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PROLEGOMENOS A TODA
METAFISICA DEL PORVENIR
OBSERVACIONES SOBRE EL
SENTIMIENTO DE LO BELLO
Y LO SUBLIME
CRITICA DEL JUICIO*
ESTUDIO INTRODUCTIVO Y
ANÁLISIS DE LAS OBRAS
POR
FRANCISCO LARROYO
Quinta edición
EDITORIAL PORRÚA, S. A.
AV. REPÚBLICA ARGENTINA, 15
MÉXICO, 1991
Primeras ediciones en español:
Prolegómenos a toda metafísica del porvenir, Madrid, 19 12
Obstinaciones sobre el sejitirniento de lo bello y lo sublime, Madrid, 191»2
Críticq del Juicio , Madrid, 1914
Primera edición en la Colección “ Sepan cu an tos...” , 1973
Títulos originales:
Prolegómeno zu einer jeden künftigen Metaphysik} die ais Wissenschaft wird
auftrelen kónnen, Riga, J 783
Beobachtungen über das Gefühl des Schónen und Erhabenen) Riga, 1764
Kritik der Urteilskvift, Berlín, 1790
Copyright © 1991
Derechos reservados
ISBN 968-432-616-5
IM P R E S O EN M E X IC O
P R IN T E D IN M E X IC O
SEGUNDO LIBRO
ANALITICA DE LO SUBLIME
hay ningún máximo (pues la fuerza serva, que es que no hay que acer
de los números va al infinito); pero carse mucho ni tampoco alejarse mu
para la apreciación estética de las cho de las pirámides para experi
magnitudes hay, en cambio, un má mentar toda la emoción de su mag
ximo, y de éste digo que cuando es nitud, pues en este último caso, las
juzgado como una medida absoluta partes aprehendidas (las piedras,
por encima de la cual no es posible unas sobre otras) son representadas
ninguna subjetiva mayor (para el oscuramente, y su representación no
sujeto que ju zga), entonces lleva hace efecto alguno en el juicio esté
consigo la idea de lo sublime y de tico del sujeto. Pero en el primer
termina aquella emoción que nin caso, la vista necesita algún tiempo
guna apreciación matemática de las para terminar la aprehensión de los
magnitudes por medio de números planos desde la base a la punta, y
(a no ser que aquella medida fun entonces apáganse siempre, en par
damental sea conservada allí vivien le, los primeros, antes de que la ima
te en la imaginación) puede produ ginación haya recibido los últimos, y
cir, porque esta última expone siem la comprensión no es nunca comple
pre solamente las magnitudes rela ta. Lo mismo puede bastar también
tivas por comparación con otras de para explicar el estupor o especie
la misma clase, y aquella primera de perplejidad que, según cuentan,
expone las magnitudes -absolutamen se apodera del espectador, a su pri
te en cuanto el espíritu puede apre mera entrada en la iglesia de San
henderlas en una intuición. Pedro, en Roma. Pues aquí es un
Para recibir intuitivamente en la sentimiento de la disconformidad de
imaginación un quantum, a fin de su imaginación con la idea de un
poder usarlo como medida o como todo, para exponerla en donde la
unidad para la apreciación de mag imaginación alcanza su máximo, y,
nitudes, por medio de números, se en el esfuerzo para ensancharlo, re
requieren dos actividades de aquella cae sobre sí misma, y, mediante todo
facultad: aprehensión (apprehensio) eso, se sume en una emocionante sa
y comprensión (comprehensio oes- tisfacción.
thetica). Con la aprehensión no tie No quiero aún adelantar nada so
ne ella nada que temer, pues con bre el fundamento de esa satisfac
ella puede ir al infinito; pero la ción, el cual está unido con una re
comprensión se hace tanto más di presentación de la que menos se po
fícil cuanto más lejos retrocede la día esperar eso y que nos hace notar
aprehensión, y pronto llega a su má la disconformidad, y consiguiente
ximo, a saber, a la mayor medida mente también la objetiva falta de
estética de la apreciación de los finalidad de la representación para
grandores, pues cuando la aprehen el juicio en la apreciación de las
sión ha llegado tan lejos que las re magnitudes: me limito a observar
presentaciones parciales de la intui que si el juicio estético ha de darse
ción sensible, primeramente aprehen puro (sin mezcla de juicios Ideoló
didas, empiezan ya a apagarse en la gicos, como juicios de razón), y con
imaginación, retrocediendo ésta para él un ejemplo totalmente adecuado
aprehender algunas de ellas, enton a la Crítica del Juicio estético, hay
ces pierde por un lado lo que por que mostrar lo sublime, no en los
otro gana y hay en la comprensión . productos del arte (verbigracia, edi
un máximo del cual no puede pasar. ficios, columnas, etc.), donde un fin
Puede explicarse así lo que Sava- humano determina, tanto la forma
ry,1 en sus noticias sobre Egipto, ob
licía con Napoleón I y acompañó a
1 Savary, duque de Rovigo, el famo éste en la expedición de Egipto. (N.
so general que fue ministro de la Po- del T.)
CRÍTICA DEL JU IC IO 243
magnitudes dadas, incluso en aque tido teórico para la facultad del co
llas que, aunque no puedan nunca nocimiento, pero sí como ensancha
ser totalmente aprehendidas, son, miento del espíritu que se siente ca
sin embargo (en la representación paz de saltar las barreras de la sen
sensible), juzgadas como totalmen sibilidad en otro sentido (el prác
te dadas, exige totalidad, y, por tan tico) .
