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POEMA BELLA MONJA BLANCA DE GUATEMALA

Bella Monja Blanca de Guatemala


Déjame decirte que en verso y en
prosa eres hermosa
Tú que te encuentras en el campo
convertida en una diosa
Que con tu belleza dejas a las personas
decir un sinfín de cosas,
Que sin duda eres la flor más
hermosa.
La Monja Blanca es una orquídea, establecida como Flor Nacional de Guatemala oficialmente
el 21 de febrero de 1934 durante el gobierno de Jorge Ubico Castañeda. Su nombre científico
es Lycaste virginalis forma alba. Actualmente está extinguida en su hábitat natural, pero se
sigue cultivando en viveros y por coleccionistas (Grimaldi, 2001).
Según la Asociación Altaverapacense de Orquideología, la Monja Blanca ya está extinguida
en la naturaleza, es decir, en su hábitat natural, que son los bosques de Alta Verapaz y Baja
Verapaz, Chiapas, Honduras y El Salvador. Sin embargo, quedan las que se cultivan en
viveros y las que poseen los coleccionistas, que bajo ciertos cuidados, pueden vivir decenas
de años (Grimaldi, 2001).
La Monja Blanca forma parte de las más de 35 mil especies de orquídeas que existen en
Guatemala. Florece de diciembre a enero, y suele ubicarse abajo de los árboles. Conserva la
flor de cuatro a seis semanas y llega a vivir más de 30 años

La historia de la Monja Blanca como Flor Nacional inicia a finales de 1933, durante una
exposición internacional de flores en Miami Beach, Florida, al sureste de Estados Unidos.
Terminada la exposición, la señora Letitia Southerland, presidenta de ese evento, escribió una
carta al presidente Jorge Ubico para agradecerle haber ordenado enviar un grupo de
orquídeas. Entre esas flores, escribía Southerland, destaca por su belleza una variedad alba
de la virginalis forma alba -Monja Blanca-, y habiendo sido informada que Guatemala no tiene
su flor nacional, sugirió respetuosamente que dicha orquídea sea tomada muy en cuenta

Jura a la bandera de Guatemala


Bandera nuestra, a ti juramos
devoción perdurable,
lealtad perenne, honor, sacrificio y esperanza
hasta la hora de nuestra muerte.
En nombre de la sangre y de la tierra
juramos mantener tu excelsitud sobre todas las cosas
en los prósperos días y en los días adversos ;
velar y aun morir porque ondées perpetuamente
sobre una patria digna.

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