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«OMNIA DOCET PER OMNIA»
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Jueves, 15 de marzo de 2018
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Salmos
El Salterio, o Libro de los Salmos, es el primer libro de las “Escrituras”
(Kethubhim o Hagiographa), es decir, la tercera sección de la actual Biblia hebrea
impresa. En esta sección de la Biblia hebrea el orden canónico de los libros ha variado
substancialmente, mientras que en las secciones primera y segunda, es decir, en
la Ley y los Profetas, los libros han estado siempre casi en el mismo orden. La
lista Talmúdica(Baba Bathra 14b) coloca el libro de Rut antes que los Salmos. San
Jerónimo encabeza las “Escrituras” con los Salmos, en su “Epístola ad Paulinum” (P.L.
XXII, 547), con Job en su “Prólogo Galeatus” (P.L., XXVIII, 555).
Muchos manuscritos masoréticos, especialmente españoles, comienzan las “Escrituras”
con Paralipómenos o Libros de las Crónicas. Los manuscritos masoréticos alemanes
han liderado el ordenamiento del libro en el Kethubhim de la Biblia Hebrea moderna.
La Versión de los Setenta coloca los Salmos como el primero entre los Libros
Sapienciales. Estos últimos libros en el “Códice Alejandrino” pertenecen a la tercera
sección y siguen a los Profetas. La Vulgata clementina tiene los Salmos y los Libros
Sapienciales en la segunda sección, después de Job. Este artículo tratará sobre el
nombre de los Salmos, su contenido, los autores, su canonicidad, texto, versiones,
forma poética, belleza poética, valor teológico y uso litúrgico.
Contenido
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1 Nombres
2 Contenido
o 2.1 Número
o 2.2 División
o 2.3 Títulos
2.3.1 Significado de los Títulos
2.3.2 Valor de los Títulos
3 Autores de los Salmos
o 3.1 Testimonio de la Tradición
o 3.2 Testimonio del Antiguo Testamento
o 3.3 Testimonio del Nuevo Testamento
4 Canonicidad
5 El Texto
6 Versiones
7 Forma Poética
8 Belleza Poética
9 Valor Teológico
10 Uso Litúrgico
Nombres
El Libro de los Salmos tiene varios nombres en los textos hebreos, en Los Setenta y en
la Vulgata.
B. Los manuscritos de los Salmos en Los Setenta dicen psalmoi, salmos, o psalterion,
salterio. La palabra salmos es una traducción que ocurre en los títulos de cincuenta y
siete salmos. Salmos, en griego clásico significa el tañido de las cuerdas de un
instrumento musical, su equivalente en hebreo (de “afinar”) significa un poema de forma
“afinada” y mesurada. Las dos palabras nos muestran que un salmo era un poema con
estructura definida para ser cantado con acompañamiento de instrumentos de cuerda.
El texto del Nuevo Testamento utiliza los nombres psalmoi (Lc. 24,44)
biblos psalmon (Lc. 20,42; Hch. 1,20) y Daveid (Hb.4,7).
C. La Vulgata siguió el texto griego y traduce psalmi, liber psalmorum. De igual modo, la
Biblia siria llama a la colección Mazmore.
Contenido
El libro de los Salmos contiene 150 salmos, dividido en 5 libros; junto con cuatro
doxologías y los títulos de la mayoría de los salmos.
Número
Las Biblias hebreas impresas listan 150 salmos. Algunos manuscritos masoréticos
tienen menos. Los antiguos manuscritos de los Setenta (Códice Sinaítico, Códice
Vaticano y Códice Alejandrino dan 151, pero establecen claramente que el último salmo
no es canónico. “Este salmo fue escrito por David con su propia mano y está fuera de
número”, exothen tou arthmou. La Vulgata sigue la numeración de Los Setenta pero
omite el Salmo 151. En el siguiente esquema se pueden ver las diferencias en la
numeración del texto hebreo y la Vulgata:
División
El Salterio esta dividido en cinco libros. Cada libro, salvo el último, termina con
una doxología. Estas formas litúrgicas difieren levemente. Todos concuerdan que las
doxologías al final de los primeros tres libros no tienen relación con los cánticos
originales a los cuales han sido añadidos. Algunos consideran que la cuarta doxología
fue siempre una parte del Salmo 106(105) (cf. Kirkpatrick, “Salmos”, IV y V, p. 6363).
Preferimos, con Zener-Wiesmann (op.cit., 76) clasificarlo como una doxología pura y
simple. El quinto libro no tiene necesidad de una doxología añadida. En el salmo 150, si
compuesto como tal o no, sirve el propósito de una grandiosa doxología que lleva
adecuadamente el Salterio a su final.
Títulos
En el Salterio hebreo, todos los salmos, excepto treinta y cuatro, tienen títulos simples o
bastante complejos. La Versión de los Setenta y la Vulgata proveen títulos a la mayoría
de los treinta y cuatro salmos que carecen de títulos hebreos. Estos últimos, llamado los
"salmos huérfanos" por la tradición judía, se distribuyen así en los cinco libros del
Salterio:
Libro I: Tiene 4: salmos 1, 3, 10(9b), 33(32) De éstos, el salmo 10 es una porción del salmo 9;
el salmo 33(32) tiene título en Los Setenta y la Vulgata..
Libro II: Tiene 2: Salmos 43(42), 71(70). De éstos, el salmo 43 es una porción del salmo 42.
Libro III no tiene.
Libro IV: Tiene 10: Salmos 91(90), 93(92) - 97(96), 99(98), 104(103) - 106(105). Todos éstos
tienen título en Los Setenta y la Vulgata.
Libro V: Tiene 18: Salmos 107(106), 111(110) – 119(118), 135(134) – 137(136), 146(145) –
150. De éstos, el salmo 112(111) tiene título en la Vulgata, el salmo 137(136) en los Setenta
y Vulgata; el cuasi-título hallelu yah precede a nueve 111(110) – 113(112), 135(134),
146(145) - 150); el equivalente griego Allelouia precede a otros siete [107(106), 114(113a),
116(114-115) – 119(118) y 136(135)]. Sólo el salmo 115(113b) no tiene título ni en la hebrea
ni en Los Setenta.
Significado de los Títulos
Estos títulos nos dicen una o más de cinco cosas sobre los salmos: (a) el autor, o,
quizás, la colección; (b) la ocasión histórica de la canción; (c) sus características
poéticas; (d) su arreglo musical; y (e) su uso litúrgico.
Libro I: De sus 41 salmos, tiene cuatro anónimos [salmos 1, 2, 10(9b), 33(32)]. Los otros
treinta y siete son davídicos. El salmo 10(9b) es parte del 9; el salmo 33(32) es davídico en
Los Setenta; y los Salmos 1 y 2 son prólogos de toda la colección.
Libro II: De sus 31 salmos, tiene tres anónimos [Salmos 43(42), 66(65), 71(70)]. De éstos,
ocho salmos, 42(41) – 49(48) son “de los hijos de Coré” (libne qorah); el salmo 50(49) es "de
Asaf"; los Salmos 51(50) - 72(71) son "del maestro de coro" (lamenaççeah) y el Salmo 72(71)
es "de Salomón". El Salmo 43(42) es parte del 42(41); los Salmos 66(65) y 67(66) son
davídicos en Los Setenta y la Vulgata.
Libro III: De sus 17 salmos, tiene un salmo davídico, 86(85); once "de Asaf", 73(72) – 83(82);
cuatro "de los hijos de Coré", 84(83), 85(84), 87(86), 88(87); y uno "de Etán", 89(88). El
Salmo 88 se asigna además a Hemán el indígena.
Libro IV: De sus 17 salmos, tiene dos salmos davídicos, 101(100) y 103(102), y uno "de
Moisés" [90(89)]. Además, Los Setenta asigna a David otros ocho: los salmos 91(90), 93(92)
– 97(96), 99(98), 104(103). El resto son anónimos.
