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TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA.

TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

Esquema del tema

1.- Introducción.
2.- Análisis referenciales del significado.

2.1. Discurso extensional y Ley de Leibniz.

2.2. Frege.

2.3. La filosofía de Bertrand Russell.

2.3.1. La revuelta contra Frege.

2.3.2. El análisis de las descripciones definidas.

2.4. El Tractatus de Wittgenstein.

2.4.1. Tesis básicas.

2.4.2. El problema del sentido.

2.5. El Círculo de Viena.

3. La crítica posterior de Wittgenstein a la teoría referencial.

3.1. Juegos de lenguaje.

3.2. Aires de familia.

4. La teoría de los actos de habla.

4.1. Austin.

4.2. Grice.

5. El análisis holista del significado.

5.1. Quine.
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5.1.1. Dos dogmas del empirismo.

5.1.2. Indeterminación de la traducción.

5.2. Davidson.

5.2.1. Davidson y Tarski.

5.2.2. El principio de caridad.

6. La teoría del significado de Kripke.

6.1. La semántica de mundos posibles.

6.2. La teoría causal de la referencia.

7. Conclusión.

8. Bibliografía.
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Una de las funciones más importantes del lenguaje es comunicar cosas sobre el mundo. Cuando
hablamos lo hacemos generalmente sobre aquello que nos rodea tratando de informar de lo que
sabemos o creemos acerca de ello. Para eso usamos expresiones que nosotros y nuestros
interlocutores pueden entender porque están dotadas de significado. Ahora bien, la referencia es
precisamente el mecanismo que nos permite ligar esas expresiones con el mundo. No nos basta con
hablar de un modo significativo, no sólo es suficiente que las expresiones que utilizamos sean
comprendidas, es preciso que, además, se refieran a algo. Claro está que la referencia no sólo nos
permite hablar del mundo exterior, también nos permite hablar de nuestro mundo interior
(sentimientos, actitudes, creencias, etc.) e incluso de nuestro lenguaje; en este sentido podemos
referimos a nuestras intenciones o a nuestras palabras. La referencia y el significado son los dos
pilares en que se basa el carácter intersubjetivo del uso del lenguaje. Es posible, y deseable, saber a
qué me estoy refiriendo cuando hablo, o si dos personas se están refiriendo a la misma o a diferente
cosa, etc. Es posible, y deseable, saber qué es lo que significo cuando digo algo, o si dos personas
están significando lo mismo, o utilizando del mismo modo palabras con igual significado. La
comprensión del lenguaje humano se basa, pues, tanto en la comprensión de lo que es el significado
como en la comprensión de lo que es la referencia.

2. Análisis referenciales del significado.

2.1. Discurso extensional y Ley de Leibniz.

La preocupación por el significado de las palabras y las oraciones del lenguaje surgió muy al
comienzo de la filosofía contemporánea con las obras de Meinong, Frege, Russell y Wittgenstein.

Estos filósofos, que abogaban por el enfoque referencial, fueron los responsables del desarrollo de la
lógica simbólica. Su análisis referencial es una consecuencia natural del de. la lógica que considera
como paradigmático lo que se denomina discurso extensional. En el discurso extensional los
símbolos del lenguaje están por objetos o propiedades de objetos, y los enunciados se considera que
caracterizan (verdadera o falsamente) a esos objetos y sus propiedades. Los lenguajes extensionales
cumplen la Ley de Leibniz: podemos sustituir un término por otro que se refiere al mismo objeto sin
cambiar el valor de verdad de la oración. Por ejemplo, en la oración El Ford rojo chocó contra el
BMW verde podemos sustituir "el Ford rojo" por "el viejo coche de Fulano" si ambas expresiones se
refieren al mismo coche y, si la primera oración es verdadera, entonces la segunda oración será
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también verdadera. En tal discurso extensional la relación de referencia entre los nombres de los
objetos y los objetos mismos es absolutamente fundamental. Pero esta relación se toma problemática
en al menos algunos casos. Los problemas se expresaron en cierto número de acertijos lógicos y las
teorías del lenguaje que los primeros filósofos analíticos avanzaron fueron diseñadas para resolver
esos acertijos.

2.2. Frege.

En 1892 Frege, uno de los padres de la nueva lógica, planteó un género distinto de problema para el
análisis del lenguaje. Estaba centrado en el predicado de identidad, representado en castellano por el
verbo es en enunciados de la forma X es Y. Las oraciones de esta forma parecen representar una
relación entre dos objetos, pero Frege muestra que las dos explicaciones más naturales de la relación
de identidad no logran capturar el significado de enunciados tales como Venus es la estrella de la
mañana. Una explicación contempla la identidad como una relación que se da entre un objeto y sí
mismo. Si esto fuera el caso, entonces podríamos sustituir igualmente un nombre por el otro, dando
lugar al enunciado "Venus es Venus". Esto, sin embargo, carece de la informatividad de la oración
original. La otra explicación contempla la identidad como una relación entre nombres: están en la
relación de nombrar la misma cosa. Pero, de acuerdo con esta explicación, "Venus es la estrella de la
mañana" no enuncia más que nuestra aceptación de una convención lingüística para usar los dos
nombres de un modo correferencial. Como tal no hace afirmación empírica alguna: ' Para explicar
tales enunciados, Frege introduce la distinción entre el sentido y la referencia de un término. El
referente es el objeto nombrado o al que se hace referencia de cualquier manera por el término,
mientras que el sentido incluye "el modo de presentación" mediante el cual se nos presenta el
referente. Usando esta distinción Frege resuelve el problema sobre el enunciado "Venus es la estrella
de la mañana". El enunciado nos dice que dos términos con sentidos diferentes tienen efectivamente
los mismos referentes. Esto es informativo en el sentido en que "Venus es Venus" no lo es. Pero esto
no enuncia simplemente una convención lingüística. Más bien lo que hace es describir un
descubrimiento astronómico efectivo. Informa de que dos términos, cuyos sentidos han sido fijados
de antemano de modo que puedan referirse a objetos diferentes, se refieren, como se ha descubierto,
al mismo objeto.

