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Presidencia
Secretaría General
Leonardo González
Leandro Quiroga
Daniel Belinche
2
Secretaría de Administración y Finanzas
Julio C. Mazzotta
Vicedecano
Mauricio Chama
Secretaria Académica
Secretario de Posgrado
Fabio Espósito
Secretaria de Investigación
Laura Lenci
Jerónimo Pinedo
Secretaria Administrativa
Liliana Barbis
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Julieta Alcoba
Guillermo Banzato
Martín Legarralde
Patricia Flier
Equipo de Investigación
Director
Jerónimo Pinedo
Integrantes
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO
EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Convenio INADI-UNLP
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Índice
Síntesis ......................................................................................................................................................... 12
Introducción ............................................................................................................................................... 14
La experiencia del racismo en La Plata: el punto de vista de las personas discriminadas .........36
Conclusiones .............................................................................................................................................. 70
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ALGUNAS REFLEXIONES
PRELIMINARES
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Promover, desarrollar y subvencionar proyectos de investigación por parte de los órganos estatales
pertinentes (INADI, INDEC, Secretaría de DD.HH., Universidades Nacionales) a fin de mensurar
la dimensión del problema discriminatorio, analizando los discursos mediáticos y educativos, las
conductas discriminatorias, sus orígenes y causalidad, así como los modos de desarticularlas.
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El presente documento constituye una reflexión que pretende introducir la polémica
sobre algunos aspectos fundamentales en el abordaje de la temática actual sobre el racismo.5 En
distintos escenarios de la investigación (académica, los estudios culturales y las políticas públicas)
la concepción del racismo analiza su naturaleza específica, a través de variadas tipologías y
prestando atención a las particularidades de las diferentes manifestaciones de dicho fenómeno.
Teniendo en cuenta los datos cuantitativos, a partir de las cifras arrojadas por el Mapa
Nacional de la Discriminación 2013 y el Informe de Denuncias radicadas en el INADI (2008-2013),
podemos observar una serie de resultados interesantes para desarrollar la problemática.
El mencionado Mapa permitió construir metodológicamente un agrupamiento de
categorías dentro de la variable “experiencias de discriminación” para medir a nivel nacional,
provincial y municipal las frecuencias de esta realidad específica. La variable compleja racismo
estructural6 alude al constructo que configuran los tipos de discriminación ligada a nacionalidad,
nivel socioeconómico, color de piel, lugar de origen y pertenencia a pueblos indígenas.
En relación con dicha variable, es posible destacar que:
-A nivel nacional, la población que experimentó racismo estructural fue del 57 % (INADI,
2013).
-La región del AMBA se posiciona como región dominante de ese clivaje.
-De la población encuestada en la provincia de Buenos Aires que experimentó
discriminación, el 59 % corresponde a casos de racismo estructural y el 41 %, a otros
tipos de discriminación (INADI, 2013). Es una leve diferencia con los datos obtenidos a
nivel nacional pero hace que este tipo de experiencia se evidencie aún más en la provincia
de Buenos Aires.
-Al profundizar el anclaje territorial, en el gráfico siguiente se observa que la problemática
se mantiene en forma homogénea en todo el territorio de la provincia de Buenos Aires.
Siendo Gran La Plata la que encabeza el listado, con un 61 % de su población que
experimentó racismo estructural.
-Con relación a la variable ámbito de discriminación, se observa que en la provincia de
Buenos Aires el barrio alcanza el 7 %.
-Al analizar el constructo racismo estructural, el barrio pasa a constituir el segundo ámbito
donde se desarrolla dicho fenómeno, con un 9 %.
-En este sentido, al analizar los datos de La Plata, los principales tipos de discriminación
dentro del barrio fueron: por ser migrante, 34 %; por nivel socioeconómico, 27 %; por
vestimenta, 17 %.
5 Entendemos al racismo como un fenómeno fundamentalmente social y moderno, un conjunto de ideologías, preconceptos,
estereotipos y prejuicios que tienden a segmentar al conjunto humano en supuestos grupos que tendrían características
comunes entre sí (y jerarquizables entre los distintos grupos), cuya explicación radicaría en una supuesta herencia genética.
INADI (2005). Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación. La discriminación en Argentina. Diagnóstico y Propuestas.
Buenos Aires: INADI.
6 Compuesto por la experiencia de quienes refirieron motivos discriminatorios tales como: situación o nivel socioeconómico,
color de piel, lugar de origen, nacionalidad.
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
7 Compuesto por las denuncias por etnia/nacionalidad, condición socioeconómica, afrodescendientes, pueblos indígenas.
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La investigación de profundización realizada por la Universidad de La Plata (UNLP) aportó
el despliegue de la estrategia cualitativa teniendo en cuenta la especificidad del territorio a través
de la recolección de las opiniones, imágenes y representaciones sociales, desde la perspectiva
de los discursos de las personas implicadas en el proceso. El trabajo permitió que las categorías
entraran en relación y se volvieran aprehensibles en tanto vivencia, una dimensión fundamental
de la configuración subjetiva de los individuos; en definitiva, una experiencia.
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SÍNTESIS
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
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INTRODUCCIÓN
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
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EL MAPA DE LA DISCRIMINACIÓN
SOCIAL EN LA PLATA
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
• Experiencia de discriminación
Gráfico N° 2. Base INADI 2013. Todos los encuestados de La Plata y Gran La Plata.
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• Tipos de discriminación
Gráfico N.° 3. INADI 2013. Todos los encuestados que experimentaron discriminación.
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Gráfico N.° 4. INADI 2013. Todos los encuestados de La Plata y Gran La Plata que experimentaron discriminación.
Por otro lado, al realizar el cruce por la variable edad se puede ver cómo el tipo de
discriminación por ser migrante presenta valores elevados en las tres primeras franjas etarias,
llegando al mayor nivel entre la población de 45 a 59 años. Mientras que las mayores situaciones
de discriminación experimentadas entre los y las jóvenes son por el color de piel y el aspecto
físico.
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Gráfico N.° 5. INADI 2013. Todos los encuestados de La Plata y Gran La Plata que experimentaron discriminación.
El tercer dato a tener en cuenta para el diseño de la profundización cualitativa surgió del
análisis de los resultados en torno a los ámbitos de discriminación experimentada. El ámbito
educativo, el espacio laboral y la vía pública aparecen como los principales, aunque en menor
medida también los encuestados identificaron el barrio y los boliches bailables.
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Gráfico N.° 6. INADI 2013. Todos los encuestados que experimentaron discriminación.
Gráfico N.° 7. INADI 2013. Todos los encuestados de La Plata y Gran La Plata que experimentaron discriminación.
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Por último, en el análisis desagregado de los tipos de discriminación por ámbitos,
terminó de completarse el fundamento cuantitativo de la profundización cualitativa. El ámbito
educativo, el ámbito laboral, la vía pública y el barrio se revelan como espacios donde es habitual
la discriminación por ser migrante, por color de piel o por nivel socioeconómico.
Cuadro N° 1. INADI, 2013. Todos los encuestados de La Plata y Gran La Plata que experimentaron discriminación.
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
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MARCO CONCEPTUAL
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Esta definición del racismo tiene un valor operativo fundamental, ya que permite observar
sus variedades a partir de una definición común. A saber, el racismo es un dispositivo clasificatorio
que segmenta al conjunto humano y se basa en atribuir a las personas características naturales o
naturalizadas, las distribuye en “grupos” según esas características, asocia esos grupos a formas
intelectuales y morales específicas, y crea las condiciones para que algunos de esos grupos
o miembros de esos grupos sean objeto de prácticas discriminatorias. Como puede verse, es
posible prescindir de la idea de raza tal como fue construida por la ciencia positivista desde
finales del siglo XVIII, así como del argumento a favor de la existencia de razas, según el cual sus
características biológicas o físicas corresponderían a capacidades psicológicas e intelectuales
(válidas al mismo tiempo para colectivos e individuos), y aun así estaríamos en presencia de
racismo, si se sostiene la existencia de diferencias “esenciales” (y esencializadas) inscriptas en la
naturaleza de los grupos humanos. Con esto queremos decir que el racismo persiste más allá del
aludido retroceso de la teoría científica de las “razas” y su racismo “científicamente fundado”.
Una prueba histórica de que el racismo ha mutado en sus formas pero no desaparecido,
es el auge –a partir de la década del ochenta del siglo XX– de un racismo cultural centrado en
diferencias esencializadas antes que en la jerarquía entre los grupos humanos.
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El otro elemento teórico a tener en cuenta es el aporte de la escuela norteamericana
basada en el enfoque de racial relations. Los investigadores de dicha escuela, en su mayoría de
descendencia afroamericana, han mostrado que puede existir racismo más allá de la ausencia
de un discurso público racista. Esto quiere decir que incluso en una sociedad donde prima cierta
“corrección política” a la hora de referirse al otro, el racismo puede operar de manera muda a
través de la discriminación social. El racismo puede funcionar de modo abierto y explícito o de
modo no declarado y, en ese caso, como una propiedad estructural que está inscripta en los
mecanismos rutinarios que aseguran la dominación sin necesidad de ser teorizada o justificada.
En definitiva, puede haber prácticas racistas sin necesidad de que se sostengan en una narrativa
pública racista.
Las experiencias discriminatorias que investigamos en este trabajo se ubican en una zona
intermedia entre el racismo como discurso (Van Dijk, 2007) y el racismo como práctica social
(Wieviorka, 2009).
En el primer sentido, el racismo discursivo en América Latina no necesariamente se apoya
en una perspectiva raciológica, pero tiende a racializar las relaciones entre grupos sociales
(Margulis, Urresti y otros, 1998).
El discurso racista oral y escrito prefiere los temas negativos sobre los ‘Otros’ (temas asociados con
los problemas de inmigración e integración, con la delincuencia, la violencia, su pereza o retraso)
en contraste con temas positivos sobre “Nosotros” como modernos, avanzados, democráticos,
tolerantes, hospitalarios, generosos, etcétera. Por otro lado, los temas negativos sobre “Nosotros”,
y especialmente nuestro racismo, nuestra discriminación y nuestros prejuicios ( ) tienden a ser
ignorados, minimizados o mitigados del mismo modo que los temas positivos sobre “Ellos” (Van
Dijk, 2007, pp. 28-29).
Como práctica social, el racismo tiene dos lógicas implicadas y una serie de formas
elementales de manifestación concreta. En cuanto a sus lógicas, el racismo produce jerarquías
sociales universalizadas basadas en la inferiorización de algunos grupos sociales y naturaliza o
esencializa las diferencias. En sus extremos, la primera lógica de inferiorización/jerarquización
subordina a los grupos estigmatizados al dominio de los grupos ubicados en la cima de esa
jerarquía; la segunda lógica diferencialista, excluye, aparta o rechaza los contactos sociales con el
grupo estigmatizado. En el cruce de esas dos lógicas se producen las manifestaciones concretas
del racismo, que queremos observar en nuestra investigación en la experiencia concreta de los
grupos discriminados.
No se puede pensar y analizar el racismo sin observar sus manifestaciones concretas y el contexto
en el que se expresan. El racismo debe ser considerado como el fruto de situaciones y de cambios
en los que acompaña y funda vínculos sociales. […] el racismo no sólo es un fenómeno meramente
ideológico, político o doctrinario, […] sino que debe ser comprendido como un componente de
conductas entre grupos humanos que toman la forma del prejuicio, de la discriminación y de la
segregación, [ ] pero también de la violencia [...] (Wieviorka, 2009, pp. 51-52).
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
prejuicio, en la medida que el racismo remite a representaciones del Otro que valorizan el grupo
de pertenencia y desvalorizan al diferente, amplifica las diferencias, las naturaliza o esencializa,
desembocando en estereotipos que promueven o justifican actitudes discriminatorias.
La segunda de las formas concretas es la discriminación, que consiste en poner de relieve
la etnia o la nacionalidad para otorgarle un tratamiento diferenciado al grupo estigmatizado de
manera racista, denegando su acceso igualitario a la educación, la salud, el empleo o la vivienda.
La tercera es la segregación, un concepto ambiguo que designa tanto el proceso como el
resultado y que, además, se aplica a realidades diversas: étnica, racial o social. En este sentido,
la segregación racial opera ubicando a grupos mantenidos a distancia, localizados en espacios
propios que le son reservados. Esta forma de manifestación del racismo puede ser directa y
explícitamente racial, pero también puede remitir a procesos económicos y sociales que
desembocan en una separación racial. Puede ser obra de un grupo dominante que no se quiere
mezclar con el grupo al que trata de manera racista, pero también puede ocurrir a la inversa: ser
producto del grupo racizado,11 que encuentra un espacio comunitario donde acceder a recursos
culturales, sociales y económicos, de los que no dispone en otros lados. Cuando la segregación
es racial, étnica y social se vuelve total y adopta el carácter de exclusión social. La discriminación
opera a través de la lógica de la jerarquización, mientras que la segregación lo hace mediante la
lógica de la diferencia.
La cuarta de estas expresiones concretas es la violencia. El racismo siempre constituye
violencia porque implica una negación de la persona o grupo que resulta víctima. Esta violencia
puede ser física, produciendo lesiones en el cuerpo, destrucción de los bienes, amenazas de
daños intencionados, separación, exclusión e incluso la muerte; o bien simbólica, cuando
afecta a la integridad moral de una persona sin alterar directamente su participación en la vida
social, política o económica, y es del orden del prejuicio o de la simple expresión de odio, sin
consecuencias sobre su integridad física.
El tipo de actor que origina esa violencia puede, también, situarse en un nivel infrapolítico
(actores definidos en términos sociales, económicos y culturales pero desorganizados
políticamente) o político (violencia organizada a nivel de los grupos políticos y pensada para
impactar en la vida política de la sociedad). Sus orígenes pueden ser sociales –relacionados con
el funcionamiento de la sociedad y el “esfuerzo de algunos grupos, bien para mantener o asentar
una posición dominante o bien para evitar o frenar la caída, la pauperización o la exclusión
social” (Wiewiorka, 2009, p. 94)– o identitarios –violencia constituida, ya sea defensiva u
ofensivamente, sobre sentidos culturales–. En palabras de Wieviorka:
La violencia racista […] puede corresponder […] a una situación de crisis o de dificultades
económicas, en las que un grupo indefenso, en situación de caída social o en posición social de
inferiorización, se vuelve contra otro para excluirlo de un mercado del trabajo en crisis, mantener
su propio empleo o sus condiciones de existencia y crear, mediante la raza, una diferenciación
social que corre el riesgo de ser abolida (Wieviorka, 2009, p. 95).
11 El concepto de racización fue acotado por diferentes autores/as para enfatizar la dimensión de la construcción social
de la alteridad, subrayando además las imbricaciones de las diferentes relaciones sociales de poder. A su vez, se refiere al
racismo como sistema discriminatorio producido y construido por interacciones y prácticas sociales mediante las cuales se
atribuyen características esenciales o supuestamente “naturales” a una persona o grupo social, según fenotipos o color de piel,
diferenciando grupos racizados más allá de las diferencias culturales, revelándose de este modo a través de ello el trasfondo de
las lógicas coloniales (Falquet y otras, 2006, p. 8).
