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Marzo | 39

Adelanto del libro El encuentro de


Ilustración: Natalia Rizzo
Breton y Trotsky en México

De la revolución
artística al arte
revolucionario
Adelantamos aquí un fragmento del prólogo a una nueva Eduardo Grüner
Ensayista, sociólogo, docente UBA.
compilación de Ediciones CEIP-IPS cuyos textos dan cuenta del
camino previo recorrido por Breton y Trotsky en lo que hace a Por supuesto, la primera mitad del siglo xx es-
tá plagada de manifiestos de los movimientos
las definiciones sobre la relación entre arte y revolución, del estéticos denominados “de vanguardia” (el fu-
turista, el dadaísta, el surrealista, el constructi-
encuentro en tierras mexicanas y de sus repercusiones, tanto vista, etcétera). (…)
Sin embargo, aún teniendo en cuenta es-
en la pluma de sus protagonistas, como en la de quienes lo te contexto, insistiremos en que el “Manifies-
to Mexicano” fue, como dijimos, un documento
comentaron posteriormente. inaudito. No hay ningún otro manifiesto de ta-
lante similar que haya reunido la figura de un
referente revolucionario mundial de la talla de »
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interesado por las cuestiones del arte, la litera-


tura y la cultura en general, y también el que
mantenía la mente más abierta hacia las com-
plejidades de la relación entre arte y política re-
volucionaria. Así lo había demostrado, entre
otras cosas, en sus ensayos luego reunidos en
Literatura y revolución, muchos de ellos escritos
nada menos que en medio del fragor de la gue-
rra civil3, mientras Trotsky comandaba el Ejér-
cito Rojo.
Y ya antes de su exilio, todavía en medio de
sus batallas políticas con el incipiente poder es-
talinista, se había hecho tiempo para polemizar
con las ilusiones de la mal entendida proletkult,
pergeñando allí su famosa idea (que más ade-
lante desarrollaría con mayor detalle en La re-
volución traicionada) de que era absurda una
oposición entre la cultura burguesa y una ima-
ginaria “cultura proletaria” –que, mientras no se
alcanzara plenamente el socialismo, no podía
ser otra cosa que un reflejo empobrecido de la
cultura existente, la burguesa: cuando la revolu-
ción socialista se completara, en cambio, ya no
tendría sentido hablar de cultura “burguesa” y
“proletaria”, sino que toda la cultura sería sen-
cillamente socialista–. Por supuesto, esto había
llevado a Trotsky a una inclaudicable oposición
a las políticas culturales del “realismo socialis-
ta”, en tanto expresión “estética” del despotismo
ideológico del régimen de Stalin.
Ahora bien, este interés ya antiguo de Trots-
ky por el arte y la literatura (y por su lugar en
la política revolucionaria, no olvidemos) no al-
canza por sí mismo para explicar su compromi-
so en la confección de un documento conjunto
con Breton. Es cierto que estaba perfectamen-
Trotsky con la de un “jefe” de un movimiento visado1, y ya le habían valido su expulsión (o su te al tanto de la evolución de Breton y su grupo
vanguardista de la importancia del surrealismo alejamiento voluntario, no está del todo claro) de seguidores surrealistas –Pierre Naville, otro
como Breton. No hay, tampoco –y ambos fenó- del PCF en 1935, repugnado por la farsa de los ex surrealista devenido trotskista, lo mante-
menos están estrechamente conectados–, otro Procesos de Moscú. nía sistemáticamente informado de estos asun-
documento que plantee en términos tan relati- Por otra parte, se sabe que Breton estaba in- tos–. Pero de todas maneras, en 1938, año del
vamente prácticos la relación entre política es- teresado en el arte mexicano. En primer lugar, encuentro entre ambos, ciertamente “el Viejo”
tética y política revolucionaria, y que lo haga en en el arte precolombino –como corresponde a tenía problemas mucho más urgentes en la ca-
términos tan inequívocamente marxistas. Sobre la mayoría de los vanguardistas, que en su bús- beza, desde los Procesos de Moscú a la Guerra
esto volveremos más adelante. queda “primitivista” de alternativas para el ar- Civil española, pasando por el ascenso del na-
Digamos por ahora que las motivaciones de te occidental vuelven la mirada hacia África, zismo en Alemania o por los preparativos para
Breton parecen claras. Ya desde mucho antes Oceanía o la América anterior a la coloniza- la fundación de la IV Internacional, por no ha-
venía manifestando su profundo disgusto con ción–; pero también en el moderno muralismo blar de la masacre de buena parte de su familia
el estalinismo y con las políticas culturales del mexicano (Rivera, Orozco, Siqueiros), al que y de su propia precaria situación.