La distinción de Frege entre sentido y referencia ha sido muy influyente en análisis


subsiguientes del lenguaje, de modo que resulta útil desarrollar algunos aspectos de su discusión.
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Frege propuso que en ciertos contextos un término podía cambiar de tener su sentido y referencia
habituales a tener un sentido y referencia indirectos. La referencia indirecta de un término es su
sentido ordinario. Esto le permite a Frege resolver otro problema lógico que surge en oraciones que
contienen verbos como "sabe", "cree" y "piensa" seguidos de una proposición. Esas oraciones violan
la Ley de Leibniz. Por ejemplo, en la oración "Edipo sabía que él mató al hombre que iba en el
carro" no podemos sustituir "el hombre que iba en el carro" por "su padre" sin cambiar el valor de
verdad de la oración. La solución de Frege es que en contextos gobernados por verbos como "saber",
los términos referenciales no tienen ya su referencia habitual, sino más bien su referencia indirecta.
Puesto que la referencia indirecta de "su padre" (esto es: su sentido ordinario) y la de "el hombre que
iba en el carro" no son la misma los dos términos no pueden sustituirse uno por otro y, por
consiguiente, no se produce violación alguna de la Ley de Leibniz.

Frege extendió esta doctrina del sentido y la referencia más allá de los términos singulares, a las
oraciones completas. Para identificar el referente de una oración Frege se basaba en una idea central
de la lógica moderna de acuerdo con la cual se asocia una función con una oración que convierte a
un conjunto de palabras en un valor de verdad. Invocando esta idea Frege consideró el referente de
una oración como su valor de verdad. Así pues, todas las oraciones verdaderas se referían a "lo
Verdadero", y todas las oraciones falsas, a "lo Falso". Frege identificó el sentido de una expresión
con el pensamiento que expresa. Sin embargo, rechazó cualquier interpretación psicológica de los
pensamientos. Mantuvo que la lógica incluyendo el análisis lógico del lenguaje ordinario, se dirige
hacia fenómenos objetivos, no hacia estados psicológicos subjetivos. De este modo los pensamientos
eran, para él, entidades objetivas, no estados de una mente individual. Lo que Frege entendía por
pensamientos puede comprenderse mejor como aquello a lo que otros filósofos se han referido como
proposiciones, entidades postuladas en tanto que son las que presentan el significado de una oración
y son compartidas por oraciones diferentes con el mismo significado.

2.3. La filosofía de Bertrand Russell. 2.3.1. La revuelta contra Frege.

En 1918, Russell dio un importante ciclo de conferencias publicadas con el título de La


filosofía del atomismo lógico. Un principio del sistema en ellas presentado es el de que la estructura
de las frases guarda una cierta relación con la estructura de los hechos. Una despreocupada o
ignorante actitud hacia nuestro lenguaje ha de lugar, por lo tanto, a una imagen del mundo
inadecuada. Tal imagen inadecuada es la que se derivaba, de acuerdo con Russell, de la obra de
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Frege. El problema deriva de la aceptación del supuesto de que toda expresión constituyente de
alguna oración es nombre de algo. Semejante supuesto es consustancial a la conceptografía de Frege,
siendo una de sus consecuencias el considerar que las oraciones refieren usualmente a valores de
verdad e indirectamente ~ pensamientos que existirían en un tercer reino de tipo platónico .

La solución de Russell consistió en renunciar a la idea de que expresiones como todos los x: algún X
Y demás significan algo por sí solas. Había que considerarlas símbolos incompletos, símbolos que
forman parte del ropaje verbal en que se envuelve aquello que se dice o afirma -las proposiciones- y
que ayudan a que este ropaje tenga tal y cual significado, pero que en sí mismas son palabras que
caen en saco roto. Resta, entonces, explicar qué le pasa a una oración que contiene una expresión a
la que decidimos tratar como un. símbolo incompleto; cómo expresamos lo que esa oración dice sin
echar mano del símbolo incompleto. La cuestión puede plantearse en los siguientes términos: ¿cómo
traducir una oración que contenga uno o más símbolos incompletos a otra oración en que esos
símbolos no-estén presentes? Ambos problemas los resolvió Russell en su más penetrante ensayo:
"Sobre la denotación" (1905).

En el análisis final de Russell, el peso principal descansa sobre la noción de función proposicional.
Una función proposicional es una expresión que contiene una o más variables (o signos que hagan
las veces de éstas) Y que se convierte en una oración tan pronto como sus variables reciban valores.
Las expresiones x es un hombre o x es padre de y son funciones proposicionales. Dar valor a una
variable de una función proposicional equivale a reemplazar de manera uniforme la variable por una
expresión que refiera a un objeto. Si en la primera función proposicional citada damos valor a su
variable, el valor Julio César, obtenemos como nueva expresión la oración Julio César es un
hombre.

2.3~2. El análisis de las descripciones definidas.

El caso históricamente más conocido dentro de la teoría de los símbolos incompletos son las
descripciones definidas. Las descripciones definidas están formadas por un artículo determinado
seguido de un sustantivo, o de una fiase que funciona como tal, que corresponde a una cierta
propiedad. Así el autor del Quijote presenta junto al artículo determinado o definido la propiedad de
haber escrito el Quijote.

Por sí solas, las descripciones definidas no son fuente de demasiados problemas. Estos afloran
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cuando se piensa en las descripciones en combinación con la tesis de que, puesto que intervienen en
oraciones, han de referir inexorablemente a algo. Así expresiones como "un círculo cuadrado" o "el
actual rey de Francia", deben referirse a algo puesto que las usamos en oraciones.

Como ese algo a lo que se refieren no existe, filósofos como Meinong o Husserl piensan que si bien
no existen, si que subsisten.

Russell piensa que la idea de objetos inexistentes, aunque subsistentes, es difícilmente sostenible. De
modo que, al igual que anteriormente, la cuestión para Russell es lograr sin tales expresiones lo que
efectivamente logramos con ellas. Es decir, el problema es encontrar el modo de analizadas como
símbolos incompletos que son. Veamos un ejemplo: Sabemos que la oración "El actual rey de
Francia es calvo" no es verdadera puesto que no hay rey de Francia; sin embargo, "El actual rey de
Francia no es calvo" tampoco es verdadera por la misma razón. Ahora bien, ¿cómo se entiende esto,
dado que una parece la negación de la otra? Es decir, ¿cómo -compaginar esto' con el hecho aparente
de que ambas son oraciones lógicamente contradictorias? La salida de Russell consiste en subrayar
que los artículos determinados en singular indican la presencia de una función proposicional
compleja en la que se contiene una afirmación de existencia y una afirmación de univocidad. Por
ejemplo, en opinión de Russell, la descripción definida "el actual rey de Francia" se convierte en dos
afirmaciones:

a. Que la función proposicional x es rey de Francia en la actualidad es verdadera para al menos un


valor de x.

b. Que la función proposicional x es rey de Francia en la actualidad es verdadera para lo sumo un


valor de x.

