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GENERO, DESARROLLO Y POLÍTICAS PÚBLICAS

UNA ALIANZA IMPRESCINDIBLE


por Alejandra Pérez Scalzi*

“A mi abuela

Que me dejo la mejor herencia: su dignidad altanera”.

Sumario: 1. Introducción.2. Género y Desarrollo 2.1 El paradigma del desarrollo humano y la


inclusión del genero 2.1.1 Marco Jurídico Internacional. 3. La participación de las mujeres en la
economía Productiva. 3.1 Estructura productiva y el empleo.3.2Desbalances y asimetrías de
poder: División sexual del Trabajo. 3.3La economía del cuidado. 4. Las Politicas publicas como
herramienta de transformación . 4.1. Políticas públicas y desarrollo humano 4.2 La
participación propiciada a las mujeres en el modelo de desarrollo. 4.3 Importancia de la
Transversalidad del género. Bibliografía

* Alejandra María Pérez Scalzi, Abogada, Profesora de las Asignaturas Economía y Géneros,
Familias y Derechos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de Córdoba. Investigadora Categorizada de SECyT. UNC. Doctoranda Ciencia Política Centro
de Estudios Avanzados. UNC

1
GENERO, DESARROLLO Y POLÍTICAS PÚBLICAS UNA ALIANZA
IMPRESCINDIBLE

1.-Introducción

El presente trabajo intenta dar cuenta de algunas de las cuestiones claves


vinculadas a la tensión existente entre el desarrollo, la política pública y el género, en
aras de contribuir a reflexionar sobre los mismos.
El contexto global actual está caracterizado por la creciente interdependencia
de los sistemas económicos de los países y las decisiones vinculadas a los procesos
de acumulación de capital, lo cual afecta tanto al margen que tienen los países para
realizar sus políticas de forma soberana y autónoma, como sus discursos y practicas
institucionalizadas en pro de la “gobernabilidad”1.
La mayoría de los autores2 coinciden en señalar el eje central de la
gobernabilidad, como aquel que involucra, en un sentido amplio, a la calidad de las
relaciones entre el gobierno y la sociedad. Es desde esta matriz que sostenemos que
la acción de gobernar trae aparejado la construcción de una hegemonía a partir de una
negociación cierta y sistemática con los distintos actores estratégicos que operan en
una sociedad, ya sea por que tienen capacidad de incidir en agendas publicas con la
inclusión de demandas o intereses particulares o por sus operatoria a los fines de
obstaculizarla.
Las normas, acuerdos y reglas encargadas del entramado que vincula a estos
actores en los escenarios actuales que organizan las relaciones entre actores (Estado,
familias, empresas y mercado) inexorablemente generan transformaciones o
mutaciones en las instituciones) en distintos escenarios, en particular, entre el Estado
y la sociedad, y entre el Estado, el mercado y la familia.
La gobernabilidad así entendida es abarcativa de las reformas del régimen
político necesarias para impulsar cambios en el modelo de desarrollo que aseguren el
crecimiento y la estabilidad económica de los países.
Es entonces, desde esta perspectiva, que la política es quien abre el camino
a la economía en las nuevas condiciones impuestas por la globalización y el cambio

1 Para ampliar sobre el tema de gobernabilidad ver Guzmán Virginia, Gobernabilidad democrática y género, una
articulación posible CEPAL Nro 48. 2003
2 Los distintos autores enfatizan algunas dimensiones sobre otras(Desde la perspectiva de las ciencias políticas, el

concepto hace referencia a la capacidad de gobernar en forma estable, a la viabilidad de un gobierno (Tomassini,
1998); una cualidad de las sociedades y sistemas y no de los gobiernos de Joan Prats (2002a).

2
tecnológico, y la estabilidad económica la cual a su vez deberá constituirse sobre la
base de legitimidad de los gobiernos.
Siguiendo a Urzua (1998), la gobernabilidad depende de la capacidad de los
gobiernos para conducir los procesos y a los actores sociales hacia el desarrollo
socioeconómico, la integración social y la consolidación de las instituciones
democráticas, ajustándose a los procedimientos democráticos y resolviendo de
acuerdo con ellos los conflictos y valores que surjan en torno a esas metas.
La expansión de la gobernabilidad democrática como forma política más
adecuada y como probable modelo de convivencia, instala la discusión acerca de la
necesidad de incluir a la totalidad de ciudadanas y ciudadanos en el legado moderno
de la ciudadanía, es decir, del pleno goce de los derechos consagrados legalmente.

Sin embargo, “la paradoja que envuelve a las democracias reales,(...) es que
puede tolerar, sin derrumbarse, el acceso desigual al poder, la distribución desigual de
la riqueza, así como también la existencia de ciudadanos privados de los medios que
igualan las posiciones de partida, es decir la igualdad de oportunidades”.(Quiroga
Hugo 2001: 202).

Las democracias inclusivas requieren de “cambios institucionales”, es


decir, de las reglas y normas que organizan las relaciones entre actores en distintos
escenarios, en particular, entre el Estado – Empresas- Familias y entre el Estado - el
mercado- las familias y las empresas. Cambios para achicar las ostentosas brechas
de desigualdad que caracterizan a la época. Cambios que también, entonces deberán
operar para generar transformaciones en el orden del género.
Y es que, las instituciones son reglas del juego que gobiernan las relaciones
entre los individuos y los grupos, delimitando por un lado, las oportunidades, y por
otro, las restricciones que los individuos y grupos enfrentan en su relación con los
demás en distintos ámbitos institucionales. (Guzman Virginia-2003:58)
Estas instituciones, que son, tanto formales, como las leyes y
organizaciones, como informales, consecuencia o resultado de una repetición
sostenida y generalizada y la costumbre, no solo condicionan la interacción entre las
personas sino también, y esto es muy relevante para la reproducción de los sistemas
de desigualdad, que dan forma a las expectativas que pueden mantener las personas
en sus relaciones con los demás. (Guell, 2002). Y es que el Estado, como toda
institución, tiene una forma estructural-objetiva y otra construida por subjetividades al
decir de Tenti Fanfani,3 donde los actores se enfrentan en distintos campos de poder.

