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SANACIÓN DE CUERPO, MENTE Y ALMA

"Recorrió Jesús toda Galilea enseñando, proclamando la Buena Nueva del Reino, curando
toda dolencia y enfermedad en el pueblo." Mt 23. Jesucristo ayer, hoy y siempre. No se ha
agotado su poder sanador.

HABLA EL PADRE EMILIANO TARDIF


"Yo siempre anuncio primero a Jesús y reafirmo la fe. Luego, oro por la sanación del pecado
mediante la conversión, y, sólo después, hago oración por las enfermedades físicas".
Dios nos quiere no sólo sanos, sino completamente sanos: del cuerpo y alma. Y también en
nuestras relaciones interpersonales. En ningún retiro he dejado de ver sanaciones sensibles.
Pero esto no quiere decir que todos los enfermos deban ser sanados. Los milagros son
signos del poder de Dios, que muestran que Jesús está vivo y sirven para el
crecimiento de nuestra fe.
No conviene orar por sanación sin evangelizar. No debemos comenzar a orar por sanación
física de golpe, sin preocuparnos de la vida espiritual del enfermo. Si nos dicen que está muy
lejos de Dios, debemos ayudarle a que se arrepienta de sus pecados.
El caso del paralítico a quien primero se le perdonó el pecado y luego se le sanó, es
clásico para trabajar en este ministerio. Si el ministerio de sanación se redujera a la
sanación física, sin preocuparse de la vida de fe, no valdría la pena tener ese carisma.
¿Mi mensaje? Manifestar que Jesús está vivo en su Iglesia. Cada día entiendo que lo
importante no es hablar de Jesús, sino dejarlo actuar con todo el poder de su Santo Espíritu.
Jesús vino a liberar a su pueblo del pecado, y de las consecuencias del mismo que
son la enfermedad y la muerte.

SANACIÓN INTERIOR
Lo más hermoso que he encontrado en la Renovación Carismática es lo que se llama
"la sanación interior". Así como nuestro cuerpo es atacado por diferentes
enfermedades, también interiormente podemos estar enfermos de complejos,
miedos, rencores y todo tipo de inseguridades.
 Multitud de casos físicos son sólo síntomas de desajustes psicológicos que, al ser
curados, desaparecen.
 Si nuestros sentimientos fueron heridos, nos volvemos desconfiados.
 Si recordamos que alguien nos traicionó, sentimos rechazo contra todos.
 A veces hemos sido defraudados en el amor, y desde entonces nuestro corazón se cierra
a toda manifestación de cariño.
Sin embargo, Jesús ha venido a curar los corazones destrozados y nos ofrece un
corazón nuevo. Es maravilloso descubrir cómo el Evangelio está lleno de este tipo de
sanaciones.
 ¡Cuántas veces queremos mejorar, pero no podemos!.
 Nos falta fuerza de voluntad y nuestro carácter no puede superar las adversidades.
 Otras veces creemos que son los otros lo que deben cambiar y se lo exigimos, sin
resultados.
 Al contrario, parece que se acentúa más el problema. Todos estamos heridos y por
eso no tenemos fuerzas para superar nuestras limitaciones.

TESTIMONIO DEL PADRE EMILIANO: Yo, personalmente, he vivido la gracia de la


sanación interior. Durante toda mi vida había tenido problemas al menor contacto con la
sangre. Cuando me tocaba atender a un moribundo que sangraba, era un gran sacrificio y,
por más esfuerzo que hacía, no llegaba a controlarme. Viendo una película de guerra donde
había mucha sangre, comencé a sudar frío y creí que me iba a desmayar. Me sentía mal, y
tuve que salirme.
Un día vino Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo a dar un retiro. Durante la Misa oró por la
sanación de las heridas de la memoria, recorriendo las distintas etapas de la vida. Mientras
oraba por la sanación de las heridas de la niñez, yo recordé que cuando tenía cinco años,
un día me enfadé con mi hermano de seis años. Yo tenía un cortaplumas en la mano
y se lo tiré. Le cayó en el brazo y comenzó a brotar mucha sangre. Me asusté mucho
al ver su brazo teñido de rojo. Aunque me olvidé de aquel incidente, me quedó un
problema cada vez que veía sangre. Mientras Mons. Uribe oraba, me vino a la mente este
acontecimiento y le pedí al Señor que me sanara de este recuerdo.
Después he ido a los hospitales a ver enfermos con heridas de accidentes graves y ya no me
produce esa reacción de hemofobia. Gracias a esta sanación interior estoy curado.