En conjunción, ambas cláusulas establecen que la función proposicional "~ es el rey de Francia en la
actualidad" es verdadera de exactamente un valor de la variable ~. Ésta es justamente la nota
característica del artículo determinado singular. La teoría de las descripciones definidas introduce
economía en nuestra imagen del mundo y en nuestro inventario de él, ya que inaugura una vía para
regular las conclusiones que acerca de las cosas inferimos del uso del lenguaje. Como en el caso de
Frege, esta regulación lingüística nos conduce al corazón mismo de la filosofía: a perfilar una idea
de realidad.
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2.4. El Tractatus de Wittgenstein.

2.4.1. Tesis básicas.

La inquietud fundamental por la que surge el Tractatus es la delimitación entre lo que puede decirse
y lo que es indecible (o mostrable). Para Wittgenstein, la filosofía no es una ciencia sino una práctica
intelectual clasificatoria: delimita lo que puede decirse, por ello el Tractatus es concebido como un
instrumento, exactamente como una escalera, que se utiliza para la comprensión del lenguaje y del
mundo. Una vez instalados en esta comprensión debemos echar abajo la escalera: El Tractatus una
vez leído y comprendido es una obra inútil. Lo dicho sobre la estructura realidad lenguaje es
incorrecto: no puede decirse, puesto que son imposibles los pronunciamientos acerca de la estructura
óntica de la realidad y los pronunciamientos acerca de la organización del lenguaje que el libro
realiza.

Pero, volvamos a Frege, éste intentó crear un lenguaje lógicamente perfecto puesto que el lenguaje
ordinario no presentaba la claridad de los lenguajes formalizados y era incapaz de cumplir el papel
para el que se le necesitaba. Pero el programa fregeano presentaba una dificultad: Cómo podemos
estar seguros de que el sistema formal obtenido es aplicable sin falsedad a la realidad? Esto es, el
lógico debe probar que el sistema construido es verdaderamente proposicional, significativo y que,
por tanto, refiere en última instancia al mundo, del que se deriva su verdad o falsedad. En resumen,
el filósofo o el lógico deben resolver problemas que no pertenecen al cálculo mismo, como qué se
entiende por proposición o cómo están relacionadas éstas con la realidad que pretendidamente
designan. En esta concepción la lógica y la filosofía van de la mano porque la lógica no seria
meramente instrumental sino que, al menos en ciertos ámbitos, predominantemente los de la ciencia,
la lógica así construida vendría a sustituir al lenguaje ordinario. Hay que demostrar, por tanto, que el
sistema es auténticamente proposicional y que por lo tanto refiere a una realidad exterior a él. Es, por
tanto, un doble problema, el primero consiste en determinar cuál de entre las interpretaciones
posibles es la correcta, el segundo es determinar cómo se aplica realmente el sistema, la lógica, al
mundo.

2.4.2. El problema del sentido.

Además, si bien para Frege el acto de captar el significado podía ser un proceso mental aunque lo
captado fuese objetivo, para Wittgenstein esto equivalía a convertir la noción de sentido en algo
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psicológico. Pero el punto de desacuerdo fundamental estaba en que, a diferencia de Wittgenstein,


Frege pensase que no había que apelar a nada ajeno al lenguaje para garantizar la objetividad del
sentido puesto que ésta venía dada por el hecho de ser expresada en un lenguaje común.

Tal y como Wittgenstein veía las cosas, a pesar de todos sus esfuerzos, Frege no había conseguido
desembarazarse del todo del psicologismo pues aún concede una importancia fundamental a la labor
del sujeto que Wittgenstein se encargará de eliminar. Y uno de los modos de eliminar ese sujeto
garantizando la objetividad del sentido es la existencia de Un requisito más. fuerte pues, en caso
contrario: "Si el mundo no tuviese ninguna sustancia dependería que una proposición tuviera
sentido, de que otra proposición fuese verdadera" (T. 2.0211). En un mundo que no tiene sustancia,
¿cómo podría ser una proposición verdadera? Su verdad no dependería de que aquello a lo que se
refiere ocurra o no, porque no habría nada a lo que se refiere que sea ajeno a la proposición misma.
¿De qué dependería entonces?: Del entramado de proposiciones en el que estuviera insertada. Pero si
todas las proposiciones dependen unas de otras y ninguna de ellas tiene conexión con la realidad, el
sistema mismo de proposiciones pende del aire. Obsérvese que es un objetivo de tipo cartesiano el
que Wittgenstein se propone. Al igual que el edificio del conocimiento no puede estar situado en el
vacío, sino que debe asentarse en alguna verdad indubitable que se constituya como los cimientos
del saber humano, el lenguaje, si con él queremos conocer lo que hay, referimos al mundo, no puede
depender de sí mismo y no tener conexión con aquello que pretendemos conocer, el mundo.
Necesitamos, entonces, que exista el mundo al que se refiere el lenguaje, que haya una sustancia. La
arquitectura del Tractatus responde, por tanto, a la necesidad de Wittgenstein de garantizar la
determinabilidad del sentido, su objetividad y esto, pensaba, sólo podía hacerse fuera del mismo
lenguaje. Uniendo lenguaje y mundo, algo que no puede ser dicho, sólo mostrado.

Y, de acuerdo con Wittgenstein, el mundo sí tiene una sustancia porque "los objetos forman la
sustancia del mundo" (T. 2.021). El postulado de los objetos simples es, por tanto, el postulado del
sentido. Lo que garantiza la objetividad del sentido es la existencia de los objetos simples. Llegamos
a la existencia de los objetos simples por medio del análisis de las proposiciones, éste nos conduce
hasta los nombres y éstos nombran los objetos. Lo que posibilita que el objeto tenga un nombre es el
hecho de estar lo nombres en el nexo proposicional. Sólo en el espacio lógico puede el nombre
significar. Fuera de esa estructura lógica nunca podría el signo "pizarra" significar pizarra.

Si el sentido no estuviese garantizado por la existencia de objetos entonces no estaríamos


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fundamentados para hablar significativamente a menos que, como Descartes, encontremos algo, en
su caso a Dios, que nos garantice la realidad del mundo externo. Si no se quiere recurrir a tal
hipótesis y tampoco quieren admitirse entidades platónicas entonces la única solución que le
quedaba a Wittgenstein para garantizar la determinabilidad del sentido exigía imprimir un giro
aristotélico al platonismo fregeano, esto es, postular la existencia de objetos simples y con ellos toda
la teoría figurativa de la proposición. Sólo ellos nos permiten trazar una figura del mundo (verdadera
o falsa) (T. 2.0212) porque una proposición sólo es verdadera cuando es una tautología o cuando se
refiere a algo exterior a ella. El conocimiento sólo podía ser establecido si cada proposición
completamente analizada era una figura de un estado de cosas en el mundo.