3Véase Tenti fanfani, E: en Minujín, Alberto (Editor) “Desigualdad y exclusión: desafíos para la política social en
Argentina de fin de siglo”. Bs. As. UNICEF. Losada. 1996. Pág. 241-242-

3
Se agrega a esto el hecho de que el impacto del desarrollo económico sobre
las relaciones de género, y más particularmente sobre la vida de las mujeres pobres,
sugiere un complejo conjunto de dinámicas interrelacionadas, dado que la desigualdad
de género está integrada en los procesos de desarrollo dirigidos por la globalización
económica y, al mismo tiempo, el desarrollo construye sobre dichas desigualdades4.

2. GÉNERO Y DESARROLLO

2.1 El paradigma de desarrollo humano y la inclusión del género

“El desarrollo humano es el proceso de expansión de las libertades reales


que goza un pueblo” (Amartya Sen, Premio Nobel de Economía 1998)

Las tendencias observadas han traído al debate nuevamente la discusión entre


quienes sostienen que existe un desfasaje temporal entre el crecimiento económico y
la obtención de una mejor distribución del ingreso, y quienes afirman que es posible
lograr un crecimiento con equidad e, incluso, que no existen argumentos para
asegurar que la equidad es una variable dependiente del crecimiento económico. En
torno a esta discusión, el premio Nobel de economía Amartya Sen señala que aunque
los estudios sobre experiencias exitosas de desarrollo han demostrado el importante
papel que juega la acumulación de capital en el desarrollo económico, la “... teoría de
la explosión de la acumulación” (o del rebalse) adolece de ciertos defectos,
relacionados principalmente con el relativo desinterés que muestra hacia el bienestar y
la calidad de vida presente y del futuro inmediato” (Sen, 2003:6). En este sentido,
comparte el criterio de que “... no puede eludirse el gravísimo problema de la pobreza,
aun cuando exista la posibilidad de proporcionar mayores beneficios a una generación
futura más próspera” (Sen, 2003:6), y asegura que si bien el desarrollo social no
genera por sí solo crecimiento económico, sí puede estimular un crecimiento rápido e
integrador si se complementa con políticas favorables al mercado que fomenten la
expansión económica (Sen, 2003:8).
En esa línea de pensamiento, en el enfoque de crecimiento con equidad, la
CEPAL5 señala que no solamente es posible lograr simultáneamente el crecimiento y
la equidad, sino que esto debe realizarse desde un enfoque que integre la perspectiva
económica con la social. Afirma que deben preferirse políticas económicas que

4
Informe PNUD 2009
5
CEPAL, Equidad y Transformación Productiva un Enfoque Integrado, Pg. 2. Edición electrónica 1996

4
favorezcan tanto el crecimiento como la equidad y al mismo tiempo se debe destacar
en la política social el efecto productivo y de eficiencia, y no sólo de equidad6; la
CEPAL cuestiona fuertemente los enfoques que consideran que la política económica
“es distributivamente neutra”, e indica que existen motivos para pensar que algunas
políticas pueden tener efectos distributivos regresivos de gran magnitud que incluso
superan los efectos distributivos progresivos de la política social.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)7 a partir de su
reconocida incidencia ha introducido el enfoque de desarrollo humano8 “... como la
ampliación de las opciones de las personas – incluyendo las libertades políticas y
garantías de otros derechos humanos – y el aumento de su bienestar”, esto difiere
ampliamente con las teorías relativas a la formación de capital humano o recursos
humanos que conciben al mismo como medio o instrumento de la producción. En este
modelo el ser humano es el núcleo del desarrollo, resultando éste del equilibrio de
cuatro pilares fundamentales: productividad, equidad, sostenibilidad y potenciación.
Pero es recién en los Informes de Desarrollo Humano desde 19959, cuando por
primera vez se expresa que en ninguna sociedad “las mujeres” disfrutan de las
mismas oportunidades que los hombres y que si el desarrollo humano no incorpora la
condición de los sexos, está en peligro. Es decir da lugar al Enfoque de Género.
La incorporación de éste enfoque en el desarrollo, forma parte de una
estrategia más amplia, que incluye acciones específicas dirigidas a las mujeres, con el
objetivo de transformar, a largo plazo, el conjunto de relaciones y estructuras que
producen la desigualdad de género.
La igualdad de género y la autonomía de las mujeres han sido definidas como
uno de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio y la Declaración del Milenio señala
la necesidad de “promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer
como medios eficaces de combatir la pobreza, el hambre y las enfermedades y de
estimular el desarrollo visto desde el enfoque de género un desarrollo verdaderamente
sostenible”.10

6 Panorama Social de América Latina. Separata Pobreza y Desigualdad desde una perspectiva de género
CEPAL, 2003
7 El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo es el organismo mundial de las Naciones Unidas en materia

de desarrollo que promueve el cambio y conecta a los países con los conocimientos, la experiencia y los recursos
necesarios para ayudar a los pueblos a forjar una vida mejor. Está presente en 177 países y territorios, trabajando con
los gobiernos y las personas
8 A partir de los 90 definido como el proceso de ampliación de las opciones de las personas y mejora de las

capacidades humanas (la diversidad de cosas que las personas pueden hacer o ser en la vida) y las libertades, para que
las personas puedan vivir una vida larga y saludable, tener acceso a la educación y a un nivel de vida digno, y
participar en la vida de su comunidad y en las decisiones que afecten sus vidas, el trabajo de Amartya Sen y de otras
personas fundaron sus bases conceptuales.
9 Informe sobre Desarrollo Humano 1995. PNUD
10 Véase http://www.objetivosdelmilenio.org.mx

5
Este trabajo se sostiene sobre la base ideológica de que las sociedades
latinoamericanas, sus estructuras de poder, economías y relaciones sociales
contienen divisiones de género profundamente enraizadas, de la misma manera que
reflejan las divisiones de clase y etnia. Entonces, si bien estas desigualdades basadas
en el sexo son un rasgo persistente de todas las sociedades, no lo son en forma
aislada sino como el resultado de relaciones de poder económicas socialmente
construidas, de normas y prácticas.(De la Cruz, Carmen -2007: 11)

2.1.2 El marco Jurídico internacional

"El punto central de la agenda económica, política y social de América Latina no es la


pobreza, sino la justicia.”

