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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

CAPITULO PRELIMINAR

NOCIONES GENERALES

177. Definición de la ética

Ética es la ciencia directiva de los actos humanos hacia el bien honesto, de


acuerdo con la recta razón. a) Es ciencia: no simple colección de observaciones, sino
ordenado conjunto de principios y conclusiones; b) De los actos humanos: estas
palabras denotan su objeto material. Llámanse actos humanos los que son específicos
del hombre, a saber, los hechos con advertencia y libre elección. e) Directiva: esta
palabra denota su objeto formal: la recta dirección de los actos humanos. En esto se
diferencia de la psicología, que también los estudia, pero sólo en su naturaleza, no en
cuanto su dirección. d) Hacia el bien honesto: puesto que es ciencia directiva de
nuestros actos, es claro que debe orientarlos hacia un fin determinado. Este es el bien
honesto, esto es el bien propio y adecuado a la naturaleza del hombre, en cuanto
hombre. e) De acuerdo con la recta razón: Dios dio al hombre una luz natural que lo
rija en el ejercicio de su actividad y lo encamine hacia el fin que le señaló. Esta norma es
la recta razón. Recta quiere decir no desviada por prejuicios, pasiones e intereses per-
sonales, sino de acuerdo con la razón divina, última norma de nuestra conducta.

178. Propiedades de la ética

1º La ética es ciencia práctica. Su fin no es brindarnos un simple conocimiento, sino


dirigir nuestra actividad moral o humana. La que ella se propone es poner orden o rectitud
en nuestros actos, no permitiendo que se desvíen de su fin, el bien honesto, y de su
norma, la recta razón.

2º Es ciencia normativa. Da normas o reglas de conducta, y nuestros actos serán


buenos o malos según se ajusten a ellas o se desvíen de ellas.

3º Es ciencia obligatoria. Las normas éticas presentan un carácter obligatorio: en


conciencia debemos seguirlas; y si obramos contra ellas, delinquimos, pecamos.

4º La ética es también un arte, en cuanto nos enseña el modo de obrar; y la más


digna y elevada de las artes, porque nos dicta reglas, no para producir cosas exteriores,
sino para dirigir la misma actividad moral del hombre.

179. Semejanzas y diferencias con la psicología y la lógica

De acuerdo con estas explicaciones, ya podemos apreciar la semejanza y diferencias


de la ética con la psicología y la lógica.

La ética se asemeja: a la psicología, en que ambas tienen por objeto los actos
humanos; a la lógica, en que ambas dan normas para dirigir la actividad del hombre.

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Pero se diferencia: 1) de la psicología, en que ésta estudia la naturaleza de los


actos humanos, y la ética su recta dirección; para la psicología, lo mismo da que un
pensamiento sea bueno o malo, porque sólo estudia la naturaleza del pensamiento, que
es igual en ambos; mientras que para la ética, tal diferencia es esencial. 2) De la lógica,
a) en que ésta da reglas para la recta orientación del entendimiento, en tanto que la ética
rige la voluntad o actividad moral. b) En que la lógica, aunque es ciencia práctica y
normativa, no es obligatoria, esto es, no impone obligación absoluta; en tanto que la ética
sí la impone.

Expliquemos esta diferencia: las reglas de la lógica son necesarias para la obtención
de un bien particular: el juzgar y raciocinar bien; y sólo hipotéticamente, esto es, sólo
en el caso de que uno quiera aprender a juzgar y raciocinar bien; pero no en un sentido
absoluto para conseguir nuestro bien y fin supremo. En cambio las normas de la ética
son necesarias, no para la obtención de un bien particular, sino para alcanzar el bien
propio del hombre; no hipotéticamente, sino en forma absoluta, ya que si no
obtenemos el último fin, nuestra naturaleza quedará trunca y nuestro destino frustrado.

180. Necesidad y dignidad de la ética

Se desprenden de las siguientes consideraciones:


1ª La ética es la ciencia que dirige la actividad específica del hombre, esto es, su
actividad reflexiva y libre, que lo distingue de los demás animales y lo hace dueño de sus
actos y responsable de ellos.

2ª A ella corresponde el estudio de las cuestiones fundamentales para la orientación


de la vida moral del hombre, o sea las nociones capitales del bien y del mal, justo e
injusto, virtud y vicio, derecho y deber.

3ª A ella atañe la consideración de las cuestiones básicas de la vida social, a saber,


los deberes del hombre para con Dios y sus semejantes, y el estudio de la familia o
sociedad doméstica y el de la sociedad civil, junto con los deberes que ambas nos
imponen y los derechos que nos aseguran.

4ª A ella pertenece el examen de las dos normas de conducta que deben regir
nuestros actos: la ley y la conciencia.

5ª Añadamos que el estudio de la ética y el respeto y el amor hacia ella no puede


menos de fomentar en nosotros los más nobles y levantados sentimientos; el amor
al deber y a la virtud, el respeto a lo justo, la religiosidad, la veracidad, el amor a la Patria
y a nuestros semejantes. Un hombre sin moral, para el que no existen las nociones de
bien y de mal, de justo e injusto, de deber y derecho, es o un loco o un criminal.

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181. Fuentes o bases psicológicas y metafísicas de la Ética

La ética supone ciertas bases, tanto psicológicas como metafísicas, en qué


fundamentar sus conclusiones. Estudiémoslas:

A) Bases psicológicas. Son tres principalmente: la voluntad, la libertad y la razón.

1º La voluntad es la facultad de determinarse a obrar, con conocimiento del fin y de


los medios. La voluntad tiende a la consecución de algo que mira como conveniente.
Este algo en cuanto conveniente, tiene razón de bien; y en cuanto mueve de hecho a la
voluntad, tiene razón de fin. La voluntad es base de la ética porque es la facultad que
nos mueve al bien como fin de nuestra operación; y la ética es la ciencia de dirigir
nuestros actos de acuerdo con nuestro fin.

2º La libertad es la facultad de elegir entre varias cosas, sin que nos apremie ni la
coacción exterior, ni la necesidad interior. (Psic. No 428). La libertad es condición esencial
del acto humano.

3º La razón es la facultad directiva encargada de conducir la voluntad y la libertad.


En el orden especulativo tiene por objeto la verdad; en el orden práctico, la recta dirección
de la vida humana. La razón es primordial en la vida moral del hombre; por ser éste
racional no puede obrar a ciegas, sino de acuerdo con las normas que la razón le señale.

B) Bases metafísicas. Son principalmente dos: la naturaleza humana en su


integridad y la existencia de Dios.

1º La primera es la naturaleza humana. El hombre tiene su naturaleza propia,


compuesta de un cuerpo, fundamento de su vida sensible, y de un alma racional, asiento
de su vida inteligente y libre. Los actos humanos deben marchar de acuerdo con esta
naturaleza; esto es, en su dirección no debe echarse a un lado el cuerpo, pero debe
tenerse en cuenta principalmente el elemento espiritual del hombre, su condición de
racional y libre, que lo coloca muy por encima de los demás seres.

2º La segunda es la existencia de Dios, primer principio y último fin del hombre. Este
doble título establece doble dependencia del hombre respecto a Dios. Siendo Dios su
primer principio, el hombre depende de él como de su causa eficiente que lo sacó de la
nada y lo conserva en el ser. Siendo Dios su último fin, todos los actos del hombre deben
ser dirigidos de tal manera que no lo desvíen de él.

182. El método de la Ética

El método de la Ética no puede ser ni puramente empírico, ni puramente apriorístico,


sino que a la vez debe tener en cuenta los hechos y los principios metafísicos.

De un lado están las llamadas morales científicas, que quieren fundamentar la moral
simplemente en la observación de los hechos sin tener en cuenta la naturaleza racional

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del hombre, y las relaciones que tiene con Dios, su primer principio y su último fin. Estas
teorías tratan de convertir la moral en una ciencia de las costumbres.
De otro lado están las morales apriorísticas, que quieren establecer una moral a
priori, desvinculada de toda experiencia, por ejemplo Kant. Para este "los conceptos
morales son por completo a priori; tienen su origen y su sede en la sola razón. La moral
no tiene en cuenta para nada la experiencia del hombre".

Ambos métodos son falsos.

1º Es falso el puramente empírico, por los siguientes motivos: a) La moral no puede


contentarse con comprobar hechos; ella los declara buenos o malos, los prescribe, los
prohíbe o los permite. b) Los puros hechos no pueden fundamentar la moral; de que sea
costumbre hacer una cosa de tal manera, no puede deducirse la obligación en conciencia
de hacerla o no hacerla así.

2º Es falso el método puramente a priori de Kant. a) Al obrar debemos tener en cuenta


cuál es la verdadera naturaleza del hombre, cuáles sus aspiraciones, sus costumbres,
su historia. Todo esto no puede conseguirse si damos la espalda a la experiencia. b) Un
método a priori, puede llegar a graves desviaciones o exageraciones, como pasa con
Kant; éste se empeña en ver en el hombre un ser puramente intelectual; destruye de una
plumada toda su parte sensitiva y afectiva, y llega a conclusiones de un rigorismo
inaceptable.

3º El verdadero método debe ser a un tiempo racional y empírico. Debe tener en


cuenta la naturaleza racional del hombre, su espiritualidad, su dependencia de Dios
como de primer principio y último fin, etc. Pero también debe atender a los datos que la
experiencia nos presenta sobre la explicación e interpretación de las leyes morales. El
padre Sertillanges expresa este doble punto de vista en la siguiente frase: "La moral es
la ciencia de lo que debe ser el hombre, en razón de lo que es".

183. División de la Ética

A) La Ética se divide en general y especial.


1º La general expone las nociones generales de moral: la naturaleza de los actos
humanos, la noción misma de la moral o sea la distinción entre el bien y el mal, y los
fundamentos en que descansa, y las nociones de obligación, ley, conciencia, deber y
derecho.

2º La especial aplica estos principios generales a los diversos casos particulares. La


moral general es teórica o de principios; la especial es práctica, o de aplicación de
aquellos.

Grocio, Kant y otros autores dividen la Ética en moral y derecho natural; la moral
estudia las normas de conducta individual; el derecho, las normas o deberes que emanan

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de las relaciones mutuas entre los hombres. Esta división tiene el inconveniente de
separar el derecho de la moral, el fuero interno del externo, como si el derecho pudiera
independizarse de la moral y la conciencia. La moral abarca las mismas nociones de
derecho y deber, que le están subordinadas y sometidas a sus leyes.

TRATADO PRIMERO

ÉTICA GENERAL

184. Cuestiones fundamentales de la Ética

Son las siguientes:

La 1ª es la noción de acto humano, ya que los actos humanos son el objeto material
de la Ética. Con esta noción está íntimamente relacionada la del fin del hombre, porque
la actividad humana debe ir encaminada a conseguir una finalidad última, de acuerdo
con la naturaleza del hombre.

La 2ª es la noción de moralidad, o sea la distinción fundamental entre el bien y el


mal, entre actos buenos y malos. Este es el objeto formal de la Ética, el punto de vista
desde el cual estudia los actos humanos. Luego se averigua cuál es el fundamento de la
moralidad, a saber, cuál es el por qué de la distinción entre actos buenos y malos; como
también la existencia de la ley moral y sus propiedades fundamentales.

La 3ª es el estudio de las normas mediante las cuales se nos da a conocer lo bueno


y lo malo, y también lo obligatorio. Estas normas son dos: una remota: la ley, y otra
próxima: la conciencia.

La 4ª es la noción de deber y derecho que tiene íntima dependencia de la noción de


moralidad.

Al filósofo le corresponde ahondar en estas nociones hasta dar una explicación


satisfactoria de ellas. Viene en seguida una segunda parte destinada a la exposición y
crítica de los sistemas de moralidad.

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CAPITULO I

LOS ACTOS HUMANOS

Art. 1º SU NATURALEZA

185. Noción de actos humanos

Llámanse actos humanos aquellos que el hombre ejecuta con conocimiento y


libre voluntad. Dos son las condiciones esenciales para que haya acto humano: el
conocimiento por parte del entendimiento y la libre elección por parte de la voluntad.

Es necesario distinguir entre actos humanos y actos del hombre:

1º Actos del hombre son los que proceden de él, pero no en cuanto hombre. 2º
Actos humanos son los que proceden del hombre en cuanto hombre, esto es, en
cuanto se diferencia de las criaturas irracionales. Pues bien, el hombre difiere de los
irracionales en que se determina a obrar con voluntad deliberada. Hay necesidad de
advertir que en este caso la diferencia se estima no en cuanto a la substancia del acto,
sino en cuanto al modo de obrar. Así un pensamiento o un deseo indeliberado, aunque
son actos del hombre en cuanto a la substancia, no son actos humanos, porque no son
actos propios del hombre en cuanto al modo de obrar. Por el contrario, el comer, beber,
caminar, etc., cuando proceden de voluntad deliberada, son actos humanos, aun cuando
sean comunes al hombre y al bruto, es decir, aun cuando no sean actos humanos en
cuanto a la substancia.

186. El voluntario y sus divisiones

1º Definición. Llámase acto voluntario, o simplemente voluntario, el que procede


de la voluntad con conocimiento del fin.

El acto voluntario es libre, menos cuando tiende al bien en general; en este caso es
necesario, pues siendo el bien en general el objeto propio de la voluntad, ésta no tiene
libertad de tender o no tender hacia él.

Todos los demás actos voluntarios que tienden a bienes particulares son libres. En
atención a esto, acto humano y voluntario se ligan como términos equivalentes.

2º División. El voluntario se divide en:

a) En razón de la facultad que lo ejecuta, en elícito e imperado. El elícito procede de


la voluntad inmediatamente; v. gr. desear, amar. El imperado procede de la voluntad
mediante otra potencia que ejecuta el acto; v. gr.: leer, caminar voluntariamente.

b) En razón del modo como se procura el resultado, en directo e indirecto. Directo,

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cuando el resultado se intenta por sí mismo; v. gr. tomar para embriagarse. Indirecto,
cuando el resultado no se intenta en sí mismo, pero se ejecuta algo que uno prevé será
causa de él; v. gr. quien tomando licor para divertirse se embriaga.

c) En razón del modo como se verifica, en libre y necesario. Es necesario cuando la


voluntad no puede no tender a él; esto ocurre cuando la voluntad tiende a la felicidad o
bien en general. Es libre, cuando la voluntad puede tender o no tender a él; esto acaece
con todos los bienes particulares.

187. Obstáculos al acto humano

Lámanse obstáculos al acto humano aquellas cosas que estorban ya el


conocimiento, ya la libre elección de la voluntad. Estos obstáculos son: por parte del
entendimiento, la ignorancia; y por parte de la voluntad, la pasión, el miedo y la violencia.

1º Ignorancia es la falta de conocimiento de una obligación. Se divide en ignorancia


de derecho y de hecho. La primera existe cuando se ignora la ley; la segunda, cuando
se ignora que tal hecho concreto está comprendido en la ley.

La ignorancia es invencible cuando no se puede desechar, o porque uno no la


advierte, o porque hechas las diligencias conducentes no puede salir de ella. Es vencible
cuando uno puede desecharla con los medios de que dispone.

La ignorancia invencible es inculpable y quita toda responsabilidad; la vencible


disminuye la culpa y la responsabilidad, tanto más cuanto menor haya sido el descuido
en desecharla.

2º Pasión es un movimiento fuerte del apetito sensitivo que busca el bien sensible, o
huye del dolor; p. ej. el odio, la ira.
Es antecedente cuando nace con anterioridad a la advertencia del entendimiento y al
consentimiento de la voluntad. Es consiguiente si sigue al acto de la voluntad que la
despierta o excita. La antecedente disminuye la libertad en la medida en que impide la
advertencia y el consentimiento; la consiguiente no afecta el acto libre.

3º Miedo es la perturbación interior por un mal que nos amenaza. Se divide en grave
y leve, interno y externo, justo e injusto. Es grave cuando nace del temor de un mal grave
e inminente; leve cuando nace del temor de un mal leve o de uno grave que puede
fácilmente apartarse. Interno o externo, según que sea provocado por una aprehensión
interior, o por una causa externa. Justo o injusto, según que sea infundido con derecho
o con injusticia.
Solamente el miedo que procede de una amenaza grave e injusta afecta el voluntario,
esto es, lo disminuye en proporción a la perturbación que infunde; y tan sólo cuando hace
perder el uso de la razón llega a destruirlo por completo.

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4º Violencia es el impulso de una causa exterior libre que nos obliga a obrar contra
nuestra voluntad. La violencia no puede ejecutarse sobre nuestra voluntad, "nadie puede,
no queriendo, querer", dice San Ambrosio; las demás facultades sí pueden sufrirla.
Cuando es absoluta, esto es, cuando hecho todo esfuerzo, no ha podido ser
quebrantada, destruye el voluntario; cuando no, lo disminuye en proporción a la
resistencia.

188. Art. 2º CONSECUENCIAS DEL ACTO HUMANO. RESPONSABILIDAD Y


SOLIDARIDAD

Son principalmente dos: la imputabilidad y la responsabilidad.

1º Imputabilidad es la propiedad del acto humano de ser imputable o atribuido.

2º Responsabilidad es la obligación que cobija al autor de responder por las


consecuencias de sus actos.
A la imputabilidad del acto corresponde la responsabilidad por parte del actor. Es
pues, el acto el imputable, y el actor el responsable. Cuando se trata de omisiones, a
nadie se le sigue responsabilidad por no obrar lo que no estaba obligado a hacer.
La responsabilidad y la imputabilidad disminuyen al disminuir el conocimiento y la
voluntad que son su fundamento, y llegan a desaparecer cuando éstos desaparecen. Sin
embargo, esta regla tiene menos aplicación cuando se trata de la responsabilidad legal,
como veremos en seguida.

189. Diversas clases de responsabilidad

La podemos dividir en moral, legal y social. Moral es la que tenemos ante Dios, y
ante nuestra propia conciencia; legal, la que tenemos ante las autoridades humanas;
social, la que tenemos ante la sociedad.

Entre la responsabilidad moral y la legal hay estas diferencias:

a) La moral se extiende al fuero interno o de la conciencia, y abarca no sólo los actos


externos sino también los pensamientos e intenciones. La legal sólo mira los actos
exteriores, pues la conciencia o fuero interno no cae bajo el dominio de las leyes
humanas. b) La ignorancia disminuye o destruye la responsabilidad moral y excusa de
culpa moral; pero no afecta la responsabilidad legal, pues por razones de bien público
se presupone que todo ciudadano conoce la ley. Además, el bien común exige que en
muchos casos se castiguen los descuidos o faltas involuntarias o menos voluntarias, para
que en adelante se tenga mayor advertencia y cuidado.
La responsabilidad social es la que contraemos con los grupos sociales de que
formamos parte y con la sociedad en que vivimos. Se la conoce también con el término
de solidaridad. Nuestra buena o mala conducta afecta en primer término al gremio a
que pertenecemos: profesión, oficio, colegio, etc., y en segundo lugar, al medio social en

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que vivimos. Y lo afecta de dos maneras: a) en una forma pasiva, en cuanto los hace
objeto de elogio o de reproche y vituperio; b) en una forma activa, en cuanto nuestro
ejemplo es causa de imitación.

