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PRESENTADO POR:
CURSO:
Sociales
GRADO:
Ciclo IV
PROFESOR:
Liliana
1) LA ECONOMÍA PREINDUSTRIAL
A) Producción artesana y producción fabril:“El paso de una economía
esencialmente rural y agrícola a las formas industriales del siglo XIX no puede
ser suficientemente entendido sin una referencia a la economía feudal.
Era difícil en aquel entonces separar al campesino del medio rural a pesar de
que sus ingresos eran insuficientes. Pero eso no era obstáculo para que el
campesino realizase labores artesanales y de esta forma complementara sus
escasos ingresos agrícolas. Así fue que surgió el “trabajo a domicilio”. Con éste
los comerciantes intentaban aprovechar la mano de obra rural en la producción
de bienes elaborados o semielaborados, distribuyendo materias primas (lana
en bruto, hilo, varas de metal, etc.) entre las familias campesinas para que
pudiesen realizar en sus casas pequeñas acciones artesanales. Después, el
comerciante se encargaba de comercializar sus manufacturas en los
incipientes mercados urbanos.
Por último cabe agregar que entre 1715 – 1750 una serie de buenas cosechas
continentales hacen caer los precios de los cereales. En este mismo momento
las poblaciones europeas reducen ostensiblemente su índice de mortalidad, y
aceleran los ritmos de crecimiento de la población (cereales más baratos =
alimento más accesible).
No se puede negar bajo ningún concepto la importancia del sector exterior y del
comercio colonial en el surgimiento de la industrialización inglesa. Los datos de
importación de algodón en crudo y de reexportación del mismo muestran que la
relación comercial con las colonias fue determinante en esta industria, pionera
en la innovación de la tecnología industrial y la producción en masa. “La
incipiente industria algodonera de principios del siglo XVIII encontró una fuente
de materias primas en las explotaciones algodoneras de América del Norte. El
comercio como simple transacción abría nuevos mercados, que después
fueron aprovechados por los industriales británicos para inundarlos con los
productos manufacturados de la industrialización.
La población europea había actuado con dos grandes saltos en sus ritmos de
crecimiento: el primero de ellos en el siglo XI, y el segundo en los principios del
XIV. A ambos les siguieron períodos de gran contracción y mortalidad, que
hacían volver a tasas anteriores los ritmos de expansión. El cambio que tuvo
lugar en el siglo XVIII, frente al pasado, tiene un carácter continuado y
acelerado, sin conocer un retroceso decisivo. Respecto a este tema el
economista inglés Malthus dijo: que la población no puede aumentar sin que
aumenten los medios de subsistencia y que esto es una proposición tan
evidente que no requiere demostración”.
A lo largo del siglo XVIII se produce una reducción del número de epidemias y
de períodos de hambre. Tenemos también una serie de buenas cosechas y una
reducción importante en la tasa de mortalidad.
Se supone que la sanidad y la higiene, así como un cuidado más racional de
los animales, pudieron haber tenido una gran incidencia (en forma continua y
lenta) sobre la mortalidad y no tanto los avances médicos (respecto este tema
no hay consenso, hay diferentes posturas).
La conclusión más acertada parece ser la de que la mejora del nivel de vida,
debió aumentar la resistencia de la gente a las enfermedades infecciosas y
reducción, por consiguiente, de la incidencia de las grandes epidemias
medievales.
Y los datos así lo demuestran ya que Inglaterra pasó de tener seis millones de
habitantes en torno a 1740 a más de 30 millones en tan sólo 150 años.
Según algunos historiadores el aporte de los científicos fue inútil en esta etapa
pues la máquina a vapor fue creada, mejorada y perfeccionada gracias a
mecanismos prácticos de los inventores.
Watt había logrado liberar a la sociedad de una de sus grandes limitaciones: la
energía disponible. Hasta entonces, los grandes esfuerzos se habían realizado
con fuentes gratuitas, como aire y agua, pero éstos no se daban de forma
continua y abundante, y la energía animal no podía alcanzar de forma
coordenada y eficaz la potencia de las máquinas de vapor. Entiéndase que la
potencia desarrollada por las máquinas de vapor instaladas en Inglaterra en
1830 equivalían a la fuerza que podían desarrollar 4,5 millones de caballos o
30 millones de hombres. Si hubiera que señalar cuál fue el invento que hizo
posible la continuidad irreversible de la revolución industrial, éste sería la
máquina de vapor.
