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Monitor:
Moderador:
Padre santo,
en esta hora de la tarde nos reunimos junto al altar
para hacer memoria de la Eucaristía celebrada
y adorar la presencia sacramental de tu Hijo
entregado para la salvación de todos.
Él es el Profeta,
haz que su Palabra resuene en nuestro corazón
y nuestras palabras sean eco de la suya.
Él es el Sacerdote,
haz que nuestra ofrenda y oración
se eleve hasta tu trono, como incienso,
y te ofrezcamos el gozo y el llanto de la humanidad.
Él es el Emmanuel, que permanece en el Sacramento,
haz que nosotros permanezcamos con él,
como los sarmientos en la vid.
Él nos ha dado como testamento el mandamiento del amor,
haz que lo cumplamos y seamos instrumento de caridad.
Padre santo,
aumenta nuestra fe en el misterio que adoramos y veneramos
en este tarde del Jueves Santo.
Ayúdanos a crecer y testimoniar nuestra fe en la vida
para que un día podamos contemplarte a tí y a tu Hijo, sin velo
alguno.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos:
Amén.
Monitor:
Lector 1:
Monitor:
Asamblea:
Canto
Lector 2:
Monitor:
Asamblea:
Canto
Lector 3:
Monitor:
Asamblea:
Canto
Lector 4:
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
Monitor:
Asamblea:
Canto
Lector 5:
Canto
Monitor:
Moderador:
Señor Jesús,
nuestro encuentro de oración contigo no termina aquí,
se prolonga en nuestro compromiso en la vida,
ayúdanos con tu gracia a serte fieles aquí en la tierra
y poder contemplar tu rostro en el cielo.
Que vives y reinas, por los siglos de los siglos.
Vamos a dividirla en tres partes: una por cada misterio de los que celebra la
Sagrada Liturgia. Comenzaremos por la Sagrada Eucaristía, porque los
otros dos nacen de ella y a ella se orientan.
Como nos decían al principio, hoy celebramos tres misterios: las institución
de la Eucaristía, la institución del sacerdocio y el amor fraterno. De ellos, el
más importante es el de la Eucaristía, porque el sacerdocio fue instituido
para perpetuarla a lo largo de los siglos y el amor fraterno brota de ese
misterio inefable de amor y en él encuentra su más profunda razón de ser,
su orientación y su medida.
Por tanto la Eucaristía es, ante todo y sobre todo, el sacrificio que
Jesucristo ofrece al Padre en favor nuestro. El mismo que ofreció en el altar
de la Cruz.
Esto es así porque el sacerdote que ofrecía allí y ofrece aquí es el mismo; la
misma es también la Víctima ofrecida; sólo hay, una diferencia: allí el
sacrificio se realizaba en el mismo cuerpo pasible de Jesucristo que sufría
física y espiritualmente y entregaba su vida por nosotros; en la Eucaristía,
en cambio, el sacrificio se realiza de modo sacramental, a saber: bajo las
especies de pan y vino.
Quiere esto decir que cada vez que se celebra el sacrificio eucarístico "se
realiza. la obra de nuestra salvación", "Dios es perfectamente glorificado y
el hombre plenamente salvado", la SS. Trinidad recibe un himno espiritual
de acción de gracias, adoración y glorificación de valor infinito y hasta la
misma creación es reconciliada con su Señor. Por eso, siempre que se
celebra la Eucaristía, el sacerdote dice con voz solemne y majestuosa el
Prefacio (acción de gracias), varias doxologías (al foral de las oraciones
presidenciales, al concluir la plegaria eucarística, etc.) y nosotros cantamos
al santo. Nunca, por otra parte, deja de pronunciar las palabras de la
consagración, palabras que no repite como si estuviera contando lo que
ocurrió en la Última Cena, sino en presente indicando así que está
repitiendo lo mismo que Jesucristo hizo sacramentalmente en dicha Cena y
corporalmente en la Cruz.