to, comprensión en una intuición, Sublime es, pues, la naturaleza en
pide! una exposición para todos aque aquellos de sus fenómenos cuya in
llos !miembros de una serie de nú tuición lleva consigo la idea de su
meros en progresión creciente, e in infinitud. Esto último, ahora bien,
cluso no exceptúa de esa exigencia no puede ocurrir más que mediante
lo infinito (espacio y tiempo pasa la inadecuación incluso del mayor es
do) , sino que hasta hace inevitable fuerzo de nuestra imaginación para
el pensarlo (en el juicio de la razón la apreciación de la magnitud de un
común) como totalmente (según su objeto. Ahora bien: para la aprecia
totalidad) dado. ción matemática de las magnitudes,
Lo infinito, empero, es absoluta la imaginación está adecuada con
mente (no sólo comparativamente) todo objeto para darles una medida
grande. Comparado con él, todo lo suficiente, porque los conceptos de
otro (magnitudes de la misma espe número del entendimiento pueden
cie) es pequeño. Pero (y esto es lo adecuar, por progresión, toda me
más importante) el poder solamente dida a toda magnitud dada. Tiene;
pensarlo como un todo denota una pues, que ser en la apreciación es
facultad del espíritu que supera toda tética de las magnitudes en donde
medida de los sentidos, pues para el esfuerzo para la comprensión su
ello sería necesaria una compren pere a la facultad de la imagina
sión que ofreciera como unidad una ción, en donde se sienta la aprehen
medida que estuviera con el infini sión progresiva, para concebir en
to en una relación determinada in- un todo de la intuición y se perciba
dicable en números, lo cual es impo al mismo tiempo, además, la inade
sible. Pero, sin embargo, para poder cuación de esa facultad sin límites
sólo pensar el infinito dado sin con en el progresar, para aprehender una
tradicción, se exige en el espíritu medida fundamental que sirva, con
humano una facultad que sea ella el menor empleo del entendimiento,
misma suprasensible, pues sólo me a la apreciación de las magnitudes
diante ella y su idea de un noúme y para aplicarla a la apreciación de
no, que no consiente intuición algu las mismas. Ahora bien: la medida
na, pero que es puesto como sus fundamental propiamente inmutable
trato para la intuición del mundo de la naturaleza es el todo absoluto
como fenómeno, es totalmente com de la' misma, el cual, en ella, como
prendido lo infinito del mundo sen fenómeno, es una infinidad com
sible bajo un concepto, en la pura prendida. Pero como esa medida fun
intelectual apreciación de las mag damental es un concepto contradic
nitudes, aunque en la matemática, torio err-sf mismo (a causa de-la im
mediante conceptos de números, no posibilidad de la absoluta totalidad
pueda jamás ser totalmente pensado. de un progreso sin fin, aquella mag
Hasta la facultad de poder pensar nitud de un objeto natural, en la
como dado el infinito de la intuición cual la imaginación emplea toda su
suprasensible (en su sustrato inteli facultad infructuosamente, tiene que
gible) supera toda medida de la sen conducir el concepto de la natura
sibilidad, y es grande por encima leza a un sustrato suprasensible (que
de toda comparación, incluso con está a su base y también a la de
la facultad de la apreciación mate nuestra facultad de pensar), que es
mática; no, desde luego, en el sen grande por encima de toda medida
CRÍTICA DEL JU IC IO 245
ción con ella como una lev. Así, dida de la sensibilidad es inadecua
[mes, el sentimiento de lo sublime en
a naturaleza es de respeto hacia
da a las ideas de la razón.
El espíritu se siente movido en la
nuestra propia determinación, pero representación de lo sublime en la
que nosotros referimos a un objeto naturaleza, estando en contempla
de la, naturaleza, mediante una cier ción reposada en el juicio estético
ta subrepción "(confusión de un res sobre lo bello de la misma. Ese mo
peto hacia el objeto, en lugar de la vimiento puede (sobre todo, en su
idea de la humanidad en nuestro principio) ser comparado con una
sujeto): ese objeto nos hace, en cier conmoción, es decir, un movimiento
to modo, intuible la superioridad de alternativo, rápido, de atracción y
la determinación razonable de nues repulsión de un mismo objeto.
tras facultades de conocer sobre la Lo trascendente para la imagina
mayor facultad de la sensibilidad. ción (hacia lo cual ésta es empuja
El sentimiento de lo sublime es, da en la aprehensión de la intui
pues, un sentimiento de dolor que ción) es para ella, por decirlo así,
nace de la inadecuación de la imagi un abismo donde teme perderse a
nación, en la apreciación estética de sí misma, pero para la idea de lo su
las magnitudes, con la apreciación prasensible en la razón, el producir
semejante esfuerzo de la imaginación
mediante la razón; y es, al mismo
tiempo, un placer despertado, por la no es trascendente sino conforme a
su ley; por lo tanto, es atractivo jus
concordancia que tiene justamente tamente en la medida en que es re
ese juicio de inadecuación de la ma pulsivo para la mera sensibilidad.
yor facultad sensible con ideas de la El juicio mismo, sin embargo, sigue
razón, en cuanto el esfuerzo hacia aquí siempre siendo estético, porque
éstas es para nosotros una ley; es, a sin tener a su base concepto alguno
saber, para nosotros, ley (de la ra determinado del objeto, representa
zón), y entra en nuestra determina solamente el juego subjetivo de las
ción el apreciar como pequeño, en facultades del espíritu (imaginación
comparación con las ideas de la ra y razón), incluso como armónico en
zón, todo lo que la naturaleza, como su contraste, pues así como la ima
objeto sensible, encierra para nos ginación y el entendimiento, en lo
otros de grande, lo que en nosotros bello, mediante su unanimidad, de
excita el sentimiento de esa deter igual modo, aquí, la imaginación y
minación suprasensible concuerda la razón, mediante su oposición, pro
con aquella ley. Ahora bien: el ma ducen una finalidad subjetiva de las
yor esfuerzo de la imaginación en la facultades del espíritu, esto es, un
exposición de la unidad para la apre sentimiento de que tenemos una ra
ciación de la magnitud es una refe zón pura, independiente, o una fa
rencia a algo absolutamente grande, cultad de apreciación de las magni
consiguientemente una referencia a tudes, cuya ventaja no puede hacer
la ley de la razón de admitir sólo se intuible más que por ía insuft;
eso como medida suprema de las ciencia de la facultad misma, que eri\
magnitudes. Así, pues, la percepción la exposición de las magnitudes (de
de la inadecuación de toda medida objetos sensibles) es ilimitada.
sensible con la apreciación por ra Medir un espacio (como aprehen
zón de las magnitudes es una con sión) es al mismo tiempo descubrir
cordancia con leyes de la misma y lo, y, por tanto, es un movimiento
un dolor que excita en nosotros el objetivo en la imaginación y una
sentimiento de nuestra determina progresión (progressus); la compren
ción suprasensible, según la cual es sión de la pluralidad en la unidad,
conforme a fin, y, por lo tanto, es no del pensamiento, sino de la in
un placer el encontrar que toda me tuición, por tanto, de lo sucesiva
CRÍTICA DEL JU IC IO 247
en la naturaleza no podemos tan fá jeros, o para poder dar de ellos al
cilmente lisonjearnos de penetrar en guna vez una descripción patética?
los demás, pues parece que es nece Pero su intención era la instrucción
saria una mucho mayor cultura, no de los hombres, y aquel hombre emi
sólo del Juicio estético, sino también nente tuvo y dio además a los lec
de las facultades de conocimiento tores de sus viajes una sensación que
que están a la base de ésta para po eleva las almas.
der enunciar un juicio sobre la exce Pero porque el juicio sobre lo su
lencia de los objetos de la natura blime de la naturaleza requiera cul
leza. tura (más que el juicio sobre lo be
l a disposición del espíritu para llo) , no por eso es justamente pro
el sentimiento de lo sublime exige ducido originariamente por la cultu
una receptividad del mismo para ra e introducido algo así como con
ideas, pues justamente en la inade vencionalmente en la sociedad, sino
cuación de la naturaleza con estas que tiene sus bases en la naturaleza
últimas, y, por tanto, sólo bajo la humana y en aquello justamente
suposición de las mismas y de una que, además del entendimiento sano,
tensión de la imaginación para tra se puede al mismo tiempo exigir y
tar la naturaleza como un esquema reclamar de cada cual, a saber, la
de ellas, se da lo atemorizante para disposición para el sentimiento de
la sensibilidad, lo cual,' al mismo ideas (prácticas), es decir, la moral.