PCUS, y a fortiori con la del PCF, en ese en- interpretaba como una síntesis entre ese “primi- Por otra parte –y aún considerando su per-
tonces probablemente el partido comunista más tivismo” formalmente renovado y los impulsos manente apertura a los temas estético-lite-
“estalinizado” de Occidente (y también el nu- revolucionarios despertados por la revolución rarios– Trotsky no es en modo alguno lo que
méricamente más importante). Su malestar era mexicana de 1910 y la bolchevique de 1917. Y llamaríamos un “vanguardista” en materia de
perfectamente comprensible: nada podía ser Octavio Paz registra que Breton se había inte- arte: su tolerancia no debe confundirse con una
más contrario al ideario de un estilo como el resado por Diego Rivera tan temprano como en preferencia; esta se recuesta más bien del lado
surrealista (basado en la libertad de la “escritu- la década del ‘10, en la que el todavía poco co- del realismo (aunque no, ya vimos, en el sen-
ra automática”, el magma enigmático de los sue- nocido artista mexicano había exhibido sus pri- tido de esa fantochada grotesca que es el “rea-
ños, la yuxtaposición arbitraria de fragmentos meras pinturas en una galería parisina2. De tal lismo socialista”, sino más bien en el de lo que
de imágenes del “inconsciente”, etcétera) que el manera, no es de extrañarse en absoluto que Lukács hubiera llamado el realismo crítico de
dirigismo autoritario y unilateral del estalinis- cuando tuvo oportunidad de ser invitado a dic- los grandes narradores “totalizantes” del siglo
mo, para colmo centrado en un estilo tan chato tar una serie de conferencias sobre el surrealis- XIX al estilo de Tolstoi, Balzac o Dostoyevski,
y esquemático como el del realismo socialista. mo en México DF –donde el presidente Lázaro como correspondía a una formación no siste-
La rebeldía ante esas imposiciones tan inso- Cárdenas le había otorgado refugio a Trotsky, mática hecha con el crítico Bielinsky). Sus co-
portables, sumada a sus no ocultadas simpatías precisamente por intermediación de Rivera– nocimientos de los objetivos del movimiento
por el trotskismo (y en particular por la figu- abrazara entusiastamente la ocasión. surrealista eran escasos y fragmentarios –pese
ra de Trotsky), ya lo habían empujado a tomar Pero, ¿y Trotsky? ¿Cuál podía ser su interés? a que sabemos que había ojeado algunos núme-
abiertamente posición contra la expulsión de Es verdad que, de todos los dirigentes de la pri- ros de la revista La Revolución Surrealista–. Es
Trotsky de Francia y a redactar –junto a sus mera línea de la revolución bolchevique –inclu- recién en el propio año 1938, ya enterado de
compañeros surrealistas– el folleto Planeta sin yendo al propio Lenin–, era seguramente el más su próxima visita, que lee rápidamente algunas
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de las principales obras de Breton que le llegan que en última instancia una sociedad puede ser reclamable una cuota innegociable de responsa-
a través del gran crítico norteamericano Meyer juzgada por el arte que produce, ya que el arte bilidad con la verdad (con la verdad “objetiva”,
Schapiro4. es la manifestación más alta del estado de cul- hasta donde ella pueda ser determinada; no, por
Y además, Trotsky, con ser un eximio escritor, tura y las relaciones sociales. El arte no es una supuesto, con una “verdad” decretada por el Es-
no es un artista (el propio Breton, más allá de mera “superestructura” –en el sentido más ram- tado, como en el caso estalinista): pero siempre
su fascinación casi patológica por la figura del plón del marxismo vulgar– sino que es la expre- que al mismo tiempo entendamos que ese “con-
“Viejo”, ha señalado que la “complexión artís- sión imaginaria y simbólica (e “ideológica” en dicionamiento” de la libertad es un factor de la
tica” le era absolutamente ajena, a pesar de su sentido genérico) de una cultura. De allí se de- crítica posterior al texto, y no puede ser, de nin-
gran interés por el arte y los artistas5), sino un duce que un marxista pueda, y deba, utilizar la guna manera, un diktat previo de los aparatchik
dirigente revolucionario: sus puntos de vista so- situación del arte para juzgar críticamente la de del gobierno o del partido, mucho menos un ar-
bre el arte están como si dijéramos construidos la sociedad que lo produce. En una carta a Bre- gumento para la censura.