HAY MUCHA GENTE HERIDA:


El Señor sanó en mí está herida de la memoria y -a partir de esta sanación de los
recuerdos- entiendo mejor ahora la importancia de la sanación interior.

 Si a mí me producía malestar cuando veía sangre.


 a otros una herida emocional les produce malestar ante la autoridad, porque tal vez
su padre los trató con dureza.
 Muchos hijos son rebeldes a causa de sus heridas emocionales y tratan de protegerse
de toda imposición.
 Hay mucha gente, herida en su memoria por acontecimientos del pasado, que
necesitan sanarse porque esa lesión profunda tal vez produce temor o tristeza.
 Hay gente que lleva en su corazón una gran amargura que la hace antipática, y ella
misma rechaza toda muestra de afecto.
 Ellos no quieren sufrir ni hacer sufrir, pero están heridos y contagian su dolor a todo
lo que les rodea.
Jesús es el sol de justicia y puede sanar esas heridas causadas por las injusticias de
la vida. Como para curar algunas enfermedades se toman baños de sol, al estar delante de
Jesús, Él va sanando las heridas emocionales de la vida.
El corazón se va liberando del sentimiento del odio, rencor o amargura, y ese lugar
es ocupado por el amor que brota a raudales del corazón de Jesús.

 Muchos condenan a los demás diciendo: "Es un hombre perverso". Pues bien, no
hay perversos: lo que hay son hombres y mujeres que luchan con problemas que los
aplastan.
 Jesús vino a romper nuestras cadenas y a darnos la libertad. Lo que nos parecía
perverso era simplemente algo que Jesús tenía que sanar.
JESÚS CURÓ TODAS LAS ENFERMEDADES
Hay cuatro clases de enfermedades:
 La de nuestro espíritu, causada por el pecado personal.
 La emocional causada por las heridas y sentimientos del pasado. Abarcan nuestra
vida psíquica.
 La enfermedad física del cuerpo.
 Puede darse también la opresión del maligno.

Jesús sanó todas estas enfermedades. Perdonó los pecados al paralítico y a la


pecadora. Curó ciegos, leprosos, sordomudos, y a los que sufrían por toda suerte de
enfermedades; arrojó el demonio de muchos posesos y dio paz y su consuelo a muchos.
La lectura del Evangelio nos enseña claramente cómo nuestro Salvador es "el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" y que, movido por su amor a todos
nosotros, cura las enfermedades y libera del maligno a cuantos están poseídos por el mal.

PASÓ HACIENDO EL BIEN


El Evangelio nos habla de las curaciones de todo orden que realiza Nuestro Señor,
movido siempre por su inmenso amor a todos: San Mateo nos dice: "Al atardecer, le
trajeron muchos endemoniados; El expulsó a los espíritus con su palabra y curó a
todos los que se encontraban mal. Así se cumplió el oráculo del profeta Isaías: "Él
tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades” (Mt 8, l6-17).
Esta caridad de Jesús que "cargó con nuestras flaquezas y enfermedades" explica, la
multitud y variedad de curaciones que hizo durante su vida pública, porque sentía una gran
compasión. El ciego de Jericó le grita: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí", y el
Señor le dice: ¿qué quieres que te haga? (Mc 10,47-51).
También las curaciones fueron efectuadas por Jesús para que su Padre fuera glorificado.
Oigamos también a San Mateo: "Y los sanó: de manera que se maravillaban las gentes viendo
hablar a los mudos; los mancos sanos; andar a los cojos y ver a los ciegos; y glorificaban al
Dios de Israel" (Mt 15, 30-31).
EL QUE ORA POR UN ENFERMO
Debe reflejar el amor y la unción de Jesús. Estar libre de todo deseo personal, de
comprobar resultados buenos. Muchas veces queremos defender nuestro buen nombre y no
el amor de Dios.
Si oramos con miedo y dudas, fracasará nuestra oración. Tenemos que orar
como servidores del Señor sin temor al fracaso. Cuando se ora con amor y fe nunca se fracasa,
aunque los efectos buenos no aparezcan.
El don de sanación no es un poder que yo poseo para hacer lo que quiera con
él. Es la manifestación del amor del Espíritu Santo que obra, a través de mí, para ayudar a
alguien. Soy su instrumento libre. Él es el agente principal.
Algunas veces Dios se vale de mí y otras no. Es el Señor y obra como quiere.
Esto nunca lo debemos olvidar. Así nos conservamos humildes, pues "somos siervos inútiles".
En toda oración por la salud se invoca el poder de Dios, pero el primer puesto
lo debe tener el amor. "Si tengo fe, capaz de mover las montañas pero no tengo amor, nada
soy" (1Co 13, 2-3).