tiempo, es atractivo, porque es una En esto se funda ahora la necesi
violencia que la razón ejerce sobre dad de la concordancia del juicio de
aquélla sólo para extenderla adecua otros sobre lo sublime con el nues
damente a su propia esfera (la prác tro, lo cual atribuimos al mismo
tica) y dejarle ver más allá en lo in tiempo a éste, pues así como tacha
finito, que para aquélla es un abis mos de falto de gusto a aquel que
mo. En realidad, sin desarrollo. de en el juicio de un objeto de la na
ideas morales, lo que nosotros, pre turaleza encontrado bello por nos
parados por la cultura, llamamos su otros se muestra indiferente, de igual
blime, aparecerá al hombre rudo modo decimos del que permanece in
sólo como atemorizante. Él verá en móvil ante lo que nosotros juzga
las demostraciones de poder de la mos como sublime que no tiene sen
naturaleza, en su destrucción y en timiento alguno. Pero ambas cosas
la gran medida de la fuerza de ésta l^s exigimos a cada hombre y las
frente a la cual la suya desaparece suponemos en él si tiene alguna cul
en la nada, sólo la pena, el peligro, tura: sólo con la diferencia que la
la congoja que rodearían al hombre primera, como en ella el Juicio re
que fuera lanzado allí. Así, aquel fiere la imagen sólo al entendimien
bueno y por lo demás inteligente al to como facultad de los conceptos,
deano sabovano llamaba, sin más la exigimos, sin más, a cada cual;
reflexión, locos (según cuenta el Sr. pero la segunda, como en ella el
de Saussure)3 a todos los aficiona Juicio refiere la imaginación a la ra
dos a la nieve de las montañas. Y zón como facultad de las ideas, la
¿quién sabe si quizá no hubiera te exigimos sólo bajo una suposición
nido razón, de haber arrostrado subjetiva (que. sin embargo, nos
aquel observador los peligros a que creémos autorizados a exigir de cada
se expuso sólo por afición, como cual), a saber, la del sentimiento
suelen hacer la mayoría de los via moral en el hombre, y por esto atri
buimos, a su vez, necesidad a ese
juicio estético.
3 Sabio ginebrino, geólogo y geógra
fo. Dícese que fue el primero en reali Esta modalidad de los juicios es
zar la ascensión del Mont-Blanc. (N. téticos, a saber, la necesidad que
del T.) les es atribuida, constituye un mo-
252 M ANUEL KANT
ellos influya en nuestro juicio esté bre en nosotros una insondable pro
tico (entonces ya no puro), aunque fundidad de esa facultad suprasen
es, desde luego, una condición nece sible con sus consecuencias, que se
saria también de la satisfacción es extienden adonde ya no alcanza la
tética el que no les contradigan. La vista), resulta que la satisfacción,
finalidad estética es la conformidad considerada en la parte estética (en
a la ley del Juicio en su libertad. La relación con la sensibilidad), es ne
satisfacción en el objeto depende de gativa, es decir, contra ese interés,
la relación en que queremos poner pero en la intelectual es positiva y
la imaginación, con tal de que por unida con un interés. De aquí se de
sí misma entreténga el espíritu en duce que el bien (el bien moral)
libre ocupación. En cambio, cuando intelectual, conforme en sí mismo a
es otra cosa, sensación de los senti fin, debe representarse, no tanto
dos o concepto del entendimiento, como bello, sino más bien como su
lo que determina el juicio, éste, si blime, de suerte que despierta más
bien es conforme a la ley, no es, sin el sentimiento del respeto (que des
embargo, el juicio de una libre fa precia el encanto) que el del atpor
cultad del Juicio. y la íntima inclinación porque la na
Así, pues, cuando se hable de be turaleza humana concuerda con
lleza o sublimidad intelectual: pri aquel bien, no por sí misma, sino
meramente, estas expresiones no son sólo por la violencia que la razón
del todo exactas, porque hay modos hace a la sensibilidad. Recíproca
de representación* estéticos que si mente, lo que llamamos sublime en
fuéramos meramente inteligencias la naturaleza, fuera de nosotros, o
puras (o nos pusiéramos también, también en la interior (verbigracia,
por el pensamiento, en esa cuali ciertas emociones), se representa
dad) , no podrían encontrarse de como una fuerza del espíritu para
ningún modo en nosotros; segunda- elevarse por encima de ciertos obs
mente, aunque antes, como objetos táculos de la sensibilidad por medio
de una satisfacción intelectual (mo de principios morales,4 y por ello
ral), pueden, desde luego, enlazarse vendrá a ser interesante.
con la satisfacción estética, en tanto En esto último voy a detenerme
en cuanto no descansan en interés un poco. La idea del bien con emo
alguno, sin embargo, es difícil unir ción se llama entusiasmo. Este es
las, por otra parte, con ella, porque tado de espíritu parece ser de tal
deben producir un interés, lo cual, manera sublime, que se opina gene
si la exposición ha de concordar en ralmente que sin él no se puede rea
el juicio estético con la satisfacción, lizar nada grande. Ahora bien: toda
no ocurriría en éste más que me emoción5 es ciega, o en la elección
diante un interés sensible que se en
laza con él en la exposición, pero 4 En las tres ediciones dice «huma
entonces se daña y se impurifica la nos»; pero desde Hartenstein, todos
finalidad intelectual. los editores escriben «morales». Adop
El objeto de una satisfacción inte to esta versión, aunque la de «huma
nos» podía adelantar muchas y buenas
lectual pura e incondicionada es la razones en su favor. (N. del T.)
