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MANUEL KANT

PROLEGOMENOS A TODA
METAFISICA DEL PORVENIR
OBSERVACIONES SOBRE EL
SENTIMIENTO DE LO BELLO
Y LO SUBLIME
CRITICA DEL JUICIO*

ESTUDIO INTRODUCTIVO Y
ANÁLISIS DE LAS OBRAS
POR

FRANCISCO LARROYO

Quinta edición

EDITORIAL PORRÚA, S. A.
AV. REPÚBLICA ARGENTINA, 15
MÉXICO, 1991
Primeras ediciones en español:
Prolegómenos a toda metafísica del porvenir, Madrid, 19 12
Obstinaciones sobre el sejitirniento de lo bello y lo sublime, Madrid, 191»2
Críticq del Juicio, Madrid, 1914
Primera edición en la Colección “Sepan cu a n to s...”, 1973

Títulos originales:
Prolegómeno zu einer jeden künftigen Metaphysik} die ais Wissenschaft wird
auftrelen kónnen, Riga, J783
Beobachtungen über das Gefühl des Schónen und Erhabenen) Riga, 1764
Kritik der Urteilskvift, Berlín, 1790

El estudio introductivo, análisis y características de esta edición son propiedad de


EDITORIAL PORRÜA, .S. A.
Av. República Argentina, 15, 06020 México, D. F.

Copyright © 1991

Queda hecho el depósito que marca la ley

Derechos reservados

ISBN 968-432-616-5

IMPRESO EN MEXICO
PRINTED IN MEXICO
PRIMERA PARTE DE LA CRÍTICA DEL JUICIO
CRÍTICA DEL JUICIO ESTÉTICO

PRIMERA SECCIÓN

ANALÍTICA DEL JUICIO ESTÉTICO

PRIMER LIBRO

ANALÍTICA DE LO BELLO

PRIMER MOMENTO

DEL JUICIO DE G USTO1 SEGÚN LA CUALIDAD

§ 1 mismo. El juicio de gusto no es,


pues, un juicio de conocimiento; por
El juicio de gusto es estético lo tanto, no es lógico, sino estético,
entendiendo por esto aquel cuya
Para decidir si algo es bello o no^ base determinante no puede ser más
referimos la representación, no me­ que subjetiva. Toda relación de las
diante el entendimiento al objeto representaciones, incluso la de las
para el conocimiento, sino, median­ sensaciones, puede, empero, ser ob­
te la imaginación (unida quizá cun jetiva (y ella significa entonces lo
el entendimiento), al sujeto y al sen­ real de una representación empíri­
timiento de placer o de dolor del ca) ; mas no la relación con el sen­
timiento de placer y dolor, median­
1 La definición del gusto que se te la cual nada es designado en el
pone aquí a la base es: la facultad de objeto, sino que en ella el sujeto
juzgar lo bello. Pero lo que se exija siente de qué modo es afectado por
para llamar bello un objeto debe des­
cubrirlo el análisis de los juicios del la representación.
gusto. Los momentos a los cuales ese Considerar con la facultad de co­
Juicio atiende en su reflexión los he nocer un edificio regular, conforme
buscado guiándome por las funciones a un fin (esa en una especie clara
lógicas de juzgar (pues en los juicios o confusa de representación), es
del gusto está encerrada siempre, a pe­ algo completamente distinto de tener
sar de todo, úna relación <}on el enten­ la conciencia de esa representación
dimiento), He tratado primero de los
de la cualidad, porque el juicio estético unida a la sensación de satisfacción.
sobre lo bello se refiere primeramente La representación, en este caso, es
a ella. totalmente referida al sujeto, más
209
210 MANUEL KANT

aún, al sentimiento de la vida del nes; puedo también, como Rousseau,


mismo, bajo el nombre de sentimien­ declamar contra la vanidad de los
to de placer o dolor; lo cual funda grandes, que malgastan el sudor del
una facultad totalmente particular pueblo en cosas tan superfluas; pue­
de discernir y de juzgar que no aña­ do. finalmente, convencerme fácil­
de nada al conocimiento, sino que mente de que si me encontrase en
se limita a poner la representación una isla desierta, sin esperanza de
dada én el sujeto, frente a la facul­ volver jamás con los hombres, y si
tad total de las representaciones, de pudiese, con mi sola voluntad, le­
la cual el espíritu tiene consciencia vantar mágicamente semejante mag­
en el sentimiento de su estado. Re­ nífico edificio, no me tomaría si­
presentaciones dadas en un juicio quiera ese trabajo, teniendo ya una
pueden ser empíricas (por lo tanto, cabaña que fuera para mí suficiente­
estéticas); pero el juicio que recae mente cómoda. Todo eso puede con­
por medio de ellas es lógico cuando cedérseme y a todo puede asentirse;
aquéllas, en el juicio, son referidas pero no se trata ahora de ello. Se
sólo al objeto. Pero, en cambio, aun­ quiere saber tan sólo si esa mera
que las representaciones dadas fue­ representación del objeto va acom­
ran racionales, si en un juicio son pañada en mí de satisfacción, por
solamente referidas al sujeto (a su muy indiferente que me sea lo que
sentimiento), este juicio es entonces toca a la existencia del objeto de
siempre estético. esa representación. Se ve fácilmente
que cuando digo que un objeto es
bello y muestro tener gusto, me re­
§ 2 fiero a lo que de esa representación
haga yo en mí mismo y no a aque­
La satisfacción que determina el llo en que dependo de la existencia
del objeto. Cada cual debe confesar
juicio de gusto es totalmente que el juicio sobre belleza en el que
desinteresada se mezcla el menor interés es muy
parcial y no es- un juicio puro de
Llámase interés a la satisfacción gusto. No hay que estar preocupado
que unimos con la representación de en lo más mínimo de la existencia
la existencia de un objeto. Semejan­ de la cosa, sino permanecer total­
te interés está, por tanto, siempre mente indiferente, tocante a ella,
en relación con la facultad de de­ para hacer el papel de juez en cosas
sear, sea como fundamento de deter­ del gusto.
minación de la misma, sea, ai me­ Pero esta proposición, que es de
nos, como necesariamente unida al una importancia capital, no pode­
fundamento de determinación de la mos dilucidarla mejor que oponien­
misma. Ahora bien, cuando se trata do a la pura satisfacción desintere­
de si algo es bello, no quiere saberse sada 2 en el juicio de gusto, aquella
si la existencia de la cosa importa otra que va unida con interés, sobre
o solamente puede importar algo a todo, si podemos estar seguros, al
nosotros o a algún otro, sino de
cómo la juzgamos en la mera con­ 2 Un juicio sobre un objeto de la
templación (intuición o reflexión). satisfacción puede ser totalmente des­
Si alguien me pregunta si encuen­ interesado, y, sin embargo, muy inte­
tro hermoso el palacio que tengo resante, es decir, no fundarse en inte­
ante mis ojos, puedo seguramente rés alguno, pero producir un interés;
contestar: «No me gustan las cosas así son todos los juicios morales puros.
que no están hechas más que para Pero los juicios de gusto no establecen,
en sí, tampoco interés alguno. Sólo en
mirarlas con la boca abierta», o bien la sociedad viene a ser interesante te­
como aquel iroqués, a quien nada en ner gusto, y de esto se mostrará el mo­
París gustaha tanto como los figo­ tivo en la continuación.
CRÍTICA DEL JUICIO 211

propio'tiempo, de que no hay más Cuando una determinación ^el


clases de interés que las que ahora sentimiento de placer o de dolor ¿s
vamos a citar. llamada sensación, significa esta
expresión algo muy distinto de cuan­
do llamo sensación a la representa­
§ 3 ción de una cosa (por los sentidos,
como una receptividad pertenecien­
La satisfacción en lo «agradable» te a la facultad de conocer), pues
está unida con interés en este último caso, la representa­
Agradable es aquello que place ción se refiere al objetes pero en el
a los sentidos en la sensación. Aquí primero, sólo al sujeto, sin servir a
preséntase ahora mismo la ocasión conocimiento alguno, ni siquiera a
de censurar y hacer notar una con­ aquel por el cual el sujeto se cono­
fusión muy ordinaria de la doble ce a sí mismo.
significación que la palabra sensa­ Pero entendemos en la definición
ción puede tener. Toda satisfacción anterior, bajo la palabra sensación,
(dícese, o piénsase) es ella misma una representación objetiva de los
sensación (de un placer). Por tan­ sentidos; y para no correr ya más el
to, todo lo que place, justamente en peligro de ser mal interpretado, va­
lo que place, es agradable (y según mos a dar el nombre, por lo demás,
los diferentes grados, o también re­ usual, de sentimiento a lo que tiene
laciones con otras sensaciones agra­ siempre que permanecer subjetivo
dables, es gracioso, amable, delec- y no puede de ninguna manera cons­
table, regocijante, e tc ...) . Pero si tituir una representación de un ob­
esto se admite, entonces las impre­ jeto. El color verde de los prados
siones de los sentidos, que determi­ pertenece a la sensación objetiva,
nan la inclinación, o los principios como percepción de un objeto del
de la razón, que determinan la vo­ sentido; el carácter agradable del
luntad, o las meras formas reflexio­ mismo, empero, pertenece a la sen­
nadas de la intuición, que determi­ sación subjetiva, mediante la cual
nan el Juicio, son totalmente idénti­ ningún objeto puede ser representa­
cos, en lo que se refiere ai efecto do, es decir, al sentimiento, median­
sobre el sentimiento del placer, pues te el cual el objeto es considerado
éste sería el agrado en la sensación como objeto de la satisfacción (que
del estado propio; y como, en últi­ no es conocimiento deí objeto).
mo término, todo el funcionamiento- . . Ahora bi$a,..que un juicio sobre
de nuestras facultadas, deüte venir a un objeto, en el cual éste es por mí
parar a lo práctico y unificarse allí declarado agradable, expresa un in­
como en su fin, no podríamos atri­ terés hacia el mismo, se colige cla­
buir a esas facultades otra aprecia­ ramente del deseo que aquel juicio,
ción de las cosas y de su valor que mediante la sensación, excita hacia
la que consiste en el placer que las objetos semejantes; la satisfacción,
cosas prometen. La manera cómo por tanto, presupone, no el mero
ellas lo consigan, no importa, al juicio sobre aquél, sino la relación
cabo, nada; y como sólo la elección de su existencia con mi estado, en
de los medios puede establecer aquí cuanto éste es afectado por semejan­
una diferencia, resulta que los hom­ te objeto. De aquí que se diga de lo
bres podrían acusárse recíprocamen­ agradable, no sólo que place, sino
te de locura o falta de entendimien­ que deleita. No es un mero aplauso
to, pero nupca de bajeza o malicia, lo que le dedico, sino que por él se
porque todds, cada uno según su despierta una inclinación; y a lo qué
modo de ver las cosas, corren hacia es agradable en modo vivísimo está
un mismo fin, que para cada uno es tan lejos de pertenecer un juicio so­
el. placer. bre la cualidad del objeto, que aque-
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líos que buscan como fin sólo el de ningún modo, trocarse uno por
goce (pues esta es la palabra con la otro. Lo agradable, que, como tal,
cual se expresa lo interior del delei­ representa el objeto solamente con
te) se dispensan gustosos de todo relación al sentido, tiene que ser co­
juicio. locado, mediante el concepto de un
fin, bajo principios de la razón, para
llamarle bueno como objeto de la
§ 4 voluntad. Pero si lo que deleita lo
La satisfacción en lo «bueno» llamo al mismo tiempo bueno, resul­
está unida con interés ta entonces una relación totalmente
distinta con la satisfacción; y es fá­
Bueno es lo que, por medio de cil verlo, porque en lo bueno viene
la razón y por el simple concepto, siempre la cuestión de saber si es
place. Llamamos a una especie de sólo mediata o inmediatamente bue­
bueno, bueno para algo (lo útil), no (útil o bueno en sí), y, en cam­
cuando place sólo como medio; a bio, en lo agradable no hay cuestión
otra clase, en cambio, bueno en sí, alguna sobre esto, puesto que la pa­
cuando place en sí mismo. En am­ labra significa siempre algo que pla­
bos está encerrado siempre el con­ ce inmediatamente (del mismo mo­
cepto de un fin, por lo tanto, la re­ do que ocurre también con lo que
lación de la razón con el querer (al llamo bello).
menos posible) y consiguientemen­ Aun en el hablar más ordinario
te, una satisfacción en la existencia distínguese lo agradable de lo bue­
de un objeto o de una acción, es no. De un manjar que excita el gus­
decir, un cierto interés. to con especias y otros ingredientes
Para encontrar que algo es bueno dícese, sin titubear, que es agrada­
tengo que saber siempre qué clase ble, confesando al mismo tiempo
de cosa deba ser el objeto, es decir, que no es bueno, porque si bien
tener un concepto del mismo; para inmediatamente deleita al gusto, en
encontrar en él belleza no tengo ne­ cambio, considerado mediatamente,
cesidad de eso. Flores, dibujos, le­ es decir, por medio de la razón, que
tras, rasgos que se cruzan, sin inten­ mira más allá a las consecuencias,
ción, lo que llamamos hojarasca, no disgusta. Puede notarse esta diferen­
significan nada, no dependen de nin­ cia aun en el juicio sobre la salud.
gún concepto, y, sin embargo, pla­ Ésta es inmediatamente agradable
cen. La satisfacción en lo bello tie­ para todo el que la posee (por lo
ne que depender de la reflexión so­ menos negativamente, es decir, como
bre un objeto, la cual conduce a ausencia de todo dolor corporal).
cualquier concepto (sin determinar Pero para decir que ella es buena,
cuál), y por esto se distingue tam­ hay que referirla además, mediante
bién de lo agradable, que descansa la razón, a fines, a saber: que ella
totalmente sobre la sensación. es un estado que nos hace estar dis­
Cierto es que lo agradable y lo puestos para todos nuestros asuntos.
bueno parecen, en muchos casos, ser En .lo que toca a la felicidad, cada
lo mismo. Diráse así comúnmente cual cree, sin embargo, finalmente,
que todo deleite (sobre todo, el du­ poder dar el nombre de verdadero
radero) es bueno en sí mismo, lo bien, más aun, del más elevado bien,
cual significa, próximamente, que lo a la mayor suma (en cantidad, como
agradable duradero y lo bueno son en duración) de agrados en la vida.
lo mismo. Pero puede notarse pron­ Pero también contra esto se alza la
to que esto es sólo una defectuosa razón. Agrado es goce. Si éste, pues,
confusión de palabras, porque los es sólo lo que importa, sería locura
conceptos característicos que depen­ ser escrupuloso en lo que toca a los
den de esas expresiones no pueden, medios que nos lo proporcionan, sea
CRÍTICA DEL JUICIO 213

