Sei sulla pagina 1di 4

El poder de tus pensamientos

Pensamos mucho y mal

Pensamos demasiado. Y cuando alguien piensa demasiado las cosas, tiende a tergiversarlas en
su cabeza cansada de ir y venir sobre el mismo dilema. Pensar es saludable, pero hacerlo en
exceso es aturdidor y contraproducente. En nuestra cabeza todo se ramifica hasta un infinito de
posibilidades que nos lleva de las ramas a las raíces para volver a empezar.

El primer lugar porque dar muchas vueltas a las cosas deforma la realidad. Empezamos a
recordar una conversación y al rato ya no sabemos el tono ni la intensidad con la que esa
persona nos hablaba. Y lo que es peor, los adaptamos a la versión que más nos convence para
reafirmarnos en nuestras teorías, que son fruto de horas de pensamientos circulares.

Si lo que piensas no te hace mejor, no lo pienses más.


Razónalo, saca el fruto y lanza la cáscara a la basura y deja que el aprendizaje te permita
evolucionar hacia otras ideas que pueden serte más útiles y provechosas para crecer. Hay
pensamientos que son tóxicos, que se te meten en la cabeza como una de esas canciones
machaconas del verano y no paras con ellos hasta que se desintegran o te desintegras tú. A
veces, somos expertos en fabricar pensamientos inútiles y altamente demoledores para nuestra
autoestima.

Otras veces pensar es la mejor forma que encontramos para no hacer. La excusa perfecta para
no decidir. Una máscara para no movernos un milímetro de nuestra posición inicial ni salir del
círculo que nos hemos trazado y en el que nunca hace frío, ni pasa nada imprevisto. Los
pensamientos que curan, que cambian las cosas, los que te hacen ponerte manos a la obra y
conseguir lo que quieres, están fuera de ese círculo… En el fondo, todos lo sabemos, pero no
nos atrevemos a probar para no descubrir que nos hemos pasado siglos eludiendo esa
responsabilidad para con nosotros mismos. Que nos hemos limitado y acotado a través de
nuestros pensamientos…

Pensar demasiado y mal nos pone rabiosos…


Pensar demasiado sin buscar nuevos enfoques genera rabia e ira reprimidas porque nos hace
revivir las emociones negativas sin que puedan salir ni airearse. Las acumula en una especie de
antesala donde vamos metiendo todos los reproches que nunca nos atrevemos a verbalizar. Es
un lugar donde tenemos la basura que no sacamos. Donde guardamos muchos “no” que jamás
dijimos y algunos gritos que nunca salieron de nuestra garganta porque no tuvimos el valor o
nos sobró un sentido del ridículo que nunca nos beneficia. En ese lugar, también hay muchas
lágrimas contenidas que no caen por nuestras mejillas, pero que presionan de tal forma que no
nos dejan destensar la musculatura de la cara… Por eso, a veces, reímos sin ganas y ponemos
esa cara perruna que casi hace pudrir las flores a nuestro paso y a los demás les hace tomar
distancia.

Focalizarse en pensamientos constructivos : poner nuestra cabeza a trabajar para


nosotros
No se trata de reprimir pensamientos si no de escoger nuestros pensamientos. Saber en qué
ocupar nuestra mente para que produzca y trabaje para nosotros y no en nuestra contra. Pensar
en exceso es contraproducente porque casi nunca pensamos las soluciones, nos regodeamos en
el problema y lo repetimos una y otra vez. Y cada vez, nos sentimos igual. Es como si nos
pusiéramos un episodio de la película de nuestra vida una y otra vez esperando que tenga otro
final… Si queremos cambios, habrá que reescribir la escena o pensar en hacer otro capítulo.
Por ello, lo mejor, será focalizar nuestros pensamientos en aquello que aún puede cambiar.
Imaginar opciones, abrir caminos que aún no hemos imaginado, partir de cero si es necesario
para encontrar soluciones, replanteárselo todo de nuevo hasta que nos demos cuenta de que
nada está vetado para nosotros. Si tenemos un reto, saber con qué contamos para conseguirlo y
salir a encontrar lo que no está en nuestra lista de talentos.

No pensar una y otra vez en el dolor que sentimos cuando nos dejaron solos, perdimos un
trabajo o rompimos una relación, sino en la forma en que podemos paliar ese dolor. Y, sobre
todo, cómo cambiar ese escenario para que sea mejor para nosotros.

