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Crisis de identidad
El púber y más aún el adolescente se encuentran, por sus cambios, en un período
transitorio de confusión que rompe con la identidad infantil y enfrenta al yo con nuevos
objetos, impulsos y ansiedades.
Se puede esquematizar así:
1. El adolescente percibe su cuerpo como extraño, cambiado con nuevos impulsos y
sensaciones.
2. Se percibe a sí mismo como distinto a lo que fue, nota cambiadas sus ideas, metas
y pensamientos.
3. Percibe que los demás no lo perciben como antes.
Las funciones yoicas se esmeran en discriminar, controlar y fluctuar entre los objetos de
identificación. Las defensas esquizoparanoides tienen preponderancia (identificación
proyectiva e introyectiva) que permiten la confusión necesaria del yo con los objetos y de
los objetos con el yo, permitiendo la estructuración de un campo dinámico, ambiguo, que
no exija demasiado compromiso con la realidad. La seudoidentidad sería una transacción
entre la necesidad perentoria que el yo tiene de una identidad y los obstáculos internos y
externos que la rechazan. La vulnerabilidad dependerá de las fluctuaciones que haga el
yo en sus identificaciones "inauténticas"; fluctuaciones que se dan tanto en el cuerpo
como en los objetos internos y externos.
A nivel del cuerpo: somatizaciones, sentimientos de extrañeza o plenitud, abulia,
somnolencia, fatigas inmotivadas. Respecto de los objetos internos y el pensamiento: se
manifiesta entre identidades negativas, seudoidentidades, grandes teorías, erotización,
frialdad del pensamiento (modos de controlar la ansiedad y discriminar la confusión). En el
manejo del mundo externo: cambio de objetos de amor, tendencia al sometimiento o al
despotismo, necesidad de pertenecer a grupos nuevos y si es posible, marginales. Se
pueden observar verdaderos cuadros de despersonalización y hasta brotes
esquizofrénicos.
Vicisitudes de la identidad
La confianza (Erickson) da al yo la capacidad de integrar el mundo interno
configurado por las fantasías; por otra parte la confianza depende de las etapas
anteriores, de las tempranas experiencias. El yo aprende que las crisis son reversibles,
elemento tan necesario en la adolescencia, pues ayuda a esperar, prever y discriminar.
Cuando el niño se encuentra en su familia imágenes adecuadas y positivas para
las identificaciones, disminuyen las características conflictivas que siempre tienen los
momentos críticos de autodefinición.
Tanto las pseudoidentificaciones como las identidades negativas pueden tener
características transitorias, ser máscara que permiten a través de la pandilla o de la
interacción en general, ir asimilando al yo tanto lo ajeno a sí mismo pero adaptado
(Pseudoidentificaciones); como lo propio pero desadaptado (Identidades negativas). Esta
asimilación dependerá de la confianza básica que permite un mayor grado de autenticidad
para consigo mismo y los demás.
Las seudoidentidades y las identidades negativas son transacciones e implican
disociación, represión y alienación del yo. Una identidad propia, en cambio, sería una
verdadera adecuación que implica integración, elaboración y sublimación.
Concepto de identidad
Se pueden agrupar los elementos que componen la identidad en torno a tres
sentimientos básicos: unidad (Reconocerse por los cambios físicos y de su esquema
corporal), mismidad (Reconocerse uno mismo en el tiempo, en el espacio y en ser
reconocido por los demás) y continuidad (Reconocerse uno mismo en el tiempo). Cada
uno de estos aspectos se manifiesta en todas las áreas de experiencia:
Mente
Cuerpo
Mundo externo.
La pérdida del púber varón es la feminidad (La madre), a la cual tiene que
recuperar por medio de la identificación como objeto desexualizado.
El púber varón, con su carácter pasivo, se autocastra transitoriamente, esperando
una mayor tolerancia a los impulsos sexuales pero simultáneamente se identifica con su
novedad, el resurgimiento de lo masculino.
Enamorarse es vincularse con el otro de manera tal que se pueda proyectar el ideal de
pareja. En esto hay dos partes, un yo que proyecta su ideal antes de conocer la realidad y
otro yo que se muestra como ideal y viceversa. Ambas partes quedan alienadas por una
idealización compartida. Los ideales sobre el hombre y la mujer hoy en día tienen un peso
agregado por los medios masivos de comunicación.
El pasaje del enamoramiento al amor requiere un periodo de crisis, aquella que nos
separa definitivamente de algo o alguien al que creíamos querer. El amor es un campo de
valores y no pertenece a ningún yo, nadie se puede aprovechar del otro, ambos participan
del encuentro libre entre dos personas.
Probar su identidad
Cinco objetivos fundamentales del desarrollo identitario:
- Recibir validación social.
- Adquirir control sobre sí mismos.
- Clarificar y explicitar lo que sienten y piensan.
- Ejercer la autoexpresión.
- Desarrollar vínculos sociales
La Validación implica la aprobación social de sus actitudes. De manera implícita, el
adolescente está pidiendo a sus pares que lo evalúen, lo juzguen y en lo posible, lo
aprueben. Es la validación de su personalidad, de ellos mismos.
Muchas veces los adolescentes se comportan de una manera en su web, y si ven que no
hay resistencia, incorporan esa conducta a su vida.
Consideraciones iniciales
En el fenómeno adolescente biología, cultura y psiquismo constituyen registros
de definición inseparables en la medida en que se hallan embroncados en su
conformación. Históricamente, la adolescencia se asienta en la transformación cultural
surgida como expresión social luego de los cambios socioeconómicos que introduce la
Revolución Industrial y esta evolución producirá una ligadura definitiva con la inserción
al mundo del trabajo. En las sociedades precapitalistas la adolescencia no existía, al
menos como la conocemos hoy; el pasaje de la infancia a la adultez quedaba facilitado
por rituales de iniciación.
