Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
(Artículo publicado en la revista “The American Rosae Crucis” Vol. 01, Nro. 05, Mayo
de 1916-Traducido por Alejandro Daniel Silvani Costa, F.R.C.)
¿Cuáles son los fines y objetivos de la Orden Rosae Crucis? Es una pregunta
frecuentemente formulada. La respuesta es tan simple y aun así tan comprensiva, que
muchos volúmenes podrían ser escritos en respuesta. La clave es la revolución en un
sentido moral y social. Una revolución o reemplazo de la fuerza dinámica conductora en
la naturaleza. Esta fuerza dinámica conductora es una creación de la mente cósmica de
la cual usted y yo somos partes o átomos. Somos los creadores y nos corresponde a
nosotros cambiar esta fuerza, o, si a usted le parece, espíritu, si encontramos que los
resultados no son de nuestra satisfacción.
Suponga que fuéramos a decirle que el temor es solamente una quimera de nuestra
propia creación y que en lugar de eso deberíamos tener Amor en nuestros corazones.
Suponga que venimos al mundo con Amor, en Amor, viviendo en Amor y haciendo el
bien por el amor de hacerlo, haciendo lo que es correcto a causa del amor, y una
realización de que nuestro vecino tiene tanto derecho como el que nosotros tenemos.
Cristo trató de enseñarnos hace muchos cientos de años, y él hizo un maravilloso
trabajo, pero aquellos que lo siguieron cambiaron las vibraciones que Cristo creó. Puede
usted seguirme y verlo, leerlo, en la historia del mundo. La humanidad cayó en los
pecados del temor una vez más.
Le proponemos tomar los hilos delgados del amor, practicar amor, no teorizarlo; vivir
en amor, no solo enseñarlo. Cuando un ser humano está saturado con amor, las
vibraciones emanando de allí son creativas para el bien. Si permitirnos que las palabras
“Dios es Amor y Amor es Dios” sea una realización VIVIENTE y no una letra muerta,
nuestras vidas serán más puras y mejores para el mundo como un todo, para nuestros
vecinos y también para nosotros mismos, trayéndonos más cerca la perfección. Si cada
uno y todos nosotros no realiza nada más en este mundo que la conversión de un
hermano o hermana, nuestra vida no habrá sido en vano. El tiempo vendrá entonces
cuando nuestra fuerza de amor se haya vuelto un poder predominante, la fuerza
dinámica, la expiación del espíritu del cosmos, y los resultados serán muy diferentes, La
imagen que verá entonces será de valor mientras usted la mire. Este reemplazo del amor
por el temor es lo que hacemos en la Orden, no a través de enseñanzas dogmáticas, sino
a través de la educación del individuo. Sostenemos la opinión que ninguna enseñanza es
permanente, que no proporciona un completo conocimiento de la causa y efecto en
todos los departamentos de la Naturaleza desde el inicio de la vida hasta las especies
humanas.
La Orden Rosae Crucis conduce al estudiante a través del mundo material hacia el
mundo espiritual, mostrando que con el objeto de entender y comprender cualquier cosa
FUERA de nuestro ser, ese ser debe ser primero conocido. Los Upanishad
apropiadamente dicen: “El Brahman es el mismo como el éter que nos rodea; y el éter
que está alrededor nuestro, es el mismo éter que está dentro, que es el éter que está
dentro del corazón. Ese éter en el corazón es omnipresente e inmutable. El que conoce
esto obtiene felicidad omnipresente e inmutable”- Khata Upanishad III, 12, 7-9
LA PAZ DEL ALMA
Por Helen B. Johnston
“Ocuparse del espíritu es vida y paz”-Romanos 8:6
(Artículo publicado en la revista “The American Rosae Crucis” Vol. 01, Nro. 05, Mayo
de 1916-Traducido por Alejandro Daniel Silvani Costa, F.R.C.)
¿Qué es lo que perturba nuestra paz? Al principio estamos inclinados a pensar que es
algo fuera de nosotros mismos. Algunas veces pensamos que aún nuestro hermano, otra
personalidad, con tanto derecho a vivir su vida como la vivimos nosotros, es perjudicial
para nuestra paz mental.
¿Qué es lo que está incompleto en nosotros? No puede ser el Ser, el Alma, esa
circunferencia ilimitada, de la cual nuestra consciencia es el centro. El espíritu no tiene
hambre. El espíritu no tiene sed. Este Ser es nuestro Ser, “esos ángeles que siempre
miran al Padre a la cara”. No puede haber incompletitud en Su Presencia.
¿Qué es la consciencia? ¿Es un atributo del cuerpo? Tome un cuerpo muerto, en el cual
un hombre o una mujer vivió hace apenas unas horas. ¿Puede verla o escucharla? NO.
Porque este no tiene consciencia. La Consciencia entones no es el ojo, sino que es
aquello que percibe. La Consciencia no es parte de eso que es visto, ni es el ojo, sino
que esta es la base y el funcionamiento de todos los sentidos. Justo como el oro es oro,
en sí mismo y de su mismo valor, que no puede ser incrementado excepto por sí mismo,
o comprado excepto en términos de sí mismo; así sucede con la consciencia. La
Consciencia no es sensación. Esta por lo tanto no puede ser incrementada por
indulgencia en sensación. ¿Cómo entonces podemos disfrutar de este atributo
inapreciable en su pureza? ¿Podemos enriquecer nuestra consciencia adquiriendo acres
de tierra? ¿Podemos añadir a ella con un millón de dólares?
Escuché a alguien decir: “Esto está todo bien en teoría, pero añadiría grandemente a mi
paz mental y mi real disfrute de la vida si supiera que por una acumulación de tierra o
dinero yo estuviese asegurado contra las necesidades en esta vida”. Es a la pobreza
entonces a lo que le tenemos miedo. ¿Puede ser aplicada la pobreza solamente a los que
no tienen dinero? ¿No es acaso el más pobre aquel que tiene más necesidades? Pregunte
a un millonario si no tiene necesidades. Sin ninguna vacilación él le revelará la
condición más pobre de su vida, enumerando sus necesidades. ¿Sus millones lo han
salvado de la pobreza, suplido a sus necesidades, y establecido y mantenido su paz
mental?
¿Cómo puede la paz ser realizada mientras la mente está continuamente en tumulto por
el deseo? “Tú no puedes servir a Dios y a Mammon”. La mente es mantenida en
obediencia al dios que usted sirve. Si usted se arrodilla ante el rey dinero, ¿qué tiempo
tiene la mente para realizar el Ser, la Vida, la Consciencia de Dios? Si es la vida de la
que tenemos hambre, esa vida debe estar de acuerdo con la consciencia, no con la
sensación. ¿Por qué entones “buscar al vivo entre los muertos”? Nosotros no buscamos
la luz en la oscuridad, ni buscamos la oscuridad diligentemente con una vela iluminada.
¿Por qué no buscar la consciencia en la consciencia, en Dios, el Omnisapiente, Ser
Perfecto, Quien no está muerto, sino que es Vida, Amante, Palpitante, Consciencia
Vital?
La mente carnal es la mente que sale de sí misma, vagabundea lejos por la fuente de la
vida, en un intento de agrandar la vida mediante la adquisición de osas materiales. La
mente espiritual es la mente que realiza que la vida y el amor y la consciencia tienen un
solo centro, y ese centro está dentro de sí mismo, y puede ser solamente agrandado
mediante crecimiento. Así sucede con la mente espiritualizada, centrada en el espíritu,
la verdadera naturaleza del hombre, realizando a Dios “en Quien vivimos, nos movemos
y tenemos nuestro ser”.
¿Cómo podemos conquistar el cuerpo tras dejarle gobernar por tanto tiempo, hasta que
hemos perdido de vista nuestro verdadero ser, y estamos reducidos a meros muñecos, a
la entera disposición, y a merced del apetito, el saltarín comodín de la sensación?
Podemos absorber esta pared rechazando otro pensamiento. Llame cada impulso, cada
pensamiento, cada idea a trabajar, y antes que pase el portal de la acción, dígale que
muestre su pasaporte, ya sea de vida o ya sea de muerte. Si es de muerte, niegue
existencia a ese pensamiento en su mente, y usted destruirá, no la mente, sino la
carnalidad de la mente. En la maravillosa alquimia de la vida, la tentación es
transmutada a un escalón en la escalera conduciendo a Dios, pues “Ocuparse del espíritu
es Vida y Paz”.
A NUESTROS LECTORES
Con este número de la revista el Señor Alfred H. Saunders es retirado como Editor y en
lugar de una editorial individual de esta publicación, su supervisión general editorial
será puesta en las manos del Ministro del Departamento de Publicación del Consejo
Supremo de la Orden en América.
(Artículo publicado en la revista “The American Rosae Crucis” Vol. 01, Nro. 05, Mayo
de 1916-Traducido por Alejandro Daniel Silvani Costa, F.R.C.)
El impenetrable misterio del Tiempo todavía elude la mente humana. Cada intento para
explicarlo termina en términos de otros misterios. Esto es, traemos concepciones que no
pueden ser explicadas simplemente. Debemos usar, al menos, una Trinidad- tiempo,
espacio y movimiento, cada uno de los cuales es tanto una abstracción como el tiempo.
El movimiento no es, en sí mismo, conocible. Este es la relación de dos o más objetos
que podemos comparar. Estos objetos son materiales, esto es, ellos están sujetos a la
gravitación. De esta relación obtenemos la concepción del espacio.
Suponga que usted mismo está en uno de los grandes espacios cósmicos de modo que
ninguna estrella es visible, usted podría estar moviéndose a la velocidad de la luz – la
mayor velocidad conocida a nosotros – y aun así no estar consciente de esto. Nosotros
no estamos conscientes de la rotación de la Tierra, su revolución alrededor del Sol o el
maravilloso movimiento del sistema solar, como un todo, excepto mediante la
comparación con los cuerpos celestiales moviéndose a diferentes velocidades. No es de
utilidad considerar objetos FIJOS pues no hemos encontrado ninguno, siendo todas las
posiciones relativas. Nuestra tierra tiene al menos doce movimientos, pero no sería de
utilidad que en este punto los consideremos, desde que los grandes movimientos son
suficiente. Para mostrar nuestra impotencia al tratar con esta incomprensible Trinidad
asumamos que la Tierra, junto con esa parte del universo visible a nosotros, está
moviéndose hacia un grupo de grandes soles desconocidos e invisibles, , nunca
podríamos descubrir el movimiento hasta estar bastante cerca para verlo, O
LOCALIZAR DE ALGUNA OTRA MANERA, uno de estos grandes soles; en otras
palabras “orientarnos”.
De nuevo, a nuestro texto, el Tiempo: ¿puede decir usted cuan breve es un segundo y
cuan larga es una hora? La ciencia ha agrandado al segundo hasta que cosas
inconcebibles suceden dentro de su duración. Por el otro lado, millones de años son
meros pasos de bebé en la edad del sistema solar. “Mil años serán como un día” puede
indicar una gran verdad. ¿Sobre qué entonces fundamos nuestra concepción del
Tiempo? Recurrir al movimiento, como el movimiento es en una dirección no es
suficiente, nuestras medidas del tiempo se encontrará que dependen de la rotación de la
Tierra, que dentro de tiempos históricos ha sido uniforme- no se ha probado una
desviación. Algo como una pulsación es necesaria- algo que vaya y venga. El péndulo
es un buen ejemplo, y es todavía nuestro mejor método para DIVIDIR la rotación de la
Tierra en pequeñas partes para uso en la vida práctica. El hombre no inventó el péndulo,
como puede ser fácilmente observado en la naturaleza; él solamente lo aplicó a la
medición del tiempo y hasta este día él no puede hacerlo correr exactamente al unísono
con nuestro cronometrador fundamental- la Tierra.