ley moral, en su fuerza, que ella 5 Las emociones se distinguen espe
ejerce en nosotros por encima de to cíficamente de las pasiones. Aquéllas
dos y cada uno de los móviles del se refieren sólo al sentimiento: éstas
espíritu que la preceden; y como esa pertenecen a la facultad de desear, y
fuerza no se da propiamente a co son inclinaciones que dificultan o im
nocer estéticamente más que por me posibilitan toda determinabilidad de la
voluntad mediante principios; aquéllas
dio de sacrificios (lo cual es una son tormentosas y sin premeditación:
privación, aunque en favor de la in éstas, perseverantes y reflexivas. Así,
terior libertad, y, en cambio, descu la indignación, como cólera, es una
256 M A NU EL KANT
sos del espíritu enlázanse con ideas supresión de sus barreras; y esa abs
religiosas, bajo el nombre de edifi tracción es, pues, una exposición de
cación, o con ideas que tienen un lo infinito, que por eso mismo, cier
interés social, como sólo pertene tamente, no puede ser nunca más
cientes a la cultura, y no pueden que una exposición meramente nega
tampoco, por muy gran tensión en tiva, pero que, sin embargo, ensan
que pongan la imaginación, preten cha el alma. Quizá no haya en el li
der al honor de una exposición su bro de la ley de los judíos ningún
blime, si no dejan tras sí una dis pasaje más sublime que el manda
posición de espíritu que, aunque sólo miento: «No debes hacerte ninguna
indirectamente, tenga influjo en la imagen tallada ni alegoría alguna, ni
conciencia del propio vigor y de la de lo que hay en el cielo, ni de lo
decisión para lo que lleva consigo que hay en la tierra, ni de lo que
pura intelectual finalidad (para lo hay debajo de la tie r r a ..., etcéte
suprasensible), pues si no, todos r a . . . 6 Ese solo mandamiento pue
esos sentimientos pertenecerán al de explicar el entusiasmo que el
movimiento, el cual se estima a cau pueblo judío, en su período civiliza
sa de la salud. La agradable laxitud, do, sintió por su religión, cuando se
que es la consecuencia de semejante comparó con otros pueblos o con
excitación mediante el juego de las aquel orgullo que inspira el maho
emociones, es un goce del bienestar, metismo. Lo mismo, exactamente,
nacido del equilibrio, restablecido ocurre con la representación de la
en nosotros, de las diversas fuerzas ley moral y de la capacidad de mo
de la vida, el cual, al cabo, viene a ralidad en nosotros. Es una preocu
parar a lo mismo que aquel otro que pación totalmente falsa la de que,
los voluptuosos del Oriente encuen si se la privase de todo lo que pue
tran tan deleitoso, al hacerse, por de recomendarla a los sentidos, ven
decirlo así, amasar el cuerpo y opri dría entonces a llevar consigo no
mir y plegar músculos y articulacio más que un consentimiento sin vicia
nes; sólo que allí el principio motor y frío y ninguna fuerza o sentimien
está, en gran parte, dentro de nos to motriz. Es exactamente lo con
otros, y aquí, en cambio, totalmente trario, pues allí donde los sentidos
fuera. Algunos creen haberse edifi no ven ya nada .más delante de sí,
cado por una predicación allí don y, sin embargo, permanece imborra
de, sin embargo, nada ha sido cons ble la idea de la moralidad, que no
truido (ningún sistema de buenas se pued.e desconocer, más bien sería
máximas), o haberse mejorado por necesario moderar el ímpetu de una
un drama, cuando sólo se sienten imaginación ilimitada, para no de
alegres de haber entretenido feliz jarla subir hasta el entusiasmo, que,
mente el fastidio. Así, pues, lo su por temor a la falta de fuerzas de
blime debe siempre tener relación esas ideas, buscar para ellas una ayu
con el modo de pensar, es decir, pro da en imágenes y en un pueril apa
porcionar en máximas a las ideas rato. Por eso también han permitido
intelectuales y de la razón una fuer gustosos los Gobiernos que se pro
za superior sobre la sensibilidad. vea ricamente la religión de ese úl
No hay que temer que el senti timo aditamento, y han tratado así
miento de lo sublime se pierda por de quitarle al súbdito el trabajo,
esta manera de exposición abstracta, pero al mismo tiempo la facultad
que, en lo que toca a lo sensible, es de ampliar las facultades de su alma
totalmente negativa, pues la imagi
nación, si bien, nada encuentra por 6 La cita está y se repite frecuente
encima de lo sensible, en donde se mente en la Biblia, Éxod., 20, 4; Deut.,
pueda mantener, se siente, sin em 4, 15, 20; Jos., 24, 14; Ps., 96, 7. (TV.
bargo, ilimitada, justamente por esa del T.)
258 M A N U E L KA N T
bargo, que la aprobación de otros ellos, que me es, por lo demás, agra
no porporciona prueba alguna vale dable, y me enaltezca, por encima,
dera para el juicio de la belleza, y con razón lo saludable de la tal co
que el heqho de que otros observen mida, contra todos esos fundamen
y vean por él, y lo que muchos cha tos permanezco sordo: pruebo el
yan visto de una misma manera, manjar con mi lengua y mi paladar
puede servir, es cierto, para el que y según ello (no según principios
crea haberlo visto de otro modo, de universales) enuncio mi juicio.
base probatoria suficiente en el jui En realidad, enúnciase el juicio
cio teórico, por lo tanto lógico, pero de gusto siempre totalmente como
que nunca lo que ha complacido a un juicio particular del objeto. El
otros puede servir de base probato entendimiento puede enunciar un
ria en el juicio estético. El juicio de juicio universal comparando los ob
otros, cuando nos es desfavorable, jetos, en punto a la satisfacción, con
puede, desde luego, con razón, ha el juicio de otros; v. gr.; todas las
cemos pensar, considerando el nues tulipas son bellas, pero entonces este
tro, pero no puede nunca convencer no es ningún juicio de gusto, sino
nos de la incorrección de éste. Así, un juicio lógico, que hace de la re
no hay base alguna empírica de lación de un objeto con el gusto el
prueba para forzar el juicio de gus predicado de las cosas de una deter
to de alguien. minada clase en general, pero sólo
Segundo: una-prueba a priori, se el juicio mediante el cual encuentro
gún reglas determinadas, puede me una única tulipa bella, es decir, en
nos aun determinar el juicio de la cuentro a mi satisfacción en ella
belleza. Cuando alguien me lee su universal validez, es el juicio de gus
poesía o me lleva a ver una obra to. Su característica consiste empe
dramática que, en conclusión, no ro en que, aunque sólo tenga vali
quiere convenir a mi gusto, por mu dez subjetiva, pretende, sin embar
cho que me cite a Batteux, o a Less- go, a extenderse a todos los sujetos,
ing, o a otros aun más antiguos y tal y como sólo podría ocurrir si fue
famosos críticos del gusto y presente ra un juicio objetivo apoyado en fun
las reglas por ellos establecidas como damentos de conocimiento y capaz
pruebas de que su poesía es bella, de ser impuesto por medio de una
aunque ciertos pasajes, que precisa prueba.
mente me desagradan, concuerden
perfectamente con las reglas de la § 34
belleza (tal como están allí dadas
y universalmente reconocidas) me No es posible principio alguno
tapo los oídos, me niego a oír fun objetivo del gusto
damentos y razones, y preferiré su
poner que aquellas reglas de los crí Por principio del gusto se enten
ticos son falsas, o, por lo menos, que dería un principio bajo cuya condi
no es este el caso de aplicarlas, antes ción se pudiera subsumir el concep
que dejar determinar mi juicio por to de un objeto y deducir, mediante
bases de prueba a priori. pues este una conclusión, que es bello. Pero
debe ser un juicio de gusto y no del es totalmente imposible, pues he de
entendimiento o de la razón. sentir el placer inmediatamente en
Parece que este sea uno de los la representación del mismo, y éste
principales motivos por los cuales no puede serme atribuido por medio
se ha dado precisamente el nombre de base de prueba alguna. A pesar
de gusto a ese Juicio estético, pues de que los críticos, como dice Hume,
por mucho que me enumere alguien pueden disputar más especiosamen
todos los ingredientes de un manjar te que los cocineros, tienen, sin em
v me haca notar, sobre cada uno de bargo, la misma suerte que éstos. El
CRÍTICA DEL JU IC IO 265
bre de sentido común (sensus com- Las máximas siguientes del enten
munis), de tal modo que por la pa dimiento común humano, si bien no
labra común —no sólo en nuestra pertenecen a este asunto como par
lengua, que aquí, realmente, encie tes de la crítica del gusto, pueden,
rra una doble significación, sino sin embargo, servir para aclarar sus
también en varias otras9— se en principips. Son las siguientes: 1-
tiende vulgare, lo que en todas par Pensar por sí mismos; 2- Pensar en
tes se encuentra, aquello cuya pose el lugar de cada otró; 3? Pensar
sión no constituye ni mérito ni ven siempre de acuerdo consigo mismo.