La teoría figurativa del lenguaje dice que la configuración del lenguaje toca con la configuración de
la realidad a través de la forma lógica, que es la misma en ambos. Se afirma que el lenguaje refleja la
realidad como puede hacerlo un cuadro (Bild): A cada elemento de la realidad corresponde un
elemento en el cuadro. Así como no hay nada que una los diferentes eslabones de una cadena no
existe algo que sea el nexo de unión ajeno a los eslabones mismos, tampoco en los hechos atómicos
existe ninguna otra entidad que les sirva de ligazón. Por tanto no hay nada en ellos que no sean
objetos. Sólo así la proposición tiene la posibilidad de tener sentido. Cada proposición con sentido
tiene que ser verdadera o falsa dependiendo de qué "sea el caso". Un sistema de funciones de verdad
garantiza que una proposición sólo pueda ser verdadera o falsa en cualquiera de las combinaciones
posibles. Pero esto es posible sólo si las proposiciones elementales son independientes entre sí, en
caso contrario habría relaciones de dependencia lógica que no podrían ser captadas por el sistema de
tablas de verdad por lo que no podríamos saber si una proposición es verdadera o falsa con lo que
tampoco podríamos saber si tiene sentido o no, porque su sentido depende de que pueda ser
verdadera o falsa.

De este modo el sentido de una proposición reside sólo en ella y viene dado por su relación
figurativa con la realidad. Si no fuese así el fundamento último del hablar con sentido se perdería
porque las proposiciones dependerían unas de otras y a su vez de la realidad, sin poder determinar
nunca con seguridad su referencia. Por todo ello, las proposiciones elementales deben ser
independientes entre sí (T. 1.21). En resumen, las proposiciones elementales se caracterizan por ser
independientes unas de otras; por no poder descomponerse en otras más simples; por ser
concatenaciones de nombres propios; y por su contingencia.
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2.6. El Círculo de Viena.

Los análisis referenciales del lenguaje fueron desarrollados adicionalmente por un grupo de filósofos
a los que comúnmente se hace referencia como positivistas lógicos que incluyen figuras tales como
Carnap, Reichenbach y Hempel. Una de las cosas que los - positivistas trataban de desarrollar era un
lenguaje lógicamente propio que exhibiese claramente la lógica. Con tal lenguaje la gente ya no se
despistaría más por rasgos de los lenguajes naturales tales como las expresiones no referenciales. El
principal foco de atención de los positivistas lógicos fue el lenguaje de la ciencia. Ellos
contemplaban la ciencia como nuestro mayor instrumento para describir verdades e intentaron
entender la lógica de la investigación científica y el modo en que el discurso científico adquiría su
significado. Propusieron que el significado de los términos científicos estaba fundado en las
experiencias mediante las cuales los científicos podían determinar si los términos eran satisfechos.
Tal determinación podría lograrse por observaciones simples o esfuerzos experimentales. La
exigencia de que los términos se fundamentasen de esta manera en la experiencia llegó a conocerse
como la teoría del significado como verificabilidad. Una vez que mantuvieron que tal confianza en la
verificación era crucial para la ciencia, los positivistas lógicos propusieron extender la exigencia de
verificabilidad a otras áreas de la investigación humana y defendieron esa exigencia de modo general
para el discurso significativo. Propusieron entonces una modificación del lenguaje ordinario
mediante la cual lo expurgaríamos de aquellos términos que carecían de tal verificabilidad. Al
desarrollar la teoría de la verificabilidad del significado los positivistas adoptaron el enfoque
referencial del lenguaje y lo incorporaron dentro de un análisis de cómo podríamos adquirir
conocimiento.

3. La crítica posterior de Wittgenstein a la teoría referencial.

3.1. Juegos de lenguaje.

En las Investigaciones filosóficas, Wittgenstein se centró en la variedad de modos en que es usado el


lenguaje y particularmente en el. hecho de que puede usarse para hacer más cosas que enunciar
hechos. Más bien que buscar el significado de las expresiones lingüísticas en el modo en que las
palabras se refieren a objetos, Wittgenstein afirmó que deberíamos centramos en cómo usamos el
lenguaje. Para capturar la idea de que hay una variedad de usos del lenguaje, Wittgenstein introdujo
la idea de que los usos particulares del lenguaje pueden interpretarse como actividades lingüísticas
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particulares o juegos de lenguaje. Wittgenstein mantuvo que hay una gran variedad de juegos de
lenguaje, cada uno con su propio modo de jugarlo y sus propias reglas. En esos diversos juegos de
lenguaje las palabras se usan de modos diferentes. No se usan siempre para referirse a objetos. De
acuerdo con esto, Wittgenstein pensaba que nosotros malentendemos radicalmente el lenguaje
ordinario si lo analizamos de manera puramente referencial.

Así, Wittgenstein mantiene que muchos errores filosóficos surgen de no prestar atención
cuidadosa a la naturaleza de los juegos del lenguaje particulares y a las reglas que los gobiernan.
Tales fallos llevan a los filósofos a crear pseudoproblemas. El mismo enunciado de esos problemas
pone de manifiesto un uso confuso del lenguaje. La tarea propia del filósofo, mantiene él, no es
resolver esos problemas, sino disolverlos mostrando cómo se originan a partir de no prestar atención
al modo en que el lenguaje se usa realmente. Consideremos el uso de un término como dolor. Si no
prestamos atención a cómo se usa ese término, podríamos pensar que una oración como "Tengo un
dolor" es comparable a la oración "Tengo un gato". Esto podría desorientamos haciéndonos buscar
evidencia de que una persona tiene dolor e intentar caracterizar los dolores como cosas privadas.
Pero Wittgenstein nos pide que prestemos atención a las circunstancias en las que usaríamos la
expresión "Tengo un dolor". Al usar esta expresión no estamos informando de algo privado,
mantiene él, sino que estamos dando expresión a nuestro dolor.

3.2. Aires de familia.

Una de las doctrinas filosóficas sobre el lenguaje que Wittgenstein criticó mantiene que para que un
término general (p. Ej. perro o libro) se aplique a un objeto debe poseer la esencia apropiada o las
propiedades definidoras. La idea de que debe de haber propiedades definidoras para un término
general se remonta hasta Sócrates y, desde entonces, ha sido mantenida por muchos filósofos.
Wittgenstein niega esta suposición, manteniendo que para muchos términos importantes del lenguaje
no podemos especificar propiedades definidoras o esenciales. Esto no- es así porque carezcamos de
la adecuación necesaria, sino porque el lenguaje no exige que las cosas tengan esencias. Para tratar
de convencer a los lectores de esta afirmación, Wittgenstein utiliza el ejemplo del término simple
juego y defiende que no hay propiedad compartida por todos y sólo los juegos. No hay, por tanto,
ninguna propiedad definidora de los juegos compartida por todos y sólo los juegos, sino solamente
una gran variedad de similitudes, solapadas unas con otras, entre los distintos juegos. Wittgenstein
introdujo la noción de aire de familia para describir su punto de vista alternativo acerca de lo que
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agrupa las cosas en géneros. Al igual que los miembros de una familia pueden parecerse entre sí sin
que haya una o más características compartidas por todos, las instancias de juegos se parecerían una
a otra y, por tanto, formarían una red de vínculos, sin que hubiese una única propiedad compartida
por todos los juegos.

