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QUIZZ NAVIDAD

Verdades, errores y curiosidades de la celebración de la


Navidad.

La celebración del nacimiento de Cristo es una de las festividades más antiguas del
cristianismo y su profundidad histórica e importancia religiosa solo es superada por la
Pascua. Cuando uno celebra esta bellísima fiesta con todo su tradicionalismo, recrea lo
mismo que realizaban otros cristianos hace cientos (en incluso miles) de años. La
Navidad, aunque apoyada fundamentalmente en el Nuevo Testamento, es también el
resultado de aportes de todas las épocas y varios continentes.
Te invitamos a resolver este breve quizz para que conozcas aún más a fondo este momento
litúrgico que celebra la entrada de Jesús a nuestra vida y a nuestra historia.
¡Feliz Navidad!

Para profundizar en estos temas te recomiendo consultar las siguientes obras que me han
servido de referencia:
“Breve historia de la Navidad” de Francisco José Gómez, “La Navidad a través del
tiempo” de Estrella Rodríguez Gallar y “La liturgia de la Iglesia” de Julián López Martín.

1. Los primeros cristianos no festejaban la Navidad.


VERDADERO
Los cristianos del primer siglo no festejaron el nacimiento de Cristo. Esta
despreocupación por la Navidad se debió a que vivían en momentos en que la muerte y
Resurrección de Jesús habían acontecido recientemente y esperaban con inminencia su
segunda venida, es decir, la Parusía. Mientras esto ocurría, se escribieron los Evangelios
de San Lucas y San Juan que aportaron datos sobre la infancia de Jesús y serían
importantes para el futuro desarrollo de la celebración navideña.
Con el paso de las décadas, los primeros fieles cayeron en la cuenta de que el fin de los
tiempos estaba mucho más lejano de lo que habían creído. Así surgió una nueva actitud
que con idéntica fe se encaminó a redefinir la misión del cristiano en esta vida. Preparados
para permanecer en el mundo hasta su muerte, brotó un nuevo interés por conocer todos
los aspectos de la vida del Mesías y prioritariamente su infancia.
Esta inquietud llevó al desarrollo de la celebración del nacimiento de Jesús como el inicio
de las promesas que Dios había hecho al pueblo judío. La primera noticia histórica de la
Navidad procede del cronógrafo copiado por Furio Dionisio Filocalo el 354, y que
contiene la “depositio martyrum” y la “depositio episcoporum” de la Iglesia de Roma. A
finales del siglo IV la Navidad se celebraba ya en el norte de África (360), en España
(384), en Constantinopla 380) o en Antioquía (386).
2. La elección de la fecha del 25 de diciembre para celebrar la Navidad se instituyó
por influjo de las solemnidades paganas.
FALSO
Estrictamente esta afirmación es errónea porque se trata de una de las tres hipótesis sobre
la elección de la fecha. La primera interpretación se basa en el cálculo de la fecha de
muerte de Cristo según la creencia antigua de que esta habría tenido lugar el mismo día
en que se produjo la encarnación. Así, la fecha del 25 de diciembre se habría fijado, por
tanto, en base al 25 de marzo, fecha estimada de la muerte sumándole 9 meses.
La segunda hipótesis se apoya en el objeto de la fiesta según las homilías patrísticas,
especialmente las de San León Magno, el testigo más cualificado acerca del sentido
originario de la Navidad en la liturgia romana. Según esto, la rápida difusión de la
celebración navideña se explica por la necesidad de afirmar y difundir la fe auténtica en
el misterio de la encarnación
Finalmente, la tercera explicación verosímil es que se trata de la cristianización de la
fecha elegida para la celebración del “Sol Invictus”, fiesta pagana establecida el año 275
por el emperador Aureliano en el solsticio de invierno.
3. La celebración de la Nochebuena se popularizó durante la Edad Media.
VERDADERO
Si bien la cena del 24 de diciembre y la posterior Misa del Gallo se constata desde los
primeros siglos del cristianismo, la ceremonia se extendió por la Cristiandad en tiempos
medievales. Entre los siglos V y VI se comenzó a darse en la península ibérica, el norte
de África y el norte de Italia. A partir del siglo VIII se popularizó por toda Europa.
El Medioevo aportó grandiosidad a la celebración. Por un lado, se caracterizó por su
solemnidad y recogimiento, celebrándose tres misas por la noche donde se cantaban las
profecías de Isaías, los textos de León Magno, el prólogo del Evangelios de San Juan o la
genealogía de Cristo. Pero, por otro lado, era compatible con un ánimo de jolgorio y
alegría desbordante en el pueblo cuyo punto máximo se daba en la adoración al Niño,
cuando se entonaban cantos, se hacían sonar instrumentos e incluso se liberaban pajarillos
que se capturaban para ese fin.
4. La tradición de armar el pesebre fue reivindicada por San Francisco de Asís.
VERDADERO
El origen de los pesebres se remonta a la Italia medieval. En el siglo VII, el papa Teodoro
I (642-649) hizo llevar desde Belén los restos del pesebre que según la tradición había
acogido al Niño Jesús, depositándolos en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.
A partir de allí, el pesebre se extendió y se hizo indispensable en todas las iglesias de las
Cristiandad durante el tiempo de Navidad.
Esta costumbre alimentó otra a partir el siglo X que consistió en la realización de
representaciones escénicas de momentos bíblicos del Nacimiento de Jesús. Sin embargo,
muchas veces estas actuaciones, en medio de una alegría desbordada, daban lugar a
abusos que hacían que la celebración se saliera de los cauces religiosos. Por este motivo,
el papa Inocencio III (1198-1216) prohibió en el año 1207 las escenificaciones dentro de
los templos. Sin embargo, los deseos de ofrecer una catequesis plástica perduraron, y los
actores fueron reemplazados por figuras inmóviles que movieran a la devoción.
Poco tiempo después, en el año 1223, San Francisco de Asís obtuvo un permiso del papa
Honorio III para recrear la escena del pesebre con actores. Cuenta la tradición que en el
momento en que San Francisco tomó a la figura del Niño, este cobró vida. Tan emotivo
resultó el acontecimiento que poco después se levantó la prohibición y desde el siglo XIII,
con especial rol de Franciscanos y Clarisas, se difundió la práctica de elaborar figuras del
pesebre tanto para casas como para templos. Por el milagro del Niño, se hizo costumbre
besar y adorar la figura de Jesús en cada Nochebuena.

