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Algunas de las razones por las que entran en crisis son muy comunes. El dar por
terminados los objetivos que ambos tenían en común, cuando todavía les queda
tanto por hacer conjuntamente, pues les servía para educarse y fomentar las
convicciones, las virtudes y valores humanos, que les daban seguridad a la hora de
actuar. Desgraciadamente, los han sustituido por actitudes materialistas, que les
llevan a ver la vida bajo otros enfoques.Y considerar que sus tareas familiares,
conllevan un exceso de responsabilidades, imposibles de sobrellevar y que el
matrimonio, empieza a volverse una carga difícil de llevar.
No estar preparados para sobrellevar el llamado síndrome del “nido vacío”, que es
cuando los hijos dejan la casa paterna, para irse a vivir a otro lado por motivos de
estudio, trabajo, amigos o matrimonio. En cuanto los hijos, ya han crecido lo
suficiente como para ser más independientes y tienden a alejarse del hogar familiar,
lo que origina que los padres se sientan solos.
No se tiene que olvidar que, cuando decidieron unirse en matrimonio, tenían tres
principales objetivos: Hacer muy feliz a su pareja, vivir juntos hasta que la muerte
les separase, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y formar
una familia con sus hijos.
En un verdadero matrimonio, ambos tienen que aprender a desarrollar su vida
conyugal, en todas sus manifestaciones, descubrimientos y vivencias físicas,
afectivas, sexuales, intelectuales, sociales, económicas, culturales y espirituales.
Este aprendizaje, les supone un esfuerzo para tratar de armonizarse y conjugar, lo
que son cada uno y lo que aportan al matrimonio. Tienen que salir de estar con uno
mismo, para compartir la vida con otra persona; se trata de establecer el marco, en
el que se va a desarrollar la vida en común, para buscar la identidad del nosotros,
haciendo desparecer el yo de cada uno. Se tienen que dar cuenta, que a esa edad
y aunque aparezca una crisis matrimonial, también es el momento de demostrarse,
que la promesa que se hicieron el día de su boda, era auténtica.
Administrar sus actividades, para poderse dar cuenta, que ahora tienen más
tiempo para pensar y hacer, todas las cosas que quisieron realizar en otras
épocas, pero que la tarea diaria se lo impedía. Tomar esta etapa, como una
oportunidad, para replantear su relación de pareja y con toda su familia en
general.
Analizar en profundidad, serenidad, inteligencia y objetividad las cosas
que por diversos motivos, ya no podrán hacer, como pareja o
individualmente, sin quererlas hacer a toda costa, incluso a costa del
matrimonio.
Aplicar el sentido común, ya que la crisis de madurez en la pareja, puede
superarse, con una buena dosis de entrega y lealtad, que es la total fidelidad,
al otro cónyuge y a los hijos. Tratar de erradicar el egoísmo, para conseguir
los máximos niveles de humildad, que les permitan perdonar los
errores cometidos, si es el caso, y resolver las diferencias que existan,
aceptando las propias limitaciones de la edad y de las circunstancias, así
como el papel concreto, que cada uno tiene en la familia y en la sociedad.
Dialogar muy frecuentemente y con plena sinceridad, para llegar a acuerdos
que les permitan conseguir disfrutar más de la vida, saliendo más a menudo,
invirtiendo el tiempo libre en actividades enriquecedoras y cultivando nuevas
amistades. Cambiando de estilo de vida, sin hacerse daño el uno al otro. Es
posible realizar cambios, pero sin perder nada de lo que tanto les
hacostado conseguir, hasta ahora.
Con respecto al tratamiento, existen diferentes estrategias para poder solucionar los
problemas presentes.
Reestructuración cognitiva. En la crisis de los 40 suele ser muy habitual que tanto
hombres como mujeres tengan una serie de cogniciones irracionales o no
adaptativas (“mi vida no tiene sentido” “o consigo todo lo que quiero o soy un fracaso
absoluto”) que pueden repercutir de manera negativa en las relaciones de pareja. A
través del diálogo socrático o la contrastación científica de hipótesis se puede
conseguir que estas cogniciones desadaptativas se tornen en otras de carácter más
adaptativo y racional
Es necesario, por tanto, un mayor conocimiento científico sobre esta etapa vital, y
la relación que tiene con el deterioro en las parejas, para así poder hacer terapias
más ajustadas, ya que existen terapias de pareja genéricas, pero hay cierto
desconocimiento con respecto a los problemas específicos en esta etapa evolutiva.