Libro V: De sus 44 salmos, tiene veintiocho anónimos. Los Salmos 108(107) – 110(109),
122(121), 124(123), 131(130), 133(132), 138(137) – 145(144) son davídicos. El Salmo
127(126) es "de Salomón". Los Setenta y la Vulgata le asignan el Salmo 137(136) a David,
los Salmos 146(145) – 148, a Ageo y Zacarías.
Al-Yeduthun, en los salmos 62(61) y 77(76), donde la preposición al puede llevar a uno
a interpretar Yeduthun como un instrumento musical o un tono. En el título del salmo
39(38), "del maestro de coro, de Yeduthun, una canción de David", Yeduthun está sin al
y parece ser el antedicho maestro de coro (Menaççeah). Que David tenía tal maestro de
coro está claro en 1 Cron. 16,41.
Trece salmos de David tienen tales títulos. Los Salmos 7, 18(17), 34(33), 52(51), 54(53),
56(55), 57(56), 59(58), 142(141) refieren la época cuando Saúl perseguía a David; el
Salmo 60(59), a las victorias en Mesopotamia y Siria; el salmo 51(50) a su pecado; los
salmos 3 y 63(62) cuando le huía a Absalón.
Mizmor (Setenta, psalmos; Vulg., psalmus; un salmo), palabra técnica no usada fuera
de los títulos del Salterio; significa un conjunto de canciones para ser acompañadas por
instrumentos de cuerda. Hay 57 salmos, la mayoría de ellos davídicos, con el
título Mizmor.
Shir (Setenta, oda; Vulg., Canticum; una canción), un término genérico utilizado treinta
veces en los títulos (12 veces junto con Mizmor), y a menudo en el texto de los salmos y
de otros libros. En los salmos (42(41),9; 69(68),31; 28(27),7) la canción es
generalmente sagrada; en otras partes es una lay lírica (Gén.31, 27; Isaías, 30, 29), un
poema de amor (Cant. 1,1), o una balada báquica (Is. 24, 9; Ecls. 7,5).
Maskil (Setenta, synedeos o eis synesin; Vulg. intellectus o ad intellectum), una forma
oscura encontrada en los títulos de 13 salmos [32(31), 42(41), 44(43), 45(44), 52(51),
55(54), 74(73), 78(77), 88(87), 89(88), 144(143)]. (a) Gesenio y otros explican "un
poema didáctico", de Hiph´il (cf. Sal. 32(31),8; I Crón. 28,19); pero solamente los
Salmos 32(31) y 78(77) son Maskilim didácticos. (b) Ewald, Riehm y otros sugieren "una
canción artística hábil", de otros usos del verbo afín (cf. 2 Crón. 30,22; Sal 47(46),7);
Kirkpatrick piensa que "un salmo ingenioso" lo hará. Es difícil ver que Maskil es o más
artístico o más ingenioso que el Mizmor. (c) Delitzch y otros interpretan "un poema
contemplativo"; Briggs, "una meditación". Esta interpretación está garantizada por el uso
del verbo afín (cf. Is. 41,20; Job 34,27), y es el único que satisface todo el Maskilim.
Tephillah (Setenta, proseuche; Vulg., oratio; una oración), el título de cinco salmos,
17(16), 86(85), 90(89), 102(101), 142(141). La misma palabra ocurre en la conclusión
del Libro II (cf. Sal. 72(71),20), "Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé". Aquí Los
Setenta hymnoi (Vulg., laudes) señala una mejor lectura, "alabanza".
Tehillah (Setenta, ainesis; Vulg., laudatio; "una canción de alabanza"), es el título sólo
del Salmo 145(144).
Mikhtam (Los Setenta, stelographia o eis stelographian; Vulg., tituli inscriptio o in tituli
inscriptionem), un término oscuro en el título de seis salmos, 16(15), 56(55) – 60(59),
siempre "de David". Briggs ("Salmos", I, LX; Nueva York, 1906) con los [rabi y
rabinismo|Rabbis]] deriva este título "de oro". El Mikhtamim son canciones doradas,
"artísticas en forma y exquisitas en contenido".
(d) Los títulos que indican el arreglo musical de un salmo (un sistema especialmente
oscuro).
Ocho títulos pueden indicar la melodía del salmo citando las palabras iniciales de una
conocida canción.
Nehiloth (Los Setenta y Teodoción, hyper tes kleronomouses; Aquila, apo klerodosion;
Símaco, hyper klerouchion; San. Jerónimo, super haereditatibus; Vulg., pro ea guae
haereditatem consequitur), aparece únicamente en el salmo 5. Las versiones antiguas
correctamente derivan el título de, "heredar"; Baethgen (“Die Psalmen”, 3ra ed., 1904, p.
35) piensa que Nehiloth era la primera palabra de alguna canción antigua; la mayoría de
los críticos traducen "con instrumentos de viento" asumiendo erróneamente que
Nehiloth significa flautas (cf. Is. 30,29).
Al-tashheth (Los Setenta, Aquila, Símaco, peri aphtharsias, excepto el salmo 75(74),
Símaco, peri aphtharsias; San. Jerónimo, ut non disperdas (David humilem et
simplicem); Vulg., ne disperdas o ne corrumpas), en los salmos 57(56) – 59(58), 75(74),
significa "no destruyan", puede ser el principio de una canción de la vendimia
mencionada en Is. 65,8. Símaco otorga, en el título del Salmo 57, peri tou me
diaphtheires.
Al-Muth-Labben; (Los Setenta, hyper ton hyphion tou yiou; Vulg. pro occultis filii,
"referente a los pecados secretos del hijo"; Aquila, hyper akmes tou hiou, "de la juventud
del hijo"; Teodoción, hyper akmes tou hyiou, "referente a la madurez del hijo") en el
Salmo 9(9a), probablemente significa “afinando ’la muerte emblanquece’”.
Al-ayyeleth hasshahar (Los Setenta, hyper tes antilepseos tes heothines, Vulg., pro
susceptione matutina, "para la ofrenda de la mañana"; Aquila, hyper tes elaphow tes
orthines; Símaco, hyper tes boetheias tes orthines, “la ayuda de la mañana"; San
Jerónimo, pro cervo matutino), en el Salmo 22 (21), probablemente significa “la cierva
de la aurora”.
'Al Mahalath [Salmo 53(52)] Mahalath leannoth [Salmo 88(87)] es transcrito por Los
Setenta Maeleth; por Vulg., pro Maeleth. Aquila lo interpreta como epi choreia, "para
la danza"; la misma idea es sugerida por Símaco, Theodoción, Quinta y San Jerónimo
(pro choro). La palabra 'Al es la prueba de que las siguientes palabras indican alguna
canción conocida con cuya melodía eran cantados los salmos 53(52) y el 88(87).
Dos títulos parecen referirse al tono. Al-Alamoth [salmo 46(45)], “puesto para doncellas”,
es decir, para ser cantado con una voz de soprano o de falsete. Los Setenta
interpreta hyper ton kryphion; Vulg., pro occultis, "para los ocultos"; Símaco, hyper ton
aionion, "para el eterno"; Aquila, epi neanioteton; San Jerónimo, pro juventutibus, "para
la juventud".
Al-Hassheminith [Salmos 6 y 12(11)], "en octava"; Los Setenta, hiper tes ogdoes;
Vulg., pro octava. Se ha conjeturado que "octava" significa una octava más bajo, el
registro más bajo o bajo, en contraste con el alto o registro de soprano. En 1 Cr. 15,20-
21 se le asignaba a los levitas "con salterios de tonos altos (Alamoth)", otros "con
cítaras de octava (Sheminith)" (el registro más bajo).
