Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Dario G. Barriera
(Director)
Esta publicación ha sido sometida a evaluación interna y externa organizada por la
Secretaría de Investigación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educa-
ción de la Universidad Nacional de La Plata.
ISBN 978-950-34-1588-7
ISBN 978-950-34-1588-7
Decano
Dr. Aníbal Viguera
Vicedecano
Dr. Mauricio Chama
Secretario de Posgrado
Dr. Fabio Espósito
Secretaria de Investigación
Prof. Laura Lenci
El gobierno del territorio cuyano entre mediados del siglo XVIII y principios
del XIX. Los jueces de la jurisdicción de San Juan de la Frontera
Inés Sanjurjo de Driollet.......................................................................................... 73
De lo viejo en lo nuevo.
Los alcaldes menores en la Villa del Paraná en la década de 1820
Griselda Pressel ..................................................................................................... 163
8 Justicias situadas
una rítmica del cambio en la forma del poder político que desde otras perspectivas,
–como la historia de las ideas, la historia del derecho o la historia política– no resulta
tan inteligible.
Sin participar declamativamente de un spatial turn, como parece haber sido ne-
cesario para cierta línea de Historia del Derecho,1 quienes trabajamos inspirados por
la perspectiva inaugurada por António Manuel Hespanha hace cuatro décadas –po-
demos llamarla una antropología jurisdiccionalista del territorio, como él mismo lo
hace en Vísperas del Leviatán…–, hemos encontrado, desde luego, dificultades a
cada paso. Menos propensos a derivar el funcionamiento vivido de las relaciones del
poder político de la doctrina que de los dichos y de los hechos de agentes colocados
un poco más al ras del suelo, concientes de que las fuentes que manejamos no pro-
ducen datos transparentes, hemos tratado de mostrar, documentadamente, las relacio-
nes entre la construcción de instituciones de poder político que podrían reconocerse
como “centrales” o “centralizadas” con un universo de instituciones contingentes,
significativas en curvas de espaciotiempo muy concretas. Visto desde una retrospec-
tiva de la historia de un “estado nacional”, el inventario ofrece diversidades difíciles
de comprender en espacios muy cercanos. La idea fue “desnacionalizar el enfoque”,
lo cual significa sobre todo desembarazarse de nuestras actuales arquitecturas jurídi-
cas para atender a los desarrollos contingentes. Atender a la manera en que se fueron
presentando tradición, interés, necesidad y acción para configurar las distintas partes
de un cuerpo político que tuvo una engarzadura planetaria (la Monarquía hispánica)
y transitar hacia formas experimentales que singificaban las experiencias locales con
nuevos horizontes de unidad que se elaboraban sobre la marcha –las nuevas sobera-
nías, los nuevos cuerpos políticos.
Desde un texto que no sin motivos se ha convertido en un clásico, la enunciación
del proyecto de António Hespanha para Vísperas… parece explicar en gran medida
la médula de los nuestros: “…una investigación que, a partir de historias locales,
muestre de qué modo los varios grupos sacaban partido del marco institucional, cómo
1 Pietro Costa señala algo similar a lo que hace muchos años encontraron en geografía los críticos a las
teorías clásicas de la localización. Descubre que “...provenendo da tradizioni disciplinari diverse, i
protagonisti dello spatial turn convergono nella necessità di sostituire all’omogeneità indifferente dello
spazio newtoniano la molteplicità e infinita varietà dei luoghi.”, Pietro Costa, “Un spatial turn per la
storia del diritto? Una rassegna tematica”, Max Planck Institute for European Legal History, Frankfurt,
2013, p. 8, http://ssrn.com/abstract=2340055. Otra historización del problema en Darío G. Barriera
“Entre el retrato jurídico y la experiencia en el territorio. Una reflexión sobre la función distancia a
partir de las normas de los Habsburgo sobre las sociabilidades locales de los oidores americanos”,
en Caravelle, 101, 2013, p. 133-154. Las críticas a la suposición teórica de espacios isotrópicos,
planos, hipotéticos, fue lanzada ya hace muchas décadas por una geografía económica que criticaba
al “espacialismo” norteamericano y está contenida en los planteos que António Manuel Hespanha
sistematizó en su Vísperas de Leviatán. Instituciones y poder político (Portugal, siglo XVII), Taurus,
Madrid, 1989.
Reflexiones sobre un trabajo de equipo y sobre el trabajo en equipo 11
Los textos que integran este libro constituyen el último tramo de la producción
enmarcada en dos proyectos de investigación.3 Tal y como lo habíamos hecho con
nuestros libros colectivos anteriores,4 los capítulos que lo integran fueron discutidos
y reformulados a través de un trabajo en taller. En este caso fue durante el Tercer
Workshop sobre Historia Social de la Justicia Justicias de equidad y Justicias de Pri-
mera Instancia. Elencos, culturas y prácticas –Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza y
Tucumán, siglos XVIII y XIX–, realizado durante los días 3 y 4 de agosto de 2016 en la
sede del Instituto de Investigaciones Sociohistóricas Regionales de Rosario (ISHIR),
en el Centro Científico Tecnológico (CCT) Rosario del CONICET, financiado con
partidas asignadas a los mismos proyectos.
