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22/02/2018 A.C.M.H.

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UNIFORMOLOGÍA
Españoles

Santa Hermandad HISTORIA DE LA SANTA HERMANDAD


Cofradía Santiago JUAN JOSÉ TORRES ESCOBAR

Los Tercios

Cía. de Prebostes Hay que remontarse a los comienzos del siglo XII para encontrar los primeros antecedentes de
la Santa Hermandad, concretamente en Asturias, en 1115 a iniciativa de sus diputaciones se
La Armada-s.XVIII
constituye una Hermandad para la persecución de malhechores y, de paso, poner fin "a las
El Ejército - S.XIX depredaciones, abusos y tropelías de los próceres y magnates".
Buenos Aires,1807
Los titulares de los distintos reinos, con el paso del tiempo, concedieron y aumentaron los
G. Independencia
fueros de estas Hermandades de carácter local, como recurso para aumentar su autoridad, al
Cuerpo,Cádiz 1810 tiempo que restaban de esta forma poder y atribuciones a las Órdenes militares y a la nobleza.
El Ejército en 1830
Para mantener la unidad de criterios y doctrina, se celebró en Valladolid, en 1295, una Junta de
La Armada, 1861
Procuradores de las Hermandades del reino de León, acordándose en ella lo siguiente: el pago
El Ejército en 1885 al rey de las contribuciones en la forma usual; si alcaldes, merinos y señores feudales
Automoción 1911 quebrantaban los fueros, los "hermanos" se unirían para defenderse; si las sentencias no eran
justas y los fueros de la Hermandad quedaban lesionados, se reservaba el derecho de querella
Album Infantería
contra aquellos ante el Consejo, que recurriría ante el rey para revocación y nueva sentencia,
Album Caballería con pago de gastos del fondo de bienes propios; si algún infanzón, "rico home" o eclesiástico
Tropas Casa Real se apoderase violentamente de bienes ajenos, bien la Hermandad o el Concejo, se levantarían
contra él "para derribar su casa y talar sus bosques"; cuando algún señor feudal matase sin
motivo a un miembro de la Hermandad sujeto a fuero, todos los Concejos se levantarían contra
él, destruyendo sus propiedades y quitándole la vida "allí donde lo encontraren"; igual pena
recibiría el juez que, sin previo juicio, condenase excesivamente a cualquier persona que con
"carta del Rey" aplicase la justicia en beneficio propio, o exigiere impuestos abusivos.

En las Cortes de Toro, el 1 de diciembre de 1369, aparece por primera vez el cargo de juez y
después la formación del tribunal propio de la Santa Hermandad, reconocimiento real y oficial
de un hecho ya consolidado, y consecuencia directa de la presencia en los juicios de los dos
"homes bonos" elegidos por Fernando IV para la administración de la Justicia. Dichos jueces y
tribunal sólo juzgarían y condenarían a los delincuentes capturados por los miembros de la
Hermandad, relevando a los cuadrilleros o jefes militares, responsables hasta entonces de
dicha función, una vez obtenida la confesión de culpabilidad.

Cargos tan tradicionales como los de merino, adelantado y pertiguero, se desempeñarían por
personas que, aparte de su competencia y honestidad personal ya probada, tenían que
depositar en la tesorería de la Hermandad veinte mil maravedís de fianza, "para responder de
sus excesos".

Durante el reinado de Juan II, de dio un impulso a la Hermandad de Toledo con la regulación
de la forma de nombramiento de los alguaciles mayores y los cuadrilleros escogidos entre los
"homes bonos" de Toledo y la forma en que debían desarrollarse las juntas generales,
compuestas por doce hombres de a caballo y veintisiete de a pie, cinco cuadrilleros y tres
ballesteros por cuadrilla. Todo hombre de a caballo, especie de fortaleza animada, llevaba para
su servicio un lancero y un ballestero. La Hermandad daba de sus propios fondos ciento veinte
maravedís a cada hombre de a caballo y veinte sueldos a cada cuadrillero en concepto de plus
o sobrepaga, pues el estipendio ordinario era por cuenta de los pueblos a los que se les
prestaban los servicios. Las juntas generales tuvieron lugar anualmente en Toledo, el día de la
Virgen de Agosto, previa reunión de sus junteros, tres días antes, en la posada de Valdelagua.

