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Calles sin

callar
Por Julieta Sosa

Cuando se “sale a la calle” ¿Se sale por solidaridad hacia algún otro? , o aquel que sale a gritar,
reclamar, se transforma en ese otro cultural que atraviesa el umbral de lo privado para volcar
su lucha en la esfera pública. Ese otro tan cuestionado por medios hegemónicos, ideologías:
¿Por qué se interpela? ¿Qué lo lleva a marchar y que siente cuando sucede?

Este trabajo intenta ahondar las dimensiones del militante del afuera, el que sale a reclamar
por sus derechos y el de los demás, por lo justo y por las convicciones que se le instauran y
como en el andar se vuelve pieza del rompecabezas que se transforma en un bloque de lucha.

Mi problema, en general
Es lo inexacto
No poder transmitir exactamente el remolino
Que la interpretación sea errada
El malentendido
Y con él, la desazón

Mi problema consiste
En ser múltiples problemas
Que no devienen
Nada

Mi problema
Es que la realidad tiene problemas
Y con ella
Me transformo yo
(Marina Alonso)

Ver es moverse en la trama de lo cotidiano con suficiente seguridad, establecer de entrada un


discernimiento entro lo posible y lo inaccesible. Con la mirada se palpa, mirar a alguien es
atraparlo, se toca al otro con ella. A través de la mirada, la relación con el otro se halla
fuertemente investida como experiencia emocional. Incluso si no se intercambian palabras, lo
esencial queda dicho sin equívocos. Los ojos tocan lo que perciben y se comprometen con el
mundo.

Toda percepción es un recorte del mundo. La vista tal como lo menciona Le Breton es poner a
prueba lo real a través de un prisma social y cultural, un sistema de interpretación que lleva la
marca de la historia personal de un individuo. Toda visión es interpretación.

“Una vez más, un primero de mes volvió a encontrarnos en las calles. Una vez más, se hizo
necesario salir a hacer frente a un estado que encubre y a sus medios hegemónicos que
mienten, tergiversan, deforman. Mastican y regurgitan una información rancia, lista para ser
deglutida y repetida. Ante esto, la lucha. Las calles. El encontrarnos y reconocernos en los
ojos del otro.” (Marcha por la desaparición de Santiago Maldonado, Rosario, 01/11/2017)

Cuando se marcha se canta, se oye, se palpa, se grita, se ve. El sonido acompaña cada columna,
revela pensamientos en sus consignas de canto que asocia la afectividad y sus letras a un
significado propio a lo que se marcha. Se grita para quebrar la armonía, la serenidad, para
irrumpir y al mismo tiempo para unirse en el sentir. Lo que para unos pueden ser ruidos
molestos para otros es lucha: implica violación de las sensibilidades para algunos, distensión
para otros. El sonido de las marchas se vuelca en las calles donde el individuo que solo pasa
cotidianamente por ellas como no proveniente de su campo de influencia las toma, se las
apropia, las resignifica.

“…Recuerdo haber escuchado bombos y caer. Fue a partir de ahí que empecé a ir a la
mayoría de las movilizaciones.”(Fragmento de la entrevista a Juan Pablo Di Lenarda Pierini)

Los hombres y mujeres que miran desde la ventana, esos que se paran en las esquinas con los
brazos cruzados, los cuales tienen el seño fruncido se preguntan por qué tanta batahola,
porque tanto barullo. El cantito es cacofónico, los ritmos que acompañan son ruidosos pero la
marcha a pesar de bocinazos e insultos prosigue, envuelve hasta los descreídos, reduce los
silencios.

La conducta ruidosa empuja a los pies a caminar las calles junto con otros pies que ni siquiera
se conocen pero están ahí juntos en ese momento pidiendo, reclamando, rompiendo el silencio
para manifestar públicamente la desaprobación de conductas moralmente reprensibles a juicio
de la comunidad. Las marchas son tumultuosas, hacen la mayor cantidad de ruidos posible. Los
utensillos de cocina salen de su hábitat para transformarse en instrumentos musicales servidos
al reclamo. “La ruptura del régimen sonoro, y en especial del silencio de la noche, era una
manera acústica de destacar la falta de armonía en las relaciones sociales, para hacer volver a
los autores de la perturbación a una mayor humildad o para integrarlos, pese a todo, mediante
una gestión simbólica (Le Breton) Lo que perturba es un régimen sonoro inusual, una ruptura
del acostumbrado orden del mundo.