Tiempo, espacio y movimiento son para nosotros realidades a pesar del hecho que no
podamos agarrar a uno de ellos por sí mismo.
Pero como la mente humana nunca está satisfecha podemos preguntar: ¿son
ellos separables? Más aún, ¿hay alguna cosa aislada, de hecho, en el
universo? Yo respondo sin vacilar: todas las cosas son parte de un total
formando el universo, que es completo e inseparable. Todo esto nos fuerza a
definir el tiempo como una concepción mental teniendo sus limitaciones en
nuestra esclavitud a la materia- nuestros cuerpos. Somos incapaces de asociar
el tiempo con la Divina Esencia incondicionada- la realidad final. ¿Cómo podría
haber un PASADO o un FUTURO excepto si lo aplicamos a los seres
limitados? De aquí que el tiempo debe ser como el espacio- todas las partes de
este son lo mismo en cualquier parte. El antiguo pensamiento, “cuando no
habrá más tiempo” puede tener un sólido fundamento. ¿Es posible que estos
pasos nos conduzcan lentamente a la conclusión que lo inmaterial es la única
realidad? ¿Es la materia la realidad que parece ser? Al considerar el tiempo, el
espacio y el movimiento hemos dejado la materia detrás, excepto como se
manifiestan ellos a nosotros. ¿Dónde está la realidad? Aquellos que
responden, lo INMATERIAL, tienen ciertamente un caso fuerte. Yo no estoy de
acuerdo con el poeta erótico que escribió “cuando el Obispo Berkeley dijo que
no había materia, no había materia de la que él hablara”, como si importara
mucho lo que él dijo sobre este tema.
¿Tenemos aquí un seguro paso hacia arriba desde la “cruda materia” al puro
éter mental y súper espiritual de la existencia eterna? Mi conclusión es que la
conservación de las realidades se aplica universalmente desde que nada
puede ser añadido al universo, pues no hay ningún lugar vacío; y nada puede
quitarse de él, pues no habría un lugar donde ponerlo; por lo tanto todo es
realidad, materia, fuerza, espíritu, y todo tiene la misma edad, desde que en el
sentido cósmico todo el tiempo es un eterno presente, sin principio o final
posible. Finalmente, si pudiéramos encontrarnos conscientes tras dejar este
mundo, que grande y glorioso prospecto yacería ante nosotros en la posibilidad
de que pudiéramos resolver alguno de estos supremos misterios. Si así fuera,
nuestras soluciones serían parciales, y las realidades finales todavía yacerían
más allá de nosotros, desde que el conocimiento absoluto puede existir
solamente en la Esencia Suprema.
NOTICIAS DE LAS LOGIAS
PITTSBURGH, Pensilvania
La Logia del Estado de Pittsburgh ha sido hecha la Gran Logia para la
Jurisdicción de Pensilvania debido a su fino trabajo en establecer un número de
logias subsidiarias en el Estado.
WILMERDING, Pensilvania
HARLAN, IOWA
Una Carta Patente ha sido otorgada por la Gran Logia Suprema y el Imperator
al Hermano Geo. B. Chambers, Pastor de la Iglesia Episcopal de San Pablo en
Harlan, Iowa. Su petición por la Carta fue firmada por más de 40 de las más
progresistas personas de su Ciudad.
UNA CLAVE PARA LA SITUACION
Por T. Richard Prater
(Artículo publicado en la revista “The American Rosae Crucis” Vol. 01, Nro. 05, Mayo
de 1916-Traducido por Alejandro Daniel Silvani Costa, F.R.C.)
Muchas son las teorías que han sido emitidas para explicar la responsabilidad de la Gran
Guerra Europea. Pero prácticamente en cada caso, los juicios expresados por un deber
de necesidad, han sido basados sobe información inadecuada, pues ningún hombre
puede conocer todos los acuerdos intervinientes, antes del conflicto, por todas las partes
involucradas.
Hasta donde sabe quien escribe este artículo, muy poco si es que algo, ha aparecido en
forma impresa tratando con las causas de la presente situación Europea, desde el punto
de vista de la gran ley de “Causa y Efecto”, llamada en Oriente KARMA, la cual
siempre ha sido tomada en consideración por nuestros antiguos Hermanos, al tratar con
los asuntos humanos.
Por lo tanto aquellos que creen en las citas bíblicas mencionadas arriba, o
KARMA, “tienen que creer en el DESTINO, el cual, desde el nacimiento hasta
la muerte, cada hombre está tejiendo hilo por hilo alrededor de él mismo, como
una araña hace con su tela; y este destino es guiado ya sea por la voz celestial
del prototipo invisible encima de él, o por su íntimo astral, o ser interior, quien
es con mucha frecuencia el genio maligno de la entidad encarnada llamada
hombre. Ambos de estos llevan al hombre exterior, pero solamente uno de
ellos puede prevalecer; y desde el mismo principio de la invisible refriega la
severa e implacable LEY DE COMPENSACIÓN avanza y sigue su curso,
siguiendo fielmente las fluctuaciones. Cuando el último capítulo es tejido, y el
hombre ( o la nación según corresponda) está aparentemente envuelto en la
red de su propia hechura, entonces se encuentra a sí mismo completamente
bajo el dominio del destino HECHO POR SÍ MISMO. Esto entonces lo fija como
el inerte caparazón contra la roca inamovible, o lo lleva como una hoja al viento
levantada por sus propias acciones, y esto es KARMA.
Uno de los eventos que levantó las más severas críticas al inicio de la Gran
Guerra Europea, fue el destino de Bélgica; ahora, desde el punto de vista de la
ley Kármica debe haber existido una causa seria para traerle tal calamidad.
Quien escribe este artículo no desea prejuzgar a nadie, ya sea un individuo o
una nación, pero después de los funestos eventos que han tenido lugar es
sabio, puede aún ser un deber, tratar de discernir sus causas, con el objeto de
beneficiarnos con su experiencia, de modo que nos permita evitar en el futuro
tales acciones, como sus terribles resultados directos.
Fue alrededor del último tiempo, que comenzó el ciclo de guerras destructivas,
que resultaron en la caída de Egipto, Grecia, y eventualmente Roma.
“El conocimiento del Karma da la convicción que si: “… la virtud está en peligro,
y el vicio triunfa, la humanidad se llena de ateos”, solamente a causa que la
humanidad siempre ha cerrado sus ojos a la gran verdad que el hombre es en
sí mismo su propio salvador y su propio destructor. Que él no necesita acusar
al Cielo, y a los dioses, al Destino y la Providencia, de la aparente injusticia que
reina en medio de la humanidad. Pero mejor recordemos y repitamos este trozo
de sabiduría Griega, que advierte al hombre de abstenerse de acusar
AQUELLO que: “Justo, aunque misterioso, nos conduce a través de senderos
infalibles sin marcas de la culpa al castigo…”
“Este estado durará hasta que las intuiciones espirituales del hombre sean
plenamente abiertas, lo que no sucederá antes que arrojemos justamente
nuestros gruesos abrigos de materia; hasta que comencemos a actuar desde el
INTERIOR, en lugar de seguir siempre los impulsos de lo exterior; a saber
aquellos producidos por nuestros sentidos físicos, y el grosero cuerpo egoísta.
Hasta entonces el único paliativo para los males de la vida son la unión y la
armonía- una Hermandad EN ACTO, y el ALTRUISMO, no simplemente de
nombre. La supresión de una sola CAUSA mala suprimirá no una, sino una
cantidad de malos efectos. Y si una Hermandad o aún una cantidad de
Hermandades no pueden ser capaces de prevenir a las naciones de
ocasionalmente cortarse las gargantas las unas a las otras- todavía la unidad
en pensamiento y acción, y la investigación filosófica en los misterios del ser,
siempre prevendrá alguna, mientras trata de comprender lo que hasta aquí
permaneció para ellos un enigma, de crear malignas causas adicionales, en un
mundo ya tan lleno de aflicción y tristeza.
En verdad: “La Historia del Mundo es el KARMA del Mundo”.
SOLICITUDES
Aquellos que están deseosos de saber más acerca de nuestro trabajo, o que
puedan desear unirse a nosotros, pueden leer las condiciones necesarias
dirigiéndose a nuestro Secretario general Supremo, Templo de la Gran Logia
Suprema, 70 West 87th Street, Ciudad de Nueva York. Tenga la amabilidad de
incluir una estampilla de dos centavos para pagar el correo de la literatura.
EL VIAJE DE UN PEREGRINO AL ESTE
“Y yo viajé a la Puerta Oriental”
Por H. Spencer Lewis, F.R.C., Imperator de la Orden en América
Quinto capítulo de la Completa y Auténtica Historia de la Orden
(Artículo publicado en la revista “The American Rosae Crucis” Vol. 01, Nro. 05, Mayo
de 1916-Traducido por Alejandro Daniel Silvani Costa, F.R.C.)
“Si usted viene a París y encuentra conveniente llamar al Estudio del Señor profesor de
Lenguajes en …. Boulevard Saint Germain, él podría ser capaz de decirle a usted algo
del círculo del cual usted pregunta. Sería aconsejable entregarle esta nota. Ciertamente
una carta a él anunciándole su venida (con fecha y nombre del buque) sería cortés”.
Tal fue, en substancia, Ll carta que recibí del editor de un periódico Parisino a quien yo
le había hecho la simple pregunta: “¿Cómo puedo aprender el método a seguir que me
asegure una guía a la Rosae Crucis?”.
En verdad, yo había puesto debajo de mi nombre una marca peculiar que había sido
impresa en mi mente en una serie de sueños, aunque yo no sabía o apreciaba su
significado.
Tras muchos años de estudio del trabajo exotérico del Rosaecrucianismo y un creciente,
obsesivo deseo de unirme a la Hermandad, altruista en sus grandes emprendimientos
por el mejoramiento y la unidad del hombre, yo escribí – tras una profunda impresión
interior para hacerlo- al desconocido editor del periódico Parisino.
Yo tenía determinación, y las visiones que soñaba de día y de noche mantenían viva mi
ambición y mi fe. Fue en los primeros días de Julio que recibí mi carta de París;
posiblemente hacia el siguiente año yo podría hallar conveniente ir a París. ¿Qué era un
año de espera? ¿No había esperado dos, tres, cuatro, cinco años en la esperanza de saber
siquiera que la Orden todavía existía? Y así doblé la carta cuidadosamente y la puse
entre los preciosos papeles que constituían mis esperanzas del futuro.
Día tras días las palabras resonaban a través de mi mente: “Si usted viene a París”. Las
palabras aparecían ante mis ojos en la oscuridad, y parecían encandilarme en letras rojas
a través de cada hoja de papel que sostenía en mi mano en los momentos de
introspección.
Y entonces, dentro de una semana, llegó una carta a través de una propuesta de
negocios, que ofrecía una oportunidad muy inesperada para visitar varias ciudades de
Francia. Y- yo podría visitar París, con mi mente libre y tranquila, y mis deseos serían
gratificados. Seguramente esta era una demostración de un principio Rosaecruciano.
Escribí una vez más a París, esta vez anunciando al profesor, mi llegada en el buque
“América”, saliendo de Nueva York el 24 de julio, quince días a partir de allí.
Las usuales preparaciones fueron hechas, mi carta del editor puesta a resguardo en mi
cartera, mis mapas, libros de guía y notas en un apretón, y yo comencé mi viaje al portal
Oriental de la sabiduría.