5. Los Reyes Magos fueron tres monarcas de Oriente.


FALSO
Es importante comenzar destacando que no está claro la existencia real de tales magos.
Para algunos estudiosos podría tratarse de sacerdotes originarios de Hamadán, ciudad al
sur del Mar Caspio, mientras que para otros se trata de una licencia literaria de San Mateo
para mostrar que el mensaje salvador de Cristo estaba destinado a todos los hombres y no
solo a los judíos. Como fuere, lo que es indudable es la cantidad de agregados que ha
tenido el relato popular más allá de los narrado por el evangelista. En primera instancia
el número. En los primeros siglos del cristianismo el número oscilaba entre dos y varias
docenas. El número tres y los respectivos nombres (Melchor, Gaspar y Baltasar)
provienen de un evangelio apócrifo del siglo IV llamado el Evangelio Armenio de la
Infancia de Jesús. En segundo término, el carácter real (de realeza) fue conferido cerca
del siglo III, quizás para atenuar su condición de magos.
Ya en el siglo VI, el famoso mosaico de San Apolinar retrata a los Magos de Oriente con
diferentes edades. Esto ponía de manifiesto que cualquier momento de la vida era
indicado para postrarse ante Dios.
Finalmente, cerca del siglo XV, los Reyes Magos aparecen identificados con los rasgos
típicos de los habitantes de diferentes continentes: los europeos representados por
Melchor, los asiáticos por Gaspar y los africanos por Baltasar. Así se pretendía enfatizar
la universalidad del mensaje de Cristo.
6. La costumbre de entregar regalos en Navidad se remonta a la Antigüedad.
FALSO
Esta tradición data del siglo XVII, durante el cual la fiesta de San Nicolás se trasladó al
25 de diciembre. Como es popularmente conocido, San Nicolás de Bari (o Myra) vivió
entre fines del siglo III y mediados del siglo IV y se destacó por su caridad hacia los más
necesitados y su preocupación por los más pequeños (lo que le valió el título de “obispo
de los niños”). Tras su muerte, comenzó a celebrarse su día y en homenaje se extendió la
práctica de mostrar amor a los niños haciendo lo que él hacía en su ciudad: entregar
regalos.
7. La cena de Nochebuena y la comida de Navidad son una invención reciente.
FALSO
Desde los primeros tiempos en que comenzó a celebrarse el nacimiento de Jesús la
ceremonia religiosa fue acompañada por un ágape donde se compartían distintos
alimentos. La tradición de poner sobre la mesa un ave como plato central se remonta a
tiempos grecorromanos. En la época bizantina se consumían gallinas de Guinea y desde
el siglo VI un gallo castrado y engordado. Durante toda la Edad Media se consumieron
gansos y ocas para la celebración. Estos platos se complementaron con pan, hortalizas,
legumbres secas, carne de cerdo, queso, leche, cerveza y vino. En la mesa de los nobles
se consumía además miel y cordero.
Entre los dulces los más importantes fueron el turrón y el mazapán. El mazapán habría
sido elaborado en el año 1254, cuando durante un asedio musulmán a la ciudad de
Toledo y ante la consecuente escases de alimentos, las religiosas del convento de San
Clemente el Real machacaron las almendras que tenían y las mezclaron con azúcar
hasta formar una pasta que luego trocearon. El turrón por su parte, es de probable origen
árabe -donde se lo llamaba “alajú”- y habría sido adoptado por españoles.
8. El árbol navideño fue una cristianización de una antigua tradición germana.
VERDADERO
Los pueblos germanos, como muchos otros pueblos de la Antigüedad, profesaban una
religión de tipo naturalista que propiciaba el culto a las deidades en los árboles. San
Bonifacio (680-754), gran misionero de los primeros tiempos del cristianismo, extendió
su labor evangelizadora por Europa y se topó con pueblos que adherían a este tipo de
adoración. En su cruzada por llevar el Evangelio se propuso rescatar del paganismo a
los pobladores y reemplazó aquellos árboles por un pino, símbolo perenne del amor de
Dios, y lo adornó con manzanas y velas. Las manzanas simbolizaban las tentaciones y
las velas la luz de Cristo que ilumina el mundo.
Posteriormente se asoció al árbol para explicar la Encarnación del Hijo de Dios en su
plan salvífico, deviniendo así en árbol de la Navidad. De esta forma se vinculó al
ÁRBOL DE LA VIDA que estaba dispuesto en el Jardín del Edén antes del Pecado
Original, y las frutas, adornos y luces recordaron las gracias y dones que el hombre
había perdido y recuperó por el nacimiento y posterior sacrificio de Cristo.

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