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SEPTIEMBRE 2016
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Inicio / Actualidad / Columnas / ¿Por qué todos critican a Bogotá?
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Un hijo pródigo vuelve a casa. 10 años después de salir de la ciudad, el
acádemico Pablo Sanabria regresa a una Bogotá en la que nadie parece vivir feliz.
En su columna intenta develar porqué.
Es difícil escribir sobre esta ciudad que siento mía (tanto como otras en las
que he vivido y crecido) sin caer en la subjetividad. Hace apenas un mes
que volví a trabajar en ella, despues de diez años de ires y venires en los
que he habitado otras tres ciudades en tres países diferentes. Al volver me
he puesto a verla con cuidado. Me he dado cuenta de que tengo el mal del
viajero eterno, nunca he vuelto por completo, a ningún lado, ni siquiera a
esta ciudad donde nací.
Y ese ir y volver me ha permitido ver las cosas desde cierta perspectiva,
lejos de la de buena parte de los habitantes de esta ciudad, que están
convencidos de que sus problemas son tan únicos y tan terribles que no
paran de mirarse su ombligo bogotano y gritar a los cuatro vientos que su
ombligo es diferente. Arranco por una definición: bogotano no es solo el
que nace aquí, bogotano incluye nacidos e hijos adoptados (bogoteños, en
buen caleño o paisa) recibidos con los brazos abiertos por esta ciudad, que
es como una de esas matronas que siempre tiene lugar y comida para todos
en su casa. Una madre a la que pocos, nacidos y no nacidos, parecen
agradecerle su afecto.
Todas las otras ciudades son mejores. Desde Leticia hasta Titiribí o la
caótica Nueva York (que parece encantarles a tantos bogotanos que allá no
pelean por el tráfico, la suciedad o la agresividad de sus habitantes…todo
eso les parece chic allá) son más deseables que este destierro horrible en
esta ciudad gótica. Y también está el eterno homesick de los vinientes de
otras regiones para quienes cuyos pueblos o ciudades son un pedazo del
cielo en el planeta tierra, mientras esta, la ciudad que les da trabajo o
educación, nada más ni nada menos, que el infierno mismo. Todas las
ciudades y pueblos son mil veces mejores que Bogotá, y en eso los mas
acérrimos muchas veces son los mismos nacidos aquí. Parece que todos
asumieran que haber nacido o vivir en Bogotá es un karma que están
pagando por un pecado que no cometieron.
Es una convicción colectiva de que este es el peor vividero del mundo en el
cual se sufre y se vive estoicamente, “porque aquí está el trabajo y la plata”.
Hace poco conocí una joven de Manizales que me decía que nunca había
estado en Bogotá pero que le sorprendía por qué nunca se había encontrado
con nadie que le dijera algo bueno de la ciudad. A mi no me sorprendió, de
hecho me hizo pensar que los bogotanos, nacidos y no nacidos, le dan palo
a la ciudad y no se detienen un segundo a evaluar si lo malo que “reciben”
es mas grande que las cosas buenas que les da la ciudad.
Cualquiera que haya vivido en otra ciudad de Colombia sabe que la oferta
cultural, urbana, de servicios, parques, bibliotecas de Bogotá es superior
(per cápita) a la ofrecida por cualquier otra ciudad en el país. Días atrás
llegó a mis manos una revista chilena, donde les preguntaban a ejecutivos
de la región aspectos de todas las capitales latinoamericanas (desarrollo,
cultura, calidez, oferta educativa, seguridad). En todos los aspectos, Bogotá,
entre mas de veinte ciudades, aparecía siempre en el segundo, tercer o
cuarto lugar y en algunos en el primer lugar (oferta cultural), por debajo
únicamente o por encima, de Buenos Aires y Mexico D.F. . Bogotá tiene
dos de las diez mejores universidades de Latinoamérica, tiene los mejores
colegios del país, tiene un sistema de bibliotecas que ciudades de países
desarrollados envidian, tiene la ciclovía como uno de los modos mas
democraticos de recreacion que se han inventado; cuenta con una de las
redes de ciclorutas más largas del mundo. Hay tanto que mencionar, pero
tan poco que ven los habitantes, que es como una mujer que hace lo que sea
para verse bonita, pero su marido siempre le va a decir que está inmunda y
que hay otras mejores que ella.
Eso me dejó ver que hay cosas que algunas personas de afuera
(especialmente de fuera del país) pueden ver que los bogotanos no pueden o
no quieren ver, y esto incluye a muchos amigos que he oido ilustrar a
visitantes sobre problemas de la ciudad mientras los visitantes insisten en
hablar de lo bueno que han visto.
*Las opiniones del autor solo lo comprometen a él. No están ligadas con la
empresa que representa.