Encontré que él fue una placentera compañía. Él estaba yendo a Francia, y luego a
Jerusalén, dijo, en una misión secreta para uno de los prominentes herederos
Americanos bien conocido por su obra caritativa.
Había algo, sin embargo, acerca de su personalidad- su ser interior- que hacía una muy
profunda y extraña impresión sobre mí.
Regresando un día del salón de la cubierta hacia la cubierta superior, lo descubrí parado
a la luz del sol mirando lejos en el mar. Su figura era recta, su forma se levantaba en su
altura de completa majestad y su semblante era uno de poder dominante. Me detuve y lo
estudié. Su actitud era una de intenso interés- ¿en qué? ¿El sol naciente? Y como yo lo
miraba, insospechadamente, quieto como una estatua de bronce, un sentido de temor, de
respeto, vino sobre mí y no pude dejar de sentir que yo estaba observando a un místico
de Oriente.
Pero sus bromas joviales y positivos escapes de cualquier tema perteneciente a lo oculto
no me dio razón para creer que él fuera más que un Hindú Oriental. Pero mis intentos
por atraerlo a lo oculto, y especialmente a las líneas filosóficas de la India Oriental, le
dio un muy íntimo conocimiento de mis propios ideales filosóficos y creencias.
Naturalmente ellos reflejaban, cuando no realmente expresaban, mis principios y
prácticas morales y religiosas.
………………………………………
Pasó una semana antes que me aventurase a ver al Profesor “X”. Yo había mencionado
las palabras Rosae Crucis en la presencia de diferentes hombres y mujeres Franceses
con diversos resultados. Hallé que las palabras actuaron como un encanto en muchos
casos- trayendo una mirada de asombro, sorpresa, respeto y temor en muchos rostros-
pero ni una palabra o acto de reconocimiento. Hubo una excepción. En el hotel encontré
a una jovencita – posiblemente de 16 años de edad, fregando los pisos de la sala del
Hotel temprano una mañana. Siguiendo mi método usual de probar y buscar, me detuve
donde podía ver su rostro y dije lentamente, “Ros-a-e Cru-cie”. Ella rápidamente se
levantó, permaneció erecta y me miró con esa serena, pero inspiradora expresión de
respeto que desde entonces he visto en los rostros de varias Vírgenes Vestales. Ello no
dijo una palabra sino que esperó por un signo o palabra de mí. Yo no sabía nada más
que hacer y ella lentamente regresó a su trabajo y no me prestó más atención.
Pero de una cosa yo estaba seguro. El propietario del Hotel, un huésped rico (Francés),
un visitante de un convento en París, dos taxistas, un conductor de tranvía, dos
gendarmes, un vendedor de frutas, un vendedor de diarios, una chica de la limpieza y
muchos otros de todas clases y rangos sabían de la Rosae Crucis y ya sea le temían u
honraban las palabras.
“¿Usted es el Profesor X?”, dije en Inglés sin darme cuenta que yo le estaba hablando a
un Francés. En efecto yo naturalmente temía aventurarme en el idioma Francés con mi
extremadamente limitado conocimiento de este, y durante mi estadía en París había
encontrado muchos que hablaban Inglés bastante bien.
“Lo soy, señor”, respondió él con una muy profusa cortesía. “Y presumo que usted es
un-un Americano? Yo hablo Inglés bien – es uno de mis deleites- y estoy feliz de
dirigirme a usted en su propia lengua. ¿Qué es lo que desea?
“Yo he sido dirigido a usted”, respondí, “y le escribí una carta diciéndole que llegaría
alrededor de esta semana. Yo soy un total extraño para usted, estando mi hogar en
Nueva York. Yo no sé cómo usted podría ayudarme, pero yo vine con una pregunta que
puede conducir a otras”.
“Entiendo su preocupación, señor, y estoy informado de sus deseos por el Señor editor
del………………, hace unas semanas. Espero sus preguntas”.
“¿Y por qué busca usted conocer a un Hermano de la Rose Croix?, preguntó cuando nos
sentamos en su oficina amoblada en un estilo muy antiguo.
“Porque quiero saber si la antigua Orden existe todavía y si existe…”. Me faltaron las
palabras. No podía decir que yo quería hacerme miembro. Uno no podía preguntar
francamente tal privilegio en la presencia de un hombre como el Profesor X.
“¿Y esa es su única excusa para venir a París, para venir aquí? ¿Es esto lo que lo trajo,
una curiosidad?”
“Ah, no, Profesor!, comencé, sintiendo que me había expresado mal y había hecho una
injusticia de mis reales motivos. “Yo no estoy actuando por mera curiosidad al menos.
Quiero saber porque quiero, algún día, ser uno de ellos, si yo puedo”. Allí, el secreto
había sido dicho, yo pensé. Seguramente yo había sido franco.
“¿Pero por qué, mi amigo? ¿Usted quiere ser uno de ellos? ¿Uno de quién? ¿De los
Hermanos? ¿Usted QUIERE serlo? ¿Usted pregunta como si fuera una demanda?
¡Usted no ora ni ruega, sino que demanda! Usted no está familiarizado con la Orden,
con ningún Hermano, y aún usted demanda ser uno de ellos, de la Orden!”
No fue un intento de hacerme sentir que yo estaba en una posición torpe, o que yo era
impertinente. Sus observaciones fueron hechas bondadosamente, pero
intencionadamente.
“Pero, Profesor”, comencé de nuevo, “Yo solo quiero- deseo – saber cómo puedo
proceder para tener mis más profundas esperanzas realizadas. No demando ahora
admisión en la Orden; no pido por ningún raro privilegio u honor en este momento. Yo
vine a usted como un buscador por conocimiento- por luz.”
Como proseguí con mi habla una expresión más placentera vino a su rostro y fue
solamente cuando las dos últimas palabras fueron literalmente forzadas a salir de mi
consciencia por algún extraño poder, que vi como la barrera que estaba entre nosotros
cayó. Esas dos palabras – POR LUZ-, fueron como las palabras mágicas de la
antigüedad. Me pareció que al decirlas yo meramente estuve usando palabras que otros
han usado como una forma simbólica de expresar su deseo por el conocimiento
Oriental. Pero los años que han pasado desde entonces me han mostrado que no podía
haber usado un símbolo mejor ni palabras más apropiadas. ¡Luz! La clave al
Rosaecrucianismo- la palabra de pase a los reinos secretos.
“Entonces, mi buen amigo, si usted busca Luz”, continuó él, “usted debe primero
mostrar que merece la luz. Nacemos en oscuridad y algunos de nosotros deben vivir en
oscuridad sobre este plano y en esta existencia. La Luz no puede llegar a todos. La
brillantez, el fuego, el calor, la ilusión de la Luz puede cegar a algunos y conducir a
otros a la destrucción. Usted debe estar seguro que merece Luz y usted puede merecerla
solo en proporción a la razón de su deseo”.
“Es mi gran deseo, señor, aprender las leyes, los secretos, los grandes principios del
Rosaecrucianismo de modo que pueda yo ayudar a darlos a aquellos que puedan
merecerlo, y ayudar a la humanidad. Yo no tengo ningún motivo egoísta. No lo busco
para mí mismo- sino para otros a través mío. Por años he leído y estudiado sobre líneas
similares de pensamiento. He editado varias revistas filosóficas, y he escrito para
muchas otras. He enseñado en una escuela filosófica. He recibido reconocimiento de
una de sus Academias Francesas por mis escritos filosóficos. Amo trabajar. Es mi
religión. Y he ganado algo de reputación en América como un estudiante de lo oculto y
un conferenciante y escritor. Esta es la razón por la cual estoy ansioso de ir más lejos y
hacer más”.
“Y usted viene a mí, Señor,” él respondió muy rápidamente, “sin otras credenciales que
su reputación mundanal y sus realizaciones. Usted ha recibido honores mundanales.
Usted tiene estudios superiores. Usted ha sido reconocido por una Academia Francesa.
Su nombre es bien conocido en las publicaciones ocultistas Americanas y en las
plataformas Americanas de conferencias. Todos honores mundanales. Qué de usted
mismo- su ser real, su ser interno. ¿Cómo ha hablado él? ¿Cómo se ha desarrollado?
Hable de su alma. La suya-, bien no puedo decirle a usted lo que podría decirle a otro”.
“Tengo algunos otros papeles, aquí”, dije mientras abría mi cartera. “Ellos conciernen
con mis asuntos mundanales supongo, pero arrojan poca luz sobre el trabajo de mi vida
que representa bastante mis objetivos e ideales en la vida. Pero de mi alma, de mi ser
interno, no sé cómo hablar, yo…”
“Y usted tiene allí su tarjeta de presentación”, dijo él, cuando saqué una de mi cartera.
“Eso es típicamente Americano, o más bien de los ciudadanos de los Estados Unidos.
Su tarjeta personal él la considera como su pasaporte, su carta de presentación, su carta
de crédito, su palabra de pase en la sociedad, su admisión en el cielo y su llave para todo
lo que él desea. Aun así yo creo que ellas pueden ser impresas por unos pocos francos la
centena”.
“Él no se dignó mirar mi tarjeta, y avergonzado por sus observaciones, la volví a
guardar en mi cartera. Había allí otros papeles de considerable interés para mí. Ellos –
con mi tarjeta- me habían servido bien en los asuntos mundanales, pero sentí de manera
instintiva, que ellos no eran de utilidad ahora. Ciertamente no para el Profesor. Así que
cerré mi cartera y la coloqué en mi bolsillo. Él detuvo mi brazo con un movimiento y
mirándome significativamente me dijo:
“Tengo esto”, repliqué, mientras lo sacaba de la cartera. “Es solamente una dirección, y
unas pocas líneas de otra escritura”, y añadí cuando noté por primera vez que la
escritura debajo del nombre y la dirección era una en la forma de una sentencia. “Tal
vez sea esto lo que USTED quiere decir”. No pude impresionarlo con el hecho de que
yo había notado su evidente referencia a algún papel particular.
“Sí, esto es lo que yo buscaba. Significa poco para usted- tal vez poco para mí.
Significará bastante para otros a su tiempo. Yo meramente le sugiero que lo conserve,
manténgalo siempre a la mano y muéstrelo solamente cuando a usted
INDIRECTAMENTE se le pida hacerlo. Si usted vuelve a verme de nuevo el Lunes por
la mañana- cerca del mediodía- estaré muy contento de responderle una pregunta. Es un
bello día. Confío que usted haya tenido un viaje muy placentero a través del mar. ¿Le
gusta París?”.
Meras preguntas para hacerme saber que mi entrevista había llegado a su fin. Me
levanté, estrechamos las manos cordialmente, fui conducido a la puerta y salí a la calle.
Mientras caminaba dejando atrás el negocio, llegué a la pared que rodea al río Siena y vi
que justo debajo, a una cuadra de distancia, había un puente; y ante mí vino la imagen
que había observado sobre la pared del negocio del Profesor. Era el de un anciano
Monje en túnica negra, conduciendo a un niño a través de un puente similar. Las aguas
del Siena, ahora quietas y brillantes con la luz del sol, parecían acentuar el hecho que en
la imagen el agua era turbulenta, amenazante. ¿Yo iba a ser conducido a través de un
puente que me llevaría sobre las aguas turbulentas? ¡Me lo preguntaba! ¿O esto
significaría ser un “Puente de los Suspiros”? Poco sabía entonces que habría suspiros, y
lágrimas y dolores del corazón. ¡Pero, oh, era tan glorioso!
