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En la lectura, Duverger da varias propuestas sobre cómo debería ser estudiado el pasado indígena

de México. Considera que la perspectiva empleada para estudiar Mesoamérica tiene ciertos errores.
Nos hemos acostumbrado a ver al mundo con los ojos occidentales-europeos, cuando la realidad es
que el mundo no se rige de esa manera.

El primer punto importante dentro de este texto es el reconocer en Mesoamérica el mestizaje, los
asentamientos en esa área no son de origen lineal, ni la historia de toda el área. Hay una
interconexión cultural entre todas las civilizaciones como una telaraña, no se sabe exactamente en
donde inició todo, pero sí se conoce el resultado del entrelazamiento entre todas, ya sea de manera
directa o indirecta.

Algo que llama la atención es la periodización realizada por él, argumentando que la comúnmente
usada de preclásico, clásico y posclásico no es totalmente acertada. Por eso define las siguientes
etapas. I, II, III, IV y V.

La primera época trata la nahuatlidad de los Olmecas, partiendo del descubrimiento de que esta
tribu no fue la primera en ocupar las tierras de Michoacán y Costa Rica, pues se encuentran vestigios
con razgos muy diferentes a los olmecas, además de un aumento en población particular en 1500.
La conclusión del autor es que el grupo olmeca, anteriormente migrante, dirige la aparición de
sedentarios anteriores. También aparecen vestigios muy lejanos a los que se habían registrado ahí
oficialmente: culto a la fecundidad femenina, cerámicas y de más.

En la segunda época, las nuevas tribus fortalecen sus razgos regionales. Las ciudades de Guatemala
empiezan a figurar el arte maya, que después se transporta al norte, hasta Yucatán. En oaxaca se
desarrollan las facciones del pueblo zapoteco, y las primeras ocupaciones de Monte Albán. En el
Valle de México se asientan varias regiones costeras: Zacatenco, Ticomán, Tlatilco y Teohotihuacán,
en una zona más árida. Esto significa una expansión territorial, acompañada de diversificación
religiosa entre las tribus y las primeras construcciones de pirámides.

Los mayas y los totonacas se resisten a la mesoamérica del sur, que se asimilaban a las poblaciones
amazónicas o del caribe.

Además, se evidencían las diferencias culturales en occidente, en las zonas de Colima, Nayarit y
jalisco, donde no hay mestizaje mesoamericano-náhuatl, figurillas, cerámica, tumbas de tiro, entre
otras cosas. El autor considera que tal diferencia indica a los orígenes de la cultura Tarasca.

La tercera época comprende el inicio del Periodo Clási co. En este, Teotihuacán se desarrolla
plenamente, con la herencia nahua hasta Monte Albán, significando control cultural de
Mesoamérica. Se encuentran símbolos religiosos en las nuevas zonas dominadas. Tiempo después
entran a tierras totonacas, a Veracruz y a Tabasco.

Este dominio cultural termina pronto, debido al agotamiento social ante la caída de Teotihuacán y
de Monte Albán, hacia el siglo VIII.

En ese momento, el mundo maya es el que se desarrolla plenamente. Tiene un crecimiento más
acelerado, a fin de la influencia mesoamericana y la falta de rivales territoriales. No prescinden tanto
de los modelos nahuas, se diferencían con su escritura y con la construcción de sus pirámides altas
con crestas. El autor indica una expedición maya en Xochicalco, con el propósito de una extensión
territorial. Su poder se empieza a acabar debido a una crisis en el siglo IX.

Al mismo tiepo, la influencia nahua se extiende a Jalisco, Nayarit, Colima y una parte de Zacatecas,
donde el autor encuentra un declive cultural, que igualmente se estaba viviendo en el resto de
Mesoamérica. Ante esto, el autor se dedica a aclarar la caída acelerada de Teotihuacán,
evidenciándose en restos de la ciudad y la falta de material de desastres o saqueos. Una zona entre
Querétaro, Tulancingo, Puebla y Toluca, los Toltecas invaden de manera pacífica para habitar las
ciudades abandonadas, adquiriendo las costumbres de los pueblos decadentes, después se
proponen a recuperar el poder nahua. Atacan a los mayas y recuperan a las comunidades nahuas,
después de cierto tiempo convierten la cultura maya a los valores toltecas.

El autor separa dos etapas para el fortalecimiento tolteca: en el primero se inaugura Tula y se
conquista a los mayas. Llegan al valle de Oaxaca, donde coinciden con los Mixtecos. Termina con el
fin de Tula y la caída de Chichen Itzá. La segunda etapa muestra a los Toltecas más determinados,
que vencen a la resistencia en la zona huasteca, en oriente, y la zona tarasca, en occidente.
Mesoamérica alcanza su máxima extensión, hacia el Río Pánuco, Sinaloa y Nicaragua.

La época V incluye el continuo mestizaje proveniente del norte, la culminación Mexica sobre
Mesoamérica, estableciéndose en un territorio previamente ocupado por los toltecas. Su periodo
se extiende dos siglos con un ascenso acelerado hacia el poder, ayudado por grupos étnicos nahuas.
Duverger apunta aquí la nahuatlización y mexicanización de mesoamerica. Esta etapa termina con
la abrupta invasión española.

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