Hamma'aloth en el título de los salmos 120(119) – 134(133); Los Setenta, ode ton
anabathmon; San Jerónimo, canticum graduum, "la canción de las subidas". La palabra
se utiliza en Éx. 20,26 para denotar las gradas de que llevaban del atrio de
las mujeres al de los hombres en el Templo. El total de gradas eran quince. Algunos
comentadores judíos y Padres de la Iglesia lo han interpretado como que en cada uno
de los quince escalones se cantaba uno de estos quince Salmos Graduales. Tal teoría
no parea con el contenido de estos salmos; ellos no son salmos del templo. Otra teoría,
propuesta por Gesenio, Delitzsch y otros, relacionan "las gradas" al paralelismo en
forma de escalera de los salmos graduales. Esto paralelismo en forma de escalera no
se encuentra en todos los salmos graduales; ni es distintivo de cualquiera de ellos. Una
tercera teoría es la más probable. Aquila y Símaco leen eis tas anabaseis, "para las
subidas"; Teodoción dice asma al nanabaseon. Éste es un salterio peregrino, una
colección de cánticos peregrinos de aquéllos "que suben hacia Jerusalén para las
fiestas" (1 Sam. 1,3). Isaías nos dice que los peregrinos subían cantando (Is. 30,29).
Los salmos en cuestión serían adecuados para canciones peregrinas. La frase "subir" a
Jerusalén (anabainein) parece referirse especialmente a la subida de los peregrinos
(Mc. 10,33; Lc. 2,42, etc.). Esta teoría ahora es comúnmente aceptada. Una explicación
menos probable es que los salmos graduales eran cantados por aquéllos que "subían"
del exilio de Babilonia(Esd. 7,9).
Otros títulos litúrgicos son: "para la acción de gracias", en el Salmo 100(99); "Para hacer
memoria", en los Salmos 38(37) y 70(69); "para enseñar", en el salmo 40(39); "para el
último día o Fiesta de los Tabernáculos", en los Setenta del salmo 29(28), exodiou
skenes; Vulg., in consummatione tabernaculi. El salmo 30(29) se titula "Cántico para la
Dedicación de la Casa". El salmo se pudo haber utilizado en la Fiesta de Dedicación del
Templo, el Encaenia (Jn. 10,22). Esta fiesta fue instituida por Judas
Macabeo (1 Mac. 4,59) para conmemorar la rededicación del Templo después de
su profanación por Antíoco. Su título nos demuestra que el salmo 92(91) debía ser
cantado en el Sabbath o sábado. Los Setenta titula el salmo 24(23), tes mias
sabbaton "para el primer día de la semana"; el salmo 48(47), deutera sabbatou "para el
segundo día de la semana"; el salmo 94(93), tetradi sabbaton, "para el cuarto día de la
semana"; el salmo 93(92), eis ten hemeran "para el día antes del Sabbath". El latín
antiguo titulo el Salmo 81(80), quinta sabbati, "el quinto día de la semana". El Mishna
(Tamid, VII, 13) asigna los mismos salmos para el servicio diario del Templo y nos dice
que el salmo 82(81) fue para el sacrificio matutino del tercer día (cf. James Wm. Thirtle,
"Los Títulos de los Salmos, su Naturaleza y Significado Explicados”, Nueva York, 1905).
Los eruditos católicos, mientras que no insisten que el autor de los salmos
sobrescribieron los títulos, siempre han considerado estos títulos como parte integral de
la Sagrada Escritura. Santo Tomás de Aquino(en el salmo 6) asigna los títulos a Esdras:
"Sciendum est quod tituli ab Esdra facti sunt partim secundum ea quae tune agebantur,
et partim secundum ea quae contigerunt.” Una declaración del caso tan comprehensiva
es apenas atinada; muchos eruditos modernos dan a los títulos una historia más
variada. Casi todos, sin embargo, están de acuerdo en considerar como canónicas
estas direcciones ocasionalmente oscuras. En esta unanimidad los católicos siguen la
tradición judía. La tradición pre-masorética conservó los títulos como Escritura, pero
perdió mucho del significado litúrgico y musical, debido probablemente a cambios en el
canto litúrgico de los salmos. La tradición masorética ha guardado cuidadosamente
todos los títulos que recibió. Hace que los títulos sean parte de las Sagradas Escrituras,
conservando sus consonantes, puntos vocales y acentos con el mismo cuidado que se
da al resto del Canon Judío.
Los Padres dan a los títulos el mismo respeto y autoridad que le dan al resto de las
Escrituras. Ciertamente, la oscuridad de los títulos conduce a menudo a los padres a
interpretaciones místicas y muy fantasiosas. San Juan Crisóstomo ("De Compunctione ",
II, 4; P.G., XLVII, 415) interpreta hyper tes ogdoes, "para el octavo día", "el día de
descanso", "el día de la eternidad". San Ambrosio (en Lucam, V, 6) considera en este
título el mismo número místico que él observa en las ocho Bienaventuranzas de San
Mateo, en el octavo día como cumplimiento de nuestra esperanza, y el ocho como la
suma de todas las virtudes: "pro octava enim multi inscribuntur psalmi". En este asunto
de las interpretaciones místicas de los títulos, San Agustín está adelantado de los
generalmente literales y realidades de San Ambrosio y Juan Crisóstomo. Con todo, al
tratar el valor y autenticidad de los títulos, ningún Padre es más decidido y acertado que
el gran obispo de Hipona. Para él los títulos están inspirados en las Sagradas
Escrituras. Comentando el título del salmo 51(50), "de David, cuando el profeta Natán le
visitó después que aquél se había unido a Betsabé", San Augustín (P.L., XXXVI, 586)
dice que es inspirado al igual que la historia de la caída de David, narrada en el Libro
Segundo de Samuel (11,1-26); "Utraque Scriptura canonica est, utrique sine ulla
dubitatione a Christianis fides adhibenda est”.
Recientemente, algunos eruditos católicos modernos opinan igual que San Agustín
sobre este asunto: Cornely, "Specialis Introduction in libros V. T.", II, 85; Zschokke,
"Hist. Sacr. V. T. ", 206; Thalhofer, "Erklärung der Psalmen", 7ma ed., 1904, 8; Patrizi,
"Cento Salmi", Roma, 1875, 32; Danko, "Historia V. T.", 276; Hoberg, "Die Psalmen der
Vulgata", 1892, p. XII. Solamente muy pocos eruditos católicos han negado que los
títulos son parte integral de la Sagrada Escritura Gigot, en "Introducciones Especiales
al Antiguo Testamento" (New York , 1906), II, 75, cita con aprobación esta negación por
Lesêtre, "Le Livre des Psaumes" (París, 1883), p. 1. Barry, en "Tradición de la Sagrada"
(Nueva York, 1906), 102, dice: "Es pausible mantener que no pueden ser rechazadas
las inscripciones de las cuales los Masora, LXX y la Vulgata dan testimonio”. Pero
mirarlos, bajo todas circunstancias, como porciones de la Escritura sería violentar
los decretos tridentinos". Debido al peligro que, sin razón grave, estas partes de la Biblia
honradas desde antiguo se puedan clasificar como extra-canónicas, la Comisión
Bíblica recientemente (1 de mayo de 1910) ha puesto énfasis especial en el valor de los
títulos. Del acuerdo que hemos observado entre los títulos de Masora y los de la Versión
de los Setenta, de la Vulgata, de Aquila, de Símaco, de Teodoción, de San Jerónimo,
etc., la Comisión ha decidido que los títulos son más antiguos que Los Setenta y que
han llegado a nosotros, si no por los autores de los salmos, por lo menos por la tradición
judía antigua, y que, en este sentido, no se pueden poner en duda, a menos que haya
una razón seria contra su autenticidad. De hecho, los mismos desacuerdos que hemos
notado nos llevan a la misma conclusión. Para la época en que se escribió Los Setenta,
los títulos deben haber sido excesivamente viejos; pues la tradición de su vocalización
era ya muy oscura.
(1) La tradición judía es incierta en cuanto a los autores de los salmos. Baba Bathra (14
f) menciona diez; Pesachim (10) le atribuye todos los salmos a David.