Eduardo Bustelo

El PNUD asume el mandato del Consejo Económico y Social (Ecosoc), que


indica que la incorporación de la perspectiva de género en la corriente principal del
desarrollo se refiere a: El proceso de examinar las implicaciones para mujeres y
hombres de cualquier tipo de acción pública planificada, incluyendo legislación,
políticas o programas, en cualquier área. Asimismo, es una herramienta para hacer de
los intereses y necesidades de hombres y mujeres una dimensión integrada en el
diseño, implementación, monitoreo y evaluación de políticas y programas en todos los
ambitos políticos, sociales y económicos. El objetivo final es lograr la igualdad entre
los géneros. (ONU, 1997)11.
Desde el derecho internacional existen una serie de instrumentos que orientan
las acciones de los Estados para garantizar el pleno ejercicio de los derechos y la
igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, el supuesto acerca de la
neutralidad12 de las normas se traduce desde hace mucho tiempo en exclusiones del

11
Naciones Unidas (1997), Incorporación de la perspectiva de género en todas las políticas y programas del sistema de las Naciones
Unidas. Informe del Secretario General (E/1997/66), período de sesiones sustantivo de 1997, Ginebra, Consejo Económico y Social,
30 de junio a 25 de julio.
12
Los estudios críticos del derecho se interesan por el sistema jurídico desde una perspectiva no dogmática. Recordemos que por
dogmática se considera el saber jurídico que ordena y da fundamento a la validez de las normas jurídicas en un ordenamiento
jurídico dado. La perspectiva exclusivamente dogmática del derecho explica que las ciencias sociales son ajenas a los intereses de
los abogados, lo cual perjudica notoriamente el carácter integral de los derechos, su aprehensión y concreción efectiva en los fallos
judiciales. Véase Isabel Agatón Santander La falacia de la neutralidad: Una aproximación critica al derecho. En
www.mujeresenigualdad.org.ar. CD_ForoIII Derecho Reproductivo. Pdf.

6
sistema judicial13, en discriminaciones legislativas y en prácticas culturales14 que no
siempre visibilizan la vulneración de derechos hacia las mujeres.
La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer (CEDAW) es el estatuto internacional de derechos para la mujer y
referencia obligatoria en materias de igualdad entre hombres y mujeres.15
Esta carta internacional de los derechos de las mujeres da expresión jurídica a
la búsqueda de la igualdad plena reelaborando el concepto de discriminación de
manera novedosa, como “cualquier distinción, exclusión o restricción basada en la
diferencia sexual que tenga como efecto u objetivo anular el reconocimiento de los
derechos humanos de las mujeres”. Con su ratificación, los Estados se
comprometieron jurídicamente a adoptar todas las medidas adecuadas, incluidas leyes
y medidas especiales temporarias, para que las mujeres posean el disfrute pleno de
todos sus derechos humanos y libertades fundamentales.
El desafío de contribuir a transformar las desigualdades desde la política pública
constituye no una expresión de deseos sino un compromiso que asumen los estados
miembros de la Asamblea General de la ONU, año a año. Cuando asumen la
obligatoriedad de enmarcar sus políticas públicas dentro de los principios, normas, y
estándares de los derechos humanos así como una en la que se comprometen a
trasversalizar la perspectiva de genero en todo su accionar16. No obstante el
indiscutible alcance que estas convenciones tienen en el orden mundial y nacional, la
promoción y la aplicación efectiva de sus principios son todavía un tópico ajeno para
muchas regiones y localidades de nuestro país

La cuestión del género y su vinculación con la política pública, representa un


punto de reflexión en el que confluyen diferentes aspectos de carácter social,
económico, político y jurídico. Su posicionamiento en la agenda pública y la inclusión
de estos conceptos entre las distintas categorías del discurso político actual
evidencian la necesidad de repensar algunos de los supuestos que subyacen al
concepto de género y que han posibilitado su construcción.

13
para ampliar puede verse Ana María Prieto del Pino La paradójica discriminación de la mujer al amparo de las disposiciones
penales de la ley integral en www.programamujerescdh.uchile
14
Para ampliar el tema puede verse Fernández , Ana María. “Las diferencias desigualadas: multiplicidades, invenciones políticas y
transdisciplina” Revista Nómadas Nº 30 Universidad Central, Bogotá, 2009.

15Para ampliar el tema puede verse Convención CEDAW y Protocolo Facultativo.Convención sobre la Eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer / Instituto Interamericano de Derechos Humanos - 2 ed. – San
José, C.R. : Instituto Interamericano de Derechos Humanos.

16Desde 1995, el PNUD ha realizado esfuerzos sostenidos por contribuir a la erradicación de la desigualdad entre
mujeres y hombres. Estos esfuerzos están alineados con el mandato del Consejo Económico y Social de la ONU,
emitido en 1997, y con la Política de Equidad de Género del PNUD, aprobada en 2002Esta meta también se ha
consignado como uno de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio

7
3. LA PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES EN LA ECONOMÍA
PRODUCTIVA