taja alguna. La primera es la máxima del modo
Pero por sensus communis ha de de pensar libre de prejuicios; la se
entenderse la idea de un sentido que gunda, del extensivo; la tercera, del
es común a todos, es decir, de un consecuente. La primera es. la máxi
Juicio que, en su reflexión, tiene en ma de una razón nunca pasiva. La
cuenta por el pensamiento (a prio- inclinación a lo contrario, por tan
ri) el modo de representación de los to, a la heteronomia de la razón, se
demás para atener su juicio, por de llama prejuicio, y el mayor de todos
cirlo así, a la razón total humana, consiste en representar la naturaleza
y, así, evitar la ilusión que, nacida como no sometida a las reglas que
de condiciones privadas subjetivas, el entendimiento, por su propia ley
fácilmente tomadas por objetivas, esencial, le pone a la base, es de
tendría una influencia perjudicial en cir, la superstición. La liberación de
el juicio. Ahora bien: esto se realiza la superstición llámase ilustración,10
comparando su juicio con otros jui porque aunque esa denominación se
cios no tanto reales, como más bien da también a la liberación de los
meramente posibles, y poniéndose prejuicios en general, la superstición
en el lugar de cualquier otro, ha puede, más que los otros (iti sensu
ciendo sólo abstracción de las limi eminenti) , ser llamada prejuicio,
taciones que dependen casualmente porque la ceguera en que la supers
de nuestro juicio propio, lo cual, a tición sume, y que impone incluso
su vez, se hace apartando lo más po como obligada, da a conocer la ne
sible lo que en el estado de repre cesidad de ser conducido por otros,
sentación es m ateriales decir, sen y, por tanto, más que nada, el esta
sación, y atendiendo tan sólo a las do de una razón pasiva.11 En lo que
características formales de la propia
representación o del propio estado 10 Pronto se ve que ilustración es
de representación. Ahora bien: qui cosa fácil in thesi, pero, in hypothesi,
zá parezca esa operación de la refle es larga y difícil de cumplir; porque
xión demasiado artificial para atri no permanecer pasivo con su razón,
buirla a la facultad que llamamos sino siempre ser legislador de sí mis
mo, es ciertamente cosa muy fácil para
sentido común, pero es que lo pa el hombre que sólo quiere adecuarse
rece así sólo cuando se la expresa a sus fines esenciales y no desea saber
en fórmulas abstractas; nada más lo que está por encima de su entendi
natural en sí que hacer abstracción miento. Pero como la tendencia hacia
de encanto y ae emoción cuando se esto, último no se puede casi impedir,
busca un juicio que deba servir de y como no faltarán otros que prome
regla universal. tan, con gran seguridad, poder satisfa
cer el deseo de saber, tiene que ser
muy difícil conservar o restablecer en
9 El vocablo usado en el texto ale el modo de pensar (sobre todo, en el
mán, «gemein», significa realmente «or público) lo meramente negativo (que
dinario», adjetivo que encierra en cas constituye propiamente la ilustración).
tellano la misma doble significación . 11 He traducido por ilustración la
que en alemán; sin embargo, no lo he palabra alemana «Aufklárung», famo
mos empleado aquí, por atender al uso sa en la historia de la cultura, y que.
y a la terminología latina. (N. del T.) se usa para designar lo que en Fran-
CRÍTICA DEL JU IC IO 271
toca a la segunda máxima del modo bra sentido para un efecto de la
de pensar, bien acostumbrados esta mera reflexión sobre el espíritu, pues
mos a llamar limitado (estrecho, lo entonces, por sentido se entiende el
contrario de amplio) a aquel cuyos sentimiento del placer. Podríase in
talentos no se aplican a ningún uso cluso definir el gusto, como facultad
considerable (sobre todo, intensivo). de juzgar aquello que hace univer
Pero aquí no se trata de la facultad salmente comunicable nuestro senti
del conocimiento, sino del modo de miento en una representación dada,
pensar, para hacer de éste un uso sin intervención de un concepto.
conforme a fin; por muy pequeños La capacidad de los hombres de
que sean la extensión y el grado comunicarse sus pensamientos, exige
adonde alcance el dote natural del una relación de la imaginación y del
hombre, muestra, sin embargo, un entendimiento para asociar a los
hombre, amplio modo de pensar, conceptos intuiciones, y a éstas, a su
cuando puede apartarse de las con vez, conceptos que se juntan en un
diciones privadas subjetivas del jui conocimiento; pero entonces la con
cio, dentro de las cuales tantos otros cordancia de ambas facultades del
están como encerrados, y reflexiona espíritu es conforme a ley, bajo la
sobre su propio juicio desde un pun presión de determinados conceptos.
to de vista universal (que no puede Sólo cuando la imaginación, en su
determinar más que poniéndose en el libertad, despierta el entendimiento,
punto de vista de los demás). La ter y éste, sin concepto, pone la imagi
cera máxima, a saber: la del modo nación en un juego regular, entonces
de pensar consecuente, es la más di se comunica la representación, no
fícil de alcanzar, y no puede alcan como pensamiento, sino como senti
zarse más que por la unión de las miento interior de un estado del es
dos primeras, y después de una fre píritu conforme a fin.
cuente aplicación de las mismas, con El gusto, pues, es la facultad de
vertido ya en destreza. Puede decir juzgar a priori la comunicabilidad
se: la primera de esas máximas es la de los sentimientos que están unidos
máxima del entendimiento; la segun con una representación dada (sin
da, del Juicio; la tercera, de la razón. intervención de un concepto).
Vuelvo a coger el hilo abandona
do por este episodio, y digo que el Si se pudiese admitir que la mer?
gusto puede ser llamado sensus com comunicabilidad de nuestro senti-
munis con más derecho que el en rríiento debe llevar consigo en sí ya
tendimiento sano, y que el Juicio es un interés para nosotros lo cual,
tético puede llevar el nombre de sen sin embargo, no hay derecho a con
tido común mejor que el intelec cluir de la propiedad de un juicio
tual,12 si se quiere emplear la pala meramente reflexionante, podríase
explicar entonces por qué el senti
da se llamó, en el siglo xvm, la phi- miento en el juicio de gusto es exi
losophie o les lumiéres, esa época que, gido a cada cual, por decirlo así,
efectivamente,^ se caracteriza, como como deber.
dice Kant, por haber sometido los pre
juicios del pasado, la tradición, las cos
tumbres, la historia..., e tc ..., a la
crítica de la razón; la época de Vol- § 41
taire, Rousseau, los enciclopedistas,
Lessing, Kant mismo. «Aufklarung» Del interés empírico en lo bello
significa propiamente aclaración o ilu
minación. (N. del T.)