que lo consigamos pasivamente por de desear y, en cuanto la tienen, lle­


la liberalidad de la naturaleza, o por van consigo: aquél, una satisfac­
nuestra propia actividad y nuestra ción patológico-condicionada (me­
propia acción. Pero la razón no se diante estímulos, stimulos), y éste,
dejará nunca convencer de que la una satisfacción pura práctica. Esa
existencia de un hombre que sólo satisfacción se determina no sólo
vive (por muy ocupado que esté en por la representación del objeto,
este asunto) para gozar, tenga en sí sino, al mismo tiempo, por el enlace
un valor aun cuando ese hombre dé representado del sujeto con la exis­
en ayudar, lo mejor posible, como tencia de aquél. No sólo el objeto
medio, a otros que también igual­ place, sino también su existencia.* 4
mente no buscan más que el goce, En cambio el juicio de gusto es me­
gozando con ellos todos los deleites, ramente contemplativo, es decir, un
por simpatía. Sólo por lo que él juicio que, indiferente en lo que toca
haga, sin consideración al goce, en a la existencia de un objeto, enlaza
toda libertad e independientemente la constitución de éste con el senti­
de lo que la naturaleza, aun pasiva­ miento de placer y dolor. Pero esta
mente, pueda proporcionarle, da él contemplación misma no va tampo­
un valor absoluto a su existencia, co dirigida a conceptos, pues el jui­
como existencia de una persona, y cio de gusto no es un juicio de co­
la felicidad no es, a pesar de toda nocimiento (ni teórico ni práctico) ,56
la abundancia de sus agrados, ni con y, por tanto, ni fundado en concep­
mucho, un bien incondicional.a tos, ni que los tenga como fin.
Pero aparte de toda esa diferen­ Lo agradable, lo bello, lo bueno,
cia entre lo agradable y lo bueno, indican tres relaciones diferentes de
concuerdan, sin embargo, ambos en las representaciones con el senti­
que están siempre unidos con un in­ miento de placer y dolor, con refe­
terés en su objeto; no sólo lo agra­ rencia al cual nosotros distinguimos
dable (§ 3) y lo bueno mediato (lo unos de otros los objetos o modos
útil), que place, como medio para de representación. Las expresiones
algún agrado, sino también lo bue­ conformes a cada uno, con las cua­
no absolutamente y en todo sentido, les se indica la complacencia en los
a saber: el bien moral, que lleva mismos, no son iguales. Agradable
consigo el más alto interés, pues el llámase a lo que d e l e i t a ; bello, a
bien es el objeto de la voluntad (es lo que sólo p l a c e ; bueno, a lo que
decir, de una facultad de desear de­ es a p r e c i a d o , aprobado * es decir,
terminada por la razón). Ahora bien, cuyo valor objetivo es asentado. El
querer algo y tener una satisfacción agrado vale también para los ani­
en la existencia de ello, es decir, to­
mar interés en ello, son cosas idén­ males irracionales; belleza, sólo para
ticas. los hombres, es decir, seres anima­
les, pero razonables, aunque no sólo
§5 como tales (verbigracia, espíritus),
sino, al mismo tiempo, como anima-
Comparación de los tres modos
específicamente diferentes su término solamente el goce, por muy
de la satisfacción espirituaímente que se le quiera pensar
y adornar, y aunque sea un goce mís­
Lo agradable y lo bueno tienen tico, el llamado celeste.
ambos una relación con ia facultad 4 Esa frase falta en la primera edi­
ción. (N, del T.)
3 Una obligación de gozar es un ab­ 5 En la primera edición, el parénte­
surdo evidente; igualmente ha de serlo sis dice sólo («teórico»). (N. del T.)
también una supuesta obligación de 6 La palabra «aprobado» falta en la
realizar todos los actos que tienen en primera edición. (N. del T.)
214 MANUEL KANT

le&; 7 pero lo bueno, para todo ser bre es la mejor cocinera y a los que
razonable en general. Proposición es tienen buen apetito gusta todo con
esta que sólo más adelante puede tal dé que sea comestible. Por lo
recibir su completa justificación y tanto, semejante satisfacción no de­
aclaración. Puede decirse aue, en­ muestra elección alguna según el
tre todos estos tres modos de la sa­ gusto. Sólo cuando se ha calmado la
tisfacción, la del gusto en lo bello necesidad puede decidirse quién tie­
es la única satisfacción desinteresa­ ne o no tiene gusto entre muchos.
da y libre, pues no hay interés algu­ También hay costumbres (conduc­
no, ni el de los sentidos ni el de la ta) sin virtud, cortesía sin benevo­
razón, que arranque el aplauso. Por lencia, decencia sin honorabilidad...,
eso, de la satisfacción puede decir­ etc. .. Pues donde habla la ley mo­
se en los tres casos citados, que se ral, ya no queda objetivamente elec­
refiere a inclinación, o a complacen­ ción libre alguna, en lo que toca a
cia, o a estimación. Pues bien, c o m ­ 'lo que haya de hacerse; y mostrar
p l a c e n c i a es la única satisfacción gusto en su conducta (o en el jui­
libre. Un objeto de la inclinación y cio de las de otros) es muy otra cosa
uno que se imponga a nuestro de­ que mostrar su manera de pensar
seo mediante una ley de la razón moral, pues ésta encierra un manda­
no nos dejan libertad alguna para to y produce una exigencia, mien­
hacer de algo un objeto de placer tras que,-en cambio, el gusto moral
para nosotros mismos. Todo interés no hace más que jugar con los obje­
presupone exigencia o la produce y, tos de la satisfacción, sin adherirse
como fundamento de determinación a ninguno de ellos.
del aplauso, no deja ya que el jui­
cio sobre el objeto sea libre.
En lo que concierne al interés de Dejinición de lo bello deducida
la inclinación en lo agradable, re­ del primer momento
cuérdese que cada cual dice: el ham­
Gusto es la facultad de juzgar un
7 Las palabras: «aunque no sólo objeto o una representación median­
como tales (verbigracia, espíritus). . . , te una satisfacción o un descontento,
como animales», faltan, en la primera sin interés alguno. El objeto de se­
edición. (N. del T.) mejante satisfacción llámase bello.

SEGUNDO MOMENTO

DEL JUICIO DE GUSTO, A SABER, SEGÚN SU CANTIDAD

§6 lo bello se da en él sin interés algu­


no, y ello no puede juzgarlo nada
Lo bello es lo que, sin concepto, más que diciendo que debe encerrar
es representado como objeto de una la base de la satisfacción para cual­
satisfacción «universal» quier otro, pues no fundándose ésta
en una inclinación cualquiera del
Esta definición de lo bello puede sujeto (ni en cualquier otro interés
deducirse de la anterior definición reflexionado), y sintiéndose, en cam­
como objeto de la satisfacción, sin bio el que juzga, completamente li­
interés alguno. Pues cada cual tiene bre, con relación a la satisfacción
consciencia de que la satisfacción en que dedica al objeto, no puede en­
CRÍTICA DEL JUICIO 215

centrar, como base de la satisfac­ expresión y le recuerde que debe de­


ción, condiciones privadas algunas cir: «Me es agradable». Y esto, no
de las cuales sólo su sujeto depen­ sólo en el gusto de la lengua, del
da, debiendo, por lo tanto, conside­ paladar y de la garganta, sino tam­
rarla como fundada en aquello que bién en lo que puede ser agradable
puede presuponer también en cual­ a cada uno para los ojosL y los oídos.
quier otro. Consiguientemente, ha Para uno, el color de la violeta es
de creer que tiene motivo para.exi- suave y amable, para otro, muerto
gii a cada uno una satisfacción se­ y mustio. Uno gusta del sonido de
mejante. Hablará, por lo tanto, de los instrumentos de viento, otro del
lo bello, como si ía belleza fuera de los de cuerda. Discutir para ta­
una cualidad del objeto y el juicio char de inexacto el juicio de otros,
fuera lógibo (como si constituyera, apartado del nuestro, como si estu­
mediante conceptos del objeto, un viera con éste en lógica oposición,
conocimiento del mismo), aunque sería locura. En lo que toca a lo
sólo es estético y no encierra más agradable, vale, pues, el principio
que una relación de la representa­ de que cada uno tiene su gusto pro­
ción del objeto con el sujeto, por- pio (de los sentidos).
ue tiene, con el lógico, el parecido Con lo bello ocurre algo muy dis­
e que se puede presuponer en él tinto. Sería (exactamente al revés)
la validez para cada cual. Pero esa ridículo que alguien, que se preciase
universalidad no puede tampoco na­ un tanto de gusto, pensara justifi­
cer de conceptos, pues no hay trán­ carlo con estas palabras: «Ese obje­
sito alguno de los conceptos al sen­ to (el edificio que vemos, el traje
timiento de placer o dolor (excepto que aquel lleva, el concierto que
en las leyes puras prácticas, que, en oímos, la poesía que se ofrece a
cambio, llevan consigo un interés nuestro juicio) es bello para mí».
que no va unido al puro juicio de Pues no debe llamarlo bello si sólo
gusto). Consiguientemente, una pre­ a él le place. Muchas cosas pueden
tensión a la validez para cada cual, tener para él encanto y agrado, que
sin poner universalidad en objetos, eso a nadie le importa; pero, al es­
debe ser inherente al juicio de gus­ timar una cosa como bella, exige a
to, juntamente con la consciencia de los otros exactamente la misma sa­
la ausencia en el mismo de todo in­ tisfacción; juzga, no sólo para sí,
terés, es decir, que una pretensión a sino para cada cual, y habla enton­
universalidad subjetiva debe ir uni­ ces de la belleza como si fuera una
da con él. propiedad de las cosas. Por lo tanto,
dice: La cosa es bella y, en su jui­
cio de la satisfacción, no cuenta con
§7 la aprobación de otros porque los
haya encontrado a menudo de acuer­
Comparación de lo bello con lo do con su juicio, sino que la exige
agradable y con lo bueno por de ellos. Los censura si juzgan de
medio del carácter citado otro modo y les niega el gusto, de­
seando, sin embargo, que lo tengan.
En lo que toca a lo agradable, re­ Por lo tanto, no puede decirse: Cada
conoce cada cual que su juicio, fun­ uno tiene su gusto particular. Esto
dado por él en un sentimiento pri­ significaría tanto como decir que no
vado y mediante el cual él dice de hay gusto alguno, o sea que no hay
un objeto que le place, se limita tam­ juicio estético que pueda pretender
bién sólo a su persona. Así es que legítimamente a la aprobación de
cuando, verbigracia, dice: «El vino todos.
de Canarias es agradable», admite Sin embargo, encuéntrase tam
sin dificultad que le corrija otro la bién, en lo que se refiere a lo agra
216 MANUEL KANT

