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CRÍTICA DE LIBROS

tendencias descritas y criticadas en el artícu- En fin, el texto que a grandes y muy ru-
lo. Tendencias que afectan a la clase política dos trazos he tratado de reseñar, es un libro
en su conjunto y que han convertido al de que vale la pena revisar y discutir y que,
los medios en un poder salvaje (como diría por si fuera necesario insistir en ello, mues-
Ferrajoli) que más que nunca exige de noso- tra que la investigación sociológica en Méxi-
tros controles democráticos y garantistas. co goza de buena salud.

PARTIDOS SIN ALMA

Víctor Hugo Martínez González


Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM

MOISEI OSTROGORSKI: partidista. No bien el análisis de los parti-


La democracia y los partidos dos se consolide en los años cincuenta del
políticos, Madrid, Trotta, 2008 siglo XX, sus siguientes fases, marcadas por
el debate crisis/declive (Wattenberg et al.)
«Los partidos políticos han sido exitosos versus crisis/cambio (Wolinetz et al.), guar-
para asegurarse el control del gobierno, pero darán un vínculo con los reflejos de la po-
lémica que Ostrogorski desatara: «la litera-
han fracasado miserablemente en sus fun-
tura de crisis tiene en Ostrogorski uno de
ciones representativas» (1964: 539). Escri-
sus padres» (Daalder 2007); «más allá del
ta en 1902, esta sentencia resume el análi- consenso sobre lo impensable de una de-
sis de Ostrogorski de los partidos ingleses mocracia sin partidos existe desacuerdo con
y norteamericanos. Si como Duverger afir- el funcionamiento de éstos» (Biezen 2004).
mase (1957: 12), Ostrogorski fue el primer Si los partidos son o no un mal necesario de
estudioso de los partidos, su visión traería las democracias, es algo que, sujeto a pers-
notables derivas: 1) réplicas intransigentes pectivas de análisis, no debe empero silen-
(los partidos son inevitables en la democra- ciar lo que en Ostrogorski fue de gran luci-
cia, diría Bryce en 1912); 2) adscripciones dez: el uso de un enfoque analítico tras el
a su método heurísitico (Michels y su obra cual, como recién demostrara Prud’homme
de 1911); 3) respuestas a sus supuestos nor- (2007), los partidos pueden ser explicados
mativos incompatibles con la moderna ra- según sus diferencias organizativas. Des-
cionalización de la política (Weber y su fa- plegada en dos sendos tomos (alguna vez
mosa conferencia de 1919). Su impacto no ubicables en la UNAM y hoy sólo detecta-
es para menos. El primer reporte sistemáti- bles en el Colegio de México), la traduc-
co de los partidos (organizaciones ausentes ción de las conclusiones ampliadas de esa
antes de 1850: Duverger: 15) no tiene repa- obra supone, por supuesto, el gusto de su
ros en su desafío: los partidos lastiman la lectura, pero también la necesidad de vol-
democracia y deben reformarse. El debate ver a un libro, que como el quijote de la
fundacional partidos-democracias, puesto teoría partidista, es más citado que leído.
en órbita por Ostrogorski, será así el pro- Esta recensión, reconociendo esa tarea, se
blema de mayor influjo en la bibliografía limita a las conclusiones apenas publicadas.