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2) Racismo en Argentina
Ahora bien, esta mirada sociológica sobre el racismo debe complementarse con una
puesta en contexto de las especificidades del racismo en el país. Como sostiene Briones (2005),
es difícil comprender las prácticas y el discurso racista en Argentina si se aplican de modo acrítico
los enfoques sociológicos pensados para otras latitudes. Para ello, es necesario dar cuenta de las
particularidades del régimen de visibilidad de las alteridades que se construyeron lo largo de la
formación del Estado nacional.
Los procesos de configuración identitaria que instituyen sentidos de las diferencias entre
grupos, se modifican en función de las transformaciones políticas, sociales y económicas que se
producen en una sociedad particular, y de sus dinámicas de segregación y exclusión.
Reponer este proceso permite dar cuenta de “la visibilidad, relevancia y significado que
adquiere la diversidad en el espacio público y en la organización social y política” de nuestra
sociedad (Grimson, 2003, p. 145), en tanto “… los Estados no sólo construyen identificaciones
nacionales. También construyen marcos interpretativos nacionales dentro de los cuales ‘ser
extranjero’, ‘ser provinciano’, ‘ser indígena’ o ‘ser negro’ adquieren sentidos diferentes vinculados
a los propios sentidos históricos de ‘ser nacional’ ” (Grimson, 2003, p. 143).
El proceso de constitución y consolidación del Estado nación argentino se llevó a cabo a
partir de una serie de operaciones de diferenciación, jerarquización y exclusión de las alteridades
que supuso la invisibilización o eliminación de la población afrodescendiente e indígena, y la
identificación del ser nacional con lo blanco y europeo: “el ‘ciudadano argentino ideal’ de fines
del siglo XIX era blanco, hombre, alfabetizado y propietario” (Gordillo, 2007, p. 173).
Este proceso se estructuró en torno a tres lógicas principales imbricadas: una primera,
de ingreso de población europea asociada al progreso y de expulsión de la población criolla,
afrodescendiente e indígena; una segunda ligada a la anterior, de argentinización y extranjerización
selectiva de las alteridades; y una tercera, coexistente con las anteriores, de negación de la
existencia de racismo e interiorización de las líneas de color, lógica a través de la cual la nación
argentina se postula como homogéneamente blanca y europea.
Esta idea de que los argentinos venimos de los barcos se refuerza con la propensión especular
a expulsar fuera del territorio imaginario de la nación a quienes se asocian con categorías
fuertemente marcadas, mediante una común atribución de extranjería que ha ido recayendo
sobre distintos destinatarios (Briones, 2005, p. 25).
Cuando se descalificaba racialmente al que rompía con las pautas de respetabilidad y decencia
establecidas [...], se estaba apelando implícitamente a una enraizada relación entre raza y
civilización según la cual las razas no blancas eran sordas –en el mejor de los casos– a los llamados
de la modernidad. [...] al estigmatizar racialmente al otro, el emisor se racializa a sí mismo,
constituyéndose en todo lo que el otro no era: blanco, civilizado, europeo (Garguin, 2009, p. 86).
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
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La percepción de un aluvión migratorio (construido discursivamente como una “invasión”)
no tiene ningún respaldo en los datos demográficos. Sin embargo, lo que se registra en los
últimos treinta años es un cambio en el asentamiento territorial de los colectivos de personas
migrantes de países limítrofes que, históricamente, estaban asentadas en zonas de frontera
y territorios marginales del país. Recientemente, han tendido a desplazarse a los centros
urbanos más importantes (AMBA con mayor concentración en el país) debido a un proceso de
metropolización de los circuitos migratorios que, por ende, redunda en una mayor visibilidad
pública (Benencia, 2004).
A partir de 1980 y hasta 2001, encontramos una mayor concentración de esta población
en la provincia de Buenos Aires, en detrimento de su presencia en las provincias del nordeste.
Mientras que el 20,7 % del total de la población migrante de países limítrofes en la Argentina
residía en la Ciudad de Buenos Aires, el 49,4 % lo hacía en la provincia de Buenos Aires,
ubicándose un 39 % en los partidos que componen el Gran Buenos Aires (Bruno, 2015).
La ciudad de La Plata, ubicada en el borde exterior de la Región Metropolitana de Buenos
Aires, no ha estado exenta de este proceso. Entre 2001 y 2010 el porcentaje de personas nacidas
en el extranjero que habitan en La Plata aumentó de 6 % a 7 %, valor equiparable al que se
presenta en el conurbano bonaerense. Los resultados del censo 2010 muestran que en La Plata
reside un 6,6 % de población extranjera, de la cual el 4,2 % corresponde a población proveniente
de países limítrofes. Si observamos la presencia de personas de países limítrofes en el Gran
La Plata encontramos que representan un 7,6 % de la población residente, valor que supera
los porcentajes presentados por localidades del conurbano bonaerense como Florencio Varela,
Lanús, Avellaneda y Berazategui, las cuales cuentan con valores que oscilan entre un 3 % y un
6 % de habitantes provenientes de países limítrofes. En los últimos cinco años ha aumentado
el porcentaje de población extranjera de países limítrofes que reside en La Plata en un 10 %.
Aunque relativamente bajos, los porcentajes muestran un leve crecimiento.
Estos números, que pueden dimensionar realmente el alcance demográfico de la
migración limítrofe en la ciudad de La Plata, requieren de una lectura sociológica más precisa.
Las personas migrantes de países limítrofes se han sumado –junto a colectivos migratorios
provenientes de otras regiones y, principalmente de las provincias de Misiones, Corrientes,
Chaco y Jujuy– a la expansión y construcción de la periferia urbana platense en los últimos
años (Segura, 2015). En la búsqueda de nuevas oportunidades laborales, educativas o sanitarias,
forman parte del mismo flujo migratorio y apenas logran ubicarse en los espacios urbanos más
segregados y en los segmentos más desprotegidos del mercado laboral. En este sentido, sufren
las mismas desigualdades de ingreso y de acceso a los derechos que sus vecinos nacidos en el
país y comparten los mismos espacios de residencia. En cambio, como veremos en este informe,
suelen ser objeto privilegiado de los discursos y prácticas racistas.
Como sostiene Briones, las operaciones racistas en Argentina no pueden ser fácilmente
equiparadas a construcciones de “negritud” de otros contextos porque la categoría “negro” no
se asocia en Argentina a rasgos fenotípicos referidos a África, sino que (a la vez que se afirma
que, en ese sentido, “es un país sin negros”) se tiende a considerar en el lenguaje ordinario a
las personas “pobres” como “negros/as” o “cabecitas negras” (Briones, 2006, p. 72). Esta mayor
presencia social en las áreas urbanas y metropolitanas es acompañada por un cambio en el
régimen de visibilidad de la etnicidad en la Argentina, que pasa de una situación de invisibilización
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
[...] mientras protestas indígenas articulaban una marcha con piqueteros en la Capital Federal,
migrantes paraguayos y bolivianos se integraban a movimientos de desocupados, y en algunos
casos se convertían en referentes centrales de luchas sociales por planes de empleo o en fábricas
recuperadas (Grimson, 2010, p. 154).
Sin embargo, esta incorporación no resulta sencilla si se tiene en cuenta que la vida
de las personas migrantes está atravesada por formas de discriminación, segregación y hasta
violencia xenófoba como la ocurrida tanto en el Parque Indoamericano de la Ciudad de Buenos
Aires en 2010 (Palombi, 2014; Fava, 2014; Canelo, 2013) como en los actos más recientes de
grupos neonazis en Mar del Plata, y en situaciones más silenciosas y dispersas en La Plata, como
veremos en este informe. Formas de violencia racista que pueden expresarse en un nivel político,
a partir de justificaciones más o menos directas de denegación de derechos. A veces, propaladas
por funcionarios públicos, como en el caso de la Ciudad de Buenos Aires; otras, ejercidas por
actores ideológicamente racistas, como lo ocurrido en la ciudad de Mar del Plata. O bien formas
infrapolíticas como las que analizaremos. Asimismo, la integración de los colectivos migrantes a
la vida social y política argentina –aunque jurídicamente mejorada a partir de los cambios en la
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ley migratoria y en las políticas de regularización legal– siempre es parcial, en la medida en que
su acceso a la ciudadanía política resulta actualmente restrictiva.
Ahora bien, aquellas investigaciones de carácter sustantivo para el estudio del racismo
en Argentina han tenido la particularidad de centrarse en las matrices discriminatorias de la
sociedad racista y, en cierto modo, el mapa de la discriminación social consistió en una elaboración
metodológica cuantitativa a partir de este enfoque sobre las matrices discriminatorias locales.
En la presente investigación cualitativa, hemos tomado la decisión de realizar un
desplazamiento para observar cómo opera la discriminación de tipo racista en la experiencia de la
persona discriminada. Si bien se ha advertido sobre los riesgos de culpabilización de la víctima al
centrar el foco en ellas, creemos que mantener la vigilancia epistemológica necesaria, estudiar la
experiencia de los grupos discriminados –no para fijarlos ni naturalizarlos– permite comprender
más acabadamente cómo operan las lógicas discriminatorias que, por ser relacionales, no se
agotan en la acción del victimario. Paralelamente, permite observar cómo los individuos y grupos
objetivados y clasificados por las prácticas racistas se subjetivan al combatir, resistir o eludir
las consecuencias de dichas prácticas de las cuales son objeto y principales víctimas. De esta
manera, las víctimas de la discriminación son reposicionadas como sujetos culturales y actores
sociales con distintos grados de agencia.
En síntesis, cuando hablamos de racismo, nos estamos refiriendo a un tipo de práctica social
discriminatoria que, si bien ha perdido el sustento de las ideologías biologicistas de la evolución
humana, implica la construcción de la propia identidad y de las alteridades que aparecen como
contrapuestas, basadas en ideologías, preconceptos y prejuicios que segmentan el conjunto
humano en supuestos grupos que tendrían características comunes entre sí y jerarquizables.
Cuando mencionamos ese racismo como estructural, no solo queremos afirmar que se trata de
una ideología y un sentido común racista –que hunde sus raíces en los procesos de normalización
nacional del país– sino, también, que se trata de un complejo de representaciones y prácticas que
subsume el origen étnico/nacional, el color de piel y la condición de clase (“baja” o trabajadora)
como operadores de estereotipos legitimantes que habilitan –en diferentes planos de la vida
social– la difusión de estigmas y las prácticas de hostigamiento, maltrato, aislamiento, agresión,
exclusión, segregación, marginación y denegación de derechos a los individuos a los que
se considera partícipes de las características reales y/o imaginarias de esos grupos.
Teniendo en cuenta las particularidades de las matrices de discriminación racista en
Argentina, hemos organizado el análisis de los datos relevados a través de entrevistas personales
y grupos focales, en cuatro mecanismos concretos en los que opera el racismo: el prejuicio, la
discriminación propiamente dicha, la segregación y la violencia, siguiendo el modelo propuesto
por Michel Wieviorka (2009). Somos conscientes de que se trata de categorías analíticas
que, en la práctica, están entrelazadas e inmersas en procesos dinámicos que –de acuerdo
a determinados contextos y coyunturas– pueden mutar de una forma a otra o manifestarse
en una forma más fija y cristalizada. Asimismo, completamos el análisis de la experiencia de
discriminación racista con una exploración de los sentimientos, las tácticas y las estrategias de
las personas discriminadas frente a las diferentes situaciones que les plantea dicha experiencia.
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MARCO METODOLÓGICO
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
La información recabada para la elaboración del presente informe surge de tres grupos
focales y dieciséis entrevistas en profundidad semiestructuradas, realizados a un total de treinta
y cinco personas (entre varones y mujeres): migrantes de países limítrofes, Perú y provincias
argentinas del sector NEA y NOA e hijos/as de personas migrantes que residen en barrios de la
periferia de la ciudad de La Plata.
Entre los meses de agosto y noviembre de 2015, el equipo de investigación trabajó
en el diseño de las pautas de realización de cada grupo focal, así como en su reclutamiento,
concreción y registro. Cada uno de los encuentros contó, por parte del equipo, con una persona
moderadora y otra encargada del registro documental del encuentro, con el objetivo de relevar
no solo la palabra de cada una de las personas intervinientes, sino también la gestualidad y los
símbolos puestos en juego en la dinámica y el registro de acciones prácticas (Manheim, 1980,
en Weller, 2014).
A su vez, cada encuentro requirió de una persona encargada de la logística, que implicó
resolver el reclutamiento y coordinar el transporte para los y las participantes del grupo focal.
Finalmente, luego de cada grupo, un integrante del equipo realizó la desgrabación del
registro de audio, que fue oportunamente transcripto para su posterior análisis.
El primer grupo estuvo compuesto íntegramente por mujeres de 37 a 41 años que residen
en dos barrios de la periferia de la ciudad de La Plata –Villa Elvira y Puente de Fierro–, todas de
nacionalidad paraguaya, excepto una de ellas, nacida en la provincia de Jujuy. Este primer grupo
funcionó como piloto, y permitió poner a prueba algunas cuestiones importantes: la posibilidad
de sostener una dinámica de interacción grupal durante un determinado período de tiempo (90
a 120 minutos) entre personas que no se conocían entre sí y que se habían trasladado hasta
el edificio de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación especialmente para esta
actividad, interrumpiendo su rutina cotidiana. Por otro lado, ese primer encuentro funcionó
como plataforma de surgimiento de temas emergentes que fueron retomados en los grupos
subsiguientes y constituyeron un insumo para el reclutamiento de los encuentros grupales
posteriores.
El segundo grupo presentó una composición heterogénea en cuanto a género y edad.
Estuvo conformado por hombres y mujeres de 20 a 69 años, provenientes de los barrios de Villa
Elvira, Puente de Fierro, Las Quintas, José Luis Cabezas y Villa Argüello. Dicha heterogeneidad
posibilitó ampliar la mirada sobre las distintas dimensiones de la investigación y aportó
especificaciones en cuanto a los ámbitos de discriminación, los actores intervinientes en el
fenómeno y las representaciones en torno a este.
En el tercer grupo participaron jóvenes migrantes e hijos/as de personas migrantes
que residen en la periferia de la ciudad, y que asisten a colegios secundarios dentro del casco
urbano. Se convocó a seis jóvenes –varones y mujeres– de entre 16 y 18 años, habitantes de
Villa Elvira y Puente de Fierro. Esta particularidad en la composición del encuentro estuvo
guiada por las dimensiones emergentes de los grupos anteriores, que apuntaban a formas de
discriminación –en el ámbito de la escuela y el barrio– vinculadas a las y los jóvenes como grupo
social particularmente atravesado por prácticas de discriminación en el tránsito por la ciudad.
Asimismo, durante el mes de agosto de 2015, el equipo diseñó una guía de pautas de los
temas a abordar en las entrevistas semiestructuradas en profundidad. Estas fueron realizadas
entre septiembre de 2015 y marzo de 2016 por distintos integrantes de este equipo de
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investigación, quienes se transportaron hasta el lugar que sugería la persona entrevistada, para
llevar a cabo los encuentros, que fueron registrados con grabador y posteriormente transcriptos
para su análisis.