Ubicada como lugar de tránsito entre la infancia y adultez, la adolescencia se
apuntala en el emergente somático que indica la hora de un cambio: crecimiento del
cuerpo, desarrollo de los caracteres secundarios, aparición de la capacidad reproductiva.
El sentido de potencialidad que aloja en sí la adolescencia se enlaza a la
tramitación psíquica activada con los cambios corporales, pues, al mismo tiempo que se
hace recomposición de lo existente, instala funciones nuevas: crece la capacidad de
pensar, se complejiza el universo emocional, el encuentro sexual es orientado por la
genitalidad, instalando nuevos sentidos y formas de vinculación, se potencia la creatividad
junto a la apropiación simbólica de la capacidad re – productiva y se afirma la identidad
sexual. De allí, la consecuencia de trastorno o patología cuando este proceso no
encuentra espacio y condiciones apropiadas para su instauración.
Lo puberal indica un abordaje biológico pero a su vez se crea el acontecimiento
adolescente de estructuración y re – estructuración psíquica como trabajo elaborativo de
este tiempo.
Se toma el concepto de Erickson de moratoria psicosocial como espacio y
tiempo de tránsito insumido en la organización de soportes asentados en el campo social.
La adolescencia se basa en la conquista de una condición subjetiva estructurante
que sólo es alcanzable con trabajo; la noción de trabajo es medular en la teoría
psicoanalítica: contiene la idea de movimiento pulsional, de construcción representacional,
de dinámica en juego, de creación, de elaboración.
La adolescencia se define por la movilidad de funcionamiento psíquico que
conlleva (constituyendo una estructura psíquica abierta) que por una categoría de edad.
Para el analista, la labor de pensar la adolescencia compromete una sensible
articulación entre la propia vivencia adolescente, la experiencia del propio análisis y
aquella que proviene del ejercicio clínico; éste último interroga de modo singular una de
las posiciones clínicas del psicoanálisis, la de resignificar lo existente.
Reorganización identificatoria
La adolescencia constituye un lugar de interrogantes e incertidumbre respecto de
la representación de sí mismo y de la relación con los demás.
La adolescencia es un momento clave de reorganización identificatoria, ya que las
nuevas significaciones desencadenan movimientos en su trama, movimientos que
determinan cambios en la subjetividad; éste es un trabajo que insume tiempo y exige el
vencimiento de las propias resistencias.
La remodelación identificatoria permite un progreso, desde la primacía del yo ideal
del tiempo de la infancia a la construcción de ideales propios vinculados con la categoría
de ideal del yo, categoría que también deberá ser despejada de las condiciones infantiles
de estructuración, tarea primordial para un nuevo diseño.
Inmerso el adolescente en la tarea de resignificación, se abrirá un juego entre la
dimensión narcisista y la dimensión relacional.
Queda planteada una reformulación de la historia a partir de la cual el adolescente
puede desprenderse del niño que fue y del ideal infantil constituido en superposición de su
deseo con el de sus padres.
Las identificaciones son portadoras de una historia que no sólo se ciñe al entorno
de advenimiento del sujeto sino que trasmite la historia de generaciones que le
precedieron y es por este doble carácter que la remodelación identificatoria estará
atravesada por el trabajo de desidentificación, tarea que sólo es posible emprender
dentro de un sostenido trabajo de historización del yo.
El trabajo de historización en la adolescencia permite la operación de construcción
de pasado, la construcción de un fondo de memoria que hará posible poner al amparo del
olvido al tiempo de la infancia, el cual funciona como garantía de certidumbre
identificatoria. La posibilidad de investir el futuro queda en interdependencia con la
investidura del pasado y la historia personal suficientemente retenida deviene en garantía
de la apuesta en el espacio relacional.
Identidad y adolescencia guardan una vinculación de parentesco; la identidad es
imagen y sentimiento; por un lado es una operación intelectual que describe existencia,
pertinencia, actitud corporal; por otro, un sentimiento, un estado del ser, una experiencia
interior que corresponde a un reconocimiento de sí que se modifica con el devenir. La
identidad es un concepto enlazado con el de narcisismo y a las identificaciones.
UNIDAD 5
Adolescencia Superior: en búsqueda del sentido de la vida
Hacia el logro de la consolidación de la identidad e independencia personal.
Criterios que definen el fin de la adolescencia
Contribuciones del pensamiento formal a la consolidación de la identidad.
La constitución del proyecto, la vocación y el sentido de la vida
El ideal el yo, es una parte diferenciada del yo, catectizada con libido narcisista y
homosexual; asume un papel de guía, similar al del superyó, pero difiere de este en que
es más personal y no opera tiranamente.
Tanto el superyó como el ideal del yo pueden ser diferenciados considerando sus
respectivos orígenes, el superyó puede trazarse desde la temprana infancia y su
formación, se debe a la victoria que lleva a la lucha edípica a su fin (heredero del
Complejo de Edipo); en cambio el ideal del yo obtiene su organización definitiva
tardíamente, al declinar la etapa homosexual de la adolescencia temprana. A lo largo de la
infancia se evidencian precursores del ideal del yo, la institución psíquica del yo continúa
integrándose durante la adolescencia con contenido variable; sin embargo su estructura
permanece constante. El origen del ideal del yo se encuentra en la rendición irreversible
de la posición edípica negativa (homosexual) durante la adolescencia temprana;
consecuentemente el ideal del yo promueve la formación de la identidad sexual.
