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11-1-2018

INTRO. NT Y
SINOPTICOS
EL REINO DE DIOS

...OLIVER ROGEL ...


DIÓCESIS DE LOJA
INTRODUCCIÓN

Para entender sobre este tema, nos remontamos a los orígenes de Jesús donde quienes lo
conocieron más de cerca, y nos dan una información más precisa sobre el Hijo de Dios y
su Reinado.

También nosotros los católicos, damos testimonio de la fe que profesamos y


somos testigos sobre el Reino de Dios por medio de experiencias personales que vivimos
y por testimonio de personas iluminadas por el Espíritu Santo que también han sentido la
mano de Dios en sus vidas.

Por ende, la predicación de Jesús sobre el Reino que significa: tiempo de


salvación. Jesús no solo lo anuncia, sino que, también lo demuestra con su palabra, obra
y predicación. Además, da a conocer el Reino con una insistencia invita al hombre a que
cambie de vida, que se revista del hombre nuevo, exige un cambio de mente, de actitud
para poder seguir a Jesús sin duda alguna.

Así mismo el hombre es invitado a la salvación, a ser partícipe de ese Reino que
está preparado para quienes cumplen los mandamientos, y son fieles a la PALABRA.

DESARROLLO

Frank, nos da una definición sobre “El “Reino de Dios” nos dice que es un término
usado indistintamente con el de “Reino de los Cielos”. Así mismo el Evangelio de Mateo
se utiliza esta última expresión, mientras que en Lucas, Marcos y Juan se utiliza “Reino
de Dios”. La explicación habitual es que el evangelio de Mateo está destinado a los judíos,
quienes prefieren evitar el uso directo del nombre de Dios. Marcos y Lucas están dirigidos
a una audiencia más general y menos familiarizada con el término “Reino de los Cielos”.
(Morera, Frank, 2017)

“El Concilio Vaticano II identifica el Reino de Dios y el Reino de Cristo (cf.


constitución dogmática Lumen Gentium, n. 5), el mismo Concilio dice que la Iglesia es
en cierto modo el Reino de Cristo (Reino de Dios): “La Iglesia o Reino de Cristo, presente
actualmente en misterio, por el poder de Dios crece visiblemente en el mundo.” (Lumen
Gentium, n. 3). La Iglesia terrestre es el Reino de Dios en germen; la Iglesia celestial es
el Reino de Dios en plenitud”. (CONCILIO VATICANO II, 1964)

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En el libro de Fernando Ocáriz Arturo Blanco, en un tratado sobre la Teología
Fundamental, topa un tema sobre: Auto-presentación de Jesús de Nazaret como enviado
por Dios a instaurar el Reino. “Jesús se presentó a sí mismo como enviado por Dios para
instaurar el Reino, cumpliendo así las promesas hechas por Dios desde Abraham en
adelante. Jesús dio a su mesianismo un contenido y una proyección inesperadas, aunque
vaticinadas por los profetas, porque cumplió su misión mediante el sufrimiento y la
muerte. Jesús habla del Reino de los cielos y del Reino de Dios, pero no del Reino del
Mesías y se denominó con el título de Hijo del Hombre. Sin embargo, Jesús se presentó
explícitamente como enviado por el Espíritu Santo; y se comportó de modo que todos
pudieran reconocerlo como tal (Mt 11,3-6). Jesús se presenta como profeta y de hecho se
compara con Elías y con Eliseo, aunque no se defina como tal, de acuerdo con su estilo
que evita toda definición de sí mismo” (Arturo Blanco , 1997)

En el Diccionario de Teología Bíblica, nos da unas definiciones sobre el Reino de