(2) La tradición cristiana es igualmente incierta. San Ambrosio, "en los salmos 43(42) y
47(46)" (P.L., XIV 923), reconoce a David como el único autor. San Agustín, en “Ciudad
de Dios”, XVII.14 piensa que todos los salmos son davídicos y que los nombres
de Ageo y Zacarías fueron sobrescritos por el poeta en un espíritu profético. San
Filastrio, Haer. 130 (P.L., XII, 1259), tilda la opinión contraria como herética. Por otra
parte, Orígenes, "In Ps." (P.G., XII, 1066) defendió la pluralidad de autoría; San Hilario
de Poitiers, "In Ps. Procem. 2) (P.L., IX, 233); Eusebio, "In Ps. Procem. In Pss. 41, 72”
(P.G., XXIII, 74, 368); y muchos otros. San Jerónimo, "Ad Cyprianum, Epist. 140, 4
(P.L., XXII, 1169), dice que "yerran quiénes consideran que todos los salmos son de
David y no el trabajo de aquellos cuyos nombres están sobrescritos”.
(3) Este desacuerdo respecto a la autoría de los salmos va desde los Padres a
los teólogos. La autoría davídica es defendida por Santo Tomás de Aquino, el
judío convertido arzobispo Pablo de Burgos, San Roberto Bellarmine, Alfonso Salmerón,
Santa Mariana; la autoría múltiple es defendida por Nicolás de Lira, Cayetano, Sixto
Senensis, Jacques Bonfrere, y Giovanni Stefano Menochio.
(4) La Iglesia no ha tomado ninguna decisión sobre este asunto. El Concilio de Trento
(Sess. IV, 8 de abril de 1546), en sus decretos sobre las Sagradas Escrituras, incluye
"Salterio Davídico, 150 Salmos" entre los libros canónicos. Esta frase no define la
autoría davídica más que el número 150, sino que señala solamente el libro, que se
define como canónico (cf. Pallavicino, "Historia del Concilio de Trento", l. VI,
1591. Nápoles, 1853, I, 376). En el vota preliminar, quince Padres votaron por el nombre
"Salmos de David"; seis por "Salterio Davídico"; nueve por "Libri Psalmorum"; dos por
"Libri 150 Psalmorum"; dieciséis por el nombre adoptado, "Salterio Davídico 150
Salmos"; y a dos no le interesaba cuál nombre fuera elegido (cf. Agustín Theiner, "acta
Authentica Councilii Tridentini", I, 72 sq.). De las varias “vota” es claro que el Concilio no
tenía ninguna intención de definir la autoría davídica.
(5) El reciente decreto de la Comisión Bíblica (1 de mayo de 1910) decide los siguientes
puntos:
Ni la fraseología de los decretos de los concilios ni las opiniones de ciertos Padres tienen el
peso para determinar que David es el único autor de todos los salmos.
No puede ser prudentemente negado que David es el autor principal de los cánticos
del Salterio.
Especialmente no puede negarse que David es el autor de los salmos que, en el Antiguo o en
el Nuevo Testamento, son claramente citados bajo el nombre de David, por ejemplo el 2,
16(15), 18(17), 32(31), 69(68), 110(109).
Testimonio del Antiguo Testamento
(1) David
Los títulos de setenta y tres salmos en el Texto Masorético y de muchos más en Los
Setenta parecen designar a David como autor: cf. en el Libro I, los salmos 3 – 41(40), es
decir, todo el libro I excepto 10(9b) y el 33(32); en el Libro II, los salmos 51(50) – 70(69),
excepto el 66(65) y 67(66); en el Libro III, el salmo 86(85); en el Libro IV, el salmo
103(102); en el Libro V, los salmos 108(107) – 110(109), 122(121), 124(123), 131(130),
133(132), 135(134) – 145(144). Ahora se sostiene generalmente que, en el título
hebreo, la preposición “le” tiene la fuerza de un genitivo, y que en Los Setenta tou David
"de David", es una traducción mejor que la de la Vulgata ipsi David “de David mismo".
¿Esta preposición significa autoría? No en cada título; ambos David y el maestro de
coro son los autores del Salmo 19(18), y todos los hijos de Coré, junto con el maestro
de coro, son autores conjuntos de los salmos atribuidos a ellos. En el caso de tales
títulos compuestos como “del maestro de coro, salmo de David” [salmo 19(18)] o “del
maestro de coro, de los hijos de Coré, un salmo“ [salmo 48(47)], probablemente
tenemos indicaciones, no de la autoría, sino de varias colecciones de salmos---las
colecciones tituladas “David”, “el maestro de coro”, “los hijos de Coré”. Semejante al
Nuevo Testamento, el Concilio de Trento, y muchos Padres de la Iglesia hablan de
“David” o “el Salterio de David”, “los Salmos de David”, no para inferir que todos los
salmos son de David, sino que él fue el salmista por excelencia, así que los títulos de
muchos salmos los asignan no tanto a sus autores sino a sus colectores o al autor
principal de la colección a la cual pertenecen. Por otra parte, algunos de los títulos más
largos van a demostrar que "de David" puede significar autoría. Tomando por ejemplo:
"del maestro de coro, afinar al tono 'no destruyas', de David, una pieza elegida
(Mikhtam), cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva" [salmo 57(56)]. La
ocasión histórica de la composición davídica de la canción, la calidad lírica de la
canción, su inclusión en la colección inicial "de David" y más adelante en el himnario del
maestro de coro, el tono en el cual el salmo o fue escrito por David o fue fijado por el
maestro de coro---todas estas cosas parecen indicarse por el mismo título puesto bajo
consideración. De la misma clase que los títulos davídicos es el final suscrito a los
primeros dos libros de los salmos: "Amén, Amén; fin de las oraciones de David, hijo de
Jesé" [salmo 72(71),20). Esta suscripción es más antigua que Los Setenta; y estaría
fuera de lugar si David no fuese el autor principal de los salmos en los dos libros al cual
se le añade.
Evidencia adicional en el Antiguo Testamento de la autoría de David de los salmos,
según sugerido por el reciente decreto de la Comisión Bíblica, son los talentos poéticos
naturales de David, demostrados en su cantos y elegías, 2 Samuel y 1 Crónicas, junto
con el hecho que él fue quien instituyó el cántico levítico solemne de los salmos en
presencia del Arca de la Alianza (I Crón. 16,23-25). Los cantos y elegías atribuidos a
David son significativamente parecidos a los salmos de David en espíritu, estilo y
fraseología. Examinemos la línea de apertura de 2 Samuel 22:
"David dijo a Yahveh las palabras de este cántico el día que Yahveh lo salvó de la mano
de sus enemigos y de la mano de Saúl, y él dijo: 2. Yahveh es mi roca, mi baluarte, mi
libertador, 3. mi Dios, la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación,
mi ciudadela y mi refugio, mi Salvador que me salva de la violencia. 4. Grito de
alabanza, invoco a Yahveh, y quedo a salvo de mis enemigos".
Las dos canciones son claramente idénticas, las leves diferencias son probablemente
debido a diversas redacciones litúrgicas del Salterio. Al final del escrito de 2 Samuel da
"las últimas palabras de David" (23,1)---a saber, un salmo corto al estilo davídico en
donde David habla de sí mismo como "el suave salmista de Israel", "salmos egregios
de Israel" (2 Sam. 23,2). De modo semejante el Cronista (1 Crón. 16,8-36) cita como
davídica una canción compuesta por los salmos 105(104),1-13, del salmo 96(95) y una
pequeña porción del Salmo 106(105). Finalmente, el profeta Amós se dirige a
los samaritanos: "ustedes que cantan al son del arpa; se inventan, como David,
instrumentos de música" (Am. 6,5). El talento poético de David sobresale como una
característica del Rey Pastor. Sus lamentos elegíacos en la muerte de Saúl y Jonatan (2
Sam. 1,19-27) revelan cierto poder, pero no el de los salmos davídicos. Las anteriores
razones para la autoría davídica son impugnadas por muchos que insisten sobre la
redacción tardía de 2 Samuel 21-24 y sobre las discrepancias entre los pasajes que
hemos comparado. La pregunta sobre la redacción tardía de las canciones davídicas en
2 Samuel no está a nuestro alcance; ni tal redacción tardía destruye la fuerza de nuestra
apelación al Antiguo Testamento, ya que esa apelación es a la Palabra de Dios. En
cuanto a las discrepancias, hemos dicho que son explicables por la admisión que
nuestro Salterio es el resultado de varias redacciones litúrgicas, y no presentan todos
los salmos en la forma exacta en la cual fueron desarrollados por sus escritores
originales.