En psicología vimos la influencia del ejemplo por la natural tendencia que tenemos a
la imitación. Tanto el mal ejemplo como el bueno irradian su poder en torno a sí, y
mueven a los demás a obrar en forma semejante. De aquí que todos nuestros actos,
tanto los buenos como los males tengan repercusión en los demás. En consecuencia
nuestra responsabilidad se extiende más allá de nosotros mismos por el alcance social
de nuestros buenos o malos ejemplos; y la solidaridad o responsabilidad social es una
prolongación de nuestra responsabilidad moral.
Con la noción de actos humanos están relacionadas las nociones de virtud y de
mérito.

CAPITULO II

LA VIRTUD Y EL MERITO1

Art. 1º LA VIRTUD

190. Noción de la virtud. Su división

Es un hábito o disposición permanente que nos mueve a obrar el bien y evitar


el mal. Se dice: a) hábito o disposición permanente; en efecto, hablando con propiedad,
la virtud no consiste en el acto del bien, sino en el hábito o disposición permanente del
bien; b) que nos mueve a obrar el bien y evitar el mal; esta es la característica del hábito
virtuoso: dispone nuestra alma para el bien, haciéndoselo más fácil y suave, y la aleja
del mal.
A la virtud se opone el vicio, que es el hábito o disposición permanente para el mal.

El sujeto de la virtud y del vicio es únicamente el ser racional y libre. En efecto sola
la criatura racional puede tener conocimiento de las nociones de bien y de mal,
indispensables para formar la noción de virtud y de vicio. Igualmente sólo la criatura libre
puede escoger entre el bien y el mal y llegar a tener mérito o demérito.

División. Prescindiendo de algunas divisiones propias de la moral religiosa, como


por ejemplo, virtudes naturales y sobrenaturales, dividimos las virtudes en intelectuales
y morales. Las intelectuales son hábitos que perfeccionan al entendimiento en orden a
la verdad; p. e. la sabiduría, la ciencia. Las morales, que son las que propiamente
llamamos virtudes, son hábitos que perfeccionan la voluntad induciéndola al bien. Tienen
por objeto los actos o costumbres humanas (en latín, mores), de donde su nombre de
virtudes morales.

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Todo lo relativo a estos capítulos II y III está tratado con mucha mayor amplitud en nuestro
"Curso Superior de Religión". Libro II, La Moral; a donde remitimos a los estudiosos.
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Nota. 1ª El hábito entra muy principalmente en la noción de virtud. Aristóteles


describe al hombre virtuoso como "el hombre que tiene el hábito de hacer el bien". "El
hombre que pone su placer en el bien". "El hombre que hace del bien una necesidad y
un deber". Estas diversas expresiones pintan muy a las claras la influencia del hábito en
la virtud.

2ª La virtud guarda un término medio entre dos excesos contrarios. Así la


firmeza es un medio entre la debilidad y la terquedad; la generosidad lo es entre la
prodigalidad y la avaricia, el valor entre la cobardía y la temeridad, etc. Esto pasa con
todas las virtudes morales, esto es, las que dirigen nuestra conducta. Los dos extremos
en que se mueve la virtud son vicios.

3ª Las virtudes (como los vicios) presuponen ciertas disposiciones innatas, pero son
formadas y robustecidas por la repetición de los actos. Todos nacemos con ciertos
gérmenes de virtudes y de vicios, aunque no en la misma proporción, ni tampoco hacia
los mismos objetos. La educación buena o mala, los ejemplos y consejos y sobre todo el
esfuerzo personal o la falta de él harán que sean las virtudes o los vicios los que en
definitiva se desarrollen.

Virtud -virtus en latín- significa valor; y el nombre es muy significativo, porque el


vencimiento de las malas inclinaciones, y el cultivo de las buenas nos exigen fortaleza
de ánimo.

190-bis. Pecado y vicio

Noción de pecado. Podemos definir el pecado como transgresión voluntaria de la


ley. El pecado no es solamente un quebrantamiento material de la ley, como cuando
alguno quebranta una ley que no conoce; sino una transgresión formal, que existe en el
que viola la ley y quiere violarla.
El pecado filosóficamente considerado, es el acto humano disconforme con la
naturaleza racional del hombre. "El teólogo, dice S. Tomás, considera el pecado en
cuanto es ofensa contra Dios; y el filósofo en cuanto es disconforme con la razón". (I 2,
q. 71 a. 6).

La noción de pecado, se opone a la noción de virtud. Pero es necesario advertir que


la palabra virtud (como también vicio) puede entenderse en un doble sentido: como
hábito y como acto. Así cualquiera puede tener el hábito de la obediencia sin estar
actualmente ejecutando un acto de virtud. Otro tanto pasa con el vicio: alguno puede
tener hábito de la ira sin estar actualmente irritado.
Pues bien, a la virtud en el sentido de hábito bueno se opone el vicio; y a la virtud
en el sentido de acto bueno se opone el pecado. (Actualmente el término pecado es
poco usado en lenguaje filosófico).

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191. Virtudes morales

Las virtudes morales se reducen a las cuatro virtudes llamadas cardinales:


prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

La prudencia. Nos dirige en la recta aplicación de los principios, moviéndonos a


examinar las cosas con cuidado y a elegir rectamente lo que debemos obrar. En
abstracto, o en general es fácil juzgar de la bondad o malicia de las cosas. Lo difícil, con
frecuencia es una aplicación a los casos concretos. Y aquí principalmente debe entrar a
dirigirnos la prudencia. Igualmente a ella le corresponde buscar el término medio en que
debe situarse la virtud.
La prudencia incluye tres actos: a) el examen de la cosa, si es buena o mala,
conveniente o nociva, y los medios de obtenerla o evitarla. b) el juicio sobre su aceptación
o rechazo; c) la decisión de obrar.

La fortaleza. Es la virtud que fortifica nuestra voluntad en el bien obrar, ya para


soportar graves males, ya para emprender obras difíciles. Sus actos específicos son,
pues, dos: a) soportar, esto es, sobrellevar los males sin acobardarse; b) emprender,
esto es, acometer grandes empresas o grandes luchas.

La templanza. Es una virtud que nos induce a moderar los placeres e inclinaciones
sensibles dentro del debido límite. Su objeto propio, es moderar los placeres del gusto y
del tacto. Por extensión, modera también todos los demás gustos y operaciones.

La justicia. Es una virtud que inclina nuestra voluntad a darle a cada cual lo que le
pertenece.

192. La justicia. Sus divisiones

La justicia se divide en legal, distributiva, conmutativa y social.

1ª Legal es la que mueve a los súbditos a obedecer las leyes y a procurar el bien
común de la sociedad.

2ª Distributiva es la que inclina a los gobernantes a distribuir equitativamente los


bienes y las cargas sociales. Equitativamente quiere decir, según cierta proporción o
equidad, esto es, según los méritos y capacidad de cada uno.

3ª Conmutativa, es la que rige las relaciones entre los particulares, unos con otros,
y tiene por norma una estricta igualdad.
Se dice: a) La que rige las relaciones de los particulares, porque si la justicia legal
rige las relaciones de los súbditos con las autoridades, y la distributiva las de las
autoridades para con los súbditos, la justicia conmutativa rige las relaciones de todos los
hombres, considerándolos como iguales.

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b) Tiene por norma una estricta igualdad. En efecto, a) la legal y la distributiva se


rigen por las normas de la equidad, teniendo en cuenta la condición de las personas; así
los ciudadanos deben pagar impuestos de acuerdo con sus haberes. b) En cambio, la
conmutativa se rige por una ley de estricta igualdad, sin tener en cuenta la condición de
las personas.

4ª Social es la que ordena las diversas actividades públicas y particulares en el orden


económico, para procurar el bien común. Mira a los bienes materiales que los individuos
necesitan para cumplir debidamente los deberes que tienen para con su familia y la
sociedad (v. gr. el salario justo, seguro de vida y de salud, habitación conveniente, etc.):
Aunque algunos hacen de ella una virtud especial, parece debe considerarse como parte
de la justicia legal, en cuanto los particulares están obligados a someterse a las
determinaciones que la autoridad señale para el bien común; y también de la distributiva,
en cuanto la autoridad debe dictar aquellas determinaciones que el bien general exige.

Art. 2º EL MÉRITO

193. Su noción

El mérito puede considerarse objetiva y subjetivamente.

1º Objetivamente considerado, es una obra digna de recompensa. En este sentido


mérito se confunde con acción buena. Las acciones en sí son laudables o vituperables,
hermosas o feas, buenas o malas, dignas de elogio o de reproche. En este sentido son
meritorias o demeritorias. Al mérito se opone el demérito.

2º Subjetivamente, o sea como perfección del sujeto, el mérito puede apreciarse: a)


como un acrecentamiento del valor moral de la persona, y esta es la noción formal de
mérito; b) como el derecho a la recompensa en el que obra bien; y este es el efecto
propio y natural del mérito.

Entre ambas nociones hay una conexión necesaria: el bien obrar trae un
acrecentamiento de nuestro valor moral, y este crea el derecho a la recompensa.

194. Pruebas de la existencia del mérito

1º Son nuestra misma razón, y nuestra conciencia las que reclaman en primer
término la existencia del mérito, ya que ellas nos impiden suponer que todos nuestros
actos puedan tener el mismo valor moral; o que las acciones buenas merezcan
reproches, y las malas, recompensa.

2º La sabiduría, justicia y bondad de Dios, también lo exigen. Habiendo sido


impuesto el orden moral por un legislador infinitamente sabio, bueno y justo, no podemos
poner en duda que las acciones buenas o malas merezcan de su parte la debida
retribución.

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El orden moral establece una diferencia esencial entre las acciones buenas y las
malas. Es imposible que Dios, que ha establecido esta diferencia esencial en cuanto a la
naturaleza de las acciones, no la tenga en cuanto a las consecuencias morales que
nacen de ellas. El bien merece aprobación y recompensa; el mal reprensión y castigo.
Tanto más cuanto que el bien exige generalmente de nuestra parte esfuerzo y
vencimiento; mientras que para ser malos nos basta seguir la voz de la pasión o de
intereses mezquinos.

Nota 1ª. Como consecuencia, hemos de deducir que el mérito y el demérito dicen
relación con la felicidad. El bien tiene derecho a ser recompensado con la satisfacción
del anhelo de felicidad que el hombre siente; y el mal debe ser privado de dicha
recompensa. No concebimos un divorcio permanente entre la virtud y felicidad, porque
ello sería una injusticia. Y precisamente el ver que la virtud no tiene en esta tierra la
debida recompensa, es uno de los argumentos más probatorios de que existe otra vida
donde esta aparente injusticia se rectifique.
2ª Evidentemente la noción de mérito tiene especial valor respecto a Dios, supremo
legislador y remunerador. Pero debe existir también respecto a los legisladores y
remuneradores humanos; y esto es parte muy importante de la justicia legal. Para que
la sociedad marche normalmente, es indispensable que haya el debido estímulo para el
bien y la justa represión para el mal.

CAPITULO III

DEL FIN Y DEL ÚLTIMO FIN

Art. 1º EL FIN

195. Nociones y divisiones

Fin es aquello a que tiende el apetito, o aquello por cuya obtención algo se hace.

1º El fin se divide en próximo, último e intermedio. a) Próximo es el que se ordena a


otro. b) Último, el que no se ordena a otro, y al cual todos se ordenan. c) Intermedio, el
que esta situado entre ambos; esta más allá del próximo, sin llegar a ser último.

El fin último puede ser: a) Relativamente último, a saber, en un género determinado


de actividades; v. gr.: el fin último del colegio, de una profesión, etc. b) Absolutamente
último, respecto a todo género de actividades.

Así como hay un fin último en cada orden de actividad, así debe haber un fin último
para el hombre en cuanto tal. Este fin no le ha sido dado al hombre escogerlo, sino que
le ha sido impuesto por el Creador de su naturaleza. Este fin último del hombre es la
posesión del bien supremo e infinito, como lo probaremos. El fin último de todas las
criaturas es la glorificación del Creador.

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2º El bien en cuanto apetecido como fin, se divide en bien en sí, útil y deleitable. a)
Bien en sí, es el que es apetecible por sí mismo. b) Útil, el que se apetece en razón de
otro, a cuya consecución se dirige. c) Deleitable, el que se apetece por la fruición o gozo
que trae.

Nota 1ª. El bien en sí toma el nombre de bien honesto cuando está de acuerdo con
la naturaleza racional del hombre. Los autores acostumbran dividir el bien en honesto,
útil y deleitable, sin distinguir entre bien en sí y bien honesto. Sin embargo, esta distinción
nos parece necesaria, porque puede existir un bien apetecible por sí mismo que no sea
honesto; p. e. un bien particular cualquiera, que no esté de acuerdo con la ley moral.
2ª. La recta razón nos enseña que el bien deleitable sólo puede ser apetecido como
efecto de la posesión del bien honesto. Sin embargo, muchas veces se quebranta esta
ley, y el bien deleitable es apetecido directamente por el deleite.

196. Relaciones entre el bien y el fin

Todo ser tiende al bien, porque todo ser tiende a lo que le es conveniente y apetecible;
pero al tender al bien se lo propone como fin, a saber, como meta o término de su
propia actividad. De aquí que todo ser tienda al fin, so pena de no ejercer su actividad
natural.

El bien y el fin se identifican realmente, pues la voluntad no se mueve sino por el bien
verdadero o aparente. Pero se diferencian formalmente; para que una cosa sea buena
basta que sea apetecible; para que sea fin, es necesario que sea apetecida, esto es,
que de hecho mueva al apetito.

He aquí como prueba Santo Tomás el que toda actividad humana se propone
siempre un fin: “El agente no obra sino por la intención del fin, porque si el fin no lo
determina a un efecto, no haría una cosa más bien que otra. Para producir, pues, un
efecto determinado es necesario que se decida a una cosa determinada, que tiene razón
de fin”. (Suma, 1ª C. 1 a 3).

Puede el hombre obrar algunas veces sin proponerse explícitamente un fin


determinado; pero cuando obra humanamente, con voluntad deliberada, no puede
menos de proponerse un fin, y es precisamente el dirigirse a un fin deliberado lo que lo
hace dueño de sus actos y responsable de ellos.

197. Importancia del fin en Ética

Siendo la consecución de un fin lo que se propone toda actividad humana, y siendo


la Ética la ciencia directora de la actividad humana, fácilmente se deduce la importancia
del fin en ella.

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

El fin de todo ser es el complemento necesario de su naturaleza. ¿De qué le serviría


a un ser haber recibido una naturaleza dada, si ella no llegara a conseguir el fin al que
tiende de suyo como a su propio complemento y perfección? Si el hombre no consigue
su último fin, su naturaleza quedará trunca y su destino frustrado; y por tratarse de
una criatura racional y responsable de sus actos, el resultado será su infelicidad
definitiva.

Santo Tomás nos enseña que el fin es al mismo tiempo el principio y el término de
nuestra actividad. a) El principio, porque todo acto nace de la voluntad, y la voluntad no
se mueve sin la intención de un fin. b) El término, porque una vez conseguido lo que
apetece, la actividad de la voluntad deja de ejercitarse.

Aclara Santo Tomás este pensamiento diciéndonos que si el fin es lo último en el


orden de la ejecución, es lo primero en el orden de la intención. En el orden de la
ejecución es lo último, porque es el coronamiento y meta de toda actividad; pero en el
orden de la intención es lo primero, porque sin él no nos moveríamos a obrar. Así, aunque
la cosecha es lo último que el labrador consigue, es lo primero que se propone, y lo que
lo mueve a proveerse de los utensilios necesarios, a arar, sembrar la semilla y atenderla
con todos los cuidados necesarios hasta la consecución del fruto.

Art. 2º DEL ÚLTIMO FIN

198. Necesidad y existencia de un fin último

Comprobado que el hombre no puede obrar sino por un fin, término de su actividad,
presentase a nuestra consideración una cuestión importante: ¿se contenta el hombre
con apetecer el fin próximo de cada acción; o bien, tiende a un fin último, de tal manera
que subordine a éste los demás fines particulares? En otras palabras, ¿hay necesidad
de señalarle un fin supremo a la actividad humana? Respondemos afirmativamente,
diciendo que la felicidad es el fin supremo a que se enderezan todas nuestras
acciones, y respaldamos nuestra afirmación con varios argumentos.

1º Prueba de razón. El hombre obra por un fin último. En efecto, el fin que nos
proponemos: a) O es por sí mismo lo que mueve el apetito de tal suerte que descanse
en él, y entonces tiene razón de fin último. b) O es un bien ordenado a otro, y entonces
es apetecido en orden a un fin último, porque en los fines subordinados entre sí no se
puede dar proceso en infinito; en efecto, los fines intermedios no pueden mover sino
en razón del fin último. Así el estudiante se somete a estudio, lecciones, exámenes, en
vista del grado que en último término se propone. Hay, pues, entre los fines una
subordinación semejante a la que reina entre las causas eficientes: quitada la primera,
las demás pierden su razón de ser. De igual manera, suprimido el fin último, los fines
intermedios quedan sin explicación racional.

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

2º Prueba de experiencia. Esta prueba que en todos nuestros actos nos


prometemos la felicidad, nuestro bienestar, mediante la adecuada satisfacción de
nuestras necesidades y deseos. En todo buscamos la felicidad, y no podemos menos de
buscarla. Dice acertadamente Pascal: "El hombre quiere ser feliz, no quiere sino ser feliz,
y no puede dejar de quererlo".

3º Prueba sacada de la sabiduría divina: Es propio del hombre cuerdo obrar


siempre por un designio de su mente. Dios, infinitamente sabio, no ha podido crear al
hombre, obra maestra de la creación, sin haberle señalado un fin o destino último, de
acuerdo con su naturaleza, y a cuya consecución debiera dirigir sus actividades natu-
rales. Este fin último es la posesión del bien supremo, y la felicidad que de allí le resulta.

199. Condiciones y modos de considerarlo. Por qué no todos tienden a Dios

1º Condiciones del fin último. Son estas: 1ª) Que no esté subordinado a otro, pues
de otra manera la voluntad no descansaría en él. 2ª) Que todos los demás fines se
ordenen y subordinen a él, pues si existieran cosas apetecibles que no se ordenaran a
él, dicho fin no sería término del apetito. 3ª) Que satisfaga de tal manera el anhelo del
hombre, que fuera de él nada le quede por apetecer.

2º Modos de considerarlo. El último fin puede ser considerado de tres modos: a)


Objetivamente, como bien en sí y objeto capaz de saciar nuestra felicidad. b)
Formalmente, o sea la posesión de dicho bien, y de la felicidad que trae. c)
Subjetivamente, o sea el deleite consiguiente a su posesión.
De estas tres nociones: bien en sí, posesión de dicho bien, felicidad que trae, la que
constituye esencialmente el último fin es el bien formal, a saber la posesión del
bien supremo y la perfección que trae al hombre.

El fin último incluye la noción de felicidad o beatitud; pero antes que todo incluye la
posesión del bien supremo; y como efecto de ella, la felicidad o goce. Por eso,
apetecer directamente la felicidad, y no como consecuencia de la posesión del bien
supremo, es una desviación del orden debido.