Dios. Define qué; en el A.T, Dios es el Rey de reyes, que el Señor Reina sobre Israel. Por
tal motivo, el Señor Reina sobre su pueblo estableciendo en la su soberanía librándolo de
todos sus enemigos y defendiéndole de todos los males. Desde este trono santo reina el
Señor sobre todos los pueblos y sobre toda la tierra (Sal 99, 1-5). Israel es el Reino de
Dios por excelencia, se convierte Israel en el Reino de Dios por medio de la observancia
del pacto sinaítico. La pertenencia al Reino de Dios depende de la fidelidad al pacto
mosaico (Dt. 26, 18s). por desgracia, Israel fue infiel a la alianza; por eso dejo de ser el
reino de Dios y fue castigada severamente con la destrucción y la deportación a una tierra
impura y a regiones paganas; pero en la era escatológica el Señor reconstruirá su Reino,
purificando y renovando a su pueblo para hacerlo fiel a su palabra, a la alianza de la paz,
por medio del rey pastor, el Mesías davídico (Ez 37, 23-26). En el N.T., Jesús de Nazaret
abre su predicación proclamando el cumplimiento del tiempo escatológico y anunciando
la inminente irrupción del Reino en la tierra; más aún, según el primer evangelista, incluso
el precursor de Cristo comunica esa alegre noticia: Convertíos, pues el reino de los cielos
se acerca (Mt 3,2). (P. Rossano, G. Ravasi, A. Girlanda, 1990)

“En el libro de Aurelio Fernández, sobre Teología Dogmática, nos habla sobre la
relación que hay entre Iglesia y Reino de Dios. Nos dice que cuando nos acercamos a la
predicación de Jesús es evidente que el centro de su predicación es el tema del Reino de
Dios o Reino de los cielos, de forma que cabe hablar del Evangelio del Reino de Dios. La
doctrina sobre el Reino se sitúa en el corazón del Evangelio de Jesús. En concreto, estas

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dos expresiones Reino de los cielos – Reino de Dios, se encuentran 121 veces en los
sinópticos: 55 veces en San Mateo, siempre con la formula Reino de los cielos y Reino
de Dios se menciona de ordinario en San Lucas y San Juan. Desde entonces, Reino de
Dios o Reino de los cielos estará en continuo en boca de Jesús. En este sentido la Iglesia
y Reino de Dios o Reino de los cielos, se distinguen, pero no cabe separarlos, puesto que
se interrelacionan mutuamente. Por lo tanto, la Iglesia será la que lleva acabo el Reino de
Dios o como enseña el Concilio Vaticano II la iglesia es el germen y el principio de ese
Reino (LG 5) (Fernández , Aurelio, 2009)

¿Qué es el Reino de Dios?

El Reino de Dios no es tan fácil de entender, como podemos darnos cuenta ni los
mismos apóstoles antes de pentecostés les había quedado claro lo que Jesús les había
comunicado. Por lo tanto, el Reino de Dios, en la Sagrada Escritura, la vemos más a fondo
en el Antiguo Testamento con su significado de gobernar, lo cual nos damos cuenta de
que no se trata de un reinado propiamente de Dios, sino más bien de un dominio del rey.

Por lo tanto, el Reino de Dios tiene como prioridad salvar la persona en su


totalidad, ese fue el trabajo salvífico de Jesús y después encargado a la iglesia, teniendo
presente que la iglesia es una institución divina y humana donde vamos y tenemos ese
encuentro personal con Dios en lo más íntimo de nuestro ser. El Reino de Jesús se va
dando poco a poco por medio de la historia y en la vida eterna después de nuestra partida
a los brazos del Padre.

La Iglesia y el Reino de Dios

Según los estudios, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, un Cuerpo cuya Cabeza es


Cristo, nuestra salvación. La Iglesia hace presente socialmente a Cristo en el mundo de
hoy y continúa su misión de salvación, animada por el mismo Espíritu de Cristo. Jesús se
identifica plenamente con su Iglesia: “Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien
me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado.” (Mt. 10,40); “Y he aquí que yo estoy
con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” (Mt. 28,20).

Ahora; ¿Quién puede entrar en el Reino de Dios?

La tradición católica ha comparado a menudo a la Iglesia con una barca, y


particularmente con el arca de Noé, por medio de la cual ocho personas (Noé y su esposa,
sus tres hijos y sus respectivas esposas) se salvaron de las aguas del diluvio universal.

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Todos estamos invitados a entrar a esa barca, pero la entrada no es incondicional o
indiscriminada, sino que tiene determinadas exigencias, que podemos resumir en la virtud
teologal de la fe, cuyo dinamismo se despliega en las otras dos virtudes teologales:
esperanza y caridad.

El Reino de Dios, es el objeto último de la misión salvífica de Cristo y de la Iglesia.


La Iglesia misma, institución divina y humana, Esposa de Cristo, es el sujeto social en el
cual, por la gracia de Dios, ese objeto se cumple, gradualmente en la historia y plenamente
en la vida eterna.