12 Podría designarse el gusto por Que el juicio de gusto, mediante
sensus communis <esiheticusT y el en el cual algo se declara bello, no debe
tendimiento común humano por sensus tener interés alguno como fundamen
communis logicus. to de determinación, se ha expuesto
272 M ANUEL KANT
que aquello hubiera podido ser lento está hecho para una perfección
aprendido, y está, pues, en el cami siempre creciente y mayor del cono
no natural de la investigación y de cimiento y de la utilidad que de él
la reflexión, según reglas, y no se sale, y para la enseñanza de esos co
distingue específicamente de lo que nocimientos a los demás, en eso con
con laboriosidad, y mediante la imi siste su gran superioridad sobre los
tación, puede ser adquirido. Así, que merecen el honor de ser llama
puede aprenderse todo lo que New- dos genios, porque para éstos hay un
ton ha expuesto en su obra inmortal momento en que el arte se detiene
de los Principios de la filosofía de al recibir un límite por encima del
la naturaleza, por muy grande que cual no se puede pasar, límite quizá
fuera la cabeza requerida para en desde hace tiempo ya alcanzado y
contrarlos; pero no se puede apren que no puede ser ensanchado; ade
der a hacer poesías con ingenio, por más, una habilidad semejante no
muy detallados que sean todos los puede comunicarse, sino que ha de
preceptos de la poética y excelentes ser concedida por la mano de la na
los modelos de la misma. La causa turaleza inmediatamente a cada cual,
es que Newton podría presentar, no muriendo, pues, con él, hasta que la
sólo a sí mismo, sino a cualquier naturaleza, otra vez, dote de nuevo,
otro, en forma intuible y determina de igual modo, a otro que no nece
da en su sucesión, todos los pasos sita más que un ejemplo para hacer
que tuvo que dar desde los primeros que su talento, de que tiene cons
elementos de la geometría hasta los ciencia, produzca de la misma ma
mayores y más profundos descubri nera.
mientos; pero ni un Homero ni un Puesto que el dote natural debe
Wieland puede mostrar cómo se en dar la regla al arte (como arte be
cuentran y surgen en su cabeza sus llo), ¿de qué clase es, pues, esa re
ideas, ricas en fantasía, y al mismo gla? No puede recogerse en una
tiempo llenas de pensamiento, por fórmula y servir de precepto, pues
que él mismo no lo sabe, y, por tan entonces el juicio sobre lo bello se
to, no lo puede enseñar a ningún ría determinable según conceptos;
otro. En lo científico, pues, el más sino que la regla debe abstraerse del
gran inventor no se diferencia del hecho, es decir, del producto en el
laborioso imitador y del estudiante que otros pueden probar su propio
más que en el grado, y, en cambio, talento, sirviéndose de él como mo
se diferencia específicamente del que delo, no para copiarlo, sino para se
ha recibido por la naturaleza dotes guirlo. Es difícil explicar cómo esto
para el arte bello. No por eso, sin sea posible. Las ideas del artista des
embargo, hay aquí menosprecio al piertan ideas semejantes en su dis
guno hacia esos grandes hombres a cípulo, cuando la naturaleza lo ha
quienes la especie humana tiene tan provisto de una proporción seme
to que agradecer, frente a los favo jante de las facultades del espíritu.
recidos de la naturaleza, en conside Los modelos del arte bello son, por
ración de su talento para el arte, be tanto, los únicos medios de conauc-
llo. Precisamente en que aquel ta ción para traer el arte a la posteri
dad, cosa que no podría ocurrir por
za. Una cabeza es un hombre que, sin medio de meras descripciones (prin
ser por eso genio, tiene, sin embargo, cipalmente en la rama de las artes
capacidad suficiente para producir algo de la oratoria), y aun, en éstas, sólo
digno de aprecio. Un pincel (hemos las que están en lenguas viejas,
traducido loro) es un nombre donde
no hay más que la facultad mecánica muertas y conservadas hoy sólo
de repetir lo dicho o hecho por otros. como sabias, pueden llegar a ser clá
(N. del T.) sicas.
CRÍTICA DEL JU IC IO 281
arte bella, a menudo genio sin gus (el pendani) a una idea de la razón,
to; en otra, gusto sin geíiio. que es, al contrario, un concepto al
cual ninguna intuición (representa
ción de la imaginación) puede ser
§ 49 adecuada.
La imaginación (como facultad de
De las facultades del espíritu que conocer productiva) es muy pode
constituyen el genio rosa en la creación, por decirlo así,
de otra naturaleza, sacada de la ma
De ciertos productos de los cuales teria que la verdadera le da. Nos en
¿e espera que deban, en parte al me tretenemos con ella cuando la expe
nos, mostrarse como arte bello, dí- riencia se nos hace demasiado banal;
cese que no tienen espíritu,16 aunque transformamos esta última, cierto
en ellos, en lo que al gusto se refie que por medio siempre de leyes ana
re, no haya nada que vituperar. Una lógicas., pero también según princi
poesía puede estar muy bien y ser pios que están más arriba, en la ra
muy elegante, pero sin espíritu. Una zón (y que son para nosotros tan
historia es exacta y está ordenada, naturales como aquellos otros se
pero sin espíritu. Un discurso solem gún los cuales el entendimiento
ne es profundo y a la vez delicado, aprehende la naturaleza empírica).
pero sin espíritu. Algunas conversa Aquí sentimos nuestra libertad fren
ciones son entretenidas, pero sin. es te a la ley de asociación (que va
píritu. De una muchacha incluso se unida al uso empírico de aquella
dice: «Es bonita, habla bien, es ama facultad), de tal modo que, si bien
ble, pero sin espíritu.» ¿Qué es, por ella la naturaleza nos presta ma
pues, lo que aquí se entiende por es teria, nosotros la arreglamos para
píritu? otra cosa, a saber: para algo distin
Espíritu, en significación estética, to que supere a la naturaleza.
se dice del principio vivificante en Semejantes representaciones de la
el alma; pero aquello por medio de imaginación pueden llamarse ideas,
lo cual ese principio vivifica el alma, de un lado, porque tienden, al me
la materia que aplica a ello, es lo nos, a algo que está por'encima de
que pone las facultades del espíritu los límites de la experiencia, y así
con finalidad en movimiento, es de tratan de acercarse a una exposición
cir, en un fuego tal que se conserva de los conceptos de la razón (ideas
a sí mismo y fortalece las facultades intelectuales), lo cual les da la apa
para él. riencia de una realidad objetiva; ele
Ahora bien: afirmo que ese prin otro lado, y principalmente, porque
cipio no es otra cosa que la facul ningún concepto puede ser adecua
tad de la exposición de ideas estéti do a ellas como intuiciones internas.