* * * * *
El lunes a la mañana me preparé para mi segunda visita. Viajar alrededor de París sin un
guía, y sin un buen conocimiento del Francés, es muy parecido a encontrar la salida en
un laberinto de cristal. Los graciosos taxis lo esperan a uno en cada esquina- listos para
llevarlo a cualquier parte. Pero cuando usted no puede hacerle entender al conductor a
dónde quiere ir, esto es muy desagradable. Tengo que escribir todos los nombres y
direcciones en un papel, y parecerme a un sordo mudo que necesita este medio de
expresión para hacerse entender.
Alcancé el negocio del Profesor muy rápido. Fui cuidadoso en ser puntual. Sentía que
ya había incurrido en suficientes críticas y que mi conducta estaba bajo observación. Yo
no sabía que en realidad estaba siendo estrechamente observado. Las tentaciones de
París son muchas. La mayoría de los hombres que conocí en el buque tenían planes para
ver “París de noche”. Es la forma usual que tienen los Americanos para conocer París.
Tales cosas, sin embargo, no me apetecían y no me preocupaba mi conducta moral en
París. Si yo hubiera accedido a los requerimientos de muchos que conocí, o me hubiese
unido con aquellos de mi país que querían ver el verdadero París, sé que no solamente
habría lamentado mi conducta, sino que habría sufrido la derrota de mis profundas
esperanzas.
“¿Cuál es la pregunta que usted desea que yo le responda?”, preguntó, ahora de una
manera parecida a la de un hombre de negocios.
“Lo que yo quiero es…”, comencé tímidamente y lentamente; porque estaba pesando
cuidadosamente cada palabra que yo decía, sabiendo muy bien que estas debían
representar mis deseos y ser aún expresadas en la forma de un ruego. “Lo que yo quiero
es saber ¿cómo y dónde puedo ser considerado un candidato para ser admitido en su
sagrada Orden?
¿Había hablado bien? ¿Había sido muy audaz? Muchas preguntas vinieron a mi mente
antes que él respondiera. Yo esperé- y pensé- ¿Criticaría nuevamente mis palabras?
¿Rehusaría darme una respuesta? Me pareció que me miró durante horas y que
penetraba mi misma alma con sus ojos. Pero no pudo haber pasado más de un minuto
antes que él hablase.
“Usted tendrá que viajar a cierta distancia y luego preguntar por otras direcciones. Al
final de su viaje usted comenzará de nuevo. ¡Siempre vaya hacia donde se le diga que
vaya, pero mantenga su consejo!”
“Gracias, Señor”, es todo lo que pude decir. En mi corazón yo sentía que pensaba de
otra manera a lo que mis palabras indicaban, pues él súbitamente apuntó su dedo hacia
mí y golpeó justamente mi cuerpo con las fuertes vibraciones que salían de su mente y
su alma.
Él extendió su mano. Hubo una pausa significativa antes que él dijera estas palabras tan
lentamente- “si usted retorna a París”. ¿Había alguna duda de ello? ¿Podría alguna cosa
detenerme de modo que no pudiera regresar a París? ¿Estaba él tratando de
atemorizarme, o probarme, para ver si yo titubearía en hacer ese viaje?
“Antes de irse, yo quisiera mostrarle justo una de mis pinturas”, dijo él, mientras abría
una de las puertas de vidrio del gabinete.
El arte siempre me interesó y me pregunté por qué era que yo no había mostrado mayor
interés en las aguafuertes que colgaban alrededor por todos lados. Seguramente yo
estaba tan obsesionado en mi encargo que no me había interesado en un arte tan raro
como este.
“Entre las muchas hermosas vistas que usted puede ver mientras está en este país esta es
una de ellas. Usted ve aquí solamente una representación material de un sitio espiritual.
Esta antigua torre- un edificio muy antiguo- es uno de los verdaderamente grandes
monumentos Franceses. Algún día usted podrá ver esta torre, entonces usted recordará
que le he llamado la atención sobre ella. Yo creo que usted siempre apreciará una vista
de esta- y esta es una pieza de obra de arte realmente excelente “.
Y así me fui de nuevo a la calle y pasé por la antigua pared que rodea el río Siena donde
vendedores de libros estaban cerrando sus negocios y vendedores ambulantes de obras
de arte de estudiantes estaban ofreciendo bocetos crudos de diversos tipos. Yo podría
haber pasado horas allí- en el reino de la felicidad que yo busqué con frecuencia en
América. Libros antiguos y pinturas antiguas, tentaciones verdaderas de otros tiempos,
pero ahora veía el anuncio que de aquí a unos pocos días habría un carnaval de agua y
se realizarían eventos en Saint Cloud. Yo solamente podía pensar en Aviñón- y la
antigua torre.
Fui a tomar el tren. Tomar el tren en la gran estación de P.L.M.R.R. es una tarea difícil.
Uno compra el boleto- un pliego o libro conteniendo muchas páginas, algunas de las
cuales son boletos y otras teniendo impresas allí importantes instrucciones. No siendo
capaz de leer correctamente las instrucciones, uno descubre que cualquier otro
movimiento en alcanzar su tren es un error o una violación alguna ley. Uno compra
boletos de primera clase y luego tiene el privilegio de ir a cualquier clase que quiera- o
ser dejado atrás en el laberinto de trenes, plataformas y puertas. Su boleto es examinado
cuando usted entra a la estación y nunca sobre el tren. Uno nunca está bastante seguro
de estar en el tren correcto o no, y uno simplemente sigue la ley del promedio y confía
en alcanzar el lugar donde espera ir. Por supuesto, este es solamente el punto de vista de
un Americano. Tal vez los Franceses están bastante satisfechos con sus sistema de
trenes.
Me senté en uno de los compartimentos del ten y aguardé su partida. Iba a ser un viaje
de toda la noche y no había camas para dormir. Por una pequeña suma adicional uno se
aseguraba una almohada limpia y con esta uno podía descansar hundiéndose en los
asientos con encajes engalanados. El movimiento del tren fue precedido por el sonar de
una campana y el soplido de uno de esos graciosos silbatos con que los trenes Franceses
están equipados.
Había varios otros pasajeros en el mismo compartimento- diseñado para tener sentadas
confortablemente a ocho personas. De un lado había una puerta dando a un escalón que
llevaba fuera del tren, y del lado opuesto había una puerta similar conduciendo a un
estrecho pasillo que recorría la longitud del tren. Este pasillo era una suerte de sitio de
observación, pues su lado exterior estaba cubierto de ventanas de vidrio.
El país a través del cual pasaría el tren (yo me había conseguido un mapa de mi viaje)
era nuevo para mí, y prometía estar repleto de interesantes paisajes. Tan pronto como
dejamos los alrededores de París fui de un lado para el otro del estrecho pasillo mirando
la puesta del sol en el Oeste más allá de las hermosas colinas y planicies. Los trenes en
Francia corren del lado izquierdo de las vías en lugar del lado derecho como en
América, y ocasionalmente mi vista fue bloqueada por trenes permaneciendo del otro
lado de la vía.
El tren en que viajaba era un expreso muy rápido. Cubrió una gran distancia en poco
tiempo- de la noche a la mañana. Lo comparé a nuestros expresos Americanos y no
pude dejar de sonreír ante el pensamiento que aunque la velocidad era la misma – tal
vez aún mayor- los vagones estaban construidos tan livianamente, tan chicos y
extrañamente modelados que ellos se movían detrás de la pequeña pero poderosa
locomotora mucho como el tren de juguete de un niño tirado por un hilo sobre el piso.
Como nuestros vagón se movía de un lado al otro, temblaba y saltaba, temía que nos
saliéramos de las vías en cualquier momento. Pero ellos no lo hicieron. Comprendí que
raramente lo hacían. Estar parado en el pasillo era difícil- pero las escenas eran tan
interesantes que uno olvidaba esa dificultad.
Nos estábamos aproximando a Lyon. Eran un poco más de las 11 en punto y yo estaba
fatigado, cuando súbitamente me enfrenté con mi misión. Yo había estado mirando mi
mapa bajo una débil luz. Yo estaba examinando los alrededores de Lyon. ¡Bella Lyon!
Yo sabía que el Rosaecrucianismo había florecido una vez allí. Yo sabía también que
las primeras iglesias Protestantes se habían organizado allí. Yo sabía también que era
una antigua, antigua ciudad. Mientras miraba mi mapa las líneas y palabras se
desdibujaban y vi desarrollándose allí una extraña imagen de antiguos Templos con una
procesión de hombres y mujeres vestidos de blanco, entrando a través de las puertas de
uno de los Templos más grandes. Yo podía casi escuchar los cantos y plegarias. Yo
estaba perdido en la escena, capturado por esta. Y entonces con una voz sonora y
profunda, escuché las palabras: “La Convención Anual en Lyon, ¿va USTED allí?
Tuve miedo de mirar a mi alrededor; tenía miedo de sacar mis ojos del papel. Yo había
aprendido de experiencias pasadas que cuando la mente ve y escucha, una distracción
con frecuencia elimina todo. ¿Por qué salir del punto de concentración, que estaba
sosteniendo tanto, para un vistazo objetivo de lo que podría ser nada, ahora que el sol se
había puesto? Pero parecí sentir la presencia de alguien- una extraña presencia- una
presencia casi reconocible, y miré fuera de mi mapa para ver justo el rostro sonriente de
mi amigo extranjero del buque.
“O, usted, por qué, yo justo estaba estudiando el mapa. Veo que llegamos a Lyon”, dije,
ciertamente sin negar mi sorpresa. “No voy a Lyon, ahora, pero puedo detenerme allí
algún tiempo. Voy a Aviñón y allí me voy a encontrar con…” Me detuve. ¿Encontrarme
con quién? ¿A dónde estaba yendo realmente? Había dejado yo París con tanta certeza
que me encontraría con alguien y que todo estaría bien, que había olvidado que aún no
conocía a nadie.
“No, usted no se encontrará con nadie en Aviñón. Usted ni siquiera dejará el tren en
Aviñón. En efecto, yo me encontraré de nuevo con usted para desayunar en Tarascón y
entonces le diré cuándo y dónde usted dejará este tren. Mientras tanto, únase a mí con
uno de estos cigarrillos Persas; sé que esto será un regalo, pues ellos no se venden en
América”.
“Sepa usted, Señor P., que el pedazo de papel que usted me dio con su nombre y
dirección en este, me ha servido bien. Yo se lo di a un hombre en París…”
“Temí por un momento”, dijo él, medio apologéticamente. “Usted ve, mi amigo, sus
palabras n fueron bien elegidas. Usted dijo ‘se lo di a un hombre en París’. Usted debió
haber dicho ‘se lo mostré a un hombre en París’. Justo una pequeña diferencia. Se lo
concedo. Pero, permítame sugerirle que mientras esté en este país y cuando hable con
un extranjero a través de un intérprete o de otra manera, ¿tenga usted extrema cautela y
cuidado en la selección de sus palabras? El inglés a veces no proporciona el verdadero y
exacto sentido del significado deseado. Cuando es usado descuidadamente, o cuando el
idioma Americano o vernacular son usados, usted puede cometer una gran injusticia a
usted mismo y a sus pensamientos. En efecto- usted puede acabar con sus planes. Las
palabras crean pensamientos, usted sabe. Y los pensamientos significan acción”.
Hallé que el tren se estaba deteniendo para hacer una parada. También hallé a mi amigo
aproximándose desde el otro lado del pasillo.