3º Nos queda por explicar por qué, siendo Dios el bien perfecto e infinito, y el
único que puede saciar al hombre, no todos aspiran a su posesión, ni todos logran la
felicidad consiguiente a ella.
Aunque el bien supremo e infinito, Dios, es el bien perfecto del hombre, no todos
aspiran a su posesión, porque no todos lo conocen como tal. El conocimiento que
tenemos de Dios es muy imperfecto; no vemos con perfecta claridad que es el bien
infinito, y así fácilmente apreciamos otros bienes por encima de él.
Advierte Santo Tomás que todos aspiran al bien supremo considerado
subjetivamente: "Siendo el bien objeto de la voluntad, el bien perfecto del hombre es lo
que satisface plenamente su voluntad; así, que desear la felicidad no es otra cosa que
aspirar a que la voluntad quede saciada, lo que todos quieren". Pero cuando se trata
del bien objetivo, o sea de aquello en que consiste la felicidad, "no todos lo conocen
y en este sentido no todos lo desean". (Suma, 1º, 2º, q. 5 a 8).

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

Por este motivo, muchos, a pesar de su deseo de felicidad, no ven satisfecha su


aspiración. Ellos, desconociendo o despreciando el bien supremo, corren tras los bienes
aparentes, que no sacian su anhelo sino en forma engañosa y transitoria; y su suerte
definitiva será la infelicidad.
Esto, que nos lo enseña claramente la Revelación, está plenamente de acuerdo con
la razón y la experiencia.

200. No consiste en la posesión de bienes terrenos, sino del bien infinito

A) Los bienes terrenos en que suele buscar el hombre su último fin y felicidad, son
o externos: placeres, riqueza, honores, fama, o internos: salud, ciencia, virtud. Pues
bien, la felicidad o bien supremo no puede consistir en ninguno de ellos, ni en la
suma de ellos. En efecto:

1º Son limitados e imperfectos, y no pueden saciar la sed de felicidad suprema a


que aspira el hombre.

2º Todos sin excepción son inestables, pueden perderse; y todos, con excepción del
mérito y la virtud, desaparecen con la muerte. Pues bien, el simple temor de poder
perderlos en cualquier momento basta para que no puedan brindarnos perfecta felicidad.

3º Imposibles de alcanzar para muchos. Muchos aunque lo deseen e intenten, no


pueden llegar a poseer riquezas, o salud, a ciencia, u honores, etc. Pues bien, repugna
que el hombre tenga un fin último que no pueda alcanzar.

4º Están subordinados todos ellos a la felicidad, puesto que todos los apetecemos
para ser felices; luego no son el bien supremo.

5º Todos ellos, con excepción de la virtud pueden encontrarse en un hombre


perverso y ser enderezados hacia el mal y el crimen. Por otra parte la virtud es tan ardua
en ocasiones, que bien podemos comprender que no es ella el bien y felicidad suprema,
sino tan solo un medio indispensable para llegar a él.

B) El bien y felicidad supremos del hombre consisten en la posesión del bien infinito
o sea de Dios, porque siendo Dios suprema Verdad, supremo Bien y suprema Belleza
puede saciar todas nuestras aspiraciones, tanto más cuanto que su posesión será
definitiva y sin perturbación alguna.

201. Consecución del fin último

El fin último no se puede conseguir de modo perfecto en la tierra, y esta es una


de las pruebas de la existencia de una vida ulterior.

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No existe para el hombre sobre la tierra perfección y felicidad completas. "La


perfección y la felicidad en el estado presente de cosas, que es estado de tendencia a
un bien remoto consiste en no desviarse de él y en gozar con la firme esperanza de su
anticipada posesión". (Taparelli).

En esta cuestión del último fin, la filosofía cristiana no puede en manera alguna
desentenderse de las enseñanzas que nos brinda la revelación.

La felicidad del hombre cuando llega a poseer a Dios será inmensa, y en cierta
manera infinita, pues, aunque el acto del entendimiento que conoce a Dios y el acto de
voluntad que lo ama es limitado en sí mismo; sin embargo, en razón del objeto, que es
el bien infinito, y en razón de su duración que será eterna, será ilimitado; y por esta doble
razón formará la perfección última y la felicidad perpetua del hombre que será sin fin.

Como bien sabemos, la Revelación nos enseña que Dios ha elevado al hombre a
una felicidad sobrenatural, que consiste, en la visión directa de Dios y no en su
conocimiento por puro raciocinio. Sin embargo, si Dios no hubiera levantado al hombre
a este fin sobrenatural, nuestra felicidad natural hubiera consistido en la plenitud
del conocimiento y amor de Dios, proporcionada a nuestra capacidad natural. Nos
queda por responder una pregunta: ¿Por qué Dios, que es el bien supremo y la felicidad
infinita no arrastra tras de sí nuestra voluntad? Hemos de responder que por una falsa
y lamentable apreciación de las cosas, Dios se nos presenta muchas veces en esta
vida como un bien particular y no como el bien supremo e infinito. Triste condición la
humana, que puede caer en un engaño de tan graves consecuencias.

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CAPITULO IV

LA MORALIDAD Y LA LEY MORAL

Art. 1º LA MORALIDAD

202. Noción y división

Llámase moralidad la distinción fundamental entre lo bueno y lo malo, lo lícito


y lo prohibido, lo justo y lo injusto.

1º La moralidad se divide en objetiva y subjetiva.

a) La objetiva o impropia es la que existe en el objeto. Hay objetos de suyo buenos


o malos. Independientemente de toda intención humana. b) La subjetiva o propia es la
que existe en el acto humano o sea en la intención del sujeto.

La objetiva toma el nombre de material: es la conveniencia o no conveniencia del


objeto con la ley o norma de obrar. La subjetiva toma el nombre de formal: es la
conveniencia o no conveniencia del acto con la conciencia. Es posible, y aun frecuente
que la moralidad material y la formal se encuentren separadas. Por ignorancia, que nos
impide conocer la verdadera naturaleza de las cosas, podemos tomar por bueno un
objeto malo y viceversa. Así hay paganos que creen hacer una obra buena al dar la
muerte a sus padres ancianos para ahorrarles sufrimiento. La regla próxima de obrar
es la moral formal o subjetiva, o sea la cosa tal como se presenta a nuestra conciencia.
Esta es la moralidad propia o estricta, porque es la que dirige y especifica el acto humano.

2º La moralidad se divide en intrínseca y extrínseca. La intrínseca, le viene a la


acción por su misma naturaleza. La extrínseca le viene por la ley positiva o sea por el
precepto del legítimo superior. En el segundo caso hemos de decir que las cosas son
malas porque son prohibidas; y en el primero que son prohibidas porque son malas.

203. Fuentes de la moralidad

La moralidad de un acto proviene del objeto, del fin y de las circunstancias. Estos tres
elementos hacen al acto bueno o malo y toman el nombre de fuentes de la moralidad.

1º El objeto es lo que caracteriza el acto en sí mismo; así el objeto de la limosna es


socorrer al pobre; el del robo sustraer lo ajeno, etc. La moralidad de un acto depende en
primer término de su objeto. En efecto, todo acto, toda operación recibe del objeto su
especificación fundamental; y el acto moral no tiene por que ser una excepción a esa ley.
De modo que todo acto es bueno o malo en primer término por razón del objeto.

2º Las circunstancias. Son los adjuntos exteriores que acompañan al acto. Se

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pueden reducir a siete: persona, cosa, modo, fin, medios, tiempo y lugar. Las
circunstancias influyen en la moralidad del acto.

Así no es lo mismo darle a un pobre diez centavos que diez pesos; y en igualdad de
circunstancias tiene mayor mérito la limosna del pobre que la del rico. La razón es porque
la perfección moral lo mismo que la "metafísica" no le viene al acto de la sola substancia,
sino también de los accidentes.

El fin. Es la intención que el agente se propone. Siendo el fin lo que nos mueve a
ejecutar el acto, necesariamente influye en la moralidad. Así si un fin es gravemente
malo, daña por completo el mérito de una buena obra; y si es bueno, le agrega a la obra
buena una nueva bondad. Sin embargo, hay que tener en cuenta, que un fin bueno no le
quita la malicia a un objeto malo en sí, bien que en algo se la disminuya. De aquí el
importante axioma de que "el fin no justifica los medios".

Norma práctica. Para que una acción sea buena debe serlo en su integridad, esto
es en sus tres elementos: objeto, fin y circunstancias. Para que sea mala, basta que sea
malo el objeto o el fin o alguna de las circunstancias. De aquí el axioma: "Bonum ex
integra causa, malum ex quocumque defectu". "El bien nace de la rectitud total; el mal
de un solo defecto".

Nota. ¿Hay acciones indiferentes, que no sean ni buenas ni malas? R. Esta


cuestión se debate entre los autores. La solución más probable es que hay acciones
indiferentes en sí mismas o en abstracto. Pero que no las hay consideradas en su
realidad concreta.

En abstracto hay actos que no son ni buenos ni malos, moralmente, p. ej.: caminar,
conversar, reírse, etc. Pero estos mismos actos considerados en su realidad concreta,
es decir, dentro de las circunstancias de lugar, tiempo, persona, cosa, modo, medios, y
sobre todo dentro de la circunstancia importantísima del fin que el agente se propone,
dejan de ser indiferentes.

Un acto ejecutado con advertencia y libre elección se propone siempre un fin. Pues
bien, si este fin es bueno, conveniente al hombre, el acto será bueno; si el fin es malo,
perjudicial al hombre, el acto será malo. De esta suerte la noción de bueno o de malo
acompaña siempre al acto humano.

Ni parece que pueda haber fines indiferentes. El simple hecho de tender a una acción
que no es mala en sí ni en sus circunstancias y que no desvía al hombre de su último fin,
ni vaya contra su naturaleza racional, hace que el fin no sea malo, sino bueno.

204. El hecho moral

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

La noción de hecho moral nos la brinda la experiencia. En efecto, todos los pueblos
en todos los tiempos y lugares han reconocido una categoría especial de hechos, que
han recibido el nombre de hechos morales, y que tienen las siguientes propiedades:

1º Son actos humanos, esto es, actos verificados por el hombre con advertencia y
libre voluntad.

2º En segundo lugar los hechos morales son buenos o malos. Todo hombre
distingue entre lo bueno y lo malo. Sabe que honrar a Dios, que respetar la vida, fama y
bienes del prójimo son obras buenas; y que por el contrario los actos opuestos son cosas
malas.

3º En tercer lugar los hechos morales suelen revestir un carácter de obligación, que
no podemos desconocer. Así, no sólo sabe el hombre que odiar a Dios, matar, robar,
etc., son cosas malas, sino que conoce que son cosas que no debe hacer, que le están
prohibidas; y si las hace a pesar de esta prohibición, advierte que su conciencia moral
se lo reprocha y le causa remordimiento.

Por el contrario, cuando da a Dios el honor debido y respeta la vida y los bienes del
prójimo, su conciencia moral aprueba su conducta, y siente satisfacción y alegría.

Esta triple condición que acompaña al acto humano, de ser consciente y libre, de ser
bueno o malo, y de inducir obligación de conciencia, le da la fisonomía característica
que constituye el hecho moral. Los hechos morales son específicos del hombre, y
nunca se encuentran en el animal.

205. Cómo llegamos a la noción de bien moral y de ley moral

A la noción de bien moral y ley moral, llegamos mediante el examen de nuestros


actos humanos.

1º Comenzamos por advertir que nuestra voluntad tiende a lo bueno, en su sentido


más amplio y general, esto es, a lo conveniente y apetecible. Esta es la noción de bien
general, a la cual se refería el filósofo cuando decía que "bien es lo que todos apetecen".
(Aristóteles).

2º Pero en el hombre se encuentran tendencias antagónicas; en él están en pugna,


con mucha frecuencia, el bien que apetecen los sentidos y el bien que indica su razón.
En estas luchas deben prevalecer las tendencias superiores, las que están de acuerdo
con su naturaleza racional. A este bien que está de acuerdo con la naturaleza racional
del hombre, con su recta razón, se le da el nombre de bien moral o bien honesto. Así
llegamos a la noción de bien moral, o sea al que está de acuerdo con la naturaleza
racional del hombre.

3º Profundizando en este estudio, vemos que el bien moral unas veces se nos

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

presenta simplemente como lícito, o bien como laudable; otras veces, como obligatorio.
En esta forma se presenta a la conciencia la noción de obligación moral, o ley moral.
De esta suerte del examen de los hechos morales llegamos a deducir la existencia de la
ley moral.

Art. 2º LA LEY MORAL

206. La ley moral. Sus fundamentos. Repugna la moral independiente

A) Llámase ley moral la norma impresa en nuestra razón que nos enseña la
distinción fundamental entre el bien y el mal, y la obligación en que estamos de
practicar el bien y evitar el mal.

B) Sus fundamentos. La existencia de la ley moral esta íntimamente relacionada con


Dios como supremo legislador y último fin.

1º La ley moral proviene de Dios como supremo legislador. En efecto, la ley moral
no puede provenir ni de nosotros mismos, ni de la sociedad. a) No de nosotros mismos,
porque es superior a nosotros, ya que nos es imposible desconocerla, destruirla,
modificarla en sus puntos fundamentales, o libertarnos de ella. b) Tampoco puede pro-
venir de la sociedad, puesto que ésta es incapaz de descender hasta la conciencia, y en
consecuencia, de ligarla con obligación interna, y de juzgar de su quebrantamiento. En
consecuencia, la ley moral nos lleva a aceptar la existencia de un supremo
legislador, que impera sobre nuestra misma conciencia y sobre la conciencia de todos
los hombres.

2º La ley moral está también íntimamente relacionada con Dios considerado


como nuestro último fin. Dios, infinitamente sabio, no ha podido crear al hombre sin
señalarle un fin o destino, del cual depende su felicidad definitiva, y le ha impuesto la
observación de ciertas normas necesarias para obtenerlo. Estas normas constituyen la
ley moral.

C) Repugna, pues, en absoluto, la llamada moral independiente, que constituye


al hombre en principio y fin de sí mismo, y en dueño absoluto de sus actos.

La moral independiente niega la subordinación que debemos tener para con Dios,
bajo múltiples respectos: a) Como a Ser supremo, fuente de todo ser, de toda verdad, y
de todo bien; b) Como a Creador y causa de nuestro ser y c) Como a legislador y
ordenador supremo de nuestras acciones; d) Como a fin último de nuestra actividad
racional.

207. La distinción esencial entre el bien y el mal

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

Tesis: Hay intrínseca y esencial diferencia entre el bien y el mal, impuesta por
la misma naturaleza, y no por determinación de los hombres.

El sentido de la tesis es que la distinción entre el bien y el mal a) no es puramente


extrínseca, esto es debida a la autoridad del legislador; b) ni puramente accidental,
debida a las circunstancias de tiempo, lugar, etc.; c) sino que es intrínseca y esencial,
esto es, dimana de la misma naturaleza de las cosas, de la naturaleza racional del
hombre, y en último término de la sabiduría de Dios, quien le dictó al hombre normas de
obrar.

208. Prueba 1ª. Argumento de experiencia psicológica e histórica

La psicología y la historia nos demuestran que siempre, invariablemente, ciertas


acciones han sido tenidas como buenas, y otras como malas por la persuasión
constante, universal e invencible de los hombres. Así, siempre ha sido tenido como
bueno, el honrar a Dios, hacer bien al prójimo, respetar su vida, su fama y sus bienes. Y
siempre ha sido tenido por malo blasfemar, asesinar, calumniar o robar. Esta persuasión
ha existido en todos los hombres y en todos los pueblos, así en los más civilizados como
en los más bárbaros.

Pues bien, una persuasión tan universal y tan constante no puede atribuirse a
causas exteriores, como son las leyes, educación, opiniones y costumbres, que son de
suyo diversas y mudables, y de hecho siempre cambian. Lo inmutable y firme no puede
encontrar su fundamento en lo mutable y efímero. Debe, pues descansar en la misma
naturaleza de las cosas, que no cambia, y de modo especial en la naturaleza racional
del hombre.

209. Prueba 2ª. De las mismas nociones del bien y del mal

Bien para el hombre es lo que está de acuerdo con su naturaleza racional y mal lo
que está en desacuerdo con ella. Pues bien, hay acciones que de suyo están de acuerdo
con la naturaleza humana; y otras que están en desacuerdo con ella. Luego debemos
admitir una distinción intrínseca y esencial entre el bien el mal. Probemos que hay
acciones que de suyo están de acuerdo con la naturaleza del hombre, y otras en
desacuerdo: a) en cuanto racional, está de acuerdo con su naturaleza el someter a la
razón los bajos instintos de la animalidad: sensualidad, crueldad, egoísmo exagerado;
está en desacuerdo el que la animalidad prime en él. b) En cuanto ser social, está de
acuerdo con su naturaleza respetar la vida, bienes, fama y honor del prójimo; y está en
desacuerdo el asesinato, el robo, la calumnia, el deshonor. c) En cuanto criatura, está de
acuerdo con su naturaleza el alabar, obedecer y reverenciar a su Creador; y está en
desacuerdo, la blasfemia y el odio y desprecio de Dios.
Luego la distinción entre el bien y el mal es una distinción natural intrínseca, por
estar fundada en la misma naturaleza del hombre.
210. Prueba 3ª. Por las fatales consecuencias que se seguirían si no hubiera

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distinción entre el bien y el mal

Quitada la diferencia esencial entre el bien y el mal, lo lícito y lo ilícito, lo justo y lo


injusto.

1º Caería todo el orden moral y social, no habría diferencia entre actos laudables y
vituperables, entre acciones justas e injustas.

2º Perecería la noción de deber u obligación, puesto que la obligación no es otra cosa


que el bien obligatorio.

3º Ninguna ley o costumbre pudiera llamarse moral o inmoral, ya que no habría norma
alguna superior a la que debieran acomodarse.

4º Las peores acciones: el asesinato, la traición a la Patria, el perjurio, etc., llegarían


a ser honestas si las leyes o las costumbres las aprobaran.

5º En fin, se llegaría al escepticismo moral más pavoroso, porque todo en materia


moral sería inestable y sometido a la caprichosa interpretación de los hombres, siempre
movidos por prejuicios y pasiones.

CAPITULO V

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EL FUNDAMENTO Y LA NORMA DE LA MORALIDAD

211. Nociones

Es necesario distinguir entre fundamento y norma de moralidad. El fundamento es


objetivo, la base en que se apoyan las nociones de moral, y de obligación. La norma
es algo subjetivo que existe en el entendimiento. Ambas cosas deben admitirse; puesto
que hay diferencia intrínseca entre el bien y el mal, es necesario: a) que exista un motivo
o fundamento por el cual debe atribuirse la bondad a ciertas acciones y la malicia moral
a otras; b) y una norma interna que nos de a conocer dicha diferencia para amoldar a
ella nuestras acciones.

1º El fundamento se divide en próximo y remoto. a) El fundamenta próximo de la


ley moral, o de la moralidad, es la naturaleza humana considerada en su integridad. b)
El fundamento remoto es la naturaleza divina.

2º La norma de la moralidad se divide igualmente en próxima y remota. a) Son


normas próximas la razón, o facultad que tiene el hombre de conocer y avaluar
moralmente sus actos; y la conciencia. b) La remota es la ley eterna; o sea el
entendimiento divino en cuanto prescribe guardar el orden que ha impuesto a las cosas
y prohíbe violarlo.