cas, entendiendo por idea estética la El poeta se atreve a sensibilizar
representación de la imaginación que ideas de la razón de seres invisibles:
provoca a pensar mucho, sin que, sin el reino de los bienaventurados, el
embargo, pueda serle adecuado pen infierno, la eternidad, la creación,
samiento alguno, es decir, concepto e tc ... También aquello que cierta
alguno, y que, por lo tanto, ningún mente encuentra ejemplos en la ex
lenguaje expresa del todo ni puede periencia, v. gr., la muerte, Ja envi
hacer comprensible. Fácilmente se dia y todos los vicios, y también el
ve que esto es lo que corresponde amor, la gloria, etc., se atreve a ha
cerlo sensible en una totalidad de
16 Dice el texto alemán «Geist».
Kant se cuida, por lo demás, de dar que no hay ejemplo en la natura
más abajo una explicación del sentido leza, por encima de las barreras de
en que se debe tomar aquí esa palabra. la experiencia, mediante una imagi
(N. del T.) nación, que quiere igualar el juego
284 M ANUEL KANT
en un escenario para que se le ad que en las cosas del arte bello tiene
mire, cosa que siempre delata un pretensión a principios propios, per
mentecato. mitirá más bien que se dañe a la li
bertad y a la riqueza de la imagina
ción que no al entendimiento.
§ 50 Para el arte bello, pues, serían exi-
gibles imaginación, entendimiento,
De la unión del gusto con el genio espíritu y gusto.20
en productos del arte bello
Preguntar a qué se le da más va § 51
lor en las cosas del arte bello, si es
a que en ellas se muestre genio o se De la división de las bellas artes
muestre gusto, es como si pregunta
se si importa más la imaginación o
el juicio. Ahora bien: como un arte, Puede llamarse, en general, belleza
en consideración de lo primero, me (sea natural o artística) la expresión
rece más bien ser llamado arte in de ideas estéticas; sólo que en el arte
genioso, y en consideración a lo se bello, esa idea debe ser ocasionada
gundo, más bien arte bello, así, pues, por un concepto del objeto. En la
lo último, al menos como condición naturaleza bella, empero, la mera
indispensable (conditio sine qua reflexión sobre una intuición dada,
non), es lo principal, a lo cual se sin concepto de lo que el- objeto debe
ha de mirar en el juicio del arte ser, es suficiente para despertar y co
como arte bello. Para la belleza no municar la idea como cuya expresión
es tan necesaria la riqueza y la ori es aquel objeto considerado.
ginalidad de ideas como más bien Así, pues, si queremos dividir las
la adecuación de aquella imagina bellas artes, no podemos elegir, por
ción en la libertad, a la conformidad lo menos., como ensayo, ningún prin
a leyes del entendimiento, pues toda cipio más cómodo que la analogía
la riqueza de la primera no produce del arte con el modo de expresión
en su libertad, sin ley, nada más que que emplean los hombres en el ha
absurdos; el Juicio, en cambio, es la blar, para comunicarse unos con
facultad de acomodarlos al entendi otros tan perfectamente como sea po
miento. sible, es decir, no sólo sus conceptos,
El gusto es, como el Juicio en ge sino también sus sensaciones.21 Éste
neral, la disciplina (o reglamenta consiste en la palabra, el gesto y el
ción) del genio: si bien le corta mu sonido (articulación, gesticulación y
cho las alas y lo hace decente y pu .modulación). Sólo el enlace cíe estos
lido, en cambio, al mismo tiempo,
le da una dirección, indicándole por 20 Las tres primeras facultades reci
dónde y hasta dónde debe extender ben sólo con la cuarta su unificación.
se para permanecer conforme a un Hume, en su Historia, da a entender
fin, y ai introducir claridad y orden a los ingleses que, aunque en sus obras,
no son inferiores a ningún otro pueblo
en la multitud de pensamientos, del mundo por lo que se refiere a las
hace las ideas duraderas, capaces de muestras de las tres primeras cualida
un largo y, al mismo tiempo, uni des, consideradas separadamente, sin
versal aplauso, de provocar la con embargo, en la que unifica a las otras
tinuación de otros y una cultura en deben ir después de sus vecinos los
constante progreso. Así, pues, si en franceses.
la oposición de ambas cualidades, 21 El lector no juzgará este bosquejo
de una posible división de las bellas
dentro de un producto, hay que sa artes como teoría ya planteada. Es sólo
crificar algo, más bien debería ser uno de los ensayos de muchas clases
en la parte del genio, y el Juicio, que se pueden y se deben organizar.
288 M A NU EL KANT
pasajero, más interiormente; pero es, tisfacción que la mera reflexión so
desde luego, más goce que cultura bre una multitud semejante de sen
Xel juego de pensamiento, que ex saciones simultáneas o sucesivas en
cita en derredor, es meramente el laza con ese juego de las mismas
efecto de una, por decirlo así, me como condición, valedera para cada
cánica asociación), y tiene, juzgado cual, de su belleza, y ella sola es lo
por la razón, menos valor que cual que permite al gusto atribuirse un
quier otra de las bellas artes. De derecho de expresarse con anteriori
aquí que, como todo goce, reclame dad sobre el juicio de cada cual.
más frecuente cambio y no soporte Pero en el encanto y en el moví
la repetición varias veces sin produ miento del espíritu que la música
cir hastío. Su encanto, que se deja produce no tiene la matemática, se
comunicar tan universalmente, pare guramente, parte alguna: ella es tan
ce descansar en que cada expresión sólo la indispensable condición (cc n-
del lenguaje tiene en conexión con ditio sine qua non) de aquella pro
ella un sonido adecuado al sentido porción de las impresiones, en su
de la misma; en que ese sonido indi enlace, como en su cambio, median
ca, más o menos^, una -emoción del te la cual viene a ser posible cone
que habla, y, recíprocamente, tam xionarlas e impedir que se destin
bién la produce en el que oye, pues a n unas a otras, haciendo que con-
excita a su vez también la idea, que cuerden por medio de emociones
es expresada en el lenguaje con se consonantes con ella, para un movi
mejante sonido, y en que, siendo la miento continuado y una animación
modulación, por decirlo así, una len del espíritu, y así, para un agrada
gua universal comprensible para ble goce personal.