(2) Asaf
Los títulos le acreditan a Asaf doce salmos, 50(49), 73(72) – 83(82). Estos salmos son
todos de carácter nacional y pertenecen a períodos de la historia judía ampliamente
separados. El Salmo 83(82), aunque Briggs ("Salmos", Nueva York, 1906, p.67) lo
asigna al período persa temprano, parece haber sido escrito en el tiempo del estrago
causado por la invasión asiria de Tiglatpileser III en 737 a.C. El salmo 74(73) fue escrito
probablemente, según infiere Briggs, durante el Exilio Babilónico, después de 586 a.C.
Asaf era un levita, el hijo de Barakías (1 Crón. 6,24), y uno de los tres jefes del coro
levítico (1 Crón. 15,17). Los “hijos de Asaf” fueron separados "para profetizar con
cítaras, salterios y címbalos" (1 Crón. 25,1). Es probable que los miembros de
esta familia compusieran los salmos que fueron recogidos más adelante en un salterio
de Asaf. Las características de estos salmos de Asaf son uniformes: hacen alusiones
frecuentes a la historia de Israel con un propósito didáctico; sublimidad y vehemencia de
estilo; descripción viva; exaltan el concepto de la divinidad.
(4) Moisés
Moisés está en el título del Salmo 90(89). San Agustín (P.L., XXXVII, 1141) no admite
autoría mosaica; San Jerónimo sí lo hace (P.L., XXII, 1167). El autor imita las canciones
de Moisés en Deuteronomio 32 y 33; esta imitación puede ser la razón del título.
(5) Salomón
Salomón está en los títulos de los salmos 72(72) y 127(126), probablemente por una
razón similar.
(6) Etán
Etán, está en el título del salmo 89(88), debe ser probablemente Idithun. El Salterio de
Idithun, de Yedutún, contenido también en los Salmos 39(38), 62(61) y 77(76).
Canonicidad
A. El canon cristiano de los salmos no presenta ninguna dificultad; todos los cristianos
admiten en su canon los 150 salmos del Canon de Trento; todos rechazan el Salmo 151
de Los Setenta, probablemente una adición macabea al canon.
1. Visión Crítica: Los críticos no admiten estos argumentos en su totalidad. Dice Driver:
“No hay fundamento de ninguna clase en la antigüedad para la opinión de que el canon
del Antiguo Testamento fue cerrado por Esdras, o por sus asociados”. ("Introducción a
la literatura del Antiguo Testamento ",Nueva York, 1892, p. X). Respecto a los salmos
Wellhausen dice: "puesto que el Salterio es el himnario de la congregación del segundo
Templo, la pregunta no es si contiene algunos salmos post-exilio, sino si contiene algún
salmo pre-exilio" ("Introducción" de Bleek, ed. 1876, 507). Hitzig ("Begriff der Kritik",
1831) considera que los libros III-V son enteramente macabeos (168-135 a.C.).
Olshausen ("Die Psalmen", 1853) trae algunos de estos salmos a la dinastía asmonea y
al reinado de Juan Hircano (135-105 d.C.). Duhm (“Die Psalmen", 1899, p. XXI)
reconoce muy pocos salmos pre-macabeos, y asigna los salmos 2, 20(19), 21(20),
61(60), 63(62), 72(71), 84(83), 132(131) a los reinados de Aristóbulo I (105-104 a.C.) y a
su hermano Alejandro Janeo (104-79 a.C.); de modo que el canon del Salterio no fue
cerrado hasta 70 a.C. (p. 23). Tales visiones extremas no se deben a argumentos
válidos. Siempre que uno rechace aceptar la fuerza del argumento tradicional en favor
del canon de Esdras, se debe admitir en todo caso que el canon judío de los salmos fue
indudablemente cerrado antes de la fecha de la traducción de Los Setenta. Esta fecha
es 285 a.C., si aceptamos la autoridad de la Carta de Aristeas (v. Versión de los
Setenta); o a más tardar 132 a.C., el período en el cual Ben Sirá escribió, en el prólogo
al Eclesiástico, que "la ley por sí misma y los profetas y el resto de los libros [es decir el
Hagiógrafa, del cual eran los salmos] habían sido traducidos al griego". Ésta es la
opinión de Briggs (p. 12), que fija la redacción final del Salterio para mediados del siglo
II a.C.
Los críticos generalmente consideran como una cosa lógica la evolución gradual del
Libro de los Salmos. Su aplicación de los principios del alto criticismo no resulta en
ninguna uniformidad de opinión respecto a los diferentes estratos del Salterio.
Presentaremos estos estratos como lo indica el profesor Briggs, probablemente el
menos precipitado de los que han publicado últimamente las llamadas "ediciones
críticas" de los salmos. Su método de criticismo es el usual; por un criterio de evidencia
interna bastante subjetivo, él trincha algunos salmos, remienda otros, desecha
porciones de otros y los "corrige" todos. Asigna siete salmos a la primera monarquía
hebrea; siete a la monarquía media; trece a la última monarquía; trece a la época del
exilio; treinta y tres al primer período persa; dieciséis al período persa medio (los
tiempos de Nehemías); once al último período persa; "el gran salmo real del
advenimiento" [Salmos 93(92), 96(95) – 100(99)] junto con otros ocho al primer período
griego (que comienza con la conquista de Alejandro); cuarenta y dos al último período
griego, y al período de los Macabeos los salmos 33(32), 102(101)(b), 109(108)(b),
118(117), 139(138)(c), 129(128) del salterio Peregrino y 147(146-147) y 149 de los
Aleluyas.
Según Briggs, de estos salmos y porciones de salmos, treinta y uno son "salmos
aparte", es decir, nunca fueron incorporados en un Salterio antes de que fuera emitida la
actual redacción canónica. El resto fueron corregidos en dos o más de los doce
Salterios que marcan la evolución del libro de salmos. La primera colección de salmos
fue compuesta por siete Mikhtamim, los "pedazos de oro", del período persa medio. En
el último período persa, trece Maskilim se unieron como colección de meditaciones. Al
misma tiempo, setenta y dos salmos fueron revisados, como libro de oración para uso
en la sinagoga, bajo el nombre de "David"; de éstos, trece tienen en sus títulos
referencias a la vida de David, y se piensa que formaban por sí mismos una colección
anterior. En Palestina, en el primer período griego, once salmos fueron recopilados en
un Salterio menor titulado los "hijos de Coré".
2. La Visión Católica: Una aplicación tan extensiva del criticismo divisivo del Salterio no
choca con la aprobación de los exégetas católicos. Ellos admiten fácilmente las
redacciones sucesivas de los salmos, con tal que la doctrina de inspiración de las
Santas Escrituras no sea impugnada. La doctrina de la inspiración tiene respeto por los
salmos como están puestos en los cánones, y no impide a los católicos admitir las
diferentes redacciones del Salterio anteriores a la actual redacción; de hecho, incluso la
redacción litúrgica no inspirada de los salmos inspirados contraria a la enseñanza de la
Iglesia en materia de inspiración, siempre y cuando el redactor haya preservado intacto
y absolutamente inalterado el significado inspirado del Texto Sagrado. La Comisión
Bíblica (1 de mayo de 1910) no admite que la actual redacción contiene muchos salmos
macabeos; ni tampoco Delitzsch, Perowne, Renan y muchos otros eruditos críticos.