4. La Eucaristía, Comunión.
Pero esa presencia, no sólo existe mientras dura la celebración, sino que se
prolonga mientras permanecen las especies sacramentales que se reservan
en el Sagrario; especies que proceden de la celebración y orientan a la
misma, porque se guardan sobre todo para ser comidas (comulgadas) por
los moribundos, los enfermos y cuantos no pueden participar en la
celebración eucarística. Hoy entendemos esto muy bien, porque las formas
reservadas en el Monumento que nos preside fueron consagradas en la
Misa Vespertina de la Cena del Señor y serán comulgadas mañana durante
la celebración vespertina.
II PARTE
2. Comentario:
B) Sacerdocio y Eucaristía.
b) que la celebren siempre con gran amor; c) que se les vea muy cercanos
al sagrario y d) que su ministerio de la Palabra y Pastoral se centren y
orienten hacia la Eucaristía.
3. Canto: Pescador.
PARTE III:
EL AMOR FRATERNO
b) Amor universal: Nos ha amado a todos y a cada uno, sin excepción, sin
favoritismos, sin exclusivisinos. Su sacrifico fue por todos y para todos y
con él puso las bases para formar con todos un solo Pueblo. Ahora sigue
contando con todos a la hora de ofrecer el sacrifico y de invitarnos a
participar en él.
d) Amor exigente: Quiere que vivamos el mismo amor que El vivió; y, por
lo mismo, que el nuestro sea un amor verdadero: afectivo y efectivo.
Para que ese amor sea humano y divino, al mismo tiempo, ha de seguir este
orden: la familia (esposos e hijos, abuelos), compañeros de trabajo,
personas que se cruzan en nuestra vida, todos los demás.
De modo muy especial los pobres, por los que hay que hacer una opción
preferencial -no exclusiva ni excluyente más allá de las meras
declaraciones de principios y buenas palabras. Una persona y una sociedad
que no descubran la miseria e injusticias en todas sus gamas y no se
esfuercen en remediarlas, tienen que hacer hoy y ahora el compromiso de
cambiar; porque de otro modo, el suyo no sería un comportamiento
cristiano sino su caricatura.
Monición final:
Hermanos, con esta hora Santa damos por concluida la celebración de los
misterios de este día. Desde ahora acompañaremos a Jesucristo en su
Pasión dolorosa y gloriosa. Que la meditación del amor infinito de Dios por
nosotros abra nuestra alma a un verdadero dolor de nuestros pecados y a un
verdadero cambio de vida. No nos olvidemos de revivir con María el
misterio de la Pasión de Jesucristo. Vayamos en paz. Respuesta: Demos
gracias a Dios.
Es común que las personas que van a morir escriban un testamento dirigido a sus familiares y
amigos. A través de este acto disponen de sus bienes y los reparten entre sus herederos.
Antes de morir Jesús también nos deja su testamento y nos invita a ser sus herederos. Pero, a
diferencia de lo que suele pasar con las herencias, en este caso no recibimos algo sino que
somos invitados a poner, todo lo que somos y tenemos, para vivir según el ejemplo de nuestro
maestro.
El texto en que Jesús lava los pies de sus discípulos resume las enseñanzas del Señor y nos
ayuda a repensar nuestra fe y cómo vivirla para ser fieles a su proyecto.
"Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este
mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó
hasta el extremo.
Estaban comiendo la cena y el diablo ya había depositado en el corazón de Judas Iscariote, hijo
de Simón, el propósito de entregarle. Jesús, por su parte, sabía que el Padre había puesto
todas las cosas en sus manos y que había salido de Dios y que a Dios volvía. Entonces se
levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Echó agua en un
recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos, y luego se los secaba con la toalla que se
había atado.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?" Jesús le
contestó: "Tú no puedes comprender ahora lo que estoy haciendo. Lo comprenderás más
tarde." Pedro replicó: "Jamás me lavarás los pies." Jesús le respondió: "Si no te lavo, no podrás
tener parte conmigo." Entonces Pedro le dijo: "Señor, lávame no sólo los pies, sino también las
manos y la cabeza."