3.1 Estructura productiva y el empleo

El análisis económico usualmente se realiza al margen de las características


socioculturales e históricas que determinan cómo los hombres y las mujeres
interactúan y realizan sus funciones en las unidades familiares, las unidades de
producción, la comunidad o la nación de que se trate. Esta tendencia en el desarrollo
de la ciencia económica ha ayudado a configurar una visión limitada respecto a la
contribución que las mujeres hacen a la economía debido a la omisión causada por las
diferencias de género.(Zicardi Alicia – 2001:18).
En ese contexto el modelo económico tradicional se suele representar como
una interacción entre las empresas públicas y privadas como unidades de producción
y los individuos y hogares como unidades de consumo. (Polanco 2010:79)
El proceso de incorporación de las mujeres a los distintos escenarios públicos
no siempre fui mirado de la misma manera. Durante años la discusión sobre el papel
que las mujeres desempeñan en la economía se basó solamente en los estudios
relativos al trabajo doméstico o reproductivo.
Haciendo un breve recorrido por la historia reciente podemos decir que es
fundamentalmente en los años sesenta el desarrollo del estudio de la producción
doméstica, coincidiendo en ello dos enfoques teóricos absolutamente contrapuestos,
tanto en el objetivo como en la metodología. El primero se integra dentro del
paradigma neoclásico y estudia el comportamiento de los miembros familiares
utilizando el instrumental metodológico y conceptual de la microeconomía: unidades
de decisión que maximizan una función de utilidad sometida a restricciones. Es lo que
ha venido a denominarse La Nueva Economía de la Familia o Nueva Economía del
Hogar, siendo su máximo representante Gary Becker (1981). El segundo enfoque
arranca, por una parte, de la tradición marxista y, por otra, de un pensamiento
feminista que manifiesta un fuerte desarrollo en esta llamada segunda ola del

8
feminismo17. El interés de esta línea de estudio se centra fundamentalmente en
desentrañar las relaciones bajo las cuales se desarrolla la actividad doméstica, su
reconocimiento como “trabajo”, las relaciones que mantiene con la producción
capitalista y quién o quiénes son los beneficiarios de la existencia de este tipo de
trabajo. No es casualidad que este desarrollo teórico se manifieste en esta época,
teniendo en cuenta la convulsión social y el auge de los movimientos sociales en parte
importante del planeta.18
Es importante poner de manifiesto que ni el enfoque neoclásico, contenido en
la denominada Nueva Economía Doméstica (NED)19, ni los enfoques marxistas fueron
capaces de superar las limitaciones relativas a algunos de sus postulados ( Benería,
Lourdes – 2005).A finales de los años sesenta se inicia el llamado “debate sobre el
trabajo doméstico” en él participan mujeres y hombres provenientes de tradiciones
feministas y/o marxistas que debaten distintos aspectos de la naturaleza del trabajo
doméstico, tenía como objetivo reconocer las limitaciones de las teorías anteriores
(sesgo androcéntrico y análisis inadecuado del papel de las mujeres). Como
alternativa, argumenta que el papel de las mujeres debe analizarse en cuatro
estructuras diferenciadas: producción, reproducción, socialización y sexualidad.
(Carrasco 1995).

3.2.- Desbalances y asimetrías de poder: División sexual del Trabajo

El marco de análisis se basa en la noción de la división sexual del trabajo20, la


cual explica la esencia de las relaciones de subordinación de la mujer con respecto al
hombre y los que se establecen entre ambos. Desde esta perspectiva Moser
(1989:55) plantea el triple rol de la mujer en términos de sus funciones reproductivas
(las responsabilidades de la maternidad, de la crianza y cuidado de los niños y de los
demás miembros del hogar), las funciones productivas (trabajo, remunerado o no, que
genera valor de cambio) y las funciones sociales del trabajo voluntario o de gestión
comunal en función del desarrollo del vecindario, asiento o comunidad. Siguiendo a
esta autora podemos decir entonces que el trabajo de las mujeres adquiere en

17
la primera ola del feminismo se enfocaba principalmente en la superación de los obstáculos
legales (de jure) a la igualdad (sufragio femenino, derechos de propiedad, etc.), la segunda ola
tenía una amplia variedad de temas, como la desigualdad no-oficial (de facto), la sexualidad, la
familia, el lugar de trabajo y quizá de forma más controvertida, los derechos en la reproducción.
18
Para ampliar puede verse http://www.egeneros.org.mx/admin/archivos/economia_feminista.pdf
19
Una amplia crítica a la Nueva Economía de la Familia se puede ver en Carrasco 1991.
20
Para ampliar el tema puede verse Buvinic, 1983, 1986; Young,1988; Moser, 1989; Portocarrero, 1990.

9
nuestra cultura otras dimensiones, se distingue entonces, entre producción doméstica
y tareas de cuidados o apoyo a personas dependientes, es decir, se revelan
dimensiones del trabajo doméstico que van más allá del valor de mercado.

Es así como, por Trabajo reproductivo entendemos el conjunto de


actividades que comprende el cuidado y el mantenimiento del hogar, incluyendo gestar
y dar a luz, criar y educar los hijos, la atención a la salud, la preparación de los
alimentos, la recolección de agua y leña, la compra de provisiones, los quehaceres
domésticos y el cuidado de la familia. Actividades consideradas generalmente no
económicas ya no tienen una compensación monetaria y por lo general se excluyen de
las cuentas nacionales de ingresos. Además, generalmente no son visibilizadas como
trabajo tampoco en el ámbito de las propias familias. Por trabajo productivo el que
se realiza en la esfera pública y se intercambia en el mercado a un determinado valor.
A pesar de que muchas mujeres participan en el mercado de trabajo, el rol productivo
se asocia predominantemente con lo masculino. El patrón del “hombre proveedor”
persiste más allá de que no se corresponda en muchos casos con las prácticas
concretas. También condiciona las modalidades de acceso y permanencia de hombres
y mujeres en el mercado de trabajo. Abarcan todas las tareas que contribuyen
económicamente al hogar y a la comunidad, por ejemplo, cultivos y cría de ganado,
fabricación de artesanías, empleo remunerado, transformación de materias primas, la
producción de bienes y servicios para el autoconsumo y/o la . En casi todo el mundo,
las mujeres perciben salarios inferiores a los hombres por tareas de igual valor. Y por
último por Trabajo comunitario desde la organización colectiva de eventos sociales
y servicios: ceremonias y celebraciones, actividades para el mejoramiento de la
comunidad, participación en grupos y organizaciones, en actividades de la política
local y de otra índole. Se le agregan también las actividades que ayudan a desarrollar
y nutrir a la sociedad desde el nivel vecinal hasta el estado como nación. Pueden ser
localizadas y privadas - tal como cuidar a los hijos de un vecino, o comunitarias, como
generar redes de ayuda mutua, organizaciones sociales, grupos de afinidad de
intereses (deportivos, religiosos, recreativos).