cada hombre, la música la emplea Si, en cambio, se aprecia el valor
por sí sola en toda su fuerza, a sa de las bellas artes según la cultura
ber, como lengua de las emociones, que provocan en el espíritu, y si se
y así comunica universalmente, se toma como medida la expansión de
gún la ley de la asociación, las ideas las facultades que deben venir a jun
estéticas, unidas naturalmente con tarse en el juicio para el conocimien
ella; pero como esas ideas estéticas to, entonces la música, entre las be
no son conceptos algunos ni pensa llas artes, ocupa el lugar inferior
mientos algunos determinados, la (así como entre las que apreciamos
forma de la conexión de esas sensa al mismo tiempo, según su agrado,
ciones (armonía y melodía) sola ocupa quizá el superior), en cuanto
mente, en lugar de la forma de una sólo juega con sensaciones. Así,
lengua, sirve, mediante una disposi pues, las artes de la forma la supe
ción proporcionada de las mismas ran de mucho en consideración a
(la cual puede ser matemáticamente esto, porque sumiendo la imagina
traída a reglas determinadas, porque ción en un juego libre, al par que,
en los sonidos descansa sobre la pro adecuado al entendimiento, tratan,
porción del número de vibraciones al mismo tiempo, un ^asunto, al rea
del aire en el mismo tiempo, en lizar un producto que sirve a los
cuanto los sonidos son unidos simul conceptos del entendimiento de ve
táneamente o sucesivamente), para hículo duradero y por sí mismo re
expresar la idea estética del todo co comendable, para favorecer la uni
nexo de una indecible abundancia ficación de los mismos con la sen
de pensamientos, en conformidad sibilidad v, por decirlo así, la urba
con un cierto tema que constituye nidad de las facultades superiores de
la emoción dominante en el trozo. conocer. Ambas clases de artes to
De esa forma matemática, aunque man un camino totalmente diferen
no representada en un concepto de te: la primera va de las sensaciones
terminado, depende solamente la sa á ideas indeterminadas; la segunda,
294 M ANUEL KANT
la cual los pulmones expelen el aire respeto hacia las ideas morales, que
en rápidos y sucesivos golpes, pro no es ningún deleite, sino una apre
duciendo para la salud un movi ciación de sí mismo (de la humani
miento provechoso, que es solamen dad en nosotros) que nos eleva por
te, y no lo que en el espíritu ocurre, encima de la necesidad de deleite, ni
la causa propia del deleite en un dañar tampoco siquiera al sentimien
pensamiento que, en el fondo, no to menos noble del gusto.
representa nada. Decía Voltaire que Algo que se compone de ambos
el cielo nos había dado dos cosas encuéntrase en la ingenuidad, que
como contrapeso a las muchas penas es la explosión de la sinceridad, pri
de la vida: la esperanza y el sueño.™ mitivamente natural a la humani
Hubiera podido añadir la risa, si es dad, contra la disimulación, tornada
tuvieran tan a mano los medios para en segunda naturaleza. Se ríe uno de
producirla en gentes razonables, y si la simplicidad, que no sabe aún di
no fueran la broma, o la originali simular, y, sin embargo, se regocija
dad del humor que se exigen para uno también de la simplicidad de la
ello, tan raras como frecuente es el naturaleza, que suprime aquí, de un
talento de imaginar cosas que des rasgo, aquella disimulación. Esperá
trozan la cabeza, como hacen los so base la costumbre diaria de la ma
ñadores místicos, vertiginosas, como nifestación artificial y que se preo
los genios, o que parten el cora cupa de la bella apariencia, y ved:
zónZ29 como los sensibles novelistas es la naturaleza sana e inocente que
(también los moralistas sentimenta no se esperaba encontrar, y que el
les). que la deja ver no pensaba tampoco
Se puede, pues, en mi opinión, descubrir. El que la bella, pero fal
conceder a Epicuro que todo placer, sa apariencia, a quien damos mucha
aunque sea ocasionado por concep importancia, generalmente, en nues
tos que despiertan ideas estéticas, es tro juicio se transforme aquí, súbita
animal, es decir, es sensación corpo mente, en nada; el que, por decirlo
ral, sin por eso dañar en lo más mí así, el astuto se descubra a nosotros
nimo al sentimiento espiritual del mismos, es cosa que produce un mo
vimiento del espíritu hacia dos di
28 He aquí los versos aludidos de recciones recíprocamente opuestas, y
Voltaire: que, al mismo tiempo, sacude el
Du Dicu qui nous créa, la clémence infinie, cuerpo sanamente. Pero que algo
Pour adoucir les maux de cette courte vie, que es infinitamente mejor que toda
A placé parmi nous deux étres bienfaisants.
De la terre á jamáis aimables habitantg, supuesta costumbre, la pureza del
Soutiens dans les travaux, trésora dans modo de pensar (al menos, la capa
[l’indigence:
L’un est le doux sommeil et l'autre l'espérance. cidad para ello), no está totalmente
(H enriade, Canto Vil.) (N. del T.) apagada en la naturaleza humana,
eso pone seriedad y alta estimación
29 Las tres expresiones tienen, en ale en ese juego del Juicio. Pero como
mán, una exterior correspondencia, im es un fenómeno que sólo se produce
posible de traducir: dice el texto kopf- por poco tiempo, y el velo ae la di
brechend, halsbrechend, herzbrechend,
que significa rompiendo la cabeza, rom simulación se corre pronto de nue
piendo el cuello, rompiendo el cora vo, mézclase, pues, con él una año
zón. Hubiera podido, hasta cierto pun ranza, un sentimiento de ternura,
to, conservar la primera y la última, que se deja muy bien enlazar como
pero no la segunda, que significa exac- juego a esa risa de buen corazón, y
- taménte lo que el francés-"^ casser le que, en realidad, se enlaza ordina
cou. En francés se dice también, de un riamente con ella, compensando al
hombre exageradamente audaz y teme
rario, que es un casse-cou. En ese sen mismo tiempo, a veces, en el que la
tido, parece el epíteto convenir al ge ocasiona, su confusión, por no estar
nio. (N. del T.) aún picardeado como los hombres.
298 M A NU EL KANT
Que un arte sea ingenuo, es, por lo todas las cosas son juzgadas de una
tanto, una contradicción; pero, re manera totalmente distinta de la or
presentar la ingenuidad en una per dinaria (incluso al revés), y, sin em
sona imaginada, es árte posible y bargo, conforme a ciertos principios
bello, aunque raro. Con la ingenui de la razón, en semejante disposi
dad no hay que confundir el candor ción de espíritu. El que está invo
de un corazón abierto, que no hace luntariamente sometido a tales cam
artificiosa la naturaleza sólo porque bios se llama caprichoso; 82 pero el
no conoce el arte de las relaciones que puede realizarlos voluntaria
sociales. mente y con finalidad (para una
Entre lo que está en estrecho pa viva exposición, mediante un con
rentesco con el deleite de la risa y traste provocador de risa) se llama
lo excita, y pertenece a la originali humorístico,83 y su discurso tam
dad del espíritu, pero no precisa bién. Este modo pertenece más bien
mente al talento para el arte bello, al arte agradable que al bello, por
puede contarse también el modo hu que el objeto de este último siempre
morístico.30 Humor,51 en el buen ha de mostrar en sí alguna dignidad,
sentido, significa el talento de poder y, por tanto, exige una cierta serie
ponerse voluntariamente en una cier dad en la exposición, así como el
ta disposición de espíritu, en la cual gusto en el juicio.
30 Die launige Manter, dice el texto. 32 Launisch, sometido al capricho, a
W. del T.) la fantasía. (N. del T.)
51 Laune, en alemán, significa capri 33 Launig, capaz de capricho, de hu
cho, fantasía... (N. del T.) mor, de fantasía. (N. del T.)