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Proyecto inacabado
La iglesia local es aún un proyecto inacabado. Y de algún modo
cada una de los proyectos y perspectivas de trabajo que
desarrollamos son de carácter provisorio.

Esta idea no debería tener nada de novedoso, si consideramos


que la iglesia más que una organización es un organismo y como
todo organismo vivo, siempre está cambiando. Y en particular si
referimos a la iglesia, la cual se encuentra en un proceso de
perfeccionamiento que Cristo está haciendo en ella. desarrollo
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Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella 26 para
hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante
la palabra, 27 para presentársela a sí mismo como una
iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra
imperfección, sino santa e intachable. Efesios 5:25-27

El elemento para este perfeccionamiento (lavamiento-


santificación) es la Palabra. La cual hemos de considerar en dos
sentidos por lo menos.

1. La presencia crística en la Iglesia. No podemos hablar


de iglesia, sin le presencia de Cristo en ella. Él es en sí
mismo la revelación de Dios. Y ahora, en estos últimos
días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Heb. 11:2
NTV. Así que el ser iglesia, aún a riesgo de ser

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redundante hemos de enfatizar la necesidad de que ser
iglesia, necesariamente tiene como antecedente, el
haber Nacido de Nuevo en Cristo. Pues solo después de
esta experiencia es que podemos hablar de que la
Revelación en Cristo y a través de su Espíritu estará en
el creyente, conduciéndolo. Entonces un asunto que
hemos de cuidar es que los miembros de la iglesia estén
en Cristo pues solo así son participes de la revelación. Y
entonces, podrán ser discipulados y empoderados por
el Espíritu de Cristo para el desarrollo de la misión.
2. La Revelación Escrita. Esta por supuesto ha de ser
conocida y vivida por la Iglesia. Recordemos que en la
tradición protestante esta es una marca de la iglesia. La
Biblia entonces, como auto-revelación de Dios, es el
criterio a seguir para la práctica de la Iglesia.

Ante esta Revelación Eterna e inalterable, tenemos a la iglesia,


que si bien ha sido llamada a experimentar eternidad en el
momento histórico siempre es temporal y por ende limitada y
sujeta al error tanto como a su necesaria superación. Hasta que
no llegue a la meta para la cual fue elegida y llamada.

Para usar una metáfora, usemos una de las figuras históricas


con el que se ha comparado la iglesia. La nave, o barco que
navega por el más hasta que llegue a su destino. El norte al cual
se dirige el Cristo en el cual pone su vista, pero el mar en que
navega, nunca está quieto, las olas y los vientos son constantes,
de modo que aun cuando el timón se mantenga fijo, la iglesia
necesita hacer constantes ajustes para mantener el rumbo.
Pues de no hacerlo, fácilmente podría errar el rumbo o incluso
quedar a la deriva a merced de los vientos y las olas.

La iglesia como ese barco de la ilustración contantemente


necesita hacer ajustes en su navegar. Para hacer esos ajustes,
ha de mantener su vista puesta en Jesucristo el autor y
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consumador de la fe. Pero también haciendo uso de la Palabra,
la cual a modo de timón le permite hacer los constantes ajustes
para mantener el rumbo y llegar a su meta.

Espíritu Reformador
El principal Reformador de la Iglesia, realmente no fue un Lutero
o un Calvino. Sino el Espíritu de Dios. El cual Jesús lego a la
Iglesia para que fuese el quien condujera a ese pueblo de Dios,
hacia el conocimiento y practica de lo verdadero.

Cuando venga el Espíritu Santo, él les dirá lo que es la


verdad y los guiará, para que siempre vivan en la verdad.
Juan 16:13 TLA

Poder discernir el camino, por el cual los discípulos hemos de


transitar es justamente obra del Espíritu de Dios. Pues al ser
inhabitados por el Espíritu de Dios, recibimos también la
oportunidad de ser guiados y poder discernir entre lo bueno y
lo excelente. Así como el poder para poder llevar a cabo los
cambios conductuales, que derivarán, en la transformación de
nuestras mentalidades, así como después de nuestras acciones
y hábitos. Que serán después distintivos del ser de Cristo.

El discernimiento necesario para la transformación de nuestra


vida. Y que posteriormente será usado para la transformación
de una comunidad de fe, que será fermento de cambio social,
es obra del Espíritu de Dios. Que se produce en creyentes
maduros y experimentados.

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El alimento sólido es para los que son maduros, los que a
fuerza de práctica están capacitados para distinguir entre
lo bueno y lo malo. Hebreos 5:14 NTV

La primer cosa que se asume entonces, es que la presencia del


Espíritu de Dios en la vida de un discípulo producirá madurez.
En ese renglón hemos de reconocer una responsabilidad en dos
vías que es necesaria.