dable, que en el juicio sobre éste juicio de gusto (sobre lo .bello), se


uede darse unanimidad entre los exige a cada cual la satisfacción en
ombres. Y entonces, con relación a un objeto, sin apoyarse en un con­
ésta, niégase el gusto a unos y se le cepto (pues entonces sería esto el
atribuye a otros, y no, por cierto, bien) y de que esa pretensión a va­
en la significación de sentido orgá­ lidez universal pertenece tan esen­
nico, sino como facultad de juzgar cialmente a un juicio mediante el
referente a lo agradable. Aáí, de un cual declaramos algo bello, que, sin
hombre que sabe tan bien entrete­ pensarla en él, a nadie se le ocurri­
ner a sus invitados con agrado (del ría emplear esa expresión, y enton­
goce, por todos los sentidos), que ces, en cambio, todo, lo que place
todos encuentran placer, dícese que sin concepto vendría a colocarse en
tiene gusto. Pero aquí, la universa­ lo agradable, sobre el cual se deja a
lidad se toma sólo comparativamen­ cada uno tener su gusto para sí y
te, y aquí hay tan sólo reglas gene­ nadie exige de otro aprobación para
rales (como son todas las empíri­ su juicio de gusto, cosa que, sin em­
cas) 8 y no universales, siendo, sin bargo, ocurre siempre en el juicio
embargo, estas últimas las que el de gusto sobre la belleza. Puedo dar
juicio de gusto sobre lo bello quiere al primero el nombre de gusto de
y pretende alcanzar. Es. un juicio en los sentidos y al segundo el de gus­
relación con la sociabilidad, en to de reflexión, en cuanto el prime­
cuanto ésta descansa en reglas em­ ro enuncia sólo juicios privados y
píricas. En lo que se refiere al bien, el segundo, en cambio, supuestos
los juicios pretenden también tener, juicios de valor universal (públi­
con razón, por cierto, validez para cos) . Ambos, sin embargo, enuncian
todos. Pero el bien es representado juicios estéticos (no prácticos) sobre
como objeto de una satisfacción uni­ un objeto, sólo en consideración de
versal sólo mediante un concepto, las relaciones de su representación
lo cual no es el caso ni de lo agra­ con el sentimiento de placer y do­
dable ni de lo bello. lor. Ahora bien, ya que no sólo la
experiencia muestra que el juicio del
gusto de los sentidos (del placer o
§ 8 dolor por algo) carece de valor uni­
versal, sino que también cada cual
La universalidad de la satisfacción es por sí mismo bastante modesto
es representada en un juicio de gusto para no exigir de los otros esa apro­
sólo como subjetiva bación (aunque realmente, a menu­
Esa determinación particular de do, se encuentra también una con­
la universalidad de un juicio estéti­ formidad bastante amplia en estos
co que se encuentra en un juicio de juicios), resulta extraño que el gus­
gusto es una cosa notable, no por to de reflexión, desatendido también
cierto para el lógico, pero sí para el bastante a menudo, como lo enseña
filósofo-trascendental, y exige de la experiencia, en su pretensión a la
éste no poco trabajo para descubrir validez universal de su juicio (sobre
su origen, manifestando, en cambio, lo bello), pueda, sin embargo, en­
también una propiedad de nuestra contrar posible (cosa que realmente
facultad de . conocer, que hubiera hace) el representarse juicios que
permanecido desconocida sin ese puedan exigir esa universal aproba­
análisis. ción y la exija, en realidad, para
Primeramente hay que convencer­ cada uno de sus juicios de gusto, sin
se totalmente de que, mediante el que los que juzgan disputen sobre
la posibilidad de semejante preten­
8 Las palabras entre paréntesis fal­ sión, habiendo sólo en algunos ca­
tan en la primera edición. (N. del T.) sos particulares entre ellos discon­
CRÍTICA DEL JUICIO 217

formidad sobre la aplicación de esa.con validez común.10 Sin embargo,


facultad. puede producirse un juicio uiversal
Pero aquí hay que notar, ante lógico, cuando la representación in­
todo, que una universalidad, que no dividual del objeto del juicio de gus­
descansa en conceptos del objeto to se convierte, según las condicio­
(aunque sólo sean empíricos), no nes que determinen este último, en
es en modo alguno lógica, sino es­ un concepto, mediante comparación.
tética, es decir, que no encierra can­ Por ejemplo, la rosa que estoy mi­
tidad alguna objetiva del juicio, sino
rando la declaro bella por medio de
solamente una subjetiva; para ella un juicio de gusto; en cambio, el
uso yo la expresión validez común, juicio que resulta de la comparación
que indica la validez, no de la rela­
de muchos individuales, a saber: las
ción de. una representación con la rosas, en general, son bellas, enun­
facultad de conocer, sino con el sen­
ciase ahora, no sólo como estético,
timiento de placer y dolor para cadasino como un juicio lógico fundado
sujeto. (Puede emplearse la misma en uno estético. Ahora bien, el jui­
cio: la rosa es (en el olor) 11 agra­
expresión para la cantidad lógica del
dable, es ciertamente estético e in­
juicio, con tal de que se añada: vali­
dez universal objetiva, a diferencia dividual, pero no un juicio del gus­
de la meramente subjetiva, que siem­ to, sino de los sentidos. Se diferen­
pre es estética.) cia del primero en esto, a saber:
Ahora bien, un juicio de valor que el juicio de gusto lleva consigo
universal objetivo es siempre tam­ una cantidad estética de universali­
bién subjetivo, es decir, que cuandodad, es decir, de validez para cada
alguno vale para todo lo que está hombre, la cual no puede encontrar­
encerrado en un concepto dado, vale se en el juicio sobre lo agradable.
también para cada uno de los que Solos los juicios sobre el bien, aun­
se representen un objeto mediante que determinan también la satisfac­
ese concepto. Pero de una validez ción én un objeto, tiepen universa­
universal subjetiva, es decir, de lalidad lógica y no sólo estética, pues
estética, que no descansa en concep­valen, sobre el objeto, como un co­
to alguno, no se puede sacar una nocimiento del mismo, y por eso va­
conclusión para la validez lógica, len para cada cual.
porque aquella especie de juicios no Si se juzgan objetos sólo mediante
conceptos, piérdese toda representa­
se, refiere en modo alguno al objeto.
Justamente por eso, la universalidadción de belleza. Así, pues, no puede
estética que se añade a un juicio hahaber tampoco regla alguna según
de ser de una especie particular, la cual alguien tuviera la obligación
porque el predicado de la belleza de conocer algo como bello. ¿Es un
no se enlaza con el concepto del ob­traje, una casa, una flor bella? So­
bre esto no se deja nadie persuadir
jeto, considerado en su' total esfera
en su juicio por motivos ni princi­
lógica,9 sino que se extiende ese mis­
mo predicado sobre la esfera total pios algunos. Queremos someter el
de los que juzgan. objeto a la apreciación de nuestros
ojos mismos, como si la satisfacción
En consideración a la cantidad ló­
gica, todos los juicios de gusto son dependiese de la sensación, y, sin
juicios individuales, pues como tengoembargo, cuando después se dice
que comparar el objeto inmediata­ 10 En la primera y segunda edición
mente con mi sentimiento de placer dice: «De un juicio objetivo con vali­
y dolor, y ello no mediante concep­ dez común.» (N. del T.)
tos, aquellos juicios no pueden tener 11 En el texto de las tres ediciones
la cantidad de los juicios objetivos dice: («en el uso»); im Gébrauche.
Erdmann propone, y Vorlánder lo acep­
9 La palabra «lógica» falta en la ta, en su edición, que se lea im Geru-
nrimpra eHir.irin fN T ) oU/> p»« nln r /\7 J o ! T* \
218 MANUEL KANT

del objeto que es bello, creemos te­ to y, por lo tanto, digna de toda
ner en nuestro favor un voto gene­ atención.
ral y exigimos la adhesión de todo Si el placer en el objeto dado fue­
el mundo, mientras que toda sensa­ se lo primero, y sólo la universal
ción privada no decide más que para comunicabilidad del mismo debiera
el contemplador y su satisfacción. ser atribuida, en el juicio de gusto,
Ahora bien, es de notar aquí que a la representación del objeto, seme­
en el juicio del gusto no se postula jante proceder estaría en contradic­
nada más que un voto universal de ción consigo mismo, pues ese placer
esa clase, concerniente a la satisfac­ no sería otra cosa que el mero agra­
ción sin ayuda de conceptos, por do de la sensación, y, por tanto, se­
tanto, a la posibilidad de un juicio gún su naturaleza, no podría tener
estético que pueda al mismo tiempo más que una validez privada, por­
ser considerado como valedero para que depende inmediatamente de la
cada cual. El juicio de gusto mismo representación por la cual el objeto
no postula la aprobación de cada es dado.
cual (pues esto sólo lo puede hacer Así, pues, la capacidad universal
uno lógico universal, porque puede de comunicación del estado de espí­
presentar fundamentos); sólo exige ritu, en la representación dada, es la
a cada cual esa aprobación como un que tiene que estar a la base del jui­
caso de la regla, cuya confirmación cio de gusto, como subjetiva condi­
espera, no por conceptos, sino por ción del mismo, y tener, como con­
adhesión de los demás. El voto uni^ secuencia, el placer en el objeto.
versal es, pues, sólo una idea (aquí Pero nada puede ser universalmente
no se investiga aún sobre qué des­ comunicado más que el conocimien­
canse) . Que el que cree enunciar un to y la representación, en cuanto
juicio de gusto, juzga en realidad a pertenece al conocimiento, pues sólo
medida de esa idea, es cosa que pue­ en este caso es ella objetiva, y sólo
de ser incierta; pero que él lo re­ mediante él tiene un punto de rela­
fiere a ella, y, por lo tanto, aue ha ción universal con el cual la facul­
de ser un juicio de gusto, lo aeclara tad de representación de todos está
él mismo, mediante la expresión de obligada a concordar. Ahora bien,
belleza. Pero para sí mismo, median­ si la base de determinación del jui­
te la mera consciencia de la priva­ cio sobre esa comunicabilidad gene­
ción de todo aquello que pertenece ral de la representación hay que pen­
a lo agradable y al bien, puede él sarla sólo subjetivamente; que es, a
llegar a estar seguro de la satisfac­ saber, sin un concepto del objeto*
ción que aun le queda; y esto es entonces no puede ser otra más que
todo en lo que él se promete la apro­ el estado del espíritu, que se da en
bación de cada cual, pretensión a la la relación de las facultades de re­
cual tendrá derecho, bajo esas con­ presentar unas con otras, en cuanto
diciones, si no faltase a menudo con­ éstas -refieren una representación
tra ellas, y, por tanto, no enunciase dada al conocimiento en general.
un juicio de gusto erróneo. Las facultades de conocer, pues­
tas en juego mediante esa represen­
tación, están aquí en un juego libre,
§9 porque ningún concepto determina­
Investigación de la cuestión de si, do las restringe a una regla particu­
en el juicio de gusto, el sentimiento lar de conocimiento. Tiene, pues,
de placer precede al juicio del objeto que ser el estado de espíritu, en esta
o éste precede a aquél representación, el de un sentimiento
del libre juego de las facultades de
La solución de este problema representar, en una representación
es la clave para la crítica del gus­ dada para un conocimiento en gene­
CRÍTICA DEL JUICIO 219

