Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
- Traspasa tus respuestas a lápiz pasta antes de entregar de lo contrario pierdes derecho a reclamo.
56 puntos.
I. COMPRENSIÓN DE LECTURA
Alas de plata
Alicia Salinas A.
(Chilena)
Aunque no me pregunten, les diré que hice el viaje solo. Que subí a un avión luego a un barco,
después a un helicóptero y por último a un tren largo y oscuro, de estrechos pasillos. Llegué al
amanecer y hacía frío. Caminé por un sendero de arena, por los costados había rosas y
claveles. El camino terminaba en un enorme portón de madera. En la puerta había un cartel,
que como había llovido y estaba un poco oscuro, no alcanzaba a leer.
Golpee fuerte y nadie abrió para mí. Me asomé por un hueco de la reja y ahí fue cuando
me encontré con la maravilla. Un jardín lleno de árboles frutales, pasto en el suelo y flores de
colores por todos partes.
Quise entrar pero no pude. Coloqué unas piedras y un pedazo de madera contra la
muralla y pude alcanzar la parte de arriba del portón. Me di cuenta que no era difícil darme
impulso y saltar al otro lado, y eso hice.
En cuanto mis pies tocaron el pasto de aquel jardín, los árboles comenzaron a moverse,
como si un viento fuerte los sacudiera, y vi muchas frutas colgando de los árboles.
Miré y miré porque sentía que alguien me observaba. De pronto oí una suave melodía,
pero no era un pájaro, no era el ruido del río, no era el sonido del viento; era una vocecita de un
niño. Me acerqué para escuchar mejor y entonces lo vi. Era un pequeño niño, que
tranquilamente tarareaba una melodía mientras armaba un diminuto volantín de colores.
Lo miré y me sonrió. Me agaché lo más que pude, porque aunque yo no tengo muchos
años, era más grande que aquel niño pálido.
Me contó que era en ese jardín donde cada primavera armaba volantines. Y que cuando
le pegaba la cola y los tirantes, aprovechaba para soplarlos despacito y entonces, se
transformaban en enormes volantines mágicos.
El mismo los encumbraba más arriba del sol y la luna. Si divisaba que algún niño o niña
lloraba por uno, él le mandaba inmediatamente un volantín de los que hacía.
Conversamos mucho rato, de pronto miró el sol y dijo:
-ya es hora de ir a casa-
Me despedí y partí de vuelta. Cuando estaba encaramándome por el portón volví a
mirarlo. El había guardado el papel de volantín, el hilo y los palillos en su mochila, y caminaba
hacia el lago.
Yo me quedé mirándolo, el se dio vueltas, movió su mano delgada para despedirse y
comenzó a elevarse despacio. Lo vi volar hacia el volcán y desaparecer después de desplegar
un par de alas de plata.
31. Referente al viaje que realizó el protagonista de esta historia podemos decir que:
a. Comenzó en un tren largo y oscuro
b. Terminó en un barco de estrechos pasillos
c. Al final había una puerta con un cartel que se podía leer
d. Caminó por un sendero de rosas y claveles
32. Referente al jardín que se menciona en esta historia podemos decir que:
a. Habían muchos árboles sin fruto
b. Había un volcán muy cerca que humeaba
c. Tenía un lago transparente
d. Existía un portón como entrada
Jaime era el zapatero comunista que trabajaba en el portón de los Rodríguez y quien tenía por
costumbre devolver a tiempo los zapatos. Los reparaba y los limpiaba a la perfección con una
habilidad heredada de una larga tradición de zapateros. Era comunista y echaba al viento su salsa
ardiente de revoluciones y cambios. Pero nadie le prestaba atención. Sólo devolvía los zapatos
cuando había completado un número par considerable. Así, cuando reunía, digamos diez zapatos,
llamaba a sus dueños para que vinieran a recogerlos. Los cinco dueños respectivos eran citados el
mismo día. A la misma hora. Y, condición de zapatero en sus zapatos, debían venir descalzos a su
taller de hoces y martillos. Una vez en él los propietarios se daban cuenta de que todos los zapatos
estaban unidos por largos cordones, que también servía de ajuste al pie. Los zapatos relucían,
hermosos. Pero al ponérselos cinco dueños quedaban ligados para siempre gracias al poder de los
cordones. Y tenían que caminar siguiendo un ritmo acompasado a esa forzada unión. Algunos
protestaban, los más conservadores, pero ante la negativa rotunda de Jaime de cambiar la situación,
tenían que adaptarse a caminar en grupos uniformes por las calles, beber en el mismo sitio, comer en
la misma mesa, y hacer el amor con la misma mujer. Jaime es necesario agregar, viva feliz de haber
encontrado cómo poner en práctica sus ideas sociales y económicas.
Alejandro Romero.
42. ¿Cuál era la condición de Jaime para entregar los zapatos a sus clientes?
a. Reunir a cinco clientes el mismo día, a la misma hora y descalzos
b. Entregar los zapatos personalmente
c. poner personalmente los zapatos a sus clientes
d. Entregar los zapatos arreglados a cambio de los que llevaban puesto.