4. La teoría de los actos de habla.

Wittgenstein no fue el único filósofo que miró hacia el lenguaje ordinario como fuente de
inspiración. Austin, Searle y Grice han concordado todos ellos con el juicio de Wittgenstein de que,
en vez de intentar reformar el lenguaje ordinario, lo que los filósofos deben hacer es prestar atención
más cuidadosa a cómo éste funciona. Sin embargo, éstos desarrollaron una perspectiva más bien
diferente de la de Wittgenstein en la medida en que subrayaron que el uso del lenguaje es un género
de acción y lo analizaron de acuerdo con ello.

4.1. Austin.

La idea de analizar el lenguaje como un género de acción fue desarrollada por Austin. En algunas de
sus primeras obras, Austin defendía una distinción entre emisiones realizativas, tales como dar una
orden, y emisiones constatativas. Esta última categoría abarcaba las aseveraciones básicas que
habían sido analizadas por Frege, Russell y el primer Wittgenstein. Austin se centró en el primer
género de acciones, que incluían el uso del lenguaje para llevar a cabo acciones tales como ordenar y
preguntar y consideró que esos usos constituían acciones. Sin embargo, en la época en que escribió
Cómo hacer cosas con palabras, llegó tratar a todos los actos de habla como acciones -incluyendo
las aseveraciones ordinarias- y, por tanto, como realizativos. Al analizar esos actos, Austin introdujo
una distinción entre tres tipos de actos que podían realizarse al hacer una emisión, actos que él
denominó actos locucionarios, ilocucionarios y perlocucionarios. El acto locucionario consiste en
hacer enunciados con palabras, donde las palabras se usan con sentidos particulares para hacer
referencia a objetos particulares. El acto ilocucionario consiste en la acción que el hablante realiza al
hacer la emisión. Esa acción podría consistir en aconsejar o prometer. para distinguir el acto
ilocucionario del significado de las palabras (que es parte del acto locucionario) Austin habla de esos
usos diferentes del lenguaje en tanto que incluyendo diferentes fuerzas ilocucionarias. Finalmente, el
acto perlocucionario consiste en el efecto que la emisión tiene sobre el oyente. Podría consistir en
aburrir al oyente o convencerlo de que lleve a cabo determinada acción.
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Una vez que distinguimos el acto ilocucionario realizado al decir algo del acto locucionario de emitir
las palabras, estamos en una proposición en la que nos es posible observar una variedad de maneras
en las que un acto puede fallar o ir mal. Por ejemplo, yo puedo emitir las palabras "Prometo darte un
martillo" cuando no tengo ningún martillo, siendo entonces irresponsable, desorientador o
imprudente. Esto ha llevado a una investigación sobre las condiciones que deben cumplirse para que
un acto de habla tenga una fuerza ilocucionaria particular o para que tenga el efecto perlocucionario
que se intenta. Austin comenzó tal investigación, que ha sido continuada extensamente por Searle.
En Actos de habla (1969), Searle, por ejemplo, propuso que, para que una persona pida a otra que
haga algo, deben cumplirse las condiciones siguientes: la segunda persona tiene que tener la
capacidad de llevar a cabo la acción, y la primera persona tiene que querer que la acción se lleve a
cabo, debe creer que su emisión cumplirá este fin y debe de tener razones para que se lleve a cabo. Si
alguna de estas condiciones no se satisface, entonces no ha ocurrido acción alguna de pedir.

4.2. Grice.

Los teóricos de los actos de habla se han centrado también en otro rasgo de las acciones realizadas al
usar el lenguaje: la cooperación requerida entre los hablantes. Grice ha articulado cuatro clases de
máximas que especifican las maneras en que los hablantes general o convencionalmente cooperan en
las conversaciones.

-1. Máxima de Cantidad. Proporciona tanta información como en un contexto se

exija, pero no más que la que se exija.

2. Máxima de Cualidad: Proporciona información veraz.

3. Máxima de Relación: Haz que tu contribución sea relevante para el contexto en

el que estás hablando.

4. Máxima de modo: Habla tan claramente como sea posible, evita ambigüedad, di

las cosas de la manera más simple posible.

Cuando se violan esas máximas, mantenía Grice, se puede desorientar a la persona a la que se está
hablando. Por ejemplo, si sabes que el Murcia ganó el partido pero dices "Ganó el Murcia o el Real
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Madrid" en respuesta a la pregunta "¿Quién ganó el partido?", desorientas a tu auditorio haciéndoles


pensar que no sabes quién ganó. Has violado el principio de proporcionar tanta información como se
necesita en el contexto. Estos principios no sólo afectan a los efectos perlocucionarios de una
emisión, sino también a la fuerza ilocucionaria. Esto se debe al hecho de que, confiando en esas
máximas, puedes a menudo querer decir cosas sin decir efectivamente las palabras apropiadas. Por
ejemplo, si en respuesta a alguien que dice" Se me ha acabado la gasolina" dices: "Hay una
gasolinera a la vuelta de la esquina", puedes estar realizando el acto ilocucionario de decir a alguien
donde está la gasolina que necesita. Pero esto depende de que tu respuesta sea relevante para el
contexto y estés dando información máxima. Si sabes que la gasolinera está cerrada, entonces
estarías violando la máxima de cantidad y no lograrías realizar el acto ilocucionario de informar a la
persona en cuestión dónde obtener gasolina.

La confianza en esas máximas para realizar actos ilocucionarios genera aquello a lo que Grice se
refiere como implicaturas conversacionales. Por ejemplo, si al escribir una carta de recomendación
para un estudiante un profesor no hace comentario alguno sobre asuntos pertinentes tales como las
capacidades escolares del estudiante y se concentra en detalles irrelevantes como la constancia del
alumno en la asistencia a clase, entonces el profesor hace enunciados sobre la actuación del
estudiante en cuanto tal y en cuanto que futuro profesional. Sin denigrar explícitamente el profesor,
sin embargo, lo hace.