Como es fácil de advertir, el fundamento y la norma próximos: naturaleza humana y


razón son intrínsecos al hombre, y el fundamento y la norma remotos: naturaleza y
entendimiento divinos, le son extrínsecos. Comprobemos nuestra afirmación.

Art. 1º EL FUNDAMENTO DE LA MORAL/DAD

212. El fundamento próximo

El fundamento próximo de la moralidad es la naturaleza humana considerada en


su integridad.
La naturaleza humana considerada en su integridad comprende: a) Los dos principios
constitutivos del hombre: alma y cuerpo y sus facultades fundamentales: sensibilidad,
razón, libre voluntad; b) Sus relaciones esenciales, en especial con su causa eficiente,
de la cual recibió el ser, y con la causa final, a la cual debe tender; c) Sus relaciones con
los seres que lo rodean, en especial con los demás hombres.
Se prueba por el concepto de bien. "El bien para cada ser, dice Santo Tomás, se
considera de acuerdo con su naturaleza". "Para cada ser es bueno lo que le es
proporcionado y connatural". Así la sensación es buena para el animal, y la vegetación
para la planta. Por esto el fundamento próximo del bien moral es la naturaleza racional
del hombre.
Pero para que la naturaleza humana pueda convertirse en fundamento de la
moralidad, debe tomarse adecuadamente, o sea en la integridad de su esencia,

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

facultades y relaciones. Efectivamente:

1º El hombre no es ni puro cuerpo, ni pura alma; y si yerran las escuelas sensualistas,


que ponen el bien moral en la satisfacción de la sensibilidad corporal, o sea, del deleite
sensible, yerran también los idealistas exagerados, que queriendo convertir al hombre
en un puro espíritu, desconocen los legítimos derechos de la sensibilidad. La doctrina
verdadera está en un término medio: es necesario reconocer el papel predominante de
la razón como facultad directora y orientadora; pero no pueden desatenderse los justos
reclamos de la parte sensitiva, en cuanto la recta razón no los repruebe.

2º El hombre tiene también relaciones esenciales que no puede desconocer. En


primer lugar para con su causa eficiente: si ha recibido el ser, ¿Cómo puede prescindir
de cumplir sus deberes para con el que se lo dio? Si su creador le señala un fin último,
¿Cómo desentenderse de él?

3º Por último el hombre no es un individuo aislado, y tiene para con sus semejantes
deberes que cumplir.
Esta naturaleza humana tomada en su conjunto, es el fundamento próximo de la
moralidad. Será, pues, bueno, lo que esté conforme con ella, y malo lo que la contraríe.

213. El fundamento último

El fundamento último de la moralidad es la esencia divina. En efecto:

1º La moralidad consiste en la rectitud de las acciones humanas. Pero el fundamento


último de la rectitud de toda acción es la esencia divina: es recto todo lo que esté de
acuerdo con la sabiduría y voluntad santa de Dios; y en último término, con su esencia,
en que aquellas radican.

2º Hemos dicho que el fundamento próximo de la moralidad de los actos humanos es


la naturaleza del hombre. Pero la naturaleza humana no encuentra su último fundamento
en ella misma, sino en la naturaleza divina; en efecto: a) No lo tiene en el orden real,
porque sólo el ser por esencia tiene en sí la razón de su existencia; todos los demás
seres tienen su último fundamento en él. b) Tampoco en el orden ideal, porque, como
probamos en metafísica, el último fundamento de las esencias o posibles es la esencia
divina (Mt. No 333).

3º La moralidad es un conjunto de verdades referentes al orden práctico; por eso se


expresa en forma de afirmaciones o juicios, como p. e.: honrar a Dios es bueno, matar
es malo. Pero la esencia divina es el fundamenta último de toda verdad. Luego es
también el fundamento último de la moralidad.

Art. 29 NORMAS DE MORALIDAD

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Así: podemos distinguir entre norma próxima y norma remota. La norma próxima es
la razón, y para cada individuo la conciencia. La norma remota es la ley. La norma
próxima: razón y conciencia son internas; la norma remota: la ley es externa al individuo.

214. La norma próxima es la recta razón y para cada individuo la conciencia

Decimos: a) La razón. La razón es la norma de obrar común a todos los hombres y


considera las acciones en abstracto o en general p. e. cuando decimos tomar el bien del
prójimo contra la voluntad de su dueño es malo. La recta razón, esto es, la que juzga de
las cosas según su realidad objetiva, o en otros términos, de acuerdo con la sabiduría
divina, porque es imposible que no sea bueno lo que Dios mira como bueno.

b) La razón toma el nombre de conciencia cuando se considera en cada individuo; y


así llega a ser norma particular de cada persona. Algunas veces ocurre el caso de
conciencia errada, en que el individuo juzga erradamente contra lo que dicta la recta
razón. Entramos a probar que la norma próxima de moralidad es la recta razón.
Prueba 1ª Porque la razón es la que nos hace ver el acuerdo o desacuerdo de
nuestros actos con la naturaleza racional del hombre; y en consecuencia es la que dirige
nuestra actividad moral.
Prueba 2ª Porque de modo especial es la razón la que nos hace ver si nuestras
acciones van debidamente enderezadas al último fin, cuya importancia, según ya vimos,
es fundamental en la moralidad.

3ª Además el mérito o bondad subjetiva le viene a un acto del recto uso de la libertad.
Pero la voluntad es una potencia ciega, y es a la razón a la que corresponde dirigirla.
Luego la razón es la norma próxima de la moralidad.

215. La norma última

La norma última de la moralidad es la ley eterna, que como veremos es la sabiduría


de Dios en cuanto orden a observar el orden establecido por El y prohíbe violarlo. Así
como la razón humana no puede ser fundamento último y la medida de la verdad en el
orden especulativo, tampoco puede serlo en el orden práctico.

Podemos concluir con Santo Tomás: "En las cosas ordenadas por la voluntad la regla
próxima es la razón humana, la norma última la ley eterna".

CAPITULO VI

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LA LEY

Art. 1º NOCIONES GENERALES

216. Definición. Principales propiedades. División

A) Definición. Santo Tomás define la ley: "Ordenación racional para el bien común,
dada y promulgada por quien tiene a su cargo la comunidad".

Se dice: a) Ordenación, porque es una norma de obrar obligatoria, en vista de un fin


que es necesario conseguir; b) Racional, la ley debe ser fruto de la razón y no del
capricho; viendo el superior que una cosa es necesaria al bienestar de los súbditos, la
impone a la voluntad de éstos; c) para el bien común: la ley mira al bien común de los
súbditos, y no al bien particular de algunos o del mismo legislador; d) dada por el que
tiene a su cargo la comunidad: porque sólo éste tiene el deber y el derecho de dictar
normas obligatorias para todos los súbditos; e) promulgada: para que llegue al
conocimiento de los súbditos, pues de otra suerte sería imposible urgir su aplicación.

B) Principales propiedades. La ley debe ser:

a) Racional: fruto de la razón y no del capricho.


b) Honesta: no debe oponerse a ningún bien, ley o derecho superior.
c) Útil: debe traer beneficio a la comunidad, porque no sería cuerdo imponerle cargas
de las que no reporte provecho.
d) Posible: Las obligaciones que impone no deben ser tan gravosas, que hagan
moralmente imposible su cumplimiento.

División de la ley. La .ley se divide:

1º En razón de su fundamento, en eterna o natural y positiva. a) La ley eterna, que


toma el nombre de ley natural en cuanto está impresa en las criaturas racionales, está
fundada en la misma naturaleza de los seres. b) La ley positiva, en cambio, está basada
en la libre voluntad del legislador, o sea en un acto positivo de su voluntad.

2º En razón del autor, la ley se divide en divina y humana. La ley eterna emana
directamente de Dios como principio y fin de todas las cosas. La ley positiva puede
derivar de Dios o de los hombres. Esta última se subdivide en eclesiástica y civil. He aquí
un cuadro sinóptico de esta división:

La ley 1. Basada en la Eterna

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naturaleza de
las cosas Natural

2. Basada en la Divina
libre voluntad Positiva Humana Eclesiástica
del legislador Civil

217. La ley eterna y la ley natural

A) La ley eterna. San Agustín la define: "La razón y voluntad de Dios que ordena
guardar el orden natural y prohíbe quebrantarlo".

La sabiduría divina al determinar la creación de los seres, estableció la naturaleza de


cada uno, lo destinó a un fin, de acuerdo con su naturaleza y le dio los medios necesarios
para conseguirlo. La voluntad de Dios prescribe que este orden señalado por su
sabiduría sea observado, y prohíbe su violación. Y en esto consiste la ley eterna.

B) La ley natural. La ley natural es la misma ley eterna en cuanto Dios la imprime
en las conciencias de las criaturas racionales.

La ley eterna y la natural tienen el mismo fundamento y las mismas propiedades, que
estudiaremos luego. Pero tienen algunas diferencias accidentales.

1º El fundamento es el mismo en ambas: la sabiduría y voluntad de Dios, que


encaminan los seres hacia el fin que les ha señalado.

2º Tienen unas mismas propiedades: a) Son inmutables pues están fundadas en la


naturaleza de Dios; b) Absolutas puesto que no pueden ser derogadas por ninguna ley y
están por encima de toda condición.

3º Diferencias accidentales. a) La ley eterna abarca todas las criaturas; la natural,


sólo las racionales, b) la eterna existe desde toda eternidad; la natural es temporal y
comenzó con las criaturas, puesto que es una participación de la ley eterna a la criatura
racional.

C) Pruebas de su existencia. Los mismos argumentos que prueban la distinción


esencial entre el bien y el mal, prueban la existencia de la ley natural. En efecto, ésta no
es otra cosa que el mandato de Dios de guardar el orden establecido por El de hacer el
bien y de evitar el mal.

218. Ley positiva. Divina o humana

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Ley positiva es la que se fundamenta, no en la naturaleza misma de las cosas, sino


en la libre voluntad del legislador.
La ley positiva se divide en divina y humana, según que tenga por autor a Dios o a
los hombres.

1º La ley positiva divina consiste en ciertos mandamientos que dimanan de la


voluntad de Dios y que El mismo se sirve manifestar.
Como esta ley no descansa en la misma naturaleza de Dios, no es inmutable, y puede
cambiar según los tiempos y las circunstancias. Por ejemplo caducaron las ceremonias
de la ley mosaica.

2º La ley positiva humana proviene de los hombres, y se divide en eclesiástica y


civil, según que emane de la Iglesia o de la Sociedad civil, que son las dos sociedades
completas y perfectas que tienen jurisdicción y que en una y en otra forma deben ser
obedecidas.

Es de advertir que las leyes humanas reciben en último término su fuerza obligatoria
de Dios, de quien emana toda autoridad; porque ningún hombre, en cuanto hombre, tiene
poder para ligar la conciencia de otro.

219. Art.2º PROPIEDADES DE LA LEY NATURAL

La ley natural, o ley moral, tiene cuatro propiedades principales: es obligatoria,


absoluta, universal e inmutable. Estudiémoslas.

220. La ley moral es obligatoria

La ley natural o moral se presenta con el carácter de obligatoria. La conciencia nos


certifica que aunque tengamos el poder físico de violarla, estamos obligados a
observarla; y cada vez que la violamos sentimos remordimiento. En suma, la libertad
humana se ve libre de un poder que la coacciona, pero no de un poder que la obligue.
(Ampliamos estas ideas en el No 235).

221. La ley moral es absoluta

La ley moral es absoluta en el sentido que impone una obligación absoluta y no


condicional.

En efecto, la necesidad de una cosa puede ser condicional o absoluta. Absoluta es


la que deriva de la misma naturaleza del hombre; por ejemplo: hacer buen uso de su
libertad, dejarse gobernar por su razón. Condicional, la que deriva de la libre voluntad.

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Así para hablar una lengua, hay necesidad de aprenderla; pero se trata de una obligación
condicional; supuesto que queramos hablarla, tenemos que aprenderla: no se trata,
pues, de una obligación absoluta, que derive de la misma naturaleza del hombre.

En cambio, la obligación de la ley moral sí deriva de la naturaleza misma del


hombre y es, en consecuencia, absoluta. En efecto, la adquisición del fin es para todo
ser el último perfeccionamiento de su naturaleza. El no adquirirlo equivale a dejar a ésta
imperfecta y trunca. Por eso para el hombre es absolutamente necesario adquirir el fin
propio de su naturaleza, que le ha sido señalado como indispensable por el mismo autor
de ella.

Pero si la prosecución del último fin nos es absolutamente necesaria, síguese que
también lo son el evitar el mal y el practicar el bien, pues se presentan como medios
indispensables para la consecución del fin.

Advirtamos, sin embargo, que la consecución del último fin no es absolutamente


necesaria en el sentido en que Dios lo es. Dios no puede no existir; es pues,
absolutamente necesario en todo sentido y por encima de toda condición. En cambio la
consecución del último fin sólo nos es necesaria en la hipótesis de que Dios nos haya
dado la existencia.

222. La ley moral es universal

La ley moral es universal, puesto que su obligación se extiende a todos los


hombres y a todos los tiempos. Cicerón en su tratado de la República desenvuelve
admirablemente este pensamiento: "Existe una ley conforme a la naturaleza, común a
todos los hombres, razonable, eterna, que nos prescribe la virtud y nos prohíbe la
injusticia. Esta ley no es de las que permiten ser quebrantadas o eludidas o que puedan
modificarse; ni el pueblo ni los magistrados tienen poder para desatar las obligaciones
que impone. No es una en Roma, otra en Atenas, ni diferente hay de lo que será mañana;
universal, inflexible, siempre la misma, abraza a todas las naciones y a todos los siglos".

Advirtamos, sin embargo, lo siguiente:

1º La universalidad de la ley moral se refiere a los primeros principios y a las


conclusiones próximas.

a) Los primeros principios morales son estos: el bien y el mal son diversos;
debemos hacer el bien y evitar el mal; contra nadie debe cometerse injusticia. Sobre
estos primeros principios no cabe ignorancia o error. b) Hay ciertas consecuencias
próximas, esto es, que derivan directa y fácilmente de estos primeros principios; p. e.
Dios debe ser adorado; el asesinato y el robo son malos, etc. Sobre estas consecuencias
inmediatas tampoco puede darse error o ignorancia, al menos por mucho tiempo.

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2º Pero hay otras conclusiones remotas, respecto a las cuales, sí cabe la ignorancia
y el error. Paso en el orden práctico lo mismo que en el especulativo: a) Los primeros
principios no pueden ser desconocidos y sobre ellos no cabe error; y en tanto estamos
ciertos de algún enunciado en cuanto podemos reducirlo a los primeros principios; p. e.
cuando probamos que de no admitir una cosa caemos en contradicción. b) Pero cuando
no podemos reducir las cosas a los primeros principios, entran fácilmente la duda, la
discrepancia y el error. Otro tanto pasa en el terreno moral: sobre los primeros principios
no hay error ni discrepancia; pero sí puede haberla y es frecuente cuando pasamos a
conclusiones alejadas de ellos.

223. La ley moral es inmutable

Es inmutable, porque no puede dejar de obligar, ni ser cambiada.

Una ley puede dejar de obligar o sufrir modificaciones esenciales par alguna de las
cuatro causas siguientes: a) En razón de la materia, si llega a ser irracional o nociva; b)
en razón del tiempo, si terminó el plazo para que fue promulgada; c) en razón de las
circunstancias, si por el cambio de ellas ha llegado a ser inútil; d) en razón del legislador,
si éste la deroga o dispensa en ella.
Pues bien, la ley moral no puede ser afectada por ninguna de estas cuatro
causas: a) No puede llegar a ser irracional o nociva, porque está basada en la misma
naturaleza de Dios y del hombre, y su norma es el dictamen de la recta razón; b) no
puede cesar el tiempo para que fue promulgada, porque durará mientras dure la
naturaleza humana; c) tampoco puede llegar a ser inútil por cambio en las circunstancias,
porque la naturaleza humana es sustancialmente una misma; y porque la ley moral, sin
cambiar en lo fundamental, bien puede adaptarse a las circunstancias; d) no puede ser
derogada por el legislador, porque es la norma del bien y del mal, y no podemos suponer
que Dios prohíba el bien y ordene el mal.

224. Objeción

Respecto a la universalidad e inmutabilidad de la ley moral, suelen objetar los


adversarios varios hechos que parecen negarla. Así, dicen, entre algunos salvajes no
hay moralidad; la esclavitud, la tortura y el duelo en muchas partes no han sido mirados
como malos; hay salvajes que creen hacer obra buena en dar la muerte a sus padres
ancianos para ahorrarles sufrimientos; el matrimonio en muchas partes no es indisoluble,
etc.

Contestamos que en verdad, a causa de los diversos usos, leyes, grados de


civilización, intereses creados, etc., se encuentran en los pueblos cambios importantes
en la moralidad. Ya Santo Tomás lo reconocía: "La naturaleza humana no es inmóvil
como la divina; y en consecuencia muchas cosas que son de derecho natural se
diversifican según los estados y condiciones de los hombres".

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Pero esta mutabilidad no se extiende a los primeros principios y a sus


consecuencias próximas, de que ya hemos hablado. La diversidad empieza cuando se
trata de aplicar los principios a casos más remotos, y en que su aplicación es más difícil,
o bien cuando hay colisión o choque de deberes. Así cuando algunos salvajes dan la
muerte a sus padres ancianos para librarles de los sufrimientos de su vejez, es porque
juzgan más importante el deber de aliviarlos en sus dolores que el de conservarles la
vida, ya muy pesada para ellos.

No se trata, pues, de carencia de principios morales, o de diversidad


fundamental en ellos ni en sus conclusiones fundamentales, sino de una defectuosa
aplicación de ellos en casos difíciles.

Es falso igualmente que no haya moralidad entre los pueblos salvajes, y con
frecuencia en ellos las normas de moralidad tienen una aplicación más rigurosa.

Art. 3º LA OBLIGACIÓN

225. La noción

Obligación es la necesidad moral de hacer u omitir algo. a) Es una necesidad


moral, no física; compromete la libertad, pero sin coaccionarla; limita su campo de acción,
pero sin daña su misma raíz. Es una necesidad de hacer o de omitir algo; en el primer
caso la obligación es positiva; en el segundo, negativa.

La obligación es el efecto propio y directo de toda ley. No se puede concebir una


ley que no obligue, porque dejaría de ser ley; sería consejo, norma de conveniencia, alto
ideal, pero no ley.

La necesidad que impone la obligación: a) no puede ser una coacción exterior, que
nos violente a la obra; b) tampoco puede ser una fuerza o necesidad intrínseca, que nos
mueva necesariamente a la operación, como pasa en los animales; c) es una necesidad
moral, que arranca de la ley moral y del fin.