desde una plataforma política, y no estética. Di- ton escribe Trotsky: En segundo lugar –y abundando en lo ante-
gámoslo así: Trotsky se acerca al arte desde la rior– la “solidaridad” con una “buena causa”
política, Breton se acerca a la política desde el Nuestro planeta se está convirtiendo en un as- (aunque sea, en el ejemplo, la Revolución de
arte. El encuentro a mitad de camino no podía queroso y maloliente cuartel imperialista. Los Octubre, que para Trotsky es la causa suprema,
dejar de producir algunos chirridos, y así fue. héroes de la democracia (…) hacen todo lo po- pese a su actual degeneración burocrático dic-
No obstante, el encuentro existió, y en su pro- sible por parecerse a los héroes del fascismo tatorial) no es por sí misma garantía alguna, ni
pio terreno resultó altamente productivo. (…) y mientras más ignorante y obtuso es un de “estar en la verdad”, ni de valor estético-lite-
Enseguida procuraremos analizar esa “pro- dictador, más destinado se siente a dirigir el de- rario, ni siquiera de “utilidad” política: defender
ductividad” con algunos tramos del manifies- sarrollo de la ciencia, la filosofía y el arte. El lo indefendible, aunque se lo haga contra el fas-
to mismo. Pero antes, nos ha quedado abierta instinto de rebaño y el servilismo de la intelec- cismo o el imperialismo, no deja de ser una fal-
la pregunta de por qué el interés de Trotsky en tualidad constituyen un síntoma más, y no in- sedad, y lo es tanto en términos políticos como
producir ese documento. Ese interés no es pura- significante, de la decadencia de la sociedad artísticos: quien se miente a sí mismo –aunque
mente político –en el sentido estrecho o instru- contemporánea7. lo haga “inconscientemente”– necesariamente
mental del término–, pero sin duda el elemento miente a los demás también como artista, y es-
político tiene para él la máxima importancia, y Es una durísima imputación a la sociedad de tá por lo tanto imposibilitado de crear una obra
Trotsky lo enmarca en su lucha casi obsesiva su tiempo –tanto la europea “occidental” como verdadera también en términos de verdad es-
contra todos los aspectos de la burocracia esta- la burocrática “soviética”–, y al rol de los inte- tética.