ral. Ahora bien, una representación trar fácilmente por la inclinación


mediante la cual un objeto es dado, natural del hombre a la sociabilidad
para que de ahí saiga un conoci­ (empírica y psicológicamente). Pero
miento en general, requiere la ima­ esto no basta para nuestro propósi­
ginación, para combinar lo diverso to. El placer que sentimos, lo exigi­
de la intuición, y el entendimiento, mos a cada cual en el juicio de gus­
para la unidad del concepto que une to como necesario, como si cuando
las representaciones. Ese estado de llamamos alguna cosa bella hubiera
un libre juego de las facultades de de considerarse esto como una pro­
conocer, en una representación, me­ piedad del objeto, determinada en
diante la cual un objeto es dado, él por conceptos, no siendo, sin ém-
debe dejarse comunicar umversal­ bargo, la belleza, sin relación con el
mente, porque el conocimiento, co­ sentimiento del sujeto, nada en sí,
mo determinación del objeto, con Pero el examen de esta cuestión de­
la cual deben concordar representa­ bemos reservarlo hasta después de
ciones dadas (cualquiera que sea el la contestación a esta otra, a saber:
sujeto en qué se den), es el único si y cómo sean posibles juicios esté­
modo de representación que vale ticos a priori.
para cada cual. Ocupémonos ahora aun con esta
La universal comunicabilidad sub­ cuestión inferior: ¿de qué manera
jetiva del modo de representación llegamos a ser conscientes de una
en un juicio de gusto, debiendo rea­ recíproca y subjetiva concordancia
lizarse sin presuponer un concepto, de las facultades de conocer entre
no puede ser otra, cosa más que el sí en el juicio de gusto, estéticamen­
estado de espíritu en el libre juego te, mediante el mero sentido interior
dé la imaginación y del entendimien­ y la sensación, o intelectualmente,
to (en cuanto éstos concuerdan re­ mediante la consciencia de la inten­
cíprocamente, como ello es necesa­ cionada actividad con que ponemos
rio para un conocimiento en gene­ en juego aquellas facultades?
ral), teniendo nosotros consciencia Si la representación dada, ocasio­
de que esa relación subjetiva, pro­ nadora del juicio de gusto, fuera un
pia de todo conocimiento, debe te­ concepto que juntara entendimiento
ner igual valor para cada hombre e imaginación con el juicio del su­
y» consiguientemente, ser universal­ jeto para un conocimiento del obje­
mente comunicable, como lo es todo to, en ese caso, la consciencia de
conocimiento determinado, que des­ esa relación sería intelectual (como
cansa siempre en aquella relación en el esquematismo objetivo del Jui­
como condición subjetiva. cio de que la Crítica trata); pero
Este juicio, meramente subjetivo entonces, el juicio no recaería en re­
(estético), del objeto o de la repre­ lación con el placer y el dolor y, por
sentación que lo da, precede, pues, tanto, no sería un juicio de gusto.
al placer en el mismo y es la base Ahora bien, el juicio de gusto deter­
de ese placer en la armonía de las mina el objeto, independientemente
facultades de conocer; pero en aque­ de conceptos, en consideración de la
lla universalidad de las condiciones satisfacción y del predicado de la
subjetivas del juicio de los objetos belleza. Así,.pues, aquella unidad de
fúndase sólo esa validez universal la relación no puede hacerse cono­
subjetiva de la satisfacción, que uni­ cer más que por la sensación. La
mos con la representación del obje­ animación de ambas facultades (la
to llamado por nosotros bello. imaginación y el entendimiento)
Que el poder comunicar su esta­ para una actividad determinada,12
do de espíritu, aun sólo en lo que
toca a las facultades de conocer, lle­ 12 La primera y la segunda edición
va consigo un placer, podríase mos­ dicen «indeterminada». (N. del T.)
220 MANUEL KANT

unánime, sin embargo, por la oca­ cíproca. Una representación que


sión de la representación dada, acti­ sola y sin comparación con otras,
vidad que es la que pertenece a un tiene, sin embargo, una concordan­
conocimiento en general, es la sen­ cia con las condiciones de la univer­
sación cuya comunicabilidad univer­ salidad, que constituye el asunto del
sal postula el juicio de gusto. Una entendimiento en general, pone las
relación objetiva, si bien no puede facultades de conocer en la disposi­
ser más que pensada, sin émbargo, ción proporcionada que exigimos
en cuanto, según sus condiciones, es para todo conocimiento, y que tene­
subjetiva, puede ser sentida en el mos consiguientemente por valedera
efecto sobre el espíritu; y en una para todo ser que esté determinado
relación sin concepto alguno a su a juzgar mediante entendimiento y
base (como la de las facultades de sentidos (para todo hombre).
representación con una facultad ge­
neral de conocer) no hay otra cons­
ciencia posible de la misma más que
mediante la sensación del efecto, Definición de lo bello deducida
que consiste en el juego facilitado del segundo momento
de ambas facultades del espíritu (la
imaginación y el entendimiento), Bello es lo que, sin concepto, pla­
animadas por una concordancia re­ ce universalmente.

TERCER MOMENTO

DE LOS JUICIOS DE GUSTO SEGÚN LA «RELACIÓN» DE LOS FINES


QUE ES EN ELLOS CONSIDERADA

§ 10 última. La consciencia de la causali­


dad de una representación en rela­
De la finalidad en general ción con el estado del sujeto, para
conservarlo en ese mismo estado,
Si se quiere definir lo que sea un puede expresar aquí, en general, lo
fin, según sus determinaciones tras­ que se llama placer; dolor es, al con­
cendentales (sin presuponer nada trario, aquella representación que
empírico, y el sentimiento del placer encierra el fundamento para deter­
lo es), diríase que el fin es el obje­ minar el estado de las representa­
to de un concepto, en cuanto éste es ciones hacia su propio contrario (te­
considerado como la causa de aquél nerlas alejadas o despedirlas).13
(la base real de su posibilidad). La La facultad de desear, en cuanto
causalidad de un concepto, en con­ es* determinable sólo por conceptos,
sideración de su objeto, es la finali­ es decir, por la representación de
dad (forma finalis). Así, pues, don­ obrar según un fin, sería la volun­
de se piensa no sólo el conocimien­ tad. Dícese de un objeto o de un
to de un objeto, sino el objeto mis­ estado del espíritu o también de una
mo (su forma o existencia) como acción, que es final, aunque su po­
efecto posible tan sólo mediante un sibilidad no presuponga necesaria­
concepto de este último, allí se pien­ mente la representación de un fin,
sa un fin. La representación del
efecto es aquí el motivo_de determi­ 13 Las palabras entre paréntesis no
nación de su causa y precede a esta están en la primera edición. (N. del T.)
CRÍTICA DEL JUICIO 221

sólo porque su posibilidad no pue­ terminación de un objeto como be­


de ser explicada y concebida por llo está enlazada con el sentimiento
nosotros más que admitiendo a su de un placer que, mediante el juicio
base una causalidad según fines, es de gusto, es declarado al mismo
decir, una voluntad que la hubiera tiempo valedero para cada cual;
ordenado según la representación de consiguientemente, ni un agrado que
una cierta regla. La finalidad puede, acompañe la representación, ni la
pues, ser fin, en cuanto nosotros no representación de la perfección del
ponemos las causas de esa forma en objeto, ni el concepto del bien, pue­
una voluntad, sin poder, sin embar­ den encerrar el fundamento de de­
go, hacernos concebible la explica­ terminación. Así, pues, nada más
ción de su posibilidad más. que de­ que la finalidad subjetiva en la re­
duciéndola de una voluntad. Ahora presentación de un objeto, sin fin
bien, no tenemos siempre necesidad alguno (ni objetivo ni subjetivo) y
de considerar con la razón (según por consiguiente, la mera forma de
su posibilidad) aquello que observa­ la finalidad en la representación,
mos. Así, una finalidad según la mediante la cual un objeto nos es
forma, aun sin ponerle a la base un dado, en cuanto somos conscientes
fin (como materia del nexus fina- de ella, puede constituir la satisfac­
lis), podemos, pues, al menos ob­ ción que juzgamos, sin concepto,
servarla y notarla en los objetos, como umversalmente comunicable,
aunque no más que por la reflexión. y, por tanto, el fundamento de deter­
minación del juicio de gusto.

§ 11
§ 12
El juicio de gusto no tiene a su base El juicio de gusto descansa en
nada más que la «forma de la fina­ fundamentos «a priori»
lidad» de un objeto (o del modo de
representación del mismo) Constituir a priori el enlace del
sentimiento de placer o dolor, como
Todo fin, cuando se le considera un efecto, con alguna representa­
como base de la satisfacción, lleva ción (sensación o concepto), como
consigo siempre un interés, como su causa, es absolutamente imposi­
motivo de determinación del juicio ble, pues esto sería una relación cau­
sobre el objeto del placer. Así, pues, sal,14 la cual (entre objetos de la ex­
no puede ningún fin subjetivo estar periencia) no puede ser conocida
a la base del juicio de gusto. Pero nunca más que a posteriori y por
tampoco puede determinar el juicio medio de la experiencia misma. Es
de gusto representación alguna de cierto que en la Crítica de la razón
un fin objetivo, es decir, de.la posi­ práctica, el sentimiento del respeto
bilidad del objeto mismo, según (como una modificación particular
principios del enlace final y, por lo y característica de aquel sentimien­
tanto, concepto alguno del bien, por­ to, que no quiere coincidir bien, ni
que este es un juicio estético y no con el placer, ni con el dolor que
un juicio de conocimiento, y no se recibimos de objetos empíricos), fue
lefiere, pues, a ningún concepto de deducido por nosotros a priori de
la propiedad y de la interior o exte­ conceptos universales morales. Pero
rior posibilidad del objeto, mediante allí podíamos pasar los límites de
esta o aquella causa, sino sólo a la la experiencia y apelar a una causa­
relación mutua de las facultades de lidad que descansaba en una cuali-
representación, en cuanto son deter­
minadas por una representación. 14 En la primera edición dice «rela­
Ahora bien, esa relación en la de­ ción causal particular». (N. del T.)
222 MANUEL KANT

dad suprasensible del sujeto, a sa­ misma, lo cual es análogo (pero no


ber, la de la libertad. Pero, aun allí, idéntico, sin embargo) a la larga
no dedujimos propiamente ese senti­ duración del estado de ánimo, pro­
miento de la idea de lo moral como ducida cuando un encanto en la re­
causa, sino solamente fue deducida presentación del objeto despierta re­
de esta la determinación de la vo­ petidamente la atención, en lo cual
luntad. El estado de espíritu, empe­ el espíritu es pasivo.
ro. de una voluntad determinada
por algo, es ya en sí un sentimiento
de placer, idéntico con él, y así no § 13
sigue de él como efecto; y esto últi­
mo sólo debería admitirse si el con­ El puro juicio de gusto es indepen­
cepto de lo moral, como un bien, diente de encanto y de emoción
precediese la determinación de la
voluntad mediante la ley, pues en­ Todo interés estropea el juicio de
tonces, el placer, que fuera unido gusto y le quita su imparcialidad,
con el concepto, hubiera sido en sobre todo si no pone, como el inte­
vano deducido de él como de un rés de la razón, la finalidad delante
mero conocimiento. del sentimiento de placer, sino que
Ahora bien, lo mismo ocurre en funda aquélla en éste. Y esto últi­
los juicios estéticos con el placer, mo ocurre siempre en los juicios es­
sólo que aquí éste es sólo contem­ téticos sobre algo que hace gozar o
plativo y no tiene interés en influir sufrir. De aquí que los juicios así
en el objeto; en el juicio moral, en apasionados, o no pueden tener pre­
cambio, es práctico. La conciencia tensiones a una satisfacción univer­
de la mera formal finalidad en el sal, o, si lo hacen, son ellas tan es­
juego de las facultades de conoci­ casas como numerosas son las sen­
miento del sujeto, en una represen­ saciones de aquella clase que se en­
tación mediante la cual un objeto es cuentran entre los fundamentos de
dado, es el placer mismo, porque en­ determinación. El gusto es siempre
cierra un fundamento de determina­ bárbaro, mientras necesita la mezcla
ción de la actividad del sujeto, con con encantos y emociones para la
respecto a la animación de ias facul­ satisfacción y hasta hace de éstas la
tades del mismo, una interior causa­ medida de su aplauso.
lidad, pues (que es final), en consi­ Sin embargo, no sólo los encan­
deración del conocimiento en gene­ tos se cuentan a menudo entre la
ral, pero sin limitarse a Un conoci­ belleza (que, sin embargo, debería
miento determinado y consiguiente­ referirse sólo la forma) como con­
mente, una mera forma de la finali­ tribución a la satisfacción estética
dad subjetiva de una representación universal, sino que son también con­
en un juicio estético. Ese placer no siderados en sí mismos como belle­
es de ninguna manera práctico, ni zas, considerando, pues, como forma
como el que tiene la base patológica la materia de la satisfacción, equivo­
del agrado, ni como el que tiene la cación que, como muchas otras, cuya
base intelectual del bien representa­ base encierra, sin embargo, siempre
do. Tiene, sin embargo, causalidad algo, verdadero, se deja corregir me­
en sí, a saber: la de conservar, sin diante una cuidadosa determinación
ulterior intención, el estado de la de,esos conceptos.
representación misma y la ocupa­ Un juicio de gusto, sobre el cual
ción de las facultades del conoci­ encanto y emoción no ejercen influ­
miento. Dilatamos la contemplación jo alguno (aunque se dejen éstos en­
de lo bello, porque esa contempla­ lazar con la satisfacción en lo be­
ción se refuerza y reproduce a sí llo) , y que tiene, pues, sólo la fina­
CRÍTICA DEL JUICIO 223

