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Edipo rey es una tragedia griega escrita por Sófocles (Ateniense), en el año 430 a.C.
Durante su escritura Atenas fue azotada por una terrible peste que acabo con 30.000
ciudadanos, marineros y soldados, así como con dos hijos de Pericles (Importante e
influyente político y orador ateniense). Además el temor de la epidemia hizo que el ejército
espartano abandonara la invasión del Ática (Perteneciente a Atenas).
Dado este contexto social Sófocles comienza su obra exponiendo, desde un punto de vista
mítico, la causa de la peste. Indica que, según el oráculo, el asesino del antiguo rey Layo de
Tebas (Padre de Edipo) es quien origina la contaminación del pueblo y que debe ser
desterrado o asesinado antes de que todo ciudadano sea sumergido en la tragedia y en la
miseria.
La obra teatral se centra precisamente en encontrar al asesino, pero las pruebas tergiversan
la historia y la moral de Edipo es puesta en duda al ser acusado por un viejo sabio
“conocedor de toda verdad” como el hijo y asesino de Layo y además esposo de su propia
madre. Con esta revelación Edipo se siente confundido y tiene que ser uno de los viejos
ciervos de Layo quien aclare sus dudas y las de su Esposa (Yocasta).
Al saber que el oráculo decía la verdad Yocasta se ahorca y Edipo se saca los ojos. Son
estos sucesos los que lleva a analizar que ambos se sienten avergonzados por amarse en una
situación de poca moral y poca ética, por ello se plantea el problema de si el amor es
bondadoso aun cuando está fundado en la perversión. El cual deberá ser estudiado para
concluir si la vida de Edipo y Yocasta no fue enteramente pecadora.
En segundo lugar la sociedad actual, por efecto de las teorías liberalitas y del
libertinaje, afirma que el amor no respeta edad, sexo, condición social, religión, raza, e
incluso algunos llegan a aceptar que tampoco respeta parentesco, pero solo entre parientes
lejanos o primos. Siendo así, incluso una sociedad situada siglos después a la de Edipo no
acepta el amor pasional entre hijos y padres, lo considera como perversión y afirma que el
vínculo entre padres e hijos siempre debe ser de amor protector y agradecido.
Por último se concluye que se puede amar bondadosamente si no se conoce o se ignora que
el amor es objeto o se fundamenta en la perversión, ya que si hombre y mujer se aman
mutuamente, no le causan daño a la sociedad y desconocen su parentesco pecan por
inocentes y no por lujuriosos o pervertidos. Así como Edipo y Yocasta quienes desconocían
que eran hijo y madre. Pero en el momento en que se conoce que se sobrepasó el límite del
amor filial, el amor bondadoso construido va a llegar a un punto de decadencia cuando los
implicados se sientan avergonzados, inmorales, impulsivos, indignos, culpables y
repulsivos entre ellos. Tal como ocurrió con Edipo y Yocasta que encontraron en la
violencia contra sí mismos un modo de “exorcizar sus demonios” por los pecados
cometidos. Además el conocimiento de la perversión hace que la sociedad, con sus leyes
morales universales, rechace este acto y sume aún más presión a los implicados, haciendo
de la perversión un asunto de interés público que terminara por destrozar a los amantes, tal
como les ocurrió a Edipo y a su madre quienes no querían defraudar a su pueblo ni
representar modelos inmorales para éste.
Bibliografía
http://lema.rae.es/drae/srv/search?id=GRoXI6MrvDXX2O3CuErw