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¿Mamita, estás ahí? Responde por favor, quiero saber si aún respiras.
Elmer está herido. Le duele mucho la pierna derecha. ¡Mamá…! Quizá
estés detrás de esa columna que sigue en pie, lo malo es que hay
mucho polvo y veo muy poco. Déjame sentir tu corazoncito palpitar
una vez más, para sentirte al instante y así poder ayudarte y salir de
esto. Luego iremos a la casa y si está destruida la reconstruiremos
juntos y viviremos felices, de nuevo. Aunque habrá muchas personas
buscando también a sus familiares, tal vez no hayan sobrevivido.
¿Cuántos habrán muerto y desaparecido? ¿Por qué, Diosito, nos
castigas así? Si soy buena niña. Cumplo con mis deberes, saludo a
mis mayores y voy a misa los sábados. No entiendo. De todas
maneras, sé que mi mamá Carlotita todavía está aquí, conmigo, como
Elmer, aunque me habla lentamente, diciendo que aguantará el dolor
como todo un hombre. Ah, mamita, ya te he sentido. Estás entre ese
montón de adobes. Agggg, esta tierra entra en mi garganta y la tos
me dificulta la respiración. Ya te encontré. ¡Qué alegría! Llevas puesto
ese pantalón azul que tanto te gusta. Ahora ven, levántate, tómame
de la mano, estás muy pesada, vamos, dime algo, responde a mi
llamado, ayúdame hermano. Hay mucha gente entre los escombros,
¡cómo socorrer a todos! ¡No, Elmer, te equivocas! ¿Acaso piensas que
te voy a creer? Sí se mueve, percibo su pulso. Lo que pasa, es que
está descansando para ahorrar fuerzas y así poder levantarse.
¿Verdad mamita? Cállate, no me hables más, no, déjame, quiero
decirle que venga con nosotros, eres un bobo, no está muerta,
mamáaaaaaaaaaaaaaa…………