Los teóricos de los actos de habla Austin, Searle y Grice, junto con Wittgenstein, intentaron
transformar radicalmente la tarea de la filosofía del lenguaje. Más bien que centrarse en el
significado de las palabras en el lenguaje, esos filósofos intentaron dirigir el foco de atención de los
filósofos hacia la actividad de usar el lenguaje. Durante gran número de años este enfoque atrajo un
considerable interés filosófico si bien éste ha ido extinguiéndose a medida que muchos :filósofos han
vuelto a analizar la estructura formal del lenguaje y a intentar articular la lógica del lenguaje. Las
cuestiones sobre cómo se usa el lenguaje han sido absorbidas, sin embargo, por la lingüística como
parte de la pragmática. Además, muchos de los problemas discutidos por esos filósofos,
especialmente la distinción de Austin entre fuerzas locucionarias, ilocucionarias y perlocucionarias
en los actos de habla, se han convertido en moneda corriente en las investigaciones psicológicas
sobre la comprensión del lenguaje y en el trabajo de la inteligencia artificial sobre el procesamiento
del lenguaje natural.
TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA. TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

5. El análisis holista del significado.

5.1. Quine.

5.1.1. Dos dogmas del empirismo.

Durante el mismo período en que los filósofos del lenguaje ordinario estaban desafiando el
enfoque referencial del lenguaje, Quine planteó un género de objeción diferente a ese programa.
Quine afirmaba que estaba llevando a cabo el programa de los positivistas lógicos, especialmente el
de Carnap, a su conclusión lógica. En un temprano e influyente artículo, "Dos dogmas del
empirismo", atacó dos afirmaciones mantenidas por muchos empiristas que consideraba falsos
dogmas. Éstos consistían en la suposición de que algunos enunciados eran analíticamente
verdaderos, esto es: verdaderos en virtud de los significados de las palabras, y que el discurso
significativo podía reducirse de una manera sistemática a la experiencia sensorial.

La noción de verdad analítica ha sido particularmente importante para los filósofos de la tradición
analítica, cuyo objetivo ha sido descubrir verdades analizando los significados de los términos
filosóficamente importantes. Pero Quine argumentaba que no hay definición no circular de
analiticidad. Si definimos las verdades analíticas como enunciados verdaderos en virtud de los
significados de sus términos, entonces tenemos que definir el significado, y Quine argumentaba que
esto nos retrotrae a la noción de analiticidad. Quine argumentó que esta incapacidad de definir
analítico es un síntoma de un problema más amplio: que las palabra no tienen significados
específicos, sino solamente significados en el contexto de toda una red de otras palabras a las que
están conectadas en las oraciones que consideramos como verdaderas.

Del mismo modo, Quine argumentaba que los fallos sucesivos en el intento de reducir el lenguaje
científico a la experiencia sensorial son también síntomas del mismo problema. El remedio que él
recomendaba era abandonar la idea de que las palabras o incluso las oraciones tienen significados
separados. Más bien, él mantiene que las palabras y las oraciones se entienden mejor en términos de
nuestro discurso científico como un todo. Este discurso intenta acomodar nuestra experiencia en el
mundo haciendo los ajustes apropiados a lo largo del tiempo. Esto no puede cumplirse si se tienen
términos individuales con vínculos fijos con el mundo. En lugar de esto él propuso que debemos
contemplar el lenguaje metafóricamente como algo semejante a una fábrica que sólo en su periferia
entra en contacto con la experiencia. Quine afirma que esto es una tarea en la que hay gran
TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA. TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

flexibilidad: podemos introducir modificaciones en diversos lugares en la medida en que hacemos


modificaciones adicionales apropiadas en otras partes. A medida que esto sucede, cambian los
modos en que las palabras están conectadas entre sí y, por tanto, su significado se altera.

5.1.2. Indeterminación de la traducción.

Aunque la noción del significado fijo de las palabras se atacaba ya en el desafío de Quine a
los dogmas de la analiticidad y de la reducción a la experiencia, Quine generalizó el ataque cuando
desarrolló la tesis de la indeterminación de la traducción. Se centró en la actividad de traducir las
emisiones de otra persona en nuestras propias palabras y desarrolló la tesis de que hay siempre una
variedad de maneras hacer esto y que no hay ninguna respuesta determinada a la cuestión de cuál es
la traducción adecuada.

Quine comienza su defensa de esta tesis considerando un caso de traducción radical donde nos
enfrentamos a un lenguaje tan remoto del nuestro que no se han desarrollado manuales de traducción
estándar. A continuación intenta convencemos de que la misma moraleja puede ser extraída cuando
tratamos con otros hablantes de nuestro lenguaje o incluso con nuestra propia habla pasada.
Considera que la tarea de entender o interpretar las palabras que alguien emite es meramente una
operación consistente en traducirlas a nuestras propias palabras. Tanto en el caso foráneo como en el
doméstico, su afirmación es que no hay fundamentos científicamente aceptables (esto es: basados en
evidencia sensorial o empírica) para insistir en que una traducción es más correcta que otra. Es ésta
una tesis radical. Quine no está observando meramente que hay una carencia de correlación perfecta
entre los lenguajes de modo que no podemos identificar siempre el modo correcto de correlacionar
expresiones entre ellos. Más bien está diciendo que siempre habrá interpretaciones alternativas,
radicalmente diferentes, de lo que se dice incluso cuando el lenguaje es el de uno mismo. Así
podemos considerar que un hablante (incluyendo uno mismo) está diciendo cosas diferentes e
inconsistentes dependiendo de qué traducción adoptemos y no hay respuesta alguna a la pregunta de
cuál es la correcta.

La argumentación de Quine a favor de la indeterminación descansa sobre otra tesis: la tesis de la


subdeterminación de las teorías. Ésta mantiene que en ciencia se pueden construir siempre teorías
alternativas que estén de acuerdo con los mismos datos empíricos y que incluso no sea posible
decidir, cuando todos los datos posibles se han recogido, entre esas teorías. Quine defiende esta tesis
TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA. TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

sobre bases empiristas. Sólo permite que la evidencia sensorial decida disputas teóricas, pero hace
observar que las teorías científicas hacen afirmaciones que van más allá de la evidencia, de modo
que la evidencia no puede establecer cuál de ellas es la correcta. Quine convierte la tesis de la
subdeterminación en un apoyo de la tesis de la indeterminación haciendo que nos imaginemos a
nosotros mismos intentando traducir la teoría de algún otro en un dominio para el que poseemos dos
teorías subdeterminadas. Quine afirma simplemente que podríamos traducir la teoría de esa persona
en cualquiera de nuestras teorías subdeterminadas y no habría nada que contase en favor de una
traducción sobre la otra. Así pues, tenemos dos traducciones y no tenemos evidencia alguna sobre
cuya base podamos decidir cuál es la correcta.

