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Un romántico con afán de conocimientos

J. W. von Goethe, Fausto. Ed. Universales, Bogotá, 1990, pp. 174. Traducción de Miguel
Salmerón

J. W. von Goethe (Alemania 1749 – 1832) su obra maestra, “Fausto”, es la obra literaria de
carácter trágico más importante que se ha escrito en idioma alemán y es la obra cumbre del siglo
XIX escrita en ese idioma

Perteneciente al Romanticismo Alemán, siento este un estilo que dio inicio a finales del siglo XVIII
y que cambió radicalmente la concepción ideológica del arte: del estilo neoclásico y formalista, a
un estilo completamente subjetivo y emocional, dejándose llevar por la importancia de las
emociones del ser humano. Con temas como la confrontación del bien y el mal, búsqueda mágica
(alquímica) del conocimiento, del amor y la felicidad, amor carnal, tentación y caída. Para luego
seguir con otros temas como el viaje en el tiempo y el espacio (Antigüedad Clásica en especial),
amor por el poder, redención y salvación del alma a través del amor puro.

A diferencia de muchos escritores y poetas románticos alemanes (Hölderlin, Novalis, Heine), el


romanticismo de Goethe se basa en un sólido conocimiento de las formas literarias clásicas, cosa
que los demás escritores de su época no buscan o incluso tratan de evitar intencionalmente. La
obra de Goethe puede ser fantástica (Fausto), pero la fantasía se convierte en alegoría, a
diferencia por ejemplo, de los cuentos de E.T.A. Hoffmann, cuyas ficciones buscan crear un mundo
imaginario paralelo al real. Su “Fausto” engloba la visión ensoñadora, fantástica, trágica e incluso
herética del artista romántico, pero sin olvidar la belleza y el equilibrio clásico. En general, su obra
es la mezcla perfecta de Romanticismo y Clasicismo en la dosis simbiótica más lograda.

Johann Wolfgang Goethe es hijo de Johann Caspar Goethe, funcionario de la administración


imperial, y Katharina Elisabeth Textor. De inteligencia superdotada, y provisto de una enorme y
enfermiza curiosidad, hizo prácticamente de todo. Además de ser un excelente poeta, fue jurista,
botánico, zoólogo, dibujante, pintor, físico, crítico literario y filósofo, no descuidando la música, la
anatomía y la química, e incluso estudió, a partir de 1768, en la convalecencia de una grave
enfermedad, ocultismo, astrología y alquimia, y más tarde, incluso se dedicó a la política.

Analizando la primera parte de Fausto, encontramos que la obra comienza con un diálogo que
confronta el bien y el mal: Dios y el Diablo se someten a una apuesta para demostrar la rectitud y
pureza de la que puede ser capaz el alma de un ser humano. Se presenta a Fausto, obsesionado
por su búsqueda mágica-alquímica del conocimiento. Aparece Mefistófeles, bajo la forma de un
perro y se establece el pacto de juventud y placeres en vida, a cambio de la entrega de su alma en
la otra. Confrontando los problemas de la miseria y la maldad humana, apostando así, el ser capaz
de corromper hasta al alma más pura de la tierra, Fausto.

El leer la obra “Fausto” nos hace pensar desde las primeras páginas muchas cosas sobre el ser
humano, desde la confrontación del bien y el mal hasta la gran ansia que tiene el ser humano por
el conocimiento, aun así en esa época, en donde la magia, la mitología y creencias eran
consideradas herejías para la iglesia y como consecuencia, grandes castigos. Mefistófeles, siendo
el diablo, critica al hombre, hablando de cómo andan las cosas en la tierra diciendo que se
compadece de la miserable vida que llevan los hombres. En pocas palabras, un excelente libro,
que si leemos con verdadero deseo e interés nos lleva a un época distinta donde aprendemos
sobre los deseos, los males y afanes del ser humano.

María Cecilia Cerra Cabrera

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