Tanto el superyó, como el ideal del yo se dirigen a una meta y determinan la elección. Las
infracciones contra las demandas del superyó, dan origen a sentimientos de culpa, temor
a las represalias y abandono, y a una necesidad de expiación; en cambio, la negligencia
de las expectaciones del ideal del yo, deriva en un choque para el equilibrio narcisista y
en una contaminación del yo, generando ansiedad social. El ideal del yo, contiene, según
Freud, no solo un componente individual, sino también uno social; recibe un impulso
decisivo formativo durante el paso por el Complejo de Edipo, cuando el niño deja de
clamar la igualdad con su padre o madre y concentra sus esfuerzos en ser y convertirse
en él. La identificación primitiva que desecha la distinción entre sujeto y objeto, es
reemplazada por la identificación con partes abstractas del objeto tales como, cualidades,
valores, actitudes. Estas identificaciones ganan gradualmente ascendencia sobre sus
precursores de emulación del cuerpo o partes del cuerpo y una idealización global del
padre o madre.
El yo ideal, toma algunas funciones del superyó, este cambio tiene lugar en la
adolescencia, cuando la relación yo-superyó está en una revisión radical, es decir, durante
las fases en que se aflojan las ligas a objetos tempranos, cuando ocurre el despegue
decisivo del padre edípico. Los elementos del superyó se vuelven de este modo positiva o
negativamente modificados y se integran dentro del yo ideal. Las identificaciones del
período adolescente juegan un papel principal, al dar al yo ideal un contenido adicional y
una dirección específica; las mismas carecen de la característica irracional del superyó y
son egosintónicas. El ideal del yo avanza al estado de una institución yoica por la
transformación de la libido objetal homosexual en libido yoica y en el concomitante estado
de sexualidad completa que se encuentra en la polaridad heterosexual. Esta modificación,
por un lado cierra la puerta a la autosuficiencia bisexual (autograndiosidad megalomanía,
propia de la adolescencia), y por otro lado encuentra la elección de objeto narcisista, es
decir, homosexual. Acerca de esto, Freud dijo: De este modo grandes cantidades de libido
de tipo esencialmente homosexual son absorbidas en la formación del ideal del yo
narcisista y encuentran la salida y satisfacción en mantenerlo.
El desarrollo del yo ideal en la adolescencia ha recibido insuficiente atención en términos
de la influencia que ejerce sobre la estabilización de la masculinidad y la femineidad en el
carácter del yo.
Cualquier discrepancia entre el ideal del yo y la autorepresentación es sentida como una
disminución en la autoestima, este estado puede asumir proporciones intolerables, en los
adolescentes observamos con frecuencia una formación de autoimagen con reacciones
paranoides causadas por una identificación hostil con una imagen paterna degradada.
Este estado es seguido por una restitución narcisista del ser despreciado; solo de este
modo son capaces algunos adolescentes de contrarrestar la autocrítica y las reacciones
negativas del medio ambiente.
Combinatoria
La combinatoria (combinaciones, permutaciones, variaciones) es una
generalización de las operaciones de clasificación o de relaciones de orden; las
operaciones de combinación son operaciones a la segunda potencia, las permutaciones
son seriaciones de series y las combinaciones, multiplicaciones de multiplicaciones.
El adolescente puede inferir pruebas de combinaciones de objetos, por ejemplo se
le presenta diferentes frascos (A B C D E) conteniendo diferentes líquidos incoloros y el
líquido de color que se obtiene a partir de la reunión de algunos de ellos (por ejemplo: A C
D) y se le solicita que busque la combinación.
Logra hacer combinaciones de ideas o hipótesis; pueden entender lógicamente:
una negación, disyunción, conjunción, implicación (si p, entonces q).
Nociones probabilísticas
El joven se interesó tanto por la deducción como por la problemática del azar.
La probabilidad de los acontecimientos constituye una relación entre casos
realizados y los posibles.
En este período se descubre las nociones de causa necesaria, causa suficiente y
la pluralidad de causas.
El adolescente aunque posea la aptitud para el pensamiento hipotético deductivo
lo utiliza poco en su vida cotidiana.
La vocación, lo vocacional
La vocación se construye a lo largo de la vida, es una construcción asociada al
conjunto de experiencias desarrolladas en la vida social. La vocación es una búsqueda,
como ejercicio de libertad, es un ser siendo como proceso de creación, algo que se
mantiene pero también cambia, la vocación si existe y podemos desarrollarla. Pareciera
preferible hablar de lo vocacional antes que de vocación. La vocación como
problemática social no existe desde siempre, es una construcción histórica, surge con las
sociedades modernas.
Los problemas vocacionales estuvieron en un comienzo ligados a los
requerimientos de la sociedad industrial. La elección vocacional empezó a estar más
ligada a los estudios que a los trabajos, las carreras se transformaron en los nuevos
mediadores para el ingreso al mercado de trabajo y, por eso, la práctica de la llamada
orientación Vocacional quedó vinculada a la intervención que se efectúa para acompañar
a un sujeto a elegir una carrera.
El contexto de época
Las características más sobresalientes de la situación actual es el desempleo
masivo y la precarización de las situaciones de trabajo; esta nueva cuestión social dejó en
evidencia la inadecuación de los sistemas clásicos de protección para cubrir estas
dificultades.
Robert Castell plantea que la asociación “Trabajo establece / inserción relacional
sólida” caracterizó una zona de integración y, a la inversa, la ausencia de participación en
alguna actividad productiva y el aislamiento relacional conjugan sus efectos negativos
para producir exclusión o desafiliación.
