
gozaban de la simpatía «de todo el pueblo» (Hch 2,47; cf. 4,21.33; 5,13).

🤗290. «La familia se convierte en sujeto de la acción pastoral mediante el anuncio explícito del Evangelio y el
legado de múltiples formas de testimonio, entre las cuales: la solidaridad con los pobres, la apertura a la
diversidad de las personas, la custodia de la creación, la solidaridad moral y material hacia las otras familias,
sobre todo hacia las más necesitadas, el compromiso con la promoción del bien común, incluso mediante la
transformación de las estructuras sociales injustas, a partir del territorio en el cual la familia vive, practicando
las obras de misericordia corporal y espiritual»[310]. Esto debe situarse en el marco de la convicción más
preciosa de los cristianos: el amor del Padre que nos sostiene y nos promueve, manifestado en la entrega
total de Jesucristo, vivo entre nosotros, que nos hace capaces de afrontar juntos todas las tormentas y todas
las etapas de la vida. También en el corazón de cada familia hay que hacer resonar el kerygma, a tiempo y a
destiempo, para que ilumine el camino. Todos deberíamos ser capaces de decir, a partir de lo vivido en
nuestras familias: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene» (1 Jn 4,16). Sólo a partir de esta experiencia,
la pastoral familiar podrá lograr que las familias sean a la vez iglesias domésticas y fermento evangelizador en
la sociedad.

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MCC CCS MARIENE PIÑERO. COMENTARIO:

El verdadero trabajo evangelizador de las familias nunca queda en casa, siempre se proyecta hacia afuera de
alguna manera: en la colaboración con el vecino, apoyo a personas necesitadas, integración en las
actividades de la iglesia, etc., más acción del evangelio y así lo enseñó Jesús en su caminar, enseñando,
comprendiendo, curando, amando. Esta tarea es nada fácil, sin embargo se da sola cuando en las familias
están preparadas para realizar las actividades pastorales, por tanto es necesario evangelizarlas, atenderlas e
integrarlas a las actividades eclesiásticas, en un trabajo religioso constante y activo.

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PONÇ CAPELL. COMENTARIO:

[25/2 23:16] ponc capell capell: Francisco acude a las fuentes bíblicas para demostrar la sociabilidad de
Jesús y de sus apóstoles, a fin de que las familias cristianas entiendan que ser discípulos y misioneros del
Señor no es aislarse en un mundo espiritualizado y de perfección, sino anunciar con gozo la salvación en
medios donde pareciera que se nada contracorriente. Se pide, de este modo, que la misión sea una
emergencia de círculos concéntricos, como los que surgen al lanzarse una piedra al agua; en el centro la
familia y los círculos más íntimos, pero abiertos también a cuantos puedan estar urgidos de una palabra de
luz, de consuelo, de esperanza, en los espacios laborales, con quienes nos cruzamos cotidianamente en el
camino, con quien pueda mirarnos pidiendo, sin decirlo, un poco de luz para su vida. Esa dinámica, vivida con
sencillez, coherencia y alegría, hace que también los hijos se entusiasmen por contagiar el sentido de vivir en
amor familiar que ellos están saboreando.

A su vez, en el número 290, el documento invita a saber compaginar los afanes más humanizadores de la
sociedad y la proclamación gozosamente vivida del kerigma. Es el tema de la pastoral familiar.

En este sentido, el CPV, en el Desafío 4 del Documento nº 6, Iglesia y Familia, asume la urgencia de
consolidar el Departamento Nacional de Pastoral Familiar, el cual, desde una pastoral de conjunto, debe
estimular el protagonismo de laicos especialistas en el tema, parejas y movimientos referidos al mundo de la
familia, para que apoyen a las familias, fortalezcan los secretariados diocesanos de pastoral familiar
existentes y se promuevan en las diócesis donde no existan. Para ello, se prevé impulsar la formación
especializada de laicos y equipos parroquiales en todos los niveles eclesiales. Se contempla que la CEV
asuma el estudio de asuntos sobre esta pastoral y que los pensum de los seminarios la contemplen como
indispensable para la formación de los sacerdotes. El interés por las problemáticas que afronta esta pastoral
debe llevar a la creación de cátedras y especializaciones sobre el mundo de la familia y sus relaciones con la
bioética en los ámbitos universitarios y centros de investigación humanista, sin, por ello, olvidar que los
contenidos deben promoverse incluso en los centros de educación media.

Tanto la promoción del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, como las reformas llevadas a cabo en el
Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y de la familia, son indicio de la
preocupación de Francisco por la debida actualización de la Iglesia en estos temas.

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