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1. Cambio y continuidad
dades que unen a Fujimori con el pasado. Dichas continuidades sugieren que
su estilo de gobierno no es solamente consecuencia de sus atributos persona-
les o de las exigencias de una coyuntura particular, sino más bien una respues-
ta a problemas más profundos. Está claro que García y Fujimori tienen algu-
nas características en común. Ambos gobiernos estuvieron presididos por
líderes de cierta inclinación autoritaria dispuestos a cambiar las reglas del
juego de forma drástica cuando les convino. Ambos evitaron compartir el
poder con otros, ignorando instituciones e intermediarios, prefiriendo legiti-
marse por medio de una invocación directa al ‘pueblo’. Ambos fueron propen-
sos al personalismo, preocupados enormemente con su popularidad y desde-
ñosos hacia los sistemas formales de fiscalización (accountability).
Este capítulo busca por tanto situar al gobierno Fujimori dentro de
un contexto histórico, y argumenta que algunas de sus características refle-
jan rasgos estructurales largamente enraizados en el desarrollo político del
Perú. Por consiguiente, aunque principalmente interesados en la escena
contemporánea, no podemos desentendernos completamente del pasado.
Por esta razón, empezamos con un breve resumen de la tradición populista
en el Perú y las circunstancias que ayudaron a generarla.
2. La tradición populista
El desarrollo del Perú entre 1930 y 1970 contrasta con el de los otros
principales países de la región, donde gobiernos de tipo populista contribu-
yeron a crear un nuevo modelo de desarrollo nacional dirigido por el Esta-
do. En general, en el Perú, estos 40 años estuvieron caracterizados por la
persistencia de un Estado no intervencionista, la dependencia de un modelo
de crecimiento liberal y de orientación exportadora, y un desarrollo indus-
trial relativamente débil. Las nuevas fuerzas sociales que en otros países de
la región proporcionaron el apoyo y el motor impulsor para la industrializa-
ción por sustitución de importaciones (ISI), en el Perú fueron más débiles, y
los partidos políticos con los que estaban asociadas no pudieron acumular
la fuerza suficiente para derribar el statu quo.
A diferencia de otros países de la región, el Perú permaneció mayormen-
te rural, pobremente integrado (tanto física como socialmente) y con una clase
media y obrera relativamente pequeñas. Aunque la migración urbana empeza-
ba a acelerarse, la mayoría de la población aún vivía en áreas rurales donde la
participación política estaba restringida por el sistema predominante de la
hacienda y los horizontes limitados de la comunidad campesina. Fue la desin-
tegración progresiva de tales modelos, acelerada por la reforma agraria de los
48 John Crabtree
4. El apoyo de APRA se concentraba en las partes más ‘desarrolladas’ del país, espe-
cialmente en el norte.
5. Cotler, Julio, Políticas y sociedad en el Perú: cambios y continuidades, Lima: IEP,
1995; Cotler, Julio, Clases, Estado y nación, Lima: IEP, 1978.
Neopopulismo y el fenómeno Fujimori 49
sociales a los que buscaba dirigirse siempre fue ambigua, y al final falló en
su intento de mantenerlos bajo control.
El restablecimiento de un gobierno constitucional en 1980 trajo con-
sigo un contexto más propicio para el desarrollo de las instituciones demo-
cráticas y la institucionalización de medios para la participación popular en
la vida política. Organizaciones de base relacionadas con varios partidos
políticos trataron de participar más activamente en la toma de decisiones,
tanto en el nivel nacional como en el local. La frustración creada por las
deficiencias del gobierno militar, tanto durante su fase izquierdista (1968-
75) como en su desenlace más conservador (1975-80), generó un amplio
consenso político sobre la conveniencia de la transición democrática. La
tendencia hacia la transición democrática, un proceso alentado desde fuera,
constituyó un reflejo de lo que sucedió más tarde en otros países.
Al principio hubo mucho optimismo. Se creía que la democracia po-
día funcionar a pesar de todas las demandas sociales puestas sobre ella por
un público más exigente y políticamente articulado. La Constitución de 1979
creó un nuevo marco institucional basado en unas nuevas reglas de amplia
aceptación. Entre otros aspectos, la Constitución estableció por primera vez el
sufragio universal. A partir de 1980 se celebraron elecciones razonablemente
limpias en forma regular, con altos grados de participación popular7. Aun más
importante, en los años ochenta surgió -discutiblemente también por pri-
mera vez- un sistema de partidos representativos que cubría un amplio
espectro ideológico, rivalizando los unos con los otros por el poder políti-
co en contiendas electorales fuertemente disputadas. También se observó
el desarrollo de una sociedad civil cada vez más organizada que contribu-
yó a articular las demandas populares a través de nuevos canales de
representación.