El drama que trae aparejado el derrumbe de la condición salarial es la pérdida del
lugar del trabajo como principal ordenador de la vida social, como principal sostén de la
identidad de las personas. El problema del empleo no se restringe a los sectores menos
calificados, por el contrario, se irradia a todo el conjunto social.
Nuestra tarea específica en orientación vocacional será la de facilitar la
construcción de recorridos abiertos al cambio, propiciar una identidad que no se amolde
estrictamente a las estructuras de títulos y de carreras sino que se organice
dinámicamente como subjetividad dispuesta a enfrentar problemas.
Síntesis
Una persona ha adquirido su identidad ocupacional cuando ha integrado sus
distintas identificaciones y sabe qué es lo que quiere hacer, de qué manera y en qué
contexto. La identidad ocupacional incluirá un cuándo, un a la manera de quién, un con
qué, un cómo y un dónde; la identidad vocacional es una respuesta al para qué y por qué
de la asunción de esa identidad ocupacional.
La identidad vocacional en épocas de sociedad salarial se había transformado en un
verdadero universal.
Se propone indagar los efectos psicológicos (la producción de la subjetividad) que
produjeron las severas modificaciones en el mundo del trabajo.
Las llamadas patologías del reconocimiento social aparecen cuando los sujetos no
pueden hacerse reconocer por lo que son, hacen, sienten y desean; surge el conflicto
entre la experiencia singular y las normas sociales en virtud de las cuáles se puede ser
reconocido y apreciado.
RASCOVAN. LOS JÓVENES Y LA CONSTRUCCIÓN DE ITINERARIOS
VOCACIONALES EN UN MUNDO SIN AMARRAS.
Los trayectos e itinerarios educativos de los jóvenes no resultaron ajenos a las crisis y los
profundos cambios que acontecieron en la historia. La educación y el tránsito por los
diferentes ciclos de escolaridad instituyen siempre una apuesta al futuro, asociada a la
promesa de un destino mejor. En esta apuesta al futuro, finalizar los estudios secundarios
representa una bisagra en los trayectos de vida de los jóvenes y la transición al mundo
adulto. Supone intentar responder al interpelador generacional: ¿Qué vas a hacer de tu
vida?
Introducción
La pubertad y la adolescencia temprana comienzan con el surgimiento de una
nueva oleada de impulso sexual, ésta vez genital y, con la recatectización del complejo
de Edipo infantil. El joven debe abandonara los objetos endogámicos e incestuosos y la
tramitación fantasmática del Complejo de Edipo infantil se traduce en una nueva fantasía
llamada por Freud como novela familiar del neurótico.
Los autores kleinianos aportaron la idea del duelo y hacen hincapié en los cambios
que debe realizarse en el Ideal del Yo del adolescente:
Por el cuerpo infantil
Por los padres de la infancia
Por las seguridades perdidas
Si bien esta etapa es importante por el surgimiento de la sexualidad genital, para
Freud, una vez atravesado el complejo de Edipo infantil e instalado el superyó como
heredero del complejo, están dado los elementos necesarios para comprender la
psicopatología adulta; la etapa adolescente no fue estudiada con la misma meticulosidad;
para Freud bastaba con investigar la etapa infantil y el complejo de Edipo y de castración.
En los últimos años se ha ido imponiendo la necesidad de pensar a la
adolescencia como una nueva etapa en un psiquismo que aún no ha terminado de
desarrollarse y esto implica la idea de un psiquismo abierto, incompleto y en
transformación y esta postura lleva a pensar que la emergencia de la pulsión genital
durante la pubertad como un momento inaugural e inéditos de nuevos avatares
pulsionales.
Postulada la adolescencia como un momento inaugural, debemos entender su
advenimiento como una etapa fundante que resignificaría el pasado y se convertirá el
pasado en una novela que los adultos nos narramos de nuestro devenir.
Para pensar una clínica psicoanalítica con adolescente se parte de dos premisas:
Es imposible pensar un adolescente sin su grupo de pares, el adolescente es un ser
social.
Hablar de adolescencia es incluir como eje cardinal: el tiempo; la adolescencia es un
período de tiempo acotado que porta sus propios desafíos y trabajo.
Las condiciones de la época hacen que las tareas que los adolescentes deben
llevar a cabo se desarrollen de diversos modos y culminen de diferentes formas. A lo
estructural se le agrega las particularidades del contexto interpersonal y social que
definen las distintas modalidades de atravesamiento de la etapa mencionada.
Conclusiones
Al concluir la adolescencia este tembladeral de oposiciones y cambios
permanentes va cediendo, en la medida en que el adolescente se consolida su identidad y
se reconoce a sí mismo y a los demás en su propio estilo y manera de ser.
UNIDAD 6
EL ADOLESCENTE Y EL MUNDO SOCIO CULTURAL ACTUAL
La adolescencia en relación al entorno socio cultural e histórico cultural:
incidencia del mismo en la trama familiar y el proceso adolescente.
Emergencia de la adolescencia en la familia: factores desencadenantes de
la crisis. Elementos de la dinámica familiar que facilitan o dificultan el proceso
adolescente.
Consumación o consumo
Algo de la identidad está en juego no podrá sencillamente abandonarse la in-tensión al
consumo ya que hay algo del sujeto en juego.
La brecha generacional
Este enfoque revela que el escenario donde se desplegaban estas relaciones ha sido
cambiado a lo largo de los últimos siglos. La relación entre padres e hijos adolescentes ha
sufrido sólo recientemente condiciones de cambio y han promovido interrogantes sobre
esta relación.