Agradezco particularmente el apoyo en la organización brindado por el personal
técnico y administrativo del ISHIR (en especial a Guillermo Ferragutti, Laura Bada-
loni y Fernando Navarro), así como el de todos los investigadores y las investigado-
ras del Centro de Historia Social de la Justicia y el Gobierno (CEHISO, UNR), ins-
titución que también financió parcialmente dicho encuentro, auspiciado y difundido
además por la Red Columnaria, la Red de Estudios sobre Historia de la Justicia y el
Programa Ciencia y Justicia de CONICET, coordinado por Germán Stalker.
Durante el encuentro, además de las ponentes —ahora autoras de los capítulos—
oficiaron como moderadoras y relatoras otras integrantes de ambos proyectos: M.
Paula Polimene, Miriam S. Moriconi y María Celeste Forconi. Dos investigadoras
externas a los proyectos, Magdalena Candioti y Griselda Pressel, especialistas en la
materia que trabajamos, aceptaron gustosamente sumar sus contribuciones, primero
a la discusión y ahora al balance que estamos ofreciendo. Las primeras versiones
fueron discutidas durante el workshop por Juan Carlos Garavaglia, Raúl Fradkin y
Fabián Herrero, a quienes agradecemos tanto el habernos dedicado su tiempo como
los valiosos análisis que hicieron sobre nuestros borradores para llegar a los textos
que aquí presentamos.5
Mientras algunas escribían las últimas versiones de sus capítulos y quien suscribe
lo hacía con su propio texto y esta introducción, nos llegó la tristísima noticia del
deceso de Juan Carlos Garavaglia. Si hay algo que nos permite sobrellevar cosas
tan insoportables como la muerte de un amigo —lo redescubrimos en este caso— es
la posibilidad de admitir que nos sigue habitando, de rumiar las conversaciones, de
traerlo al ruedo en cada charla sobre ese o esos temas que para él eran no solo inevi-
tables, sino fuente segura de enojo y delicia.
Antes de que se declarara su fulminante enfermedad y de su tan rápida partida
habíamos hablado sobre lo que aquí estamos haciendo, sobre la forma de presentar
los resultados de un proyecto. Y hablamos particularmente sobre libros como este.
No quería dejar pasar la ocasión sin dejarlo por escrito, y ahora que Juan Carlos ya no
está, seguir conversándolo y defender la cultura del libro a voz en cuello.
Por motivos razonables, los investigadores somos evaluados con periodicidad,
seguramente para chequear que mantengamos nuestras neuronas en actividad y, qué
demonios, para ver en qué se gastan los dineros públicos —por pocos que sean, son
públicos—. Y esto está bien. Pero el asunto es que en algunos ámbitos de evaluación
(aunque sea en demasiados, sería injusto y mentiroso que escribiera “en todos”) un
libro como este se traduce a cifras que significan algo primero en una sumatoria y
luego en una escala. Se trata mayoritariamente de publicaciones que después de ha-
ber pasado por exigentes filtros, deben además gozar de una difusión por lo menos
importante, pero que de todos modos no termina de calibrarse.
5 Luego recibimos una extraordinaria devolución del réferi de la UNLP, Osvaldo Barreneche, quien no
solo ayudó a mejorar los textos sino que también continuó el diálogo que se planteaba en esta intro-
ducción. Vaya nuestro sincero agradecimiento por su profesionalismo y generosidad.
Reflexiones sobre un trabajo de equipo y sobre el trabajo en equipo 13
Entre quienes evalúan este tipo de publicaciones académicas existe, en líneas ge-
nerales, un consenso acerca de que un libro que reúne trabajos de diferentes personas
es una “compilación”. Este primer problema no sería tan grave, porque se soluciona
buscando y leyendo para asignar a cada obra colectiva la etiqueta que amerite, si no
fuera porque es una forma velada (o anticipada, precipitada) de calificar —a la baja—
lo que podría ser un trabajo colectivo. Dicha descalificación, originada algunas veces
en un genuino desconocimiento semántico y otras a causa de una urgencia impuesta
por el exceso de trabajo, animó en su momento álgidas discusiones sobre los “capítu-
los de libro”, que lamentablemente no pude encontrar documentadas en publicacio-
nes disponibles. Si se me permite resumirlas, las mismas se referían a la existencia
de una “cultura de los artículos” como más propia de las ciencias duras, y de una
“cultura del capítulo de libro” más usual como output entre las ciencias humanas
y sociales. Sin embargo, dicha generalización, que podría servir como una bandera
legítima para superar los graves problemas que nos propone el sistema internacional
de publicación de artículos,6 supone a estas horas una distinción legítima pero no
tan operativa. Sobre todo porque ocluye todavía cosas importantes, particularidades
que exigen desgranar más sobre cómo se construye cada producto intelectual en sus
diferentes fases.
