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Curso Liderazgo de Alabanza Página 1

EL COSTO DE LA ALABANZA

La alabanza no es un género gratuito. Los que la practican deben pagar su precio.

Primero, se requiere energía. A veces el creyente está cansado después de una semana
completa de trabajo duro, y viene a la iglesia el domingo por la mañana para descansar.
No siente deseos de alzar las manos ni ponerse de pie por demasiado tiempo, pues no
tiene energía para ello. En tal Ocasión, es conveniente ofrecer un verdadero. Sacrificio
de energía Y bendecir al Señor con el corazón, el alma, la mente y la fortaleza personal.

Segundo: El costo de la preparación. A veces el creyente siente la necesidad de recibir


purificación y renovación para ser más libre en la presencia de Dios: “¿Quién subirá al
monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de
corazón” (Salmo 24:3-4). Este pasaje muestra que el Señor exige pureza a sus
servidores. Si de veras el creyente quiere servir al Señor de modo íntimo, primero debe
purificarse de corazón mediante el arrepentimiento y la confesión.

Tercero: El costo del tiempo. ¿Tiene mucha importancia el tiempo? ¿Hay suficiente
tiempo en el día para hacer todo? Creo que el tiempo es lo que más aprecio. Si alguien
me pide dinero, tal vez lo dé con un poco de remordimiento; pero si me piden dos horas
de mi tiempo, vacilo antes de responder porque lo considero algo precioso. La vida de
alabanza demanda el sacrificio de tiempo. No siempre se puede entrar a la presencia del
Señor y salir aprisa; hay veces cuando es necesario quedarse y tener comunión con Dios
por un rato.

El sacrificio de alabanza no es la experiencia de algo divertido. Tal vez sea divertido el


canto, pero cuando llega el momento de ofrecerlo, el sacrificio costará algo. Con todo,
forma parte integral de la vida de alabanza y la permanencia en la presencia de Dios. Se
da una solemne advertencia al creyente: ¡Ay de los reposados en Sión ... ! (Amós 6: l).
Que la congregación de los creyentes no sea complaciente, sino esté entre los que están
dispuestos a animarse a ofrecer un sacrifico de alabanza en medio de circunstancias
adversas.

La actitud del creyente hacia la alabanza y la adoración y su participación en ellas son


las claves para entrar a la presencia de Dios. Se presenta la alabanza sin motivos
ulteriores, ni la intención de obligar a Dios a venir al creyente. En su presencia hay
plenitud de gozo. La alabanza también se convierte en arma poderosa contra el enemigo
del alma.

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