El perfil de las personas entrevistadas se constituye por un total de 16 personas: 8 varones
y 8 mujeres de origen paraguayo, peruano, boliviano, y provenientes de las provincias de Chaco
y Jujuy. En algunos casos, se trató de hijos o hijas de personas provenientes de las provincias del
norte del país, ya mencionadas.
Cabe señalar que la composición de los/as entrevistados/as fue heterogénea, no solo
en términos de género y lugar de nacimiento sino también atendiendo a su lugar de residencia,
edad, nivel educativo y situación socio-ocupacional, entre otras dimensiones.
Así, todos ellos habitan en diferentes barrios ubicados en los distintos sectores de la
periferia de La Plata: al norte, sudeste y oeste del casco urbano. Estos son: Tolosa, Hernández,
Altos de San Lorenzo, Puente de Fierro, Lisandro Olmos, Los Hornos, Las Quintas, Villa Elvira,
Barrio Hipódromo, José Luis Cabezas y Villa Argüello. Si bien estos dos últimos se localizan
geográficamente en la localidad de Ensenada y Berisso —respectivamente—, integran lo que se
define como Gran La Plata.
La mayor parte de las entrevistas fueron realizadas en el barrio donde residen, en los
hogares de las personas, con previo consentimiento. También se concertaron entrevistas en los
espacios de trabajo, lugares de estudio y algunos puntos céntricos acordados para el encuentro.
Las edades de las personas entrevistadas se extienden entre los 17 y los 69 años. En cuanto al
nivel educativo, se entrevistaron personas de diversa trayectoria: primario incompleto, primario
completo, secundario incompleto, secundario completo, universitario incompleto, universitario
completo y, en uno de los casos, con nivel de posgrado. En el caso de quienes se encontraban
transitando el colegio secundario en el momento de realización de la entrevista, algunos lo
hacían a través de planes de terminalidad educativa, tales como el Plan Fines.
Asimismo, el perfil socio-ocupacional comprendió una diversidad de situaciones:
trabajadores de la construcción (tanto cuentapropistas como nucleados en gremios), miembros
de cooperativas de trabajo de la municipalidad, de una cooperativa de horticultores del cordón
frutihortícola de La Plata, cocineras de comedores comunitarios, trabajadoras de centros de
salud, trabajadores/as de la rama textil y amas de casa. En uno de los casos, se entrevistó a una
funcionaria de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia.
Por último, entre los/as entrevistados/as reconocimos algunas personas que ocupan
roles de referentes políticos y/o sociales en organizaciones territoriales vinculadas a su lugar de
residencia. En algunos casos, se trataba de organizaciones políticas o culturales y, en otros, de
organismos gubernamentales.
Conforme a la profundización cualitativa del presente estudio, solo se realizaron
entrevistas a personas pertenecientes a aquellos grupos que suelen ser objeto de racismo y
discriminación que habitan en la periferia de la ciudad de La Plata. De esta manera, el informe se
abocó a reconstruir las cualidades y los aspectos procesuales y relacionales de las experiencias de
racismo desde la mirada de personas que la han sufrido, descartando la realización de entrevistas
y grupos focales a efectores del sistema educativo y sanitario planteada en el proyecto original.
35
LA EXPERIENCIA DEL RACISMO
EN LA PLATA: EL PUNTO DE VISTA
DE LAS PERSONAS DISCRIMINADAS
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
En este capítulo realizaremos el análisis de los datos cualitativos en torno a las cuatro
formas concretas de racismo: prejuicio, discriminación, segregación y violencia. Además,
tomaremos en cuenta –como eje específico– las emociones de las personas entrevistadas luego
de experimentar una situación de discriminación, así como las estrategias esgrimidas ante dichas
situaciones. En cada caso, el análisis se propone relacionar las formas específicas de racismo con
los ámbitos donde es experimentada la discriminación, las emociones suscitadas y las estrategias
empleadas.
1) Prejuicio
Tal como habíamos explicitado, el prejuicio, en tanto una de las formas elementales
en las que se manifiesta el racismo, implica la representación del Otro cargada de atributos
negativos, que opera en el sentido de valorización del propio grupo a la vez que desvaloriza
al grupo sobre el que está operando el prejuicio. A partir de las experiencias y situaciones de
discriminación relevadas en esta investigación, observamos que este tipo de manifestación del
racismo adquiere modalidades concretas para las personas migrantes provenientes de países
limítrofes, de Perú y de las provincias del NOA y NEA, que habitan en la periferia de la ciudad
de La Plata. Las diferencias entre los grupos se naturalizan o esencializan, operación mediante
la cual se construyen estereotipos acerca del Otro, que en algunos casos conduce a habilitar y/o
justificar una práctica discriminatoria. Una vez instalado, el prejuicio preexiste como idea del
Otro, modelando los comportamientos sociales.
Una de las dimensiones a partir de las cuales opera la diferenciación del Otro está
vinculada con el color de piel, en tanto históricamente se dio un proceso de interiorización de
las líneas de color (Ratier, 1971), a partir del cual las personas en situación de pobreza y las
personas migrantes son subalternizadas en la jerarquía social.
En este sentido, a lo largo de las entrevistas y los grupos de discusión, hemos notado
cómo las personas reconstruyen experiencias en las que se reconocen como víctimas de racismo,
ancladas a diferentes prejuicios que el Otro racializador construye sobre ellos, constituyendo un
mecanismo de inferiorización. Así lo señala, por ejemplo, una de las personas que conformaron
el grupo focal N.° 2:
- Te miran con superioridad, como que ellos son superiores a uno. Por el hecho de ser de color de
piel blanco, de tener descendencia [sic] europea.
En este testimonio quedan expuestas dos ideas que merecen retomarse: una de ellas
es la forma en la que opera el relato hegemónico sobre la conformación del Estado nación,
que construyó el modelo del ciudadano argentino bajo la homologación con el “europeo
blanco civilizado”. En este sentido, las personas migrantes de países limítrofes son vistas como
representantes del sujeto que se encontraría en las antípodas de ese modelo europeo. Por
otro lado, se advierte la función de la mirada que consiste en describir un modo particular y
recurrente en que se expresa, transmite y/o percibe la discriminación. La mirada como constructo
alterizante opera de forma tal que el sujeto que es mirado se siente expuesto en sus acciones.
Otro testimonio del grupo focal N.° 2 remarca:
37
- ¿No ves cómo se visten esos? Que se visten así […] cómo se visten esos. Se visten así, cuando
vos vas al centro así, te miran todos corte así, te miran y te miran.
Así, la mirada recae mayormente en ciertas marcas visibles sobre las que se construye la
inferiorización y/o diferenciación: el cuerpo, la vestimenta, el color de piel, la lengua. A su vez,
estas marcas no operan de manera discreta: se combinan y refuerzan entre sí en la percepción.
Los relatos de las personas entrevistadas permiten reconstruir los modos, las formas
en que esas miradas se ejercen y son percibidas, vivenciadas y recordadas por ellos y ellas:
la discriminación es percibida a través de miradas “de reojo”, “de costado”, “de arriba a abajo”,
miradas “raras”, que marcan “superioridad”. Así lo refieren otros testimonios:
- No era tan fácil hacerte un DNI, y es como que cuando te pedían fotocopia o número de documento
como que te sentías rara porque todos te miraban medio raro. […] Y, cuando vos salís mucho en los
supermercados, ponele, te vas a Walmart, a Carrefour, y es como que te miraban todos medio raro.
- Y, te miran así, de costado, y hablan despacito [ ] entre ellos, y te miran de reojo, te miran de
costado.
Junto al rechazo y el desprecio, esa mirada también puede reforzar una legitimidad
circulante acerca de los motivos de la discriminación, que se orienta hacia el sujeto que encarna
el estereotipo construido por las clases dominantes como la antítesis de aquel que expresa el
ser nacional inscripto en la fundación del Estado nación. Ante la pregunta ¿qué te dicen con la
mirada?, los/as entrevistados/as responden:
- Desprecio.
- Rechazo.
- Vos vas caminando por la calle y te miran como diciendo “este negro de mierda”.
De esta manera, la mirada marca una distancia social entre quien mira y quien es mirado/a.
Asimismo, pone en evidencia que quien es objeto de la discriminación lee dicha mirada como
una señal que lo excluye de distintos ámbitos. Frente a la pregunta: si esa mirada hablara, qué te
diría, se obtuvieron las siguientes respuestas:
38
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
La mirada genera una incomodidad que se presiente como una exclusión sutil y, en
ocasiones, provoca el retraimiento o la reclusión. Los siguientes testimonios dan cuenta de ello:
No importa cuál sea el motivo que origina la mirada. Esta se vuelve uno de los modos
en que la lógica de jerarquización se expresa, en base a la vestimenta, el modo de hablar, las
palabras que se utilizan, el color de piel, la estética. Así, la persona que es puesta en ese lugar
de inferioridad reconoce la mirada como forma difusa (sutil e indirecta), pero extendida y
recurrente, a partir de la cual se le señalan sus marcas externas como atributos morales inferiores
estereotipados, ya sea que se reconozcan de modo particularizado o combinado (por ejemplo:
el uso de gorra + la piel oscura + ser joven = posible delincuente). En estas prácticas, el racismo
adquiere una forma no explícita, incluso no verbalizada, aunque no por ello no percibida.
La inferiorización es percibida también a través de la formulación de estereotipos
estéticos: la construcción del individuo/a “rubio/a, alto/a y flaco/a” vinculado al blanco europeo,
en contraposición al “gordo/a”, “morochito/a” y “bajo/a” como características vinculadas a las
personas migrantes de países limítrofes. El peso dominante de esta mirada puede llevar hasta tal
grado la influencia del estigma que las propias personas discriminadas naturalizan, a veces, que
determinados rasgos corporales sean la marca visible que prueba su extranjería, aceptando el
extrañamiento como una de las formas habituales de discriminar, como si esos rasgos físicos no
se pudieran compartir con los argentinos y argentinas. Refiriéndose a personas de nacionalidad
boliviana, paraguaya y peruana, uno de los entrevistados expresó:
- Sos bien clarito de otro país, porque son además morochos, petisos, gorditos.
39
- A mí me ha pasado en el sanatorio, cuando yo voy al sanatorio y el nene, el mío, el más grande
también se viste así. Yo cuando salgo tengo que decirle no, sacate la visera […] y así. Y cuando
entramos al sanatorio ya lo observan de arriba abajo y como que lo persiguen, seguridad anda
atrás de nosotros. Eso es lo que a mí me molesta cuando yo voy al sanatorio, por eso trato de
vestirlos bien, decirles no te pongas la visera, no te pongas esa campera.
- No, yo creo que acá los de la ciudad son más un […] cómo te puedo decir, son de una clase más
alta que no lo ven a la gente así, de clase, o sea, ellos más lo ven por la clase.
- El nivel de vida que uno tiene. Por eso es que te discriminan me parece.
Luego, frente a la pregunta “¿Y cómo perciben qué nivel de vida tenés?” uno de los
entrevistados agrega: “Porque uno va a trabajar a sus casas. O por la forma de ropa, cómo uno
viste”.
En base a las afirmaciones recuperadas en relación con la vestimenta y los prejuicios que
a partir de ella se generan, observamos que la persona discriminada es clasificada con relación a
tres estereotipos recurrentes: como “peligroso” (en relación con la posibilidad de ejercer prácticas
delictivas), como “extranjero” (en cuanto a su origen nacional) o como “pobre” (en relación con el
nivel socioeconómico). Podemos advertir que hay lugares y/o situaciones (instituciones públicas,
el centro de la ciudad) en los que este estereotipo asignado a las personas migrantes de países
limítrofes predomina entre agentes sociales (médicos/as, personal administrativo, comerciantes,
transeúntes) y –si bien preexiste a cualquier acto prejuicioso que en ocasiones no deriva en una
práctica discriminatoria– habilita y restringe ciertas formas de comportamiento de la víctima
frente a la discriminación.
Tal como afirmamos, las experiencias racistas analizadas se configuran en sentido
relacional entre el sujeto discriminador y el sujeto discriminado. Por ello, nos resulta interesante
rescatar un fragmento de una entrevista a través del cual es posible visualizar cómo un sujeto
que se siente víctima de un prejuicio construye a la vez, en esa percepción, un prejuicio sobre el
Otro (quien lo discriminó en primera instancia):
- Sí, una vez estuve andando con mi hermana por calle […] entre 49, 7 y 8, y había un rubio grande
y como nos vio caminando por atrás nos decía “negros de mierda, por qué no se van a su país”. Y
yo volteé y no le dije nada, por evitarme problemas. Y eso.
¿Evitarte problemas?
- Sí, capaz que iban a pensar de que yo le estaba faltándole el respeto, pegándole al tipo, robándole,
esas cosas. Y depende lo que el tipo diga también. Porque nunca yo sé que va a decir que él me ha
faltado el respeto, me ha insultado, cómo se dice, así que no creo que lo diga. Simplemente iba a
decir: sabés qué, este, o me quiere robar, o me ha querido robar, decir alguna cosa.
¿Y en qué cosas se ampara esa persona, el “rubio” en este caso, para poder culpabilizarte a vos
o insultarte?
- Porque ya viene […] ellos son así de familia me parece. Porque son discriminadores. Ven así a
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
un morocho, una persona morocha, propiamente latino, y no sé, no les cae bien. Porque esto es
por genética. Puedo decirte hasta que son descendientes de alemanes. Tienen esa mentalidad.
En esta declaración, Germán se siente objeto de un prejuicio que lo identifica como “negro”
y asume como probable que se lo vincule como tal a una práctica delictiva. Pero en el mismo
relato el entrevistado construye un prejuicio sobre los “alemanes” y su mentalidad: a través
de un mecanismo de diferenciación hace común a los “alemanes” la práctica discriminatoria
hacia los “morochos”, explicando esta operación en base a su “mentalidad”. En este tramo de la
entrevista es posible reconocer cómo un prejuicio sobre el Otro funciona como explicación de
un prejuicio construido por ese Otro, como estrategia de reposicionamiento de la víctima de la
discriminación como actor social; proceso mediante el cual se subjetiva combatiendo la práctica
racista ejercida sobre él.
Otro tópico que consideramos importante recuperar de la investigación está vinculado a
las percepciones en torno al supuesto progreso o atraso de las sociedades de las que provienen
las personas migrantes. La construcción de marcos interpretativos nacionales dentro de los
cuales ser extranjero, ser “provinciano”, ser indígena o ser “negro” adquieren sentidos diferentes
vinculados a los propios sentidos históricos del “ser nacional”. En esta línea, señalamos que si el
sentido histórico del ser nacional está dado por el ciudadano europeo asociado al progreso, las
comunidades latinoamericanas no europeas, en cambio, son asociadas al “atraso” económico,
tecnológico y social, como parte de una periferia alejada del mundo moderno. En el siguiente
fragmento de la entrevista a Yesica se detecta en el imaginario de quienes la interpelan, que en
su país, Perú, existe un atraso tecnológico respecto de Argentina.