En este libro, cuyo contenido ha sido primero planificado, luego materializado en
sus primeras versiones y después —durante más de año y medio— cuidadosamente
sometido a discusión entre los miembros de dos equipos, enviado a expertos que se
tomaron el trabajo de leerlo, y más tarde sometido a una evaluación abierta, habitan
una docena de “capítulos de libro”. Por incluirlos aquí, sus autores en algún caso han
desistido de publicarlos como “artículos”, a sabiendas de que —aunque no esté es-
crito en ningún lado— a la hora de rendir cuentas, resignan algo de valor en sus eva-
luaciones. El sentido común académico, basado en criterios de evaluación que, sin
estar escritos, circulan como rumor (lo cual es, para nuestro ámbito de referencia, tan
absurdo como pernicioso) indica que un artículo publicado en una revista de primera
permite una valoración que se traduce en números más espigados que los asignables a
un capítulo de libro. Esto no es una preocupación para quienes estamos hace algunos
años en la “carrera de investigación”. Puede ser molesto, puede darnos igual, pero no
es un motivo de preocupación. Pero dependiendo de la instancia, para quienes recién
comienzan a andar el camino, vehiculizar un trabajo como capítulo de libro y resignar
su publicación como artículo puede significar la diferencia decisiva entre el éxito y el
fracaso a la hora de atravesar un rito de evaluación para profesionalizarse en el oficio:
6 Véase Rozemblum, C.; Unzurrunzaga, C.; Banzato, G. y Pucacco, C. (2015). Véase Rozemblum, C.;
Unzurrunzaga, C.; Banzato, G. y Pucacco, C. (2015). “Calidad editorial y calidad científica en los
parámetros para inclusión de revistas científicas en bases de datos en Acceso Abierto y comerciales”,
Palabra Clave, Vol. 4, N.° 2, pp. 64-80. Disponible en http://www.palabraclave.fahce.unlp.edu.ar/
article/view/PCv4n2a01
14 Justicias situadas
es clave a la hora de competir por una beca, o por un puesto de trabajo en un consejo
de investigaciones, aquí y en muchas partes del mundo.
Los sistemas de evaluación perfectos no existen. La distribución de recursos es-
casos está presente en todas partes. Tampoco son perfectos los métodos que las ins-
tituciones utilizan para adjudicar bienes y cargas, que se juegan durante todas las
instancias de la vida “comenzando por la admisión o no en guarderías infantiles y
terminando por la admisión o no en hogares de ancianos”7. Así, hacer cola favorece
al que tiene tiempo; comprar un puesto, al que ya es rico; anotarse en listas perjudica
tanto a los miopes como a los ansiosos, y atravesar exitosamente refinados procedi-
mientos burocráticos no es para cualquiera, salvo para los tenaces y los pacientes.
Como afirma Jon Elster sin ironía, al fin y al cabo, “el único sistema que no es suscep-
tible de tener efectos secundarios es un verdadero sorteo”8, lo cual vuelve al asunto
definitivamente macabro.
El centro del problema que pretendo plantear es que componer un trabajo colec-
tivo bajo la forma de libro supone muchas cosas que una evaluación estandarizada
—en el sentido de habitual— podría reconocer: abordar junto con otros la existencia
de un problema común, conversar sobre él, intercambiar puntos de vista, animarse a
compartir un lenguaje para comprender ese problema, dialogar respetando formacio-
nes o plataformas teóricas diferentes, recibir comentarios con recomendaciones de
propios y extraños, revisar, repensar, confrontar, pasar por una edición. El responsa-
ble del conjunto, a su vez, tendrá que hacer lo propio con su contribución, más leer
y releer las que ha solicitado, responder a cada uno, limar las asperezas del rompe-
cabezas o calibrar con muñeca el caleidoscopio, ponderar cómo ha sido el resultado
del trayecto e imaginar de qué manera seguir adelante. No parece poca cosa. Y no
lo es si, además, como quería nuestro querido Juan Carlos, lo que queda es un libro.
Hace apenas dos años, desde Argelès sur mer, me mandó un texto cuyo contenido
creía que me gustaría conocer, porque resumía varias cosas que habíamos charlado
no hacía mucho tiempo. Se trataba de una carta que pensaba enviar a la comisión
de investigaciones que había integrado en la universidad catalana donde radicó su
último proyecto. Como siempre, lo introdujo con humor, y en el cuerpo del mensaje
adelantó: “Ahora me divierto con estas cosas”. En la carta, que hace poco supe que
efectivamente envió, después de presentarse como un flamante jubilado, escribió:
7 Jon Elster, Justicia Local: de qué modo las instituciones distribuyen bienes escasos y cargas necesa-
rias, Gedisa, Barcelona, 2009, p. 14.
8 Jon Elster, Justicia Local, p. 132.
Reflexiones sobre un trabajo de equipo y sobre el trabajo en equipo 15
Darío G. Barriera
Maciel, 16 de enero de 2017