1. Los discipuladores (pastores, ancianos, maestros, la


iglesia en su conjunto), hemos de mantener la fidelidad
en el mensaje que transmitimos. No permitiendo que
este sea adulterado. Pero también asumiendo que la
madurez espiritual no es producto solo de una
ortodoxia (de hecho los escribas y fariseos eran
ortodoxos en su manera de enseñar). Si no que también
hemos de ser correctos en nuestra forma de actuar
(ortopraxis)y en los motivos por lo que lo hacemos
(ortopatia).
2. Los discípulos. En la misma línea, pero en el sentido
inverso la madurez espiritual, requiere que cada uno de
los discípulos se hagan responsables de su propio
crecimiento. Cuando somos enseñables y
comprometidos con nuestro aprendizaje. El
crecimiento espiritual, Dios lo hará posible. Esto por
supuesto contrasta con la actitud indolente y superficial
con la que se toma la mayor parte de los procesos de
discipulado. Si podemos agregar un componente más
hemos de mencionar también la constancia, pues
ciertamente se trata de la formación de hábitos,
producto de una acción, repetitiva, hasta que se vuelve
instintivo en nuestra forma de vivir.

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El Espíritu de Dios, como gran reformador, sigue actuando en y
a través de la iglesia (incluso en ocasionas a pesar de la iglesia.
De modo que los designios de Dios siguen en cumplimiento.

Estoy convencido de que Dios empezó una buena obra


entre ustedes y la continuará hasta completarla el día en
que Jesucristo regrese. Filipenses 1:6

Sin embargo, hemos de diferenciar que no es lo mismo ser


partícipes y colaboradores en la misión de Dios, o ser piedras de
tropiezo para otros. Pues en el Reino de Dios no hay puntos
intermedios, o siembras o desparramas. Así nuestra vida o
contribuye a la reforma que el Espíritu de Dios sigue haciendo
en su iglesia o la estorbamos. La diferencia entre una u otra
posición, no solo está en lo que hacemos, sino también en el
enfoque del como lo hacemos.

Una oración apostólica


Un cambio significativo que Dios, produce en nuestras
actitudes, por ejemplo, inicia al cambiar nuestra forma de orar.
Se ha dado cuenta que la oración de intercesión, comúnmente
es una larga lista de peticiones. Pero si revisamos la oración de
Jesús por sus discípulos, en Juan 17. Estoy seguro que no vamos
a encontrar detalles, como: Que Andrés, tenga un nuevo
trabajo, o que Juanito, pueda ser admitido en la universidad. El
enfoque de la oración de Jesús era para que los discípulos
fueran capaces de desarrollar la obra a la que Jesús les había
llamado. Veamos que esto también fue seguido por los
apóstoles. Así veamos los contenidos de la oración de Pablo.
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Por lo tanto, desde que supimos todo eso no hemos
dejado de orar por ustedes. Pedimos a Dios que los llene
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de conocimiento para entender su voluntad, y que les dé
toda clase de sabiduría y entendimiento espiritual. 10 Así,
vivirán para dar honor al Señor y agradarle en todo. Como
resultado podrán hacer toda clase de buenas obras y
conocerán mejor a Dios. 11 Además, el poder glorioso de
Dios los fortalecerá para que puedan resistir todo con
paciencia. Colosenses 1:9-11

En esta oración podemos ver los temas que nos ayudarán a


nosotros y a nuestros discípulos para que la transformación del
Espíritu sea posible en cada uno de nosotros.

A. Conocimiento para entender Su voluntad. Sin duda esto


es esencial. Y Pasa por la presencia de la Palabra de Dios
en la vida de los discípulos.
B. Sabiduría y entendimiento Espiritual. El conocimiento
en sí mismo no es suficiente, de modo que es necesaria
la interpretación espiritual. Para tener el binomio que
también en la Reforma clásica, fue usado. Palabra y
Espíritu.
C. Poder para resistir. La presencia del Espíritu, no solo es
discernimiento y guía sino también poder. Pues la
misión solo es realizable con el poder del Espíritu.

Si seguimos nuestro texto, veremos que también nos muestra


el resultado deseado de esta oración donde requerimos que
Dios intervenga en nuestra vida y la de nuestros discípulos.

Así, vivirán para dar honor al Señor y agradarle en todo.


Como resultado podrán hacer toda clase de buenas
obras y conocerán mejor a Dios. V. 10

Así la Reforma producida por el Espíritu, se encarna en nosotros,


para hacernos modelos que nos permitan alcanzar a otros.

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