En torno a ello Pautassi dice “la desigualdad refiere a una estructura especial
de poder”, que al igual que el género, construye relaciones sociales asimétricas entre
los sexos. Así como las feministas italianas, precursoras del debate sobre los tiempos
para el cuidado con el conocido lema “el tiempo atrapa a las mujeres” hoy podríamos
afirmar la “desigualdad atrapa a las mujeres”. Si bien este concepto puede refutarse en
tanto la diferencia es constitutiva del sujeto mujer, y la desigualdad ha motivado siglos

10
de luchas de las mujeres por revertirla, la metáfora hoy se utiliza a efectos de este
trabajo, en el sentido que se ha producido un importante reconocimiento de la igualdad
formal entre varones y mujeres, particularmente en términos de equiparación de
derechos, igualdad de oportunidades en el mundo del trabajo y en muchos ámbitos
públicos, pero se ha perpetrado y reproducido la desigualdad en el ámbito
doméstico(Pautasi Laura -2009).

A pesar de la diversidad de estructuras familiares surgidas en nuestra América


en las últimas décadas, de los cambios demográficos y de la evolución de las
trayectorias laborales de varones y mujeres, la representación de los varones en la
atención de las responsabilidades familiares sigue siendo mínima. La información
disponible para América Latina muestra que el trabajo doméstico no remunerado es
responsabilidad casi exclusiva de las mujeres, tanto en las áreas rurales como en las
urbanas21. La ausencia de un intercambio mercantil en el caso del trabajo reproductivo
ha determinado la invisibilidad de una contribución fundamental a la riqueza social,
pero también ha ocultado una parte significativa de los costos de producción.
En consonancia con Norma Sachis(2004) sostenemos que en Argentina , más
allá de estos cambios profundos, todavía persiste un patrón ideal del “hombre
proveedor” del sustento de su familia, con trabajo a tiempo completo, durante la mayor
parte de su vida, sujeto de derechos de beneficios sociales extensibles a su familia,
además del ingreso. Las mujeres son responsables de las tareas reproductivas, no
remuneradas y por tanto, no sujetas de protección social. Si participan del mercado de
trabajo, lo hacen como trabajadoras secundarias, con salarios complementarios,
predominantemente inferiores a los de los hombres. Este modelo ideal nada tiene que
ver con las prácticas reales, donde el trabajo asalariado es cada vez más informal y
flexible, sin protección social. Y donde en muchos casos las principales proveedoras
del hogar son las mujeres, que se ven doblemente perjudicadas: como supuestas
trabajadoras secundarias, con condiciones más precarias y menores salarios en el
trabajo remunerado, y con una carga creciente de trabajo no remunerado en la medida
que el estado recorta sus programas sociales.

3.3.- La Economía del cuidado

21
Panorama Social de América Latina. Separata Pobreza y Desigualdad desde una perspectiva de género
CEPAL, 2003.pag 9

11
En los últimos años, desde la economía feminista22, se ha puesto énfasis en el
estudio de la llamada “economía del cuidado” que refiere al espacio donde la fuerza de
trabajo es reproducida y mantenida, incluyendo todas aquellas actividades que
involucran las tareas de cocina y limpieza, el mantenimiento general del hogar y el
cuidado de los niños, los enfermos y las personas con discapacidad.

Un componente importante de esa economía del cuidado está a cargo de las


familias y, en su interior, son las mujeres las que históricamente se han encargado de
desarrollar esas tareas en forma no remunerada. Ello se complementa con los
servicios provistos por el sector público y privado que componen la economía del
cuidado remunerada. Y, también, con los servicios que provee la comunidad y las
ayudas informales entre hogares que forman parte de la economía remunerada y no
remunerada. Pero, “el trabajo no remunerado desarrollado en el ámbito familiar es el
núcleo de ese proceso de reproducción social sobre el cual recae la responsabilidad
final de armonizar las demás formas de trabajo y/o absorber sus insuficiencias”
(Picchio, 1999).
Por lo tanto, la forma en que se organiza la provisión de cuidado en la sociedad
tiene importantes consecuencias para la igualdad de género, ya sea porque se
incrementen las capacidades y opciones de las mujeres y los hombres, o se perpetúe
el confinamiento de las mujeres a las funciones tradicionales de cuidado23. A su vez, el
cambio en el rol de las mujeres de “cuidadoras” a “cuidadoras y proveedoras de
ingreso para el hogar”, sin redistribución de tareas y responsabilidades de cuidado,
tiende a generar una sobrecarga de trabajo limitando sus opciones de ocio,
esparcimiento, formación, desarrollo profesional y participación pública (en la vida
política y sindical, entre otras).
Esta situación deriva con el tiempo en diferencia real en la ventaja relativa que
hombres y mujeres tienen en ambas esferas (mercado y hogar). De ahí que se
asegure que la desigualdad en la remuneración al trabajo de hombres y mujeres se
basa en diferencias en la productividad relacionadas con la especialización. Sin
embargo, muchos estudios24 han comprobado que existen diferencias significativas en

22
La economía feminista es una corriente de pensamiento económico heterodoxo que ha hecho énfasis en la
necesidad de incorporar las relaciones de género, como una variable relevante en la explicación del
funcionamiento de la economía y de la diferente posición de los hombres y las mujeres como agentes
económicos y sujetos de las políticas económicas. Para un trabajo fundante de esta corriente de pensamiento ver
Ferber y Nelson (1993) y su actualización, Ferber y Nelson (2003).
23
Para ampliar puede verse También consultar www.iaffe.org. (Rodríguez, 2005) Comercio, género y equidad en
América Latina: Generando conocimiento para la acción política.

