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Maestría en Ciencias de la Familia

Psicología Evolutiva de la Familia


Actividad 1 Unidad 8

Uriel Morales Rodríguez


25 de febrero del 2018
La crisis de la mediana edad o de los 40 años que viven algunos hombres y mujeres
también puede afectar al matrimonio Los cuarenta años marcan un momento
importante en la vida del ser humano; suele ser un alto en el camino para reflexionar
sobre el pasado y plantearse algunos cambios para el futuro. Sin embargo, cuando
la relación conyugal no se encuentra en un estado saludable o alguno de los
cónyuges no afronta la situación de la manera adecuada, la crisis que algún
momento fue individual, puede convertirse en una crisis matrimonial.

Algunas de las razones por las que entran en crisis son muy comunes. El dar por
terminados los objetivos que ambos tenían en común, cuando todavía les queda
tanto por hacer conjuntamente, pues les servía para educarse y fomentar las
convicciones, las virtudes y valores humanos, que les daban seguridad a la hora de
actuar. Desgraciadamente, los han sustituido por actitudes materialistas, que les
llevan a ver la vida bajo otros enfoques.Y considerar que sus tareas familiares,
conllevan un exceso de responsabilidades, imposibles de sobrellevar y que el
matrimonio, empieza a volverse una carga difícil de llevar.

También los cambios físicos, biológicos, psicológicos, religiosos, económicos y


sociales que se producen al llegar a esa edad, hacen creer a algunos que han
disminuido o desaparecido las cosas importantes que tenía en común la pareja.

No estar preparados para sobrellevar el llamado síndrome del “nido vacío”, que es
cuando los hijos dejan la casa paterna, para irse a vivir a otro lado por motivos de
estudio, trabajo, amigos o matrimonio. En cuanto los hijos, ya han crecido lo
suficiente como para ser más independientes y tienden a alejarse del hogar familiar,
lo que origina que los padres se sientan solos.

No se tiene que olvidar que, cuando decidieron unirse en matrimonio, tenían tres
principales objetivos: Hacer muy feliz a su pareja, vivir juntos hasta que la muerte
les separase, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y formar
una familia con sus hijos.
En un verdadero matrimonio, ambos tienen que aprender a desarrollar su vida
conyugal, en todas sus manifestaciones, descubrimientos y vivencias físicas,
afectivas, sexuales, intelectuales, sociales, económicas, culturales y espirituales.
Este aprendizaje, les supone un esfuerzo para tratar de armonizarse y conjugar, lo
que son cada uno y lo que aportan al matrimonio. Tienen que salir de estar con uno
mismo, para compartir la vida con otra persona; se trata de establecer el marco, en
el que se va a desarrollar la vida en común, para buscar la identidad del nosotros,
haciendo desparecer el yo de cada uno. Se tienen que dar cuenta, que a esa edad
y aunque aparezca una crisis matrimonial, también es el momento de demostrarse,
que la promesa que se hicieron el día de su boda, era auténtica.

Algunas soluciones para lograr superar una crisis son:

Rechazar la solución rápida, el divorcio, pues no soluciona ninguna crisis. Lo


importante es que los matrimonios, pongan todas las energías posibles, en crear
un proyecto de unidad, religiosa, familiar y social, sobre todo, sabiendo que en ese
momento de la vida, es una de las situaciones mas difícil de solucionar.