Si las palabras de una persona en un lenguaje tuvieran significados específicos, tal indeterminación
no surgiría. La conclusión que extrae Quine es, sin embargo, que no tenemos evidencia para tales
significados y que, por tanto, debemos abandonar la idea de que las palabras tienen significados
específicos. Además, afirma él, no hay significados o proposiciones en las cabezas de los usuarios
del lenguaje que determinen cómo debemos interpretar su lenguaje. Como resultado de esto Quine
no contempla el uso del lenguaje como una actividad mental peculiar. Es más bien un fenómeno de
la naturaleza que deberían explicar los científicos. Este propósito consistiría en articular la estructura
lógica del lenguaje y en mostrar cómo se relaciona con el mundo en que existe el hablante.

5.2. Davidson.

5.2.1. Davidson y Tarski.

Aunque Quine propone una filosofía del lenguaje que no deja lugar para una explicación del
significado, Davidson ha intentado, a pesar de todo, articular una teoría del significado dentro de la
perspectiva quineana básica. Para hacerlo, Davidson invoca el análisis de Tarski de la verdad para
los lenguajes formales. Tarski propuso enunciar la condición de verdad para una oración dada en un
lenguaje formal en términos de V-oraciones tales como la siguiente: "La nieve es blanca" es
verdadera si y sólo si la nieve es blanca.

Aunque la meta de Tarski era definir la verdad, Davidson considera la verdad como un primitivo y
usa el esquema de Tarski para dar cuenta del significado. Así para Davidson, identificamos el
significado de una oración estipulando qué sena el caso si la oración fuese verdadera. Si estamos
intentando enunciar el significado de una oración en nuestro propio lenguaje, entonces, como sucede
TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA. TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

en la V-oración que se acaba de dar, usaremos nuestro lenguaje como el metalenguaje en el que
enunciar las condiciones de verdad. Pero, cuando estamos dando el significado para oraciones de un
lenguaje foráneo, nombraremos la oración del lenguaje foráneo y enunciaremos las condiciones de
verdad en castellano, como sucede en el ejemplo siguiente: "Snow is white" es verdadera en
castellano si y sólo si la nieve es blanca.

La tarea de una teoría del significado, en tanto que una definición de verdad, es generar Voraciones
para todas las oraciones del lenguaje. Para hacer esto no podemos simplemente enunciar las V-
oraciones para cada oración del lenguaje, puesto que habrá un número infinito de tales oraciones.
Más bien necesitamos desarrollar un procedimiento recursivo que muestre cómo construir una V-
oración para cualquier oración dada.

5.2.2. El principio de caridad.

Al desarrollar esta explicación del significado que descansa solamente sobre condiciones de verdad,
Davidson afirma que permanece dentro de las constricciones quineanas. Además, él apoya también
el holismo de Quine sobre el significado. En la práctica nos enfrentamos a la tarea de adscribir
significado cuando necesitamos interpretar o traducir lo que alguien está diciendo. Lo que estamos
haciendo es intentar figuramos lo que sería verdadero si lo que se está diciendo lo fuese. Al igual que
Quine, Davidson mantiene que en estas circunstancias no tenemos un criterio , independiente
mediante el que fijar el significado de las palabras. Para poder iniciar el procedimiento, mantiene
Davidson tenemos que suponer que la persona en' Cuestión está diciendo, al menos durante la mayor
parte del tiempo, lo que nosotros consideraríamos también que es la verdad y que también está
diciendo lo que nosotros diríamos. Davidson caracteriza esto como un principio de caridad:
interpretamos a la otra persona como diciendo tantas cosas verdaderas como sea posible. Al adoptar
este principio intentamos construir una teoría de la interpretación que aparee las oraciones de otra
persona con las oraciones nuestras que sean equivalentes en valores de verdad. Solamente si
encontramos puntos en los que nuestra teoría generativa haga encajar mejor oraciones que
consideramos falsas con oraciones que la otra persona considera que son verdaderas, reconocemos
que la otra persona puede creer falsedades. Una motivación para aceptar este principio es que
interpretamos las palabras de otro para adquirir información. Podemos obtener información sólo si
desarrollamos un esquema que interpreta a la otra persona de tal manera que esté diciendo la verdad
la mayor parte del tiempo. Davidson extrae moralejas muy fuertes de este principio de caridad. Por
TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA. TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

ejemplo, niega que podamos entender la idea de que otra persona tenga esquemas conceptuales o
modos de entender el mundo que sean radicalmente diferentes de los que nosotros usamos. Su razón
es que no trataríamos los' enunciados de la persona en cuestión como si constituyeran un esquema
conceptual a menos que pudiésemos interpretados, y por el principio de caridad tenemos que
interpretar la mayor parte de esos enunciados como verdaderos.

6. La teoría del significado de Kripke.

6.1. La semántica de los mundos posibles.

Hasta ahora nos hemos concentrado en el lenguaje extensional. Pero los contextos no extensionales
son normales en el habla comente. Uno de tales contextos incluye el uso de verbos como "saber" y
"creer, que ya hemos encontrado al discutir a Frege. Otra clase común de oraciones no extensionales
son aquellas que contienen las que comúnmente se llaman palabras modales, tales como
"necesariamente", "tiene que", "posiblemente" o "puede".

El problema para entender un enunciado modal como "Reagan podría no haber sido elegido
Presidente" de una manera extensional es que es un enunciado contrafáctico. Nos pide que
contemplemos cómo las cosas podrían haber sido diferentes. Un modo común de representar lo que
tales enunciados están afirmando es invocar la idea de mundo posible. Esta idea se retrotrae en
última instancia a Leibniz, que representaba a Dios como contemplando combinaciones lógicas
diferentes de individuos y eligiendo este mundo como el conjunto más vastamente compatible. La
noción de mundo posible se usa para explicar la Lógica modal invitándonos a pensar en universos
alternativos que se definen en términos de cambios específicos a partir de este universo.
Consideramos entonces cómo las otras cosas serian diferentes bajo esas situaciones. Si invocamos
esta ficción de los mundos posibles, entonces estamos en posición de decir lo que hace que un
enunciado moda! sea verdadero o falso. Una afirmación de que un objeto necesariamente tiene una
propiedad es verdadera justamente en el caso en que tiene esa propiedad en todo mundo posible en
que el objeto existe. Así Reagan era necesariamente un actor es verdadera sí en todo mundo posible
en el que Reagan existe, él es también un actor.