24Los datos más actualizados disponibles en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe-CEPAL (2005)
corroboran que entre la población sin ingresos propios, en Argentina la proporción de mujeres supera ampliamente a

12
la remuneración a hombres y mujeres que trabajan en actividades y categorías
económicas similares y que cuentan con el mismo nivel de instrucción y las mismas
habilidades.
María Ángeles Durán señala que “... el grave error en que ha incurrido la
economía convencional es no haber producido conceptos para designar e interpretar
vivencias y emociones básicas para la mayoría de la población y haberse atrevido a
dar por terminadas formulaciones genéricas globales de la economía, sin recoger
antes información empírica suficiente sobre las actividades de la mayoría de la
población y sin resolver los problemas metodológicos que la recopilación e integración
de esta nueva información plantea para las interpretaciones económicas” (Durán,
1987:56).

4. - LAS POLÍTICAS PÚBLICAS COMO HERRAMIENTA DE


TRANSFORMACIÓN

4.1. Políticas públicas y desarrollo humano


Aunque el interés por la construcción de identidades de género pueda parecer
muy alejado de los intereses que tienen quienes elaboran las políticas del desarrollo,
en realidad es un punto de partida crucial. Contribuye a impugnar la idea de que las
mujeres y los hombres están, en cierto modo, dotados naturalmente para
determinadas tareas y actividades, casi al nivel de un determinismo biológico.
Los comportamientos sociales de hombres y mujeres, las normas y reglas que
rigen sus intercambios, las representaciones sobre lo femenino y lo masculino son
productos históricos, resultado de pactos y negociaciones sociales explícitas o
implícitas entre distintos actores, grupos y colectividades.
Trabajar en política publica desde el marco de los derechos humanos con
perspectiva de genero, constituye una de las expresiones del tránsito de los gobiernos
hacia un rol innovador, instando a un mayor protagonismo, asumiendo de manera más

la de hombres y que la brecha entre ambos sexos se presenta con mayor magnitud entre los 25 y 59 años de edad,
grupo que reúne a la mayor parte de la población femenina en edad productiva y reproductiva. El índice de feminidad
en la pobreza muestra que el número de mujeres pobres es superior al de hombres y que en la última década la
tendencia tiende a acentuarse. Considerando la posición de parentesco de las mujeres dentro del hogar, se observa que
en los hogares donde predominan las mujeres, aquellos que son sostenidos por mujeres o donde hay hijas mujeres u
otras mujeres viviendo, el índice de femineidad de la pobreza es aún mayor. Comparando los ingresos individuales de
los jefes y de las jefas de hogar se puede ver que, se trate de hogares pobres o no pobres y para toda la serie temporal
(1999, 2002 y 2005), los ingresos de las jefas siempre son considerablemente menores que los de los jefes.

13
cercana a la población, procesos tendientes a responder a las demandas de la
ciudadanía y los problemas públicos; lo cual significa un cambio profundo en la
manera de conceptualizar, construir y diseñar la política publica.

Y es que a decir de Guzmán los problemas públicos no existen por sí mismos


como meros fenómenos objetivos, sino que son construidos por actores que se
mueven en distintos escenarios, intercambiando y confrontando discursos que se
sustentan en marcos interpretativos variados” (Guzmán, 2000: 133) y las políticas
públicas son formas de construir relaciones de fuerza entre el Estado y la sociedad, y
que las demandas son fuerzas que cuando se instalan en lo político provoca una
respuesta del poder lo cual daría por resultado la reformulación de la ciudadanía. Sin
embargo, el método neoliberal de concentración desmedida en beneficios para pocos
se repara mínimamente a partir de las políticas sociales focalizadas para un sector con
pobreza estructural a las que el autor denomina “modo residual” a la actividad del el
Estado donde el mercado no llega” (García Delgado - 1994: 106)
Para entender qué son las políticas públicas, es necesario diferenciar dos
conceptos que en nuestro idioma no tienen traducción: Politics (política), policies
(políticas). El primero es entendido como las relaciones de poder, los procesos
electorales, las confrontaciones entre organizaciones sociales con el gobierno. El
segundo tiene que ver más con las acciones, decisiones y omisiones por parte de los
distintos actores involucrados en los asuntos públicos. No obstante existe la política de
las políticas públicas, que son las relaciones de poder en el proceso de las acciones
de gobierno con la sociedad. Lo anterior es aplicable a los diferentes sectores: política
educativa, políticas educativas; política cultural, políticas culturales, política social,
políticas sociales; etc. también podemos hablar de las relaciones de poder de algún
sector: la política de las políticas económicas, la política de las políticas ambientales,
etc. Las políticas son el diseño de una acción colectiva intencional; el curso que toma
la acción como resultado de las decisiones e interacciones que comporta son los
hechos reales que la acción produce. En este sentido, las políticas son “el curso de
acción que sigue un actor o un conjunto de actores al tratar un problema o asunto de
interés. El concepto de políticas presta atención a lo que de hecho se efectúa y lleva a
cabo, más que a lo que se propone y quiere. Las políticas se conforma mediante un
conjunto de decisión, y la elección entre alternativas” (Aguilar, 2003a:25).Las políticas
se entienden como una declaración de intenciones, una declaración de metas y
objetivos25.

25
Aguilar Astorga y Lima Facio: ¿Qué son y para qué sirven las Políticas Públicas?, en Contribuciones a las
Ciencias Sociales, septiembre 2009, ww.eumed.net/rev/cccss/05/aalf.htm

14
Las políticas son cursos de acción destinados a la solución de problemas, donde
inclusive el no hacer nada es una acción que se tiene que tomar en consideración y
poner en práctica o no. Para (Rose, 1967; Pressman y Wildavsky, 1973), las políticas
denotan también las intenciones de las fuerzas políticas, particularmente las
intenciones de los gobernantes, las consecuencias de sus actos; tiende a significar
intenciones más que consecuencias. Las políticas se convierte en el resultado de una
serie de decisiones y acciones de numerosos actores políticos y gubernamentales
(Rose, Pressman y Wildavsky, citados en Aguilar, 2003a:25).
Una de las principales aportaciones de las políticas públicas es precisamente
rescatar el carácter público de las políticas, es decir, la intervención de actores
diferentes al gubernamental en las políticas (sindicatos, organizaciones de la sociedad
civil, empresas, iglesias, asambleas vecinales, etc). Este ámbito público es el campo
en el que los ciudadanos individuales, por sí mismos o por los voceros de sus
organizaciones, hacen política y hacen las políticas (Aguilar, 2005: 28-29).