- Yo lo que he percibido, que llamaba la atención y conversaba con gente, y me preguntaban ciertas
cosas y yo contaba. Les parecía que no existía allá, o que no había tecnología […] habrían tenido
cierto prejuicio del Perú por ver imágenes y se quedaron solo con esa imagen. Yo les contaba,
bueno, que también hay esto, que hay aquello […] O me preguntaban y decía, digamos, por decir,
sistema de internet o correo. Yo pienso que incluso allá hay más posibilidades de acceder a una
diversidad de empresas de telefonía. Que acá es una sola, el monopolio de Telefónica. Allá hay
dos o tres, la telefonía móvil o los servicios eléctricos. Yo me había traído de allá, por ejemplo,
una licuadora para hacer las comidas mucho más elaboradas […] una licuadora con vaso de vidrio,
pero hace 17 años atrás. Yo veía que acá no había un vaso de vidrio de la licuadora. Les decía: por
ejemplo, esto, entonces sí, se daban cuenta. Pensaban que estamos muy retrasados. Que eso en
todo caso es lo que se emite desde Perú, las postales de comunidades, de familias campesinas.
Pero yo por ahí, si bien no es una situación directa de discriminación, pero por ahí veo que hay
como un prejuicio.
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Como una de las formas elementales del racismo, el prejuicio se manifiesta por medio
de mecanismos de inferiorización detectados a partir de gestos –como la mirada– que otorgan
permisos o sanciones en relación con marcas como la vestimenta, la forma de hablar, la estética
y los modos de circulación en espacios por los que se transita para acceder a recursos (ingresar a
un local comercial, caminar por la vereda, recibir atención en un centro de salud). De esta manera,
notamos cómo se combinan y refuerzan las representaciones sobre el Otro, que configuran las
características del estereotipo construido sobre las personas migrantes de países limítrofes.
2) Discriminación
La discriminación es aquella acción que se ejerce sobre una persona o un grupo de personas
a partir de su identificación con una característica singular, otorgándole por ello un tratamiento
diferencial que deviene en la denegación del acceso igualitario a derechos (educación, vivienda,
salud, empleo, etc.). Los relatos acerca de las experiencias de discriminación muestran cómo los
prejuicios asociados al racismo, que se construyen sobre las personas migrantes, alimentan o
refuerzan prácticas de discriminación.
A partir de la información relevada en el marco de esta investigación podemos identificar
que la combinación de ciertos atributos conforma una “apariencia” establecida por el grupo
dominante que limita el acceso a derechos. Esta “apariencia” se caracteriza por la combinatoria
de ciertas cualidades estéticas (“bajo”, “gordo”, “morocho”), formas de vestir (uso de gorra, ropas
del país de origen, ropa de trabajo) y hablar (con tonada, con palabras propias del lugar de
origen) que, asociadas con un cierto color de piel, nivel socioeconómico (clases populares y/o en
situación de pobreza) y lugar de residencia (periferia), autoriza al tratamiento diferencial hacia
algunas personas o grupos de personas. Esto encuentra correspondencia con algunos relatos de
las personas entrevistadas y grupos de discusión.
- En el tren, un día cuando subimos con unas compañeras de la organización y fuimos a Capital,
una señora grande nos dice: “¡ah! estas bolivianas de mierda, hasta el tren vienen a copar”.
También en las redes sociales se delimitan algunas “apariencias” que pueden ser objeto
de discriminación. Por ejemplo, a partir de la puesta en relación de ciertos rasgos físicos con
la nacionalidad, se conforman estereotipos acerca de la peligrosidad de algunas personas que,
desde una mirada racista, habilitarían a la formulación de insultos y maltratos.
Observamos que la construcción -durante los años 90- del discurso alterizante sobre
el “aluvión” o la “invasión” es un dispositivo que ha tenido incidencia en la sociedad argentina
y que derivó en prácticas discriminatorias que se encuentran legitimadas por dicha sociedad.
Sobre la identificación étnica se distribuye el acceso a recursos como, por ejemplo, tener
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
trabajo registrado o no, operación por medio de la cual ciertos agentes sociales se atribuyen la
potestad de asignar o restringir el acceso a derechos, justificado sobre la base de un proceso de
inferiorización sobre aquellos grupos cuya “apariencia” habilitaría primero su extranjerización y
su posterior negación de los derechos humanos. Este discurso atribuye a la persona migrante
proveniente de países limítrofes una imagen amenazante vinculada a su capacidad de expropiar a
los nacionales de los recursos y bienes públicos. Al respecto, Ilda comenta durante la entrevista:
- Con una sola persona [una enfermera de la salita], que también me tenía esa actitud de
discriminar, no solamente a mí, también a la gente que iba a atenderse o que iba a pedir leche […]
yo escuché: “¿por qué no te vas a tu país a tomar la presión?”, a los paraguayos. O “¿por qué no
se van a su país a pedir la leche?”.
- Sí, pero yo tengo mis papeles, le dijo mi esposo, y el policía le contestó: pero la cara te ayuda,
tú eres peruano, boliviano o peruano. Bueno, le trajo el documento, pero así nomás le detuvo la
moto ¿Y sabe qué pasó? […] Le dio la llave y le había sacado toda la nafta. Y encima no quisieron
entregar la llave, no nos entregaron la llave […] Y nos fuimos a pagar una multa de 300 no sé
cuánto, allá a Ensenada. Entonces el policía mismo, ¿saben lo que le dijo? Andá a Ensenada, que
ahí tienen la llave, le dijo. Nos fuimos a Ensenada y nos dijeron que ellos no sabían nada. O sea,
nos tomaron el pelo. Eso es así, hablamos con un […] que nos dijo: esto es así cuando a ustedes
les ven la cara de cholitos. Ah, bueno, está bien. No le podíamos decir nada.
Mario (grupo focal N.° 2) cuenta acerca de la demora en los trámites de regularización de
su situación migratoria para la obtención del documento nacional de identidad:
- Yo tenía que hacer el trámite ya, porque necesitaba estudiar. Sin eso no estudiaba. Entonces a
mi padre le empezaron a rebotar el expediente, diciendo que le falta esto, le falta un sello, le falta
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otro. Y eso yo lo sé porque lo acompañaba a hacer el trámite.
¿Y qué pasa con eso?
- Eso lo que pasa es que lo hacen a propósito, para que sea más lento tu trámite para que obtengas
tu DNI, caso que en Argentina es más rápido sacar tu DNI. Pero hace como siete años o diez años
atrás era, no sé, un lujo tener un DNI.
¿Y a qué se debe eso de que te quieren demorar el trámite?
- Es para que no disfrutes de los planes, los beneficios, esas cosas.
Eduardo (grupo focal N.° 2) y Gustavo describen el “cobro” de la policía al subirse al tren
luego de una jornada de trabajo:
E: Yo cuando vine, bueno, trabajaba en Capital. Y todos los viernes o sábados que salía me paraba
la policía. Esto en el 92. No, por eso, desde ese tiempo hasta el 96 más o menos. Me sacaban la
plata. Yo siempre iba juntando dólares, en ese tiempo que estaba también el uno a uno. Entonces
lo cambiaba, lo que me pagaban y bueno, siempre me paraba la policía en Constitución, porque
yo me venía en tren.
¿Y por qué te agarraban?
E: Y, así, porque yo iba y me decían: “Documentos”. Y yo no tenía documentos [...] “Pasaporte,
¿usted sabe lo que […]” Una vez me llevaron allá, me metieron donde estaban tantos ahí, ahí me
pusieron, y le digo: ¿pero por qué?, “Usted sabe sus derechos”. Sí, que me van a deportar, sí sé, le
digo. Y bueno, yo tenía 100 dólares, me sacaron los 100. “Somos tres”, me dijo. Había una mujer
vestida de civil, una mujer y dos hombres, dos que eran policía. Bueno, les tuve que dar porque
no tenía cambio. Pero eso también lo que hacen es para sacarte plata.
G: […] te digo la verdad, en estos diez años para adelante, casi no he tenido problemas. Pero
los diez años para atrás que estoy, sí, hubo mucha discriminación. Pero inclusive yo antes
trabajaba en un restaurant y salía a las tres de la mañana. Y en ese entonces la policía me llevó a
mí y a tres personas más que estábamos en la calle. Yo tenía pasaporte, no tenía el DNI. Me llevan
y me dicen: “no, es para ver tus antecedentes, si tenés […] nada más es una hora y después te
soltamos”. Pero me llevaron, me tuvieron toda una noche, ¿no? […] Y entonces, el policía a última
me dice: “¿sabes qué? Yo quiero que me des un dinero para yo arreglar tus documentos, dame”.
No sé, en ese entonces eran como cien pesos, porque era dinero, y yo no tenía. Yo tenía mis
gastos que cubrir y no me servía. Aparte, porque era una cosa injusta, que me estaba diciendo el
policía. Entonces no, y me dijo…
E: Vos le dijiste que no le querías dar el dinero.
G: No, no le iba a dar el dinero. Así que tuviese. Me dijo: “te voy a llevar a la comisaría, vas a estar
en la cárcel, un mes, dos meses”. Mándenme, voy a apelar yo, voy a apelar, y eso. Y hasta que, a
partir de que yo le dije eso, nunca más me vino a citar, nada. Lo que pasa es que el policía quería
que yo le dé dinero.
Los relatos acerca de las experiencias de discriminación dan cuenta del rol que muchas
veces cumplen algunos agentes estatales, como aquellos que ejercen prácticas discriminatorias
en la mediación entre sectores en situación de vulnerabilidad de la sociedad y el Estado,
legitimando un trato desigual, y en algunos casos el hostigamiento e incluso la violencia, debido
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
- Un nene que venía de otro lado con antecedentes no muy buenos de comportamiento, que
pegaba […] a mi hija le golpeaba, le molestaba, le rompía el guardapolvo. Y lo último que hizo fue
le pegó, pero mal, le dejó la pierna lastimada, toda verde. Y mi hija fue y le dijo a la maestra que le
habían pegado y ni bola le dio [ ] ese día mi hija vino, me dijo: “me pateó el nene en la escuela, es
el que siempre me pega, el que siempre me golpea”. Y yo fui a la escuela a reclamar, y me dicen […]
un acta, o dos, viste, por molestar. Y el nene sigue yendo a la escuela. Entonces pedí hablar con
la directora. Entonces la directora la llamó a la maestra, a mi nena y yo, como tipo una reunión.
Entonces ahí dije, a mí me llamó la atención la [falta de respuesta] de una maestra, y la maestra se
rió diciéndome: “pasa que tu hija es negrita y la agarraron de punto”.
Ahora bien, junto con el uso del lenguaje para discriminar, a través de insultos o amenazas,
también la mirada emerge ya no como prejuicio sino como práctica discriminatoria “difusa”,
distinta de las prácticas de violencia directa a partir de las cuales se ejerce la discriminación
en ámbitos localizados. Esta práctica discriminatoria difusa aparece con mayor presencia en
los relatos sobre desplazamientos por la ciudad, por ámbitos públicos como la calle, el centro
o comercios (supermercado, kiosco), en el contexto de la interacción con actores sociales que
alterizan en función de variables que no solo remiten a la etnia/nacionalidad (por ser personas
migrantes), sino también al género, a la generación y a la clase. Así, la mirada recae mayormente
en las marcas visibles sobre las que se construye la discriminación: el cuerpo, la vestimenta, el
color de piel, la lengua. Los testimonios de dos entrevistadas del grupo focal N.° 1 refieren al
respecto:
- Hay unas chicas que son flaquitas, que son modelos, son modelos que tienen un cuerpo, un
físico hermoso, y se aparece una gorda o una que es un poco mal vestida, sí o sí le van a decir y si
no lo dicen así […] con la mirada lo dicen.
- Con la mirada nomás te dicen cosas […] Con la mirada te dicen porque apenas, el ejemplo mío,
porque yo tengo sobrepeso. Apenas al lugar donde entrás te clavan la mirada y te miran de pies
a cabeza.
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En síntesis, las experiencias de discriminación ocurren en múltiples situaciones: al viajar
en el transporte público, ante una búsqueda laboral relacionada con el servicio doméstico o de
limpieza, enfermería y construcción, al ser atendido en el hospital, al transitar legítimamente
por la vía pública (todo lo cual permite ver la especificidad que significa habitar la periferia
en relación con la exposición a prácticas discriminatorias). No obstante, destacamos dos
actores/ámbitos de la discriminación, debido a que tienen un rol preponderante dentro de los
procesos de clasificación y normalización de la población. Por un lado, la escuela y los agentes
escolares, donde la discriminación adopta la forma de la naturalización de prácticas debido
a la cultura nacional distinta que posee quien es discriminado por lo que “no entiende”, “le
cuesta”, “se gana palizas”. Por el otro, en el encuentro con la policía en la vía pública, los agentes
públicos naturalizan la asociación de cierta “apariencia” con un perfil peligroso con tendencia
delictiva. Desde estas prácticas, la persona migrante de un país limítrofe es construida como
un “ser peligroso”, “sospechoso”, “atrasado y pobre”, por lo cual se “justifica” su detención por
averiguación de antecedentes, su hostigamiento y/o invisibilización como sujeto en la escuela.
Las experiencias de discriminación afectan la vida cotidiana de quienes las viven y/o
presencian. En este sentido, creemos relevante recuperar dos dimensiones de análisis que
aparecen en los relatos de quienes narran. La primera corresponde a aquellos planos en los
cuales opera la discriminación y es percibida como la negación de un derecho. La segunda,
refiere a la emocionalidad asociada a la experiencia de este tipo de actos.
En referencia a la primera dimensión, las personas entrevistadas y asistentes a grupos
focales afirman –en muchas ocasiones– que tuvieron problemas para obtener su DNI. La
obstaculización o denegación de la obtención del DNI (documento indispensable para el acceso
a otros derechos consagrados constitucionalmente) genera diversas situaciones de desigualdad:
vulnera el acceso a la salud, el trabajo, la educación, la jubilación y la justicia. Como ejemplo,
valen estos relatos del grupo focal N.° 2:
- Cuando uno trae un familiar enfermo y vos vas y pedís un turno, qué sé yo, para que lo vean,
el documento es lo primero que te piden. Si uno no tiene documento ya es como “ah, estos
paraguayos que vienen” o “este peruano, este boliviano, que viene, ni siquiera tiene el documento
y se quiere atender antes que yo”.
- Uno con el título de su país podía convalidar y poder trabajar, mientras de eso se iba sacando
el documento, ¿no? Pero cuando yo quise hacer, porque yo soy kinesióloga, cuando yo quise
hacerlo no tenía oportunidad, porque no tenía el documento. Y el documento me demoró como
ocho años. El documento, la ciudadanía me han dado recién en el 2005. Ahora me dijeron que me
puedo jubilar, pero tengo que tener treinta años. Y el documento me lo dieron en el 2005, hace
diez años. Y yo vine en el 92.
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
- Cuando yo fui a sacar el DNI, la partida, no me la quisieron dar. Yo dije: soy madre soltera,
porque el padre está en Perú. Él no va a venir acá. Y en el Registro de las Personas del hospital
no me lo quiso dar. Tuve que llamar a mi consulado peruano, ahí, que llamen al hospital para que
recién me dieran la orden para que me lo hicieran. Así que yo también sufrí ahí.
- A mí me ha costado como dos años, tres años, de perjudicar mi estudio, porque en un año casi
me destruyeron. Entonces tuve que abandonar la escuela, prácticamente ni estudio, porque si
me sacaba una nota buena, todos eran contra mí. Es más, si sos estudioso, peor todavía. ¿Por
qué? Porque cae todo el peso arriba tuyo, no podés hacer nada y te limita intelectualmente.