Jesús le dijo: "El que se ha bañado está completamente limpio y le basta lavarse los pies. Y
ustedes están limpios, aunque no todos." Jesús sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No
todos ustedes están limpios." Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto,
volvió a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman
Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he
lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo, y
ustedes deben hacer como he hecho yo. En verdad les digo: El servidor no es más que su
patrón y el enviado no es más que el que lo envía. Pues bien, ustedes ya saben estas cosas:
¡felices si las ponen en práctica!"
Jesús se dirige a sus discípulos y les dice, ustedes ya saben estas cosas, ¡felices si las ponen en
práctica!
Los discípulos habían pasado un largo tiempo junto a Jesús. Aprendiendo y descubriendo las
cosas de Dios.
Gran parte de su vida pública, como podemos ver en los evangelios (especialmente en los
sinópticos), Jesús se dedica a la formación e instrucción de sus seguidores. Ahora ha terminado
el tiempo de aprender, por eso Jesús orienta el sentido de estos aprendizajes: Felices si lo
practican.
La fe es para ser vivida y practicada, no sirve ni alcanza decir "Señor, Señor" (como nos enseña
la parábola de la casa edificada sobre piedra, ver Mt. 7).
Jesús quiere e invita a sus discípulos a demostrar con gestos y actitudes nuevas el
conocimiento de las cosas de Dios que hay en nuestro corazón. En esto se encuentra la
felicidad, el sentido pleno de la existencia: en vivir para los demás como servidores.
Evidentemente la propuesta de Jesús no tiene nada que ver con el modelo de felicidad que nos
propone la sociedad de nuestros días…
¿por qué?
¿cómo puedes vivir este mandato del amor a los demás en tu vida concreta de todos los días?
El amor se enseña
a través del ejemplo
Muchas veces queremos enseñar el amor por medio de palabras. No nos damos cuenta que
Jesús propone otro camino. Más difícil y comprometido, pero también más efectivo y cercano al
sentir de Dios.
El amor se enseña a través del ejemplo. La vida pública de Jesús es una constante
preocupación y actividad en bien de los demás. Jesús anuncia el Reino a través de gestos
liberadores, haciendo presente el Reino en la vida de la gente de su tiempo, especialmente de
los más sufridos, que son los preferidos de Dios.
Al acercarse el fin de su vida quiere enseñarles a sus discípulos que esto es lo más importante,
lo que permite conocer a Dios, lo que lo anuncia y hace presente con fidelidad. El amor llevado
a la vida práctica.
nuestro anuncio?
¿Seguimos los pasos de Jesús?
Primero es la práctica,
luego la explicación
que da sentido al obrar.
Al finalizar el gesto Jesús pregunta a sus discípulos sin han entendido lo que ha hecho.
Nos muestra, una vez más, su pedagogía para enseñar las cosas de Dios.
Primero viene la vida, el gesto, la actitud nueva, en este caso el lavado de pies a los discípulos.
Luego, entonces, y porque el gesto es capaz de abrir el corazón y m ovilizar el entendimiento,
viene la explicación, el por qué, las palabras que dan sentido a lo vivido y ayudan a aprenderlo.
¿Nuestras explicaciones sobre Dios refuerzan lo que mostramos con el testimonio de vida?
¿O sólo nos quedamos con las ideas y dejamos para después los actos (expresíon del
compromiso verdadero con las cosas de Dios).
Los amó
hasta el extremo
Así comienza el capítulo 13 del evangelio de Juan, a partir del cual, el evangelista irá
presentando el cumplimiento de la obra de Jesús, la llegada de su hora, el tiempo de su
glorificación.
Esta se inicia con este gesto testimonial que busca expresar lo más importante de su
predicación: amar a los demás como servidores, buscar el bien de los otros por encima del
propio, enseñar con el ejemplo de vida.