Sin embargo, la confianza inicial pronto demostró estar equivocada.
La crisis de la deuda de 1982 aumentó los problemas de manejo macroeco-
nómico, mientras que los gobiernos de Fernando Belaunde (1980-85) y Alan
García (1985-90) lamentablemente demostraron ser incapaces de propor-
cionar ni siquiera un nivel mínimo de seguridad política y económica para
la mayoría de la población. Además, los partidos políticos retuvieron mu-
chas de las características autoritarias, de imposición desde arriba hacia
abajo, clientelistas y personalistas de sus antepasados. Esto hizo que fuera
aun más difícil para los partidos políticos cumplir fielmente con su papel
12. Belaunde fue destituido de la Presidencia sin más ceremonias en 1968. Durante
su segunda administración permaneció altamente sensible a las demandas militares.
13. García estaba fuertemente influenciado por las experiencias del régimen de Ve-
lasco y el legado de Haya de la Torre. Para el APRA, el pasado siempre tuvo una impor-
tancia tremenda sobre el presente. La influencia del legado de Haya sobre Alan García
no debe sobreestimarse.
14. Crabtree, John, Peru under Garcia: An Opportunity Lost, Basingstoke: Macmillan,
1992.
15. O'Donnell, Guillermo, op. cit.
Neopopulismo y el fenómeno Fujimori 53
3. Fujimori y el ‘neopopulismo’
19. Degregori, Carlos Iván y Romeo Grompone, Elecciones 1990: demonios y reden-
tores en el nuevo Perú, Lima: IEP, 1991.
56 John Crabtree
antes. Aunque Fujimori se dio cuenta de lo que tenía que hacer -fue
un caso clásico de ‘no hay otra alternativa’-, la situación que heredó lo
hizo posible políticamente, ya que los obstáculos a su implementación
habían desaparecido en gran medida.
23. El ataque contra la llamada ‘partidocracia’ fue un tema constante en los discursos
de Fujimori, especialmente en el período inmediatamente anterior y posterior al autogol-
pe de abril de 1992. Parece que Fujimori conocía muy bien la fuerza de tales ataques, los
cuales tuvieron un efecto inmediato y positivo en sus índices de popularidad, medidos
por varias organizaciones encuestadoras en Lima. Para un análisis del papel que jugaron
las encuestas de opinión, véase Conaghan, Catherine, "Polls, Political Discourse and the
Public Sphere: The Spin on Peru’s Fujigolpe", en Smith, Peter (ed.), Latin America in
Comparative Perspective: New Approaches to Methods and Analysis, Boulder: Westview
Press, 1995.
24. Entrevista con el ex Ministro de Agricultura, Carlos Amat y León, mayo de 1995.
Neopopulismo y el fenómeno Fujimori 59
jefatura militar fueron ignoradas por el Congreso y la Corte Suprema (véase también el
capítulo IX en este mismo libro).
29. Véase el capítulo IX en este mismo libro.
Neopopulismo y el fenómeno Fujimori 61
El poder soy yo. Pero es un poder que me fue dado por el pueblo. Yo
lo represento‛30.
iv. El uso de los recursos a su disposición para aumentar su reputación,
sobre todo entre los sectores más pobres y marginales de la sociedad.
Esto se vio claramente después del referéndum de 1993 sobre la nue-
va constitución, el cual mostró que -popularidad personal aparte- la
opinión pública no validaba necesariamente las políticas del gobierno.
Entre 1993 y 1995, e incluso después, Fujimori se concentró en asig-
nar sus recursos a un gasto social focalizado, y en viajar constante-
mente dentro del país para obtener los máximos beneficios políticos
personales posibles. Tal gasto (que comprendió hasta el 40% de la in-
versión total del presupuesto de 1996) no fue distribuido por los mi-
nisterios tradicionales, sino por el Ministerio de la Presidencia, sobre
el que Fujimori ejercía un control personal firme. A través de sus po-
líticas de gasto, Fujimori, al igual que García, pudo llegar a los secto-
res que poseían una organización relativamente débil, especialmente
los sectores urbanos pobres y el campesinado andino. Sin embargo, a
diferencia de García, Fujimori fue capaz de sostener este esfuerzo y
estuvo menos sujeto a la volatilidad macroeconómica.
v. La estrecha relación que llegó a unir al gobierno de Fujimori con las
Fuerzas Armadas31. Una vez más, esto fue en parte un producto de las
circunstancias especiales que rodearon la elección de Fujimori en 1990
y la falta de apoyo social organizado del nuevo gobierno. En el contex-
to de la crisis generalizada de aquel tiempo, el Ejército era una de las
pocas instituciones que funcionaban en el país. Respecto a esto últi-
mo, la situación fue algo diferente de la que experimentaron Belaunde
y García, ya que entonces las Fuerzas Armadas adoptaron una postura
más institucional. Bajo Fujimori, el Ejército llegó a ser un elemento
clave en la coalición de intereses que ayudaron a sostener al gobierno.