La familia moderna debilita sus lazos con la comunidad, la revolución industrial
impuso al amor maternal y el ideal maternal como regulador y el rol paterno como figura
distante en el hogar, como el hombre trabajando en el espacio extra doméstico para
satisfacer su función de proveedor económico de la familia.
A partir de las últimas décadas de este siglo, estas condiciones de la familia
moderna comienza a cambiar; los modos de producción postindustriales en los países
capitalistas se acompañan de cambios en las mentalidades; en las familias de la nueva
condición posmoderna la posición social y subjetiva de los padres, madres e hijos
vuelve a cambiar, donde la familia abandona sus miembros y se caracteriza por un corte
en los lazos que unía la generación nueva con la vieja, la nueva inestabilidad de los
vínculos en la pareja conyugal se refleja en los altos índices de divorcios y la demolición
de la idea de familia como nido o refugio para las problemáticas de la vida cotidiana.
La pérdida del sentido de la autoridad paterna y la puesta en crisis del amor
maternal (patología de los vínculos afectivos en la madre) llevaron a los hijos
adolescentes a expresar un desinterés masivo por los valores de sus padres y de sí
mismos como continuadores del linaje familiar.
Esta discontinuidad de valores e intereses es lo que se denomina brecha
generacional; para los adolescentes, su grupo de pares constituye su lazo social más
fundamental y socializante y la fuente identificatoria de su subjetividad.
La subcultura adolescente trata de mantenerse independiente de los valores
adultos, no opositora, sino separada.
Estos cambios se observan también en los padres; en los valores clásicos de la
familia nuclear de la modernidad donde en la familia posmoderna, los padres pierden su
rol de educadores y de figuras de identificación únicas para sus hijos; los padres se
vuelven amigos de sus hijos y no representantes de una cadena generacional ni figuras
de autoridad para ellos.
Para Obiols y Obiols señalan que la cultura posmoderna genera un fenómeno
particular con los adolescentes en la medida en que proponen a los adolescente como
modelo social y así se adolescentiza la sociedad. El adulto deja de existir como modelo
físico y se pasaría sin solución de continuidad de la adolescencia a la vejez.
Problemáticas de la posmodernidad
En la familia de la modernidad, la adolescencia era entendida como una etapa de
plena incomodidades o pasajera; en la actualidad tienden a prolongarse en el tiempo y no
necesariamente es vivida como una etapa crítica de la vida. La adolescencia se ha
institucionalizado y es glorificada por la sociedad de consumo.
Esta condición está extendida a buena parte de los jóvenes, pero no a todos;
quienes pertenecen a sectores más bajos de la población, o los jóvenes campesinos,
quedan fuera de este proceso.
En la actualidad, el debate sobre la duración del período adolescente incluye
conceptos tales como:
Adolescencia temprana: de 12 a 14 años.
Mediana adolescencia: de 15 a 18 años.
Adolescencia tardía: de 19 a 22 años.
Varios autores señalan la existencia de la post-adolescencia o primera juventud,
que abarcaría de los 23 años hasta los 29 años y la adultez llegaría cuando s forma parte
del mundo adulto a través del trabajo, la propia madurez y el reconocimiento de los
adultos como pares.
Para Erickson, la tarea normativa de la adolescencia es la creación de un conflicto
entre generaciones y su posterior resolución.
Para Aberasturi, el adolescente posee el duelo por el cuerpo infantil, el duelo por la
identidad infantil y el duelo por los padres de la infancia.
James Anthony describe estereotipos de la adolescencia que podríamos entender
como parte del imaginario social acerca de los adolescentes:
1. El adolescente como objeto peligroso y en peligro, es una figura amenazadora
para la sociedad, como un sujeto que hay que proteger de las tensiones de la vida adulta.
2. El adolescente considerado objeto y sujeto sexual, en este estereotipo, los adultos
reactivan sus propios conflictos adolescentes.
3. El adolescente considerado como objeto de envidia, lo que llevaría a una rivalidad
narcisista.
4. El adolescente considerado como un objeto perdido, por lo cual los padres
experimentan sentimientos de tristezas, sensación de vacío en el hogar y pérdida de
objetivos.
5. El adolescente considerado como un individuo inadaptado
Introducción
La confrontación generacional es un tema complejo en todas las etapas de la
vida y fundamentalmente durante la fase de la adolescencia, para la adquisición y la
plasmación de la identidad personal y social.
El desasimiento de la autoridad parental y fraternal es una operación necesaria y
angustiante del desarrollo humano y puede ser denegado y desmentidos.
La confrontación generacional representa una de las vías para estudiar de qué
maneras las relaciones de poder fabrican sujetos e instauran una multiplicidad de técnicas
de constricción reversibles, que se despliegan asimétricamente y en dos direcciones:
desde los padres hacia los hijos y desde éste hacia los progenitores.
El padre cucharita
Es el que no corta ni pincha en la dinámica familiar, no instituye la función
paterna y no ejerce el corte en la díada madre – hijo, fraternizando el vínculo padre –
filial, impide que el hijo acceda al proceso de confrontación generacional, esencial para
la adquisición de la identidad.
Padres blandos
Promueve la inversión de la función paterna, el hijo ocupa su lugar y paternaliza
a sus progenitores y la tensión entre tesis y antítesis queda paralizada y el hijo no puede
realizar la síntesis de su propio reordenamiento identificatorio, debido a que permanece
fundido con su padre.
Especifique cuáles son los cambios que se producen en el seno familiar con la
emergencia de la adolescencia
Se entiende que el crecimiento y envejecimiento de los miembros de la familia son
perturbadores porque llevan a la transformación de reglas y rituales, introduciendo un
mayor nivel de complejidad.
