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¿Cómo se puede dar solución al problema de la contaminación del aire en las

ciudades?
Daniela Acosta Lora
Tatiana Andrea Concha Sarria
Desde las décadas sesenta y setenta el planeta se enfrenta a una profunda crisis ambiental,
que ha puesto en riego la sobrevivencia de la humanidad y que se refleja en la irracionalidad
ecológica de los patrones dominantes de producción y consumo, dando origen a la
reconsideración de la naturaleza en el sistema productivo, y con ello a las estrategias del
ecodesarrollo basadas en el manejo prudente de los recursos naturales. A partir de la
Conferencia de la Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo y los discursos de
sustentabilidad, fueron evidentes los límites de la racionalidad económica y tecnológica; la
escasez, concepto fundante de la teoría económica comenzó a ser un asunto global que no
lograba ser solventado mediante el desarrollo de nuevas tecnologías o el aprovechamiento de
espacios no saturados para la disposición de los desechos generados por el proceso
productivo.
El efecto más visible es el cambio climático que se evidencia en los efectos invernadero el
cual comporta cambios climáticos evidentes como el fenómeno de la niña y el niño, generado
por la emisión de gases contaminantes producidos por combustibles fósiles, entre otros.
La actual crisis ambiental se manifiesta en la menor capacidad de producción de la tierra
debido a los monocultivos; la perturbación de cadenas biológicas completas que sacrifican
especies benéficas debido al uso de pesticidas; la alteración de la calidad de los suelos y los
cuerpos de agua por la generación de residuos; y el aumento en la contaminación del aire
debido al incremento del parque automotor y la productividad fabril.
La progresiva degradación ambiental, causada por la acción humana, ha llevado a pensar la
regulación ambiental y ecológica como un imperativo motivado por la justicia, la equidad
generacional y la misma supervivencia del ser humano. Este enfoque antropocéntrico que
presenta al ser humano como el causante de los desastres ambientales pero también su
principal beneficiario es el que ha incidido en el Derecho Internacional Ambiental. Es así que
el derecho ambiental ha limitado el papel de lo humano al análisis y prevención de la
apropiación y la contaminación, conllevando una idea de responsabilidad en la que las
generaciones actuales son garantes del cuidado del ambiente para las futuras generaciones,
haciendo del principio de responsabilidad una categoría abstracta en la que no existe una
concepción de lo humano en lo ambiental desde la perspectiva de responsabilidad hacia el
otro como alguien real, evidenciando la necesidad de un planteamiento concreto y realizable
frente al ser humano que desarrolle de forma conexa la protección ambiental.
Quizás la mejor forma de ilustrar de qué se trata la justicia ambiental y cuáles son sus
elementos es a través de la referencia a casos concretos de contaminación. Todos estos casos
reflejan de una u otra manera una distribución inequitativa de los costos ambientales dentro
de la sociedad, la ausencia de reconocimiento de la identidad de ciertas comunidades, la falta
de acceso de las mismas a instancias públicas de participación en la toma de decisiones que
afectan su calidad de vida y una marcada falta de valorización de la integridad de los
ecosistemas.
Según diferentes autores, se puede establecer que en gran medida la justicia está basada en
el concepto de “equidad” en la distribución de los diferentes tipos de bienes. Según Rawls la
justicia pertenece a los aspectos básicos de distribución existentes dentro de la sociedad, los
cuales deben llegar a un punto de equilibrio donde son evaluados. Rawls plantea unos
principios específicos y básicos de justicia con el fin de determinar criterios claves para la
estructura de la sociedad, para ello hay que situarse en un punto de igualdad, el cual se conoce
como “posición original” en donde los individuos no cuentan con la capacidad de tener
criterio propio, esto como resultado de la ausencia de reconocer y aceptar sus propias
fortalezas y debilidades además de no tener conocimiento de su posición dentro de la
estructura social entre otros aspectos. Es así como se pueden desarrollar distintos principios
de justicia. Cabe resaltar que dentro de esta teoría los individuos están motivados por obtener
denominados “bienes primarios”, que corresponden a aquellos bienes indispensables para
satisfacer las necesidades de cualquier ser humano.
A partir de esto el autor plantea dos principios básicos de justicia fundamentales: todos
cuentan con los mismos derechos, en segundo lugar, plantea que la distribución de la
inequidad social y económica debe ser beneficiosa para cualquier individuo. Este último
aspecto tiene presente que las ventajas resultantes de los actos relacionados con el entorno
natural son justificables en la medida que estos beneficien a la sociedad. En estos términos
se puede considerar que cualquier situación que gire en torno a la contaminación del aire en
este caso, podrá ser aceptada como medio en la medida que beneficie un mejor bienestar para
la sostenibilidad y sustentabilidad de cualquier ser racional.
Es evidente que la salud guarda una relación directa con poder disfrutar de un medio ambiente
sano, y que no disponer del mismo disminuye la igualdad de oportunidades. Dado que la
salud es de un lado condición necesaria de la igualdad de oportunidades, y que a su vez es
función de un conjunto de variables entre las cuales la calidad ambiental se encuentra, ésta
debería quedar asegurada para todo ciudadano. Se sabe que los efectos de la contaminación
del aire sobre la salud pueden ser dispersos y su aparición retardarse por generaciones, por
lo que aplicar estrictamente este criterio supondría sancionar el principio de precaución.
Hay formas ilustrativas de calcular cómo se distribuyen entre una población dada los bienes
naturales, en cierto modo, consumibles. Es decir, los recursos naturales. Una de las opciones
para lograr dar solución a estos problemas ambientales es la «huella ecológica», por ejemplo,
traduce todos los impactos derivados del consumo de productos y servicios ambientales en
que se sostienen todas nuestras actividades diarias a una única unidad, hectáreas. Aunque
suele utilizarse más para medir las huellas de economías nacionales, de ciudades, e incluso
de generaciones, esta metodología permite comparar también el consumo que un individuo
o grupo realiza a lo largo del tiempo. Como es previsible, demuestra que los estilos de vida
más consumistas se soportan en huellas ecológicas mayores. De acuerdo al principio de
diferencia, el peor situado en este caso, el que tenga menor huella, debería ser compensando,
bien aumentando su huella, bien aumentando el consumo de otros bienes socioeconómicos.
Aquí se multiplican los problemas. Muchas de las propiedades de los bienes naturales son
irreproducibles. Incluso los no renovables son técnicamente irreemplazables, y por lo tanto
su sustitución por otros como el dinero es necesariamente arbitraria. Reducir los bienes
primarios socioeconómicos a renta implica de alguna manera asumir la sustituibilidad, en
este caso, entre capital natural y otras formas de capital, como el financiero.
Bibliografía

Espejo, D. H. (2010). Noción y elementos de la justicia ambiental:directrices para su


aplicación en la planificación. Revista de derecho, 9-36.
Peñuela, I. P. (2014). La cuestión del otro en la en la responsabilidad social ambiental:
Rawls, una reformulación. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Rawls, J. (1971). Teoría de la justicia.

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