"Hay tantos salmos de esa época, que es difícil no pensar que podrían haber llevado
marcas prominentes en su dicción y estilo” (Drive, "Introducción a la Literatura del
Antiguo Testamento", Nueva York, 1892, 365). Los salmos 44(43), 74(73), 79(78) y
83(82) que Delitzsch y Perowne consideran macabeos basándose en argumentos
históricos, le ocasionan a Davison (Hastings, "Dict. de la Biblia ", IV, 152) "dificultades
indiscutibles que surgen de su lugar en los libros II y III". No hay pruebas certeras de
que éstos o cualquier otro salmo sean macabeos. La Comisión Bíblica, sobre esta
razón, no niega que alguno de los salmos sea macabeo, deja esa pregunta todavía
abierta. En materia de redacción, permite que "por razones litúrgicas, musicales u otra
razón desconocida, los salmos pudieron haber sido divididos o juntados" en el curso
del tiempo; y "hay otros salmos, como el Miserere mei, Deus [Salmo 51(50)] que, para
que puedan ajustarse mejor a las circunstancias históricas y a las solemnidades de la
gente judía, fueron levemente reeditados y cambiados por la omisión o adición de un
verso o dos, siempre y cuando la inspiración del texto entero permaneciera intacta". Eso
es lo importante: la doctrina de la inspiración de las Santas Escritura debe sufrir lo
menos posible. ¿Cómo, entonces, se mantiene intacta la doctrina de la inspiración de
todo el texto? ¿Fueron inspirados los anteriores escritos? Ninguna autoridad de la
Iglesia ha determinado nada sobre estos asuntos. Nos inclinamos a la opinión de que
Dios inspiró los significados de los salmos como fueron escritos originalmente, y de
igual forma inspiró a cada redactor que recopiló y corrigió estas canciones de Israel
hasta que el último redactor inspirado las unió en su forma actual.
El Texto
Los salmos fueron escritos originalmente en caracteres hebreos, así como vemos sólo
en monedas y algunas inscripciones lapidarias; el texto nos ha llegado a través de
caracteres arameos cuadrados. Solamente las versiones nos dan alguna idea del texto
pre-masorético. Hasta el momento no se ha descubierto ningún manuscrito pre-
masorético de los salmos. El texto masorético se ha conservado en más de
3400 manuscritos, de los cuales ninguno es anterior al siglo IX y solamente nueve o
diez son anteriores al siglo XII (vea Manuscritos de la Biblia). Estos manuscritos
masoréticos representan dos familias levemente variables de una tradición---los textos
de Ben Asher y de Ben Neftalí. Sus variaciones son de poca importancia en la
interpretación de los salmos. El estudio de la estructura rítmica de los salmos, junto con
las variaciones entre Masora y las versiones, ha aclarado que nuestro texto hebreo está
lejos de ser perfecto, y que sus puntos son a menudo incorrectos. Los esfuerzos de los
críticos por perfeccionar el texto son a veces debidos sólo a una conjetura sagaz. Se
elige el molde métrico; entonces el salmo se adapta forzosamente a él. Era mejor dejar
el texto en su condición imperfecta que hacerlo peor por conjeturas. El decreto de
la Comisión Bíblica se dirige a ésos a quiénes las imperfecciones en el texto Masorético
son una ocasión, aunque no excusa, para las incontables enmiendas conjeturales,
ocasionalmente salvajes y fantasiosas, que hoy día se aceptan como una aceptable
exégesis crítica de los salmos.
Versiones
Griega:
La principal versión de los salmos es la de Los Setenta. Se conserva para nosotros en:
Cod. U, Brit. Mus. Pap. 37, siglo VII, conteniendo los salmos 10(9b) – 33(32);
Leipzig Pap., siglo IV, que contiene los salmos 29(28) – 54(53);
Códice Sinaítico, siglo IV, completo;
B. Códice Vaticano, siglo IV, completo, excepto los salmos 105(104),27 – 137(136),6;
A, Códice Alejandrino, siglo V, completo excepto los salmos 49(48),19 – 76(75),10
I, Códuce Bodleiano, siglo IX, completo;
Latina:
Otras Versiones:
Forma Poética
A. Paralelismo
B. Metro
¿Hay metro en los salmos? Los judíos del siglo I d.C. así lo pensaron. Flavio
Josefo habla de los hexámetros de Moisés (Antiq. II, XVI, 4; IV, VIII, 44) y los trímetros y
los tetrámetros y los metros múltiples de las odas e himnos de David (Antiq., VII, XII,
3). Filo Judeo dice que Moisés había aprendido la "teoría del ritmo y armonía" (De vita
Mosis I, 5). Los primeros escritores cristianos expresan la misma opinión. Orígenes
(murió en 254) dice que los salmos están en trímetros y los tetrámetros (En Salmo
118(117); cf. Card. Pitra, "Sacros de Analecta", II, 341); y Eusebio (murió en 340), en su
"De Praeparatione evangelica ", XI, 5 (P.G., XXI, 852), habla de los mismos metros de
David. San Jerónimo (420), en "Praef. ad Eusebii chronicon" (P.L., XXVII, 36), encuentra
yámbicos, alcaicos, y sáficos en el Salterio; y escribiendo a Paula (P.L., XXII, 442), él
explica que los salmos acrósticos 111(110) y 112(111) están compuestos de trimetros
yámbicos, mientras que los salmos acrósticos 119(118) y 145(144) son tetrámetros
yámbicos. Los exegetas modernos no están de acuerdo sobre este asunto. Por un
tiempo, algunos no admitirían ningún metro en los salmos. Davison (Hast., "Dict. la
Biblia ", s. v.) escribe: "aunque el metro o métrica no es perceptible en los salmos, no se
entiende que el ritmo esté excluido". Este ritmo, sin embargo, "desafía el análisis y la
sistematización". Driver ("Introducción a la Literatura del Antiguo Testamento", Nueva
York, 1892, 339) no admite en la poesía hebrea "ningún metro en el sentido estricto del
término". Los [exégesis bíblica|exégetas que encuentran metro en los salmos son de
cuatro escuelas, según expliquen el metro por cantidad, por el número de sílabas, por el
acento, o por ambos cantidad y acento.
(1) Los defensores del criterio métrico de cantidad latino y griego según aplicado a la
poesía hebrea son Francis Gomarus, en "Davidis lyra", II (Lyons, 1637), 313; Marque
Meibom, en "davidis psalmi X" (Amsterdam, 1690) y en otras dos obras, que reclaman
haber aprendido su sistema del metro hebreo por revelación Divina; Guillermo Jones,
"Poeseos Asiaticae commentariorum" (Leipzig, 1777), intentó forzar palabras hebreas
en los metros árabes.
(2) el número de sílabas fue tomado como criterio del metro por Hare, "Psalmorum liber
in versiculos metrice divisus" (Londres, 1736); él hizo todos los pies disílabos, el metro
trocaico en una línea de un número par de sílabas, yámbico en una línea de un número
impar de sílabas. El sistema masorético fue rechazado, el siriaco puesto en su lugar.
Esta opinión encontró su principal defensa en los escritos del erudito Profesor Gustav
de Innsbruck; y en los " Metrices biblicae” de Gustav Bickell (Innsbruck, 1879), "
Suplementum ad Metr. Bibl." (Innsbruck), " Carimina veteris testamenti metrice" (1882), "
Dichtungen der Hebraer" (1882-84). Gerard Gietmann, S. J., "De re mentrica
Hebraeorum" (Br de Freiburg im, 1880); A. Rohling, "Das Solomonische Spruchbuch"
(Maguncia, 1879); H. Lesetre, "Le livre des psaumes " (París, 1883); J. Knabenbauer, S.
J., en "Job” (París, 1885), p. 18; F. Vigouroux, " Manual Bíblico", II, 203, todos han
seguido los pasos de Bickell más o menos cercanamente. Hay hechos patentes contra
este sistema. La cantidad de palabras se hace variar arbitrariamente. El hebreo es
tratado como el siriaco, un dialecto tardío del arameo---que no lo es; de hecho, incluso
la poesía siríaca posterior no midió sus líneas por el número de sílabas. Posteriormente
el Masora señaló la estructura métrica por acentos; por lo menos el soph pasuk y
athnah indican líneas completas o dos hemistiquios.