226. La obligación proviene de la ley moral y del fin

1º La obligación proviene en primer término de la ley natural o moral. Dios al


poner en nuestra conciencia las nociones de bien y de mal, nos puso simultáneamente
la obligación de hacer el primero y evitar el segundo. La conciencia nos certifica no
solamente que hay una ley moral, sino también que estamos obligados a guardarla. Aun-
que tengamos el poder físico de quebrantarla, no podemos destruirla, ni colocarnos por
encima de ella.
El quebrantamiento de este orden moral impuesto por Dios se opone tan de lleno a

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su sabiduría y a su voluntad santísima, que no puede menos de odiarlo y prohibirlo. Por


otra parte el bien moral de tal manera le es amable, que lo aprueba siempre, y en
ocasiones lo prescribe.

2º La obligación de la ley moral proviene en segundo término de la necesidad de


conseguir nuestro fin supremo. Este se nos presenta como absolutamente necesario
(No 21). No depende de nosotros el haber sido destinados a él, ni está en nuestras manos
el rehuirlo; y dentro del orden establecido por el Creador es indispensable que nuestra
naturaleza alcance su fin y perfección moral.

Advirtamos que bien moral y obligación no son términos coextensivos, sino que la
noción de bien es más extensa. En efecto, todo lo que es obligatorio es bueno; pero no
todo lo que es bueno, es obligatorio. Y ¿qué actos son obligatorios? Sólo aquellos que
nos son necesarios para la consecución del fin.

En resumen, la obligación proviene de la ley natural o voluntad divina como de causa


eficiente; y del último fin, como de causa final.

Art. 4o LA SANCIÓN

A) SU NATURALEZA

227. Noción y división

Entiéndese por sanción la determinación hecha por el legislador de una


recompensa para quien cumpla la ley, y de un castigo para quien la quebrante.

Considerada activamente, es la determinación del legislador; considerada


pasivamente, es la pena o la recompensa.

La sanción se divide de múltiples maneras:

1º En razón de su origen, en interna y externa. a) La interna proviene de la naturaleza


misma del acto; v. gr.: la tranquilidad o el remordimiento. b) La externa proviene de una
causa extrínseca; v. gr.: la conminación de una pena.

2º Igualmente en razón de su origen, en natural, social y divina: a) La natural se la


proporciona el mismo individuo, y se confunde con la sanción interna. b) La social, la
proporciona ya la autoridad (civil o religiosa) con su sistema de recompensas y castigos;
ya la misma sociedad con la estimación o vituperio. c) La divina la brinda Dios como
Creador y fin supremo del hombre, y consiste en la consecución o en la privación de la
felicidad que trae el último fin.

3º En razón del efecto, en eficaz e ineficaz: a) Es eficaz la que mueve suficientemente

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al cumplimiento de la ley: puede serlo absoluta o relativamente, según que produzca ese
efecto en todos o en algunos. b) Es ineficaz en el caso contrario.

228. Fin y necesidad de la sanción. Adversarios

1º Fin. 1º) El fin de la sanción en general es incitar, mediante el premio y el castigo,


al cumplimiento del orden debido.

2º) El fin especial de la sanción penal, o castigo es doble: a) Vindicativo, o sea el


restablecimiento del orden violado. b) Medicinal, o sea la corrección del culpable,
apartándolo de la reincidencia.

2º Necesidad. La necesidad de la sanción divina, que es la más importante de


todas, la podemos comprobar desde tres puntos de vista: a) Dios, como Ser Supremo,
no puede permitir que el hombre se burle impunemente de su autoridad. b) Dios, como
legislador justo, no puede dejar el bien y el mal sin la recompensa o castigo debidos. c)
Dios, como legislador sabio, debe proponer a la libertad humana motivos suficientes para
que respete la ley.

3º Adversarios. Kant es quien principalmente rechaza la idea de sanción. Para él es


vituperable porque se opone al cumplimiento de la ley por el puro deber, que a sus ojos
es el único motivo digno de mover a la obediencia a la criatura racional. a) Podemos
replicar que la sanción no se opone al deber, sino que lo refuerza. b) También
debemos advertir que la sanción no excluye el cumplimiento de la ley por el deber. Sería
vituperable que el hombre evitara el mal únicamente por el miedo del castigo, y obrara el
bien sólo por la esperanza de la recompensa, excluyendo el amor y respeto a la ley. Pero
no es vituperable el que la sanción ayude al respeto y cumplimiento de ella. c) Además,
dadas las malas inclinaciones del hombre, no se puede esperar que la gran mayoría de
ellos se mueva a cumplir deberes arduos y penosos únicamente por amor a la ley.

B) EN QUE CONSISTE LA PLENA SANCIÓN DE LA LEY NATURAL

229. No puede consistir en las sanciones temporales

En efecto, la sanción debe ser universal, proporcionada y eficaz. a) Universal, porque


debe extenderse a todos los hombres y a todos sus actos; b) proporcionada, para que
sea justa; c) eficaz, para que en realidad mueva al cumplimiento de la ley.

Pues bien, ninguna de las sanciones de esta vida llena esas condiciones. Así: 1º
Las sanciones sociales: fama, honro, reputación, etc.: a) no se extienden sino a los actos
externos y públicos; b) muchas veces las obtienen los que no las merecen.

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2º Las legales: a) No miran sino a los actos externos y públicos que la ley señala
como dignos de castigo; b) Muchas veces son injustos, o son burladas muy fácilmente.

3º Las naturales: alegría del bien, remordimiento del mal, son sin duda más
universales, justas y eficaces. Sin embargo, a) muchas acciones carecen de ellas, p. e.
las acciones heroicas que se realizan con el sacrificio de la vida, o las acciones criminales
que ponen fin a ella. b) Tampoco las experimentan debidamente ni las conciencias
delicadas, anhelosas de una gran perfección y siempre descontentas de sus obras; ni
las conciencias pervertidas que llega a ahogar la voz del remordimiento.

En general, la experiencia demuestra que estas sanciones terrenas son ineficaces,


máxime cuando se trata de deberes arduos de cumplir, o de fuertes pasiones que se
deben dominar.

230. Consiste en la posesión o privación del último fin o felicidad eterna

En efecto, esta sanción: a) Es universal, porque se extiende a todos los hombres y


a todos sus actos, incluso los privados y secretos.

b) Es eficaz, la única verdadera eficaz para movernos a la práctica tantas veces ardua
del bien, y alejarnos de los incentivos del mal. Y a la verdad, la beatitud incluye la
posesión de todo bien; y por el contrario su pérdida incluye la presencia de todo mal. Y
esta sanción es eficaz precisamente por ser eterna. Siendo el alma inmortal, un castigo
temporal no es suficientemente eficaz, porque el tiempo, por largo que sea, es nada en
comparación de la eternidad.

c) Es justa o proporcionada, pues está de acuerdo con la sabiduría y justicia que


quien respeta la ley y tiende rectamente al fin, obtenga este fin y la felicidad consecuente;
y que quien voluntariamente quebrante la ley y se aparte del fin, se vea privado de él. He
aquí cómo pinta un sabio doctor, la necesidad de la sanción eterna: “Finge miles de años,
amontona siglos, llena de suplicios intérminas edades: si al cabo, el fin del bueno y del
malo llegan a ser iguales, lo pasado se desprecia. Porque ya no nos importa lo que
pudimos ser en algún tiempo, sino lo que habremos de ser eternamente”. (S. Jerónimo).

CAPÍTULO VII

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LA CONCIENCIA

231. Definición. Diferencias con la conciencia psicológica. Oficios

1º Definición. Llámase conciencia el entendimiento, o en términos más exactos la


razón práctica de cada individuo, que juzga de la bondad o malicia del acto humano
en concreto, esto es, teniendo en cuenta el fin y las circunstancias.

Explicación. El entendimiento toma el nombre de razón cuando para percibir la verdad


debe usar de prueba o raciocinio. La razón se subdivide en especulativa y práctica; la
especulativa se contenta con el conocimiento de la verdad; la práctica saca del
conocimiento normas de acción para dirigir la conducta. La razón práctica toma el
nombre de conciencia cuando juzga de la bondad o malicia de un acto humano
considerado no en abstracto, en su puro objeto, sino en concreto; esto es, teniendo en
cuenta el fin del operante y de las diversas circunstancias que rodean el acto.

El juicio que hace la conciencia sobre si tal acto inconcreto es bueno o malo después
de considerar el objeto, el fin y las circunstancias, se llama juicio práctico. La
conciencia, y en último término el juicio práctico, es la norma subjetiva próxima de
moralidad.
2º Diferencias. La conciencia psicológica nos certifica sobre la existencia de nuestros
actos; la conciencia moral, sobre la bondad o malicia de ellos. La primera enseña lo que
el hombre hace, la segunda lo que debe hacer.

3º Oficios. La conciencia desempeña los oficios de testigos, juez y remunerador. a)


Como testigo, nos certifica de la existencia del acto humano, y del conocimiento y
voluntad con que lo ejecutamos. b) Como juez, emite juicio sobre la bondad o malicia del
acto. c) Como remunerador, elogia o vitupera, premia o castiga.

232. Divisiones de la conciencia2

La conciencia se divide: a) En razón del objeto, en verdadera y falsa; b) en razón del


modo de juzgar, en recta y falseada; c) en razón de la firmeza del juicio, en cierta y
dudosa.

1º En razón del objeto en verdadera y falsa. La conciencia es verdadera cuando


juzga de acuerdo con la ley moral, que es en este caso la realidad objetiva. Es falsa en
el caso contrario. Así es verdadero este juicio: robar es malo; y falso este otro: la utilidad
excusa del robo.

2
Véase nuestro Curso Superior de Religión, donde está estudiado a fondo este tratado de
conciencia del No 366 al 382.
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2º En razón del modo de juzgar, en recta y falseada. La recta juzga sobre la bondad
o malicia del objeto con aplomo y rectitud. La falseada juzga con ligereza e imprudencia.
La recta no se confunde con la verdadera porque es muy posible que uno juzgue con
aplomo, y sin embargo se equivoque.
La conciencia falseada puede ser: a) relajada o ancha cuando uno juzga que no hay
pecado donde en realidad sí lo hay; b) estrecha, cuando uno juzga que hay pecado donde
en realidad no lo hay; c) perpleja, cuando uno carece de orientación moral sobre la acción
que se le presenta; y d) escrupulosa, cuando cree que hay pecado ya en obrar, ya en no
obrar.

3º En razón de la firmeza del juicio, en cierta y dudosa. Es cierta cuando uno juzga
de la bondad o malicia de un acto sin temor de errar. Es dudosa, en el caso contrario.

233. Educación de la conciencia moral. Principios

La educación de la conciencia comprende su formación intelectual, moral y afectiva.

1º Su formación intelectual es importantísima, porque a la conciencia le


corresponde elaborar el último juicio práctico sobre el valor moral de todos nuestros
actos. Damos algunas normas fundamentales.
A) Nunca podemos obrar en contra de lo que nos dicta la conciencia, por ser eco
de la voz de Dios, y norma próxima de nuestros actos. En consecuencia:
a) Siempre debemos seguirla cuando nos manda o nos prohíbe algo.
b) Siempre podemos seguirla cuando nos permite algo.
c) Y ambas cosas, aunque alguna vez esté en error involuntario.

B) Debemos esforzarnos por juzgar de la moralidad de las acciones con conciencia


verdadera, recta y cierta.
a) Con conciencia verdadera, porque la rectitud de un acto consiste en primer
término en la conformidad con la ley moral. La conciencia falsa es culpable
cuando uno por descuido voluntario no desecha el error.
b) Debemos ilustrarnos para juzgar con conciencia recta, sin dejarnos desviar
ni al exceso del rigor, ni al del relajamiento. Si damos una dirección falseada a
nuestros actos por descuido voluntario, somos responsables de ese error.
c) Debemos obrar con conciencia cierta sobre la bondad o malicia del acto,
porque este juicio de nuestra conciencia es la norma próxima de nuestra
conducta, y no podemos exponernos a sabiendas a cometer el mal. Por eso,
nunca es lícito obrar con duda práctica sobre la bondad o malicia de un acto.

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234. Modo de salir de la duda práctica

El que está en duda práctica sobre la bondad o malicia de una acción, debe: 1º En
primer término procurar deponerla directamente mediante el estudio del asunto, ya por
medio de libros, ya acudiendo a personas ilustradas, ya atendiendo al modo de obrar de
personas prudentes y de buena conciencia.

2º Si no podemos deponer la duda por el estudio directo del asunto debemos acudir
a algunos principios indirectos. Hay uno de aplicación universal en estos casos y es
el siguiente: "Ley incierta no obliga". Que se aplica en la siguiente forma: Después de
hecha la diligencia suficiente por averiguar si tal ley me obliga, sin haber podido
esclarecerla, juzgo que tal ley no me obliga y quedo en libertad de obrar. Es de advertir
que este principio vale siempre ante el fuero de nuestra conciencia, pero no para
eximirnos de las leyes civiles, porque tal cosa se prestaría a graves inconvenientes.

Respecto a los principios indirectos particulares que también pueden sernos muy
útiles para salir de la duda práctica, véase el No 279 de nuestro Curso Superior de
Religión.

CAPITULO VIII

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LOS VARIOS SISTEMAS DE MORALIDAD

235. Art. 1º CLASIFICACIÓN LÓGICA DE LOS PRINCIPALES

La distinción natural entre el bien y el mal es el fundamento y esencia misma de la


moralidad. Quien niegue esa distinción, niega la moralidad; quien la desvirtúe, desfigura
la moralidad. Según esto, podemos clasificar los sistemas morales de la siguiente
manera:

1er. Grupo. Los que niegan la moralidad, o distinción esencial entre el bien y el
mal. Tales son: a) Nietzsche, para quien la moral es un prejuicio anticuado, que sólo
debe merecernos desprecio.
b) Marx, Lenin y el comunismo, para quienes la moral es un prejuicio burgués que
debe reemplazarse por un nuevo criterio: es bueno todo lo que favorece la lucha de
clases y la revolución universal, incluso el crimen. Es malo lo que las combata.

2º Grupo. Los sistemas que, sin negar la moral, la desfiguran, reduciéndola a


otras nociones. Son cuatro principales:

a) El positivismo, encabezado por Comte, Stuart Mill, Taine, Littré, que pretende
reducir la moral al estudio de los hechos psicológicos, y proclama la moral
independiente, a saber, una moral independiente de todo principio religioso o
metafísico.
b) El evolucionismo biológico, cuyo principal representante es Spencer, que trata
de explicar el sentido moral como un desarrollo paulatino de la evolución
biológica.
c) El sociologismo de Durkheim y Levi-Brull, que reduce la moral al estudio de los
hechos sociales y de sus leyes.
d) El relativismo moral, que la reduce al criterio cambiante de los hombres o de
los pueblos.

3er. Grupo. Los que le dan a la moral sólo un fundamento positivo, negando que
la diferencia entre el bien y el mal sea natural. Para ellos esta diferencia ha sido
establecida: a) por las leyes (Hobbes); b) por el contrato social (Rousseau); por la
educación (Montaigne); d) por la opinión y las costumbres (Saint Lambert), etc.

4º Grupo. Los que interpretando mal la naturaleza del hombre, le señalan a la moral
una norma distinta de la recta razón. Son principalmente:
a) El hedonismo, que pone como norma de conducta el placer.
b) El epicureismo y utilitarismo, que señalan como norma la utilidad privada o la
pública.
c) El sentimentalismo moral, que señala como norma el sentimiento: la
benevolencia (Shaftesbury), la simpatía (A. Smith), la bondad (Diderot), la
compasión (Schopenhauer), la intuición de valores (Scheller), etc.

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5º Grupo. Los que señalan la razón como norma de la moralidad.

a) El eudemonismo. Aristóteles señala como norma de moralidad la felicidad


causada por el perfecto desenvolvimiento de la actividad racional.

b) El estoicismo. Los estoicos (Marco Aurelio, Séneca, etc.) establecen como


norma la razón, pero exagerando su papel, pues la independizan de toda
norma superior a ella, y condenan como amoral todo sentimiento.

c) El racionalismo kantiano. Kant señala como norma de moralidad la razón


práctica o imperativo categórico, que en realidad es más la voluntad que la
razón. Como los estoicos, independiza la razón de toda norma superior a ella,
y condena el sentimiento.

d) La moral racional de Santo Tomás y en general la escolástica y los autores


católicos. Aceptan como norma de la moral la razón, pero sometida a una
norma superior, la ley eterna, que no es otra cosa que la sabiduría y voluntad
de Dios; y no condenan el sentimiento, con tal de que la razón lo dirija.

Advertencias. 1º No es necesario exponer todos los sistemas, pues muchos de ellos


quedan ya refutados de antemano, en la metafísica: v. gr. el positivismo, el
evolucionismo, etc. Insistiremos en los que hayan tenido o tengan mayor importancia.
2º Hay autores que pueden ser clasificados simultáneamente en varios sistemas. Así
Comte es al mismo tiempo utilitarista y positivista, los evolucionistas son igualmente
positivistas; Nietzsche, al mismo tiempo que se burla de la moral, proclama como norma
de conducta, ora el deleite (hedonismo), ora los instintos y la fuerza biológica, etc.
3º Preferimos una exposición en orden cronológico, a la exposición lógica que
presenta el cuadro anterior. Advirtiendo, sin embargo, que el orden cronológico seguido
dista mucho de ser estricto.
4º La moral de Santo Tomás y los escolásticos queda ampliamente expuesta a lo
largo de todo el tratado.

Art. 2º HEDONISMO

236. Exposición

Hedonismo es el sistema filosófico que enseña que el placer, en especial el


corporal y sensible, es el bien supremo del hombre y la última norma de moralidad.
Tiene por bueno lo que causa placer, y por malo lo que provoca dolor. Aconseja en
consecuencia dar rienda suelta a todos los instintos y pasiones. Toda otra norma de obrar
es un engaño que atenta contra la naturaleza y la felicidad.

El principal representante en la antigüedad de este sistema fue Aristipo de Cirene;


entre los modernos ha contado con muchos seguidores, por ejemplo, los enciclopedistas,
Helvecio, La Mettrie, y Diderot; Fourier:, André Gide, y Anatole France. Buen número de

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novelas y películas modernas están imbuidas en la misma doctrina y llevan a la


conclusión de que el placer es la suprema ley de la vida.

237. Crítica

El hedonismo es un error grosero; sin embargo, debemos insistir en su refutación


por ser un error que fácilmente puede perjudicar la juventud; en ésta en efecto son fáciles
los extravíos de la sensualidad; y, bien sabemos que las pasiones empujan fuertemente
hacia el error que las favorece.

238. El hedonismo desconoce la verdadera naturaleza del hombre

1º El hombre no es puramente animal, sino animal racional y la razón debe


dirigirlo.
Si el hombre no es puro animal, si hay en él una norma superior al instinto de los
brutos, es evidente que su bien supremo no puede ser el deleite corporal, ni la norma
suprema de su conducta, la satisfacción de la animalidad.
No negamos que el cuerpo y la sensibilidad tengan sus derechos, pero deben ser
dirigidos por la razón.

2º El instinto no puede ser norma suprema de conducta. El instinto es ciego y


fatal, como se ve en los animales; y no es posible que una criatura libre e inteligente,
dueña y responsable de sus actos tengan como norma de conducta un instinto ciego y
fatal.

El instinto de los animales tiene una ventaja sobre los instintos del hombre; y es que
el animal posee un instinto infalible, que no puede desviarse del fin propio de su
naturaleza; en tanto que el hombre puede desviar sus apetitos y fundar sobre el instinto
hábitos viciosos. Por donde se ve que los instintos deben ser dirigidos por una facultad
superior.