No recordar todo lo que nos falta para llegar a ser quién deseamos sino de qué forma podemos
prepararnos para serlo. Hacer un plan, planificar una estrategia, leer sobre el tema, consultar a
los que saben, salir y notar lo que pasa a nuestro alrededor, relacionarnos… Y cuando llegue la
noche y pensemos, entrenarnos para pensar en lo que importa, en lo que está en nuestras
manos…
En el fondo, decidir sobre qué pensar es como hacer una fotografía. Podemos elegir qué
fotografiamos, desde que ángulo, con qué perspectiva… Decidir si desenfocamos el fondo o si
alteramos los colores para que sean más vivos. Podemos estar en un museo repleto de grandes
obras de arte y fotografiar una papelera. Podemos estar en un vertedero y enfocar unas flores
rojas que salen en un rincón.
Y ser positivo y a la vez realista. Saber de dónde partes y valorar tus pequeños logros hasta
llegar a tu meta.

Escoge las palabras que te dedicas a ti mismo


Eres tus palabras. No te hagas daño, no te golpees. Usa esas palabras hermosas que muchas
veces seleccionas para no herir a otros y dedícatelas a ti. Eso no significa que te mientas,
significa que busques la manera de decirte la verdad más cruda sin lastimarte, de una forma
positiva. Que tus palabras sean los cimientos sobre los que construir algo nuevo. Encuentra un
lema, algo que repetirte que te llene y que en un mal momento te sirva de tesoro, de ancla a la
que sujetarse para no olvidar que eres grande y puedes serlo más. Una frase, una palabra que te
lleve a una emoción positiva que te recuerde lo mucho que tienes y que vales, que modifique tu
rostro y ponga en él una sonrisa. Que modifique tu postura y te permita ir erguido y sacar
pecho. Un mantra que te haga recordar que eres un superhéroe y que tus posibilidades son
ilimitadas. Como si se tratara de una poción mágica que te transforma… Porque quién puede
transformarte eres sólo tú y tu capacidad de pensar lo que te hace crecer y te conviene.

No perder un tiempo que es finito


Pensar demasiado te arrastra a una especie de arenas movedizas de las que es complicado
escapar… Y lo peor de todo, es que mientras pensamos demasiado y de mala manera, nos
ocupamos y preocupamos. Malgastamos un tiempo precioso que podríamos usar en muchas
otras actividades que nos darían sus frutos.

Mientras pensamos en que alguien nos insultó hace pocos días y nos trató mal, no planificamos
un viaje emocionante.

Mientras nos acordamos de que esa persona nos dijo lo ineptos que cree que somos, nos
sentimos ineptos y no nos ponemos a preparar el índice de ese libro que siempre tenemos
pendiente escribir.

Mientras damos vueltas a un amor perdido, no pasamos por la calle donde pasa nuestro nuevo
amor o tal vez, pasamos tan ensimismados que no le vemos.

Mientras imaginamos el ridículo que haremos presentando nuestra conferencia, no pensamos


cómo podemos hacerlo muy bien ni buscamos ejemplos para bordar esa experiencia.
El otro día me recordaba alguien que nuestro tiempo es finito. Ahora no nos lo parece pero si
echamos la vista atrás y recordamos… ¿cuántas horas hemos perdido de ese tiempo finito
pensando mal? ¿cuántas horas dando vueltas a las palabras que alguien nos dijo y que nos
hirieron en lo más hondo? Y ¿qué sacamos de ello? ¿a caso no pudimos reflexionar las dos
primeras veces que lo recordamos? ¿nos hacía falta ahondar en lo que ya no tenía remedio y
sentirnos como un trapo sucio cada vez?

Cada minuto que no dedicamos a vivir o a pensar bien para poder actuar y conseguir lo que
deseamos es un minuto perdido.

Cada minuto que dedicamos a pensar en lo que aún nos duele o araña, en lo que ya no tiene
solución, es un tiempo que se esfuma. ¿Nos merecemos eso?¿no estamos de alguna forma
cometiendo una injusticia con nosotros mismos al dejarnos atrapados en una experiencia
dolorosa?
Cada minuto que no notas que vives es un minuto que se escapa.
Mejor hacer callar un rato a nuestros pensamientos y actuar, sentir, vivir… Si piensas mal,
tanto en cantidad como en calidad, seguro que no aciertas…
Hay una idea que siempre me ha dado vueltas en la cabeza (y en este caso en positivo)… Si
podemos llegar a hacernos tanto daño con nuestros pensamientos, estoy segura de que también
podemos hacernos mucho bien. El poder es nuestro…

Potrebbero piacerti anche