El Reino de Dios en la actualidad

En la actualidad podemos ver que Jesús relaciona la conversión del hombre con
el Reino de Dios, con el nuevo mundo de Dios. El hombre es llamado a aceptar la
conversión a revestirse de la persona nueva, podemos ver en la Sagrada Escritura: (Lc 14,
61; Mt 22, 2). La opción del hombre es siempre respuesta a una llamada previa de Dios.
Podríamos decir concisamente: la conversión es regalo de Dios y, por serlo, es tarea
humana.

Así mismo, el Reino de los Cielos es el núcleo de la predicación de Jesús y tiene


como finalidad principal llevar a los hombres a la gloria eterna. En los evangelios
sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) podemos darnos cuenta de que concuerdan en que el
tema primario de la predicación de Nuestro Señor Jesucristo era “el Reino de Dios”
“Enseñaba en las sinagogas y proclamaba el evangelio del reino” (Mt. 4, 23; 9, 35) y lo
hace con urgencia: “también en las otras ciudades tengo que anunciar el reino de Dios,
porque para esto he venido” (Lc. 4, 43). (Biblia de Jerusalén, 2009)

En definitiva, el Reino de Dios es la salvación del hombre, que ha venido a traer


Jesucristo. Y la realización definitiva de ese Reino es la vida eterna, en la que el hombre
conseguirá su plenitud definitiva. En efecto, este Reino es reino de verdad y justicia, su
ley más importante es la caridad o amor de unos por los otros. Es evidente que cuanto
mayor sea la aceptación del Reino por parte de los hombres, también mayor será la paz y
concordia entre ellos y, por tanto, su felicidad terrena.

La Iglesia y el Reino de Dios.

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El Reino de Dios es lo mismo que la salvación de los hombres. La Iglesia siempre
está atenta a los acontecimientos que se dan en ella. Es más, la iglesia que es el cuerpo de
Cristo nos encamina a tener ese encuentro personal con Jesús.

En la oración del Padre Nuestro decimos: “Venga a nosotros tu Reino” también


mencionamos que venga el Reino de Dios, es la necesidad de todo saciar nuestra
necesidad por el Reino como para volver hacia dónde venimos. Podemos decir que,
cuando se avanzan en la comprensión de la Divinidad de Cristo, crece en
nuestro conocimiento de que el Reino de Dios es también el reino de Cristo por tal motivo
en un pasaje bíblico vemos la fe del buen ladrón que sobresalió: “Señor, acuérdate de mí
cuando estés en tu reino”.

Desde aquel momento se empezaron a hablar de la Iglesia como “el reino de


Dios”; (Col. 1,13; 1 Tes.2,12; Ap. 1,6-9 y 5,10). Se consideraba que el reino pertenecía
a Cristo y que éste se lo entrega al Padre; (1 Cor. 15,23-28; 2 Tim. 4,1). El reino de Dios
significa, entonces, el reinado de Dios en nuestros corazones.

APORTE

Es muy interesante y, al mismo tiempo, muy complicado; una frase muy repetida,
pero, sumamente, comprometida: venga a nosotros tu Reino. Todo esto porque podemos
confundir las respuestas a ¿qué mismo es el Reino de Dios?

Personalmente opino que el Reino de Dios es una persona, muy definida, su nombre:
Jesucristo y, de allí, la dificultad de comprensión, pues, la cuestión sigue y ¿qué o quién
es Jesucristo? Desde hace más de dos mil años se han dado miles de testimonios escritos
con la propia vida…En las Sagradas Escrituras descubrimos muchas respuestas de Pedro,
Pablo, Juan, Felipe… etc. Pero, para mayor seguridad, preguntemos al mismo Jesús.
¿Quién eres, Jesús? Yo soy la luz del mundo (Jn 8, 12) y donde esté Jesucristo, allí hay
luz, claridad en todo sentido, allí hay Reino de Dios. Claridad física, claridad intelectual,
claridad afectiva, claridad espiritual.

Yo soy el pan de vida (Jn 6,35) Cuando todos tienen pan para sus cuerpos, sus
inteligencias, sus corazones y su espíritu, es porque tienen a Jesucristo, es decir, Reino de
Dios.