"Abandonarse a todos los impulsos del instinto es justamente todo lo contrario del
gobierno reflexivo de la conducta", dice con plena verdad un autor.

239. Trae una deplorable confusión de ideas y de valores

1º Identifica los valores hedónicos con los morales. Sin embargo, el placer no puede
identificarse con el bien, como lo prueban las frecuentes pugnas entre el deleite y el
deber.

2º Confunde la materia de la moral con su norma. El deleite es materia de la moral


pero no norma de ella; y será bueno o malo según que se ajuste o no a la naturaleza
moral del hombre y a la ley eterna.

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3º Coloca el bien deleitable por encima del útil y del honesto, siendo así que el
bien honesto es el que debe primar. El placer y la utilidad, deben estar subordinados al
bien honesto, único que tiene las dos condiciones de ser fin y no medio, y de estar de
acuerdo con la ley moral y la naturaleza del hombre. Sólo subordinados al bien honesto
el bien deleitable y el útil pueden admitirse.

240. Otras deficiencias

A) No tiene los caracteres de la ley moral


a) No es obligatorio, ni absoluto. El deleite jamás se nos presenta como
obligatorio en conciencia; y mucho menos con ese carácter de obligación
absoluta que presenta el deber.
b) El deleite no es norma universal e inmutable. Es demasiado subjetivo y
mudable, y no está al alcance de todos: no tiene pues, los otros dos caracteres
de universalidad e inmutabilidad que caracterizan la ley moral.
c) No es racional; desconoce la razón como norma suprema de obrar.

B) El hedonismo implica la negación de toda moral

Al identificar el deleite con la noción de bien, destruye toda moral. Es imposible


confundir el deleite con el bien. Así nos lo prueba la razón, que nos hace ver que el dolor
no siempre es un mal (v. gr. una operación), ni el placer siempre un bien, sino que hay
placeres fundamentalmente reprobables.

C) Envilece y defrauda al hombre

1º La búsqueda del placer por el placer envilece y degrada. "Para mayores cosas he
nacido que para ser esclavo de mi cuerpo", decía el pagano Séneca. Y la filosofía
cristiana ha sido una incesante afirmación de la supremacía del espíritu sobre la carne.

2º El tener al deleite como norma suprema de conducta buscándolo a todo momento,


trae como consecuencia el hartazgo de placer y desengaño del espíritu. "Del fondo
mismo del deleite, surge un no sé qué de amargo", decía el lujurioso Ovidio: y al ver que
el placer no sacia, nace el tedio de la vida, y con frecuencia la desesperación y el suicidio.

241. Art. 3º EL UTILITARISMO

Utilitarismo es todo sistema que acepta como norma última de moralidad la utilidad.
Encierra dos doctrinas bastante diferentes entre sí: el utilitarismo hedonista y el
utilitarismo social.

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A) UTILITARISMO HEDONISTA

Tiene por autor a Epicuro y por seguidores a Hobbes, Bentham, y es como una
reglamentación del placer. No difiere pues, esencialmente del hedonismo.

Para Epicuro, sigue siendo el placer la norma suprema de la vida; sólo que por el
interés del mismo goce no se puede ir impunemente detrás de cualquier placer.
Epicuro distingue entre el placer calmado y el placer que exige esfuerzo, y en
consecuencia desgaste y cansancio. Sólo el primero puede ser apetecido.
He aquí las normas que se deben seguir en la escogencia del placer:

1º Toma el placer que no te traiga dolor;


2º Deja el placer que te cause un dolor mayor;
3º Huye del dolor que no te cause placer;
4º Acepta el dolor que te libre de otro mayor.

Las virtudes: prudencia, templanza, etc. sólo existen para servir al placer. "Sin placer,
dice Epicuro, todas las virtudes no valen un as". No existe el deber sino cuando el placer
lo retribuye.

Crítica. Como el deleite sigue siendo para el utilitarismo el bien supremo del hombre,
todos los argumentos que combaten el hedonismo sirven también para refutarlo.
Agreguemos sólo que la norma suprema del utilitarismo es un estrecho egoísmo. Sólo
se tiene en cuenta el interés privado, el deber no existe si no procura ventajas; la virtud
es interesada, un simple medio de llegar al placer. Lo útil queda por encima de lo honesto.
En consecuencia, si produce placer y utilidad, cualquier vicio se justifica. Es ésta, a ojos
vistas, una moral relajada e indigna del hombre.

242. B) EL UTILITARISMO SOCIAL

Es la doctrina que enseña que la norma suprema de obrar es el interés general y


que a este interés todo debe subordinarse. a) Tal es la doctrina de Comte, Stuart Mill,
Puffendorf, etc. b) Al utilitarismo social pueden reducirse las doctrinas que confieren un
valor absoluto a los intereses de clase, raza, sangre, nación, y llegan a profesar el
totalitarismo de Estado. Tales son el socialismo, comunismo, nazismo, fascismo,
nacionalismo exagerado. Para ellos el Estado, la clase proletaria, la raza o la nación son
la fuente suprema de la moralidad, de suerte que lo que les convenga será bueno, y lo
que no, será malo.

243. Crítica
La moral del interés general es superior a la del placer y de la utilidad privada. Su
fundamento ya no es un menguado egoísmo, sino que tiene en cuenta a los demás y
puede llegar hasta el heroísmo y la generosidad. Pero al lado de estas ventajas ofrece
errores y deficiencias fundamentales, muchos de ellos comunes con el hedonismo y
utilitarismo privado.

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244. Implica grave confusión de valores

1º Identifica los valores morales con los económicos, políticos o sociales, siendo así
que con frecuencia estos se hallaban en lucha con el derecho y la moral.

2º Confunden la materia de la moral con su norma. El interés es materia de la moral


y no norma de ella; y será bueno o malo según que esté de acuerdo con la naturaleza
racional del hombre y la ley moral.

3º Subordina el bien honesto al útil, cuando es el útil el que debe estar subordinado
al honesto.

4º Desvaloriza las virtudes que no puede utilizar en su provecho; v. gr. la dignidad


personal, religiosidad, castidad, etc. Valoriza, en cambio, los vicios que pueden serle
útiles: la hipocresía, la mentira, sometimiento incondicional, etc.

245. No presenta los caracteres que debe tener la norma suprema de obrar

1º No es norma racional. La razón nos dice que hay diferencia entre una buena acción
y un buen negocio.

2º No es norma absoluta, pues carece de fijeza y precisión. ¿Quién puede determinar


si tal o cual acción será o no, en definitiva, beneficiosa al Estado?

3º No es norma obligatoria. Nadie se siente obligado en conciencia a sacrificar sus


legítimos intereses por un interés común, generalmente indeterminado y dudoso.

4º No es norma universal e invariable, porque los intereses, así los públicos como los
privados cambian con los tiempos y las circunstancias.

246. Art.4º EL EUDEMONISMO RACIONAL DE ARISTÓTELES

El eudemonismo (de eudaimonia, felicidad), es la moral propia de Aristóteles.


Después de afirmar que el bien es el fin de las acciones humanas, establece que el fin a
que todos tendemos es la felicidad. La felicidad es el soberano bien, el fin supremo,
puesto que la buscamos por sí misma; mientras que los demás bienes: placeres, estudio,
virtud, etc., los buscamos por ella.

Luego se pregunta en qué consiste la felicidad; y contesta que no consiste en la


riqueza, placeres, honores, aunque éstas son cosas que no debemos despreciar porque
contribuyen a ella. La felicidad consiste en el desenvolvimiento de nuestra actividad
natural. El ojo, la mano, etc., tienen su función propia, y su felicidad está en cumplirla
bien. El hombre, en cuanto tal, tiene también su función propia, de acuerdo con su
naturaleza; y su bien y felicidad está en su cabal cumplimiento.

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La felicidad suma debe corresponder a la facultad más noble del hombre. Siendo ésta
el entendimiento, la felicidad suprema está en la contemplación intelectual de la verdad.
El hombre consigue el pleno desenvolvimiento de su actividad natural por medio de
la virtud; la virtud es en consecuencia el único medio de llegar a la felicidad. Hay
dos clases de virtudes: las noéticas o intelectuales, en las cuales no cabe exceso; y las
éticas o morales, que consisten en un término medio entre dos excesos (No 13). Las
virtudes éticas son hábitos buenos adquiridos mediante el esfuerzo. La esencia de la
virtud consiste, pues, en la formación de buenos hábitos, mediante los cuales se tiende
a lo conocido como bueno.
Vivir de acuerdo con estos principios es vivir racionalmente, y en ello consiste la
felicidad.

247. Crítica

La moral del eudemonismo racional esta muy por encima del hedonismo y utilitarismo.
El ideal que debe realizarse ya no es el placer por el placer, ni el placer útil; es la felicidad
obtenida por la recta dirección de la actividad racional, en el sentido de la virtud.
Se han hecho algunos reparos al eudemonismo, siendo el principal el de que es una
moral utilitarista; pues la felicidad no tiene razón de bien honesto, sino de bien deleitable,
y en consecuencia obrar por ella es obrar por una utilidad interesada. Respondemos
que dentro del pensamiento aristotélico, se puede considerar la felicidad objetiva y
subjetivamente: objetivamente es el bien en sí, objeto de la voluntad; subjetivamente es
la posesión de dicho bien. En estas condiciones al perseguir la felicidad se persigue el
bien honesto, puesto que el bien subjetivo supone al objetivo. Así lo interpretan autores
bien documentados, aunque fuera de desear mayor claridad en Aristóteles sobre dicho
punto.

La doctrina de Aristóteles tiene otras deficiencias que la filosofía cristiana se ha


encargado de corregir. a) No relaciona suficientemente el bien supremo, cuya
contemplación constituye la felicidad, con Dios, bien infinito. b) No llega a comprender
que la perfecta posesión de dicho bien no puede verificarse de modo pleno en esta vida.
c) Al poner el bien supremo en una elevada contemplación filosófica de la verdad, lo hace
inasequible para la gran mayoría de los hombres. d) La moral de Aristóteles no
fundamenta la obligación, pues ni la contemplación de la verdad, ni la felicidad se nos
presentan como obligatorias.

248. Art. 5º LA MORAL ESTOICA

Fueron sus principales representantes Séneca, Marco Aurelio y Epicteto. Puede


reducirse a la noción de virtud y a la doble máxima: "sustine, abstine".

1º El bien supremo es la virtud. La virtud consiste en obrar conforme a la naturaleza;


y como la naturaleza del hombre es racional, en obrar conforme a la razón. Esto se
conseguirá si vivimos en armonía con nosotros mismos, con nuestros semejantes y el
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universo entero. Todas nuestras obras deben amoldarse a esta vida de serenidad y
armonía. La virtud se basta a sí misma, y es su propia recompensa.

2º "Sustine, soporta". Por encima de todo debemos aspirar a la serenidad de ánimo.


Debemos soportar todos los males físicos sin inmutarnos ni afligirnos. El ideal del filósofo
es llegar a la imperturbabilidad (ataraxia) y al desprecio de la opinión. Fuera de la
virtud todo debe sernos indiferente. No son las cosas las que nos perturban, sino la
opinión que nos formamos de ellas. "Si la muerte nos parece terrible, es porque nos la
imaginamos así". Nos importa, pues, juzgar bien de las cosas. - Hay dos suertes de
cosas: unas que dependen de nosotros mismos, que podemos procurarnos o evitar; otras
que no está en nuestras manos ni procurarnos, ni impedir. La norma de conducta debe
ser no considerar como bienes o males sino lo que depende de nuestra voluntad y juzgar
como absolutamente indiferente lo que no depende de ella. El poeta Horacio pinta así la
imperturbabilidad del estoico: "Si fractus illabitur orbis, impavidum ferient ruinae". "Si el
universo estalla, sus fragmentos podrán herirlo, pero no intimidarlo".

3º "Abstine, abstente". Las pasiones perturban la serenidad mediante el halago del


placer. El ideal del filósofo es destruirlas y extirparlas, hasta llegar a la insensibilidad
(apateia).

249. Crítica

La moral estoica es una doctrina elevada y fue una escuela de dignidad y nobleza
para la antigüedad. En ella se moldearon los grandes caracteres romanos. Sin embargo,
cayó en errores importantes.

1º La virtud no es el bien soberano; la virtud no es sino la tendencia al bien en sí,


el hábito de obrar rectamente, sin desviarnos de él. La virtud no se basta a sí misma:
necesita ser estimulada por una obligación que nos la imponga, y por una sanción que
nos la recompense. Ni el bien en sí, ni la obligación, ni la sanción aparecen para
nada en la moral estoica. Además la doctrina de que el hombre se baste plenamente a
sí mismo, lleva al orgullo.

2º Al exigir la perfecta imperturbabilidad, el estoicismo desconoce la naturaleza


humana. No siempre nos es dado suprimir el sufrimiento con cambiar la opinión que
tenemos sobre el objeto que nos lo causa. Por regla general no es la opinión la que forja
las cosas, sino que son las cosas las que forjan la opinión.

3º Al exigir la insensibilidad mutila la naturaleza del hombre. Los sentimientos son


parte esencial de ella, y no podemos destruirlos. Las pasiones no son de suyo malas, y
podemos aprovecharlas para el bien.

En síntesis, la moral estoica es digna y elevada, y fue una noble reacción contra el

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hedonismo y el epicureismo. Peca sobre todo por la exageración en la aplicación de sus


principios: esto la hace impracticable para la gran generalidad de los hombres; pero
dentro del justo límite sus consejos pueden ser muy útiles.

250. Art. 6º MORAL EVOLUCIONISTA O BIOLÓGICA


La escuela naturalista trata de explicar la moral mediante las leyes de la evolución
biológica. a) Spencer es su principal representante. Para él la lucha por la vida y la
selección de los más aptos son las leyes fundamentales de la moral. "La evolución hace
que los sentimientos del hombre al principio egoístas se tornen altruistas, por la
necesidad de trato y ayuda mutua". Estos sentimientos sociales se han impuesto
lentamente y originado la moral. b) Para Nietzsche, otro de sus representantes, la vida
física con toda su fuerza de expansión debe preponderar sobre las envejecidas
consideraciones morales.

251. Crítica

El sistema naturalista es inaceptable desde muchos puntos de vista:

1º Parte de un falso supuesto, o sea, del tránsito natural del bruto al hombre, que
está muy lejos de ser comprobado. Contentémonos aquí con advertir que las leyes
evolucionistas de la vida y las leyes morales son contrarias, siendo imposible reducir las
unas a las otras. a) La ley suprema de la vida es para los evolucionistas el predominio
del fuerte; tal es la explicación que brindan las teorías de la lucha por la vida y la selección
natural de las especies. En cambio la ley suprema de la moral es el respeto al derecho,
a lo debido, aunque como muchas veces pasa, el derecho esté de parte del débil. b) La
evolución biológica es el resultado de una necesidad física. Pero ¿no es un absurdo
hacer derivar de una necesidad física la obligación moral de la conciencia?

2º Identifica los valores biológicos: fuerza, instinto, con los morales: de esta
suerte descarta la moral. Es claro que si la moral existe, a ésta le corresponde el juzgar
los valores biológicos. Estos valores son materia de la moral, y no norma de ella.

3º Dentro de la evolución biológica un doble tránsito queda sin explicación


racional: a) El tránsito en el animal de los sentimientos egoístas a los altruistas, sobre
el cual la experiencia no nos brinda la menor comprobación. b) El tránsito en el hombre
de los sentimientos altruistas a la obligación moral. La conciencia nos certifica con toda
claridad que la simpatía, la benevolencia, la generosidad y demás sentimientos altruistas,
son muy hermosos y recomendables, pero no que obliguen en conciencia.

4º La moral biológica rebaja al hombre a la esfera del bruto: a) El tratar de reducirlo


al juego de puras leyes biológicas, desconoce su personalidad moral, que es para él la
fuente de toda su dignidad y de todos sus derechos. b) Trae como consecuencia el triunfo
de la violencia y de la fuerza, y el atropello de toda moralidad y derecho.
252. Art.7º LA MORAL DEL SENTIMIENTO

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Varios autores han querido fundamentar la moral sobre el sentimiento. Tenemos


así la moral de la simpatía (Smith), del sentido moral (Reid), de la benevolencia
(Shaftesbury), del altruismo (Comte), de la compasión (Schopenhauer, Tolstoi), del honor
(Faguet), de la belleza (Herbart), etc. Para estos autores la norma suprema de moralidad
está en obrar de acuerdo con estos sentimientos.

Crítica. 1º Los sentimientos son materia de la moral y no norma de ella. La


simpatía, el amor, la benevolencia por lo malo no pueden menos de ser malas. El honor
o el arte mal entendidos nos lleva a conclusiones que la razón condena.

2° El sentimiento, cualquiera que sea, es facultad ciega; y es ilógico confiar la


dirección de la criatura racional y libre a un sentimiento ciego e irracional. Evidentemente
es la razón la llamada a ser la norma y directora de nuestros actos.

3º El sentimiento no tiene carácter de norma necesaria, absoluta, inmutable y


universal que debe tener la ley moral. Por el contrario es por naturaleza distinto en los
diversos individuos, relativo e inestable.

Art. 8o LA MORAL DE KANT

253. A) EXPOSICIÓN
Consecuente con su norma de rechazar toda noción que no esté fundada en
principios a priori, Kant rechaza la moral tradicional, basada en la naturaleza del hombre
y de Dios, legislador supremo y último fin. Tampoco acepta las morales fundadas en las
nociones de placer, utilidad y felicidad, por juzgarlas interesadas: ni las fundadas en los
datos brindados por la experiencia psicológica, por carecer de los caracteres de
necesidad y universalidad. Para él la única base aceptable de la moral es el
imperativo categórico, forma a priori de la razón práctica. Expongamos sus puntos
fundamentales.

1º El objeto de la moral o la buena voluntad. El objeto de la moral, lo que todos


admiten por íntegramente bueno, es la buena voluntad, la intención recta de obrar bien.
En consecuencia, no existe el bien en sí, sino que uno lo crea con la buena voluntad.
Las cosas no se nos mandan porque son buenas, sino que son buenas porque se nos
mandan.

2º El principio de la moral o imperativo categórico. El principio de la moral es el


deber o imperativo categórico. Se llama imperativo, porque manda; categórico, porque
ordena sin condición, en forma absoluta: haz el bien; huye del mal. ¿Pero de dónde
proviene? Indiscutiblemente de la razón, que es la facultad de lo absoluto y necesario.
El imperativo categórico se nos presenta bajo varias formas, la primera, como
principio o criterio de moralidad; y es la siguiente: "Obra de tal manera que la razón
de tus actos pueda convertirse en ley universal".
3º El fin de la moral. "El deber por el deber". El imperativo categórico se impone

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por él mismo, como absoluto que es: y debe cumplirse por sí mismo. Cualquier otro
motivo que nos mueva a cumplirlo debe ser rechazado. Así Kant repudia: a) toda sanción,
ya que el deber no puede ser cumplido ni por amor al premio, ni por temor al castigo; b)
todo influjo de la sensibilidad, toda pasión, todo sentimiento, por noble que sea; ni
siquiera podemos obrar para alcanzar nuestra felicidad. Debemos obrar
exclusivamente por respeto a la ley.
De aquí la segunda forma del imperativo categórico, considerado como fin de nuestra
actividad: "Obra de tal manera que te consideres a tí mismo y a los demás, como fin, no
como medio". Si obramos por buscar el placer, la utilidad o la felicidad, el imperativo no
sería categórico, sino condicionado a ellos. No nos consideraríamos a nosotros mismos
como fines, sino como medios.