“Esta es Tarascón”, dijo. Desayunaremos aquí. Espero que usted haya descansado bien
anoche, pues tras un pequeño sueño este día, usted debe prepararse para una mañana
muy activa. Bajemos a la plataforma y apurémonos. En otros trenes excepto este, usted
tendría que “cambiar de carro”, como dicen en América. Pero este tren va en su
dirección. Soy yo quien debe cambiar. Voy a Marsella y allí tomaré el buque para
Alejandría, Egipto. Usted continuará- hasta alcanzar- Montpellier”.
Caminamos a lo largo de la plataforma sin techo que se extendía más allá de la estación
cubierta- La plataforma estaba entre muchas vías. En el centro de esta había una gran
mesa hacia la cual muchos se apresuraban. Tenía sobre esta tazas y platillos, grandes
cestos llenos con pasteles, y un tanque de café.
El viaje desde Tarascón está repleto de bellos paisajes. El tren viaja al sudoeste y cruza
a través de esa parte de Francia que fue una vez el escenario de grandes guerras
religiosas, de las canciones de los Trovadores y de los primeros adelantos en todas las
artes. Mirando por la ventanilla del tren uno ve a veces grandes extensiones de viñedos,
de donde son tomadas las uvas para hacer muchos vinos. Siguiendo un curso tortuoso a
través de estas planicies verdes hay caminos públicos tan blancos que ellos parecen
como un mapa dibujado con tiza blanca sobre un estrado verde. A la distancia hay
colinas, usualmente rematadas con castillos blancos o grises o ciudades amuralladas.
Luego el paisaje cambiará y mostrará un pequeño río a través del cual se extiende un
antiguo puente Romano, o torres y murallas en ruinas siguiendo sus costas. A medida
que el tren se aproxima a una ciudad o villa, uno notará en las afueras muchos edificios
antiguos, que el libro de guía correctamente señala como habiendo jugado una
importante parte en los asuntos de la nación. Los colores del paisaje en cada dirección
son soberbios. El sentimiento es uno de paz y contentamiento. La atmósfera es suave,
quieta, vigorizante y tentadora. Aquellos con quienes uno se encuentra son cordiales,
llanos, saludables y sinceros. El sur de Francia es un sitio encantador para vivir- esto es,
para vivir espiritualmente y honestamente.
Luego-Montpellier. No tengo tiempo para hablar de mi recorrida allí. ¿Dormir?
Recuerdo las palabras de mi buen consejero y las recordé entonces. ¿Pero quién puede
dormir en Montpellier el primer día que uno lo ve? El sol era muy cálido, tan cálido
verdaderamente que todos los edificios- aún los negocios- tenían sus persianas
estrechamente bajas. La ciudad misma parecía sin vida. Los edificios así como las
aceras estaban hechas de esa bella, suave y blanca piedra que es tan abundante en esa
parte del país. Cuando el sol brilla sobe ella es tan blanca como la nieve. Ellos tenían un
período de sequía por varios meses en esa parte del país, y esta era la época. Los
campos estaban bien irrigados, pero las calles de la ciudad estaban tan secas que los
carruajes y los automóviles tiraban en el aire el polvo blanco y este había decorado los
árboles verdes, las vallas y otras estructuras de madera con una salpicadura blanca.
El hotel al cual fui dirigido era el más moderno de esa parte del país; y encontré que el
propietario podía hablar Inglés- un raro talento en esa parte de Francia. Me retiré a mi
cuarto y esperé. Me remitieron una nota para que fuese al “Chateau de Agua”. Si fuera
posible me gustaría reproducir en estas páginas una fotografía de ese lugar. Una alta
torre puesta sobre una ancha base, a la cual se llegaba por escalones de piedra, muy
parecido a la Tumba de Grant en Nueva York. Sobresalía a un pequeño lago y en todo
aspecto tenía una semejanza a una antigua obra de arte, lo cual era.
Me senté a su lado y esperé- ¿qué esperaba? ¿Alguna vez usted ha esperado algo sin
saber qué estaba esperando? Recuerdo bien que yo estaba sentado allí y trataba de
verme a mí mismo como un transeúnte. Allí estaba yo, un joven de la ciudad de Nueva
York sin ninguna otra actividad presente que la de ser un mero errante sobre la faz de la
tierra. Me vi con mi traje azul, mis zapatos color canela, mi sombrero de copa de Nueva
York, mi cámara fotográfica a mi lado, mi reloj y mi cadena; todas eran cosas de
América y yo parecía estar sentado sobe uno de los bancos del Riverside Drive a lo
largo del río Hudson viendo los yates privados en el puerto. ¿Por qué estaba yo ahí? Mi
familia estaba en casa- mis intereses de negocios estaban lejos, mis amigos ocupados en
sus diarios quehaceres- comencé a sentirme solo. Si solamente pudiera tener noticias de
mi hogar- pero nadie conocía mi dirección. Nadie sabía exactamente cuándo habría yo
de regresar- o ni yo lo sabía. ¿Y cuál era mi búsqueda? ¿Una mera fantasía? Yo estaba
buscando eso de lo que sabía tan poco. Los hombres habían viajado buscando oro.
Muchos habían viajado grandes distancias por aquello que sabían que existía. Pero yo-
yo solamente creía que había algo en alguna parte que yo deseaba. Yo era un buscador
de la Luz. ¡Por Luz! De nuevo esas palabras vinieron a mí. Cómo mis amigos- muchos
de ellos tal vez- sonreirían ante mi pregunta si ellos pudieran verme allí en el Chateau
del Agua, replicándome que yo había dejado todo detrás, dejado mi familia y mi hogar,
amigos y trabajo, todo lo que era querido, y había venido a Francia, al sur de Francia, a
un sitio desconocido para ver personas desconocidas- ¡por Luz! Yo estaba pagando un
gran precio- y todo por fe.
Yo estuve perdido en retrospección por cerca de treinta minutos cuando un joven pasó
con una cesta. Él parecía ser un mandadero, pero juzgué que debía tener una mejor
posición en la vida pues su rostro mostraba refinamiento. Sus ropas, muy parecidas a las
de un granjero, me impresionaron como siendo parte de un traje rural. Y él se me
aproximó cambiando el recorrido de su caminata. Él vino directamente frente mío,
haciendo un signo que pude reconocer, y me levanté. Él esperó hasta que le exhibí toda
evidencia de haber visto su muy inconsciente signo. Entonces él me dio un papel sobre
el cual estaba escrito en Inglés (con caligrafía Francesa): “Cuando usted tenga la
oportunidad de beber un vaso de leche fresca, permita que la mujer se lo sirva”.
Yo me doy cuenta de cuan extraño parece hoy esta frase- especialmente para la mente
común. Pero asociándolo con todo lo que había ocurrido, pónganse ustedes en mi lugar,
y ustedes creerán como yo lo hice, que esto tenía un significado simbólico. El joven se
fue sin decir palabra. Yo regresé a mi hotel. Eso fue todo por ese día, y ¿qué más?
Luego fui consiente de una muy extraña forma de llamado. Yo no puedo (y si pudiera,
no lo haría) darles los extraños sonidos vocales que alguien estaba cantando. Me pareció
ser una voz femenina a la distancia. Pronto llegó dentro de mi visión una anciana
llevando una vaca. La vaca estaba arrastrando un carrito de dos ruedas sobre el cual
descansaba una lata de agua y un pequeño estante. Sobre el estante había una cantidad
de vasos. Cuando ella vino hacia mí cantando las extrañas vocales ella me echó un
vistazo y levantó un vaso. Yo todavía estaba sentado, asombrado a la vista de la pobre
vaca que había proporcionado no solamente la leche sino que llevaba los vasos y el agua
también, que esa mujer estaba por pasar sin darme mayor atención.
“Perdón”, dije con un ligero acento Francés. Ella se volvió tan rápidamente y alarmada
que vi que se había sorprendido. Ella había reconocido un acento extranjero- un acento
Americano- en esa única palabra. Ella me miró críticamente de la cabeza a los pies,
lentamente sacó de los pliegos de su vestido una cartera de donde extrajo un papel
doblado, me lo pasó y continuó con su viaje.
El papel doblado tenía este mensaje en Inglés: “Viaje esta noche a Toulouse. Regístrese
en el Gran Hotel Tivolier. Visite la Galería de los Ilustres a las 10AM el Jueves por la
mañana y encuentre al Señor….., el eminente Fotógrafo. Prepárese a permanecer en el
Hotel una semana. Comuníquese únicamente con sus familiares y no diga nada de sus
planes. Comuníquese con el Señor…., de Chicago, que es un editor ahora del diario
“Toulouse… “. ¡Paz!
“Pero”, yo pensé, “el que emite estas instrucciones conoce mucha gente que yo puedo
conocer y no le interesa en absoluto el costo que está involucrado en moverme de un
lugar a otro. Está muy bien dirigirme aquí y allí, sin ninguna promesa de encontrarme o
ver algo o alguien excepto un “eminente fotógrafo” y el editor de un periódico.”
Toulouse, ustedes saben, es una de las muy antiguas ciudades de Francia. Está sobre las
orillas del Garona- el río desde donde los Hombres del Norte hicieron sus ataques sobre
Toulouse y el sur de Francia.
Yo hice como fui instruido y hallé que el Gran Hotel Tivolier era un sitio muy grande y
exclusivo- realmente grande y elaborado en su mobiliario. Al aproximarme a él hallé
que muchas de las calles de la ciudad eran muy antiguas a pesar de los muchos cambios.
La muralla original que rodeaba la ciudad había sido nivelada hasta su fundamento y la
ciudad se había extendido más allá de estos límites. Al pasar a través de algunas de las
calles el fundamento de la antigua pared es claramente visible entre los adoquines de la
calle, y uno camina sobre esta pared en la calle que conduce al Gran Hotel Tivolier.
Encontré que a este hotel llegaban, temprano cada mañana, una gran cantidad de
visitantes Ingleses y Americanos, viajando a través de Francia hacia España. Ellos
paraban aquí todas las noches. Cuidaban muy bien de sus autos, y los visitantes eran
automáticamente llevados del garaje a los cuartos para huéspedes, y todos los recién
llegados se preparaban para la larga cena que comenzaba a las 8 y terminaba a las 11. El
principal asombro en Toulouse para estos turistas es cenar bien y dormir bien.
Consecuentemente el salón comedor- un bello Salón como se llama- estaba bien
poblado a la noche, y absolutamente vacío a la mañana cuando yo, con mi costumbre
Americana, iba a desayunar. Los Turistas siempre se levantaban y se iban en su viaje al
Sur a la salida del sol.
No fue extraño- y fue ciertamente un placer- encontrar a tanta gente hablando Inglés, y
unos pocos Americanos, en Toulouse. Pero a ninguno de ellos le dije mi propósito.
Estuve tentado, a veces, de hablar con alguien de las extrañas cosas que ocurrieron, pero
resistí a tales tentaciones,- POR FE.
Las obras de arte en el “Salón de los Ilustres” nunca ha sido fotografiada para
reproducción pública, nunca ha sido copiada en postales y vendida, y las cámaras
fotográficas están prohibidas. Pero, debido a que dos de las obras maestras en ese Salón
me interesaban (siendo estrictamente Rosaecrucianas y de interés para todos los
Rosaecrucianos que puede que nunca visiten esa galería) yo fui capaz de conseguir un
permiso de los oficiales más altos, aún del Mayor de Toulouse, para tener una copia
fotográfica de las dos piezas de arte para mí. Algún día las únicas copias en el mundo,
tal vez, adornarán la Biblioteca de la Gran Logia Suprema Rosae Crucis.
Pero no debo olvidar mi historia. A, sí, ¡el Señor fotógrafo! Él estaba allí. Él me miró,
probablemente sabiendo quien era yo por la diferencia en la vestimenta y la apariencia
general. Pero yo no lo conocí hasta que vi el mismo extraño signo que me había dado el
joven en Montpellier. Entonces me aproximé a él.