Por último, con relación al acceso diferencial a la justicia, afirma José Mariano (entrevistado):
- A veces no sé por qué, digo, por qué al extranjero lo miran mal, lo tratan mal, porque yo digo,
el argentino que entra por un problema […] por más que sea que haya matado o que no haya
matado, sale […]; entra por una puerta y sale por la otra. Pero el extranjero, por decirte, así se robe
una gallina, está adentro y se va cinco, cuatro años se va preso.
Además de las implicancias en el acceso a derechos, hay otra dimensión que generalmente
permanece invisibilizada y que consideramos relevante recuperar. El tipo de abordaje
metodológico utilizado en esta investigación permitió dar cuenta de algunos aspectos que en
un relevamiento de tipo cuantitativo no era posible aprehender. Es notable la referencia a la
emocionalidad en el relato de las personas que afirman haber sido víctimas o haber presenciado
situaciones de discriminación. Este plano se manifiesta de manera más solapada, menos evidente
y no implica que, necesariamente, las personas reaccionen de manera individual.
La identificación de elementos valorativos en los relatos sobre situaciones de discriminación
no actúa en desmedro de los hechos en sí mismos. Es decir, analizar las implicancias que tiene el
ser víctima de discriminación no implica un mero subjetivismo, sino que permite dar cuenta de la
complejidad de este tipo de actos. De este modo, las emociones aparecen en acto, estableciendo
una tensión que va desde un plano individual –de dolor, cansancio, bronca, impotencia– hasta
el sufrimiento social. Asimismo, la referencia a la emocionalidad tiene importancia por cuanto
se traduce en algunas de las acciones que mencionaremos más adelante –desde el repliegue y
reclusión en un ámbito privado, hasta la organización en colectivos, con componentes (o no) de
violencia- que constituyen estrategias de los sujetos frente a actos de discriminación.
A modo ilustrativo, Ilda señala haber sentido “bronca” ante reiteradas situaciones de
discriminación hacia su hija en el ámbito escolar: “A veces te dan ganas de llorar”. Eva refiere estar
muy cansada y “sentir ganas de pegar”. Cuando sale a hacer las compras, una de las entrevistadas
le pide a su hijo que la acompañe porque le da “miedo”. Ante el asesinato de un joven boliviano,
otra de las entrevistadas cuenta que todos estaban “enojados”.
47
Frente a la discriminación por ser paraguaya, una de las entrevistadas cuenta que le
daban “ganas de llorar”. Otra de ellas, que presenció una situación de maltrato en la oficina de
Migraciones, nos comentó su sentimiento ante el hecho discriminatorio:
- Y la señora miraba a su esposa y es como que empezaba a llorar, y a mí me agarraba un nudo acá
(se señala la garganta) como diciendo cómo puede haber personas así. Porque hay una ventanilla
y tenés un agujerito sí, y que la otra esté con el celular y te esté hablando y vos no le entiendas.
- Te subís a un micro, empiezan a hablar los africanos o los bolivianos. O los paraguayos, en
guaraní. A nosotros nunca se nos ocurrió hablar nuestro idioma dentro de un micro, jamás.
Tenemos vergüenza. No queremos notarnos. Ocultarnos de que ser aborigen o qom, porque
somos del mismo color que los bolivianos. Es como si fuera tirándose para aquel lado. Más vale
no hablés y el que te diga Bolivia, no, no soy boliviano, soy chaqueño nada más, ¿entendés? Pero
nunca hablamos. Pero los bolivianos sí hablan en su dialecto, donde sea.
3) Segregación
48
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
- De este modo, la experiencia urbana de los migrantes que residen en la periferia de la ciudad
de La Plata no se estructura únicamente en torno a su separación residencial –al habitar en
espacios urbanos segregados y estigmatizados–, sino también al acceso desigual a la vivienda, a
infraestructura y a servicios urbanos –que generan heterogeneidades al interior de los barrios,
los modos de acceso al espacio público y las formas de tramitar las interacciones en él– (Segura,
2015, p. 27).
- Cuando salimos a pasear, nos vamos a tal hora para el barrio […] los taxistas no nos quieren
llevar a nosotros por la zona, porque digo yo, depende dónde vivís te llevan, si no, no.
- La fui a esperar a mi prima en la terminal, eran como la una, ella llegó re tarde porque venía de
Jujuy, y la única movilidad que teníamos era el taxi. Fuimos a tomar el taxi, ya subimos todos al
taxi, cuando íbamos, le dijimos la dirección, nos bajó el taxista, nos dijo que para esa zona no iba,
que hasta el lugar que llegaba era, lo mucho que llegaba era hasta el cementerio, así que en el
cementerio nos bajaron y tomamos otro taxi, porque si no […] “Hasta acá llego por la zona” […]
Tenés que pasar todo el cementerio, derecho para el fondo, le dije, Puente de Fierro, le dije. ¡Peor!
“No, esa zona no voy porque me da miedo”.
- Una vez, te cuento que también un taxista lo trae a mi marido […] me acuerdo que yo estaba
internada, eran las 3 de la mañana, se venía a casa y se tomó un taxi y de ahí, cuando se dio cuenta,
estaba entrando a la casa, tenía dos patrullas atrás. O sea que entre ellos se han comunicado,
que estaba entrando al barrio y que iba mi marido y cuando se dio cuenta lo paró la patrulla, uno
atrás, uno adelante, pero porque el taxista llamó que estaba entrando al barrio y le pidieron los
documentos a mi marido, de dónde venía, qué hacía, dónde iba, por miedo que lo asalten o algo.
Pero cuando estás entrando al barrio, eh, una cuadra antes, ahí por 85 creo que era, u 86, ya
estaban los dos patrullas ahí pidiéndole todos los datos, de dónde venía, y bueno le dijo “vengo
de la clínica”, qué sé yo y lo dejaron pasar pero como que viste, está ese miedo de la zona.
- Lamentablemente sabemos que hay chicos que, bueno, viven en el barrio, se drogan, toman,
49
hacen algunas cosas, pero siempre paga el plato todo el barrio, ¿entendés? Pero qué pasa, eso
tiene que ver para mí con los medios de comunicación, porque te enfocan o te informan lo malo
que pasó.
Ahora bien, estos imaginarios que refuerzan la segregación y promueven una imagen
homogénea y prejuiciosa de la periferia vista “desde afuera”, deben contrastarse con la
diversidad de experiencias de sus habitantes, “desde adentro”. Recuperando nuevamente a
Segura (2015), coincidimos en que habitar la periferia consiste en una experiencia que no
puede considerarse de manera unívoca: la periferia no constituye un espacio homogéneo, en
parte por características propias de sus habitantes y en parte por la existencia de fronteras y
límites históricamente construidos.
Si desde una mirada externa puede reconocerse cierta homogeneidad, el acercamiento a
las relaciones que se producen en el territorio abre la perspectiva a su heterogeneidad. En este
sentido, esta investigación cualitativa que indaga en las experiencias de discriminación sufridas
por los propios actores y sus relatos en torno a dichas experiencias, habilita una mirada hacia las
diferencias, asimetrías, especificidades que distinguen a individuos y grupos al interior de sus
barrios.
Así, es posible reconocer la existencia de estereotipos racistas que se constituyen al
interior de los barrios y que, como veremos, ocasionan violencia. Estos estereotipos -que se
manifiestan durante las entrevistas y los grupos de discusión- hacen referencia a “chorros”,
“ladrones”, “vagos”, “villeros” dentro del propio barrio, evidenciando la existencia de un racismo
horizontal. Este concepto remite a las jerarquías que se constituyen entre los habitantes de
un mismo territorio de la periferia de la ciudad de La Plata, en base a diferencias étnicas y
de nacionalidad, con independencia de las variables socioeconómicas que paralelamente
determinan una misma posición de clase y condiciones de vida similares.
A partir de los materiales de campo, podemos pensar que dentro de una población que
comparte características estructurales en términos de pobreza, el modo de distinguir y jerarquizar
posiciones es en base a las categorías de “chorro” y “villero”, generalmente asociadas a la figura
del “negro” o de la persona migrante de países limítrofes, definido a partir de categorías racistas
como “bolita”, “paragua”, etc. Entonces, uno de los aspectos emergentes en la profundización
cualitativa es la acentuada presencia de un discurso de las nacionalidades para marcar fronteras
de exclusión y/o segregación en torno al acceso al hábitat o a determinados bienes públicos
dentro de los barrios periféricos.
Si el discurso racista se extiende, en general, de manera difusa en diferentes estratos y
ámbitos sociales, debemos decir que tiende a localizarse y hacerse más rígido en circunstancias
en las que está en juego la cohabitación o convivencia barrial. Probablemente, esto suceda
porque esa construcción simbólica de las alteridades nacionales se combina doblemente con
fuertes sentimientos de inseguridad que experimentan los habitantes de la periferia platense y
con los estigmas que, como vimos, son construidos desde el exterior del barrio y pesan en las
percepciones y prácticas de sus propios habitantes.
Así, en las experiencias relatadas con relación a este discurso racista de las nacionalidades
–que diferencia a los habitantes al interior de los barrios periféricos– se erigen fronteras que
impiden el acceso a determinados bienes públicos (como las viviendas otorgadas por el Estado
50
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
en muchos de estos barrios) y que generan prácticas de segregación y violencia entre sus
habitantes. Como narra Josefina, una de las entrevistadas:
-A nosotros mucho no nos quieren porque somos paraguayos, y ellos son argentinos, y
supuestamente nosotros no merecemos nada por ser paraguayos, y ellos sí, porque este es el
país de ellos.
-[…] Sí, supuestamente había un barrio paraguayo ahí que le hicieron todas las casas. ¿Viste esas
de dos pisos? Y vivieron creo que un mes, y al mes dice que vinieron de otra villa y dice que a la
madrugada entraron, los sacaron, los dejaron en la calle a ellos con sus hijos, todo, y ellos entraron
a apropiarse de la casa.
-[…] no lo dejaron entrar, “no, porque ustedes son paraguayos, porque ustedes no van a entrar acá
y si llegan a venir los vamos a cagar a tiros […] les vamos a violar la mujer” [...] bueno, muchísimas
cosas les dijeron, y de ahí mi primo vino con otra cabeza, ya dice “no, yo allá no voy ni en pedo,
porque me dijeron esto y esto, yo no voy a trabajar tranquilo”, y de ahí aceptaron ir a otro barrio.
51
se es víctima de prácticas racistas ejercidas en forma individual y colectiva.12
4) Violencia
- Los de acá, del barrio. Por ahí algunos tienen algún problema o vos vas y les decís algo, “ah, ese
bolita de mierda, ¿por qué no te vas a tu país?” […] por ahí vos ibas por el mismo comedor con
los chicos […] ponele, se tomaba la leche de los chicos. Le dice “¿por qué te tomás la leche de los
chicos si es para los chicos?”. “¿A vos qué te importa, bolita de mierda?, ¿por qué no te volvés a
tu país?, ¿qué mierda venís acá?”. Así te bardean: “¿por qué no te vas a tu país a trabajar?” “Nos
están sacando el trabajo a nosotros” y “no trabajan los chorros”.
- Les pegan en la esquina, porque yo estoy a la vuelta de la escuela, en la salita trabajando y ves
esas cosas. Que les pegan, que les dicen “boliviano de mierda”, ¿viste?, “negro de mierda”.
- Que nos tenían a los bolivianos, pero de hijos como se dice. No podían pasar por allá, de la 86 por
ahí, esa cuadra, todo hasta no sé cuánto, era su peaje. Cobraban peaje. A todos los bolivianos era.
- Les dio bronca porque no era el primer muerto, era el tercer muerto boliviano. Y ante eso reaccionó
la gente. Se juntaron, sabían quiénes eran. Cinco chicos, los chicos que estaban ahí. Agarraron, se
juntaron como cien o más, mujeres, hombres. Con palos, se pusieron todos gorras, todo. Quemaron
cinco casas, de los cinco supuestamente sospechosos. Del asesino la recontra quemaron.
52
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
- A mí de noche me entraron, a las once de la noche, las chapas desclavaron. [ ] yo tenía una
casita chiquitita, ahí adentro yo vivía. Por los agujeritos de la madera los vimos que estaban
entrando como encapuchados, y mi marido gritó y se dio vuelta. Nos dio un susto gritar, y se fue
por más que no nos robó nada.
- Otra persona también allá, en 89 y 26, en la esquina, entraron de noche, al marido y a la mujer
los balearon. Y la señora quedó paralítica ahora. Se juntan en la esquina, se drogan, después te
insultan, “bolita, vienes acá” […] “bolita sucia”, te dicen, “a sacar el trabajo vienen acá, ¿por qué no
se van a su país?”, “ey, bolita, ¿por qué caminan por acá? Les voy a meter un tiro”, dicen.
- En el barrio mío ha pasado, que han tomado de punto a una casa de un boliviano, que vive a dos,
una, una cuadra y media era, ¿no? que los chicos digamos, de la esquina, ellos querían tener sí o
sí el dominio de su calle […] ellos querían mandar la calle. Entonces tomaron de punto la casa de
un boliviano porque decían que tenía la casa de dos pisos, que tiene camioneta, que tiene esto.
Entonces hubo una noche que cuando llegaba el boliviano en la camioneta, al ingresar le salieron
todos los chicos de la casa y le empezaron a pegar, a romper, y a sacarle cosa. Y ya después la
tomaron de punto. ¿No?, siempre lo junaban cuando él salía, o cuando él entraba o cuando se iba
a trabajar la mujer o cuando entraba la hija.
- Hubo un tiempo también que ya les sacaron, viste, a los paraguayos, no hubo muertos, pero
quemaron gente y casas […] para que se fueran. Había uno que vendía droga, un argentino.
Ahí, en el barrio este, en 19 y 89. Al fondo, un poco más para allá, 19 y 88 [...] 18, más o menos,
por esa zona. Dicen que el hombre vendía droga y había muchos paraguayos. Había. Ahora hay,
pero no tanto. Se le fueron […] le dijeron al hombre que se fuera […] ¿Qué hizo el tipo? Se llamó
a todos los que venden, acá, del barrio. Se juntaron todos […] Los pendejos de acá. Llamó a
todos y empezaron a entrar, a robar las casas. A sacarles de la casa. A alguna gente los sacaron
así, paraditos, con los chicos. Vendieron todo, les saquearon la casa, y después de saquearlos la
quemaban. Porque ellos querían que él se fuera de ahí, porque vendía droga. Por eso fue. Ellos le
dijeron, “o te vas o”, o no sé, “vamos a hacer algo”. Habían juntado firmas y todo para que el tipo
se vaya. Pero el tipo llamó, entonces armó una batalla campal.
53
también es generada por grupos subalternos que se vuelven contra otros para excluirlos del
acceso a ciertos recursos que consideran escasos.
Como hemos visto, las personas pueden ser objeto de prejuicios, discriminación,
segregación y violencia física, pero esto no significa que acepten pasivamente esa situación.
¿Cuáles son, entonces, las diferentes respuestas frente a dichas situaciones? ¿Cómo se sortean
esas barreras y cuáles son las consecuencias de hacerlo?