 Administrar sus actividades, para poderse dar cuenta, que ahora tienen más
tiempo para pensar y hacer, todas las cosas que quisieron realizar en otras
épocas, pero que la tarea diaria se lo impedía. Tomar esta etapa, como una
oportunidad, para replantear su relación de pareja y con toda su familia en
general.
 Analizar en profundidad, serenidad, inteligencia y objetividad las cosas
que por diversos motivos, ya no podrán hacer, como pareja o
individualmente, sin quererlas hacer a toda costa, incluso a costa del
matrimonio.
 Aplicar el sentido común, ya que la crisis de madurez en la pareja, puede
superarse, con una buena dosis de entrega y lealtad, que es la total fidelidad,
al otro cónyuge y a los hijos. Tratar de erradicar el egoísmo, para conseguir
los máximos niveles de humildad, que les permitan perdonar los
errores cometidos, si es el caso, y resolver las diferencias que existan,
aceptando las propias limitaciones de la edad y de las circunstancias, así
como el papel concreto, que cada uno tiene en la familia y en la sociedad.
 Dialogar muy frecuentemente y con plena sinceridad, para llegar a acuerdos
que les permitan conseguir disfrutar más de la vida, saliendo más a menudo,
invirtiendo el tiempo libre en actividades enriquecedoras y cultivando nuevas
amistades. Cambiando de estilo de vida, sin hacerse daño el uno al otro. Es
posible realizar cambios, pero sin perder nada de lo que tanto les
hacostado conseguir, hasta ahora.

A partir de los 40 años se producen muchas rupturas, por lo que es necesario


encontrar una forma de ayudar a estas parejas a solventar sus problemas y
diferencias, y hacer que consigan superar esta crisis, con el propósito de que la
relación sea más sólida. El papel de los psicólogos es muy importante en estos
momentos para servir como guía y soporte a estas parejas en las que, una o las dos
partes están pasando por una crisis de mediana edad.

La evaluación es imprescindible para conocer cuál es el problema que presenta la


pareja, y para poder llevar a cabo un análisis funcional sobre los antecedentes,
consecuentes y conductas problemáticas presentes. Además, la alianza terapéutica
en este momento es algo no solo deseable, sino necesario, pues influye de manera
determinante en la adherencia de los pacientes al tratamiento.

Con respecto al tratamiento, existen diferentes estrategias para poder solucionar los
problemas presentes.

En primer lugar, es imprescindible el componente educativo. Si una pareja tiene


información suficiente sobre la crisis de la mediana edad, los síntomas principales,
las consecuencias y los motivos por los que se produce, será más fácil poder llegar
a una solución que ayude a solventar los problemas de pareja derivados.
Entrenamiento en habilidades de comunicación: necesario para conseguir que haya
comunicación bidireccional en la pareja, permitiendo así transmitir a la pareja las
preocupaciones derivadas de la etapa de los 40.

Reestructuración cognitiva. En la crisis de los 40 suele ser muy habitual que tanto
hombres como mujeres tengan una serie de cogniciones irracionales o no
adaptativas (“mi vida no tiene sentido” “o consigo todo lo que quiero o soy un fracaso
absoluto”) que pueden repercutir de manera negativa en las relaciones de pareja. A
través del diálogo socrático o la contrastación científica de hipótesis se puede
conseguir que estas cogniciones desadaptativas se tornen en otras de carácter más
adaptativo y racional

Intercambio de conductas positivas: se pretende conseguir una mejora en la relación


de la pareja a partir de la realización de conductas positivas (haciendo listados de
conductas agradables para llevar a cabo, contratos conductuales, etc.).

Es necesario, por tanto, un mayor conocimiento científico sobre esta etapa vital, y
la relación que tiene con el deterioro en las parejas, para así poder hacer terapias
más ajustadas, ya que existen terapias de pareja genéricas, pero hay cierto
desconocimiento con respecto a los problemas específicos en esta etapa evolutiva.

Desde mi punto de vista, la difusión de información sobre esta etapa evolutiva es


necesaria para que las personas sepan que los cambios en esta etapa de edad son
algo normal, y que es recomendable la comunicación con la pareja, para evitar
discusiones, malentendidos y rupturas. Junto con esto, las terapias de pareja, como
la terapia familiar sistémica, deben ser acompañadas de terapias de grupo en las
que se comparta la experiencia de diferentes parejas que hayan superado sus
problemas derivados de la crisis de los 40. Sería deseable también que las parejas
asistiesen a diferentes talleres, en los que se promueva la realización de actividades
agradables con el propósito de conseguir que lleven a cabo tareas de manera
conjunta, compartiendo intereses y objetivos comunes, y por ende, intentar romper
con la rutina que muchas veces es la causante de los problemas de pareja.

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