Marina lo que no soporta es la indiferencia, le molesta es lo estático, lo que no quiere ser


movido, lo que no quiere ser cambiado. El individualismo perfectamente contribuye a esto,
motivo de atomización entre la sociedad, atomización que en términos de Le Breton, se
soporta, se desea o es indiferente. Las movilizaciones, las transformaciones sociales, de
intercambio, son un modo de resistir a la atomización social.
Tanto Marina como Juan Pablo afirmaron su militancia a lo largo de sus diferentes vivencias y
de cómo fueron captando la realidad, construyeron una identidad, la cual como afirma Hall
nunca está completa, sino que siempre está en proceso y se constituye dentro de la
representación y no fuera de ella.

Se da cierta unicidad entre Marina y Juan Pablo, comparten cultura, a través de una actitudes y
pensamientos parecidos, comparten mismos ideales, hasta comparten el mismo dia en que
cada uno de ellos fue a una marcha. “Las identidades son los nombres que les damos a las
diferentes formas en las que estamos posicionados, y dentro de las que nosotros mismos nos
posicionamos, a través de narrativas del pasado”, (Hall).

La aparición, en las décadas de los 50 y los 60, de grupos sociales y movimientos como el
hippismo en Norteamérica, dio tránsito a agrupaciones de carácter feminista, ecologista,
pacifista y étnico, cuyas peticiones se encontraban al margen de explicaciones y análisis
exclusivamente economicistas.

La construcción de la identidad se enmarca en espacios de significación y enunciación que


permean la subjetividad de los individuos, al interiorizar modelos mentales y formas de pensar,
que se transforman en esquemas, en juicios de valor sobre la realidad, que conducen a un
condicionamiento y delimitación de las acciones de las personas, de su visión de mundo y de
las maneras de interpretar al otro.

“Empecé a marchar en el 24 de marzo. La dictadura y todo lo que fue el terrorismo de Estado


me empezó a interesar como una cosa que yo veía totalmente injusta y un horror que me
costaba creer y una de las maneras de entender lo que me había pasado era acercarme a las
marchas y eso fue cuando tenia 14, 15 años” (Marina)

“Mi primera marcha fue en el 2012, el 24 de Marzo. Fue el primer año que comencé a vivir en
la ciudad de Rosario, andaba solo por el Monumento y caí a una archa que no sabía de que
era, y era la marcha por el día de la memoria. Había caído solo y fue un momento
emocionante”(Juan Pablo)

La vida sociocultural construye diferentes prácticas disímiles, las movilizaciones son una forma
de habitar el espacio. El cuerpo es el atravesado por significantes culturales y él mismo se
constituye como productor de significante social es por eso que en los encuentros, en las
movilizaciones el cuerpo juega un rol central. Se hace presente y se lo siente en su presencia
misma, compartiendo el mismo espacio que otros cuerpos que están ahí para empoderarse,
para manifestarse.

“Ahora el componente de las marchas tiene algo adicional, las marchas de las mujeres que
tienen que ver con la emergencia, porque es una situación que hay que palear ahora, no es
que hay que esperar. Me surge la urgencia de salir a la calle directamente, no es que lo
pienso. No lo pienso, salgo. Es como una pulsión si se quiere” (Marina)
El peso de la estructura social y los sistemas de dominación son tan fuertes e invisibles a la vez,
que el individuo en algunas circunstancias tiende a naturalizar y considerar normales las
diversas maneras de exclusión social que determinan la realidad y el sistema, más cuando las
propias condiciones y circunstancias materiales de las personas no les permiten oportunidades
ni opciones de contrastar su realidad.

La voluntad de poder, la cual no es ningún anhelo ni ningún afán de apoderarse de nada ni de


dominar a nadie, sino que es creación, es el impulso que conduce hallar la forma superior de
todo lo que existe. Hay una fuerza agente, una energía que refiere a todas las funciones
orgánicas, sirve de motor para avanzar hacia la acción.