Son los Reyes Católicos los que crearon la Santa Hermandad Nueva, cuya existencia de 1476
a 1498, marcó el comienzo del Ejército Real que en los años siguientes asombró en los
campos de Europa. Ésta constituyó un eficaz instrumento en manos de los Reyes Católicos
contribuyendo al fortalecimiento de la autoridad real y al mantenimiento de la justicia y el orden
público, llegando su poder hasta el último rincón del reino. No hay duda de que los Reyes
Católicos, personajes con un espíritu mucho más elevado que sus antecesores, tuvieron una
visión muy diferente y supieron ensamblar la acción policial con la militar, apoyarse
decididamente en el pueblo, darles efectiva protección y reducir al mínimo las ambiciones y
poder de la nobleza. Nuevos conceptos y nuevas ideas precursoras, a fin de cuentas, del
Renacimiento a punto de hacer su entrada en la historia. Alonso de Quintanilla, contador mayor
de cuentas del Reino, en quién los Reyes Católicos confiaron la reorganización de la Santa

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Hermandad, y como resultado de la junta general de la misma, celebrada el 15 de Enero de
1488, organizó levas cuya fuerza se elevó á diez mil infantes, y entre ellos se eligieron
trescientos espingarderos y setecientos piqueros. Se dividió este cuerpo en doce capitanías. Al
propio tiempo, y a solicitud de D. Fernando y Doña Isabel, el 15 de octubre, la Hermandad de
Vizcaya organizó otra fuerza compuesta de dos mil quinientos peones "encorazados", con
armaduras de cabeza, con lanza y espada; y de dos mil quinientos ballesteros con sus
aparejos, espada y puñal.

No dependía este ejército enteramente del gobierno, debido a sus fueros, pero nada tenia que
ver con los prelados, ni con la gran nobleza, dotando a los Reyes de una superioridad decidida
sobre las clases privilegiadas. Cada compañía constaba de setecientos veinte lanceros,
ochenta espingarderos, veinte y cuatro cuadrilleros, ocho atambores, y un abanderado,
contando cada compañía con 833 plazas. Había además un capitán general, un alcaide , un
contador y un tesorero que junto con las plazas de las 12 compañías constituían las 10.000
plazas aprobadas. Los cuadrilleros, cabos de escuadra, tenían á su cargo, como subalternos
de los capitanes, la instrucción, policía y disciplina , tanto en los aposentos y campos como en
las marchas y orden de combate.

Las capitanías, tan pronto obraban aisladamente, tan pronto en combinación unas con otras.
En este último caso, á la reunión de cierto número de ellas colocadas en línea al mando de un
caudillo, se le daba el nombre de batalla, la cual se componía á veces de infantería solamente,
y otras de caballería, si bien entraban por lo regular en su constitución tropas de ambas armas.

El traje de los soldados de la Hermandad era muy sencillo. Consistía en calzas de paño
encarnado, en un sayo de lana blanca con manga ancha, y una cruz roja en el pecho y
espalda; cubrían la cabeza con un casco de hierro batido, pero ligero, y su armamento se
reducía a la lanza y a la espada pendiente del talabarte.

La figura número 1 de la adjunta lámina representa un Alférez con su enseña. La número 2 es


un Tambor o Atabalero , y el número 3 un Lancero.

No se conservan banderas de la Santa Hermandad, aunque Clonard afirma haber visto dibujos
de ella.

Lámina 1 - Alférez, Tambor o Atabalero, Lancero


©ACMH Alabarda - Enero 2005

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