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Universidad de Congreso

Bases teóricas del psicoanálisis.

Definiciones de síntoma. Freud.

SOBRE EL MECANISMO PSÍQUICO DE FENÓMENOS HISTÉRICOS (1893)

La génesis del síntoma está determinada por las circunstancias del trauma.

Freud a partir de sus estudios en el hospital de la Salpetriere donde trabajaba Charcot, comenzó a
encontrar en pacientes fenómenos histéricos que no respondían a cuestiones orgánicas. De esta
manera, ubica la génesis de los síntomas histéricos en la vida psíquica (ruptura con la medicina).

Estudia la histeria no traumática/común y plantea que tras los fenómenos histéricos se esconde una
vivencia teñida de afecto, que determina unívocamente el síntoma. Si se compara esta vivencia
teñida de afecto con la traumática, se llega a la conclusión que existe una total analogía entre la
parálisis traumática y la histeria no traumática/común. (primera tesis)

[Casos: Anna O. (contractura en el brazo-hidrofobia), 1er caso de histeria q se volvió transparente;


Emmy von N. (chasquido de la lengua-asco a la comida).]

Además, una ocasión sola no alcanza para fijar un síntoma, se necesitan varios sucesos plenos de
afecto, toda una historia de padecimiento. Por otro lado, es el trauma psíquico lo que le da sustento
al fenómeno histérico. Por lo tanto, toda histeria puede concebirse como traumática en el sentido
del trauma psíquico. La determinación de un síntoma por el trauma psíquico consiste en una
referencia simbólica, entre la vivencia y el síntoma. Por ejemplo, en el caso Cäcilie, sus dolores de
cabeza se produjeron cuando su abuela la “penetró” con la mirada. De esta manera, existe un
propósito de expresar el estado psíquico por uno corporal mediante puentes lingüísticos.

cuando una impresión psíquica se tramita de una manera o de la otra, el afecto adherido al
recuerdo es susceptible de desgaste y sucumbe al olvido con el paso del tiempo. Así se llega a la
conclusión de que el histérico tiene unas impresiones que no se despojaron de afecto, traumas
psíquicos q no fueron abreaccionados, tramitados por completo. La aplicación de la hipnosis (Freud
toma la hipnosis de Charcot y de Breuer) permite vivenciar la escena por segunda vez, y completar la
reacción, aligerándose del afecto contenido en la representación. Una vez tramitada la reacción NO
se cura la histeria, sino sus síntomas (cursa sintomática). Entonces, averiguar cómo se generó el
síntoma constituye una maniobra terapéutica porque los síntomas histéricos desaparecían en
cuanto se conseguía q el enfermo (en estado de hipnosis) le de expresión verbal al afecto contenido
en el recuerdo que los provocó (cuando cesa la causa, cesa el efecto). En esto consiste el método
catártico.

*síntomas histéricos: (manifestación) parálisis, contracturas, perturbaciones del lenguaje, visión,


anorexia, v vómitos, insomnio.
El “yo defensor” trata como no acontecida la representación inconciliable, pero como no puede
extirpar la representación y el afecto de la conciencia, la defensa separa/divorcia la representación
de su afecto, transforma la representación intensa (inconciliable) en una débil, arrancándole el
afecto que tiene q ser aplicado a otro empleo. De esta manera, el yo queda exento de contradicción,
pero carga con un símbolo mnémico. Es decir, el producto de la defensa es el SÍNTOMA que funciona
como un sustituto de la representación sexual reprimida. La sustitución se produce a partir del
desplazamiento

ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA (1895) del monto de afecto.

El síntoma de neuralgia facial tiene una referencia simbólica (desviante): en una charla con su
marido, él le hizo una observación que fue tomada por ella como una grave ofensa, como si hubiese
recibido una bofetada. (puente verbal: existe el propósito de expresar el estado psíquico mediante
uno corporal). El análisis continuó y la paciente logró reconstruir escenas anteriores, en las que eran
habituales las ofensas, hasta llegar al primer ataque de neuralgia, en el que se evidenció una
conversión por simultaneidad: fue una visión dolida a raíz de la cual emergió un reproche que la
movió a refrenar (esforzar hacia atrás) otra serie de pensamientos.

Conferencia Nº 17: El Sentido de los Síntomas.