Al interpretar las afirmaciones modales en términos de mundos posibles, Kripke avanzó su


argumento de que los nombres son lo que él llamó designadores rígidos, y no equivalentes a ninguna
descripción que podríamos usar para seleccionar el referente. El nombre selecciona la persona u
TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA. TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

objeto mismo, sin tener en cuenta qué propiedades podría haber tenido esa persona en el mundo que
se está considerando. No es necesario que exista Reagan, pero, en cualquier mundo en el que Reagan
exista, el designador rígido "Reagan" selecciona a esa persona.' 6.2. La teoría causal de la referencia.

La tesis de Kripke equivale a la afirmación de que los nombres propios no tienen sentidos fregeanos,
sino sólo un referente. Éste fue un punto de vista mantenido incluso con anterioridad a Frege por
MilI y en sí mismo puede no parecer sorprendente. Pero Kripke avanza también una tesis similar
sobre los nombres comunes que se refieren a "géneros naturales" como carbón u oro. Esos términos
funcionan igualmente como designadores rígidos, seleccionando objetos particulares sin tener en
cuenta las propiedades que usamos para identificarlos, y de este modo carecen también de sentidos y
poseen sólo referentes. El argumento a favor de esta tesis es muy similar al de los nombres propios.
Puesto que es posible que el objeto en cuestión podría no tener la propiedad que asociamos con el
nombre (p.ej. el oro podría no ser amarillo en algún mundo posible), la propiedad no puede
determinar la referencia. Puede ser sólo una muletilla usada en este mundo para transmitir la
referencia a alguna otra persona pero, una vez que se fija la referencia, la propiedad ya no figura más
como parte del significado del nombre.

Una vez que ha rechazado el punto de vista de que ni los nombres propios ni los comunes están
asociados con propiedades que sirvan para seleccionar sus referentes, Kripke ofrece una concepción
diferente de cómo esos nombres están ligados con sus referentes. Ha avanzado lo que se llama una
teoría causal de los nombres. La idea es que los nombres están ligados a sus referentes por una
cadena causal. Por ejemplo, en una ceremonia de bautismo podría asignarse un nombre a una
persona. Todo uso ulterior de ese nombre para esa persona retrotrae al nombrar original.
Similarmente, cuando alguien encuentra por primera vez una instancia de un género natural como un
trozo de oro, esa persona podría asignar el nombre "oro" a ese género. El uso ulterior del nombre
para substancias de ese género estará ligado a él mediante esa cadena causal.

Esos intentos de explicar lo que se quiere decir mediante las oraciones modales invita a plantear una
pregunta sobre cómo reconocer objetos en mundos posibles. ¿Cómo determinar qué entidad es en
otro mundo posible Reagan o un trozo de oro? Kaplan llamó a esto el problema de la identidad
transmundana. Kripke responde que el mero planteamiento de esta pregunta representa un error
fundamental. Los mundos posibles no son cosas que identifiquemos en primer lugar y después
determinemos cómo se corresponden sus habitantes con los del mundo actual. Los mundos posibles
TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA. TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

se estipulan, no se descubren. Estipulamos qué individuos existen en el mundo posible y qué


propiedades tienen. Por consiguiente, jamás necesitamos plantear cuestiones acerca de qué individuo
corresponde a un individuo de nuestro mundo. Comenzando por Reagan, decidimos si existe o no en
el mundo posible que estamos contemplando y si existe, entonces le atribuimos todas sus
propiedades esenciales (que son típicamente diferentes de aquellas que usamos para identificar a
Reagan) y cualesquiera otras propiedades que consideramos que tiene en el mundo posible.

Aunque este enfoque evita el problema de especificar las relaciones de identidad transmundana,
provoca otra objeción concerniente a las propiedades esenciales que tienen que atribuirse a cualquier
individuo en un mundo en el que el individuo existe. El punto de vista de que algunas de las
propiedades de una entidad le son esenciales de modo que, si careciese de esas propiedades, no seria
la misma entidad se conoce como esencialismo. Para identificar esas propiedades, Kripke y Putnam
se basan de manera importante en sus intuiciones sobre lo que hace que un objeto sea el objeto que
es. En el caso de los seres humanos, Kripke considera que su origen constituye su propiedad
esencial. Así, aunque Reagan hubiera sido un luchador de sumo.. no podría haber nacido de padres
diferentes. En el caso de los elementos químicos, como el oro y el agua, Putnam mantiene que lo
esencial es su composición molecular. Así el agua es H20 en cualquier mundo en el que exista
aunque podría diferir de nuestra agua por lo que respecta a otras propiedades. Es difícil ver cómo los
argumentos pueden establecer lo que es esencial para que algo sea la entidad o el género de entidad
que es de hecho. El hecho de que los juicios sobre lo que es esencial no parezcan descansar sobre
nada más que las intuiciones de algunos hablantes es una razón por la que algunos filósofos han
considerado como problemática toda la tarea de evaluar las afirmaciones modales. El argumento de
interpretar los nombres como designadores rígidos, sin propiedades o sentido alguno pegados a ellos,
dependen entonces fuertemente de esos argumentos , modales. Así, si se rechazan los contextos
modales y el esencialismo, como hace Quine, entonces uno puede estar perfectamente de acuerdo en
asociar nombres con descripciones o incluso con eliminar completamente los nombres, como Quine
propone.

7. Conclusión.

Diferentes filósofos han desarrollado de modo efectivo una gran variedad de análisis diferentes y en
competición del significado lingüístico desde el pasado siglo. Mi discusión ha seguido el orden
histórico en el que esas ideas fueron avanzadas. En muchos casos se propusieron análisis
TEMA 4. SENTIDO Y REFERENCIA. TEORÍAS DEL SIGNIFICADO

subsiguientes para solucionar problemas, o problemas que se percibían por vez primera, en los
análisis anteriores. Esto no significa que los últimos análisis sean superiores y que las primeras
posiciones tengan meramente un interés histórico. Muchos filósofos aún apoyan las posiciones
primitivas y han intentado superar objeciones que se les han hecho a ellas. Por tanto, cada
explicación del significado lingüístico debería evaluarse por su adecuación y no descartarse porque
otros puntos de vista se hayan puesto de moda.

8. Bibliografía.

Acero, Bustos y Quesada. Introducción a la filosofía del lenguaje . Cátedra. Madrid, 1982.

Bechtel. Filosofía de la mente. Tecnos. Madrid, 1991.

Dancy, Jonathan. Introducción a la epistemología contemporánea. Tecnos. Madrid, 1993.

Hierro Pescador, 1. Principios de filosofía del Lenguaje. Alianza. Madrid, 1989.

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