linista. En el campo estético-cultural, un “fren- lectuales en varios niveles, desde los adulado- Como se ve, pues, la “liberalidad” de Trotsky
te único” –por así decirlo– con el movimiento res del estalinismo (“los Aragon, Ehrenburg y respecto de la creación artística no implica en
de vanguardia más prestigioso y publicitado del otros embaucadores de baja estofa”) hasta los modo alguno ninguna suerte de neutralidad va-
momento parecía la manera más contundente eclécticos bienpensantes incapaces de tomar lorativa o indiferencia ética. Al contrario: hay
de marcar su oposición a la política del “rea- una posición clara (“los caballeros que –como una decisiva dimensión moral implicada en la
lismo socialista”, sin que esa oposición se con- Barbusse– componen con el mismo entusiasmo crítica a Malraux –nuevamente, ya sea que la
fundiera con otra cosa que una oposición de biografías de Jesucristo y de Josef Stalin”). Ni consideremos justa o no: lo que nos importa
izquierda; y también para ello era útil la inequí- siquiera se salva de su diatriba un figurón de ahora es la idea– de que la “falsedad”, muy es-
voca posición de Breton, en ese momento, en la izquierda francesa de entonces como André pecialmente la política, es mucho peor cuando
pro de una política revolucionaria. Como es sa- Malraux, a quien le atribuye una imperdonable se trata de embellecerla artísticamente. Es al-
bido, la intención de ambos era que el manifies- “falsedad” en sus descripciones de la situación tamente improbable que Trotsky haya tenido
to, aparte de su valor intrínseco, oficiara como alemana y española “tanto más repugnante por oportunidad de leer el famoso ensayo de Walter
documento de base para la construcción de una cuanto trata de darle forma artística (…) típico Benjamin La obra de arte en la época de su re-
Federación Internacional de Artistas Revolu- de toda una categoría, casi de una generación productibilidad técnica, publicado en París un
cionarios Independientes (FIARI), que se cons- de escritores: los que dicen mentiras ampara- par de años antes de estas frases suyas; pero es
tituyera en algo así como la “pata” cultural de dos en su solidaridad con la Revolución de Oc- llamativa la coincidencia con las críticas benja-
la IV Internacional, en un contexto en el que tubre, ¡como si a la revolución le hicieran falta minianas a lo que el filósofo alemán denomina
la posición del trotskismo en el mundo estaba las mentiras solidarias!”. la estetización de la política. Y en efecto, si bien
considerablemente debilitada, con la parcial ex- Quizá Trotsky, aquí, no sea del todo justo al el objeto inmediato de la crítica de Benjamin a
cepción de los EE. UU. “Parcial”, decimos, por- poner en la misma bolsa a Aragon (un ex su- esa “estetización” (es decir, a la transformación
que aún allí (donde el Socialist Workers Party, rrealista pasado con armas y bagajes al más de la experiencia histórica de los sujetos, tan-
SWP, era comparativamente más fuerte que los obsecuente estalinismo) con Barbusse (un so- to la social como la artística, en un espectácu-
agrupamientos trotskistas europeos) Trotsky te- cialista liberal bienintencionado y más bien lo “bello” para la pura contemplación estática y
nía sus dudas respecto de ciertas vacilaciones melifluo) y Malraux (un escritor de estilo ex- deshistorizada) es la cultura fascista, su señala-
de la Partisan Review y pensaba que la publi- quisitamente potente, autor de esa gran novela miento es perfectamente aplicable al “realismo
cación del Manifiesto en la revista (como efec- sobre la revolución china que es La condición socialista”, así como a las “bellas mentiras” de
tivamente se llevó a cabo, contrastando con el humana, y cuya soberbia y aventurerismo no los aduladores a que se refiere Trotsky.
fracaso de la FIARI) podía reforzar su propia deberían menguar el mérito –para un intelec- Entonces, como decíamos, las buenas inten-
posición ante aquellas oscilaciones6. tual burgués– de haber acompañado a la Re- ciones, la defensa de las causas justas o los
Pero no se trata solamente de eso. Hay una au- volución china, o de haber organizado a la contenidos “progresistas” o incluso revolucio-
téntica vocación de Trotsky por pensar las difí- aviación republicana al comienzo de la Guerra narios, no garantizan la verdad artística. Y si re-
ciles relaciones arte/revolución, y por pensarlas Civil española8). No obstante, más allá de los cién observábamos cómo Trotsky coincidía con
más allá de las necesidades de la coyuntura po- ejemplos particulares, hay en esas pocas líneas Benjamin seguramente sin conocerlo, ahora po-
lítica. O, más precisamente, por la articulación una rica condensación de ideas muy pertinentes demos observar cómo en cierto modo anticipa a
de esa coyuntura política con la problemática para entender la posición de Trotsky. Bloch y a Adorno, cuando en la ya citada carta
más general arte/revolución, y por mostrar có- En primer lugar, y aunque parezca paradójico, a Breton continúa diciendo:
mo las cuestiones particulares de la coyuntura la idea implícita de que, si bien en materia de li-
deben entenderse al mismo tiempo en su propia teratura es irrenunciablemente defendible la más En el arte, el hombre expresa (…) su necesidad
singularidad y en aquella articulación. Trotsky absoluta libertad, esta libertad es hasta cierto de armonía y de una existencia plena (…) que la
sinceramente piensa –y este pensamiento que- punto condicional cuando el “tema” de la obra sociedad clasista le niega. Por eso en toda au-
dará claramente manifestado en el Manifiesto– es explícitamente político; ya que en este caso es téntica creación artística se haya implícita una »
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protesta, consciente o inconsciente, activa o pa- Trotsky, y que en la sociedad de clases sólo el lo es, simultáneamente, de la opresión capitalis-
siva, optimista o pesimista, contra la realidad arte puede ofrecer, otra vez, no por su “conteni- ta y la estatalista-burocrática.