En esta conferencia Freud hace una clara distinción entre el enfoque de la psiquiatría clásica de su
época y la del psicoanálisis. El describe a la sintomatología de la llamada Neurosis Obsesiva, en
donde hay conductas para muchos irracionales, y a diferencia de la psiquiatría que los consideraban
como “degenerados” y no trataban de explicar estas conductas, el plantea que hay un sentido oculto
detrás de cada síntoma.
Para esto el narra dos casos de su propia clínica en dónde quiere demostrar que siempre hay un
suceso precedente y desencadenante que está oculto a la conciencia del paciente. Él dice que el
síntoma en es individual y Rico sentido, y este sentido se entrama con la historia del enfermo.
Coincide en este punto con Janet al considerarlos “exteriorizaciones del Inconsciente”.
También hace una diferencia entre la sintomatología de la neurosis obsesiva y la de la histeria de
conversión. En esta última la angustia se aloja en el cuerpo y en la Neurosis Obsesiva el sufrimiento
está en el alma, caracterizada por pensamientos recurrentes que el enfermo no puede refrenar y
son movidos a realizar acciones que no le dan satisfacción alguna. Estos pensamientos son el
disparador de una esforzada actividad de pensamiento que deja exhausto al enfermo. Hay impulsos
en estos pensamientos que no puede materializar entonces realiza un montón de actividades para
evitar llevar a cabo esas atrocidades para la conciencia. El resultado es el triunfo de la huida y la
precaución. El enfermo no puede dejar de hacer estas rutinas, porque en ellas desplaza la pulsión
que lo atormenta, pero no las suprime. Él lo describe como un penar estrafalario. El plantea que
analizar el síntoma te lleva al núcleo más íntimo de un caso.
“El primer caso que plantea es el de una mujer de 30 años cuya acción obsesiva más recurrente era
la de correr de una habitación a la otra, detenerse en el medio frente a una mesa, llamar a la
mucama por cualquier tontería, despedirla y luego corría a la habitación siguiente. Al preguntarle
por qué lo hacía decía “no saber”, pero de pronto supo porque lo hacía. Relato que en la noche de
bodas su marido resulto impotente. Este había corrido de una habitación a la otra reiteradas veces
para intentar concretar el acto sexual sin éxito alguno; y este exclamo que era “como para
avergonzarse ante una mucama”. Por eso tomó un frasco con tinta roja y manchó en vez de las
sábanas, un mantel, para simular que había desvirgado a su mujer. Freud hace un paralelismo entre
mesa y cama. En este caso la paciente se identifica con su marido, representa su papel. El núcleo de
esta acción es el llamado a la mucama a quién le pone la mancha ante los ojos y de esta manera
salva al marido de la vergüenza.”
Con este caso Freud insinúa que detrás de estas acciones repetitivas hay algo oculto que casi
siempre seria de carácter sexual. Para demostrarlo plantea el siguiente caso.
“Cuenta el caso de una señorita de 19 años que tenía una molesta rutina a la hora de acostarse. Digo
molesta porque su ritual le llevaba casi 2 horas en realizarse y era un hecho inevitable si quería
dormir. Ella exigía que parasen todos los relojes de péndulo de la sala, y sacar hasta el pequeño reloj
de pulsera de su mesita de noche, porque no la dejaban dormir con el tic-tac. También exigía que
retirasen todos los floreros y jarrones de su dormitorio por miedo a que se cayeran y también tenía
un modo particular de acomodar sus almohadas, en donde no podían tocar el respaldo, y ella debía
acomodar la cabeza exactamente en el centro del rombo que formaba el almohadón. Además, exigía
que sus padres dejaran la puerta entornada de su dormitorio. Freud interroga en varias
oportunidades a la paciente y después de muchas resistencias de ella a asociar su sintomatología,
descubren la relación que tienen los relojes con el “latir” involuntario del clítoris en las noches.
También al obligarlos a los padres a dejar su puerta entreabierta exige que estos no tengan
intimidad sexual. Freud analiza cada detalle narrado por ella como si fuera un sueño desde su
simbología, y vuelve a demostrar que lo oculto y reprimido es de índole sexual.”

Freud concluye que los síntomas neuróticos tienen un sentido similar al de las operaciones fallidas y
los sueños y que están en vinculación directa con el paciente. El plantea que la tarea del analista es
descubrir esta situación del pasado en la que la idea estaba justificada y la acción respondía a su fin.
El habla de que los síntomas tienen rasgos “típicos” y rasgos “particulares”. Es estos que se va a
poder investigar la historia que los desencadeno. Los rasgos típicos son los que van a ayudarnos para
enmarcar al paciente en un diagnóstico, y los “singulares” sirven de material para desentramar la
vivencia particular.