El cuerpo se transforma y se convierte en significante en el contexto encuentro, concentración


y movilización. Se encarna una determinada cosmovisión, se interpretan sentimientos,
experiencias que toman como medio el cuerpo del individuo. El cuerpo se convierte en
herramienta para la transferencia de saberes y sentidos culturales, memorias y tradiciones
sociales que permanecen en el tiempo y el espacio.

Nuestro cuerpo inmerso en protesta es una posición política pero también comunicativa,
comunica. Nos hacemos presente porque algo nos punza, perturba.

Entrevista a Marina Alonso

¿Cómo te describirías en tercera persona?

Marina es estudiante de Comunicación social, tiene 22 años, nació en Junín (Provincia de


Buenos Aires)

Es una persona que se ve afectada constantemente por la realidad que la circunda. Es una
persona que no puede quedarse callada ante las injusticias, tal vez intolerante ante las
injusticias, a la discriminación, a todo lo que implique desigualdad social porque también es
una persona que accedió a un montón de privilegios de clase que puede pensar la realidad
social de una manera y que constantemente busca equilibrar la brecha y es por eso que busca
luchas para transformar la realidad y movilizarse. Si hay algo que a esta persona le molesta es
lo estático, lo que no quiere ser movido, lo que no quiere ser cambiado, la gente que quiere no
quiere cambiar el orden de lo establecido es lo que más le molesta

¿Cuál fue la primera marcha a la que asististe?

Empecé a marchar en el 24 de marzo, la dictadura y todo lo que fue el terrorismo de Estado me


empezó a interesar como una cosa que yo veía totalmente injusta y un horror que me costaba
creer y una de las maneras de entender lo que me había pasado era acercarme a las marchas y
eso fue cuando tenia 14, 15 años. En ese momento empecé a simpatizar con el partido
socialista de Junín y me metí en la casa del pueblo y estaban todas esas movidas

¿Cuál fue la última marcha a la que asististe?

La última fue el pasado Sábado, en Rosario por la erradicación de la violencia hacia la mujer

¿Surgió de vos el hecho de “salir a las calles” o te motivo alguien?

Salió de mí. Me motivo mi grupo de amigas que siempre pensó más o menos como yo, si bien
ibamos a una escuela privada esta era bastante progre y tuvimos algunas herramientas
minimas para pensar un poco en los demás. También me motivo haber leído a Galeano de
chica, y flashear con todo lo de América Latina, la desigualdad de nuestros países. Después,
cuando vine a Rosario se profundizó ese interés en cualquier marcha, en la legalización del
cannabis por ejemplo, marchas que en Junín no hay porque en Junín esta la del 24 de Marzo de
pedo y alguna que otra más por lo tanto salir a las calles en Rosario me motivo más ya que al
ser una ciudad más grande y más “comprometida” estaba bueno. La primera marcha que
presencie acá en la ciudad fue la del 24 de Marzo y luego la de la legalización del cannabis que
nunca había ido y empecé ha asistir todos los años, zarpado.

¿Qué sentís con esas mismas personas, que no conoces pero que marchan junto a vos?

Me siento hermanada porque sé que estamos en la misma y ante todo nos vamos a
acompañar. Me paso cuando fui al encuentro de Arte Urgente que hacen en la ESMA, cada
colectivo hablaba y hablaban del contacto represivo, del miedo que les da salir a la calle ahora.
En ese momento nos sentimos todos identificados y es toda gente como uno que lo único que
tiene ganas es de transformar algo, de aportar la mirada propia a un tema social y de
implementar el arte para transformar las cosas. Cuando digo hermanado me refiero a la
manera que compartís, se establece un código en donde ya sentís que estas en la misma y que
si a mi me pasa algo yo sé que esa gente va a salir a marchar por mí.