(…) El capitalismo en decadencia es incapaz de do” sino por su absoluta libertad interna) el ar- A esta altura del escrito, en efecto, ha quedado
asegurar siquiera las condiciones mínimas ne- te está generando un contraste, un conflicto con perfectamente establecido que “la revolución
cesarias para el desarrollo de aquellas corrien- la realidad actual, sin pretender ni sustituirla ni comunista no teme al arte”, entre otras razo-
tes artísticas que en cierta medida satisfacen las poder transformarla. Es decir: está generando, nes porque –como lo decíamos, de otra manera,
necesidades de nuestra época. Cualquier pala- en el mejor sentido del término, un malestar más arriba– “la determinación de esta vocación
bra nueva lo aterroriza supersticiosamente9. ante la percepción de la distancia entre lo de- [la artística, EG] puede pasar sólo como resul-
seable/posible y lo real. ¿Y qué otra cosa está tado de una colisión entre el hombre y un cierto
Es un párrafo asombroso, al menos para diciendo Trotsky con su afirmación de que en la número de formas sociales que le son adversas.
quienes –desde su esquematismo prejuicioso– creación artística se haya implícita una protes- Esta coyuntura, al grado de conciencia que de
piensan que un dirigente revolucionario necesa- ta contra la realidad? Por lo tanto, de la “impo- ella pueda adquirir, hace del artista su aliado
riamente debe subordinar el arte a los objetivos tencia” del arte para transformar por sí mismo predispuesto [de la revolución, EG]”.
políticos. Pero, en rigor de verdad, se podría las condiciones sociales no se deduce ninguna
decir que es al revés: la “autonomía relativa” incontaminada “pureza” ni una indiferencia o
del arte, que está indudablemente condiciona- ajenidad respecto de lo social. Como dice cla-
da por lo político (precisamente eso quiere de- ramente Trotsky en sus apuntes al Manifiesto
1. Roche, Gérard: “Trotsky, Breton y el Manifiesto
cir la palabra relativa: no que esa autonomía es (en una frase que luego pasó al manifiesto fi- de México”. Tanto este artículo como el citado folle-
“poquita” o “débil”, sino que está en inevitable nal): “(…) Tenemos una idea muy elevada de la to Planeta sin visado se reproducen en este mismo
relación con lo político, y es porque existe esa función del arte como para negarle una influen- volumen.
relación que se puede hablar de “autonomía”, cia sobre el destino de la sociedad”. 2. Cfr. Paz, Octavio: Los privilegios de la vista. Arte
pues ¿quién necesitaría ser autónomo respecto De allí la importancia no solamente ética si- moderno universal. Arte de México, Barcelona, Ga-
de ninguna relación?), la autonomía, pues, con- no política de la libertad artística. Sólo esa li- laxia Gutenberg, 2001.