¿POR QUÉ NO NOS CURAMOS?


Falta de fe: Los discípulos no pudieron curar al epiléptico endemoniado por falta de fe (Mt
17, 14). Tenemos que crecer en la fe para que el Señor nos use más.
No querer la curación: Algunos encuentran en la enfermedad una autodefensa, no quieren
salir de ella y bloquean inconscientemente la sanación. No debemos orar por quien no desea
ser curado.
El pecado: La sanación interior no se obtiene mientras no nos arrepintamos del odio, etc.
Nuestro Señor primero perdonó al paralítico y luego lo curó.
No orar por el caso concreto. En la oración por sanación interior es necesario descubrir la
raíz profunda del mal y orar por su destrucción y sanación. Encontrar el problema inicial.

UN FALSO DIAGNÓSTICO:
Orar por sanación física cuando se requiere sanación interior del mal que causa la
enfermedad física. Orar por sanación interior cuando hay problemas físicos o se necesita
liberación especial.
No ir al médico como medio de Dios para curar. El médico y las medicinas son los
medios que ordinariamente usa Dios para sanarnos.
No usar los medios naturales para no enfermar: Descanso, higiene, prudencia. Si no
empleas los medios ordinarios para conservar la salud, no pidas recobrarla por medios
extraordinarios.
Falta de constancia. Recordemos que la "oración asidua es muy poderosa". Muchas
curaciones no se completan por falta de perseverancia en la oración.
EL TIEMPO DE DIOS
Unas veces el Señor nos sana al instante. Otras veces lo hace gradualmente. Otras
no lo hace nunca por razones que Él sabe. Perseveremos orando.
 Quizás no es aún la hora de Dios
 Quizás quiere que sea otra persona el instrumento para curarle.
 Nuestra oración tiene buen éxito sólo cuando Dios nos llama para que oremos por
una persona concreta.
 Puede ser que el ambiente lo impida. Si allí no hay paz, amor, oración, sino odio,
frivolidad, etc. no se da la sanación.
Cuidado con decir que falta la fe. Cuando alguien no es curado pueden darse otras
razones, que expliquen su no curación. La sanación es un misterio del amor divino.

IMPOSICIÓN DE MANOS
La oración de sanación cuando va acompañada de la imposición de manos tiene una fuerza
especial por varias razones:
· Porque el gesto de imponer las manos es profundamente bíblico
· Esta imposición de manos es un gesto de comunión fraternal que hace experimentar al
enfermo la auténtica compasión del que lo acompaña.
· Con frecuencia, este contacto es el medio que usa el Señor para hacer llegar al enfermo su
poder de sanación

SANACIÓN FÍSICA: ACLARACIONES


No toda sanación es milagrosa como creen algunos. San Pablo, cuando enumera algunos
carismas en la 1 Carta a los corintios cita primero el don de curaciones y a continuación el de
operaciones milagrosas (12,9). Esta aclaración es muy importante para la recta comprensión
de este carisma.
El ministerio de sanación no desprecia la acción médica ni prescinde de ella. El capítulo 38
del Eclesiástico honra la persona y la profesión del médico, pero nos recuerda que toda sanación
viene del altísimo.
Este ministerio de Sanación se desempeña mejor por medio de un equipo, ya que hay más
riqueza de carismas y se evita el peligro del orgullo. Nadie puede afirmar que fue el
instrumento exclusivo del Señor.
El ministerio de sanación se ejerce por medio de la oración de sanación. Oramos al
Padre por Cristo para que glorifique a su Hijo por medio de esta sanación. Por eso es sanación
de Jesús.
El mejor ministro de sanación será el que viva el profundo amor del Señor en su vida y
comunique este amor y la ternura de Dios a sus hermanos enfermos

EL RIO DE AGUA VIVA (Ez 47, 8-9)


"Esta agua va hacia la región oriental baja a la Arabá, desemboca en el mar, en el agua
hedionda y el agua queda saneada. Por dondequiera que pase el torrente, todo ser viviente
que en él se mueva, vivirá. Los peces serán muy abundantes, porque allí donde penetra esta
agua lo sanea todo y la vida prospera en todas partes adonde llega el torrente" (Ez 47, 8-9).
Esta es la acción del Espíritu Santo, que sana todo lo enfermo y, después, da una gran
fecundidad y riqueza espiritual. Su luz penetra en los rincones oscuros en donde hemos
encerrado tantos sentimientos dolorosos. Su amor cala, en nuestros corazones y va
derribando los muros que ha levantado el rencor y el odio que se ha ido acumulando en
nosotros a lo largo de la vida.

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