4º La norma de la moral. Es la perfecta autonomía de la voluntad. Kant la deduce


de los principios anteriores. Si ella estuviera sometida a otro, por ejemplo, a Dios, nos
moveríamos a obrar por motivo utilitario o eudemónico (esperanza, amor, temor); y el
imperativo no sería categórico, sino condicional: "Si amas a Dios, si quieres salvar tu
alma, haz esto".
De aquí la tercera forma del imperativo, que mira el origen de la moral: "Obra de tal
suerte que consideres tu voluntad como legisladora universal".

B) CRITICA

254. La moral, de Kant es exageradamente racionalista

La moral de Kant es exageradamente racionalista, encerrada dentro del hombre.


El objeto de la moral lo crea el mismo hombre: la recta intención. Igual cosa pasa con el
principio de la moral: el imperativo categórico, forma a priori del entendimiento humano;
y con el fin de la moral: el cumplimiento del deber por el deber, o sea, del imperativo
categórico por sí mismo, sin proponerse ningún bien o fin ulterior. Por último, declara la
completa autonomía de la voluntad, aun de Dios. Es, pues, el racionalismo perfecto,
el endiosamiento del hombre y el rechazo de Dios. Por este motivo y por el rechazo
de los fundamentos metafísicos de la moral tradicional, ha tenido tan grande acogida en
ciertos sectores de la filosofía moderna.

255. Sus cuatro puntos fundamentales son falsos

La moral de Kant es inadmisible en sus diversos aspectos fundamentales. En


general, descansa en un principio falso. El imperativo categórico es una forma a priori
de la mente; y las conclusiones que de él se deducen no pueden tener valor real. (Ver
Log. No 255). En especial:

1º El objeto que Kant señala a la moral es inadmisible. Para él el bien y el mal no

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existen en sí mismos, sino que los crea la intención. Pues bien, es evidente que
independientemente de toda intención hay objetos buenos en sí mismos: el respeto
a Dios, a la vida del prójimo; o malos en sí mismos: la blasfemia, el asesinato. Esto se
confirma si tenemos en cuenta que la intención no cambia la naturaleza del acto; y que
toda acción buena o mala la podemos hacer con buena o mala intención.
Hay, pues, cosas buenas y malas en sí mismas. Hay cosas malas que no son malas
porque se nos prohíban, sino que se nos prohíben por ser malas; igualmente hay cosas
tan fundamentalmente buenas, que llegan a sernos obligatorias por ser medios
necesarios para la consecución del fin supremo.

2º El fundamento de la moral de Kant es inadmisible. En efecto, el imperativo


categórico es incapaz de fundar la obligación. Nadie se dicta a sí mismo una
obligación en sentido estricto, sino que toda obligación es impuesta por un superior. Aún
suponiendo que uno pudiera dictarse obligación a sí mismo, pudiera también destruir esa
obligación, pues todo legislador puede abrogar su propia ley.
Además, el imperativo categórico es incomprensible, porque aparece como ley sin
legislador. Ni puede decirse que el legislador que le comunica su fuerza obligatoria sea
Dios, porque se incurriría en círculo vicioso. Kant, en efecto, prueba la existencia de Dios
exclusivamente por la existencia del imperativo categórico. (Metaf. No 243). Luego no
puede probar la fuerza del imperativo categórico por la existencia de Dios.

3º El fin de la moral de Kant tampoco puede aceptarse. El fin del acto moral no es
para Kant la consecución de un bien; es y debe ser únicamente el cumplimiento del
deber. Pero es claro que toda obligación se impone en vista de algo; toda ley se propone
un fin, y no podemos concebir que sea dada sólo por el capricho de mandar. No debe,
en consecuencia, admitirse que el cumplimiento del imperativo categórico no lleve a un
fin.

Tampoco puede aceptarse el exclusivismo de Kant al consagrar la formula "el


deber por el deber" como única norma moral de obrar, y al reprobar todo otro fin
como indigno del hombre. En efecto: a) Esto va contra la naturaleza humana, pues el
hombre en todo lo que hace se propone su felicidad. b) Va contra la recta razón, que nos
enseña la existencia de otros motivos que nos mueven a obrar rectamente; p. e. la
conveniencia de la obra con el orden establecido por Dios, el amor a Dios o a la virtud,
el perfeccionamiento propio, etc. c) Obrar por nuestra felicidad es incorrecto si se excluye
el bien honesto; pero no en el caso contrario.

La moral de la felicidad no es egoísta, ni tiene nada de censurable si guardamos


en nuestra actividad el orden debido, a saber, si subordinamos el bienestar al orden
establecido por Dios, y el deleite al bien honesto y al cumplimiento del deber. d) Kant,
como los estoicos al reprobar en absoluto la afectividad, desconoce y mutila la naturaleza
del hombre. (Ver Psic. No 289).

4º La perfecta autonomía de la voluntad es tesis falsa e impía. En efecto: a) La


subordinación a Dios es esencial al hombre, ya que le viene de su misma naturaleza: en
consecuencia, es imposible prescindir de ella.

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b) El deber no puede fundarse en sí mismo, porque, como ya anotamos, no puede


haber ley sin legislador.

c) Para que la razón y la voluntad fueran independientes de Dios, sería necesario que
el hombre fuera el fundamento de la verdad y del bien. Pero esto no es así. El fundamento
último de la verdad es el entendimiento y esencia de Dios (Metaf. No 359), y el
fundamento del bien y del orden moral es la sabiduría y la voluntad divinas. (Etic. No 34).
Luego la tesis de Kant no puede aceptarse.

La doctrina de Kant, sólida en apariencia, adolece de graves errores y


contradicciones.

Art. 9º LA MORAL SOCIOLÓGICA

256. Exposición

Fue fundada por Comte, y perfeccionada por Durkheim y Levy-Bruhl. Trata de reducir
la moral al estudio de las costumbres, leyes e instituciones humanas. Para ella lo
bueno o lo malo en sí no existen; cuando mucho significarían lo que es conforme, o no,
con el modo de obrar de determinado medio social. Para el sociologismo es la sociedad
la que hace al hombre, la que modela sus costumbres, instituciones, religión y hasta su
pensamiento. La que se llama "voz de la conciencia" no es otra cosa que la presión moral
de la sociedad en que vivimos para que nos amoldemos a su modo de pensar y de obrar.

Esta teoría pretende desterrar de la moral: a) toda noción religiosa o metafísica


sobre Dios y la naturaleza del hombre; b) la noción de bien y de mal desde el punto de
vista de la ley moral; c) la noción de deber u obligación. La moral no impone
obligaciones: daría consejos, como la higiene; y su infracción no sería una falta moral,
sería puramente una imprudencia o peligro.

257. Crítica

1) Esta doctrina se basa en un fundamento falso, que ya dejamos ampliamente


refutado en la Psicología (No 30). La sociedad, no perfecciona, no humaniza sino al
hombre. Muchos animales son sociales, y en ellos no encontramos ni raciocinio, ni
lenguaje, ni ciencia, ni religión, ni arte, ni moral, ni progreso. Esto no se debe al puro
hecho de vivir en sociedad; se debe a algo exclusivo del hombre; a su entendimiento.

2) Con relación a su moral, advirtamos:

1º Esta teoría destruye la moral, puesto que destruye nociones absolutamente


fundamentales en ella, como las de bien y mal moral, la de obligación y la de conciencia.
Respecto a la presión moral de la sociedad, nunca llegará a constituir la voz de la
conciencia. Nunca llegaremos a tener por bueno moralmente los crímenes de la sociedad

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

en que vivimos, aunque sean bastante generales. Por el contrario, la voz de la conciencia
los reprocha y dice que lo bueno es obrar contra ellos.

2º La conducta y las acciones de los hombres son materia de la moral, no norma de


ella. Jamás de lo que se hace se puede deducir lo que debe hacerse.

3º La moral no puede prescindir de las bases metafísicas en que descansa: la


naturaleza racional del hombre y la existencia de un fin último y de un Dios legislador.
Estas son realidades indestructibles: y al querer prescindir de ellas, sólo se consigue
falsificar la moral.

4º No tiene las condiciones esenciales a la regla o norma moral: a) no es


normativa ni obligatoria; nadie se siente obligado en conciencia a obrar de tal manera
porque otras obren así; b) no es universal ni absoluta, porque va cambiando con los
tiempos y los hombres. ¿Cómo será posible fundar la moral sobre base tan frágil y
voluble?; c) Es una norma muy difícil de conocer y de poner en práctica. Un ejemplo:
¿Qué criterio adoptar para saber si la crueldad o el libertinaje eran malos en la corte de
un Nerón o de un Calígula?

Art. 10. LA MORAL DE LOS VALORES

258. Breve exposición

Es una teoría metafísica-moral propuesta por Scheller, A. Muller, Ortega y Gasset y


otros filósofos modernos. Aprovechamos la oportunidad para tratarla brevemente no sólo
desde el punto de vista moral, sino también desde el metafísico, que le sirve de base.

Los valores son ciertas propiedades de los seres, y que los hacen aptos para
satisfacer las tendencias del hombre. Los valores son de diferentes especies:
intelectuales: lo verdadero y lo falso; morales: lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto;
estético: lo bello, lo sublime, lo feo; religiosos: lo sagrado, lo divino, lo demoníaco;
económicos: la riqueza, lo confortable; vitales: la salud, etc.

La facultad perceptiva de los valores, no es para los axiólogos el entendimiento,


sino una facultad de orden afectivo, a la que llaman intuición emocional, o estimativa.
Los valores no los conocemos con el entendimiento, sino que "los aprehendemos", "los
valoramos", "tomamos posesión de ellos".

Dice Ortega y Gasset: "Los valores no se ven como los colores, ni siquiera se
entienden, como los números o los conceptos. La belleza de una estatua, la gracia de un
perfil no son cosas que quepa entender o no entender; sólo cabe sentirlas, y mejor
estimarlas o desestimarlas".

259. Crítica

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

A) En el terreno metafísico. Podemos afirmar que todos los valores pueden


reducirse a tres categorías: verdadero, bueno y bello; todos ellos son objeto de alguna
de las tres facultades superiores: entendimiento, voluntad, sensibilidad. Así lo
verdadero cae bajo el dominio de la inteligencia; lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto,
la salud, la riqueza, y todo lo que concibamos bajo el concepto de bien, caen bajo el
dominio de la voluntad; lo bello, lo sublime, lo feo, etc., caen bajo el dominio de la
sensibilidad. En cierto sentido todos son percibidos por el entendimiento; porque tanto el
apetito racional o voluntad como la sensibilidad racional necesitan de la luz del
entendimiento para tender hacia su objeto. Así solamente el hombre apetece el bien
moral y goza de lo bello.
Metafísicamente vienen a ser propiedades o cualidades del ser. Por más que los
axiólogos pretendan oponer ser y valor, no podemos concebir los valores sino como
propiedades del ser.

B) En el terreno moral. Afirman los axiólogos que "la ética de los valores es la única
que da la verdadera esencia de la moral"; y pretenden fundar la moral sobre ese
sentimiento de agrado, estimación y aprecio que provocan en nosotros. Pues bien, esta
teoría es inaceptable por múltiples motivos. Indiquemos algunos: 1º Es una teoría
irracional, ya que no es la inteligencia la que aprecia los valores; en consecuencia, no
puede constituirse en norma suprema de conducta del ser racional.
2º Los valores son objeto de la moral, no norma de ella. Es a la moral a la que
corresponde clasificarlos en buenos y malos, y lo hace o bien según el concepto mismo
de ellos, o bien según las acciones que provoquen en nosotros. a) Los valores bueno y
malo, justo e injusto, y todos los que se refieran a virtudes y vicios son buenos o malos
en su mismo concepto. b) Los demás valores son buenos o malos según las acciones
morales que provoquen en nosotros. Es bueno el amor a la verdad, el aprecio a lo divino
o sagrado, el odio a lo demoníaco, el prudente cuidado de la salud y de la comodidad
temporal, el objeto artístico que provoca sentimientos elevados. Es malo el odio a la
verdad, el desprecio a lo divino, el culto a lo demoníaco, el descuido grave en la salud o
en los intereses económicos cuando los deberes de estado nos imponen velar por ellos;
el objeto artístico que excita las pasiones bajas, etc. Por donde vemos claramente que
los valores son objeto de la moral, y de ninguna manera norma de ella.

3º La ética de los valores es absolutamente incapaz de fundamentar la obligación;


entre otros motivos: a) porque la mayor parte de ellos no presentan carácter alguno
obligatorio; b) porque la intuición emocional es, según los axiólogos, absolutamente
autónoma; y no se comprende una obligación que sea autónoma, y no impuesta por un
superior; c) tampoco aparecen en la axiología las nociones de virtud, mérito y sanción,
tan importantes en moral.

4º Los valores son relativos, subjetivos y mudables; según los axiólogos se


aprecian por medio de facultades emotivas o sentimentales, que son eminentemente
variables según los diversos individuos y los diversos momentos de un mismo individuo
(Psic. N...). En consecuencia, son incapaces de fundar una verdadera ciencia moral, ya
que la ciencia debe descansar en bases sólidas y firmes.

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

CAPITULO IX

EL DERECHO Y EL DEBER

Art. 1º NOCIONES

A) EL DERECHO

260. Definición

El derecho puede considerarse subjetiva, objetiva y normativamente: a)


Subjetivamente, como facultad que tiene el sujeto de obrar, exigir o poseer algo.
b) Objetivamente, derecho equivale a lo justo, aquello que es debido a alguno y debe
reconocérsele.
c) Normativamente, el derecho viene a confundirse con la ley o conjunto de normas
que regulan tanto lo justo (derecho objetivo) como la facultad de obrar (derecho
subjetivo). En este capítulo el término derecho se toma en el primer sentido, como
facultad de obrar; entramos a definirlo.

Derecho es la facultad moral e inviolable de hacer algo o de poseer algo.


Decimos: a) facultad, esto es un poder; b) facultad moral, para distinguirlo de la fuerza,
que es un poder físico; así el derecho puede coincidir con la impotencia física; c)
inviolable, porque nadie puede desconocerlo o suprimirlo; d) de hacer algo: este es el
derecho personal, que nos autoriza a ejecutar una acción o a exigir algo; o de poseer
algo: este es el derecho real que legitima la posesión de un objeto.

261. Elementos del Derecho

Los elementos del derecho son cuatro: sujeto, término, materia y título.

1º El sujeto del derecho no puede ser sino una persona, porque sólo en la persona
puede residir un poder moral e inviolable. Se equivocan, pues, los filósofos que, como
Aherens, conceden derechos a los animales: estos pueden ser materia del derecho, pero
no sujeto de él. La persona sujeto del derecho puede ser física (tal hombre), o moral, v.
gr.: una colectividad.

2º El término debe ser igualmente una persona: en efecto, todo derecho supone una
obligación correlativa, a saber, la de ser respetado; y sólo una persona es capaz de
obligación.

3º La materia es aquello sobre lo cual se ejercita el derecho y puede ser una cosa o
una acción humana. Si se trata de cosas, el derecho se extiende a la substancia y a la
actividad de ella; si se trata de personas, únicamente a su actividad. Como sólo Dios
tiene derechos sobre la persona humana, únicamente las acciones humanas y no las
personas son materia de derecho. Por donde se ve que no puede admitirse la esclavitud.
4º El título es la razón o fundamento en que se basa el derecho. Todo derecho se

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basa en la ley natural o positiva como en título remoto. Pero necesita además de un título
próximo, a saber un hecho externo, mediante el cual el derecho se exteriorice, para que
pueda ser conocido y respetado, v. gr.: el título de compra, de donación, o de herencia,
con que una cosa se posee.

262. Divisiones del Derecho. (Como facultad de obrar)

1º En razón de su origen, se divide en natural y adquirido. Natural o innato es el que


se basa en la misma naturaleza del hombre, y en consecuencia, es común a todos los
hombres; v. gr.: el derecho a la vida, a la fama o a la libertad. b) Adquirido es el que se
basa en algún hecho que se desprende de la voluntad humana: v. gr., de la ley civil o de
un contrato.

2º En razón de la obligación se divide en estricto y no estricto: a) El estricto se funda


en la virtud de justicia conmutativa, pudiéndose exigir su cumplimiento ante la ley; v. gr.:
el derecho que tiene el dueño al objeto propio, o el trabajador a su salario. b) El no
estricto se funda en cierta equidad o conveniencia, fundada en la gratitud, caridad,
benevolencia, compasión, etc., no pudiéndose exigir su cumplimiento ante la ley, v. gr.:
el derecho del pobre a la limosna.

3º Derecho real es el que uno tiene directamente sobre la cosa que posee. Derecho
personal es el que uno tiene sobre una persona para que le entregue alguna cosa, o le
preste algún servicio.

4º En razón de la transmisibilidad, se divide en alienable e inalienable, según que


se pueda transpasar a otra persona; v. gr.: el derecho sobre un objeto; o no se pueda
transpasar, v. gr.: el derecho a la vida o a la fama.

263. División del Derecho normativo. (Ley)

Se divide: 1º en natural y positivo. El natural está fundado en la ley natural, o mejor


dicho, es el conjunto de derechos que encierra la ley natural. El positivo está fundado
en las leyes positivas o humanas.

2º En público y privado. El público regula las relaciones entre la sociedad y los


particulares o bien entre diversas sociedades: el privado las de los particulares entre sí.

B) EL DEBER

264. Definición. Elementos. División

A) Definición. Deber es el vínculo moral que obliga al hombre a hacer u omitir


algo para guardar el orden debido.

Se dice: a) Vínculo moral, porque ata nuestra libertad, es una limitación de ella, sin

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

ejercer tampoco fuerza o violencia física; b) que obliga al hombre a hacer u omitir algo;
hay deberes que nos inducen a obrar, v. gr.: a honrar a Dios; y otros a no obrar, v. gr.: a
no calumniar; c) para guardar el orden debido, porque el fundamento del deber es la
necesidad de guardar el orden impuesto por Dios a la criatura racional.

B) Elementos. Encontramos en el deber los mismos cuatro elementos del derecho:


a) el sujeto, que es necesariamente una persona, porque sólo el ser racional y libre es
susceptible de obligación moral; b) el término, que es otra persona, porque la guarda del
orden debido mira a Dios, al prójimo o a nosotros mismos; c) la materia sobre la cual se
ejercita, personas o cosas; v. gr.: amar a Dios, respetar lo ajeno; d) el título, o razón en
que se basa.

C) División. Los deberes se dividen:

1º En jurídicos o perfectos: son los que corresponden a un derecho estricto o de


justicia; y en no jurídicos o imperfectos, que corresponden a derechos fundados en la
caridad, gratitud, benevolencia, compasión.