“Perdón, Señor”, dije, “pero creo que me estoy dirigiendo a un caballero que tiene
alguna información para uno que está buscando Luz”. Esa me pareció una forma muy
apropiada de dirigirme a él.
Su respuesta fue en Francés- y yo no pude entender sino una sola palabra,- “sí”. Viendo
mi desconcierto, él tomó de su bolsillo un papel y con un lápiz escribió algunas palabras
y me lo dio para leer. Yo puedo leer más Francés que el que puedo hablar. De hecho
puedo leer unas cien palabras en Francés- y puedo hablar solamente tres o cuatro. Lo
que escribió, sin embargo, decía:
“¿Por qué estudió así esa pintura en ese estante?”. Yo me sentí desilusionado al leerlo.
Al principio pensé que era una afirmación. Fue sólo el símbolo de pregunta que me
permitió darme cuenta – con mi limitado conocimiento del Francés- que era una
pregunta. Y, tal pregunta más allá de toda mi expectativa.
“Porque, Señor”, dije, “esta parece tan bella, tan maravillosa y expresa lo que yo creo.
Yo veo en esta un significado muy misteriosos, un símbolo de…”
Luego él escribió otra vez en el papel: “Lo entiendo, lo aprecio”. Haciendo el papel a un
lado, él me dio un pedazo de papel que tenía una dirección. Él movió las manos para
que yo me diera cuenta que debía ir allí- y caminar. Eso fue todo lo que pude entender
por sus gestos. Miré la dirección; era solo el nombre de un boulevard. Yo tenía que
caminar a lo largo de ese boulevard. Luego él se inclinó y me quedé solo de nuevo.
Al retornar a mi hotel envié un mensajero con una nota al editor de Chicago. Yo vi una
copia de su periódico sobre la mesa del salón de lectura y la analicé agudamente. Él
estaba tratando de introducir el periodismo Americano en el Sur de Francia. En la
primera página estaba el anuncio que el tren en el cual mi amigo extranjero viajaba
desde Tarascón a Marsella había descarrilado y se había quemado completamente. No
decía nada sobre la pérdida de alguna vida, y yo me preocupé mucho por mi amigo.
Yo le dije al Señor…. Que yo estaba en Toulouse, y que apreciaría una entrevista con él
y esperaría su respuesta. Eso era todo. Yo fui al menos discreto.
Luego fui al boulevard. Me gustaría decir su nombre- pero eso sería decir demasiado
desde que estoy sometiendo esta historia algunos dibujos. Juntos, el nombre del
boulevard y el dibujo dirían una historia que no puedo contar tan públicamente.
Allí, ante mí, estaba la real Torre misma, aquella que había visto en la pintura en el
negocio del Profesor en París. Le dije al conductor del carruaje que se detuviera, pagué
y lo despedí. Y, en éxtasis y duda, me quedé parado ante esa Torre Antigua (conocida
por los Rosaecrucianos como “El Calabozo”) por muchos minutos con un sentimiento
en mi corazón que, de alguna manera, esta era mi meta. Mi búsqueda había terminado.
Así, me he tomado el privilegio de reproducir con esta historia la primer pintura de ese
lugar sagrado que nunca ha llegado a América.
Seré más breve ahora. No quiero cansarlos con los detalles. Ustedes, como yo mismo,
estamos ansiosos por ver el final,- conocer el producto de esta búsqueda por Luz.
Así que me aproximé a la Torre Antigua,- no sin algún recelo, pero ciertamente tan
airosamente y valientemente como me había aproximado a lugares mucho menos
extraños.
En la puerta de la Torre Antigua golpeé. Entonces descubrí una cuerda de una campana
y tiré de ella. Escuché el sonido en alguna parte en las profundidades de esa vieja
estructura, que parecía haber sido construida hacía mil años. En efecto lo fue.
Cuando el sonido murió una pregunta vino a mi mente. ¿Qué diría yo si no recibía
respuesta? Confío que mis lectores me imaginarán- o se imaginarán ustedes mismos-
parados frente a una pesada puerta de madera, con herrajes de hierro, rústica, comida
por los gusanos, cuyas piedras al frente estaban manchadas de verde, entre las cuales
crecía el moho y el musgo. Qué lugar era este, qué era, una prisión, una jaula, el hogar
de un loco, o qué, yo no lo sabía. Aun así yo estaba solicitando admisión.
Finalmente escuché el ruido de un cerrojo y noté que la puerta se abría un poco. Esperé.
Estaba muy oscuro dentro y no había signo de vida. Entonces empujé la puerta abierta y
encontré una antigua – pero no empolvada- escalera en frente de mí. Había una gran
bóveda sobre el primer tramo y de allí hacia arriba la escalera era circular y cada piso
consistía de una galería rodeando la escalera. Las galerías no tenían más de un metro
cincuenta de ancho- y estaba muy oscuro.
Miré hacia arriba a través de la puerta abierta y grité “Hola”. No muy apropiado, lo
concedo. Fue el “hábito telefónico” manifestándose como impulso, supongo. Pero trajo
como respuesta un suave pero distinguible “Entre, entre”, desde el piso superior.
Al fin alcancé el piso superior para hallar que era un cuarto cuadrado con un techo de
cristal y un número de pequeñas ventanas. Había algunos libreros amurados a las
paredes con muchos libros viejos y muy raros. Había dos mesas- crudamente fabricadas
y muy antiguas. Había también cerca de veinte sillas viejas- y un viejo escritorio lleno
con manuscritos, varias cajas selladas, velas, cera, fósforos, algunos productos
químicos, una lapicera pluma, tinta y- algunos mapas horoscópicos.
Fui saludado por un anciano. Digo anciano, porque él tenía una barba gris muy larga y
un cabello de un blanco puro colgando sobre sus hombros y ligeramente rizado. Él
estaba erguido, sin embargo, con amplias espaldas, una buena figura, ojos marrones
brillantes y rápidos, y mejillas completamente rosadas. Su voz era suave, sus
movimientos ágiles y su vestido un manto blanco de buen lino bordado con algunos
símbolos entonces desconocidos para mí pero no conocidos para muchos que leen esta
historia.
Me dirigí a él en Inglés: “He ingresado, señor”, comencé, “primero porque creo que este
edificio es de interés para mí, y en segundo lugar porque usted me invitó a entrar. Yo
estoy buscando una rara información y tal vez usted pueda decirme algo de aquello que
busco.- especialmente desde que usted está interesado en astrología”. Yo dije esto
señalando su escritorio y los horóscopos sobre él.
Para mi sorpresa él respondió en Inglés, pero con la voz quebrada y con un fuerte acento
Francés.
“Usted ha venido aquí, mi joven amigo, no como un intruso. Usted conoce astrología;
usted conoce los “arcos de dirección”. Su venida aquí fue por dirección. Mire, yo tengo
aquí sobre mi escritorio, su horóscopo. Yo lo esperaba a usted, - pues hay una carta
dirigida a usted. Yo conozco su propósito, pues los contenidos de esa carta es una
respuesta a su pregunta. Pero siéntese. Tengo muchas cosas para mostrarle y explicarle.
“Usted ha buscado sinceramente la Orden Rose Croix. Usted desea ingresar a la sagrada
hermandad- ¿pero qué después? ¿Ayudará usted en la gran obra? ¿Diseminará usted la
obra en su tierra? ¡Usted desea una tarea Hercúlea! Yo admiro su coraje, su valentía y
su determinación.
“Aquellos que se encontraron con usted han hablado bien de usted. Usted está
sorprendido. ¿No se encontró con usted ………. En el buque y lo dirigió? Sus reportes
están allí sobre mi escritorio. ¿No se encontró el Profesor…… con usted en París y lo
examinó? Él me envió su informe y su fecha de nacimiento que usted encontrará que he
corregido por dos minutos. Usted fue vigilado por aquellos que observaron sus
movimientos en París de día y de noche. Yo tengo sus informes. Usted fue observado en
Montpellier, y de nuevo en esta ciudad. Cuatro de nuestros Hermanos lo han visto y han
tenido la oportunidad de mirar dentro de sus ojos e informarme. El Señor…. Fotógrafo
hizo la decisión final este mismo día. Usted se encontrará ahora con nuestro amado
Gran Maestro e Imperator en su Santo Templo.
“Pero antes que usted se vaya de aquí – y usted no retornará de nuevo a este sitio- deseo
mostrarle los registros precisos que preservamos. Yo soy el Gran Archivista. Aquí usted
verá los registros de nuestros Hermanos y Hermanas desde que la Orden fue establecida
en este país. Nada se ha perdido en nuestros registros- ni siquiera las huellas de los
pulgares de nuestros miembros. Aquí están sus cartas completadas, sus informes, sus
pedidos, sus grados y su trabajo. El ojo que todo lo ve, la mente que lo conoce todo,
recibe- y aquí será registrado por todos los tiempos.
Pasé una hora examinando algunos raros libros hechos a mano e ilustrados a mano. Vi
un libro- hecho en la época de Cristo, registrando Su trabajo para la Orden, conteniendo
un dibujo en acuarela del verdadero Cristo y otros dibujos de incidentes de Su vida. El
libro estaba encuadernado con madera y hierro, tenía bisagras de hierro y un candado de
hierro- todo grandemente oxidado. Vi artículos de Egipto, de varias pirámides y
Templos. Vi raras reliquias de Jerusalén y otros países. Y vi el último Juramento de la
Orden hecho por Lafayette antes de venir a América,- el primer Rosaecruciano de
Francia que vino aquí. Pueda su nombre permanecer sagrado para la Orden en América.
Encontré al editor en su oficina. Estaba al lado de un edificio muy antiguo cerca del
Correo. Él me dio la bienvenida y me explicó que algún día él me encontraría en
América y se uniría conmigo en la buena obra. Qué más dijo yo no lo puedo repetir
aquí.
En la tarde- cerca de las tres en punto- tomé un taxi, y, dando al conductor la dirección
escrita me sorprendí al ver que daba vuelta con su auto y yo mismo a otro conductor
cuyo auto estaba cerca. Este conductor pareció muy cortés, mientras un número de otros
conductores se pararon y me miraron con perplejidad. Me pareció esto una curiosidad.
Y ellos susurraban juntos de una manera enojosa.
Fui conducido por casi dos kilómetros o más a las puertas de la ciudad y luego a través
de ellas a lo largo de los bancos de un arroyo hacia la antigua ciudad de Tolosa. Tolosa
fue la ciudad original Romana de Toulouse y está en ruinas hoy. El recorrido fue
estimulante e interesante. Al fin alcanzamos un gran estadio que estaba dentro de una
pared. Nos aproximamos a la entrada. Más allá de la puerta había campos de flores y
bellos céspedes. A la izquierda del estadio había una colina en cuya cima había un
castillo amurallado. Dentro del estadio había varios viejos edificios, uno de los cuales
tenía forma cuadrada.
Nos aproximamos a este antiguo edificio y fui recibido en su entrada por un joven
vestido con un uniforme semi militar. Él saludó al conductor como si lo conociera-
estrechó las manos con él de una manera muy fraternal. Luego me pidió una tarjeta o
carta- todo mediante gestos. Le di la carta dirigida por el anciano Archivista al joven y
tras leerla él me saludó muy cordialmente y me introdujo dentro de un cuarto de
recepción muy grande.