4. 2.- La participación propiciada a las mujeres en el modelo de


desarrollo.

Es posible afirmar que los modelos de desarrollo propiciados por los distintos
estados y las agencias de cooperación al desarrollo tienen su correspondencia con
las políticas de desarrollo dirigida a las mujeres, Caroline Moser y Caren Levy (1995)
distinguen distintas etapas con relación a los modelos de desarrollo y la forma en que
ellos contemplan la incorporación de las mujeres en el proceso;

* Las denominadas políticas del Bienestar: se pusieron en marcha después de


la segunda guerra mundial y tuvieron preeminencia hasta la década de los 60 cuando
el modelo de desarrollo vigente era el que ponía su objetivo en la modernización; en
él el desarrollo es equiparado al crecimiento económico, buscando como meta
prioritaria la urbanización y la industrialización, sugiriendo además la mecanización del
atrasado sector rural.

Lo discutible de las mismo entre otros factores es la ausencia de representaron


y valoración de las mujeres como sujetos activos, su inclusión esta dada como
beneficiaria de los distintos programas sociales. Este modelo no considera a la mujer
como sujeto y la excluyen de los programas de desarrollo de los cuales siguen siendo
protagonistas activos solo los hombres.

15
* Enfoques Mujeres en Desarrollo (MED): acuñado a comienzo de los 70 por el
comité de mujeres de la Organización para el Desarrollo Internacional de Washington
D.C. como resultado de investigaciones de Ester Boserup sobre el desarrollo en el
Tercer Mundo. Demostró como los programas de desarrollo, tendían a ser poco
efectivos y hasta contraproducentes debido a que los planificadores no habían
entendido las desigualdades de género. Con mucha frecuencia un proyecto de
desarrollo involucraba el que a la mujer se le daba la mayor carga de trabajo adicional
en la implementación del proyecto mientras que el hombre cosechaba la mayor
proporción de los beneficios surgidos del proyecto. Concibe a las mujeres como
“objeto” de las políticas, las considera vulnerables, en situación de minusvalía
(básicamente económica) y utiliza su capacidad para solucionar necesidades de la
comunidad y la familia. Su objetivo es el desarrollo de las mujeres en los terrenos
económico y laboral, pero no aborda las desventajas de género en las relaciones ni la
posición de las mujeres en la cultura, la política y la economía. Su objetivo es el
desarrollo de las mujeres en los terrenos económico y laboral, pero no aborda las
desventajas de género en las relaciones ni la posición de las mujeres en la cultura, la
política y la economía.
* Enfoque Género en el Desarrollo (GED) surge desde 1980 en adelante y su
principal planteo ronda sobre la idea de que la subordinación de la mujer no es un
problema que descanse sólo en ella, es el resultado de las relaciones de género
socialmente construidas. Considera las relaciones de poder entre mujeres y hombres
como un factor de desigualdad social que las coloca en una posición subordinada.
Adopta el término género tomando en cuenta que las desigualdades económicas,
culturales y sociales se derivan de prácticas culturales que asignan roles específicos a
mujeres y hombres. Pretende modificar las relaciones de autoridad y poder, y
democratizar las relaciones sociales y familiares en su conjunto. Su objetivo es lograr
la equidad entre los géneros. (Campos, 2003).
* Por ultimo el enfoque denominado de Empoderamiento: surge como
cuestionamiento a las propuestas MED a fines de los años 70. En él las mujeres del
tercer mundo enfatizan la subordinación de los países subdesarrollados a los países
centros, contextualizando la subordinación de la mujer en términos de desigualdades
de género con la opresión colonial y neo- colonial. El principal propósito de este
enfoque es desarrollar en las mujeres una mayor confianza en sí mismas,
promoviendo una fuerte participación desde las bases. Este enfoque reconoce las
desigualdades entre hombres y mujeres, y ve los orígenes de la subordinación de las
mujeres en la familia, pero también enfatiza el hecho de que las mujeres viven una
opresión diferente según su raza, clase, su historia colonial y su actual posición en el

16
orden económico internacional. Por ello se sostiene que las mujeres tienen que
desafiar las estructuras y las situaciones opresivas simultáneamente, a diferentes
niveles. (Barahona, M -2004:23)

4.3. La transversalidad del género como estrategia

Las políticas de género tendientes a lograr la igualdad entre hombres y mujeres


en las distintas esferas de la vida social, del mundo cultural, político y económico,
comparten rasgos que caracterizan a las políticas públicas en América Latina.
Una breve síntesis de esos rasgos no puede omitir la discontinuidad generada
por los cambios de gobierno que, salvo excepciones, es uno de los rasgos
predominantes.(Guzman Virginia- 2003:11). Tampoco, la falta de coordinación entre
los distintos niveles de gobierno y la fragilidad institucional. Estos rasgos suelen
combinarse con la debilidad de las organizaciones encargadas de diseñar y poner en
práctica las políticas públicas, la falta de recursos humanos calificados, y un dato no
menos importante, como lo es la escasez de recursos financieros
El gender mainstreaming o “transversalización”26 se acuño en la
IV Conferencia sobre la Mujer en Pekín (1995) a partir de la cual fue obligatoria para
todo el sistema de Naciones Unidas y fue llevado al marco jurídico europeo por el
Tratado de Amsterdam. Definido por el consejo de Europa, el Mainstreaming de la
perspectiva de género es "la organización (reorganización), la mejora, el desarrollo y
la evaluación de los procesos políticos, de modo que una perspectiva de igualdad de
género se incorpore en todas las políticas, a todos los niveles y en todas las etapas,
por los actores normalmente involucrados en la adopción de medidas políticas." Se
trata de un proceso que esta determinado como "top-down" (desde arriba hasta abajo),
siendo los/as responsables políticos y las normas políticas las que están determinadas
los principal agentes para iniciar y instalar un proceso de cambio. El principio exige un
análisis de género previo a la planificación de políticas así como una planificación de
género a la hora de elaborar políticas. Se refiere a la necesidad de influir en todas las
metodologías, análisis, políticas y planificación desde una perspectiva de género: “(…)
los gobiernos y otros actores deben promover una política activa y visible de
integración de la perspectiva de género en todas las políticas y programas y, para ello,