Una de sus primeras acciones de gobierno fue reorganizar la Policía y
reem-plazar a varios comandantes militares importantes. La conce-
sión de nuevos poderes al Ejército en las operaciones contra la in-
surgencia se produjo al mismo tiempo que se desarrollaba una rela-
ción mucho más estrecha entre el Presidente y el comandante en jefe
de las fuerzas militares, el general Nicolás Hermoza. Paralelamente,
mejoraron las labores de inteligencia y se estableció una relación
igualmente estrecha entre Fujimori y su ‘asesor’ de inteligencia, Vla-
30. Citado en Panfichi, Aldo y Cynthia Sanborn, "Vino viejo en odres nuevos: demo-
cracia y neopopulismo en el Perú", en Márgenes, No. 13/14, 1995.
31. Ver el capítulo X en este mismo libro.
62 John Crabtree
32 Mauceri, Philip, State under Siege: Development and Policy Making in Peru, Boul-
der: Westview Press, 1996.
Neopopulismo y el fenómeno Fujimori 63
creación de una pirámide de poder invertida hace que todo el sistema polí-
tico dependa del destino de un individuo33. Además, la sostenibilidad del
régimen a largo plazo se pone en riesgo si no se encuentran los medios
para distribuir ampliamente los beneficios de la reforma económica. La
lógica del orden neoliberal, a menos que sea mitigada por el Estado, está en
concentrar el poder y los recursos económicos en lugar de distribuirlos más
ampliamente. Las políticas de distribución generosa de Fujimori entre cier-
tos sectores de la población constituyeron un intento de construir un apoyo
político entre los más pobres y excluidos, pero no estaban diseñadas para
remediar el problema de la desigualdad social, y aun menos para lograr el
empowerment de esos sectores. Uno de los peligros potenciales de un go-
bierno como el de Fujimori es que fomenta el ensanchamiento de las dispa-
ridades, principalmente porque una élite relativamente pequeña parece
obtener un amplio beneficio de las políticas de liberalización y privatización.
Aunque la estabilización de precios en el Perú sin duda benefició a la mayo-
ría de la población, con el tiempo lo más probable era que sus efectos polí-
ticos se diluyeran, y que fueran necesarias nuevas políticas distributivas.
La sostenibilidad fue claramente una de las mayores preocupaciones
detrás del autogolpe de 1992, el cual consolidó la relación entre las Fuerzas
Armadas y el gobierno civil34. Carente de un sucesor obvio dentro de las
filas de su propio séquito (algo que Fujimori no estaba interesado en alen-
tar) o entre los partidos de la oposición (aun menos), había que encontrar
un mecanismo para eliminar la prohibición constitucional sobre la reelec-
ción presidencial inmediata. Entre otras cosas, el autogolpe alcanzó este
objetivo, y abrió el camino para que Fujimori se presentara de nuevo a las
elecciones de 1995 y derrotara al candidato de la oposición, Javier Pérez de
Cuéllar. Menos de dos años después, en su segunda administración, la idea
de la reelección por otros cinco años (de 2000-2005) volvió a resurgir. El
argumento de los partidarios de Fujimori era que si este último se presen-
taba a las elecciones del año 2000, ésta sería la primera reelección bajo la
nueva Constitución de 1993, por lo que sería válida y no habría necesidad
de más cambios constitucionales. Muchos otros, incluido el Jurado Nacional
de Elecciones (JNE), no estaban de acuerdo con esta interpretación.
33. El hecho de que Fujimori seleccionara para candidatos a las vicepresidencias (es-
pecialmente en 1995) a personas que no pudieran convertirse en rivales políticos agudizó
este problema.
34. El llamado ‘libro verde’ data de los últimos años del gobierno de García. Dicho
libro proponía la necesidad de un gobierno fuerte que duraría unos 20 años si fuera
necesario. La visión era que las necesarias reformas económicas liberales tardarían años
en implementarse y que, por lo tanto, se requería un gobierno cívico-militar que contara
con el apoyo de los sectores empresariales.
64 John Crabtree
4. Conclusiones
Referencias
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