El edificio era muy extraño tanto como antiguo. Estaba hecho de piedra por dentro y por
fuera, pero las piedras estaban muy desgastadas. Parecía como si el edificio pudiera
caerse, o colapsar, por la edad. Tras unos momentos de pausa, enfrenté a una mujer
anciana que se inclinó ante mí, ofreció su mano y me condujo a un piso superior donde
de nuevo fui formalmente introducido dentro de un pequeño cuarto de recepción. Luego
me facilitaron instrucciones escritas a máquina dirigidas a mí en persona.
Y así leí y- bostezando por la fatiga leí de nuevo- y me relajé. Leí un poco más – y
bostecé una vez más- y caí dormido en el viejo diván en ese cuarto superior de piedra de
aquel antiguo, y frío misterioso edificio, conocido a través de toda Francia como el Gran
Templo.
Más tarde esa noche fui iniciado en la Orden Rosae Crucis. Crucé el Umbral en la
Antigua Logia en ese mismo viejo edificio. Conocí a muchos Oficiales, tomé los
solemnes juramentos, recibí la gran bendición y fui hecho un Hermano de la Orden
cuando llegó la hora de las brujas de la medianoche, por los viejos carrillones en la torre
del edificio.
Yo había hallado la Luz- y esta me había iluminado cuando enfrenté la Rosae Crucis.
Permanecí en Toulouse una semana como se me pidió. Durante ese tiempo asistí a un
gran número de lecturas, demostraciones, experimentos y clases privadas. Se me mostró
mucho, se me dijo mucho más y me dieron una considerable cantidad de materia en la
forma de un manuscrito jeroglífico para llevarme conmigo para estudiar por un año o
más.
La parte superior de este edificio, y sus alrededores, son usadas como un Monasterio
Rosaecruciano. En el sótano está la antigua Gruta Rosaecruciana donde los Illuminati
tenían sus convocaciones. Tiene un cielo raso en forma de arco y paredes hechas de
piedras grises muy antiguas, algunas de ellas húmedas, y entre las piedras uno puede ver
humedad y moho. Es calentado con una gran chimenea abierta y la única luz viene de
las velas y antorchas. Hay un altar en esta Gruta maravillosamente tallado de una rara
madera Egipcia. Hay una historia que una vez Martín Lutero encontró refugio en un
Templo en el cual este altar estaba en Alemania, y sus iniciales están marcadas en uno
de sus paneles. Hay muchas otras marcas sobre el tallado que claramente muestran los
efectos de varias guerras religiosas en el Sur de Francia cuando varios Templos en los
cuales este Altar estaba fueron quemados,- uno de ellos habiendo sido usado como
establo para caballos por los soldados.
El día que dejé Toulouse me dieron ciertos papeles y documentos para permitirme
proceder con la difusión de la Luz en “América”. La siguiente es la sustancia de las
últimas palabras que escuché, dadas a mí por el Muy Venerable Gran Maestro de
Francia. Señor L………:
“Hermano, estos documentos lo nombran como un Legado de esta Orden para su país.
Su deber y privilegios están bien definidos. Los documentos que tiene- y las pocas joyas
que yo ahora le doy-. Le permitirán a usted proceder en el tiempo y de la manera
indicada. Cuando haya hecho usted algún progreso usted se encontrará con un
representante de la Orden en Egipto que le entregará, bajo ciertas condiciones, otros
papeles y sellos. De tiempo en tiempo llegarán a usted aquellos que usted reconocerá
por los signos indicados. Ellos le darán más documentos y objetos hasta que sus papeles
de trabajo y sus herramientas estén completas. Nuestro archivista le enviará bajo sello,
con la protección del Gobierno Francés, otros papeles tan pronto haya hecho usted el
progreso que será informado a nosotros por nuestros Agentes. Sus informes semi
anuales garantizarán, o denegarán, su progreso y asistencia. Los Maestros del mundo
estarán contentos de responder a sus pedidos y sus requerimientos de tiempo en tiempo;
y la Paz y el Poder llegarán a América si los dictados de nuestra Orden son fielmente
cumplidos”.
Estas palabras, dichas tan sagradamente por la querida antigua alma, suscritas por el
Consejo Supremo Francés y acompañadas por una maravillosa ovación, todavía suenan
en mis oídos. Ellas fueron la bendición que los Maestros enviaron a América, y yo, a mi
turno, las doy a mis Hermanos y Hermanas de la Orden Rosae Crucis en los Estados
Unidos. Por la Verdad, Fr. 12. Illuminati R.F. Profundis.
DOS IMPORTANTES CARTAS RESPONDIDAS POR EL IMPERATOR
La Fraternidad Rosacruz de Max Heindel y la Societas Rosicruciana in América
Por H. Spencer Lewis, F.R.C., Imperator de la Orden en América
(Artículo publicado en la revista “The American Rosae Crucis” Vol. 01, Nro. 05, Mayo
de 1916-Traducido por Alejandro Daniel Silvani Costa, F.R.C.)
A través del trabajo de la ley, las manifestaciones de las cuales el no iniciado llama
“coincidencias”, han llegado a la Secretaría General las dos cartas que son publicadas
debajo en detalle, SIN NINGUNA CORRECCION O ALTERACION.
Los comentarios siguientes a cada carta están escritos por mí como respuestas finales a
las preguntas formuladas, creyendo que en lo sucesivo una lectura de estas cartas que no
solamente están en conflicto con y en contradicción una con otra sino que se
contradicen ellas mismas párrafo a párrafo, serán suficientes para que el investigador
sincero se dé cuenta.
Es en verdad afortunado que estas dos cartas hayan llegado prácticamente al mismo
tiempo, pues no deseando hablar en términos de una manera despectiva o negativa
tendientes a alertar a un hombre o mujer, estas cartas ellas mismas responden cada una
de las preguntas del escritor más convincentemente y más iluminadoramente que lo que
yo podría esperar hacer.
Querido Señor:
1-En la página 11 del número de Abril del “American Rosae Crucis”, en su Historia de
la Orden, aparece un pedido para aquellos que SEPAN informarle de cualquier hecho no
completa o correctamente dado allí. La información que sigue está basada sobre
personal conocimiento y experiencia del escritor y no sobre habladurías; pretendo
proporcionarle a usted ciertos hechos y no es necesariamente para ser publicada si usted
la considerara desaconsejable o innecesaria.
2-Su artículo afirma que el Señor Max Heindel, de la Fraternidad Rosacruz, no afirma
ser un iniciado. El Señor Heindel AFIRMA que él estuvo bajo la instrucción individual,
por algún tiempo, de uno de los “Hermanos Mayores” de la verdadera Orden R.C.; que,
a pedido de su Maestro, él hizo un viaje a Alemania y fue allí donde encontró a su
Maestro en persona, y lo llevó a un “Templo” situado cerca de Carlsbad, en Alemania, y
allí fue introducido a la presencia de otros cuatro Hermanos Mayores de la Orden, y tras
habérsele dicho que él había sido seleccionado para recibir ciertos “secretos” se le pidió
hacer la promesa de nunca revelarlos a otro; él se rehusó a hacer esto pues creía que si el
conocimiento que le darían fuese correcto, él debería publicarlo desinteresadamente
para las muchas almas esperando en el mundo; que esta probó ser la “prueba final” y él
fue conducido a continuación al “Templo” y allí recibió algún tipo de “iniciación”. Él
luego recibió el conocimiento que ha publicado bajo el título de “Concepto Rosacruz
del Cosmos”.
3-El escritor afirmará aquí, francamente, que él nunca ha tenido ninguna razón para
dudar de la palabra del Señor Heindel relacionada con la anterior afirmación; y que la
información dada en la “Concepto Rosacruz” y en su “Filosofía Rosacruz en Preguntas
y Respuestas” nunca antes había sido hecha pública en una manera tan concisa y
comprensible, es innegable hasta donde él sabe. Ese gran bien ha sido realizado de este
modo; que a muchos se les han abierto los ojos a las grandes verdades de la Filosofía
representada, es incuestionablemente verdad.
4-El Señor Heindel hace la afirmación que los Hermanos Mayores le dijeron que eran
los ÚNICOS ahora operando en persona; esto es, que Heindel es su único representante
acreditado en el mundo; que cualquier y toda orden emanada de él deben ser
consideradas como viniendo con autoridad de los Hermanos Mayores de la Orden; que
todos aquellos que rechazan una estricta lealtad a él han FALLADO y que ellos no
tienen otra posible alternativa que arrepentirse, retornar a su redil y reanudar su trabajo
bajo él.
5-Él afirma estar autorizado a conferir sobre algunos de sus “estudiantes” que
permanezcan fieles por cierto período y cumplan con ciertos requerimientos enviados
por él, el título de “Probacionista” luego que ellos tomen una solemne obligación (a
ellos mismos) y que entonces, si el “Probacionista” sigue estrictamente sus
instrucciones y hace los informes mensuales, sobre formularios impresos
proporcionados por él, dicho “Probacionista” puede entonces solicitar el grado de
“Discípulo” y a partir de allí, con su solicitud aprobada por el Maestro, el Discípulo
recibirá instrucción personal e individual de un Maestro de la Orden y se le enseñará a
salir y retornar del cuerpo físico a voluntad, y conscientemente, y ser capaz de
convertirse en un “Auxiliar Invisible” en los reinos del espíritu, etc. Esta última
afirmación, sin embargo, no se ha hecho bien en los últimos años debido, como explica
el Señor Heindel, a la triste y terrible convulsión en los “éteres” debido a la
desencarnación de incontables millones de egos en los reinos del espíritu a través del
medio de la horrible guerra, y a las vibraciones de agonía y miseria existentes en el gran
conflicto; un hecho que es fácilmente comprendido y aceptado como una razón por
todos los estudiantes ocultos.
6-Para el escritor el Señor Heindel ha hecho la afirmación que todas las otras
organizaciones denominadas Rosicrucianas conocidas al público son espurias; que aún
su propia organización, la cual en realidad NO es una organización de hecho, no está en
absoluto conectada directamente con la Gran Orden Rosacruz, sino que es un sustituto
dado a la humanidad con el objeto que ellos puedan elevarse a las alturas de la
espiritualidad de modo que puedan ser ellos merecedores de la REAL iniciación.
Frente a los hechos anteriores parecería que él no es meramente, como usted dice, un
escritor, profesor y editor de buenos libros. Él es indudablemente un profundo y sincero
estudiante de cosas ocultas y espirituales; un hombre que cree en él mismo y sus
afirmaciones; un honesto y sincero dispensador de tales verdades como él las ha
recibido (y que fueron indudablemente reveladas de una alta fuente).
7-La cuestión, sin embargo, es “tiene él, o cualquier otro hombre, el poder y la
autoridad que él afirma; y si es así, de qué fuente deriva esa autoridad?
Párrafo Nro. 4: Recuerdo aquí de una o dos líneas en el Rubaiyat (NT: poesías de Omar
Kayyam) acerca del continuado uso de nombres y términos. Pero, ¿Quiénes son estos
“Hermanos Mayores”? No conozco a ningún alto oficial en la Orden llevando tales
títulos. Hermanos avanzados – nunca Oficiales- pueden ser llamados Hermanos
Mayores, pero los Hermanos Mayores de ningún grado pueden conferir sobre ninguna
persona tales derechos y poderes absolutos, exclusivos e ilimitados como usted dice que
fueron conferidos sobre el Señor Heindel – “el único acreditado en el mundo”. Pero
hace una semana un hombre – un Oriental – vino a verme a nuestra sede como lo han
hecho otros, con documentos y papeles apropiadamente sellados y firmados por los
Maestros Supremos en Oriente, trayendo a la Orden aquí nuevos “trabajos” e
instrucciones. ¿Es este Oriental un representante verdaderamente acreditado o no? Él
afirma ser solo un sirviente, un mensajero, de los Maestros, y aunque él ha estudiado
con ellos por años, se le ha confiado secretos (en forma de manuscrito) de los más altos
grados y podría fácilmente publicar estos en forma de libro a buen precio, diciendo- y
probando- que él es un “representante acreditado” de los Maestros y como tal está
consciente de los Juramentos de la Orden y la voluntad de los Maestros. Ciertamente el
Prelado Immanuel no debe obediencia al Señor Heindel.
