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Cómo ser filósofo (y parecerlo)

Consejos para aprendices

Qué vestir
Los filósofos rara vez se interesan por la
ropa, y, sin embargo, sí hay elecciones que
resultarían sorprendentes en un espíritu
filosófico. Al ser una profesión
básicamente antiautoritaria, dada la
predilección de los regímenes autoritarios
por los uniformes, sería raro que estuvieras
tentado de ponerte uno de ellos. Si es así,
igual deberías reconsiderar tus credenciales
filosóficos.

Qué comer
De todo, como la mayoría. Pero sí existe
una fuerte tendencia, al menos en la
filosofía anglosajona contemporánea, hacia
elvegetarianismo. . La culpa es dePeter
Singer que ha convencido a muchos
colegas de que comer carne es reprobable
moralmente.

Qué beber
Lo que quieras, pero para ser honestos, hay
una apuesta fuerte entre los filósofos por
el vino tintoy el café . Existe una versión
deJohn Bigelow del In vino veritas atribuido
a Plinio el Viejo, que dice: In cafeína veritas.
Quizá sea cierto que el que se anima por
medio de ambos líquidos se apresta a
revelar su verdadera naturaleza.

Qué leer
Mucho y mucha filosofía. Anders Eriksson, un experto en cómo llegar a ser un experto, ha
estimado en 10.000 las horas de práctica necesarias para llegar a serlo. En filosofía, la práctica
incluye interactuar con las mentes más lúcidas y la mejor forma de hacerlo –en ocasiones, la
única– es leer. A veces lo que necesitas está enterrado en un volumen infumable, de modo
que tendrás que apretar los dientes y continuar. Muchas veces es conveniente combinar un ánimo
de veleta y urraca: leer las cosas que llaman nuestra antención y capturar sus ideas. Si un
libro de filosofía se torna un plomo o simplemente irrelevante, apártalo y encuentra algo mejor.

Qué pensar
Cuando era niño me dijeron que la filosofía era la ciencia que se ocupaba del bien, La verdad y
la belleza. Aún me golpea ese aserto por inútil y restrictivo. Todas las ciencias naturales y sociales
son un terreno abonado a la filosofía; y lo mismo hacen las artes, la literatura, la política, la historia
y la actualidad. A menudo me sorprende lo que un buen filósofo es capaz de hacer con un
tema del que todavía no se había ocupado la tradición filosófica. El ensayo On bullshit. Sobre
la manipulación de la verdad (Paidós), de Harry Frankfurt, es un hermoso ejemplo. De mentiras o
sandeces no se ocuparon ni Platónni Mill ni Nietzsche y, sin embargo, la historia de la filosofía
es la historia de la lucha contra la tontería. Sócrates, que tenía buen ojo para detectar a los
profesionales de la sandez, dejaba en evidencia a muchos estúpidos que se creían autoridades. Y
solo aceptó el veredicto del Oráculo de Delfos, que lo nombraba el hombre más sabio solo al darse
cuenta de que su sabiduría consistía en conocer la profundidad de su ignorancia.

De qué hablar
Hablar de filosofía con amigos y enemigos es una fórmula para mantenerse joven. El juego de los
argumentos es esencial en la filosofía. Un intercambio vigoroso de ideas, sea por escrito u
oralmente, es básico a la hora de acercarse a la verdad: quien es tímido con los argumentos suele
serlo también a la hora de aproximarse a la verdad. Me intriga que se tache a Christopher
Hitchens, Richard Dawkins y los otros miembros del clan de los Nuevos Ateos de ser “agresivos”.
Sería más preciso decir que no le temen al toma y daca de la vida intelectual. Sospecho que
quienes les acusan de agresión no son más que temerosos ante la posibilidad de mostrar sus
creencias y argumentos en público.

Cómo hablar
En filosofía puedes defender la posición que quieras, la más aparentemente peregrina, si eres
capaz de encontrar un buen argumento. Puedes sostener que el libre albedrío no existe
(comoSam Harris) o que lo que no existen son los deseos o necesidades como Paul Churchland.
Llevándole la contraria al tópico, los filósofos no se sientan a abanicarse. Es difícil, cuesta su buen
trabajo encontrar un buen argumento. Necesita práctica establecer correctamente las premisas y
valorar el adelanto que hacen hacia la conclusión. Familiarizarse con los argumentos de los
filósofos del pasado es un excelente modo de adquirir cierta práctica.

Relájate
Y disfruta. Una vez acusaron al gran filósofo americano Jerry Fodor de que no se tomaba en serio
la filosofía. Dijo que no era cierto, que a quien no se tomaba en serio era a sí mismo. Exacto.

Vive y muere
La filosofía no tendría ningún sentido si no nos enseñara a vivir sin traicionar nuetros valores y
a morir sin miedo. Diógenes, Sócrates o Voltaire fueron fieles a sí mismos de forma
espectacular. Recuérdese a Diógenes tumbado plácidamente al sol mientras el gran Alejandro
Magno le preguntaba si había algo que pudiera hacer por él… “Apártate. Me quitas el sol”, fue la
gloriosa contestación del cínico. Y la muerte de Sócrates, bebiendo pausadamente el veneno tras
una charla filosófica. O la de Hume, tan tranquilo para frustración de sus detractores.
Cada día lucho por mantener el compromiso y no siempre supero la prueba. (Respecto a la muerte,
aún me queda afrontarla de alguna manera seria). Tanto por la práctica como por el ejemplo, la
filosofía añade un grado de fortaleza a mi columna vertebral que de otra forma no tendría. Dale una
oportunidad.

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