2º En afirmativos o negativos, segur que prescriban o que prohíban algo. a) Los


negativos obligan siempre y en todo momento: así siempre y en todo momento está
prohibido blasfemar. b) Los afirmativos obligan siempre pero no en todo momento; así
no en todo momento obligan las obras de caridad. Los deberes negativos son más
fundamentales, y en ellos por regla general no se dan excepciones.

3º En deberes para con Dios, nuestro prójimo y nosotros mismos. Los deberes
para con Dios son todos jurídicos; de los que tenemos para con el prójimo son jurídicos
los que se basan en un derecho estricto; los que tenemos con nosotros mismos no son
jurídicos.

265. Deber y libertad

Conviene aclarar las relaciones entre libertad y deber. Nuestra voluntad goza de
libertad física absoluta, o sea, es libre de toda coacción externa; pero su libertad moral
no es absoluta, sino que se ve limitada por la obligación. Aunque físicamente puede
tender al mal, se ve reprimida o limitada por la necesidad de guardar el recto orden,
vínculo contra el cual no nos es dado rebelarnos, porque se basa en la misma naturaleza
humana, y en último término, en la sabiduría y esencia divinas.

Para mejor comprender la naturaleza del deber repetimos aquí la siguiente


observación que hicimos en la Psicología:

La libertad moral limita el ejercicio de la libertad, pero no la misma libertad. La libertad


interna o psicológica puede sufrir limitación en el objeto, o sea en los actos a que tiende.
Esta limitación se la impone aquél que creó al hombre y le señaló un fin supremo; él
puede en consecuencia, prohibirle lo que vaya contra ese fin.
Pero la libertad no sufre limitación en su misma raíz o poder de determinarse,

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

porque ello equivaldría a destruirla. La prohibición tiene por fin limitar el número de actos
a que el hombre puede tender lícitamente; pero no puede limitar el mismo poder de
determinarse a sí mismo, que es lo que constituye la esencia de la libertad. Aunque Dios
le prohíbe al hombre robar, esta prohibición no le quita al hombre la libertad psicológica
de hacerlo, antes por el contrario, la supone. No tiene, en efecto, sentido el prohibir o
prescribir una cosa que uno por necesidad interna está compelido a ejecutar.

C) PROPIEDADES FUNDAMENTALES DEL DERECHO

Son cuatro principales: inviolabilidad, limitación, coactividad y subordinación.

266. La inviolabilidad. La limitación

1º La inviolabilidad es la propiedad que tiene el derecho de no poder ser


desconocido o impedido. Es esta su propiedad más fundamental. Sería contradictorio
el que una persona tuviera derecho a ejecutar algo, y que otra tuviera al mismo tiempo
el derecho de impedírselo. Contra el derecho no puede haber derecho, porque entonces
no habría sino caos y desorden, y perecería todo el orden moral.

2º La limitación. Todo derecho sufre varias limitaciones:


a) Limitación moral: el derecho no puede ir en menoscabo de las propias
obligaciones, ni usar de medios ilegítimos.
b) Limitación jurídica: está limitado por el derecho de los demás, que es
igualmente inviolable.
c) Limitación material: la materia u objeto sobre el cual versa el derecho debe ser
limitada; una materia ilimitada, como el aire, la luz solar, el agua del mar, etc.,
no pueden ser objeto de derecho.
d) Limitación legal. Hay ciertos derechos que la ley puede limitar, en la medida
en que lo exija el bien de la comunidad, v. gr.: el de propiedad.

267. La coactividad. Fuerza y derecho

Llámase coactividad el poder moral de servirse de la fuerza física para urgir la


observancia o la reparación de un derecho. El derecho no debe confundirse con la
fuerza; el derecho es una facultad moral, la fuerza un predominio físico. Los animales
brutos suelen tener más fuerza física que el hombre, a pesar de ello ni siquiera son
sujetos del derecho.
Sin embargo, no hay que oponer la fuerza y el derecho como si fueran cosas
contradictorias, que se excluyeran mutuamente. El derecho necesita de la fuerza, y
ésta le sirve de tres maneras: a) como medio de acción: el derecho sin la fuerza muchas
veces no puede realizar sus fines, por carecer de medios físicos para ello. b) Como
protección contra la violencia: el derecho sin fuerza que lo escude se ve con demasiada
frecuencia despreciado y pisoteado. c) Como sanción o castigo contra los violadores de
él.
La fuerza sólo es vituperable cuando en lugar de proteger el derecho, se vuelve

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contra él. En este caso la fuerza no es el derecho, ni crea al derecho, ni sustituye al


derecho.

La coactividad no es la esencia misma del derecho (contra Kant y otros), porque de


ser así, el derecho se confundiría con la fuerza. Hay derechos muy reales que no pueden
ser reparados por la fuerza, v. gr.: la violación interna de la fama.

268. Colisión o mejor dicho subordinación de derechos y deberes

Hablan los autores de colisión o conflicto de derechos, la cual tiene lugar cuando
hay oposición entre ellos. Pero hay que advertir que esta oposición no es real sino
aparente, porque de otra suerte desaparecería el orden moral. Más que oposición de
derechos, hay subordinación entre ellos. Debe en todo caso prevalecer el derecho
superior.

a) El derecho natural prima sobre el positivo. Así obliga más atender a un enfermo
que ir a misa.

b) Los principios negativos priman sobre los positivos, pues lo que se prohíbe ya
es de suyo malo. Así no se puede mentir por salvar al prójimo.

c) Los preceptos de justicia obligan más que los de caridad. Obliga más pagar el
salario justo que dar limosna.

d) Priman los preceptos que defienden bienes más excelentes. Así lo espiritual
prima sobre lo material; el bien común sobre el particular; la obediencia a Dios
sobre la que debemos a los hombres.

D) RELACIONES ENTRE EL DERECHO Y EL DEBER

269. Referencia mutua

En términos generales podemos afirmar que el derecho y el deber son


correlativos, o sea, que a todo derecho corresponde un deber y viceversa.
Precisémoslo:
1º Al derecho jurídico nuestro corresponde en los demás el deber estricto de
respetarlo; de otra suerte el derecho no fuera inviolable. Así si tengo derecho sobre este
libro, los demás tienen obligación de no quebrantarlo.

2º Al deber estricto que tenemos respecto a otros corresponde en ellos un derecho


jurídico o estricto; así si le debo $10 a una persona, ésta tiene derecho estricto de
reclamármelos.

3º Al derecho no estricto corresponde un deber no estricto y viceversa, así al derecho

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

que tiene el pobre de recibir limosna, corresponde el deber de caridad de darla; y al deber
de darla, el derecho no jurídico de recibirla.

4º Respecto a nosotros mismos, al deber que tenemos de cumplir algo nos


corresponde el derecho de poderlo ejecutar y de que los demás no nos lo impidan.

270. Fundamento último del derecho y del deber

Dios, o sea la ley eterna es el fundamento último del derecho y del deber. En efecto:
1º Todo derecho viene de Dios, quien al darnos ciertos bienes, vida, fama, bienes de
fortuna, etc., nos da el derecho a que nos los respeten; y al imponernos obligaciones,
nos da el derecho de que nadie nos impida su cumplimiento.

2º Todo deber u obligación viene en último término de Dios, porque sólo El, como
Supremo Legislador, tiene poder para ligar nuestra conciencia.
El deber recibe de Dios la fuerza obligatoria, y no de nuestra conciencia o voluntad,
como quieren los racionalistas. Si ellas fueran las creadoras del deber, perdería éste su
fuerza obligatoria, ya porque nadie se da leyes a sí mismo, ya porque siendo nosotros
los autores de la ley, pudiéramos abrogarla cada vez que quisiéramos.
La conciencia es tan sólo la facultad mediante la cual conocemos el deber; y la
voluntad, la facultad mediante la cual lo cumplimos.

Art. 2º EXISTENCIA DEL DERECHO NATURAL

271. A) OPINIONES

Todos los autores admiten la existencia de derechos positivos, nacidos de las leyes
humanas; pero algunos niegan la existencia del derecho natural, anterior a las leyes
positivas. Estudiemos brevemente las diversas escuelas.

1º Positivismo jurídico. a) Para Hobbes y Rousseau no existe sino el derecho


positivo, que arranca de un acto o contrato social entre los hombres. Según Hobbes
dicho pacto se realizó para acabar con el estado natural de exterminio mutuo entre ellos.
Según Rousseau para garantizar al hombre la libertad y felicidad que perdió al pasar del
estado de naturaleza, que era bueno, al estado social que lo daña y corrompe.

b) Profesa también el positivismo jurídico la escuela histórica fundada en Alemania


por Savigny para combatir la escuela idealista de Kant y de Hegel. Para él la historia es
la única fuente de derecho el cual se manifiesta en las leyes y costumbres de cada
pueblo. En consecuencia todo derecho es positivo y esencialmente variable.

c) Se pueden reducir al positivismo jurídico algunos errores empiristas respecto al


fundamento del derecho. Este fundamento, para Helvecio es la necesidad, para Stuart
Mill y los evolucionistas el interés social, para Proudhon y Nietzsche la fuerza, para otras

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

las leyes humanas.

2º Escuela racionalista de Kant. Kant funda el derecho en la libertad y lo desvincula


de la moral; convierte también al Estado en fuente de todos los derechos. La
estudiaremos más detenidamente a causa de la influencia que ha tenido en la filosofía
moderna.

3º Escuela hegeliana. El Estado Dios. a) Para Hegel el derecho es la evolución de


la idea, evolución que se realiza fatalmente en la realidad histórica, siendo el Estado su
último término. El Estado es “el universo espiritual donde se ha realizado la razón divina”.
Es así la única fuente de derecho: todo cuanto prescriba es justo, y toda rebelión contra
lo que disponga es criminal.

b) Marx, discípulo de Hegel, admite la misma doctrina de que el Estado es la única


fuente del derecho, doctrina profesada también por los comunistas, socialistas, fascistas
y nazistas.

4º La escuela tradicional acepta lo siguiente: a) Existe el derecho natural, que nos


hace respetar lo justo, y es anterior a todos los derechos positivos, que se fundan en él.
b) Toda ley o derecho positivo debe respetar el derecho natural, del cual recibe su valor.
c) El último fundamento del derecho es la ley eterna, fuente y fundamento de toda ley. d)
El derecho no puede desvincularse de la moral, sino que depende de ella.

B) PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DEL DERECHO NATURAL

272. Pruebas generales


La existencia del derecho natural, anterior a todo derecho positivo, se puede
comprobar por múltiples argumentos.

1º Por los derechos inherentes a la persona humana. La persona humana tiene


derechos con anterioridad a cualquiera legislación civil. En efecto, antes de toda ley, el
hombre tiene derecho a su vida, a la integridad de su cuerpo, al uso de sus facultades,
a su fama, a su libertad; y en general a todas aquellas cosas que le son indispensables
para su conservación, perfeccionamiento propio y el logro del fin que su naturaleza la
señala. Estos derechos no le vienen de ninguna ley, convención o costumbres; ni ley,
convención o costumbre alguna pueden privado de ellos; le vienen de su misma
naturaleza, a saber, del hecho de ser persona, esto es, ser racional, libre y responsable
de sus actos. Luego existe el derecho natural.

2º Por el nexo necesario, entre el deber y el derecho. Dios por ley natural ha
impuesto al hombre múltiples deberes; p. e. el de honrarlo, el de respetar la vida y fama
del prójimo, etc. Pero el que tiene un deber, por la misma razón tiene el derecho de
poderlo cumplir, pues de otra manera el deber fuera inútil e irrealizable. Luego existen
derechos naturales.
3º Prueba deducida de la naturaleza social del hombre.

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

Santo Tomás la presenta en términos muy claros: "Cuando una cosa es natural a un
ser, por necesidad le son naturales todas aquellas otras cosas sin las cuales la primera
no puede conseguirse, porque la naturaleza no falta en lo necesario. Pero el hombre es
naturalmente social. Luego aquellas cosas sin las cuales no puede conservarse la
sociedad son naturales al hombre. Tal es, en especial el que el hombre pueda
conservar lo que es suyo, y abstenerse de perjudicar a otros". (Contra Gent. 1, 3, C. 129).
Pero precisamente en que el hombre pueda conservar lo suyo y abstenerse de
perjudicar a otros, consiste el derecho. Luego existe el derecho natural. Que el
hombre sea naturalmente social se prueba por el hecho de que necesita de sus
semejantes para la conveniente satisfacción de sus necesidades físicas, intelectuales y
morales.

273. Refutación en especial del positivismo jurídico

Por la necesidad de fundamentar el derecho positivo en el natural. Si no existe


el derecho natural, tampoco el positivo. En efecto, cuando la autoridad dictó la primera
ley, ya tenía el derecho de imponerla. Pero ¿este derecho de dónde le viene? a) Si se
contesta que de un pacto o convenio, de nuevo inquirimos, ¿de dónde le viene a este
pacto el poder de obligar? Si no se admite el principio natural de que los pactos obligan,
no puede obligar. b) Si se dice que de las costumbres o leyes de los pueblos, cabe
preguntar: ¿Y de dónde le viene a las costumbres o a las leyes la fuerza obligatoria?
Hay, pues, necesidad de llegar a un derecho natural para fundamentar el positivo,
llámese ley, pacto o costumbre.

274. Refutación del estado omnipotente

Todas las escuelas que niegan el derecho natural se ven obligadas a reconocer a
la sociedad o al Estado como única fuente de derechos, para no caer en la anarquía.
Esto ofrece muy graves inconvenientes:
a) Toda ley o prescripción del Estado sería justa, aunque atropellara los más
fundamentales derechos de Dios o de las personas.

b) Todo crimen quedaría de antemano justificado si el Estado lo prescribe.

c) Esta doctrina se basa en el error de que el hombre ha sido creado para el Estado
y no el Estado para el hombre. Es claro que el hombre y la familia existieron antes que
el Estado, y que en consecuencia, tienen derechos anteriores a él. El Estado fue
establecido para garantizar y defender esos derechos.

d) Esta teoría lleva también a la doctrina de la estatolatría o Estado-Dios. En efecto,


como el derecho está íntimamente unido a la moral, sus seguidores aceptan también, al
menos prácticamente, que el Estado es la fuente de la moral. El Estado viene a ser,
pues, el fundamento último del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto; y en
consecuencia a reemplazar a Dios como fuente suprema del bien y del derecho. Con
razón se ha dado a esta doctrina el nombre de estatolatría, o Estado-Dios. En realidad

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así ha pasado con el comunismo soviético y el nazismo.

Art. 3º EL DERECHO EN LA FILOSOFÍA DE KANT

275. A) EXPOSICIÓN

Nos parece conveniente estudiar un poco más a fondo las teorías de Kant sobre el
derecho, por la influencia que han ejercido sobre la filosofía moderna. He aquí sus puntos
principales:
1º La libertad, fundamento único del derecho. Kant define así el derecho: "El
conjunto de condiciones bajo las cuales resulta posible la coexistencia armónica de la
libertad individual con la libertad colectiva". Además la libertad es el único derecho
natural: todos los demás son positivos. El único fin de la ley es garantizar la libertad.

2º La supereminencia del Estado. La Sociedad o Estado es la única fuente de


derecho, entre otros motivos porque sólo a él corresponde garantizar la libertad de los
individuos. De esta suerte el Estado llega a ser la norma suprema de lo justo y lo injusto.

3º La coacción, esencia del derecho. "El derecho y el poder actual de ejercer la


coacción suficiente para hacer respetar el derecho son la misma cosa".

4º La independencia completa del derecho respecto a la moral. En efecto,


reconocen distinto origen: la moral deriva del imperativo categórico que es absoluto y
autónomo. El derecho nace de la libertad, y está condicionado o limitado por la libertad
de los demás.

5º La religión es la moral que procede del imperativo categórico, o sea el


conocimiento de todos nuestras deberes como ordenación divina. No hay, pues, dogmas
o verdades que debamos creer, la revelación es imposible, y todas las religiones deben
estar sujetas al Estado.

B) CRÍTICA

276. A) Es falso el concepto de Kant respecto a la libertad

1º La libertad no es la esencia del derecho. La esencia del derecho es su


inviolabilidad o sea el no poder ser desconocido. La libertad es tan sólo una condición
del derecho, sin la cual no puede existir, como lo es igualmente del deber y de todo acto
humano.

2º La libertad no es tampoco fundamento del derecho. El fundamenta próximo de


éste es la naturaleza humana, que siendo dueña de sí, como inteligente y libre, e igual
en todos los hombres, es fuente de derechos en sus relaciones mutuas. Su fundamento
último es Dios autor de esa naturaleza y de los derechos inherentes a ella. (V. No 34).
3º La libertad no es el único derecho natural del hombre. Este, en virtud de su

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ÉTICA Ética General J. Rafael Faria, Pbro.

misma naturaleza, tiene derecho a su vida, a su perfeccionamiento físico, intelectual y


moral, etc.

4º El fin de la ley no es simplemente garantizar la libertad. Es ante todo


garantizar lo justo, lo debido a cada súbdito y a la sociedad. Solamente lo justo es
inviolable; y solamente cuando está de acuerdo con lo justo es inviolable la libertad: Ya
lo había dicho San Agustín: "Donde no hay justicia no puede haber derecho".

277. B) Otros errores de Kant

A) El poner al Estado como fuente única de derecho equivale a negar todo derecho
a Dios y a la persona humana, y a autorizar toda clase de abusos y atropellos por parte
del Estado. Tampoco puede admitirse que la sociedad sea autónoma, como no lo es el
hombre: uno y otro dependen de Dios su común autor.

B) Por otra parte la coacción no es la esencia del derecho, pues se llegaría a la


consecuencia inaceptable de que el derecho se confunde con la fuerza; y de que el
Estado, que tiene la fuerza, es por este motivo el que tiene el derecho.

C) La independencia del derecho respecto a la moral es inaceptable.

1º Esto se prueba muy fácilmente por el objeto del derecho. En efecto:


a) El objeto del derecho es lo justo, lo debido a cada persona. Pero respetar lo
justo es bueno y violarlo es malo. Luego el derecho depende de la moral,
ciencia que, regula lo bueno y lo malo en toda su extensión.
b) El derecho regula nuestras relaciones con los demás. Pero la moral, o sea lo
bueno y lo malo, no mira exclusivamente a nosotros, sino también a Dios y a
nuestros semejantes. Luego el derecho no se puede independizar de la moral.

2º Dentro del sistema de Kant la separación del derecho y la moral trae graves
consecuencias. En efecto: a) Bastaría que las voluntades se pusieran libremente de
acuerdo en algún crimen, para que éste no fuera malo. b) Dicha separación equivale a
proclamar el derecho del mal. Si por una parte para Kant el bien y el mal sólo existen en
la intención, y si por otra, la esencia del derecho es la libertad, la conclusión es que cada
vez que con buena intención intentamos el mal ejercitamos un derecho.

D) La religión no deriva del imperativo categórico sino de la naturaleza de Dios


y del hombre.

Siendo Dios Creador, puede imponer al hombre la obligación ya de creer ciertas


verdades que El revele, ya de adorarlo y honrarlo. La religión es la virtud que cumple
esos deberes y el poder civil no tiene poder sobre ella.

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