Entre las reacciones de las personas que sufren o presencian situaciones de discriminación,
se distinguen actitudes muy diversas. En ocasiones, se produce la reclusión hacia el espacio
privado y la posterior búsqueda de una disuasión de la situación; también se actúa para generar
algún tipo de compensación frente a la situación vivida o se recurre a la violencia física. En
otros casos, se logra articular colectivamente una respuesta. A continuación, detallaremos las
distintas tácticas y estrategias (De Certeau, 1996) que adoptan los sujetos que son víctimas de
discriminación en la ciudad de La Plata y sus diversas modalidades.
Entre las tácticas que privilegian la retracción a la vida privada, reconocemos una
diversidad de manifestaciones. Ese tipo de situaciones generan conductas tendientes a cierta
adaptación o mimetización. Siguiendo los datos recabados en el trabajo de campo, podemos
mencionar una serie recurrente en los relatos presentados: la evasión, que consiste en dejar de ir
a algunos lugares para evitar tanto la incomodidad ante la mirada externa como las peleas y/o las
confrontaciones que pueden surgir a partir de la propia reacción ante el destrato. Josefina, por
ejemplo, dejó de ir a boliches argentinos y solo va a los bailes paraguayos. Su marido evita salir:
- Voy yo […] mi marido a veces mucho no quiere salir, porque no le gusta […] No le gusta salir
mucho, porque tiene una forma de hablar más parecida a como hablan allá en Paraguay, entonces
su extranjeridad se hace más evidente. Tampoco ir al cine.
Mario aporta con su relato a visualizar tácticas de retracción en el lugar de juego infantil:
- Cuando los niños piensan que no pueden ir a jugar a la cancha porque no es para extranjeros,
dejan de ir. Entonces ya no iban a jugar por ahí. ¿Para qué? Si hay pleito y esas cosas. ¿Entonces
qué hacían? En vez de ir a la plaza [que está a dos cuadras], se quedaban, jugaban en el barrio.
En otros casos, la táctica es quedarse en silencio, sin confrontar con la persona que
discrimina. Esto sucede por vergüenza, por miedo, o bien para evitar la burla y la intervención
policial. Gustavo, por ejemplo, señala que no responde al insulto en la vía pública y elige el
silencio por temor a que la policía “se lo lleve”.
- Sí, una vez estuve andando con mi hermana por calle […] entre 49, 7 y 8, y había un rubio grande
54
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
y como nos vio caminando por atrás nos decía “negros de mierda, por qué no se van a su país”. Y
yo volteé y no le dije nada, por evitarme problemas. Y eso.
¿Y qué pensás que pudo haber pasado si vos hacías algo?
- Y, se armaba un quilombo y la policía nos llevaba. Si no, no sé.
Otra táctica es buscar la mímesis: parecerse más a los y las locales, evitando que la
vestimenta y el habla delaten la condición de extranjero/a. Hablar “como ellos”, portarse “como
ellos”, vestirse “como ellos” son conductas asumidas por las personas entrevistadas de distintas
edades para evitar ser discriminadas: “para que no te persigan”, “no te detenga la policía”, “te
traten bien”. Modificar los aspectos, las huellas, las marcas de identidad es, entonces, una táctica
preventiva a partir de la cual las personas tratan de pasar desapercibidas y evitan exponerse al
maltrato.
Durante la entrevista, Gustavo plantea que llevar adelante esta mímesis implica un gasto
de energía en cuanto a pensar cómo tenés que ir vestido para ir a determinado lugar. Esta
estrategia resulta compleja en la medida en que la operación de mímesis convive con el esfuerzo
de conservar marcas de la propia identidad. Las subjetividades enfrentan, entonces, el dilema
de incorporar características del lugar de llegada “para pasar desapercibido/a” y, a la vez, no
renunciar a las particularidades vinculadas al origen.
En muy pocos de los casos analizados se adopta como respuesta individual la actitud
de ignorar al otro. En otros, la resistencia opera de manera solapada: se muestra una señal de
disconformidad o de malestar, sin llegar a confrontar explícitamente.
Algunas de las estrategias que adoptan las personas para evitar la discriminación de
la cual son víctimas tienen un efecto negativo sobre su propia vida, ya que incrementan la
vulneración de sus derechos. Es el caso de la autosegregación que se produce, por ejemplo,
ante los maltratos recurrentes en la institución escolar. La persona abandona sus estudios para
evitar el sufrimiento que le provoca el trato discriminatorio, viendo vulnerado su derecho a la
educación. En otros casos, ante la recurrencia de las situaciones de maltrato dentro de una
institución escolar –ya sea entre los propios compañeros y/o de los docentes y autoridades hacia
los/as niños/as-, las personas adultas optan por cambiar de escuela a sus hijos/as. Encontramos,
entonces, casos de niños y niñas que en el transcurso de su breve escolaridad han cambiado de
escuela dos o tres veces. Así lo relata Nadina, quien optó por cambiar a su hijo a otra escuela
(“junto a los paisanos”) para evitar las situaciones que vivió en la escuela anterior, y una de las
integrantes del grupo focal N.° 2:
- En la escuela hay mucho bullying. Y eso discrimina. Ahora como que es más controlado que
antes, pero antes te hacían la vida imposible. Siempre se fijan en la parte de color, y por eso lo
discriminan. Yo a ella [refiere a la hija], la tuve que cambiar dos veces de escuela.
- Y me contó, me llamó una directora de acá de Tolosa, creo 16 o 15, 526, 527, una escuela, no
recuerdo bien, hace 3 años, 4 años, estaba preocupada porque la matrícula de la escuela era un
70 % hijos de la comunidad boliviana, argentinos hijos de bolivianos. Y que ha mermado un 30%
55
y ella estaba preocupada, había mucha violencia, mucha discriminación por compañeritos de ahí
mismo de la favela, de barrio y que tenían miedo y dejaban de venir. Los cambiaban a otras escuelas
los padres, a esos niños [...] Mirá este fenómeno cómo iba disminuyendo la cantidad de matrícula
de hijos de inmigrantes en esa escuela y ellos mismos reconocían el grado de discriminación que
había hacia estos chicos.
- Entre los alumnos mismos se discriminan entre ellos, porque por ejemplo, en nuestro barrio hay
muchos chicos argentinos, peruanos, paraguayos, entonces te dicen: “che, vos negrito, ¿por qué
no te vas a tu país?” o “vos, paraguayito de mierda, ¿por qué no vas a tu país? Que venís acá”,
entonces bueno, se discriminan entre ellos así. Hubo un caso de una compañera que un día nos
contó: “pero mi hijo a veces yo le hablo, que no se tiene que olvidar de sus raíces, de dónde viene”,
pero mi hijo me dice “no mami, yo no quiero ser más paraguayo, yo quiero ser argentino, quiero
ser como ellos, para que no me digan más paraguayito de mierda andá a tu país”. Entonces, dice,
por esa discriminación muchas veces los nenes hoy en día tratan de parecerse a un argentino, con
tal que no sean discriminados.
¿Y cómo tratan de parecerse a un argentino?
- Hablando como ellos. Portándose como ellos. Vistiéndose como ellos. Haciendo las cosas que
hacen ellos.
Veo que todos dicen que sí. ¿Eso es así, es que los nenes quieren parecerse cada vez más?
- A mí me ha pasado y, es más, yo te digo ahora me da vergüenza pero yo he tenido que actuar
como ellos para que no me digan esas cosas. A mí me ha costado como dos años, tres años, de
perjudicar mi estudio, porque en un año casi me destruyeron. Entonces tuve que abandonar la
escuela, prácticamente ni estudiaba, porque si me sacaba una nota buena, todos eran contra mí.
Es más, si sos estudioso peor todavía. ¿Por qué? Porque cae todo el peso arriba tuyo, no podés
hacer nada, y te limita intelectualmente.
56
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
- Si yo estoy viendo que alguien está siendo humillado o insultado y si yo puedo defenderlo o
decirle algo, yo me metería a defenderlo o hacerle entender a la otra persona que está equivocada
en la manera en que piensa. Pero si yo no me meto a decirlo, o al no decir nada, es como que
apoyo la discriminación.
Otra modalidad consiste en confrontar a la persona que está discriminando, para poner
en evidencia su actitud. A partir de uno de los relatos, vemos que esta confrontación verbal se
hace más directa y explícita en el espacio público, cuando quien la lleva adelante posee mayor
conciencia y empoderamiento con relación al tema, a partir de su pertenencia a una organización
política. Es el caso de Eva, quien relata su reacción al presenciar una situación de discriminación
sufrida, en un tren, por una connacional boliviana:
- Yo fui y le dije: qué le molesta señora que suban las bolivianas. Yo también soy boliviana […] Las
chicas por ahí se quedan calladas, pero yo fui y la encaré a la señora, le digo, ¿a usted, señora,
le molestan que suban las bolivianas? Me dice, “sí”. ¿Y qué, hay un cartel donde diga Prohibido
bolivianas? El tren es para todos. Yo también soy de Bolivia. ¿Le molesta? ¿No somos personas
como usted, que tenemos derecho a todo?
Este tipo de estrategia confrontativa es llevada adelante por una persona que pertenece
a una organización social y/o política: quien realiza la denuncia pública cumple un rol de referente
y teje redes de solidaridad al interior del colectivo discriminado. Podemos observar, al mismo
tiempo, que esta persona intenta modificar la actitud de quien discrimina, y lo hace a través de la
interpelación pública (“preguntarle por qué discrimina”, “buscarle razonar, para que razone él”).
Otra modalidad observada se centra en generar una discusión que no solo hace visible
el malestar sino que es llevada a un punto de no retorno. Cuando esta discusión se da en el
ámbito laboral, puede implicar la pérdida de un trabajo: la persona empleadora desvincula a
quien la confronta o bien la víctima decide renunciar para evitar quedar inferiorizada ante quien
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la discriminó. La discusión hace más evidente la situación cuando se recurre a una autoridad o a
una persona que detenta un cargo superior con relación a quien discrimina.
Esto se constató también en ámbitos donde estaba en juego el acceso a la educación
y la salud. Ante reiterados episodios de violencia en el ámbito escolar (ejercida por parte de
compañeros/as hacia su hija), Eloísa optó por hablar con la maestra y la directora. Luego de
realizar numerosas actas en contra del niño que había agredido a su hija y acusar a la maestra
de no tomar medidas al respecto, interpeló a la directora: “Si usted no hace nada, voy a tomar
mi propia venganza con el nene ese, porque no es la primera vez que la golpean. Ustedes no
hicieron nada”. Vemos que, ante la falta de medidas por parte de quienes deben velar por el
cumplimiento de los derechos en un ámbito institucional, la denuncia de vulneración de un
derecho está acompañada de la advertencia de una represalia. Algo similar puede observarse
durante otra situación en la cual Eloísa discutió con una efectora de salud que se negó a atenderla
por ser boliviana. En este relato puede observarse cómo la nacionalidad aparece asociada con el
lugar de residencia (“ser de otro barrio”):
- “Vos tenés que irte a otro lado” [le dijeron] ¿Y por qué?, le digo. No tienen un cartel que dice que
siendo de otro barrio no me corresponde atenderme acá, le discutí. Yo decido dónde me quiero
atender y dónde me quiero operar. Yo decido, le dije. Y si no me das el turno voy a ir a Dirección.
Otra forma de acción reside en la provocación que tiene como medio la reafirmación
de aquellas características que están siendo inferiorizadas y, como finalidad, la reafirmación de
aquellas particularidades propias del lugar de origen, que hacen a la constitución identitaria de
la persona. En este sentido, Mario cuenta su reacción ante reiteradas burlas por mantener la
vestimenta de su lugar de nacimiento (Bolivia):
- Me miran mal, [entonces actúo] peor, el doble. Para que digan. No le gusta mi forma de vestir,
entonces capaz que paso por delante de él o me exhibo frente a él. Para provocar.
- Y a mí me pasó en el Facebook […] tengo un grupo de amigos y, como vieron que era de
nacionalidad peruana, dijeron “ay, esta es narca, chorra, puta”, todos los insultos posibles ahí. Y yo
58
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Este tipo de actos suele, sin embargo, diluirse en el anonimato de quien los ejerce. Si bien
no conocemos el alcance ni la escala de estas denuncias, consideramos que es una puerta de
entrada significativa para comprender cómo operan los mecanismos de interacción entre los y
las jóvenes, principales usuarios de esta red.
Las estrategias caracterizadas en este apartado se llevan adelante ante el hecho consumado
de la discriminación o la segregación. El prejuicio pasó al acto. Son prácticas que, lejos de ser
evasivas y/o preventivas, buscan hacer visible una respuesta ante una situación de
discriminación que ya tuvo lugar. A diferencia de las tácticas de quienes se quedan mayormente
en el silencio o se recluyen en el ámbito privado, las tácticas y estrategias de otras personas
entrevistadas ante las distintas situaciones de discriminación percibida o experimentada
involucran en general la contestación, la respuesta directa, la amenaza de denuncia. Esto
puede ser atribuido no solo a diferencias de carácter, sino a distintas trayectorias de inserción
en organizaciones, de autoconstrucción como referentes locales, entre otros aspectos. Estas
trayectorias habilitan distintos recursos para operar/accionar ante situaciones de discriminación.
Finalmente, las estrategias pueden llegar hasta un punto en el que la violencia física se
constituya en un recurso de respuesta para resolver la situación de diferenciación o jerarquización.
Nos referimos a resolver una situación a partir de la pelea cuerpo a cuerpo, “a los golpes”. Este
tipo de situaciones pueden tener lugar en el entramado barrial, aunque de forma no excluyente;
se trata de modalidades que, vistas en clave relacional, no son fijas sino cambiantes,
produciéndose en el sujeto un efecto de desgaste que hace que una misma persona pueda ir
adoptando distintas actitudes o comportamientos. Así lo relata Josefina:
- Nos cagamos a palos. Yo, llega un momento que ya me cansaba, viste. Salir en la esquina y pelearte,
o salir allá y pelearte. Y después ya no le di más bolilla. [...] Después me cansé y pasaba y me decían
cosas y ya no le daba bolilla, ya no me importaba, porque si me voy a estar peleando por eso.... Vivía
toda rasguñada, moretoneada, todo un desastre. Entonces ya como que no les hacía caso.
De todas formas, la violencia física es una práctica que a lo largo de las entrevistas aparece
más directamente vinculada a las estrategias colectivas de resolución de problemas, tal como
veremos en el siguiente apartado.
5) C. Estrategias colectivas
59
racistas que operan y que, lejos de ser prácticas excepcionales, constituyen un componente
estructural de las relaciones de poder y desigualdad en nuestra ciudad.
En los casos analizados, observamos que, ante las situaciones de discriminación,
segregación y/o violencia, se vuelven predominantes dos mecanismos en el tipo de respuestas
colectivas que se construyen ante las prácticas racistas:
• Por un lado, la organización colectiva de una respuesta inmediata que busca saldar las situaciones
particulares de discriminación y/o segregación que las familias migrantes viven al habitar y transitar
la ciudad. Así, cuando las situaciones de discriminación ocurren dentro de las instituciones públicas
y, además, la persona se encuentra inmersa en la red territorial conformada por organizaciones, la
estrategia que se adopta consiste en acercarse con el reclamo a los/as referentes de dicha organización.