Siento que no estoy sola. Eso es lo que me produce ver gente en la calle y ver que no todo esta
perdido y digamos…fuera que soy yo sola peleando contra la corriente obviamente pensaría
que soy yo la que tiene el problema, pero al ver a tanta gente que piensa igual y considera
injusta la misma cosa te da a pensar: bueno no, hacia donde esta yendo la humanidad, porque
claramente estamos siendo avasallados por los intereses de los poderosos y los que no lo
somos estamos de este lado.

¿Con que causas te sentís mas identificada y porque?

Me siento identificada con las causas de género, en particular las que tienen que ver con las
mujeres y las que pregonan por cambiar los privilegios de genero y que se basan en el
feminismo porque me di cuenta que siempre había sido feminista, siempre había querido una
igualdad solo no sabia que nombre ponerle y el hecho de empezar a ser parte de las causas de
los colectivos de mujeres no es que me representa sino que yo ahí encontré mi voz, encontré
como expresar lo que yo siempre había sentido. Salir a la calle, a las marchas y hacerme carne
estas causas, como ir al encuentro y esas cosas, preocuparme por poner el cuerpo, por estar
presente me genero un abanico de posibilidades para expresarme y por cambiar la situación de
violencia machista.

Ahora el componente de las marchas tiene algo adicional, las marchas de las mujeres que
tienen que ver con la emergencia, porque es una situación que hay que palear ahora, no es que
hay que esperar. Me surge la urgencia de salir a la calle directamente, no es que lo pienso. No
lo pienso, salgo. Es como una pulsión si se quiere.

Juan Pablo Di Lenarda Pierini

¿Cómo te describirías en tercera persona?

Juan Pablo es de Arrecifes, tiene 25 años.

Me describo como un militante de la vida, no encuentro otro adjetivo con el que pueda
identificarme. Siento que la política nos transgrede a todos y que la mayoría de las causas.
Porque en sí la vida es política y hace que este ahí presente en las movilizaciones en las calles.

¿Cuál fue la primera marcha a la que asististe?

Mi primera marcha fue en el 2012, el 24 de Marzo. Fue el primer año que comencé a vivir en la
ciudad de Rosario, andaba solo por el Monumento y caí a una archa que no sabía de que era, y
era la marcha por el día de la memoria. Había caído solo y fue un momento emocionante
porque durante toda mi vida, en el secundario me había interesado mucho por la historia
argentina, sobre las diferentes dictaduras, los golpes cívico militares, la noche de los lápices, la
llegada de la democracia con Alfonsín y entonces ahí, en la marcha, fue mi primer choque con
una manifestación en ese contexto y fue muy emocionante.

¿Surgió de vos el hecho de “salir a las calles” o te motivo alguien?

Surgió de mí, caer ahí…recuerdo haber escuchado bombos y caer. Fue a partir de ahí que
empecé a ir a la mayoría de las movilizaciones. Las calles como forma de manifestaciones son
increíbles, totalmente empoderadas, sentís una energía re zarpada porque tenes a un monton
de compañeros y compañeras que sienten lo mismo que uno, y eso no es fácil, es bastante
complejo encontrar un horizonte, algo que nos uno o unir un sentimiento. Uno cuando va a
esos encuentros, a esas marchas, a esas movilizaciones, a esas concentraciones hace que uno
se de cuenta que tiene pares alrededor suyo y que tienen una forma de concebir la política y la
vida. Eso es único.

¿Con que causas te sentís mas identificado y porque?

No tengo una temática en particular que me interese mas que la otra, yo siento que estoy
atravesado, como la mayoría, por un montón de cuestiones por lo que no puede identificar si
hay una que me gusta más o que voy más. Siento que los derechos humanos son nuestros
derechos entonces pasa algo en derechos humanos y siento que me tocan a mi, pasa algo con
una compañera y me están tocando a mi, pasa algo con una decisión política, con una medida
institucional y me esta tocando a mi, a mi bolsillo, mi trabajo, mi facultad, mi educación. Va
todo de la mano y yo estoy atravesado por todo. Asique voy a la mayoría de las marchas. No
hay que perder eso, no hay que perder las calles.

Le Breton, D. Antropología del cuerpo y modernidad Buenos Aires, Nueva Visión,


2002

Le Breton, D. El sabor del mundo. Una antropología de los sentidos.

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