lidad de la forma como fundamento cualidad de las sensaciones mismas


de determinación, es un juicio de no puede admitirse como unánime
gusto puro. en todos los sujetos, y el agrado de
un color con preferencia a otro, o el
sonido de un instrumento musical
§ 14 mejor que el de otro, pueden tam­
bién difícilmente ser juzgados por
Explicación por medio de ejemplos todos de la misma manera.
Si se admite, con Euler,15 que los
Los juicios estéticos pueden, de colores son latidos (pulsus) del éter
igual modo que los teóricos (lógi­ que se siguen a tiempos iguales,
cos), dividirse en empíricos y pu­ como las notas musicales son latidos
ros. Los primeros son aquellos que del aire que vibra en el sonido, y,
declaran el agrado o desagrado, los lo que es más importante, que el es­
segundos, aquellos que declaran la píritu percibe no sólo, por el senti­
belleza de un objeto o del modo de do, el efecto de ellos sobre la ani­
representación del mismo; aquéllos mación del órgano, sino también,
son juicios sensibles (juicios estéti­ por la reflexión, el juego regular de
cos materiales); éstos (como forma­ las impresiones (por tanto, la forma
les) son los únicos propios juicios en el enlace de representaciones di­
de gusto. ferentes) , de lo cual yo, sin embar­
Un juicio de gusto es, pues, puro go, dudo mucho,10 entonces color y
sólo en cuanto ninguna satisfacción sonido no serían.meras sensaciones,
empírica se mezcla en su fundamen­ sino ya determinaciones formales de
to de determinación. Pero esto ocu­ la unidad, de una diversidad de las
rre siempre que el encanto o la emo­ mismas, y entonces también podrían
ción tienen una parte en el juicio contarse por sí como bellezas.
que ha de declarar algo bello. Pero lo puro, en una especie sen­
Ahora bien, bastantes objeciones cilla de sensación, significa que la
se alzan presentando, en último tér­ uniformidad de la misma no es estro­
mino, el encanto no sólo como in­ peada ni interrumpida por ninguna
grediente necesario de la belleza, sensación extraña, y pertenece sólo
sino incluso totalmente como bas­ a la forma. Entonces puede hacerse
tante por sí mismo para ser llamado abstracción de la cualidad de aque­
bello. Un color aislando, por ejemplo, lla especie de sensación (de si re­
el verde de un prado, un sonido ais­ presenta un color y cuál, de si re­
lado (a diferencia del grito y del presenta un sonido y cuál). De aquí
ruido) como el de un violín, es de­ que todos los colores sencillos, en
clarado bello en sí por la mayoría, cuanto son puros, son tenidos por
aunque ambos sólo son la materia,
de las representaciones, es decir que 10 Euler (Leonhard) (1707-1783),
parecen tener a su base sólo sensa­ matemático alemán, adversario de la
ción, y por eso no merecen llamar­ escuela leibnizio-wolfiana y partidario
se más que agradables. Pero se no­ de Newton y Locke. Véanse, sobre
tará al mismo tiempo, empero, que esto, sus «Cartas a una princesa ale­
mana», en la edición francesa de E.
las sensaciones de color, tanto como Saisset. (N. del T.)
las de sonido, tienen derecho a va­
ler como bellas sólo en cuanto am­ 10 Así está en la primera y la segun­
da . edición; la tercera edición dice
bas son puras; esto es una determi­ «nada», en vez de mucho. Vorlánder
nación que se refiere ya a la forma piensa que este «nada» es una errata
y es lo único de esas representacio­ de la tercera edición, y se atiene al tex­
nes que se deja con seguridad co­ to de la primera y de la segunda. (N.
municar universalmente, porque la del T.)
224 MANUEL KANT

bellos; pero los mezclados no tienen saciones (en el tiempo). El encanto


esa ventaja, justamente porque, al de los colores o de los sonidos agra­
no ser sencillos, carécese dé medi­ dables del instrumento, puede aña­
da para juzgar si se les debe o no dirse; pero el dibujo, en el primero,
llamar puros. y la composición, en el segundo,
Pero en lo que se refiere a la be­ constituyen el objeto propio del puro
lleza añadida al objeto a causa de juicio de gusto. Y si parece que la
su forma, la opinión de que aquella pureza de los colores, como de los
belleza se puede elevar, por medio sonidos, y también su diversidad y
del encanto, es un error ordinario contraste, añaden a la belleza, no
muy perjudicial al verdadero, inco­ quiere esto decir que, por ser agra­
rruptible y profundo gusto. Sin dables en si, den igualmente una
duda, pueden, sin embargo, añadir­ contribución de esa clase a la satis­
se encantos al lado de la belleza facción en la forma; lo hacen sola­
para interesar el espíritu por la re­ mente porque hacen esta última más
presentación del objeto, además.de exacta, determinada y perfectamen­
la satisfacción seca, y servir así de te intuible, y además animan la re­
atractivo para el gusto y la. cultura, presentación por su encanto, desper­
sobre todo, cuando está aún inculto tando y manteniendo la atención so­
y no ejercitado. Pero esos encantos bre el objeto mismo.
hacen realmente daño al juicio de Incluso los llamados adornos (Pa-
gusto, cuando atraen a sí la atención rerga), es decir, lo que no pertenece
como motivo de determinación de la interiormente a la representación to­
belleza, pues tan lejos están de aña­ tal del objeto como trozo constitu­
dirle algo, que más bien sólo en yente, sino, exteriormente tan sólo,
cuanto no dañen a aquella bella for­ como aderezo y aumenta la satisfac­
ma, y cuando el gusto está aún dé­ ción del gusto, lo hacen, sin embar­
bil e inculto, por condescendencia, go, sólo mediante su forma; verbi­
deben ser admitidos, siempre como gracia, los marcos de los cuadros,17
extraños. los paños de las estatuas o los peris­
En la pintura, escultura, en todas tilos alrededor de los edificios. Pero
las artes plásticas, eñ la arquitectura, si el adorno mismo no consiste en
en la traza de jardines, en cuanto la forma bella, si está puesto, como
son bellas artes, el dibujo es lo esen­ el marco dorado, sólo para recomen­
cial; y en éste, la base de todas las dar, por su encanto, la alabanza al
disposiciones para el gusto la cons­ cuadro, entonces llámase ornato y
tituye, no lo que recrea en la sensa­ daña a la verdadera belleza.
ción, sino solamente lo que, por su La emoción, sensación en donde
forma, place. Los colores que ilu­ el agrado se produce sólo mediante
minan la traza pertenecen al encan­ una momentánea suspensión y un
to; ellos pueden ciertamente animar desbordamiento posterior más fuer­
el objeto en sí para la sensación, te de la fuerza vital, no pertenece
pero no hacerlo digno de intuición en modo alguno a la belleza. La su­
y bello; más bien son, las más de las blimidad (con la cual el sentimien­
veces, muy limitados por lo que la to de la emoción está unido), empe­
forma bella exige, y aun allí donde ro, exige otra medida para el juicio
se tolere el encanto, sólo por ella que la que está a la base del gusto,
adquiere nobleza. y así, un puro juicio de gusto no tie­
Toda forma de los objetos de los ne, como fundamento de determina­
sentidos (los externos, como tam­ ción, ni encanto ni emoción; en una
bién mediatamente el interno) es, o
figura, o juego; en el último caso, o 17 «Los marcos de los cuadros» es
juego de figuras (en el espacio, mí­ un añadido de l a ' segunda y tercera
mica y danza), o mero juego de sen­ edición. (N, del T .)
CRÍTICA DEL JUICIO 225

palabra, ninguna sensación, como de la posibilidad del objeto mismo,


materia del juicio estético. así también, para representarse una
finalidad objetiva en una cosa, ten­
§ 15 drá que precederla el concepto de
lo que la cosa deba ser, y la concor­
El juicio de gusto es completamente dancia de lo diverso en ella con este
independiente del concepto concepto (que da la regla del enlace
de perfección de la misma con él) es la perfección
cualitativa de una cosa. Distínguese
La finalidad objetiva no puede ser de ésta totalmente la cuantitativa,
conocida más que mediante la rela­ como completividad de cada cosa
ción de lo diverso con un fin deter- en su especie, concepto meramente
níinado, o sea sólo mediante u a con­ de magnitudes (de la totalidad), en
cepto. Por esto sólo es ya claro que el cual piénsase, como ya previamen­
lo bello, cuyo juicio está fundado te determinado, lo que la cosa deba
en una finalidad meramente formal, ser, y solamente se inquiere si en
es decir, en una finalidad sin fin, es ella está todo lo exigible. Lo formal
completamente independiente de la en la representación de una cosa, es
representación del bien, pues este úl­ decir, la concordancia de lo diverso
timo presupone una finalidad obje­ con lo uno (sin determinar qué deba
tiva, es decir, la relación del objeto ser éste), no da por sí a conocer ab­
con un fin determinado. solutamente ninguna finalidad obje­
La finalidad objetiva es: o exter­ tiva, porque como se ha hecho abs­
na, es decir, la utilidad, o interna, es tracción de ese uno como fin (lo que
decir, la perfección del objeto. Que deba ser la cosa), no queda en el
la satisfacción en un objeto, que por espíritu del que tiene la intuición
ella llamamos bello, no puede des­ nada más que la finalidad subjetiva
cansar en la representación de su de las representaciones, la cual, si
utilidad, se colige suficientemente de bien indica una cierta finalidad del
los dos anteriores capítulos, pues en­ estado de la representación en el su­
tonces no sería una satisfacción in­ jeto y en éste una facilidad para
mediata en el objeto, y esto último aprehender con la imaginación una
es la condición esencial del juicio forma dada, no indica, empero, la
sobre la belleza. Pero una finalidad perfección de objeto alguno, que ahí
objetiva interna, es decir, la perfec­ no es pensado mediante concepto al­
ción, acércase más al predicado de guno de .un fin. Así, por ejemplo, si
la belleza, y por eso notables filóso­ encuentro en el bosque un prado ro­
fos la han tenido por idéntica a la deado de árboles, en círculo, y no
belleza, aunque añadiendo: cuando me represento por eso fin alguno, a
es pensada confusamente. Es de la saber, que quizá deba servir para
mayor importancia decidir, en una bailes campestres, entonces no se da
crítica del gusto, si la belleza se deja el menor concepto de perfección me­
efectivamente resolver en el concep­ diante la mera forma. Representarse
to de la perfección. una finalidad formal objetiva, pero
Para juzgar la finalidad objetiva sin fin, es decir, la mera forma de
necesitamos siempre el concepto, de una perfección —sin materia alguna
un fin, y —si esa finalidad ha de ni concepto con que concordarse,
ser, no una externa (utilidad), sino aunque fuera solo la idea de una
una interna— el concepto de un fin conformidad a leyes, en general—,13
interno que encierra el fundamento es una verdadera contradicción.
de la posibilidad interna del objeto.
Ahora bien: así como fin, en gene­ 18 «Aunque fu era... en general»,
ral, es aquello cuyo concepto puede añadido en la segunda y tercera edi­
ser considerado como el fundamento ción. (N. del T.)
226 MANUEL KANT