Esto es posible gracias al vínculo con estos referentes, quienes –a su vez– llevan el reclamo a la propia
institución donde ocurrió el hecho o a los organismos competentes de regular que ello no ocurra. La
percepción de quienes recurren a estas redes es que a las organizaciones “escuchan más” y, por lo tanto,
logran hacer visible la cantidad y frecuencia de los casos. Al sortear la lógica del reclamo individual, las
quejas mediadas por las organizaciones comienzan a ser insumos tomados por las instituciones y abren la
posibilidad de llevar a cabo algún tipo de reparación. Este tipo de mecanismo puede darse, por ejemplo,
frente al maltrato sufrido dentro de un hospital público, como así también en el modo de canalizar una
demanda por mayor presencia policial en los barrios de la periferia (demanda que algunas organizaciones
han tramitado en conversaciones cara a cara con las comisarías de la zona).
• Por otro lado, en muchas de las situaciones analizadas, la organización colectiva se produce para
resolver una disputa al interior del ámbito barrial, que se expresa en la organización de la violencia
física a través del “linchamiento” y la quema de viviendas. En varias experiencias estudiadas, se formula
como una respuesta frente a un acto xenófobo que derivó en la muerte de la víctima. Este es el caso
del “linchamiento” que se produjo en uno de los barrios de la ciudad ante una situación experimentada
y referenciada como “la gota que rebalsó el vaso”: el asesinato del joven boliviano por parte de una
familia de nacionalidad argentina que tenía como práctica sistemática el hostigamiento hacia personas
migrantes. Así se señala en el relato de Eva:
- Les dio bronca porque no era el primer muerto, era el tercer muerto boliviano. Y ante eso
reaccionó la gente. Se juntaron, sabían quiénes eran. Cinco chicos, los chicos que estaban ahí.
Agarraron, se juntaron como cien o más, mujeres, hombres. Con palos, se pusieron todos gorras,
todo. Quemaron cinco casas, de los cinco supuestamente sospechosos. Del asesino la recontra
quemaron.
- Bueno, ahí se empezaron a juntar, hicieron reuniones, hicieron que bajara el Consulado, hicieron
que el micro entrara. Porque también era, el micro no entraba. Tenían que venir siete, ocho cuadras
caminando desde el fondo para tomar el micro acá. Y ahora entran dos micros.
60
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
- Nosotros hablamos mucho, ya sea de esto, de discriminación, hablamos también del derecho
de la mujer, acá se hacen charlas con las mujeres, con esto de los derechos, de todo eso, de la
violencia y todo eso.
El enfoque de los derechos es también reforzado por las organizaciones colectivas que
pueden y tienen la responsabilidad de fortalecer los lazos al interior de la propia comunidad
y para la inserción de las personas migrantes en el lugar de llegada. De este modo, existe
–por ejemplo– como práctica organizada hacia adentro de la población migrante, la creación de
medios de comunicación propios: una radio FM que hace circular información no hegemónica,
genera redes de comunicación con temas que otras radios no abordan, difunde música del
lugar de origen y, principalmente, mantiene informada a la comunidad respecto de lo que está
sucediendo “allá”.
En el largo plazo, la estrategia discursiva de quienes trabajan en organizaciones culturales
consiste en valorizar el aporte que hace la diversidad cultural a la cultura nacional. Este elemento
se hace visible durante la entrevista a Hernán:
- Entonces, valorar ese rol fundamental: el aporte social, cultural, productivo, económico que hace
hacia un país tan grande, tan diverso, tan amplio y donde está mucho, mucho por hacerse también.
Y desde ahí, digamos, muy importante desde ahí, si se quiere lograr paz social, tranquilidad, es
importante que también que se den señales claras a las comunidades migrantes y se reconozca,
se valorice, visibilice el aporte, ¿no?
Se formula un discurso que refuerza las nociones de integración, respeto por la diversidad
y paz en la convivencia. Para lograr esta visibilidad se busca reforzar la organización colectiva
a partir de la conformación de redes, federaciones que pongan en contacto a las diferentes
comunidades de migrantes radicadas en la ciudad. Este aporte cultural es expresado en prácticas
y consumos culturales como la música y la gastronomía.
En la relación con la población local, entonces, se apunta a la convivencia más informada;
la apuesta “hacia adentro” por parte de las propias redes migrantes consiste en promover la
unidad a través de la conformación de sujetos políticos que puedan poner en valor la presencia
de personas migrantes en la región. Esto implica una valorización no solo de sus características
culturales sino principalmente de su presencia como motor económico, ya sea en el caso de los
61
productores que han desarrollado el cordón hortícola de La Plata –donde principalmente se han
asentado personas migrantes provenientes de Bolivia–, en la predominante presencia de mano
de obra llegada de ese país en los talleres textiles de la región, o en la mano de obra proveniente
de Paraguay que, en nuestra ciudad, se inserta mayoritariamente en la rama de la construcción.
Finalmente, cabe señalar que las tácticas y estrategias son susceptibles de transformarse
a través del tiempo, es decir, pueden modificarse cuando se transita de una etapa de la vida
a otra. Al mismo tiempo, ese trayecto biográfico se ve interferido por el reconocimiento y la
revalorización de la historia y las transformaciones del país de origen en el país de recepción. Así
ocurre con Mario, entrevistado de origen boliviano que pone en evidencia cómo la visibilidad
y el reconocimiento de la cultura y la historia se asocia no solo a un aprendizaje personal sino
también a una mayor visibilización positiva de la actualidad de Bolivia en la cultura política
argentina:
- Me daba vergüenza decir que sos boliviano o esas cosas. Pero ahora no, ahora estoy orgulloso.
A todas las personas les digo que yo soy boliviano. ¿Por qué? Porque yo conozco mi tierra, poco
a poco fui conociendo mi país, y cosas que no conocía, tanto económica como políticamente.
Entonces tengo argumentos como para responder a las personas, que mi país no es inferior. Y
esas cosas son, más que todo, que te alzan diciendo, ¿por qué voy a ocultar esto? Si mi país es
así, así y así.
- Yo tengo palabras para responderle, desde ese punto lo veo. Y capaz que la gente que no tiene
palabras para responder o para pelear así, verbalmente, se va a quedar callada. Entonces las
personas ya empezaron a buscar la manera de defenderse. Leyendo, no sé, o viendo a otros, o
capaz que los mismos padres ya se dieron cuenta, entonces le empiezan a decir a sus hijos que no
tienen que ser así y tienen que comportarse de otra manera. En esas cosas.
Asimismo, observamos que las estrategias de mimetización son propias de las personas
que hace menos tiempo habitan la ciudad o son referidas entre quienes ya hace más tiempo
que se encuentran aquí, con relación al período en que se instalaron en la ciudad. También son
llevadas a cabo por aquellas personas que tienen menor visibilidad en las redes de sociabilidad
barrial. En cambio, las estrategias basadas en la organización colectiva tienden a corresponderse
con la situación de quienes cumplen con un rol de referentes territoriales y entre aquellas
personas que hace un largo tiempo (entre 10 y 30 años) que residen en la ciudad y cuentan con
redes de sociabilidad consolidadas.
62
ESTADO Y RACISMO DESDE
EL PUNTO DE VISTA DE
LAS PERSONAS MIGRANTES
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
En este apartado nos interesa plantear algunas claves interpretativas para aquellos casos
en que los actores burocráticos, por acción u omisión,14 generan o colaboran a reproducir y
prolongar prácticas racistas con relación a las personas migrantes. Esto puede darse, entonces:
• Por acción directa: cuando los mismos agentes públicos actúan según una lógica
racista institucional. Ejemplo de esto son las típicas situaciones de hostigamiento estatal, que
se producen como forma de coerción o violencia simbólica, especialmente dirigida hacia las
personas migrantes. También, la legitimidad que las instituciones estatales brindan a ciertas
prácticas de denegación de derechos, sedimentando fronteras que demarcan zonas de derechos
y zonas de incertidumbre para los grupos migrantes, no expresadas legalmente pero legitimadas
en forma tácita. De este modo, algunos agentes estatales pueden operar de modo racista sin
que haya una rectificación y /o sanción por parte del propio Estado.
• Por omisión: cuando los actores públicos –al no realizar intervenciones de prevención,
sanción o reparación, que protejan los derechos vulnerados de las personas migrantes– dan
lugar a que la discriminación ejercida por otros actores sociales se prolongue en el tiempo y
se reproduzca. Así, encontramos -durante la presente investigación– personas migrantes que
afirman no haber sido protegidas o defendidas por agentes públicos frente a situaciones de
hostigamiento, maltrato o exclusión. Las situaciones más habituales de discriminación se ubican
en esta zona gris, en la cual el Estado no opera activamente en la exclusión pero al “dejar hacer”
colabora a dar legitimidad a los marcos en los cuales se produce el racismo. Es decir, son los
casos en los que no funciona como actor directo de la discriminación pero tampoco interviene
como mediador para garantizar derechos y proteger a las personas migrantes.
Paralelamente a estos modos de acción y omisión estatal -que producen y/o favorecen la
reproducción de prácticas discriminatorias hacia las personas migrantes- la exclusión legal implica
también, desde el Estado, la demarcación de una frontera a partir de la regulación del conjunto
de derechos al que acceden o no las personas migrantes. En este caso, las personas migrantes
son excluidas del ejercicio de algunos derechos por la sola condición de migrantes. Son ejemplos
de esto las restricciones de los derechos vinculados a la representación política y la exclusión
de los grupos beneficiarios de determinadas políticas sociales, sanitarias y/o educativas, que
configuran –en los hechos– una ciudadanía incompleta para las personas migrantes y generan
la vivencia de ser un ciudadano o ciudadana “de segunda clase”, que está en inferioridad de
condiciones.15
Con relación a todo lo anterior, durante el trabajo de campo llevado adelante como parte
de esta investigación, se relevaron agentes específicos partícipes de actos de discriminación:
policías, empleados/as de oficinas públicas, maestros/as, directores/as de escuela, agentes
sanitarios de hospitales y salitas de salud. Se registró, en el accionar de los agentes estatales, un
tipo de hostigamiento recurrente: la detención callejera -que muchas veces incluye el pedido
extorsivo de dinero- llevada adelante por la policía, por “portación de cara” y apariencia. Estas
situaciones son señaladas con mucha frecuencia por las personas entrevistadas. Así lo relata
14 Siguiendo a Oszlak y O´Donell, consideramos las intervenciones estatales no solo como formas de acción sino también de
omisión, y al Estado como un ámbito per se contradictorio, dinámico y no unívoco. El Estado asume y posee, en cada momento
histórico, posiciones predominantes con relación a las distintas cuestiones pero, a la vez, conviven en él distintos organismos y
agencias con una historia, misión y accionar que puede ser divergente e incluso entrar en conflicto (Oszlak y O’ Donnell, 1982).
15 Cabe aclarar que, en este trabajo, observamos la dinámica de las políticas públicas a partir de las experiencias de la población
migrante, dejando afuera de nuestro alcance el análisis del marco regulatorio de la cuestión migrante, que nos permitiría hablar
de cómo funciona el Estado desde su regulación legal.
64
José Mariano en este diálogo durante la entrevista:
-Entre mis documentos tenía que dejar plata para que los policías no me molesten.
¿Cómo era eso?
- Yo estaba por la calle y había unos policías que […] acá, en La Plata, me llamaban, me paraban
“¡vení!, documentos”. Pero yo ya sabía que a ese policía le gustaba […] coima.
¿Usted pagó en algún momento?
- No, dentro del pasaporte ya le dejaba ya la…
O sea que le pedían el pasaporte.
-Y ahí, entre el pasaporte, él abría el pasaporte y ya encontraba los pesos ahí, los dólares.
- No, cuando le ven […] la otra vez le dijo: “sí, pero yo tengo mis papeles”, le dijo mi esposo (porque
tenemos una moto) y le dijo (el policía): “pero la cara te ayuda. Tú eres peruano”, le dijo, “boliviano
o peruano”. Bueno, le trajo el documento, pero así nomás le detuvo la moto. ¿Y sabe qué pasó? No
le quiso entregar la llave porque, le dijo después el abogado, “usted no tenía por qué dar la llave
al policía. Eso lo manejan los de patrulla”. Le dio la llave y le había sacado toda la nafta. Y encima
no quisieron entregar la llave, no nos entregaron la llave.
¿Pero el policía dijo por qué?
- O sea, tenía todo en regla, todo, todo, todo, e igual le dijo “bueno, la cara te ayuda”. “Ya está
la moto, ahí está”, le dijo. Estaba sin casco. Un casco, claro, un casco. Pero le sacó la asignación,
porque tenía hasta la tarjeta, porque soy dueña de la moto. Tenía hasta la tarjeta para conducir, la
tarjeta rosada, la azul y todos los papeles. Y nos fuimos a pagar una multa de 300 no sé cuánto,
allá a Ensenada. Entonces el policía mismo, ¿saben lo que le dijo? “Andá a Ensenada, que ahí
tienen la llave”, le dijo. Nos fuimos a Ensenada, y nos dijeron que ellos no sabían nada. O sea, nos
tomaron el pelo. Eso es así, hablamos con un […] que nos dijo: “esto es así cuando a ustedes les
ven la cara de cholitos”. Ah, bueno, está bien. No le podíamos decir nada. Porque mi marido me
dijo: el día que me encuentren de civil. Yo le dije: ya no te metas en más problemas.
También se relevan este tipo de situaciones en palabras de Matías (grupo focal N.° 2):
- Iba con la capucha, caminando de noche con mi amigo. Íbamos a un kiosco, y viene el patrullero.
Uy, bueno, “Las manos arriba”. Para ese entonces era menor de edad. “Bueno, documentos”
[…] No, no tengo documentos, vine a visitar a un amigo, pero ahora me tengo que ir. “No,
documentos”, no sé qué […] “te vamos a subir al móvil”. No, pero siempre […] ya me pararon
anteriormente una vez y ¿ahora me van a parar otra vez? Voy al kiosco, no es que voy a robar. Y
ellos me dijeron: “Bueno, si no querés que te paremos por la noche no andes encapuchado, no
andes en viserita ni andes con ropa deportiva. Listo, esto te va a servir para toda la vida”. Y dicho y
hecho: siempre cuando iba para allá, cuando veía unos patrulleros, me bajaba la capucha. O capaz
que, si tenía visera, me quitaba la visera y cuando el patrullero pasaba por al lado mío, seguía su
camino. Es como que vos mismo te quedás perseguido. Yo, cuando vine, trabajaba en Capital. Y
todos los viernes o sábados que salía, me paraba la policía. Una vez me paró un policía cuando
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
estaba volviendo de la escuela, yo venía en taxi, me paró la policía, me revisó todo, me dijo: ¿sos
colombiano?” No, no, le dije. Y me revisaron la cédula y se fueron. Me acompañaron hasta mi casa
y nunca más aparecieron.