26
Ambos términos los utilizamos aquí como sinónimos, si bien preferimos elegir la palabra “transversalización” por
ser un término de la lengua española y usualmente aplicado por el movimiento de mujeres y los sistemas públicos de
los países de América Latina

17
antes de que se adopten las decisiones, debe hacerse un análisis de los efectos sobre
las mujeres y los hombres, respectivamente”27.
La transversalización de género se refiere al hecho de que las cuestiones de
igualdad de género se integren en todas las políticas públicas, dejando de ser
cuestiones marginales o asociadas solamente a determinadas políticas sociales
tradicionales (como familia, por ejemplo) y proponiéndose como una estrategia
complementaria a las “políticas nacionales de la mujer” o “políticas específicas
dirigidas a las mujeres”. Éstas enfocan directamente determinados problemas de la
desigualdad de género, pero que no son suficientes para contrarrestar los efectos de
desigualdad que puedan tener las políticas generales.
El propio término inglés de gender mainstreaming implica el hecho de otorgar
mayor importancia a la dimensión de género, buscando hacerla formar parte del
mainstream (“corriente principal”) de las políticas públicas, del desarrollo humano y
económico. Es decir, la estrategia de transversalización28 supone una alternativa frente
a la marginalización de los temas de género y una visión más amplia y
complementaria a las tradicionales políticas de igualdad de oportunidades, que puede
contribuir en mayor medida al logro de una mayor igualdad de género y, por tanto, a
una mayor cohesión social.
La transversalización de género ha sido definida poniendo el énfasis en dos
perspectivas que consideramos complementarias: el efecto de las políticas sobre
mujeres y hombres, por un lado, y el propio proceso político institucional y de
desarrollo de las capacidades necesarias para llevar a cabo esas políticas de igualdad
de género, por otro.
El proceso de transversalización/integración de la perspectiva de género se
refiere al diagnóstico del impacto diferenciado que cualquier iniciativa, incluyendo
leyes, programas y políticas, en cualquier área o nivel, tendrá sobre las vidas de los
hombres y las mujeres. Se trata de una estrategia para hacer que los intereses,
preocupaciones y experiencias de las mujeres y de los hombres constituyan una
dimensión integral en el proceso de diseño, implementación, monitoreo y evaluación
de políticas y programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, de
manera que la desigualdad entre hombres y mujeres no se vea reproducida ni
perpetuada.

27López Irene (coord.) Género y políticas de cohesión social Conceptos y experiencias de transversalización. Pag.9 a
25 y 86 a 95 Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), 2007.
28 De acuerdo con la definición del Consejo de Europa, la transversalización es un proceso que implica tanto las

capacidades de las instituciones como las políticas en todos sus niveles (internacional, nacional, regional y local) y
etapas (identificación, diseño, ejecución, seguimiento y evaluación).

18
Desde esta perspectiva, la transversalización de género implicaría diseñar e
implementar proyectos, programas y políticas de desarrollo que Este enfoque pone el
énfasis en las capacidades de la propia institución para llevar adelante políticas
orientadas a la promoción de la igualdad de género29.
En último término, esta estrategia de busca generar una mayor igualdad de
género en nuestras sociedades. Pero qué duda cabe que para ello se requiere la
transformación, reforma o reorganización de las instituciones y políticas, tal como lo
hemos sostenido en todo este artículo, de modo que adquieran las capacidades
necesarias para promover políticas con igualdad de género y que ellas mismas sean
igualitarias. Se trata, por tanto, de dos miradas o puntos de vista complementarios de
la transversalización: desde las instituciones productoras y gestoras de políticas o
desde el efecto de esas políticas sobre las mujeres y los hombres que deben
beneficiarse de los derechos y las oportunidades
en condiciones de igualdad.
A modo de conclusión y tomando como premisa básica lo expuesto por
Amartya Sen (1995) en torno a que el bienestar no es la suma de las utilidades
agregadas, sino las libertades de las que efectivamente dispone el individuo, utilizando
los derechos y oportunidades que están a su alcance, es que planteamos la
necesidad de superar el sesgo que muchas veces tienen los gobiernos al considerar a
las mujeres sólo como beneficiarias de las políticas sociales (y no como agentes
económicos y como emprendedoras) para diseñar las políticas económicas que
respondan a las necesidades específicas de éstas, a partir de la transversalidad del
genero como medio para superar la pobreza y coadyuvar a habilitarlas para participar
activamente en el desarrollo.
Crear las condiciones para la puesta en marcha de acciones superadoras en
términos de transformación productiva y equidad social y de género, así como
también en iniciativas de desarrollo que permitan la construcción de nuevas bases de
la participación democrática para el ejercicio de la ciudadanía por parte de los
hombres y mujeres de nuestros pueblos, es el desafío que nos involucra en estos
tiempos.

29
Para ampliar sobre el tema ver Dosal Pilar ¿Cómo evaluar las políticas públicas desde la perspectiva de género?
Pág. 21 a 60. Diputación Foral de Bizkaia. Gabinete del Diputado General. De Foral de Bizkaia, y Murgibe, .L.Bilbao
Octubre, 2003.

19
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