Ahora bien: el juicio de gusto es facultades del espíritu en cuanto


un juicio estético, es decir, de tal ín­ puede sólo ser sentida. En cambio,
dole, que descansa en bases subje­ si se quisiera dar el ^nombre de es­
tivas, y cuyo fundamento de deter­ téticos a conceptos confusos y al
minación no puede ser concepto al­ juicio objetivo que en ellos se fun­
guno; por lo tanto, tampoco el de da, tendríamos un entendimiento
un fin determinado. Así, mediante la que juzga sensiblemente, o un sen­
belleza, como finalidad formal sub­ tido que representa sus objetos me­
jetiva, no es pensada en modo algu­ diante conceptos, ambas cosas con­
no una perfección del objeto como tradictorias entre sí.20 La facultad
finalidad supuesta formal, pero, sin de los conceptos, sean confusos o
embargo, objetiva; y vana es aque­ claros, es el entendimiento, y aun­
lla distinción entre el concepto de que el entendimiento tiene también
do bello y: del bien que considera a parte en el juicio de gusto como jui­
ambos cortio distintos solamente por cio estético (como en todos los jui­
la forma lógica, y según la cual el cios) , la tiene, sin embargo, no
primero sería un concepto confuso, como facultad del conocimiento de
el segundo un concepto claro de la un objeto, sino como facultad de la
perfección, idénticos, por lo demás, determinación del juicio y su repre­
en su contenido y origen, pues en­ sentación (sin concepto), según la
tonces, entre ellos no habría dife­ relación de la misma.con el sujeto y
rencia específica alguna, sino que el el sentimiento interior de éste, y en
juicio de gusto sería un juicio de cuanto ese juicio es posible según
conocimiento, igualmente que el jui­ una regla universal.
cio mediante el cual una cosa es de­
clarada buena, de igual modo que el
hombre vulgar, cuando dice que el § 16
engaño es injusto, funda su juicio
en principios confusos, mientras el FA juicio de gusto, mediante el cual
filósofo lo funda en principios cla­ un objeto es declarado bello, bajo
ros; pero, en el fondo, ambos lo fun­ la condición de un concepto
dan en los mismos principios. Pero determinado, no es puro
ya he dicho que un juicio estético es
único en su clase, y no da absoluta­ Hay dos clases de belleza: belle­
mente conocimiento alguno (ni si­ za libre (pulchritudo vaga) y belle­
quiera confuso) del objeto, conoci­ za sólo adherente (pulchritudo ad-
miento que ocurre solamente me­ hserens). La primera no presupone
diante un juicio lógico; en cambio, concepto alguno de lo que el objeto
refiere la representación, mediante deba ser; la segunda presupone un
la cual un objeto es dado, solamente concepto y la perfección del objeto
al sujeto, y no hace notar propiedad según éste. Los modos de la prime­
alguna del objeto, sino sólo la for­ ra llámanse bellezas (en sí consis­
ma final en la determinación19 de tentes) de tal o cual cosa; la segun­
las facultades de representación que da es añadida, como adherente a un
se ocupan con éste. El juicio se lla­ concepto (belleza condicionada), a
ma estético también solamente, por­ objetos que están bajo el concepto
que su fundamento de determina­ de un fin particular.
ción no es ningún concepto, sino el Las flores son bellezas naturales
sentimiento (del sentido interno) de libres. Lo que una flor deba ser sá­
aquella armonía en el juego de las belo difícilmente alguien, aparte del
botánico, y este mismo, que reco-
19 «En la determinación», añadido 20 «Ambas cosas contradictorias en­
en la segunda y tercera edición. (N. tre sí», añadido en la segunda y terce­
del T.) ra edición. (Nota del Traductor.)
CRÍTICA DEL JUICIO 227

noce en ella el órgano de reproduc­ fuera porque debe ser una iglesia;
ción de la planta, no hace referen­ podría embellecerse una figura con
cia alguna a ese fin natural cuando toda clase de rayas y rasgos ligeros,
la juzga mediante el gusto. Así, pues, si bien regulares, como hacen los
a la base de este juicio, no hay ni neozelandeses con sus tatuajes, si no
perfección de ninguna especie, ni fi­ tuviera que ser humana, y ésta po­
nalidad interna a que se refiera la dría tener rasgos más finos y un
reunión de lo diverso. Muchos pá­ contorno de las formas de la cosa
jaros (el loro, el colibrí, el ave del más bonita y dulce, si no fuera por­
paraíso), multitud de peces del mar, que debe representar un hombre o
son bellezas en sí que no perteno- un guerrero.
cen a ningún objeto determinado Ahora bien: la satisfacción en lo
por conceptos en consideración de diverso de una cosa, en relación con
su fin, sino que placen libremente el fin interno que determina su po­
y por sí. Así, los dibujos a la grec- sibilidad, es una satisfacción funda­
que, la hojarasca para marcos o pa­ da en un concepto; pero la de la
peles pintados, etc. . no significan belleza es de tal suerte que no pre­
nada por sí, no representan nada, supone concepto alguno, sino que
ningún objeto, bajo un concepto de­ está inmediatamente unida con la
terminado, y son bellezas libres. representación mediante la cual el
Puede contarse entre la misma espe­ objeto es dado (no mediante la cual
cie lo que en música se llama fan­ es pensado). Pero si el juicio de
tasía (sin tema), e incluso toda la gusto, en consideración al objeto, se
música sin texto. hace dependiente del fin en el con­
En el juicio de una belleza libre cepto, como juicio de razón, y, por
(según la mera forma), el juicio de tanto, es limitado, entonces no es ya
gusto es puro. No hay presupuesto un libre y puro juicio de gusto.
concepto alguno de un fin para el Ciertamente, mediante ese enlace
cual lo diverso del objeto dado deba de la satisfacción estética con la in­
servir y que éste, pues, deba repre­ telectual, gana el juicio de gusto, en
sentar, y por el cual la libertad de que es fijado, y, si bien no es uni­
la imaginación, que, por decirlo así, versal, sin embargo, en considera­
juega en la observación de la figu­ ción de algunos objetos determina­
ra, vendría a ser sólo limitada. dos, conformes a un fin, pueden
Pero la belleza humana (y en esta prescribírsele reglas. Estas no son,
especie, la de un hombre, una mu­ sin émbargo, entonces, reglas del
jer, un niño), la belleza de un caba­ gusto sino solamente de la unión del
llo. de un edificio (como iglesia, pa­ gusto con la razón, es decir, de lo
lacio, arsenal, quinta), presupone bello con el bien, mediante la cual
un concepto de fin que determina lo aquél viene a servir de instrumen­
que deba ser la cosa; por tanto, un to para el propósito, en considera­
concepto de su perfección: así, pues, ción de este último, de poner aque­
es belleza adherente. Así como el lla situación de espíritu que se con­
enlace de lo agradable (de la- sen­ serva a sí misma y tiene un valor
sación) con la belleza, que propia­ subjetivo universal, bajo aquel modo
mente sólo concierne la forma, im­ de pensar, que sólo mediante peno­
pide la pureza del juicio de gusto, sa resolución puede conservarse,
así el enlace del bien (para el cual pero tiene un valor objetivo univer­
lo diverso es bueno a la cosa misma, sal. Pero, propiamente, ni la perfec­
según su fin) con la belleza daña a ción gana por la belleza ni la belle­
la pureza de ésta. za por la perfección; mas como,
Podrían añadirse inmediatamente cuando comparamos la representa­
en la intuición de un edificio mu­ ción mediante la cual un objeto nos
chas cosas que nos pluguieran, si no es dado con el objeto en considera­
2 28 MANUEL KANT

ción de lo que debe ser, mediante que tenga lugar, sin concepto y la
un concepto, no puede evitarse el unanimidad, en lo posible, de todos
que la juntemos también con la sen­ los tiempos y de todos los pueblos,
sación en el sujeto, resulta que la en lo que toca a ese sentimiento en
facultad total de la representación la representación de ciertos objetos,
gana cuando están de acuerdo am­ tal es el criterio empírico, aunque
bos estados del espíritu. débil, y que alcanza apenas a poder
Un juicio de gusto en lo que se conjeturar que un gusto conserva­
refiere a un objeto de fin interno do así, por medio de ejemplos, pro­
determinado, sería puro sólo en viene de la base profundamente es­
cuanto el que juzga no tuviera con­ condida, y común a todos los hom­
cepto alguno de ese fin o hiciera en bres, de la unanimidad en el juicio
su juicio abstracción! de él. Pero des­ de las formas bajo las cuales un ob­
pués, aunque, habiendo juzgado el jeto es dado.
objeto como belleza libre, hubiera De aquí que se consideren algu­
enunciado un juicio de gusto exacto, nos productos del gusto como ejem­
vendría a ser criticado por otro que plares, no, sin embargo, como, si el
hubiera considerado su belleza como gusto pudiera adquirirse imitando a
belleza adherente (mirando al fin otros, pues el gusto ha de ser una
del objeto) y acusado de gusto fal­ propia peculiar facultad; pero el que
so, habiendo ambos,, cada uno a su imita un modelo, si bien muestra
modo, juzgado exactamente: el uno, habilidad en cuanto lo consigue,
según lo que tiene ante los sentidos; muestra gusto sólo en cuanto puede
el otro, según lo que tiene en el pen­ juzgar el modelo mismo.21 De aquí
samiento. Por medio de esta distin­ se sigue, pues, que el modelo más
ción puédense arreglar algunos di­ elevado, el prototipo del gusto, es
sentimientos de los jueces de gusto una mera idea que cada uno debe
sobre belleza, mostrándoles que el producir en sí mismo, y según la
uno se atiene a la belleza libre y el cual debe juzgar todo lo que sea ob­
otro a la dependiente, que el uno jeto del gusto, ejemplo del juicio del
enuncia un juicio de gusto puro, y gusto y hasta él gusto de cada cual.
el otro, uno aplicado. Idea significa propiamente un con­
cepto de la razón, e ideal, la repre­
sentación de un ser individual como
§ 17 adecuado a una idea. De aquí que
aquel prototipo del gusto que des­
Del ideal de la belleza cansa, desde luego, sobre la idea in­
determinada de la razón de un má­
No puede haber reglé objetiva al­ ximum, pero que no puede ser re­
guna del gusto que determine, por presentada por concepto sino en una
medio de conceptos, lo que sea be­ exposición individual, pueda mejor
llo, pues todo juicio emanado de llamarse el ideal de lo bello, que
aquella fuente es estética, es decir,
que su fundamento de determina­ 2t Los modelos del gusto, en lo que
ción es el sentimiento del sujeto, y se refiere a arte oratorio, deben estar
compuestos en un lenguaje muerto y
no un concepto del objeto. Buscar sábio: lo primero, para no tener que
un principio del gusto, que ofrezca sufrir de los cambios que se dan in­
el criterio universal de lo bello, por evitablemente en las lenguas vivas, don­
medio de determinados conceptos, de las expresiones nobles se tornan
es una tarea infructuosa, porque lo adocenadas, las usuales envejecen y en­
que se busca es imposible y contra­ tran para sólo poco tiempo las nuevas;
lo segundo, para que tenga una gramá­
dictorio en sí. La comunicabilidad tica que no esté sometida a un cambio
general de la sensación (de la satis­ arbitrario de la moda y mantenga así
facción o disgusto), de tal índole su inmutable regla.
CRÍTICA DEL JUICIO 229

ti atamos, aun no estando en pose­ los objetos en el mundo, única capaz


sión de él, sin embargo, de producir de un ideal de la perfección.
en nosotros; será, sin embargo, sólo Pero en esto hay dos partes: prí-
un ideal de la imaginación, justa­ meramente, la idea normal estética,
mente porque descansa, no en con­ que es una intuición individual (de
ceptos, sino en la exposición; la fa­ la imaginación) que representa la
cultad de exponer, empero, es la común medida del juicio del hombre
imaginación. Ahora bien: ¿cómo lle­ como cosa que pertenece a una es­
gamos a un ideal semejante de la be­ pecie animal particular; segundar
lleza: a prior i, o empíricamente? Y mente, la idea de la razón, que hace
también: ¿qué especie de bello es de los fines de la humanidad, en
susceptible de ideal? cuanto éstos no pueden representar­
Primeramente hay que notar bien se sensiblemente, el principio del jui­
que la belleza para la cual se debe cio de la forma del hombre median­
buscar un ideal no es una belleza te la cual aquéllos se manifiestan
vaga, sino una belleza fijada por me­ como efecto en el fenómeno. La idea
dio de un concepto de finalidad ob­ normal tiene que tomar de la expe­
riencia sus elementos para la figura
jetiva, y, consiguientemente, tiene de un animal de una especie particu
que pertenecer al objeto de un jui­ lar; pero la finalidad en la construc
cio de gusto que no sea totalmente ción de la figura más conveniente
puro, sino en parte intelectualizado. para la común medida universal del
Es decir, que en la clase de funda­ juicio estético de cada individuo de
mentos deí juicio donde deba encon­ esa especie, la imagen que, por de­
trarse un ideal tiene que haber como cirlo así, con intención, ha estado
base alguna idea de la razón, según puesta a la base de la técnica de la
determinados conceptos, que deter­ naturaleza, y a la cual sólo la espe­
mine a priori el fin en que descan­ cie, en su totalidad, mas no un in­
sa la posibilidad interna del objeto. dividuo separado, es adecuada, yace,
Un ideal de bellas flores, de un be­ sin embargo, sólo en la idea del que
llo mobiliario, de una bella perspec­ juzga, la cual, empero, con sus pro­
tiva, no se puede pensar. Pero tam­ porciones, como idea estética, puede
poco déjase representar ideal algu­ ser expuesta en una imagen, modelo
no de una belleza dependiente de totalmente in concreto. Para hacer
un fin determinado, verbigracia, una concebible en algún modo cómo
bella casa-habitación, un bello ár­ esto ocurre (pues ¿quién puede
bol, un bello jardín, probablemente arrancar totalmente su secreto a la
porque esos fines no son bastante naturaleza?), vamos a intentar una
determinados y fijados por su con­ explicación psicológica.
cepto, y, en consecuencia, la finali­ Es de notar que, de un modo in­
dad es casi tan libre como en la be­ concebible para nosotros, sabe la
lleza vaga. Sólo aquel que tiene en imaginación, no sólo volver a lla­
sí mismo el fin de su existencia, el mar a sí los signos de conceptos, in­
hombre, que puede determinarse a cluso de mucho tiempo acá, sino
sí mismo sus fines por medio de la también reproducir la imagen y la
razón, o, cuando tiene que tomarlos figura del objeto, sacada de inexpre­
de la percepción exterior, puede, sin sable número de objetos de diferen­
embargo, ajustarlos a fines esencia­ tes clases o de una y la misma cla­
les y universales y juzgar después se; y más aun, cuando el espíritu
estéticamente también la concordan­ establece comparaciones, dejar caer,
cia con ellos, ese hombre es el único por decirlo así, una imagen encima
capaz de un ideal de la belleza, así de otra, realmente, según toda pre­
como la humanidad en su persona, sunción, aunque no con suficiente
como inteligencia, es, entre todos consciencia, y de la congruencia de
250 MANUEL KANT