43. En la expresión “quien tenia por costumbre no devolver a tiempo los zapatos” el pronombre
“quien” reemplaza a:
a. los Rodríguez
b. Jaime
c. los clientes
d. los comunistas
44. En la expresión “los preparaba y los limpiabas a la perfección con una habilidad heredada de
una larga tradición de zapatos” los verbos en cursiva señalan que.
“Se trataba de un grupo de pescadoras. Después de concluida la faena, se pusieron en marcha hacia
sus respectivas casas. El trayecto era largo y, cuando la noche comenzaba a caer, se desencadenó una
violenta tormenta.
Llovía tan torrencialmente que era necesario guarecerse. Divisaron a lo lejos una casa y comenzaron a
correr hacia ella. Llamaron a la puerta y les abrió una hospitalaria mujer que era la dueña de la casa y se
dedicaba al cultivo y venta de flores. Al ver totalmente empapadas a las pescadoras, les ofreció una
habitación para que tranquilamente pasaran allí la noche.
Era una amplia estancia donde había una gran cantidad de cestas con hermosas y muy variadas flores,
dispuestas para ser vendidas al día siguiente.
Las pescadoras estaban agotadas y se pusieron a dormir. Sin embargo, no lograban conciliar el sueño y
empezaron a quejarse del aroma de las flores: “¡Qué peste! No hay quien soporte este olor. Así no hay
quien pueda dormir”. Entonces una de ellas tuvo una idea y se la sugirió a sus compañeras:
- No hay quien aguante esta peste, amigas, y, si no ponemos remedio, no vamos a poder pegar un ojo.
Cojan las canastas de pescado y utilícenlas como almohada y así conseguiremos evitar este
desagradable olor.
Las mujeres siguieron las sugerencias de su compañera. Cogieron las cestas malolientes de pescado y
apoyaron las cabezas sobre ellas. Apenas había pasado un minuto y ya todas ellas dormían
profundamente.”
“REALIDAD”
Después de haber ganado un mundial de fútbol, llegar en primer lugar en una carrera de automóviles,
ser el mejor bailarín, ganar una batalla en una misión de guerra y haber rescatado al mundo de un
ataque extraterrestre, Juan se retira de los Juegos Electrónicos Diana para cumplir con sus papeleos del
trabajo.
Fabián Rodríguez Galleguillos en http://escritores.cl/microcuentos/textos/realidad.htm
Cuando la vecina llamó al timbre para devolverme un calcetín caído del tendedero, no di importancia al
asunto.
Dejé el calcetín en cualquier parte, regresé al sofá, continué viendo los Teletubbies.
Al día siguiente, la vecina regresó, trayendo ésta vez un calzoncillo. No me pareció nada del otro mundo.
Abandoné la prenda en una silla.
Esa misma tarde, la vecina me devolvió una camiseta. A la noche trajo un pantalón. A primera hora de la
mañana, unos zapatos.
No me dio tiempo a pensar mucho en ello, pues a los pocos minutos la vecina volvió, esta vez con un
jersey de lana bastante feo, un mono de mecánico, un tricornio, una estola de adviento y una capa de
turno.
Extrañome, acepté las prendas, di las gracias, cerré la puerta.
Poco a poco fui recopilando todo aquello que a la buena señora se le ocurría introducir en mi casa. El
espacio habitable de mi hogar fue reduciéndose, por todas partes se veían prendas amontonadas. Llegó
el momento en que no me atreví a encender la cocinilla por miedo a prender fuego a la vivienda.
Ahora, mientras escribo esto, oigo llamar a la puerta. Será la vecina. Quisiera abrir y decirle, por favor,
no traiga más ropa, la situación comienza a ser desesperada, llevo más de un mes buscando mi cepillo
de dientes.
Quisiera abrir, sí, pero no veo manera de abrirme camino hasta la puerta.
http://du.lacalabaza.net/
Texto
"Ese cuento del agujero en el suelo, que baja quién sabe hasta dónde, siempre me ha fascinado. Ahora es
una leyenda musulmana; pero no me asombraría que fuera anterior a Mahoma. Trata del sultán Aladino;
no el de la lámpara, por supuesto, pero también relacionado con genios o con gigantes. Dicen que ordenó
a los gigantes que le construyeran una especie de pagoda, que subiera y subiera hasta sobrepasar las
estrellas. Algo como la Torre de Babel. Pero los arquitectos de la Torre de Babel eran gente doméstica y
modesta, como ratones, comparada con Aladino. Solo querían una torre que llegara al cielo. Aladino quería
una torre que rebasara el cielo, y se elevara encima y siguiera elevándose para siempre. Y Dios la fulminó,
y la hundió en la tierra, abriendo interminablemente un agujero, hasta que hizo un pozo sin fondo, como
era la torre sin techo. Y por esa invertida torre de oscuridad, el alma del soberbio sultán se desmorona
para siempre".
58. De acuerdo al texto, los arquitectos de la Torre de Babel son gente doméstica porque
a. viven de acuerdo a sus creencias.
b. son dóciles y obedecen a Dios.
c. son tan despreciables como los roedores.
d. son humildes, sin pretensiones exageradas.