Cada familia desarrolla un ciclo vital, entendiendo a este como una sucesión de
reestructuraciones de las relaciones interpersonales fruto de las necesidades de
adaptación a condiciones cambiantes (o perturbaciones), pero estos cambios no se hacen
si atravesar por crisis.
La adolescencia es una de las perturbaciones que afectan al sistema familiar; la
adolescencia de un miembro de la familia es un proceso en el que participan todos, ya
que se transforma el conjunto de interacciones del grupo.
La llegada de la adolescencia supone unos cambios biológicos, cognitivos y
afectivos que trastocan en el microsistema familiar, los cambios hormonales llevan a
cambios en el estado de ánimo, la capacidad reproductora genera nuevas expectativas de
conducta y el cambio del aspecto físico lleva a introducir cambios en la expresión de la
afectividad entre padres y sus maduros hijos, en forma de evitación del contacto físico. A
nivel de mesosistema: su mundo social se ha expandido a través de las relaciones en la
escuela y en otros ámbitos, la figura de los padres está relativizada, por la aparición de
otros significativos. También se evidencian perturbaciones en el exosistema: desde las
pautas de conducta del grupo de amigos hasta el horario de cierre de los lugares
nocturnos, pasando por la percepción de necesidades de formación ajustadas al mercado
laboral. En suma, se trata de una acumulación de cambios en distintos sistemas.
El sistema familiar reacciona a la perturbación buscando la conservación de la
organización; si la organización familiar incluye mecanismos de autorregulación ante las
perturbaciones que le permite afrontar las nuevas situaciones de una forma adaptativa,
observamos una serie de cambios en las reglas que regulan las interacciones y el
comportamiento de los sujetos que componen el grupo, cambios que constituyen el
desarrollo del sistema.
El incremento de los conflictos en las relaciones familiares, durante la
adolescencia cumple una función: la de posibilitar la transición ecológica que marca el fin
de la infancia, el conflicto es un ímpetu esencial al cambio, la adaptación y el desarrollo.
La adolescencia puede ser un fenómeno precipitador del estrés en función de la
presencia de factores predisponentes (no haber resueltos transiciones anteriores, una
situación de extremada pobreza, problemas de salud mental o física en uno de sus
miembros) y cuando no hay factores mediadores (no hay apoyo social modelos
disponibles sobre cómo afrontar tal transición).
Para Haley, esta transición en el ciclo vital familiar supone resolver tres tareas
fundamentales:
La entrada en la adolescencia supone una reestructuración de las relaciones de pareja.
La adolescencia de los hijos, coincide con los años medio de la vida matrimonial y la
resolución de un problema conyugal en la etapa media del matrimonio suele ser muy
difícil.
El desarrollo de un hijo implica ir adaptando las normas y formas de relacionarse a las
nuevas necesidades. Por ello, familias rígidamente estructuradas y refractarias a los
cambios tienden a obviar el salto cualitativo que supone el paso de la niñez a la
adolescencia, el dejar de considerar a sus hijos como niños.
La emancipación de los hijos, su marcha definitiva del hogar, vuelve a dejar sola a la
pareja ante sí misma es lo que se ha llamado el síndrome del nido vacío.
Si bien han cambiado las épocas, la modernidad ha dejado marcas: la “normatización” del
adolescente que implica tener un proyecto cerrado y acabado (estudios o metas laborales,
casarse, formar una familia). No obstante, hoy nos encontramos con un adolescente
“navegador”, dotado de una “plasticidad yoica” que le permite navegar por el mundo y
expandir diferentes potencialidades creativas y también un “adolescente del descarte” que
no pueden navegar ni construir, y sufren un colapso caótico en cualquier proyecto que
inicia.
El contexto social en nuestro país ha cambiado. La sociedad funciona como un elemento
traumático, en tanto no permite la navegación o la concreción de planes, y por ende un
proyecto identificatorio.
Trauma
Peligro externo e interno: el yo es atacado desde adentro, es decir, por las excitaciones
pulsionales, como lo es desde afuera. ¿En qué medida lo social, lo contextual, puede ser
traumático, e interferir en la constitución yoica?
Tomemos, por ejemplo, lo que ha ocurrido en nuestro país desde diciembre del 2001
hasta la actualidad. La Argentina se había convertido de repente en una gran arena
movediza, no teníamos piso que nos sostuviese. La condición y el marco para la
producción de subjetividades están dados por el intercambio social, y también están
dados estructuralmente. ¿Cómo se construye la subjetividad en este contexto
impredecible, si el medio social es parte fundante de la misma?
Winnicott señaló con su concepto del holding, la importancia que tiene contar con un
contexto estable y previsible para que alguien se integre y se convierta en persona
(capacidad de adaptación). Las personas que están en medio de este caos social, con
esta ausencia de holding social, corren el riesgo de sufrir todos los trastornos derivados
de las dificultades para la integración: hipocondrías, somatizaciones y trastornos
vinculares.
El ideal imperante en los últimos años en nuestro país, transmitido por sus figuras
dirigentes, estuvo ligado al egoísmo y a la falta de solidaridad. El ideal se ha vuelto a
confuso, inestable y lejano. En todo caso, se supone que debe estar del lado de lo ajeno,
lejos, en el extranjero.
Esto implica un gasto psíquico importante, por cuanto los adolescentes deben renunciar a
su contexto emocional cotidiano. Así es como muchos adolescentes piensan en el éxodo,
ilusión de que hay un lugar en el mundo con un piso firme que va a permitir desarrollar un
proyecto.
Para todos, lo que ha sucedido en nuestro país durante los últimos años fue traumático,
pero en los adolescentes implicó un plus de angustia. El problema no era sólo si se podría
seguir siendo, el plus de angustia lo provocaba la pregunta: ¿lograré ser?