A partir de estos ejemplos queremos destacar, por un lado, la propia acción discriminatoria
que ejercen integrantes de las fuerzas policiales –a partir de la autoridad que el Estado les
reconoce–, determinando qué personas son objeto de detención, persecución, extorsión
y/o burla en base a la apariencia física y forma de vestir. Por otro lado, poner en evidencia
cómo la amenaza de los/las agentes policiales genera una conducta evasiva que la persona
desarrolla a posteriori para evitar encontrarse nuevamente en la situación de ser perseguida o
detenida.
El disciplinamiento que el Estado lleva adelante sobre las personas y/o grupos puede ser
visiblemente violento (la detención en la calle, el uso de la autoridad para delimitar territorios
transitables y no transitables) o realizarse también de modos más sutiles, generando un
autodisciplinamiento. Esto sucede cuando las propias víctimas de la discriminación replican
las pautas a través de las cuales los/las agentes policiales delimitan los modos legítimos de
presentarse en el espacio público.
Otro elemento importante que se recupera en las entrevistas es que quienes sufren estas
prácticas de hostigamiento por parte de agentes estatales pueden reconocer que las formas del
Estado cambian y que hay periodos en que ese hostigamiento se profundiza o se mitiga. Podemos
ensayar, como hipótesis, que la combinación de regímenes de visibilización discriminatorios,
regulaciones legales excluyentes y tratamiento represivo de las personas migrantes coincide
con aquellos momentos en los que se identifican los procesos de hostigamiento más fuertes.
No obstante, frente a estos procesos, la acción de las organizaciones sociales que nuclean
y defienden derechos de las personas migrantes puede contrarrestar o moderar situaciones
adversas, canalizando el conflicto, incidiendo sobre las prácticas estatales para que se consideren
las demandas de los y las migrantes, y se brinden respuestas.16
Otro de los aspectos relevantes de la relación entre el Estado y las personas migrantes es
la posibilidad de obtener o no la documentación necesaria. En cuanto a las situaciones en torno
a la obtención del Documento Nacional de Identidad, en grupo focal N.° 2 se relata:
- Al tener el DNI uno puede ejercer el derecho como ciudadano que, por ahí, al no tener el DNI,
ponele, no podés acceder ni a la salud, la educación. Y teniendo el DNI argentino, sí. Porque en
el barrio nuestro, por ejemplo […] de hecho, nosotros nos empezamos a organizar justamente
por este tema del problema de la documentación. Porque como es un barrio de paraguayos,
de migrantes paraguayos, cuando llegaron los compañeros no tenían el documento argentino,
el DNI. Entonces, teníamos diferentes dificultades en la cual no podíamos acceder, como ya
hemos dicho, a la educación y a la salud, porque los nenes iban al colegio y porque no tenían
el documento argentino. Entonces, terminaban la primaria y ni siquiera le daban el certificado
de la escuela, de que había terminado la escuela. No se lo podía ingresar a la secundaria porque
no tenía el DNI. Entonces, cuando uno iba al hospital y cuando tenía un caso de gravedad que
lo llevara por ejemplo a una cirugía o algo: no, no se podía hacer la cirugía, porque si no tiene
16 Una de las personas que participó en el grupo focal N.° 2, también relata la violencia ejercida por parte de la policía, sufrida
en primera persona; ver testimonio de Eduardo en el apartado 2) Discriminación, del capítulo anterior.
66
documento, no tiene un pariente directo, un familiar directo que se pueda hacer responsable, no
se le hacía la cirugía. Entonces, bueno. O suponete: prótesis, que necesitara una prótesis. Sin DNI,
no te daban.
¿Ustedes experimentaron eso? ¿En algún momento alguno de ustedes no tenía DNI argentino?
- Yo. Cuando yo vine, en el 92, me pedían, para darme el definitivo (porque tenía documento
temporario), que por ahí me hacían pagar. Me hicieron pagar cinco años los aportes, para poder
tener el definitivo. O me pedían tener hijos, porque era grande, no podía tener hijo. Segundo, tener
30.000 pesos y tener un negocio, o me pedían que me case con un argentino para que me den el
definitivo.
¿Sería distinto, existía esta diferencia, por ejemplo, como acá decían en el hospital, en la
escuela, cuando no tenían DNI, y se modificó esa situación a partir de que empezaron a tener
DNI, o siguió más o menos igual?
- No, se modificó mucho. Ahora vienen de otros países limítrofes o tienen más consideración.
Cuando yo vine no.
Pero ustedes, ¿notaron la diferencia en algo o siguió eso?
- Como le pasaba al papá de Mario, que le dicen: “¿te falta un sello?” Empezó a cambiar eso desde
que empezaron a agruparse las personas y empezaron a hacer sus reclamos. Organizaciones. Por
ahí en los barrios, o si algún ciudadano boliviano fue discriminado, bueno, él se iba a quejar por
ejemplo a una organización boliviana. Que hay varias organizaciones. Organizaciones de personas
que demandaban eso. Que antes no había. Pero ahora que hay muchas organizaciones, entonces
uno ya está, como se dice, protegido. Vas, les contás lo que te pasó y ellos ya toman medidas para
hacer tus reclamos, y como se trata de una organización tiene más peso. Entonces ahí sí, te escuchan.
Entonces, yo pienso que a partir de que recibieron muchas quejas, ahí empezaron a cambiar de otra
manera. Y ahora, por ejemplo, no se escuchan esos casos mucho. Pero sigue habiendo.
Entre las situaciones de omisión con relación a actos y prácticas discriminatorias racistas
dentro de ámbitos pertenecientes a la esfera estatal, se encuentran las ocurridas dentro de
las instituciones educativas y de salud. Una situación reiterada es la falta de accionar de la
institución escolar ante conflictos e incluso el abandono escolar por parte de niños y niñas
identificados/as como inmigrantes por sus compañeros/as de clase. Así se relata durante el
grupo focal N.° 2:
- En mi escuela si decís algo te molestan todo el año. Y muchos los profesores no hacen tampoco.
El que dice algo, listo. Ya sabe que lo van a agarrar, le van a pegar o algo le van a hacer. Casi
siempre pasa eso. Alguien buchoneó y siempre lo toman de buchón. A mí siempre me esconden
la mochila. Me esconden todas las cosas, y ya me sacaron todas las cosas y no me las devolvieron
más. Igual los profesores, tampoco hacen mucho. Al que jode lo suspenden tres días y cuando
vuelve es lo mismo. Los profesores y preceptores tampoco hacen mucho. Vos les decís me que
quieren pegar y, aunque le digas, te van a agarrar tarde o temprano. Igual te dicen “vamos a
hablar”, hablan cinco minutos y …
¿Y qué creen que podría funcionar?
- Ser más estrictos. Echar a los que siempre molestan. A esa gente la podrían echar. Si te peleas
adentro lo único son amonestaciones, te suspenden. A mí me pasó con una chica que no hacía
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DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
nada nunca. Y yo era nueva y me trataban mal. Y en educación física me tratan mal. Y una vez en
educación física me tiraron chicle en el pelo y yo me enojé, y fui le dije a la preceptora y no hizo
nada. Llegué a casa y le dije a mamá. Mamá fue a hablar y dijeron “la vamos a suspender”, tres días,
volvió y me hicieron exactamente lo mismo, pero peor, me tiraban papeles. Nunca me agarraron
a la salida, supuestamente me iba agarrar pero no. Un día fui a educación física y nos peleamos.
En el colegio decían que no podían hacer nada, que no las podían echar. Que podían suspender y
no echarlas. Si quería que me cambie a la mañana.
- El hospital, bueno, del hospital también hubo una discriminación, como si fuera un roce dentro
de la cultura, como de la gente de ahí. Y, no puede estar ahí. Porque no, no […] Siempre hay un,
no puede ser que un aborigen esté adentro del hospital.
¿Eso quién lo decía?
- Los criollos. Ahí dentro del hospital hay una enfermera, o sea, otro agente político.
Médicos.
- Médicos no. Quizá sí por dentro.
Pero no lo decían.
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- Siempre por ahí te dice, “voy a pensar” o “bueno, después te lo digo”, o sino “venite mañana, a
ver qué hacemos” o “después charlemos”. Ya los días van sumando y nunca más. Bueno, todas
esas palabras son decisiones de […], son la discriminación.
¿Y vos decidiste irte porque te sentías así, o fue algo más, a partir de una discusión, o porque
te pidieron que te fueras? ¿Cómo fue?
- La decisión mía, personal, es de mi comunidad, que me perdone. Eso son las […] y que a veces
por ahí digo, me autodiscrimino, total.
¿Por qué?
- Por mi raza. ¿Entendés? Las palabras que hoy te decía al principio, cuando tenés una cosa y que
es como si fuera que te odian, no te quieren más. Porque vos estás progresando un poquito, y en
vez de alegrarse, acompañarte, decir gracias. Y a veces por eso que yo siempre digo a veces, la
espiritualidad de la gente, las culturas, las comunidades, son de la iglesia. Porque si no hay iglesia
la gente va a estar toda desparramada. Cuando hay una iglesia, toda la gente van en esa iglesia.
Ahí se hace el encuentro general de todo el mundo, todo. Aunque vos no lo conozcas, pero igual
está ahí.
En otros casos, como ya hemos señalado antes, la omisión ante hechos violentos de
discriminación conlleva riesgo de vida para las personas migrantes. El caso que Mariana relata,
sobre la ausencia de respuesta estatal ante la quema de casas de familias peruanas, muestra
cómo la falta de accionar de algunas agencias estatales ante estos hechos de xenofobia puede
incluso terminar con la muerte:
Perdón, para aclarar: ¿vos decís que los argentinos toman de la experiencia de ocupación de
tierra de otros?
- De los peruanos, bolivianos, paraguayos.
Que son los que primeros toman, ocupan tierras para buscar lugares para vivir. Y luego el
sentido con que los argentinos lo hacen es diferente.
- Es diferente, sí. Y no contentos con ese aspecto de convivir entre varios, culturalmente, se
toma la tierra, porque sabemos que es un derecho que la Pacha Mama, se tiene, se toma no se
vende. Y bueno, ese concepto de lo que es la cultura y lo que es el vivir, no como una forma de
negociar ni nada por el estilo, sino vivir. Y ellos se sienten con el derecho de que es de ellos, del
argentino. Y si se enojaba contigo, iban en grupo y te queman la casa, te sacan a toda la familia,
se reparten todos tus bienes que te costó mucho poder comprar, hasta una silla. Y las autoridades
no te defienden. Te dejan ahí, que te pueden hasta matar, y no solamente […] ha habido muertes.
Tanto peruanos, bolivianos y paraguayos han dejado sus vidas. Y es un acto de discriminación,
de xenofobia fuertísimo, que ha comenzado no muchos años atrás. Estamos hablando de ocho,
nueve años atrás, que comenzó a desatarse una xenofobia muy fuerte, muy muy fuerte. De la
noche a la mañana quedarse en la calle.
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CONCLUSIONES
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
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quien cometió el acto de discriminación, hasta la reclusión en la vida privada y la evasión de
la circulación por espacios públicos para evitar confrontar con los “discriminadores”. Es decir,
muchas veces la discriminación se previene o no se vivencia, no porque funcionen los agentes
o marcos institucionales orientados a tal fin sino porque las posibles víctimas optan por el
aislamiento buscando, de este modo, evitar una potencial situación de maltrato o agravio.
Es valioso destacar que las tácticas y estrategias que las víctimas de prácticas de racismo
llevan adelante se entrelazan fuertemente con las emociones que la situación de discriminación
provoca: miedo, impotencia, ganas de llorar, bronca. Un resultado concluyente es que las
emociones son un componente central para comprender cómo las personas víctimas de la
discriminación reaccionan y organizan respuestas. Así, algunos sentimientos vinculados a la
vergüenza, el miedo, la impotencia, acompañan respuestas de tipo reclusivo (la reclusión en
la vida privada), mientras que la bronca y el enojo se traducen más rápidamente en respuestas
coordinadas en forma colectiva que elaboran salidas vinculadas a la violencia física –en primera
instancia– y luego –en el mediano y largo plazo– a formas de organización colectiva.
Este informe se elaboró con el propósito de abrir un espacio de reflexión y debate sobre
las prácticas discriminatorias a nivel local, en pos de visibilizar el problema de la discriminación
en términos de inclusión social y distribución de los recursos materiales y simbólicos en la
sociedad. A partir del análisis de los datos relevados, encontramos que, en el nivel local, resultan
necesarios el diseño y la implementación de políticas públicas contra la discriminación
racista como parte de la agenda del Estado, que atiendan a aquellos ámbitos en los que
las formas elementales del racismo se refuerzan y combinan entre sí, afectando a personas
migrantes de países limítrofes, de Perú, y de las provincias del sector NOA y NEA del país que
habitan en la periferia de la ciudad de La Plata.
Estas acciones contra la discriminación deben propender a su abordaje en el ámbito
institucional y barrial, generando espacios de concientización y capacitación destinados a
los agentes estatales, pero también de visibilización del organismo responsable que protege
y promueve los derechos de las personas víctimas de racismo y brinda las posibles vías de
resolución, reclamo, denuncia ante las experiencias de discriminación sufridas.
Las diferentes formas en las cuales se despliega el racismo imponen, además, la adecuación
de políticas específicas en cada uno de los casos y una problematización transversal en todas las
agencias del Estado. Las políticas públicas deben reconocer a las personas discriminadas no
solo como víctimas sino también como sujetos que reconocen su situación, sus derechos y
desarrollan estrategias propias para defenderse de la discriminación. Un abordaje integral
requiere, por lo tanto, tener en cuenta a los sujetos y las prácticas racistas, así como también
a los sujetos y las prácticas de quienes sufren el racismo. Las formas organizativas, las
redes de sociabilidad y los circuitos institucionales que recorren –o no– las personas víctimas
de discriminación, podrían ser la base para diseñar políticas que apunten a la prevención,
la sanción y la reparación.
Finalmente, cabe destacar que, del análisis de la experiencia de las personas discriminadas,
se hace evidente la necesidad de incluir políticas de reparación una vez que la discriminación
tuvo lugar, ya que los efectos materiales y simbólicos del racismo inciden negativamente en la
trayectoria vital y el patrimonio personal de sus víctimas.
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PALABRAS FINALES
DISCRIMINACIÓN Y RACISMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA
Esta mirada permite arrojar luz sobre las dinámicas de funcionamiento del racismo
estructural, que se vuelven cotidianas en la periferia de la ciudad.
La investigación realizada por la Universidad de La Plata (UNLP) se propuso contribuir
a profundizar el cuerpo de conocimientos sobre el racismo estructural en sus múltiples
manifestaciones, construyendo un insumo valioso para la comprensión de dicho fenómeno. En
este sentido, parece pertinente citar las palabras de Wieviorka (2009), “el racismo no solo es
un fenómeno meramente ideológico, político o doctrinario, [ ] sino que debe ser comprendido
como un componente de conductas entre grupos humanos que toman diferentes formas”.
Para el INADI, es importante poder acercarse al territorio, hacer foco en la problemática,
observar sus manifestaciones concretas y el contexto en el que se articulan las mismas. En este
sentido, resulta interesante profundizar la lectura de los aportes realizados por los investigadores
de la Universidad de La Plata teniendo en cuenta la especificidad del análisis conceptual y la
posibilidad de acercamiento al territorio específico de análisis.
74
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