B) La industria siderúrgica
Existe desde sus comienzos una estrecha relación entre industria siderúrgica y
la extracción de carbón. Dejando aparte que ambas son industrias con
características capitalistas en su organización desde sus inicios: el trabajo en
grandes explotaciones mineras era netamente asalariado y muy poco diferente
al de la actualidad, salvo en sus condiciones tecnológicas. En ambos casos se
trata de industrias que desempeñaron un papel decisivo en la continuidad de
los impulsos iniciales de la industrialización. En el caso del hierro, el suministrar
un material susceptible de trabajar con mayor precisión y resistencia en la
fabricación de maquinaria. Su dureza y resistencia representaba frente a la
madera un cambio imprescindible para la construcción de máquinas de vapor,
que trabajaban continuamente y con grandes desgastes.
LA SOCIEDAD INDUSTRIAL
LA CIUDAD INDUSTRIAL
(…) La ciudad (Bradford) ofrece en las bellas jornadas festivas – ya que en los
días de trabajo está cubierta por una nube de humo gris - , desde las
circundantes alturas, una magnífica vista; pero en el interior domina la misma
suciedad, la misma inhabitabilidad que en Leeds. Los barrios antiguos de la
ciudad son angostos e irregularmente construidos sobre una escarpada ladera;
en las calles, en los callejones y en los corrales se amontonan escombros y
porquería. Las casas están ruinosas, sucias e inhabitables, y en la
proximidades del río y de las partes bajas del valle, encontré muchas con la
planta inferior excavada a medias en la vertiente del monte, enteramente
inhabitables. En general, los lugares de las partes bajas del valle, en los que
las viviendas obreras están hacinadas entre las altas fábricas, son los que
están construidos de peor modo y los más sucios de toda la ciudad.
(…) Un Comité, elegido por una asamblea de ciudadanos para visitar la ciudad,
informaba el 15 de agosto de 1844: <<Es notorio que en Huddersfield calles
enteras y muchos callejones y corrales no están empedrados ni provistos de
cloacas y otros desagües; que deshechos, inmundicias y basuras de toda clase
yacen amontonados en putrefacción y fermentación y que casi en todas partes
se acumulan charcos de agua estancada; que, en consecuencia, las viviendas
adyacentes son necesariamente malas y sucias, de modo que en tales lugares
se producen enfermedades y resulta amenazada la salud de toda la ciudad>>
EL TRABAJO EN LA MINA
“El estado de los niños trabajadores es más deplorable todavía en las minas de
carbón. Sobre él dice el informe de una comisión creada para estudiarlo en
Inglaterra: “En el distrito de Halifax las capas de carbón (…) pocas veces pasan
de 30 pulgadas, y en consecuencia, no pudiendo trabajar en ellas los obreros
adultos, tienen que hacer los niños el trabajo, casi tendidos en el suelo y con la
cabeza apoyada en una plancha (…). Durante todo el tiempo que permanecen
en estas oscuras rendijas, sin aire y encendidos por el calor, están
completamente desnudos.”
“No olvidaré jamás – agrega uno de los comisarios del informe- la impresión
que experimenté a la vista de la primera criatura infortunada que encontré de
esta manera. Era un niño como de 8 años, que me miró al pasar, con una
expresión de idiotismo que me heló el corazón. Era una especie de espectro
que no podía vivir más que en este lugar de desolación. Cuando me acercaba
a él para hablarle, se escondió en un rincón, temblando de pies a cabeza,
temiendo quizás que lo maltratase, y ni promesas ni amenazas bastaron para
que saliera del escondite, que sin duda consideraba seguro”.
“Me casé a los 23 años y sólo entonces bajé a la mina. Antes y desde los doce
años, tejía. No sé leer ni escricir … Tiro de la carreta de carbón y trabajo desde
las seis de la mañana hasta las seis de la tarde. Me detengo sobre una hora a
mediodía para comer pan y mantequilla pero sin bebida. Tengo dos hijos
demasiado pequeños aún para trabajar … Tengo una correa atada a la cintura,
una cadena que pasa entre mis piernas y avanzo con las manos y los pies. El
camino es escarpado y nos vemos obligados a agarrarnos a una cuerda y,
cuando no hay, a lo que podamos encontrar … Es un trabajo muy duro para
una mujer.”