Palabras finales
Arribar a la sensación de “yo soy”, y la consecuente relación con “yo era” y “yo seré”
(construir su historia), es un trabajo psíquico que se desenvuelve entretejido con el
mundo. De cómo se entramen esos hilados sociales, de que nuevos marcos contextuales
surjan en la vida del adolescente y cómo los transite, dependerá que los traumas,
adversidades, cataclismos emocionales, etc. dejen un sedimento, estructuras y no vacíos.
La lucha se libra entre el proceso identificatorio (en tanto la identidad no es algo acabado
sino en movimiento) y el vacío.
Actividades y funciones
Un grupo se forma por la proximidad física entre adolescentes que comparten tiempos y
espacios; hay grupos que tienen actividades específicas y, en la medida que, un
adolescente participe en ella, las adopta como propias.
El grupo facilita algunas conductas de iniciación, con sus correspondientes riesgos
-Exploración del mundo de los adultos:
En las sociedades menos desarrolladas solucionaban esta transición mediante algún ritual
de iniciación que delimitaba cuando se dejaba de ser niño y se convertía en adulto.
-En las sociedades modernas, el paso a la edad adulta es más difuso, la preocupación se
centra en proporcionar el máximo de conocimiento mediante la escolarización y la
formación profesional
Conformidad y jerarquía
El llamado culto a la conformidad se basa en aspectos formales y externos (música,
vestimenta) y sobre la tendencia de aceptar a ciertos miembros y a rechazar a otros.
Conclusión
La persona se consolida emocionalmente y aprende habilidades sociales mediante sus
relaciones en grupo. En la adolescencia, al asumir los valores del grupo, se produce un
distanciamiento de los adultos familiares y se consigue una primera forma de identidad
personal. En el grupo se asumen funciones y papeles, se asumen compromisos y
responsabilidades y se consigue un estatus que representa un aprendizaje que permitirá
asumir compromisos y formas de relación característico de la edad adulta.
Un centro escolar donde pasan los adolescentes sus días son ámbitos de
desarrollo en conexión con los ámbitos de la familia y las amistades; escenarios de
actividades reguladas sujetas a transacciones entre profesores y alumnos y lugares
donde se debe dar entrada a alumnos como actores con sus intereses y necesidades.
Los adolescentes adoptan posturas personales (distanciamiento, crítica,
evaluación reflexiva) frente a todo aquello que el sistema escolar inculca como valores y
hábitos; la socialización no es sólo un proceso de impregnación o de impronta, los sujetos
adoptan un papel reactivo frente a la acción socializadora adulta y la propia idiosincrasia
adolescente selecciona patrones de conducta social.
Es difícil ofrecer resistencia a los implícitos del sistema escolar, por ejemplo:
Erigir la competitividad como motivación para el estudio.
Valorar la inteligencia como don de nacimiento.
Premiar el buen comportamiento en lugar de las posturas intelectualmente críticas.
Poblar las mentes de conocimientos desconectados de la realidad.
Poner énfasis en los contenidos de conocimiento que en los procesos de
adquisición.
La adolescencia no constituye un universal, sino que resulta definida según los discursos
de época.
La globalización impone sus coordenadas al tránsito adolescente. La tendencia a la
homogeneidad atraviesa fronteras geográficas e impregna a los adolescentes de
regiones distantes con estilos, modas, hábitos de consumo y anclajes identificatorios que
los igualan. El mundo tecno-mediático, comunica e identifica entre sí a los adolescentes,
dando lugar a nuevas demarcaciones virtuales de las nociones de cercanía y lejanía.
La aceleración imprime un sello inédito al registro cultural de la temporalidad, el
incremento de la velocidad, se expresa en múltiples aspectos de la vida cotidiana actual y
también penetra en las generaciones y en las diferencias entre ellas. El modelo
adolescente se impone y convoca al mundo adulto a permanecer en esta etapa,
actualmente erigida en un ideal colectivo.
Cada generación es hoy parte de una cultura diferente y, coexiste con las restantes con
códigos, valores y dialectos disímiles
Esta autora sugiere una noción plural, postula "las adolescencias"; refiriéndose a las
multiplicidades, dadas por las significaciones imaginarias sociales.
Características frecuentes en los adolescentes de hoy:
La adolescencia se ha prolongado.
La vida familiar se ha modificado, la familia no es hoy el principal, ni el único
agente de socialización y transmisión. La transmisión intergeneracional cede lugar
a modalidades de transmisión exogámicas, sustituyendo las identificaciones
centrales por otras extrafamiliares, produciendo mutaciones sustanciales en las
condiciones actuales de producción subjetiva.
La noción misma de futuro y la de proyecto se han desdibujado en el plano social.
El lugar idealizado que la cultura propone respecto de lo joven es el lugar del
consumidor. Una de las paradojas con que se encuentra el adolescente: ¿cómo es
posible consumir sin inserción laboral?
Tendencia a la adolescentización social. (devaluación de la noción de proyecto).
La diversidad de modelos identificatorios exogámicos y la fortaleza de los vínculos
de paridad son fuente de identificación.
La tarea clínica consistirá en acompañar al adolescente que nos consulta en ese proceso
de búsqueda que obliga a tramitar duelos e invita a bosquejar proyectos para un yo
disponible al porvenir.
Las nociones de pasado y de futuro han ido perdiendo relevancia, la desaparición de los
grandes relatos y la caída de las utopías, han contribuido al descrédito del porvenir como
guía, la época nos propone constituirnos en habitantes del puro presente.