(4) En los últimos años el péndulo de las teorías métricas hebreas ha girado sobre la
cantidad; la silábica no debe ser completamente descuidada. Hubert Grimme, en
"Grundzuge der Hebraischen Akzent und Volkallehre", Friburgo, 1896, y
"Psalmenprobleme" (1902), construye el metro principalmente sobre el principio tónico,
al mismo tiempo considera las “morae” o pausas debido a la cantidad. Schlogl, "De re
metrica veterum Hebraeorum" (Viena, 1899), defiende la teoría de Grimme. Sievers,
"Metrische Studien" (1901), también admite las sílabas no acentuadas para la
consideración métrica; así como Baethgen, "Die Psalmen" (Gottingen, 1904), p. 27.
C. Otras características
Las aliteraciones y asonancias son frecuentes. Los salmos acrósticos o alfabéticos son
9-10(9a y 9b), 25(24), 34(33), 37(36), 111(110), 112(111), 119(118), 145(144). Las
letras del alfabeto comienzan líneas sucesivas, cuplés o estrofas. En el Salmo 119(118)
la misma letra comienza ocho líneas sucesivas en cada uno de las veintidós estrofas
alfabéticas. En los Salmos 13(12), 29(28), 62(61), 148 y 150 la misma palabra o
palabras se repiten muchas veces. Las rimas, por la repetición del mismo sufijo, están
en los Salmos 2, 13(12), 27(26), 30(29), 54(53), 55(54), 142(141), etc.; estas rimas
ocurren en los extremos de líneas y en pausas cesurales. Las líneas fueron agrupadas
en estrofas y antistrofas, comúnmente en pares y tríos, raramente en mayores múltiplos;
ocasionalmente una estrofa independiente, como el epodo del coro griego, fue utilizado
entre una o más estrofas y las antistrofas correspondientes. La palabra Selah marca
casi invariablemente el final de una estrofa. El significado de esta palabra y su propósito
es todavía una pregunta discutible. Pensamos que originalmente provino de "lanzar", y
significa "un derribamiento", "una postración". Durante el cántico antifonal de los salmos,
los sacerdotes tocaban sus trompetas para marcar el final de una estrofa, y a una señal
los dos coros, o la gente o ambos se postraban (cf. Haupt, "Expository Times",
Mayo,1911). El principio del paralelismo determinó estos arreglos de las líneas. Koster,
en "die Psalmen nach ihrer strophischen Anordnung" (1837), distingue varias clases de
paralelismo en línea y medias líneas, sinónimos, antitéticos, sintéticos, idénticos,
introvertidos. Zenner, S. J., en su " Chorgesange im Buche der Psalmen" (Br de Freiburg
im, 1896) ha arreglado muy hábilmente muchos de los salmos como odas corales,
cantados por dos o tres coros. Hermann Wiesmann, S. J., en "Die Psalmen nach dem
Urtext" (Munster, 1906), ha aplicado los principios métricos de Zenner, y revisado y
publicado las últimos traducciones y estudios de los salmos. Este trabajo toma gran
libertad con el Texto Sagrado, y últimamente (1911) ha sido puesto en el Índice.
Belleza Poética
Las palabras extravagantes de Alfonso de Lamartine en "Viaje a Oriente" son clásicas:
"Lisez de l'Horace ou du Pindare apres un Psaume! Pour moi, je ne le peux plus" Uno se
pregunta si Lamartine leyó alguna vez un salmo original. Criticar los salmos como
literatura es muy difícil. Su texto nos ha llegado con muchas pérdidas en cuanto a la
forma poética. Los autores variaban mucho en estilo. Su belleza literaria no se debe
juzgar comparándolos con la poesía de Horacio y de Pindar. Es con los himnos de los
antiguos Egipto, Babilonia y Asiria con lo que debemos comparar las canciones de
Israel. Esos himnos antiguos son crudos y rudos al lado de los salmos. Incluso los
imprecatorios salmos 18(17), 35(34), 52(51), 59(58), 69(68), 109(108), 137(136), esos
himnos nacionales tan llenos del amor de Israel y casi sorprendentes por su odio a los
enemigos de Yahveh y de Israel, si se leen desde el punto de vista de los escritores,
son sublimes, vívidos, brillantes, entusiastas, aunque exagerados, estallidos poéticos,
ejemplos de una "seriedad y veracidad muy altas”, tal como Aristóteles nunca habría
encontrado en una canción de Babilonia o de Sumeria. Si sus tonos son de alabanza o
de culpa, de dolor o de alegría, de humillación o de exaltación, de meditación profunda o
de dogmatismo didáctico, siempre y por todas partes los escritores de los salmos son
dignificados y magníficos, leales a los ideales del pueblo elegido de Yahveh, espiritual y
piadoso. La gama de pensamiento es inmensa. Abarca en Yahveh, su templo, culto,
sacerdotes, creación; hombre, amigo y enemigo; bestias, pájaros; toda la naturaleza,
animada e inanimada. La gama de emociones es completa; cada emoción del hombre
que es pura y noble ha sido plasmada en palabras en los salmos. Como ejemplo de la
belleza poética, añadimos el famoso Salmo 23(22), traducido del hebreo. El poeta habla
primero en su propia persona, luego a la manera de la oveja. La repetición del primer
cuplé como una estancia es sugerida por Zenner y muchos comentaristas, para
completar la envoltura del poema, o el paralelismo introvertido el paralelismo de la
estructura estrófica:
El Poeta:
La oveja:
2. Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce. 3.
y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre. 4.
Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque Tú vas conmigo; tu vara y
tu callado, ellos me sosiegan. 5. Tú preparas ante mí una mesa frente a mis
adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa.
El Poeta:
6. Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa
de Yahveh a lo largo de mis días. Yahveh es mi pastor, nada me falta.
Valor Teológico
Las ideas teológicas de los salmos son extensas; la existencia y los atributos de Dios,
del deseo vivo del alma por la inmortalidad, la economía de la gracia y las virtudes,
muerte, juicio, cielo, infierno, esperanza de resurrección y de gloria, miedo al castigo---
todas las principales verdades dogmáticas de la fe de Israel aparecen repetidas varias
veces en su Salterio. Estas verdades no se establecen en forma dogmática, sino en el
simple e infantil anhelo lírico del alma ingenua, de nuevo en arrebatos más sublimes y
vehementes de los cuales es capaz la naturaleza humana. Los salmos son a la vez lo
más humano y lo más sobrehumano; se hunden a las profundidades más bajas del
corazón humano y se elevan a las cimas más elevadas de la contemplación divina. Tan
humanos son los salmos imprecatorios que hacen que algunos se preguntan cómo
pueden haber sido inspirados por Dios. Con seguridad Yahveh no pudo haber inspirado
al cantante que rogó: "Mas los que tratan de perder mi alma, ¡caigan en las honduras de
la tierra! ¡Sean pasados al filo de la espada, sirva de presa a los chacales.” (Salmo
63(62),10-11.
Las principales ideas teológicas de los salmos son aquéllas que se refieren a la
Encarnación. ¿Hay salmos mesiánicos? Sin la ayuda del poder interpretativo auténtico
de la Iglesia y sin hacer caso al consenso de los Padres, los protestantes generalmente
han venido considerando los salmos como no mesiánicos ya sea en el significado literal
o típico; la más antigua interpretación mesiánica es descartada como trivial y gastada.
Delitzsch admite solamente el Salmo 110(109) como mesiánico en su significado literal.
Cheyne niega tanto el significado mesiánico literal como el típico en los salmos ("Origen
de los Salmos", 339). Davison (Hast., loc. Cit.) dice, "puede ser que el Salterio contiene
apenas un solo ejemplo de profecíamesiánica directa". Los católicos siempre han
sostenido que algunos de los salmos son mesiánicos en el significado, ya sea literal o
típico. (vea Encarnación; Jesucristo; Mesías). El Nuevo Testamento claramente
relaciona algunos salmos al Mesías. Los Padres son unánimes al interpretar muchos
salmos como profecías de lo venidero, del reino, del sacerdocio, de la Pasión, de la
Muerte y de la Resurrección de Jesucristo. El advenimiento del Mesías se predice en los
salmos 18(17), 50(49), 68(67), 96(95) – 98(97). San Pablo (Ef. 4,8) interpreta
la Ascensión de Cristo al cielo con las palabras del Salmo 68(67),19, descripción de la
ascensión de Yahveh después de conquistar el mundo. El reino del Mesías se predice
en los salmos 2, 18(17), 20(19), 21(20), 45(44), 61(60), 72(71), 89(88), 110(109),
132(131); el sacerdocio en el salmo 110(109). La Pasión y Muerte del Mesías están
claras en los sufrimientos del siervo de Yahveh en los Salmos 22(21), 40(39), 69(68). El
salmo 22(21) fue recitado en parte, quizás enteramente, por Cristo en la Cruz; el
salmista describe como suyas propias las emociones y sufrimientos del Mesías. Por lo
tanto la Comisión Bíblica (1 de mayo de 1910) rechaza la opinión de los que eliminan
el carácter mesiánico y profético de los salmos y refieren sólo a la futura heredad del
pueblo escogido aquellas palabras que son profecías referentes a Cristo. Cf. Maas,
"Cristo en Tipo y profecía" (Nueva York, 1893).