Freud Sigmund (1984). «Conferencia 17: El sentido de los síntomas». Conferencias de introducción al
psicoanálisis. Amorrortu editores. pp. 235/249. ISBN 950-518-591-X.

En la definición clásica de Freud los síntomas son actos nocivos o inútiles que el sujeto realiza contra
su voluntad, experimentando displacer, sufrimiento y a veces incluso dolor, que agotan su energía
psíquica y algunas veces lo incapacitan para realizar otras actividades. Todos los síntomas
psicoanalíticos poseen un sentido inconsciente, aunque el sujeto lo ignore.

Síntoma para el psicoanálisis no es lo mismo que síntoma para la psiquiatría. Por ejemplo, los signos
de la esquizofrenia no cumplen con los requisitos para ser llamados síntomas desde el punto de vista
psicoanalítico, pero sí para la psiquiatría. Sin embargo, la discrepancia principal no es clínica, sino
conceptual. Mientras que para la psiquiatría los síntomas son indicadores subjetivos que apuntan
hacia los signos objetivos de una enfermedad, para el psicoanálisis el síntoma es la expresión
subjetiva de un conflicto inconsciente. Más precisamente, es aquella formación que posibilita la
expresión de lo que se ha reprimido y retorna, retorno que ocurre para la realización del fantasma
inconsciente. El síntoma se encamina a dar cumplimiento a un deseo inconsciente, pero constituye a
la vez una formación de compromiso para que sea posible, puesto que la represión vuelve a actuar
sobre lo que retorna.

Primera teoría del síntoma


La primera teoría psicoanalítica del síntoma aparece en 1895 cuando Josef Breuer y Sigmund
Freud recién estaban descubriendo el inconsciente. En ese momento notaron que cuando sus
pacientes histéricas llegaban a comprender el sentido del síntoma y su significado accedía a la
conciencia de la paciente, el síntoma desaparecía. Este fue el primer método terapéutico ideado por
Freud: hacer consciente lo inconsciente.

En esa época Breuer y Freud pensaban que la génesis de los síntomas histéricos que estaban
tratando era un proceso anímico cargado con intenso afecto al cual se le había impedido el acceso a
la conciencia, y por lo tanto la abreacción, por lo cual el efecto estrangulado había optado por una
vía alternativa y en vez de llegar a la conciencia había encontrado su desagote en una inervación
corporal, es decir, en una conversión.

Las oportunidades en que se engendraron esas representaciones patógenas fueron


designadas traumas psíquicos. Era la época de la teoría de la seducción.

Freud creía que cuando una nueva escena activaba el recuerdo de esas tempranas escenas de
seducción, el síntoma aparecía como sustituto de ese recuerdo: en vez de recordar se producía un
síntoma histérico. Por eso ellos utilizaban el método catártico y la abreacción como métodos
terapéuticos para levantar los síntomas. Aún desconocían la etiología sexual de los síntomas, el
concepto de represión y el de transferencia.

Segunda teoría del síntoma

Cuando Freud descubre la represión, postula su segunda teoría del síntoma. En ella sostiene que lo
reprimido inconsciente puede procurarse una descarga dando rodeos porque conceptualiza
el retorno de lo reprimido. Entonces el síntoma pasa a ser el resultado de una formación de
compromiso entre el deseo y la defensa. La represión se produce porque la satisfacción de
esa pulsión provocaría un displacer muy grande al Yo. El síntoma no es más que una satisfacción
sustitutiva del deseo reprimido pero desfigurado y desviado de su meta por la resistencia del Yo. El
síntoma es un sustituto de una satisfacción pulsional interceptada resultado de un proceso
represivo.

Por eso, para el psicoanálisis, a diferencia de la psiquiatría, las actuaciones, las adicciones, los
delirios, las alucinaciones, el fetichismo, voyeurismo, sadismo, masoquismo no son síntomas cuando
no cumplan con los requisitos de ser formaciones transaccionales entre un deseo y una defensa. La
angustia o la inhibición tampoco son síntomas para el psicoanálisis, ni el fenómeno psicosomático.
La impotencia sexual, la frigidez o la eyaculación precoz no son síntomas sino inhibiciones de
funciones sexuales. En ellas el Yo renuncia a funciones que le competen para no tener que realizar
una represión. La inhibición, a diferencia del síntoma, es algo que sucede dentro del Yo.

La angustia, en cambio, funciona como una señal de alerta, que le avisa al sujeto de un peligro
eminente por lo cual tampoco es un síntoma desde el punto de vista psicoanalítico.

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