muchas de la misma clase sdcar un reglas del juicio. Ella es la imagen


término medio que sifva a todas de que se cierne por encima de todas
común medida. Cada cual ha visto las intuiciones particulares, en mu
miles de hombres adultos. Ahora chas maneras diferentes, de los indi­
bien: si quiere juzgar el tamaño nor­ viduos para la especie entera, ima­
mal por apreciación comparativa, gen que la naturaleza ha tomado
entonces la imaginación (según mi como prototipo de sus producciones
opinión) deja caer, una encima de en la misma especie, pero que pare­
otra, un gran número de imágenes ce no haber alcanzado totalmente
(quizá todos aquellos miles); y, si en ningún individuo; ella no es, de
se me permite aquí emplear la ana­ ninguna manera, el prototipo total
logía de la presentación óptica, en de la belleza en esa especie, sino so­
aquel espacio, en donde se unen en lamente la forma que constituye la
gran número, y en el interior del condición indispensable de toda be­
contorno, donde el espacio se ilu­ lleza, y, por tanto, solamente la
mina con el color más recargado, exactitud en la exposición de la es­
allí se deja conocer el tamaño me­ pecie; ella es, como del famoso Do-
dio, que se aleja igualmente, en al­ ryphoros de Polykletos se decía, la
tura y anchura, de los límites extre­ regla (igualmente podría servir para
mos de las más pequeñas y de las esto la vaca de Myrori, en su espe­
mayores estaturas. Y esta es la esta­ cie) . Por eso mismo no puede tam­
tura para un hombre bello. (Podría poco encerrar nada específico-carac­
obtenerse el mismo resultado mecá­ terístico, pues de otro modo no sería
nicamente, midiendo miles de ellos, idea normal para la especie. Su ex­
adicionando la altura, así como la posición no place por belleza^ sino
anchura —y gordura—, entre sí, y sólo porque no contradice a ningu­
dividiendo la suma por mil. Pero la na de las condiciones bajo las cuales
imaginación hace eso mismo me­ una cosa de esa especie puede ser
diante un efecto dinámico que nace bella. La exposición es meramente
de la impresión de esas figuras en correcta.23
el órgano del sentido interior.) Pues
23 Encontraráse que un rostro per­
cuando, de la misma manera, se ha fecto, regular, que el pintor gustaría
buscado la cabeza media para ese de tener como modelo, no dice nada
hombre medio; para aquélla, la na­ las más de las veces, y es porque no
riz media, y así sucesivamente, la encierra nada característico y expresa
figura que sale está a la base de la así más bien la idea de la especie que
idea normal del hombre bello en lo específico de una persona. Lo ca­
el país donde se ha establecido esa racterístico de esta última clase, cuan­
do está exagerado, es decir, cuando
comparación; de aquí que un negro daña incluso a la idea normal (la fina­
deba tener necesariamente, bajo esas lidad de la especie), llámase caricatu­
condiciones empíricas,22 otra idea ra. También muestra la experiencia que
normal de la belleza de la figura que aquellos rostros totalmente regulares
un blanco, y un chino otra que un encierran en lo interno, generalmente,
europeo. Lo mismo ocurriría con el también un hombre mediano, proba­
blemente (si hay que admitir que la
modelo de un caballo o de un perro naturaleza expresa en lo externo las
bello (de una cierta raza). Esa idea proporciones de lo interno), porque
normal no es derivada de proporcio­ cuando ninguna de las partes del espí­
nes sacadas de la experiencia como ritu está por encima de aquella propor­
reglas determinadas, sino que sola­ ción que exige para constituir solamen­
te un hombre sin defectos, no puede
mente, según esa idea, son posibles esperarse nada de eso que se llama
genio, en el cual la naturaleza parece
22 «Bajo esas condiciones empíricas», alejarse de las relaciones ordinarias de
añadido de la segunda y tercera edi­ las facultades del alma en provecho de
ción. (N. del T.) una sola.
CRÍTICA DEL JUICIO 231

De la idea normal de lo bello se una regla semejante no puede nun­


diferencia, pues, aun el ideal del ca ser puramente estético y que el
mismo, el cual puede sólo esperarse juicio según un ideal de la belleza
en la figura humana, por los moti­ no es un simple juicio del gusto.
vos ya citados. En ésta está el ideal,
que consiste en la expresión de lo
moral, sin lo cual no podría placer Definición de lo bello, sacada
universalmente, y, por tanto, positi­ de este tercer momento
vamente (no sólo negativamente en
una exposición correcta). La expre­ Belleza es forma de la finalidad
sión visible de ideas morales que de un objeto en cuanto es percibida
dominan interiormente al hombre en él sin la representación de un
puede, desde luego, tomarse sólo de fin.2*
la experiencia; pero hacer, por de­
cirlo así, visible su enlace con todo 24 Podríase, contra esa definición,
lo que nuestra razón une con el bien oponer como instancia, que hay cosas
en las cuales se ve una forma final,
moral, en la idea de la finalidad más sin reconocer en ellas un fin, como,
alta, la bondad de alma, pureza, por ejemplo, los instrumentos de piedra
fuerza, descanso, etc. . . , en la exte- sacados ae viejas tumbas, provistos de
riorización corporal (como efecto de un agujero como para un mango: és­
lo interno), es cosa que requiere tos, aunque muestran claramente en su
ideas puras de la razón, y, con ellas figura una finalidad, sin embargo, no
por eso se declaran bellos. Pero que se
unida, gran fuerza de imaginación les considere como obra de arte es ya
en el que las juzga, y mucho más bastante para tener que confesar que
aun en el que las quiere exponer. La se refiere su figura a una intención
exactitud de un ideal semejante de cualquiera y a un fin determinado. De
la belleza se demuestra en que no aquí ninguna satisfacción inmediata en
permite que se mezcle encanto algu­ su intuición. Una flor, en cambio, por
no sensible con la satisfacción en su ejemplo, una tulipa, se considera como
bella porque en su percepción se en­
objeto, y, sin embargo, hace tomar cuentra una cierta finalidad que, tal
en él un gran interés, lo cual, a su como la juzgamos, no se refiere a nin­
vez, demuestra que el juicio según gún fin.

CUARTO MOMENTO

DEL JUICIO DE GUSTO SEGÚN LA MODALIDAD DE LA SATISFACCIÓN


EN LOS OBJETOS 25

§ 18 dable digo que produce en mí real­


mente placer; de lo bello, empero,
Qué sea la modalidad de un juicio se piensa que tiene una relación ne­
de gusto cesaria con la satisfacción. Ahora
bien, esta necesidad es de una clase
De toda representación puedo de­ especial: no una necesidad teórica y
cir: es posible al menos que ella objetiva, donde se puede conocer a
(como conocimiento) esté enlazada priori que cada cual sentirá esa sa­
con un placer. De lo que llamo agrá- tisfacción en el objeto llamado por
25 En la primera y segunda edición mí bello; tampoco una práctica, don­
dice «en el objeto». (N. del T.) de, mediante conceptos de una pura
232 MANUEL KANT

voluntad razonable que sirve de re­


gla a los seres libremente activos, § 20
es esa satisfacción la consecuencia
necesaria de una ley objetiva, y no La condición de la necesidad, a que
significa nada más que la obligación un juicio de gusto pretende, es la
que se tiene de obrar absolutamente idea de un sentido común
(sin posterior intención) de una
cierta manera. Sino que, como ne­ Si los juicios de gusto (como los
cesidad pensada en un juicio estéti­ juicios de conocimiento) tuviesen un
co, puede llamarse solamente ejem­ principio determinado objetivo, en­
plar, es decir, una necesidad de la tonces, el que los enunciase según
aprobación por todos de un juicio, éste, pretendería incondicionada ne­
considerado como un ejemplo de cesidad para su juicio. Si no tuvie­
una regla universal que no se puede ran principio alguno, como los del
dar. Como un juicio estético no es simple gusto de los sentidos, enton­
un juicio objetivo y de conocimien­ ces no podría venir al pensamiento
to, esa necesidad no puede deducir­ necesidad alguna de esos juicios.
se de conceptos determinados* y no Así, pues han de tener un principio
es, pues, apodíctica. Mucho menos subjetivo que sólo por medio del
puede ser la conclusión de una uni­ sentimiento, y no por medio de con­
versalidad de la experiencia (de una ceptos, aunque, sin embargo, con va­
unanimidad general de los juicios so­ lor universal, determine qué place o
bre la belleza de cierto objeto), pues qué disgusta. Pero un principio se­
además de que la experiericia en esto mejante no podría considerarse más
proporcionaría difícilmente muchos que como un sentido común, que es
justificantes, no se puede fundar en esencialmente diferente del entendi­
juicios empíricos concepto alguno miento común, que también a veces
de la necesidad de esos juicios. lleva el nombre de sentido común
(sensus communis), pues cjue este
último juzga, no por sentimiento,
§ 19 sino siempre por conceptos, aunque
comúnmente como principios oscu­
La necesidad subjetiva que atribui­ ramente representados.
mos al juicio de gusto es Así, sólo suponiendo que haya un
condicionada sentido común ( por lo cual enten­
El juicio de gusto exige la apro­ demos, no un sentido externo, sino
bación de cada cual, y el que decla­ el efecto que nace del juego libre
ra algo bello quiere que cada cual de nuestras facultades de conocer),
deba dar su aplauso al objeto pre­ sólo suponiendo, digo, un sentido
sente y deba declararlo igualmente común semejante, puede el juicio de
bello. El deber [das Sollen] en el gusto ser enunciado.
juicio estético no es, pues, según los
datos todos exigidos para el juicio,
expresado más que condicionalmen­ § 21
te. Se solicita la aprobación de to­
dos los demás, porque se tiene para Sr se puede suponer con fundamento
ello un fundamento que es común un sentido común
a todos, cualquiera que sea la apro­
bación que se pueda esperar, con tal Conocimientos y juicios, junta­
de que se esté siempre seguro de mente con la convicción que les
que el caso fue correctamente subsu­ acompaña, tienen que poderse co­
mido en aquel fundamento como re­ municar universalmente, pues de
gla del aplauso. otro modo no tendrían concordancia
CRÍTICA DEL JUICIO 233

