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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
HISTORIA Y EPISTEMOLOGÍA DE LA
PSICOLOGÍA “B”
Profesor titular: Aldo Avetta
J.T.P: Adrián Giménez.
-2017-
TRABAJO PARA PROMOCIÓN.
Lacan dice que la demanda con la cual el analizante se dirige al analista es una demanda
radical. Esta petición se despliega en el campo de una demanda implícita, la de curarlo,
revelarlo a sí mismo, hacerlo calificar como analista. Uno puede acudir al analista por algún
motivo particular o específico, pero en realidad de lo que se trata es de una demanda de
amor.
El analizante acude al analista a partir de que le supone un saber, por ejemplo, un saber
sobre su síntoma. Por ende, espera que se le responda a lo que él pide. Lacan nos recuerda
que el psicoanalista dirige la cura, no debe dirigir al paciente. Por lo tanto, hay que frustrar
ésta demanda, esto es lo que se conoce como abstinencia. Si responde a la demanda queda
en la posición de sugestión. El analista se encontraría haciendo uso del ejercicio de un
poder, estaría imponiendo su idea de la realidad. Implicaría una domesticación del sujeto.
Pero ese poder en realidad no es tal, porque el analista, como el analizante, está atravesado
y constituido por una falta, que Lacan denominará en la Dirección de la Cura, carencia en
ser. Estamos hablando del deseo del analista y por lo tanto, de la responsabilidad del
analista en la dirección de la cura.
Para Lacan, la ética del psicoanálisis está ligada al deseo. El analista es responsable de
liberarse de toda moral o suposición del bien, que no sea “no ceder ante su deseo de
analizar” y soportar la caída de los ideales y del sujeto supuesto saber a la cual la dirección
de la cura lo conduce. Si el analista se presta al juego de dispensarle los bienes que el
analizante pretende, estaría reduciendo al analizante a la necesidad, estaríamos evitando
encontrarnos con el deseo. Esta es una posición cómoda porque nos evitaría encontrarnos
con la angustia que supone la falta estructurante del sujeto. Los sentimientos del analista
tienen el lugar de lo que en bridge se llama “el muerto” porque si se los reanima el juego
prosigue sin que se sepa quién lo conduce dice Lacan. Aquí la resistencia que nos importa
es la del analista que podría empezar a ponerse en juego desde que se da la condición de
existencia de la transferencia.
Por otro lado, la interpretación tiene que ver con el advenimiento de un significante en que
el sujeto está apresado. Nos remite a la más antigua demanda, del Otro primordial, que
filtró las necesidades en los desfiladeros de la estructura del significante. No hay objeto
natural de la satisfacción en el orden humano. Se pierde porque estamos inmersos en el
lenguaje que antecede a nuestra existencia. La pulsión se mueve bordeando un vacío. En
este sentido la dirección de la cura se encamina a hacer operativa la distinción entre
demanda y deseo, como hizo Sócrates con Alcibíades: “ocúpate de tu deseo”.
Sabemos que hay una significación que vino a ocupar el lugar del significante primordial.
Es una significación que se inscribió en relación a la respuesta del enigma del deseo del
Otro. No está abierta a todos los sentidos, no es cualquiera. Es una interpretación
significativa que no debe fallarse.
Como el analista no puede calcular los efectos que tendrá sobre el analizante de antemano,
es fundamental que no quede entrampado en la demanda que el analizante le trae de que le
interprete su síntoma. Porque como dice Lacan “es como proveniente del Otro de la
transferencia como la palabra del analista será escuchada”. Puede llegar a ser recibida como
un nuevo mandato y así continuar obturando la falta.
No tiene que ver con una necesidad de comprender. De hecho, dice Lacan en Crítica de la
contratransferencia: “No es absolutamente esencial que comprenda. […] Siempre debe
poner en duda lo que comprende, y decirse que aquello que trata de alcanzar es,
precisamente, lo que en principio no comprende. Ciertamente, sólo en la medida en que
sabe qué es el deseo, pero no sabe lo que desea ese sujeto […] está en posición de tener en
él, el objeto de dicho deseo”.
En definitiva, la ética del psicoanálisis es lo que hace que el análisis no quede reducido a
una técnica. Aunque es cierto que cuenta con elementos técnicos: la asociación libre.
Fundamentalmente, el análisis se produce en el interior de un acto. Detrás del amor de
transferencia está la afirmación del vínculo del deseo del analista con el deseo del
analizante. Éste es el que hay que poner de relieve e interpelarlo para saber si permite al
sujeto un movimiento. Implicará su responsabilidad y será posible si asume que a partir de
ese vacío de la falta podrá encontrar una nueva posición subjetiva, en el orden de su deseo,
entendiendo como dice Lacan, que de lo único que puede sentirse culpable es de haber
cedido en su deseo.
Bibliografía utilizada.
Lacan, Jacques (1989), La dirección de la cura, Buenos Aires: Siglo XXI Editores.