Uso Litúrgico
A. Liturgia Judía: Ya se ha hablado del uso de los salmos en la liturgia judía. Vea
también los artículos Sinagoga y Templo.
B. Liturgia Cristiana: El uso litúrgico cristiano del Salterio data del tiempo de Cristo y
sus Apóstoles. Él recitó los Aleluyas en la última Pascua; los salmos 113(112) –
114(113a) antes de la Última Cena y los salmos 115(113b) – 118(117) después de eso;
el salmo 22(21) fue recitado en su agonía; citas autorizadas de otros salmos aparecen
en sus discursos y en los de sus apóstoles (cf. Lc. 20,42; 24,44; Hch. 1,20). Los
apóstoles utilizaban los salmos en su culto (cf. Hch. 16,25; Stgo. 5,14; 1 Cor. 14,26). El
servicio litúrgico más antiguo fue tomado del Salterio. San Pablo representa a los
cristianos efesios, en toda apariencia, salmodiando, un coro respondiéndole a otro.
“Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad
(psallontes) en vuestro corazón al Señor, dando gracias (eucharistountes) por todas las
cosas” (Ef. 5,19). Probablemente se refiere al ágape Eucarístico. Una referencia similar
referencia se encuentra en Col. 3,16. San Basilio (P.G., XXXII, 764) habla de este
salmodiar en dos coros---antipsallein allelois. Se dice (Sócrates, “Historia de la Iglesia”,
VI.8) que San Ignacio de Antioquía introdujo en la Iglesia de Antioquía la costumbre de
salmodiar, o cántico antifonal. Esta costumbre de la sinagoga parece haber pasado
desde Siria a Palestina y Egipto, a Asia Menor, Constantinopla y a Occidente. San
Ambrosio fue el primero en inaugurar en Occidente el cántico de los salmos en dos
coros (cf. Batiffol, “Histoire du breviaire romain”, 1893). En el Propio de los Tiempos
(Proprium de Tempore) del rito romano, todos los salmos son cantados una vez a la
semana, algunos, dos veces y otros, más a menudo. En maitines y laudes, de acuerdo
con la numeración de la Vulgata, son cantados los salmos 1-111(110), excepto unos
pocos que son fijos para prima y otras horas; en vísperas se recitan los salmos 112(111)
- 147(146-147), excepto unos pocos fijados para otras horas. La gran alabanza
alfabética de la Ley, salmo 119(118), está distribuido entre las horas prima, tercia, sexta
y nona. Tanto los benedictinos, franciscanos, carmelitas y dominicos, quienes tienen sus
propios ritos, todos cantan el Salterio una vez a la semana; los jesuitas siguen el ritual
romano
En el rito latino, los salmos 6, 32(31), (38)37, (51)50, 102(101), 130(129), 143(142)
(Douay) han sido recitados por largo tiempo, en el orden expuesto, como oraciones de
contrición por el pecado; son gritos líricos del alma doliente y por lo tanto han sido
llamados “salmos penitenciales”. El Papa Inocencio III(1198-1216) ordenó su recitación
durante la Cuaresma. Fue el Papa San Pío V (1566-1572) quien estableció la
costumbre, la cual ya no es de obligación general, por medio de la cual los salmos
llegaron a ser parte del oficio ferial de los viernes de Cuaresma.
El rito ambrosiano, el cual aún todavía se usa en la catedral de Milán, distribuye los
salmos en dos semanas. Los ritos orientales en unión con Roma (melquitas, maronitas,
sirio, caldeo, cóptico, etíope, etc.) junto con las Iglesias Orientales heréticas, todos
mantienen la recitación de los salmos como su Oficio Divino.
Padres Griegos: ORÍGENES, Selecta En Salmos en P.G., XII. 1043; IDEM, Homilia en
Salmos en P.G., XII, 1319; IDEM, Originis Hexaplorum quae supersunt, ed. FIELD;
EUSEBIO, Comentario sobre los Salmos en P.G., XXIII, 65; XXIV, 9; SAN ATANASIO,
Epist. Ad Marcellinum en P.G., XXVII, 11; IDEM, Exégesis sobre los Salmos en P.G.,
XXVII, 55; IDEM, De Titulis Psalmorum en P.G., XXVII, 645; SAN BASILIO, Homiliae in
Pss. en P.G., XXIX, 209; SAN DÍDIMO DE ALEJANDRIA en P.G., XXIX, 1155; SAN
GREGORIO DE NISA en P.G., XLIV, 431, 608; SAN JUAN CRISÓSTOMO en P.G., LV,
35, 527; SAN CIRILO DE ALEJANDRIA en P.G., LXIX, 699; TEODORETO en P.G.,
LXXX, 857.
Padres Latinos: SAN AMBROSIO, Enarrationes En XII Salmos en P.L., XIV, 921; SAN
JERÓNIMO, Liber Psalmorum juxta hebraicam veritatem en P.L., XXVIII, 1123; IDEM,
Excerpta de Psalterio (Maredsous, 1895); IDEM, Epistolae en P.L., XXII, 433, 441, 837;
IDEM, Breviarium in Psalmos en P.L., XXVI, 821; SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Pss.
en P.L., XXXVII, 67; IDEM, Expositio in Pss. C-CL in P.L., LI, 277; CASIODORO en P.L.,
LXX, 9.
Modernos: BELARMINO, Explicación sobre los Salmos (1611), fue por mucho el mejor
comentador sobre los salmos hasta los tiempos recientes, pues usó métodos científicos
en el criticismo textual; SCHEGG, Die Psalmen (Munich, 1845); ROHLING (1871);
THALHOFER (Ratisbona, 1904); WOLTER, Psallite Sapienter (Freiburg im Br., 1904);
BICKELL, Der Psalter (1884); VAN STEENKISTE (1870); PATRIZI, Cento Salmi tradotti
e commentati (1875); MINOCHI, I Salmi tradotti del Testo Ebreo (1895); LE HIR, Les
Psaumes traduits de l'hebreu en latin avec la Vulgate en regard (Paris, 1876); LESETRE
(Paris, 1883); FILLION, Les Psaumes commentes selon la Vulgate et l'Hebreu (Paris,
1893); CRAMPTON (1889); PANNIER (1908); ZENNER-WIESMANN, Die Psalmen
nach dem Urtext (Munster, 1906); NIGLUTSCH (Trent, 1905); EATON, Sing ye to the
Lord (Londres, 1909); HOBERG, Die Psalmen nach der Vulgata (Freiburg, 1892);
M'SWINEY, Psalms and Canticles (St. Louis, 1901).
Protestantes: los comentarios de DE WETTE (1811-56); HITZIG (1863-65);
OLSHAUSEN (1853); HUPFELD (1855-88); EWALD (1839-66); DELITZSCH (1895);
DUHM (Friburgo im Br., 1899); BAETHGEN (Gottingen, 1904); CHEYNE (New York,
1892); Comentario Crítico Internacional, ed. BRIGGS (New York, 1907), el mejor de los
comentadores no católicos sobre los Salmos; KIRKPATRICK en la Biblia de Cambridge
(1893-95).
Fuente: Drum, Walter. "Psalms." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert
Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/12533a.htm>.
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