Adolescencias
La adolescencia se ha prolongado. La OMS indica que la duración de la misma se ha
ampliado hasta los 25 años. Se pospone el ingreso a la adultez con su carga de
responsabilidad e independencia económica. Paradójicamente: la idealización de los
atributos de la juventud privilegia a ésta como bien para la inserción laboral. Destina una
jubilación prematura a los adultos, quedando expulsados del sistema productivo. La
adultez se está angostando, entre la juventud extendida y una vejez apresurada. Una
característica hoy, es que, la familia no es el principal y mucho menos único, agente de
socialización y transmisión.
UNIDAD 7
DIFICULTADES Y DESAFÍOS DE LA ADOLESCENCIA DE HOY
Principales problemáticas de la adolescencia: conducta adictiva, violencia,
embarazo adolescente. Conducta autodestructivas. Trastornos de alimentación
entre otros temas.
La labilidad afectiva
Sería más un fragmento depresivo en la medida en que el número de síntomas es
reducido, su intensidad es escasa y su carácter evanescente aunque recurrente.
Etiología
I. Entre los factores de riesgo de la primera etapa, estaría:
La predisposición genética y familiar. Trastornos psiquiátricos en familiares
cercanos.
Hay que considerar también los aspectos relacionados con la personalidad
de base, como son la baja autoestima y el excesivo perfeccionismo.
La obesidad y sobrepeso previo puede ser un motivo del comienzo de una
dieta
II. La segunda etapa del desarrollo de la enfermedad iría desde el inicio de la dieta
hasta la enfermedad manifiesta.
III. En el mantenimiento de la enfermedad, ya en su tercera etapa, se considera que
la sobrevaloración del peso y la figura impiden su mejoría, a no ser que se
modifiquen en una terapia específicamente encaminada a ellos.
3. Drogadicción
Se define a la droga como cualquier sustancia que introducida en el cuerpo por
cualquier mecanismos de administración y tenga o no utilidad terapéutica, es capaz de
producir una modificación en la conducta del sujeto.
Prevención
Entre los objetivos se distinguen:
- Reducción de la oferta a través de medidas legislativas o represivas y que afecten
a las drogas legales e ilegales.
- Reducción de la demanda del consumo
- Detección y orientación precoz
- La reducción de los problemas asociados al consumo
Estrategias de intervención
a) Evitar o retardar el inicio del consumo de tabaco
Regulación de la publicidad
Socialización antitabaco por parte de los padres
Campañas de prevención temprana del tabaquismo
b) Suscitar el abandono del consumo precoz a los adolescentes: intervenciones
psicosociales y farmacológicas
Técnicas psicológicas de terapia farmacológica
Consejo para dejar de fumar
Factores intervinientes
Cuando se estudian las conductas de riesgo en la adolescencia, se contempla
inevitablemente a la familia en la que el adolescente ha crecido y el entorno social en
las que ambos están inmersos; estos elementos pueden llegar a ser decisivos en cuanto a
la aparición de conductas de riesgos, en su cronificación o constituirse en un factor
protector.
La familia es un lugar privilegiado donde encontrar esos agentes favorables para
sortear gran parte de las dificultades que presenta la adolescencia.
Entre los factores de riesgo que podemos encontrar dentro de la familia se
encuentran:
Inestabilidad familiar, presencia de conflictos recurrentes, rupturas
Inconsistencia en cuanto al establecimiento y mantenimiento de límites por parte de los
padres.
Inestabilidad psicológica de los padres.
Experiencias de abandono y / o institucionalización temprana
Adicciones y/o comportamientos violentos en los padres.
Antecedentes psicopatológicos de los padres.
Escasa o nula implicación paterna en la crianza y educación de los hijos.
El consumo de tóxicos
La adolescencia es un momento proclive para el consumo de sustancias adictivas;
algunas de ellas están prohibidas exclusivamente a menores, como es el caso del alcohol
y del tabaco. Su consumo se identifica, para muchos adolescentes, con la adquisición de
estatus adulto. Otras, las drogas llamadas ilegales, hacen extensiva su prohibición.
Ambas comparten el carácter normativo en su uso, es decir, su no consumo es una
cuestión de ley, de ahí es que se ofrezcan como vía preferente de actuación /
confrontación para no pocos adolescentes.
Buscando emociones
Existen otras formas de exponerse al riesgo a través de comportamientos donde la
búsqueda de peligro es el principal aliciente y que en su máxima expresión cobran
carácter delictivo; nos referimos a la conducción de motos y automóviles de forma
temeraria o a juegos en los que se expone el mismo o a otros en peligro. Son conductas
que buscan un grado de emoción ligada a la sensación de estar en peligro, aunque sea
de muerte. Este impulso es lo que confiere tal poder destructivo, hacia sí mismo o hacia
los otros.
Es frecuente que cometan estos actos bajo efectos de las drogas, ya que contribuyen a
maximizar la propia imagen, hasta convertirla en omnipotente, sin límites ni fisuras; en
otras ocasiones, son verdaderos retos a la muerte, incluso se la busca.
COSAS IMPORTANTES
Confrontación generacional:
Según Lerner: “Es la posibilidad que tiene un sujeto de crear al otro, al mundo, así mismo.
La condición y marca para la producción de la Subjetividad, están dados por el
intercambio social y también están dados estructuralmente.
Lerner también define Identidad y dice que esta se vincula con la subjetividad.
Según Sternbach: “Cambios sociales y culturales que han producido grandes cambios en
la producción de subjetividad y en la adolescencia.
Concepto de “identidad”
Los autores que debemos nombrar y articular son: Palazzini, Moujan y Rother
Hornstein.