Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
2010/07/28
POR GABRIELA BUSTELO
Este paso constante de la vida acomodada a la pobreza más absoluta fue una
constante en su vida, dando lugar a sus característicos personajes venidos a
menos y nostálgicos de un pasado mejor. Tras mudarse a la ciudad de Nueva
York publicó en 1831 un volumen de poemas que contenía ya varias muestras de
su talento. En 1833 suManuscrito hallado en una botella ganó un premio
concedido por un semanario de Baltimore, lanzándolo por necesidad económica a
su carrera como escritor de relatos. De nuevo en Richmond, la ciudad de su
familia adoptiva, Poe dirigió una revista cultural que lo consolidó como crítico
literario y se casó con su jovencísima sobrina Virginia, que tenía solo trece años.
Durante la década siguiente, en gran parte desgraciada debido a la enfermedad
de su esposa, trabajó como redactor para varias publicaciones de Filadelfia y
Nueva York. En 1847 falleció su mujer y él mismo cayó enfermo. Parece evidente
que su adicción al alcohol y al opio, atestiguada por sus contemporáneos y
retratada en varias de sus obras, contribuyó a su temprana muerte en Baltimore el
7 de octubre de 1849. En palabras de su admirador Julio Cortázar, en cuya obra
influyó poderosamente, Poe murió “a solas en su particular infierno en vida,
entregado definitivamente a sus visiones”.
Pese a haber escrito muchos menos relatos de misterio que de terror, la huella de
Poe en la literatura detectivesca es indeleble. De hecho, la tríada formada por Los
crímenes de la calle Morgue, El misterio de Marie Rogêt y La carta robada —todos
protagonizados por el detective C. Auguste Dupin— constituye todo su corpus
policial, por así decirlo. Poe llamaba a estos cuentos “analíticos”, pues no se
centran en las sensaciones o emociones, sino que describen un problema
concreto empleando la lógica. En todo caso, son el más claro antecedente de la
novela negra actual. En ellos incorpora Poe por vez primera dos elementos hoy
considerados clásicos en la literatura policíaca: el detective de salón —que
tomarían prestado Arthur Conan Doyle y Agatha Christie— y el narrador
intermediario. Por otra parte, las técnicas de deducción de Dupin y sus excéntricos
hábitos personales sirvieron de modelo para todas las novelas policíacas
posteriores.
Tanto de forma simbólica como explícita, toda la obra de Poe tiene una intención
moralizante, que parece encerrar una doble motivación personal. Con su literatura
Poe estaría exorcizando su disoluto comportamiento en la vida real, además de
vengarse de quienes lo atacaban verbalmente. El tonel de amontillado, por
ejemplo, se considera una respuesta a la guerra periodística que se libraba por
aquel entonces en Nueva York y es la tenebrosa materialización del popular dicho
“La venganza es un plato que se come frío”. Y El gato negro, un relato sobre la
culpa que impresionó profundamente al poeta francés Charles Baudelaire, narra
con escalofriante realismo la violencia doméstica practicada por el alcoholizado
protagonista cuyo gato se convierte en la implacable voz de su conciencia. En El
retrato oval, en cambio, se critica el egocentrismo y la falta de humanidad del
artista sobrevalorado por sí mismo y por los demás. De una u otra forma, Poe
propina al culpable —a menudo su álter ego— su merecido castigo.
Y como todo lo relacionado con Poe sigue teniendo ese algo poético, por llamarlo
de algún modo, en Hollywood corren rumores de que nada menos que Sylvester
Stallone va a dirigir un biopic basado en su vida y protagonizado por Viggo
Mortensen. No sabemos qué opinaría el homenajeado si levantara la cabeza, pero
es probable que el asunto le diera más terror que un entierro prematuro, una de
sus grandes fobias.