Yo soy el buen pastor… (Jn 10,11). Donde existan auténticos pastores y


verdaderas ovejas, es porque allí está Jesucristo; junto a sus cuerpos, a sus inteligencias,

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a sus corazones a su espíritu. Allí hay Reino de Dios. Yo soy el camino, la verdad y la
vida (Jn 14, 6) Inconfundible retrato del Reino de Dios: camino, verdad, vida para todos
los hombres y para todo el hombre. O si alguien prefiere las Bienaventuranzas (Mt 5, 3-
11) concretadas en la persona de Jesucristo, cada una de ellas.

¿Qué hacer como católicos ante las cuestiones que nos hagan sobre el Reino de Dios?

Creo que es de gran importante responder esta pregunta con fundamentos claros
y precisos n primer lugar, desear que el Reino de Dios se haga presente en todo lugar y
en todo tiempo, iniciando por mi persona, mi familia y así; para ello, repitamos con mucha
esperanza la frase: venga a nosotros tu Reino.

En segundo lugar, es importante que tengamos presente el pasaje bíblico del Juicio
final: Venid benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo…” (Mt 25, 34) Y, para que esto se cumpla hay que practicar,
en vida, la obra de misericordia… (Mt 25, 33-46)

Resumiendo, el Reino de Dios es vivir a Jesucristo, con Jesucristo, desde


Jesucristo y hasta Jesucristo. Donde y cuando haya esa vivencia, hay Reino de Dios.

Según los estudios realizados podemos ver en Pedro quien recibe las “llaves del Reino”
(Mt 16, 19). Así mismo la misión de la Iglesia es: anunciar el Reino de Cristo y de Dios,
establecerlo en medio de toda la humanidad. En la constitución (LG, 5) nos recalca que
la Iglesia constituye en la tierra el origen de este reino. Un paso adelante se da en la fe de
la primitiva Iglesia, significativamente el libro de los Hechos de los Apóstoles se abre
(Hch 1,3) y cierra (Hch 28, 23; 31) con una referencia a la predicación apostólica sobre
el Reino de Dios.

La Iglesia invoca la venida final del Reino de Dios, mediante el retorno de Cristo
en la gloria. Pero la Iglesia ora también para que el Reino de Dios crezca aquí ya desde
ahora, como entes de trabajo en la tierra para llevar a cabo esta misión estamos nosotros
los cristianos católicos y aún más los que nos estamos formando para realizar una obra
especifica.

CONCLUSIÓN

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Nos surgiría la pregunta cómo puedo vivir ese Reino de Dios, pues es con la
vivencia, en la coherencia de nuestra vida, teniendo como prioridad los mandatos de que
nos dejó Jesús en la Iglesia por medio de sus ministros personas a las que ha confiado su
misión. Quiero ir concluyendo con una meditación del Papa Francisco: Nosotros sabemos
que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado; que está vivo
entre nosotros y que tiene una finalidad: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de
libertad en el amor. Y tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin: es la fuerza del
Espíritu Santo. Todos nosotros tenemos el Espíritu Santo que hemos recibido en el
bautismo. Y él nos empuja a ir hacia adelante en el camino de la vida cristiana, en el
camino de la historia, hacia el Reino de Dios. Este Espíritu es la potencia del amor que
ha fecundado el seno de la Virgen María; y es el mismo que anima los proyectos y las
obras de todos los constructores de paz. Donde hay un hombre y una mujer constructor
de paz, es exactamente el Espíritu Santo quien ayuda y lo empuja a hacer la paz» (S.S.
Francisco, 1 de enero de 2014).

BIBLIOGRAFÍA

7
Arturo Blanco, F. O. (1997). Teología Fundamental. En F. O. Blanco, Teología
Fundamental (págs. 282-283). Madrid: La Palabra.

Biblia, d. (2009). Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclée de Brouwer Bilbao.

CONCILIO VATICANO II. (1964). CONSTITUCIÓN LUMEN GENTIUM. BOGOTÁ


COLOMBIA: SAN PABLO.

Fernández, A. (2009). Teología Dogmática. En A. Fernández, Teología Dogmática (págs.


622-627). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

Morera, F. (19 de noviembre de 2017). EWTN. Obtenido de EWTN:


http://www.ewtn.com/v/experts/showmessage.asp?Pgnu=1&Pg=Forum24&recnu=11&
number=638043

P. Rossano, G. Ravasi, A. Girlanda. (1990). Diccionario de Teología Biblica. En P. R.,


Diccionario de Teología Biblica (págs. 1609-1639). Madrid: San Pablo.

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