Párrafo Nro. 05: ¿Qué son todos estos términos de “estudiante”, “Probacionista”,
“Discípulo”? ¿Dónde se originaron? Ellos no aparecen en nuestros “Mandamientos
Secretos” de la A.M.O.R.C., ni han sido ellos escuchado nunca en los Templos
Rosaecrucianos de Egipto, Francia, España, Tíbet o Australia. Ellos no podrían tener
lugar en el trabajo del Rosaecrucianismo. En cuanto a la guerra- bien que NUESTRO
“trabajo” considera la guerra como el gran crisol. Fue en anticipación de esta que se me
dieron instrucciones en 1909 para proceder con la Orden en los Estados Unidos en
1915. Los verdaderos Rosaecrucianos NO PUEDEN creer que la guerra, en su causa y
resultado primario, sea desastrosa para el progreso del Rosaecrucianismo, sino, más
bien, que es de ayuda, tal como el fuego del alquimista ayuda en la producción del
producto refinado extraído de la escoria. Cualquier otro punto de vista es materialista,
no es Rosaecruciano y es impío.
Párrafos Nro. 06 y 07: esto es precisamente lo que yo diría de la obra del Señor Heindel,
sus publicaciones y su propaganda. Él no tiene una organización Rosaecruciana, ni una
Orden Rosaecruciana, y no tiene Logias. Él tiene clases o centros donde prepara a los
principiantes para avanzar a un trabajo superior. Sus estudiantes están bien equipados
para Cruzar el Umbral de nuestra Orden. Por esta buena obra alabamos de nuevo al
Señor Heindel como lo hemos hecho en el pasado; nosotros solo tenemos amor y paz
por él y le enviamos nuestras más fuertes vibraciones.
Párrafo Nro. 08: para responder esto nosotros debemos saber lo que afirma el Señor
Heindel. Yo todavía digo que el Señor Heindel no afirma haber sido iniciado en la
verdadera Orden o en Logias de la Rosae Crucis. Yo pedí HECHOS BASADOS EN
CONOCIMIENTO. Usted ofrece testimonios de oídas,- lo que usted ha escuchado
afirmar, y aún esa evidencia muestra que el Señor Heindel es un estudiante y un
profesor de una filosofía,- eso es todo.
CARTA 02: LA SOCIETAS ROSICRUCIANA IN AMERICA
Estimado Señor:
1-En respuesta a mi correo de hace un tiempo, he recibido una copia del “AMERICAN
ROSAE CRUCIS”, y lo hallé muy interesante. He recibido también ciertas otras cosas,
incluyendo una invitación a completar y devolver a ustedes, la Solicitud de Afiliación
en blanco enviada a mí, y por cortesía y amabilidad, tanto por las otras cosas, acepte por
favor mi sincero agradecimiento.
5-El “ALMANAQUE MUNDIAL” por un año o más antes del año actual, mencionó los
nombres de George Winslow Plummer, George Lewis, y Carlyle Moore, como oficiales
de la SOCIETAS ROSICRUCIANA IN AMERICA. ¿No están estos caballeros “en lo
correcto”? El escritor tiene una idea de que ellos lo están.
6-“Las enseñanzas del Rosaecrucianismo y sus bases no van más allá que la familia de
Tutmosis IV? ¿Pueden ser ellas rastreadas más lejos? ¿Hay razón para suponer que ellas
vinieron de la Atlántida? ¿Puede ser esto PROBADO? ¿Qué acerca de las IDEAS de la
“FAMILIA” de los Magos?
7-¿No piensa usted que está llevando la propaganda a un extremo, al poner esto o algo
de esto en las cabezas de niños de solamente ocho años de edad? ¿Es seguro, si usted
tiene el trabajo secreto, los signos, toques, etc., confiar cualquier parte de estos a
aquellos que escasamente son un poco más que niños, y mientras se supone que todos
nosotros debemos ser como niños pequeños, no piensa usted que esto traerá una
tendencia a poner el trabajo en tale, ya no plano “inferior”, sino literalmente sobre tal
“PLANO JUVENIL” si se puede usar la expresión, como para disminuir su efecto, y en
verdad de su dignidad y habilidad afectar adultos de mayor intelectualidad?
8-¿Se les va a dar a los niños ALGUNA parte del mismo trabajo, y si es así, no es algo
casi seguro que ALGUNO de ellos eventualmente lo dará a conocer? ¿Se les da a ellos
los mismos “signos”, “toques”, palabras de pase, etc., como a los miembros adultos? ¿O
algunos solamente para los juveniles?
9-Yo presumo que, por supuesto, el peculiar letrero debajo de las palabras “ROSAE
CRUCIS” sobre su (extensa) carta impresa, NO es la cifra secreta en la cual sus
iniciados hacen notas de sus lecturas? Si lo es, o si no lo es, yo lo he leído muy
fácilmente, y no soy extra brillante.
10-De regreso al título de la página (una interna) de su panfleto, afirma que Lord
Edward Bulwer Lytton “un miembro entusiasta de la Orden de la ROSAE CRUCIS”.
Ahora he sabido que Bulwer Lytton se afirma como perteneciente a (note la diferente
ortografía) de la SOCIETAS ROSICRUCIANA IN ANGLIA. Aquí de nuevo tenemos
justo de nuevo la misma vieja dificultad. ¿En qué Sociedad estaba él en Bretaña? Estoy
interesado, pero quiero explicaciones antes de seguir más lejos. No quiero ver ninguna
imitación de Lucifer comenzando un reino en el Cielo de su propiedad, aunque sea
correcto.
Respetuosamente,
JOHN F. JAMES
Párrafo Nro. 04: El nombre correcto o legal de esta sociedad es “Sociedad de los
Rosacruces”, ya que el nombre Societas Rosicruciana les fue denegado en sus papeles
legales. Sin embargo, bajo el nombre de “Societas Rosicruciana In América” ellos
anuncian en el Almanaque Mundial que están en fraternal comunión con
SOCIEDADES SIMILARES en Francia, Egipto, etc. Esto significa exactamente lo que
dice, y uno no debería leer en la afirmación lo que no está escrito en ella. “Sociedades
similares” significa otras organizaciones llamadas “Societas Rosicruciana”. Muchas de
estas existen en muchos países. Ellas están compuestas usualmente de Masones que
están estudiando ocultismo avanzado. Ellas no son Órdenes o Logias de la Rosae
Crucis, ni afirman serlo. La organización a la cual usted se refiere es la primera en
admitir mujeres y usar las palabras Rosae Crucis, un Cartucho Egipcio, un triángulo y
una Cruz con una sola rosa, y admitir aquellos que no son Masones. Todas estas cosas
han modificado el trabajo usual y las prácticas de tales sociedades puramente
especulativas desde que nuestra Orden se ha establecido aquí, como se muestra
claramente por los cambios en su literatura. Uno de sus antiguos oficiales, ahora un
miembro de nuestra Gran Logia Suprema francamente admite que esta organización
puede enseñar “Druidismo” como se afirma en el Almanaque Mundial, pero que no
enseña las grandes leyes que damos nosotros siquiera a los nuevos Iniciados. Así,
mientras que hay muchas organizaciones sinceras (Masónicas, Teosóficas, etc.)
reuniéndose regularmente para estudiar el trabajo exotérico del Rosaecrucianismo, ellas
no son miembro o Logias de la verdadera Orden.
Párrafo Nro. 5: He oído solamente cosas buenas del Señor Plummer (quien asume el
nombre de “Khei”). De los otros no sé nada por completo.
Párrafo Nro. 6: Ciertamente las enseñanzas provienen de aquellos que existieron antes
de Tutmosis IV. Usted difícilmente podrá esperar que yo le a usted, aquí, y para
aquellos u otros que no están en nuestra Orden, el origen de las enseñanzas. Lo mismo
se aplica a lo que SABEMOS (no que suponemos o creemos) acerca de la “Atlántida” o
de las “ideas de la familia de los magos”.
Párrafos Nro. 7 y 8: una presunción absurda. Nuestras palabras en el “American Rosae
Crucis” y en cualquier otro lado no implican de ninguna manera que a los niños se les
enseñé los secretos o el “trabajo” Rosaecruciano. Usted ha fallado evidentemente en
leer con un entendimiento imparcial.
Párrafo Nro. 9: Una presunción correcta. Seguramente que un signo o código secreto no
sería publicado. Aún aquellos que están haciendo un negocio de la publicación de libros
(la Philosophical Publishing Co., el Señor Max Heindel, la Societas Rosicruciana, y
otros ) no harían eso.
Párrafo Nro. 10: Usted está en lo cierto. Lytton perteneció a una cantidad de sociedades.
Pero.- ¿Cuál es el punto de esta pregunta?
Párrafo Nro. 11: lo siento, señor, pero nosotros no tenemos un catálogo de artículos de
Logia para enviarle. Los artículos de Logia son para las Logias- no para los individuos.
Las descripciones de los equipamientos de nuestras Logias no son enviados a aquellos
que están fuera de la Orden para beneficio de esas otras organizaciones que están
esforzándose en imitar en cada punto a la A-M-O-R-C- de una manera comercial. NO
SE REQUIERE dinero para establecer una Logia de nuestra Orden, sino que requiere
honor, sinceridad, honestidad y un limpio y sano deseo de servir a un solo Maestro.
Bajo tales condiciones hay miles de dólares listos para asistir en el establecimiento de
una Logia en cualquier parte de los Estados Unidos de América, Territorios y
Dependencias. Logias están siendo establecidas en California por sinceros buscadores
de la Verdad y la Luz.
Una comparación de las dos cartas anteriores muestra un propósito similar en cada una,-
un intento de probar la genuinidad de otro movimiento y lo contrario de la A.M.O.R.C.
Si una de las anteriores cartas afirma lo correcto, la otra debe estar equivocada. ¿Quién
puede decidir cuál de las mencionadas organizaciones es verdaderamente la única
legítima Orden R.C.? Todo lo que yo puedo decir a este respecto es esto: únase a
aquella que más le ayude. Pero recuerde que hay solamente una organización que NO es
una ESCUELA, ni una sociedad, ni una firma editora y que no es una rama de ninguna
otra, ni planea propagarse mediante la venta de libros o lecciones. Esa organización se
llama a sí misma una ORDEN, tiene LOGIAS, y da sus enseñanzas solamente en
templos cerrados, bien cubiertos. Es la “Antigua y Mística Orden Rosae Crucis”,
patrocinada por la Suprema Gran Logia de Francia, permitida por el Consejo Supremo
del Mundo y dotada con las enseñanzas, signos y fraternal comunión de los Maestros
Rosaecrucianos del Mundo. Yo soy su Imperator en América como lo prueban los
papeles bien establecidos conocidos por muchos, y por la historia contada en este
mismo número de “Viaje de un Peregrino al Este”.
H. SPENCER LEWIS,
F.R.C. 12º Francia
LIBROS RECOMENDADOS PARA ESTUDIO y en venta por el DEPARTAMENTO
DE SUMINISTROS ROSACRUCES