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Aquel hilarante filme de los Monty dotes, príncipes, nobles, castas, razas y aho-
Python en el que un líder pide a sus secua- ra de políticos) encarnizada contra la hu-
ces pensar por sí mismos y recibe como res- manidad» (p. 58), los partidos, concluyo las
puesta un síííí ensordecedor y penoso, es la premisas del autor, son el retrato de «una
imagen del «drama patético» (p. 24) con el civilización superficial» y moralmente ré-
que Ostrogorski identifica a las democra- proba. «A los tipos de vileza que ha produ-
cias partidarias. Estos regímenes, lamenta cido el género humano, de Caín a Tartufo,
el autor ruso, acentúan «la tendencia natu- el siglo de la democracia ha añadido uno
ral del individuo a desaparecer ante la gran nuevo: el político» (p. 47).
mayoría» (p. 45). Democracias brutales, de ¿Cuáles son los atributos generales de los
servidumbre voluntaria (ideas de Ostro- partidos en un régimen de sufragio univer-
gorski mantienen paralelos con Boétie) y sal? ¿Qué efectos tienen éstos en la vida
opresión moral, los sistemas de partidos, ya pública? ¿Su organización es compatible
puede verse en estos epítetos, tendrán en su con la democracia? Siendo éstas las pre-
primer estudioso un crítico feroz. El ciuda- guntas que Ostrogorski se planteara, y a las
dano, aquí las premisas (pp. 35-44) de su que a lo largo de dos tomos responderá con
desencanto, debe ser —acorde con un go- tristeza y pesimismo (el partido moderno
bierno que lo inspire a ello— la savia de un es una machine domination, aceitada por
«espíritu público», por el que fija «la mira- su hambre de poder, la pasividad de las
da en los asuntos públicos, dispuesto a dar, masas y la aplicación periódica de encues-
desinteresadamente, su tiempo y esfuerzo» tas electorales), sus conclusiones traduci-
(p. 36). Pero la democracia, anclada en «la das pueden sintetizarse en tres rubros: de-
indiferencia e ignorancia política de las fectos genéticos, estructurales y funciona-
masas» que a las élites favorece, consigue les de los partidos.
lo opuesto: anular al individuo mediante «un Los partidos, detecta en esto Ostrogors-
simulacro de soberanía a la que se rinde ki su falla de origen, someten a sus miem-
pleitesía pomposa» (p. 24). La raíz del equí- bros y electores a «programas ómnibus» que
voco, «un mito» que Ostrogorski llama a superan la capacidad del hombre de «se-
disolver, reside en una falsa ilusión al res- guir más que una acción delimitada a una
pecto del régimen electoral. La extensión esfera restringida como la de su comuni-
del voto (reformas de 1832, 1867 y 1884 dad» (p. 34). «Los efectos de la asociación
que aprontan la democracia popular), apun- universal aplicada a la acción política»
ta Ostrogorski, no ha significado un flujo (aquello que el funcionalismo llamará agre-
libertario, sino su contradicción materiali- gación de intereses, familiares pero no idén-
zada en intermediarios electorales entre el ticos) serán para Ostrogorski devastadores:
pueblo y el gobierno que explotan la huma- si la propia constitución de los partidos tras-
na tentación por la desidia. El sistema de pasa el límite humano de prestar atención a
partidos apura, luego, el ocaso del espíritu sólo un objeto, seguir indicaciones de vas-
público: «que los ciudadanos escojan un to horizonte ahondará la pérdida de auto-
partido, que se sometan para siempre a él, nomía individual. Reducidos a una coope-
dándole un cheque en blanco [...] Esta so- ración pasiva, los seguidores del partido «no
lución halla eco en los ciudadanos en la obtienen su fuerza del espíritu de asocia-
medida en que así, con la conciencia tran- ción que eleva las almas hasta hacerlas una,
quila, pueden sumergirse en su habitual apa- sino del espíritu de cuerpo, una forma me-
tía» (pp. 38-39). «Instrumentos de corrup- nor de solidaridad» (p. 34). Sobre una base
ción» que dilatan «la vieja tiranía (de sacer- como ésta, construida a partir de la obedien-

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cia irreflexiva a «programas engañosos», los vida. Organizados ad hoc, sin la regulari-
partidos montan «una organización perma- dad (élites, burocracia, disciplina) que de-
nente a la que todo acaba por supeditarse: generó su ideal, estos nuevos partidos «ten-
principios, convicciones personales, man- drán que reposar sobre la adhesión de las
damientos de la moral pública y privada» inteligencias y las conciencias a algo deter-
(p. 60). Los partidos, aquí su yerro estruc- minado [...] Al servicio exclusivo de esta
tural, pasan de ser un medio a un fin que causa, la organización del partido recobra-
infringe su esencia. «Cuanto más perfecta rá su papel de medio y dejará de ser un fin»
sea su organización, más desmoralizado (p. 68). De arriba abajo, piensa Ostrogors-
estará el partido [...] los partidos precisan ki, estos cambios dignificarían el gobierno
cada vez más de una sólida organización, democrático merced a sus efectos virtuo-
que sólo puede enmascarar el vacío de la sos (pp. 69-75). Para el ciudadano, una
convención sobre la que reposa» (p. 60). mayor comprensión de la cosa pública que
Partidos ajenos a su propia naturaleza des- restituya su libertad política y moral; para
virtuarán su función («impedir que el régi- la competencia partidista, menos incentivos
men democrático quede reducido a una ac- para usar métodos sensacionales dirigidos
ción automática sin alma ni conciencia», a las emociones; para los políticos, su con-
p. 56), ofreciendo a cambio un saldo insu- versión de «charlatanes» en líderes respon-
frible: «anulación del individuo, deterioro sables dada su obligación de elegir una sola
de la sociedad política, recompensa de la causa que sean capaces de defender; para
cobardía en la vida pública, servilismo del el parlamento, su mutación en verdaderas
alma, supresión de la opinión libre» (p. 57). asambleas deliberativas. Prohibiendo a los
Los vicios endémicos de los partidos partidos la búsqueda del poder (p. 132), los
ponen en crisis la democracia sin conde- empeños por rescatar a la democracia no
narla, empero, al fracaso (p. 140). Aquí las serán entonces estériles.
diagnosis más incitantes: a) «los partidos Ostrogorski, veamos si no, merece un ju-
son formas políticas y sociales anteriores a goso análisis de sus firmezas y derrapes. Su
la democracia» (p. 142), b) cuya condición contradictorio concepto de democracia
predemocrática priva a la democracia de (un régimen deseable mas inferior al abso-
contenido moral (p. 141). A semejante ba- lutismo ilustrado o a la aristocracia parla-
lance corresponderá una tesis radical: re- mentaria, p. 37) urge, por ejemplo, a una
fundar los partidos en «un modelo de ac- indispensable contextualización. Las demo-
ción política y organizaciones con fines cracias no fueron originalmente electivas,
concretos» (p. 116). La propuesta, con un representativas o populares; y, si bien mo-
sustrato filosófico que pretende trascender dernas, las democracias parlamentarias se-
a Rousseau (pp. 79-83), consistirá en un rían precisamente el orden político que las
«nuevo método de acción política» dentro democracias partidarias destruirían para
del que: 1) los partidos dejen de ser organi- existir. Nada hay, pues, de inexplicable en
zaciones permanentes que busquen el po- el mosqueo que esta evolución despierta en
der, volviendo con ello a su carácter esen- Ostrogorski, en Gasset, en Weber o en Shaw
cial de grupos creados especialmente para (las minorías se equivocan a veces, las
un objetivo político determinado, 2) los mayorías siempre). Al centro de esta ten-
partidos dejen de ser una amalgama de sión, lo de Ostrogorski es apasionante por
acuerdos ficticios, constituyéndose, tras su paradójico: la democracia debe ser un régi-
renovación, en grupos que se formen y re- men puro regido por élites morales e inte-
formen según cambien los problemas de la lectuales protegidas de la fiebre igualitaria:

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«la igualdad de derechos no puede compen- cuando los partidos sufren un statu quo que
sar la desigualdad natural de inteligencias y no pueden alterar. El debate no acaba sin
caracteres» (p. 54). Sugiriendo «una noción embargo, y la literatura reciente (calidad
rectificada de la voluntad general» (p. 80), democrática, postcrisis partidista), dispuesta
Ostrogorski juzgará así plausible lo que a claves normativas, tiene en Ostrogorski
Rousseau reservó a los dioses: una demo- uno de sus clásicos.
cracia perfecta que los partidos honrarían
renunciando al poder. Duverger o Neumann BIEZEN, Ingrid van, How Political Parties Sha-
compartirían este ángulo normativo, pero pe Democracy, University of California, 2004.
lo de Ostrogorski es superlativo: para que DAALDER, Hans, «¿Partidos negados, obviados
la democracia sea prístina, los partidos pre- o redundantes? Una crítica», en José R. Mon-
cisan un exorcismo que los salve de la am- tero, Richard Hunter y Juan Linz (eds.), Par-
bición. tidos Políticos. Viejos Conceptos y Nuevos
Si la naturaleza humana es sólo humana Retos, Madrid, Trotta, Alfonso Martín Escu-
dero, 2007.
(Fellini dixit), el deseo de que los partidos DUVERGER, Maurice, Los Partidos Políticos,
rediman una hipotética esencia perdida, México, FCE, 1957.
negará la moderna disyunción entre ética y PRUD’HOMME, Jean-François, «La vida interna
política. Políticos, pero no éticos, los parti- de los partidos mexicanos y la democracia
dos ultrajan la verdad y la justicia (p. 34). (2000-2003)», en Fernando Castaños, Julio
¿Cabe esperar otra cosa de ellos? No, diría Labastida y Miguel López, El Estado Actual
Weber, en tiempos sin magia y racionali- de la Democracia en México, México, IIS-
dad trágica. No, lamentará Kirchheimer, UNAM, 2007.

ENTRE LAS RAZONES Y LAS ACCIONES

Pedro J. Meza Hernández


Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa

GILBERTO RINCÓN GALLARDO: del grupo al que perteneció. Sin embargo, el


Entre el pasado definitivo y el futuro volumen rompe esas expectativas, pues el
posible. Ejercicios de reflexión autor sorprende con un análisis teóricamente
riguroso y sereno sobre los últimos aconteci-
política en clave democrática, mientos políticos que han acaecido en nues-
México, FCE, 2008 tra vida nacional y revela, con argumentos
sólidamente fundamentados, una serie de pro-
En este libro póstumo de Gilberto Rincón puestas que, sin duda, pueden ayudar a la
Gallardo encontramos una serie de valora- construcción de una democracia de calidad.
ciones sobre la vida política de México. Si El fundamento de la reflexión del libro lo
entendemos que el escritor es un actor políti- encontramos ya avanzada su lectura: a pesar
co, uno podría esperar de este libro una serie de ser una economía estable, la mexicana es
de anécdotas, elogios de lo que realizó desde una sociedad desigual que no ha sido capaz
su posición política o la defensa ideológica de proporcionar un desarrollo humano acep-

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