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INTRO. NT Y
SINOPTICOS
EL REINO DE DIOS
Para entender sobre este tema, nos remontamos a los orígenes de Jesús donde quienes lo
conocieron más de cerca, y nos dan una información más precisa sobre el Hijo de Dios y
su Reinado.
Así mismo el hombre es invitado a la salvación, a ser partícipe de ese Reino que
está preparado para quienes cumplen los mandamientos, y son fieles a la PALABRA.
DESARROLLO
Frank, nos da una definición sobre “El “Reino de Dios” nos dice que es un término
usado indistintamente con el de “Reino de los Cielos”. Así mismo el Evangelio de Mateo
se utiliza esta última expresión, mientras que en Lucas, Marcos y Juan se utiliza “Reino
de Dios”. La explicación habitual es que el evangelio de Mateo está destinado a los judíos,
quienes prefieren evitar el uso directo del nombre de Dios. Marcos y Lucas están dirigidos
a una audiencia más general y menos familiarizada con el término “Reino de los Cielos”.
(Morera, Frank, 2017)
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En el libro de Fernando Ocáriz Arturo Blanco, en un tratado sobre la Teología
Fundamental, topa un tema sobre: Auto-presentación de Jesús de Nazaret como enviado
por Dios a instaurar el Reino. “Jesús se presentó a sí mismo como enviado por Dios para
instaurar el Reino, cumpliendo así las promesas hechas por Dios desde Abraham en
adelante. Jesús dio a su mesianismo un contenido y una proyección inesperadas, aunque
vaticinadas por los profetas, porque cumplió su misión mediante el sufrimiento y la
muerte. Jesús habla del Reino de los cielos y del Reino de Dios, pero no del Reino del
Mesías y se denominó con el título de Hijo del Hombre. Sin embargo, Jesús se presentó
explícitamente como enviado por el Espíritu Santo; y se comportó de modo que todos
pudieran reconocerlo como tal (Mt 11,3-6). Jesús se presenta como profeta y de hecho se
compara con Elías y con Eliseo, aunque no se defina como tal, de acuerdo con su estilo
que evita toda definición de sí mismo” (Arturo Blanco , 1997)
“En el libro de Aurelio Fernández, sobre Teología Dogmática, nos habla sobre la
relación que hay entre Iglesia y Reino de Dios. Nos dice que cuando nos acercamos a la
predicación de Jesús es evidente que el centro de su predicación es el tema del Reino de
Dios o Reino de los cielos, de forma que cabe hablar del Evangelio del Reino de Dios. La
doctrina sobre el Reino se sitúa en el corazón del Evangelio de Jesús. En concreto, estas
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dos expresiones Reino de los cielos – Reino de Dios, se encuentran 121 veces en los
sinópticos: 55 veces en San Mateo, siempre con la formula Reino de los cielos y Reino
de Dios se menciona de ordinario en San Lucas y San Juan. Desde entonces, Reino de
Dios o Reino de los cielos estará en continuo en boca de Jesús. En este sentido la Iglesia
y Reino de Dios o Reino de los cielos, se distinguen, pero no cabe separarlos, puesto que
se interrelacionan mutuamente. Por lo tanto, la Iglesia será la que lleva acabo el Reino de
Dios o como enseña el Concilio Vaticano II la iglesia es el germen y el principio de ese
Reino (LG 5) (Fernández , Aurelio, 2009)
El Reino de Dios no es tan fácil de entender, como podemos darnos cuenta ni los
mismos apóstoles antes de pentecostés les había quedado claro lo que Jesús les había
comunicado. Por lo tanto, el Reino de Dios, en la Sagrada Escritura, la vemos más a fondo
en el Antiguo Testamento con su significado de gobernar, lo cual nos damos cuenta de
que no se trata de un reinado propiamente de Dios, sino más bien de un dominio del rey.
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Todos estamos invitados a entrar a esa barca, pero la entrada no es incondicional o
indiscriminada, sino que tiene determinadas exigencias, que podemos resumir en la virtud
teologal de la fe, cuyo dinamismo se despliega en las otras dos virtudes teologales:
esperanza y caridad.
En la actualidad podemos ver que Jesús relaciona la conversión del hombre con
el Reino de Dios, con el nuevo mundo de Dios. El hombre es llamado a aceptar la
conversión a revestirse de la persona nueva, podemos ver en la Sagrada Escritura: (Lc 14,
61; Mt 22, 2). La opción del hombre es siempre respuesta a una llamada previa de Dios.
Podríamos decir concisamente: la conversión es regalo de Dios y, por serlo, es tarea
humana.
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El Reino de Dios es lo mismo que la salvación de los hombres. La Iglesia siempre
está atenta a los acontecimientos que se dan en ella. Es más, la iglesia que es el cuerpo de
Cristo nos encamina a tener ese encuentro personal con Jesús.