siste en que el arte –la “auténtica creación artís- bertad “interior” puede aspirar a sortear lo más 3. Uno de esos ensayos muestra el enorme aprecio
tica”, dice Trotsky– no puede ser subordinada a profundamente posible los condicionamientos que tiene Trotsky por un escritor francés que hemos
nombrado al pasar, el fascista Louis-Ferdinand Céli-
(que no es lo mismo que “condicionada por”) de la sociedad de clases (y los límites asfixiantes ne. Es cierto que allí se refiere a la magnífica prime-
ninguna “exterioridad”, política o de cualquier del despotismo burocrático, debemos suponer) ra novela de Céline, Viaje al fin de la noche, publi-
otra naturaleza. Eso es lo propiamente “revolu- y generar la “utopía” de una humanidad mejor, cada mucho antes de que su autor adoptara sus más
cionario” del arte, y no su temática o sus conte- aunque no esté en condiciones de realizarla en delirantes posiciones racistas, antisemitas y colabo-
nidos intencionales. los hechos duros. No habría que extrañarse de- racionistas con los ocupantes nazis (lo cual no sig-
nifica de ninguna manera –en literatura las cosas no
Como Bloch, Trotsky le otorga a esa autono- masiado, entonces, de que en la defensa de esa
son tan lineales, como ya apuntamos– que sus escri-
mía de la “auténtica creación artística” un rol libertad por momentos el materialista histórico tos de este segundo período fueran menos importan-
positivamente utópico (una “necesidad de ar- Trotsky sea aún más extremista que el surrealis- tes, si uno olvida piadosamente su repugnante Baga-
monía y de existencia plena… que la sociedad ta Breton. Como se podrá apreciar en el texto telas para una masacre). Cfr. Trotsky, León: “Céline
clasista le niega”); pero, como Adorno, sabe que a dos columnas del Manifiesto de México que y Poincaré”, en Literatura y revolución, Buenos Aires,
Ediciones ryr, 2015.
no es el arte el que puede transformar radical- se publica en este tomo, allí donde originaria-
mente las condiciones sociales de esa aliena- mente el texto propone la frase-consigna “To- 4. Roche, Gérard, loc. cit.
ción (“el capitalismo es incapaz de asegurar…”, tal libertad en el arte, salvo contra la revolución 5. Ibid.
etcétera). proletaria” –frase que Breton había calcado de 6. Cfr., para todo esto, Deutscher, Isaac: El profeta
desterrado, México, Era, 1969.
Lo que sí puede hacer el arte con su “auto- Literatura y revolución– el texto definitivo –sin
nomía”, su imaginación y su libertad formal es dudas a instancia de Trotsky– dice simplemen- 7. Citado en ibid.
indicar la existencia posible de un mundo de li- te: “Total libertad en el arte”. ¿Trotsky ha cam- 8. Más criticable, en todo caso, es su posterior y clau-
dicante oportunismo, que en la década del ‘60 lo llevó
bertad no enajenada, cuya realización sólo pue- biado su posición, la ha “liberalizado”? Ariane
a aceptar el Ministerio de Cultura en el gobierno de
de ser llevada a cabo por los hombres y mujeres Díaz sugiere otra solución: “Más que un cambio De Gaulle. Pero, por supuesto, de esto Trotsky no lle-
de carne y hueso operando sobre sus condicio- de posición, se trata de la misma idea en el par- gó a enterarse. Sin embargo, en el ya citado Literatura
nes materiales de existencia. Exactamente eso, ticular contexto político e ideológico en que se y revolución, Trotsky había hecho un encendido elo-
entre otras cosas, es lo que quiere decir Ador- escribe el MARI”11. Ya no estamos en los tiem- gio de La condición humana (cfr. “La revolución es-
pos “heroicos” en los que esta cuestión podía trangulada. Una novela francesa sobre la revolución
no con su afirmación en apariencia enigmática
china”, en op. cit.), aunque sin privarse de imputarle a
y para algunos contradictoria –pero se trata de formar parte de los intensos debates político- Malraux “individualismo y capricho estético”.
una “contradicción” constitutiva de la dialécti- culturales al interior del bolchevismo; en 1938
9. Citado en Deutscher, op. cit.
ca negativa, como la llamaría el propio Ador- la dominación estalinista es total, y se trata en-
10. Adorno, Theodor W.: Teoría estética, Madrid,
no– de que el arte es una promesa de felicidad… tonces de demostrar que –contra las falsifica- Taurus, 1975.
a condición de que no la cumpla10. En efecto: al ciones grotescas del “marxismo” del PCUS pero
11. Díaz, Ariane: “A 70 años del Manifiesto por el Ar-
mostrar que “otro mundo es posible” (ese mun- también de los PC occidentales– la libertad ar- te Revolucionario Independiente”, en revista ramona
do de “armonía y existencia plena” que dice tística no es enemiga de la revolución, como sí 83, agosto 2008.

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