alguna con. el objeto: serían todos


ellos un simple juego subjetivo de § 22
las facultades de representación,
exactamente como lo quiere el es­ La necesidad de la aprobación uni­
cepticismo. Pero si han de poderse versal, pensada en un juicio de gus­
comunicar conocimientos, hace falta to, es una necesidad subjetiva que.es
que el estado de espíritu, es decir, representada como objetiva bajo la
la disposición de las facultades de suposición de un sentido común
conocimiento, con relación a un co­
nocimiento en general, aquella pro­ En ningún juicio en donde decla­
porción, por cierto, que se requiere ramos algo bello permitimos a al­
para una representación (mediante guien que sea de otra opinión, sin
la cual un objeto nos es dado), con fundar, sin embargo, nuestro juicio
el fin de sacar de ella conocimiento, en conceptos, sino sólo en nuestro
pueda también comunicarse univer­ sentimiento, que ponemos a su base,
salmente, porque sin ella, como sub­ no como un sentimiento privado,
jetiva condición del conocer, no po­ sino como uno común. Ahora bien:
dría el conocimiento producirse ese sentido común, para ello, no
puede fundarse en la experiencia,
como efecto. Esto ocurre también pues quiere justificar juicios que en­
realmente siempre, cuando un obje­
cierran un deber (ein Sollen); no
to dado, por medio de los sentidos, dice que cada cual estará conforme
pone en actividad la imaginación con nuestro juicio, sino que deberá
para juntar lo diverso y ésta pone estar de acuerdo. Así, pues, el sen­
en actividad el entendimiento para tido común, de cuyo juicio presento
unificarlo en conceptos. Pero esa aquí, como ejemplo, mi juicio de
disposición de las facultades del co­ gusto, a quien, por lo tanto, he aña­
nocimiento tiene, según la diferen­ dido una validez ejemplar, es una
cia de los objetos dados, una dife­ mera forma ideal que, una vez su­
rente proporción. Sin embargo, debe puesta, permite que de un juicio que
haber una en la cual esa relación in­ concuerde con ella, y esto sobre la
terna para la animación (de'una por misma ya expresada satisfacción en
la otra) sea, en general, la más ven­ un objeto, se haga, con derecho, una
tajosa para ambas facultades del es­ regla para cada uno, porque el prin­
píritu con un fin de conocimiento cipio, si bien sólo subjetivo, sin em­
(de objetos dados), y esa disposición bargo, tomado como subjetivo-uni-
no puede ser determinada más que versal (una idea necesaria a cada
por el sentimiento (no por concep­ cual), en lo que se refiere a la una­
tos) . Pero como esa disposición mis­ nimidad de varios que juzgan, po­
ma tiene que poderse comunicar uni­ dría, como uno objetivo, exigir apro­
versalmente, y, por tanto, también bación universal, con tal de que se
el sentimiento de la misma (en una esté seguro de haberlo subsumido
representación dada), y como la uni­ correctamente.
versal comunicabilidad de un senti­ Esa norma indeterminada de un
miento presupone un sentido común, sentido común es presupuesta real­
éste podrá, pues, admitirse con fun­ mente por nosotros; lo demuestra
damento, y, por cierto, sin apoyarse, nuestra pretensión a enunciar juicios
en ese caso, en observaciones psico­ de gusto. ¿Hay, en realidad, un sen­
lógicas, sino como la condición ne­ tido común semejante como princi­
cesaria de la universal comunicabili­ pio constitutivo de la posibilidad de
dad de nuestro conocimiento, la la experiencia? O bien, ¿hay un
cual, en toda lógica y en todo prin­ principio de la razón más alto que
cipio del conocimiento que no sea impone solamente como principio
escéptico, ha de ser presupuesta. regulativo en nosotros, la necesidad
234 MANUEL KANT

de producir, ante todo, en nosotros aprehensión de un objeto dado de


un sentido común para más altos fi­ los sentidos está atada a una deter­
nes? ¿Es el gusto, por tanto, una minada forma de ese objeto, y, por
facultad primitiva y natural, o tan tanto, no tiene libre juego (como en
sólo la idea de una facultad que hay la poesía), sin embargo, se puede
que adquirir aún, artificial, de tal aún concebir bien que el objeto pue­
modo que un juicio de gusto no se­ da justamente ofrecerle una forma
ría, en realidad, con su pretensión a tal que encierre un estado de asam­
una aprobación universal, más que blaje de lo diverso, como lo hubiera
una exigencia de la razón: la de pro­ constituido la imaginación, en con­
ducir una unanimidad semejante en cordancia con la general conformi­
la manera de sentir, y que el deber dad del entendimiento con leyes, si
(das Sollen), es decir, la necesidad se hubiera dejado libre a sí misma.
objetiva de que el sentimiento de Pero que la imaginación sea libre,
todos corra juntamente con el de y, sin embargo, por sí misma, con­
cada uno, no significaría otra cosa forme a una ley, es decir, que lleve
más que la posibilidad de llegar aquí consigo una autonomía, es una con­
a ese acuerdo, y el juicio de gusto tradicción. Sólo el entendimiento da
no sería más que un ejemplo de la la ley. Pero cuando la imaginación
aplicación de ese principio? Eso, ni es obligada a proceder según una
queremos ni podemos investigarlo ley determinada, entonces determí­
ahora aquí; sólo tenemos, por aho­ nase por conceptos cómo deba ser,
ra, que analizar el juicio del gusto según la forma, su producto; pero,
en sus elementos, para . unir éstos en ese caso, la satisfacción no es la
después en la idea de un sentido co­ que se da en lo bello, sino en lo
mún. bueno (de la perfección, y, desde
luego, sólo la formal), y el juicio no
es un juicio por medio del gusto.
Definición de lo bello deducida Así, pues, una conformidad con le­
del cuarto momento yes sin ley y una subjetiva concor­
dancia de la imaginación y del en­
Bello es lo que, sin concepto, es tendimiento sin una objetiva, en que
conocido como objeto de una nece­ la representación fuere referida a un
saria satisfacción. determinado concepto de un objeto,
no podrán existir juntamente más
que con la libre conformidad del
Nota general a la primera sección entendimiento con leyes (la cual es
de la analítica también llamada finalidad sin fin) y
con la característica de un juicio de
Cuando se saca el resultado de los gusto.
anteriores análisis, se encuentra que Ahora bien: figuras regulares geo­
todo viene a parar al siguiente con­ métricas, un círculo, un cuadrado,
cepto del gusto: que es una facultad un cubo, etc., las citan críticos del
de juzgar un objeto en relación con gusío, comúnmente, como los más
la libre conformidad a leyes de la sencillos e indudables ejemplos de
imaginación. Ahora bien: si se ha belleza, y, sin embargo, se las llama
de considerar la imaginación, en el regulares, porque no se las puede
juicio de gusto, en su libertad, "hay representar más que considerándolas
que tomarla, primero, no reproduc­ como meras exposiciones de un con­
tivamente, tal como está sometida a cepto determinado que prescribe la
las leyes de la asociación, sino como regla a aquella figura (según la cual
productiva y autoactiva (como crea­ sólo es posible). Uno de los dos
dora de formas caprichosas de posi­ debe ser, pues, falso: o aquel juicio
bles intuiciones); y aunque en la de los críticos de atribuir belleza a
CRÍTICA DEL JUICIO 235

figuras pensadas, o el nuestro, que la solución que satisface a un pro­


encuentra necesaria para la belleza blema, y no una ocupación libre y
la finalidad sin concepto. conforme a un fin indeterminado de
Nadie encontrará fácilmente un las facultades del espíritu con lo que
hombre de gusto, obligado a experi­ llamamos bello, y en la cual el en­
mentar más satisfacción en la figura tendimiento está al servicio de la
de un círculo que en la de un con­ imaginación y no ésta al de aquél.
torno irregular, en la de un cuadri­ En una cosa que sólo mediante
látero equilátero y equiángulo más una intención es posible, en un edi­
que en otro oblicuo, desigual y por ficio y hasta en un animal, la regu­
decirlo así, deforme, pues para ello laridad, que consiste en la simetría,
se requiere sólo entendimiento co­ debe expresar la unidad de la intui­
mún y no gusto. Donde se percibe ción, que acompaña al concepto de
una intención, verbigracia, la de juz­ fin, y con él pertenece al conoci­
gar el tamaño de una plaza, o de miento. Pero donde sólo se ha de
hacer comprensible la relación de desarrollar un libre juego de las fa­
las partes entre sí y cotí el todo en cultades de representación (sin em­
una división, ahí son necesarias fi­ bargo, con la condición de que en
guras regulares, y, por cierto, de las ello no sufra el entendimiento nin­
de la clase más sencilla; y la satis­ gún choque), como en jardines,
facción descansa, no inmediatamen­ adornos de los cuartos y toda clase
te en la vista de la figura, sino en de instrumentos artísticos y otros. . . .
la utilidad de la misma para toda evítase, en lo posible, la regularidad,
clase de propósito posible. Una ha­ que se presenta como esfuerzo; de
bitación cuyas paredes formen án­ aquí que el gusto inglés en los jar­
gulos agudos, un jardín de igual for­ dines y el barroco en los muebles
ma, incluso toda falta de simetría, lleve la libertad de la imaginación
tanto en la figura de los animales más bien casi hasta aproximarse a
(verbigracia, que tengan sólo un lo grotesco, y en ese alejamiento de
ojo) como en la de edificios o flo­ toda imposición de la regla pone jus­
res, disgusta, porque eso es contra­ tamente el caso en donde el gusto
rio a un fin, no sólo prácticamente puede mostrar su mayor perfección
en lo que se refiere a un determina­ en proyectos de la imaginación.
do uso de esas cosas, sino también Todo lo rígido-regular (lo que se
para el juicio en toda clase de pro­ acerca a la regularidad matemática)
pósito posible, y ese caso no es el lleva consigo algo contrario al gusto
del juicio de gusto, que, cuando es y es que no proporciona un entre­
puro, une inmediatamente satisfac­ tenimiento largo con su contempla­
ción o disgusto, sin referencia al uso ción, sino que, en cuanto no se en­
o. a un fin, con la mera contempla­ dereza decididamente al conocimien­
ción del objeto. to o a un fin práctico determinado,
La regularidad, que conduce al produce fastidio. En cambio, aque­
concepto de un objeto, es ciertamen­ llo en donde la imaginación puede
te la condición indispensable (con- jugar sin violencia y conforme a su
ditio sine qua non) para coger el fin es para nosotros siempre nuevo,
objeto en una representación única y no nos cansamos de mirarlo. Mars-
y determinar lo diverso en la forma den,26 en su descripción de Sumatra,
del mismo. Esa determinación es un hace la observación de que las belle­
fin con relación al conocimiento, y, zas libres de la naturaleza rodean al
en relación a éste, va ella también espectador siempre las mismas por
siempre unida con satisfacción (que
acompaña la efectuación de toda in­ 20 Marsden, viajero inglés, escribió
tención aun problemática). Pero en­ una History of Sumatra (tercera edi­
tonces eso es sólo la aprobación de ción, Londres, 1811). (N. del T.)
236 MANUEL KANT

todos lados, y, por tanto, tienen para las reglas musicales, porque este úl­
él ya poco atractivo; en cambio, en­ timo más bien hastía cuando se re­
contrando, en medio de un bosque, pite muchas veces y durante largc
un huerto de pimienta, en donde las tiempo. Pero en esto probablemente
estacas alrededor de las cuales cre­ confundimos nuestra simpatía por la
ce esa planta formaban avenidas en alegría de un pequeño animalito
líneas-paralelas, experimentó en ello amable con la belleza de su canto,
un gran encanto: de aquí saca la que, cuando es imitado exactamente
conclusión de que la belleza salva­ por el hombre (como ocurre a veces
je, al parecer, sin regla alguna, no con el canto del uiiseñor), parece
place, por el cambio, más que a a nuestros oídos totalmente despro­
quien está ya saciado de belleza re­ visto de gusto.
gular. Pero con que hubiera hecho Hay que distinguir aún los obje­
la prueba de estarse un día en su tos bellos de los aspectos bellos de
huerto de pimienta se hubiera aper­ los objetos (que a menudo, por el
cibido de que cuando el entendi­ alejamiento, no pueden ser conoci­
miento se ha sumido, mediante la dos claramente) En estos últimos
regularidad, en la disposición para parece el gusto fijarse no tanto en
el orden que necesita por todas par­ lo que la imaginación aprehende en
tes, el objeto no le distrae, y, a largo ese campo, como en lo que sobre él
tiempo, más bien-hace una violen­ tiene ocasión de figurar, es decir,
cia incómoda a la imaginación, y de propiamente en las fantasías con
que, en cambio, la naturaleza, que que se entretiene el espíritu cuando
allí es pródiga en diversidades hasta la diversidad con que el ojo tropieza
la exuberancia, y que no está so­ lo despierta continuamente; así, por
metida a la violencia de reglas arti­ ejemplo, ocurre cuando se miran las
ficiales, podría dar a su gusto un figuras cambiantes de un fuego de
alimento constante. El canto mismo chimenea o de un arroyo que corre,
de los pájaros, que no podemos re­ los cuales, sin ser ninguno de los
ducir a reglas musicales, parece en­ dos bellezas, llevan consigo, sin em­
cerrar más libertad y, por tanto, más bargo, un encanto para la imagina­
alimento para el gusto que el canto ción, porque mantienen su libre
humano mismo dirigido según todas juego.

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