APORTE
Es muy interesante y, al mismo tiempo, muy complicado; una frase muy repetida,
pero, sumamente, comprometida: venga a nosotros tu Reino. Todo esto porque podemos
confundir las respuestas a ¿qué mismo es el Reino de Dios?
Personalmente opino que el Reino de Dios es una persona, muy definida, su nombre:
Jesucristo y, de allí, la dificultad de comprensión, pues, la cuestión sigue y ¿qué o quién
es Jesucristo? Desde hace más de dos mil años se han dado miles de testimonios escritos
con la propia vida…En las Sagradas Escrituras descubrimos muchas respuestas de Pedro,
Pablo, Juan, Felipe… etc. Pero, para mayor seguridad, preguntemos al mismo Jesús.
¿Quién eres, Jesús? Yo soy la luz del mundo (Jn 8, 12) y donde esté Jesucristo, allí hay
luz, claridad en todo sentido, allí hay Reino de Dios. Claridad física, claridad intelectual,
claridad afectiva, claridad espiritual.
Yo soy el pan de vida (Jn 6,35) Cuando todos tienen pan para sus cuerpos, sus
inteligencias, sus corazones y su espíritu, es porque tienen a Jesucristo, es decir, Reino de
Dios.
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a sus corazones a su espíritu. Allí hay Reino de Dios. Yo soy el camino, la verdad y la
vida (Jn 14, 6) Inconfundible retrato del Reino de Dios: camino, verdad, vida para todos
los hombres y para todo el hombre. O si alguien prefiere las Bienaventuranzas (Mt 5, 3-
11) concretadas en la persona de Jesucristo, cada una de ellas.
¿Qué hacer como católicos ante las cuestiones que nos hagan sobre el Reino de Dios?
Creo que es de gran importante responder esta pregunta con fundamentos claros
y precisos n primer lugar, desear que el Reino de Dios se haga presente en todo lugar y
en todo tiempo, iniciando por mi persona, mi familia y así; para ello, repitamos con mucha
esperanza la frase: venga a nosotros tu Reino.
En segundo lugar, es importante que tengamos presente el pasaje bíblico del Juicio
final: Venid benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo…” (Mt 25, 34) Y, para que esto se cumpla hay que practicar,
en vida, la obra de misericordia… (Mt 25, 33-46)
Según los estudios realizados podemos ver en Pedro quien recibe las “llaves del Reino”
(Mt 16, 19). Así mismo la misión de la Iglesia es: anunciar el Reino de Cristo y de Dios,
establecerlo en medio de toda la humanidad. En la constitución (LG, 5) nos recalca que
la Iglesia constituye en la tierra el origen de este reino. Un paso adelante se da en la fe de
la primitiva Iglesia, significativamente el libro de los Hechos de los Apóstoles se abre
(Hch 1,3) y cierra (Hch 28, 23; 31) con una referencia a la predicación apostólica sobre
el Reino de Dios.
La Iglesia invoca la venida final del Reino de Dios, mediante el retorno de Cristo
en la gloria. Pero la Iglesia ora también para que el Reino de Dios crezca aquí ya desde
ahora, como entes de trabajo en la tierra para llevar a cabo esta misión estamos nosotros
los cristianos católicos y aún más los que nos estamos formando para realizar una obra
especifica.
CONCLUSIÓN
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Nos surgiría la pregunta cómo puedo vivir ese Reino de Dios, pues es con la
vivencia, en la coherencia de nuestra vida, teniendo como prioridad los mandatos de que
nos dejó Jesús en la Iglesia por medio de sus ministros personas a las que ha confiado su
misión. Quiero ir concluyendo con una meditación del Papa Francisco: Nosotros sabemos
que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado; que está vivo
entre nosotros y que tiene una finalidad: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de
libertad en el amor. Y tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin: es la fuerza del
Espíritu Santo. Todos nosotros tenemos el Espíritu Santo que hemos recibido en el
bautismo. Y él nos empuja a ir hacia adelante en el camino de la vida cristiana, en el
camino de la historia, hacia el Reino de Dios. Este Espíritu es la potencia del amor que
ha fecundado el seno de la Virgen María; y es el mismo que anima los proyectos y las
obras de todos los constructores de paz. Donde hay un hombre y una mujer constructor
de paz, es exactamente el Espíritu Santo quien ayuda y lo empuja a hacer la paz» (S.S.
Francisco, 1 de enero de 2014).
BIBLIOGRAFÍA
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Arturo Blanco, F. O. (1997). Teología Fundamental. En F. O. Blanco, Teología
Fundamental (págs. 282-283). Madrid: La Palabra.